sábado, 21 de septiembre de 2024

TEMPORADA Y EL CORTO Y EL LARGO PLAZO


Veranear en la costa será hasta 150% más caro que un año atrás
Ayer se conocieron los valores de referencia en la costa atlántica; los balnearios premium mantienen casi sin cambios sus tarifas en dólares; ya comenzaron las consultas
Darío PalavecinoYa se trabaja en las playas para montar servicios
Los operadores dieron precios de referencia en pesos; los balnearios premium mantendrán sus valores en dólares casi sin cambios.
MAR DEL PLATA.– Con una economía que tiene algunos giros, anunciaron ayer los valores de los servicios para el próximo verano, que dependerán de la moneda en que se pacten los contratos. Así, en los alquileres de propiedades se aplicarían alzas no inferiores al 150% con respecto a los logrados en pesos entre diciembre y marzo últimos. Y en dólares, moneda frecuente en los destinos más cotizados, buscarían repetir los precios para cuidar la clientela y evitar que la nueva paridad cambiaria tiente a vacacionar fuera del país.
La primera opción la presentó el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata, que en esta época da una rueda de prensa de orientación para los propietarios. Alcanza a balnearios vecinos como Miramar y Mar Chiquita.
Con estas condiciones, afirman que se podrían conseguir, durante enero y por semana, monoambientes por $250.000; un dos ambientes por $380.000, y tres ambientes desde $550.000. Un chalet de similares comodidades tendría un precio base de $750.000.
“Hay una inflación interanual del 240%”, recordó Guillermo Rossi, presidente de la institución, durante la conferencia en la que adelantó estos valores, que remarcó como “de referencia” y “moderados”.
“Tenemos un nuevo escenario que no pone a favor un valor importante, que es la previsibilidad”, confirma Pedro Gartia, a cargo del parador Hemingway, de Cariló, donde ya sacaron a la venta su oferta de sombra en playa con valores que estarán entre 170% y 190% por encima de lo que se pagó el verano pasado. “Esperamos un movimiento similar al del año pasado, que fue bueno”, confirmó sobre la demanda de carpas, por las que se pagarán unos dos millones de pesos por todo enero, monto que ahora tiene una bonificación del 25%.
Mar del Plata tiene una propuesta muchísimo más amplia de balnearios en sus más de 30 kilómetros de playa con unidades fiscales concesionadas. Se pueden encontrar incrementos desde 150% a más de 250%, según el relevamiento de
la nacion. Es un producto que tiene un mayoritaria presencia de clientela marplatense, que sabe ya de planes de pago y alternativas para que el impacto sobre el bolsillo no sea tan contundente.
Es también la ciudad que tiene el abanico más amplio de propuestas y precios. Por temporada completa –tres meses de servicio– se pueden pagar desde $1,3 millones hasta más de $3,5 millones. Se actualizarán en los próximos meses. Por día hay balnearios que anticipan como piso unos $60.000 por carpa para seis personas y los servicios: piscina, vestuarios, recreación para niños. La cochera se paga aparte.
Cariló es el histórico destino premium de la costa. Sigue sumando propiedades, generó loteos, mantiene una demanda firme de alquileres y es de los primeros que ponen en vidriera su oferta.
Según valores publicados de unidades disponibles, hay chalets para seis personas en la zona próxima al centro comercial y al mar por US$3000 la quincena de enero. Algo con similares comodidades, con piscina, ronda los US$6000. Y puede llegar a US$13.000. Sobre la línea de playa, con salida directa al mar, hay casas desde US$19.000, siempre para mitad de enero.
Otros destinos
“Tenemos confirmados casi un 55% de los alquileres de casas para enero, igual que a la misma época del año pasado”, precisó Silvia Melgarejo, titular de Constructora del Bosque. Resaltó la respuesta de dueños, que han sido prudentes. “Solo algunas unidades, por mejoras importantes, han aumentado un 10% o 15%”, dijo a la nacion.
El otro que crece muy fuerte es Costa Esmeralda. Allí, según confirmó la nacion, además de la continuidad del boom de la construcción, hay una muy fuerte demanda de alojamiento para fin de año. Son contratos por períodos algo más cortos y que en el caso de los barrios marítimos, tienen valores de US$500 y hasta más de US$1700 por noche. “De cada 10 contratos, ocho o nueve repiten valores del año pasado”, puntualizaron las fuentes consultadas.
Nelson Valimbri, responsable del complejo Ville Saint Germain de Cariló, dijo que iniciaron la preventa de temporada con buenos resultados. La propuesta, especificó, incluye un alza de 180% con respecto a la última temporada. “Amortiguamos mucho el año pasado, con una inflación a fin de año que nos destrozó, y ahora tenemos cada vez menos aire”, indicó sobre la imposibilidad de trasladar la suba de costos al público. Recordó que entre la luz y el gas el incremento fue más de 500%, además de lo que significa mantener esos establecimientos activos y con personal durante la temporada baja, que fue floja. “Lo que no podemos es dejar de mirar el exterior, ya que por el cambio y nuestros costos se pone competitivo”, señaló.
En los complejos de apartamentos, también cotizan en dólares, afirman que no tendrán que modificar las pantallas. “Son los mismos del año pasado en dólar paralelo; nos da por debajo de la inflación”, explica Joaquín Bustillo, que empieza a tener el termómetro de lo que vendrá. “Las reservas no están igual que otros años”, admitió sobre un ritmo de demanda más calmo.
En ese segmento se percibe un detalle: los clientes repiten, pero reducen el gasto. “Si alquilaban con vista al mar, ahora algunos piden contrafrente, y si tenían servicio de cama y limpieza todos los días, piden solo dos o tres veces por semana”, confían 
Por Pinamar hay un seguimiento de la dinámica de precios. Operadores inmobiliarios confirmaron que recomiendan repetir precios del último verano y que si existe un ajuste no supere entre el 5% y el 8%. Lucas Ventoso, director de Turismo de Pinamar, dijo que si bien siempre se lo consideró cion por encima de la media, hoy tiene precios que en rubros como gastronomía “están por debajo de la Capital Federal”. Citó restaurantes frente al mar donde se pagan $15.000 una porción de rabas para compartir, $12.000 una hamburguesa completa o una ensalada de salmón. “Los precios en dólares se sostienen a pesar de la inflación y el aumento de costos”, acotó.

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La fragmentación del sistema político: beneficios y riesgos
Sergio Berensztein


Luego de haber experimentado su big bang con la emergencia del fenómeno Milei, la fragmentación es el aspecto más saliente del sistema político argentino. Esto le permitió al gobierno nacional, con acotado esfuerzo, evitar que el Congreso insistiera con la fórmula de actualización jubilatoria, lo que habría implicado una severa derrota, ya que esa mayoría calificada de dos tercios representaba una potencial amenaza a la gobernabilidad. No solo coartaba el uso del veto presidencial ante otras iniciativas parlamentarias que pretendieran condicionar el accionar del Poder Ejecutivo, en especial en el plano fiscal, sino que representaba una bomba de tiempo ante la eventualidad de un pedido de juicio político.
Los mercados reaccionaron de forma muy positiva ante esa masa crítica de legisladores heterogéneos que fueron vitales para despejar cualquier incógnita o especulación sobre riesgos de inestabilidad política de esta singular experiencia libertaria. Sin embargo, esa misma fragmentación, funcional en esta coyuntura para que el Gobierno avance con su agenda transformacional, constituye un problema no menor para el sistema de partidos y para la representación efectiva de los intereses de la sociedad. Aunque parezca contradictorio, es un arma de doble filo: facilita acuerdos de corto plazo, pero si no se resuelve o no se limitan sus efectos deletéreos, a mediano y largo plazo socava la legitimidad del sistema democrático.
El debilitamiento y la atomización del orden bipartidario en Venezuela erosionaron el consenso sobre su democracia y crearon las condiciones para el surgimiento del fenómeno chavista. Se trata del caso más dramático de regresión autoritaria en la región (desde finales de los años 1950 hasta finales de los 1980 fue tal vez el país más democrático de América Latina, cuando desde México hasta la Argentina predominaban distintas formas de autoritarismo o regímenes híbridos). El politólogo Michael Coppedge tuvo la lucidez de identificar en esa época los riesgos de lo que era visto como un decaimiento gradual y progresivo, pero nadie imaginó un desenlace tan dramático como el imperio del terrorismo de Estado en el que se convirtió en las últimas semanas ese desdichado país, según un informe reciente de las Naciones Unidas.
En nuestro contexto, la cuestión de las tendencias secesionistas o de luchas facciosas es parte de la cultura política: desde la derecha más recalcitrante hasta la izquierda trotskista, pasando los movimientos sociales, las organizaciones sindicales y las asociaciones del sector privado y la sociedad civil, todos se caracterizan por sus permanentes cismas internos y por un predominio de liderazgos caudillistas. Esto suele catalizarse por el efecto magnético que ejercen los recursos materiales y simbólicos que acumula el Poder Ejecutivo que, si no irresistibles, son muy difíciles de ignorar, en especial para los integrantes de partidos con responsabilidades ejecutivas en niveles provincial y local. Por otra parte, en un clima de incertidumbre y con partidos tan endebles, los mecanismos de supervivencia política individual o sectorial explican la tentación de acordar con quien ejerza el poder de turno. Se trata de la tensión que tan bien analizó Max Weber (de ahí lo tomó Raúl Alfonsín) entre la “ética de la responsabilidad” (también “pragmatismo” o, más críticamente, “colaboracionismo”), en contraposición con la “ética de las convicciones”, es decir, las posturas más “puristas” en materias de ideas, valores y doctrinas. Este dilema puede traducirse en función de la fórmula inmortalizada por Leandro Alem: el original “que se rompa pero que no se doble” (aunque derive en partidos más pequeños e ideológicos y en un sistema político inestable o caótico), o el ahora habitual “que se doble pero que no se rompa” (aunque erosione la legitimidad del sistema político por un exceso de pragmatismo y un peso relativo menor de las ideas y doctrinas).
Por lo menos en teoría ambas cosas son muy necesarias. Por un lado, resulta fundamental contar con un número importante de actores políticos con una cuota amplia de moderación y pragmatismo para asegurar la gobernabilidad y buscar acuerdos interpartidarios que fortalezcan la institucionalidad democrática y otorguen certidumbre y previsibilidad a los actores económicos, en especial en políticas públicas esenciales. Los “dadores voluntarios de gobernabilidad” de los que siempre habla Jorge Asís. Que “el peronismo siempre corre presuroso en auxilio del ganador” puede considerarse la verdad número 21 de ese movimiento. Pero se identifican segmentos “acuerdistas” en todas las fuerzas y etapas de nuestra inestable y compleja historia. Por otro lado, la conversación pública requiere una amplia dosis de tolerancia y respeto hacia las diferencias, mucha apertura mental y, al mismo tiempo, firmeza y claridad en los principios. Si todos o la mayoría de los protagonistas del sistema “piensan lo mismo” o proponen argumentos convergentes, ¿cómo van a mejorar las políticas públicas que debaten para resolver los principales problemas de los ciudadanos? Además, considerando la necesidad de la alternancia, es indispensable que existan diversidad y calidad en la oferta electoral para evitar que adquieran popularidad propuestas extrasistémicas irrespetuosas del orden institucional o con un estilo de liderazgo y narrativas estigmatizantes que vulneren la convivencia democrática.
Existen innumerables ejemplos de la dinámica de cooptación por parte del Poder Ejecutivo nacional (lo mismo ocurre en provincias y municipios). Solo en las últimas cuatro décadas, Alfonsín atrajo a socialistas como Simón Lázara, peronistas como Carlos Alderete (que fue ministro de Trabajo), centristas como Francisco Manrique y partidos de derecha con vínculos con el Proceso como el Movimiento Popular Jujeño de María Cristina Guzmán. Menem hizo lo propio con la Ucedé de la familia Alsogaray, el desarrollismo, parte del Partido Intransigente, la democracia cristiana y hasta excarapintadas. Y hubiese cooptado parte del radicalismo si Alfonsín no hubiera firmado el Pacto de Olivos. Hasta Fernando de la Rúa fue capaz de acordar con Domingo Cavallo, tercero en las elecciones de 1999. Néstor Kirchner sedujo a casi todo el Frepaso primero y a buena parte de la UCR después, con la “transversalidad” y la “concertación plural”, además de un gran número de agrupaciones de izquierda (autopercibidas como el “campo popular” a pesar de su mínimo peso electoral). Algunos se refieren ahora de manera despectiva a los “radicales M” como antes se hablaba de los “radicales K”. Pero el fenómeno es recurrente y generalizado.
CFK lo sufre en carne propia. Gobernadores peronistas norteños mantienen vínculos fluidos con la Casa Rosada y, en casos como el del tucumano Osvaldo Jaldo, son aliados estratégicos de creciente influencia. Peor aún, algunos peronistas tradicionales con credenciales firmes, como Sergio Berni, José Mayans o Guillermo Moreno, no ocultan su simpatía por Victoria Villarruel. Hasta intendentes del conurbano bonaerense miran con cariño la posibilidad de puentear a Axel Kicillof y obtener algunos recursos para obra pública.
Seguramente,paralaselecciones de 2025 el sistema habrá aprendido las lecciones de 2005, 2011 o 2017: la fragmentación favorece a las fuerzas que detentan el poder. Es de esperar, entonces, que la dinámica electoral contribuya a acotar la actual atomización. Sin embargo, el sistema político en su conjunto necesita reformas de fondo y esfuerzos sistemáticos para asegurar el orden democrático y la alternancia. Roto el imperfecto “orden” del reciente bicoalicionismo, que había reemplazado al bipartidismo tradicional, debe surgir algo nuevo, diferente, resiliente y con reglas que brinden estabilidad.
Roto el imperfecto “orden” del reciente bicoalicionismo, que había reemplazado al bipartidismo tradicional, debe surgir algo nuevo, diferente, resiliente y con reglas que brinden estabilidad

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