sábado, 8 de junio de 2024

DÍA D...


A 80 años del día que cambió la historia
Los líderes de las potencias que participaron del desembarco en Normandía homenajearon a los caídos y llamaron a redoblar el apoyo a Kiev ante la guerra de agresión de Moscú
Luisa CorradiniDuda (Polonia), Trudeau (Canadá), Jill y Joe Biden (EE.UU.), Emmanuel y Brigitte Macron (Francia) y el príncipe Guillermo (Gran Bretaña), en la playa Omaha Ludovic MARiN/AFP
PARÍS (AP).– Líderes, veteranos y visitantes de todo el mundo rindieron ayer homenaje a la generación del Día D en conmovedoras ceremonias en las playas de Normandía, donde los aliados desembarcaron hace 80 años, preámbulo de la derrota de la Alemania de Adolf Hitler. En la celebración, los mandatarios aliados recordaron la niebla de la guerra que llega de Ucrania, que enfrenta la invasión de Rusia, y renovaron su respaldo a Kiev.
PARÍS.– Hace 80 años, al amanecer del martes 6 de junio de 1944, comenzaba la mayor operación naval de la historia: 6939 buques de guerra participaban. Después del lanzamiento nocturno de 23.000 paracaidistas detrás de las líneas alemanas, unos 136.000 soldados estadounidenses, canadienses y británicos, que habían partido del puerto inglés de Portsmouth, se lanzarían bajo un diluvio de fuego al asalto de cinco playas de las costas atlánticas de la Normandía francesa, rebautizadas para la ocasión Utah, Omaha, Sword, Juno y Gold. Las pérdidas humanas fueron enormes (10.000 muertos, heridos o desaparecidos), pero menos importantes que lo previsto por el estado mayor aliado.
Ocho décadas más tarde, en la misma playa de Omaha, la “sangrienta”, los aliados se reencontraron ayer sin Rusia, pero junto al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, para celebrar la victoria contra el nazismo, en momentos en que la guerra azota nuevamente a Europa.
Veinticinco jefes de Estado y de gobierno, así como 250 veteranos de la Segunda Guerra Mundial asistieron a las conmemoraciones. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el rey Carlos III de Inglaterra, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
En un gesto de alto simbolismo, el presidente francés, Emmanuel Macron, invitó también a los dirigentes de las entonces potencias enemigas: el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente de Italia, Sergio Mattarella.
El gran ausente de la conmemoración fue Rusia, a pesar del alto precio que pagó la Unión Soviética por la victoria final: 27 millones de muertos civiles y militares.
“Las condiciones no están dadas, teniendo en cuenta la guerra de agresión que Rusia libra contra Ucrania, y que se intensificó en las últimas semanas”, anunció el 30 de mayo la presidencia francesa.
En abril, el presidente ruso, Vladimir Putin, había sido declarado persona non grata, aunque París había afirmado que una delegación de inferior nivel sería invitada en nombre de la contribución de la URSS a la victoria contra Alemania en 1945. Después toda presencia rusa fue excluida. El jefe del Kremlin había asistido en 2004 a las celebraciones del 60º aniversario junto al presidente Jacques Chirac y a las del 70º aniversario, invitado por François Hollande a pesar de la anexión, tres meses antes de la península de Crimea por parte de Rusia.
“Esta guerra de agresión es una traición a los mensajes del Día D”, explicó Macron la víspera en la televisión, agregando que había enviado una misiva a su par ruso. Ayer, el presidente francés rindió, sin embargo, homenaje al esfuerzo de guerra soviético, que permitió tomar al III Reich en tenaza entre dos frentes.
“Seamos dignos”
Las potencias occidentales quisieron, sobre todo, dejar bien en claro su rechazo a la guerra y su apoyo a Kiev, invitando al presidente Zelensky a los actos conmemorativos.
“Frente al retorno de la guerra en nuestro continente, frente al cuestionamiento de todo aquello por lo cual lucharon (los hombres del 6 de junio de 1945), frente a aquellos que pretenden cambiar las fronteras por la fuerza o volver a escribir la historia, seamos dignos de quienes desembarcaron aquí. Vuestra presencia en este lugar, señor presidente de Ucrania, dice todo eso”, declaró Macron, dirigiéndose a Zelensky durante la ceremonia de Omaha Beach.
El presidente ucraniano debía hacer este viernes un nuevo alegato sobre las necesidades militares de su país ante Joe Biden y Emmanuel Macron.
Pero el mandatario francés no esperó esa reunión para anunciar anoche durante una entrevista televisada que París entregará aviones de combate Mirage 2000-5 a Kiev y que el entrenamiento de sus pilotos comenzará de inmediato en Francia. El número de esos aviones debía ser conocido este viernes, después de la reunión tripartita.
El presidente también anunció la formación y el equipamiento de una brigada de 4500 soldados ucranianos en Francia, precisando que “actualmente” no hay instructores militares franceses en suelo ucraniano.
“Probamos que la libertad es más fuerte que la tiranía. Probamos que los ideales de nuestras democracias son más fuertes que una combinación de ejércitos de la tiranía. Probamos la unidad sin fallas de los aliados”, declaró a su vez Biden durante la ceremonia franconorteamericana organizada por la mañana en el cementerio militar de Colleville-sur-Mer, centrando inmediatamente su atención en la guerra de Rusia contra Ucrania.
“No alejaremos la mirada de Ucrania. Si lo hacemos, Ucrania caerá bajo el yugo ruso, después toda Europa caerá a su vez. Si lo hiciéramos, sería olvidar lo que sucedió en esta playa”, advirtió.
El rey Carlos III, cuya presencia en Normandía representó su primer viaje al extranjero desde su diagnóstico de cáncer, había lanzado las celebraciones el miércoles en el puerto británico de Portsmouth, clave en la preparación del desembarco hace 80 años.
“Mientras damos gracias por todos aquellos que dieron tanto para conseguir la victoria, cuyos frutos aún disfrutamos hoy, comprometámonos a recordar, apreciar y honrar siempre a quienes sirvieron aquel día”, declaró.
Tres actos
Los actos de ayer fueron el broche final de las conmemoraciones que se iniciaron en toda la costa normanda desde comienzos de mes. Iniciada a las 15.30 en Omaha Beach, la ceremonia internacional comprendió tres actos: el primero intitulado “La Espera”, en torno a la Resistencia; el segundo fue el desembarco propiamente dicho, y el tercero fue el llamado “Camino de la Libertad”.
Macron participó anteayer en el homenaje rendido a los resistentes en la ciudad de Plumelec, así como –por primera vez en 80 años– a todos los civiles que murieron en los bombardeos aliados. El mandatario se declaró convencido de que la juventud actual cuenta con “el mismo espíritu de sacrificio de sus mayores”.
La jornada de ayer concluyó con un desfile aéreo iniciado por la Patrulla de Francia y los Red Arrows de la Royal Air Force. Siguieron varias formaciones norteamericanas, francesas, canadienses y belgas compuestas de aviones-cisterna en vuelo, acompañados de aviones cazabombarderos.
Joe Biden presidente de ee.uu. “Vivimos en una época en que la democracia corre más peligro en el mundo que en ningún otro momento desde el final de la Segunda Guerra Mundial”
Emmanuel Macron presidente de francia “Frente al retorno de la guerra a nuestro continente (...) a quien quiere correr las fronteras o reescribir la historia, debemos ser dignos de quien luchó aquí”
Carlos III rey de inglaterra “Recemos para que este sacrificio no tenga que repetirse nunca más y comprometámonos a transmitir su rotundo mensaje de valentía y resistencia”
Olaf Scholz canciller de alemania “La fecha marca el principio del fin del sistema inhumano del nacionalsocialismo”, y para el país fue “un nuevo comienzo”



Los fantasmas del Día D asoman otra vez la cabeza
Inquietud por la guerra y el extremismoRoger Cohen PLAYA OMAHA, FRANCIA Un grupo de veteranos de Normandía desfiló ayer en Arromanches-les-Bains 
Eran personas comunes. Esos jóvenes llegados de lejos que desembarcaron en las costas de Normandía el 6 de junio de 1944 bajo un diluvio de balas nazis desde los acantilados no se pensaban a sí mismos como héroes.
“No”, dice el general Darryl A. Williams, comandante general del Ejército de Estados Unidos en Europa y África. “En esa gran batalla, los soldados aliados eran jóvenes comunes que estuvieron a la altura del desafío con coraje y con una tremenda voluntad de luchar y ganar, por la libertad”.
Durante la ceremonia que se realizó esta semana en Deauville, en las costas de Normandía, frente al general Williams había 48 sobrevivientes norteamericanos de aquel día, el más joven de ellos de 98 años, y el resto, mayores de 100. Muchos de ellos en silla de ruedas, hicieron la venia con notable energía.
“En Europa se están formando nubarrones de guerra”, dijo Williams en referencia a la determinación de Occidente de defender a Ucrania de la agresión rusa. El 80º aniversario del desembarco es una celebración, pero sombría. Europa está preocupada e inquieta, y el extremismo corroe los cimientos de las democracias liberales.
Desde hace más de 27 meses, Europa tiene una guerra activa en el continente, que se ha cobrado las vidas de cientos de miles de jóvenes rusos y ucranianos. Rusia no fue invitada a las conmemoraciones, a pesar del rol crucial del Ejército Rojo en la derrota de Hitler. Hace apenas diez años, el presidente Vladimir Putin estuvo ahí. Hoy habla de guerra nuclear. Estos son tiempos de grietas y de incertidumbre.
Cada uno de eso longevos veteranos que esta semana regresaron a Normandía sabe perfectamente en qué puede derivar esa situación y lo fácil que es caminar como sonámbulos hacia una guerra.
Al momento de desembarcar, “la cosa es entre uno y el de arriba”, dice George K. Mullins, de 99 años, exsargento del 327º Regimiento de Infantería de Planeadores de la 101ª Brigada Aerotransportada, al recordar el día en que se arrastró por la playa de Utah con una carabina plegable enganchada al cinturón y dos raciones de combate de tres comidas cada una. “Uno sabe que en alguna parte hay un espíritu superior”.
El Día D no fue el final, sino el comienzo. La campaña de Normandía, que avanzó zigzagueando bajo el rayo del sol a través de los matorrales infestados de insectos que aún hoy dividen los campos, se cobró un precio terrible.
Mullins, que actualmente vive en California, recién asomó la cabeza de su trinchera dos días después de iniciado el combate, y a dos trincheras de distancia vio al soldado raso William H. Lemaster asomándose por el borde de la suya: resultó ser el último gesto de aquel joven oriundo de Virginia Occidental.
La bala de un francotirador alemán atravesó la cabeza de Lemaster y lo mató, un recuerdo tan vívido que esta semana Mullins se tomó un momento para arrodillarse ante la tumba de su amigo en el cementerio militar norteamericano en la localidad de Colleville-sur-Mer.
En ese cementerio hay 9388 tumbas, la mayoría de ellas en forma de cruces blancas y un puñado de ellas con estrellas de David, que conmemoran a los miembros judíos del servicio activo norteamericano. Hoy, que el antisemitismo vuelve a crecer en Europa, en cierto sentido esas estrellas de David parecen destacarse más entre el resto de las lápidas.
Aquí en Normandía, los miles de personas que murieron cuando los aliados aseguraron su presencia en Europa están presentes por todas partes, como sus fotografías en blanco y negro que hay pegadas en postes de madera sobre la Ruta de la 1ª División (norteamericana) que une la localidad de Collevillesur-Mer con la playa de Omaha. En la expresión juvenil de esos rostros predominan la inocencia y la esperanza. El filósofo Roland Barthes solía decir que en cada foto antigua se esconde una catástrofe…
Lucha eterna
Patrick Thomines, alcalde de Colleville-sur-Mer, se detiene frente a una escuela adornada con las banderas francesa, norteamericana y de la Unión Europea (UE), símbolo de los cimientos transatlánticos de Occidente en la posguerra. “Uno entiende que la paz nunca se logra para siempre, que asegurarla es una lucha eterna”, dice. “Deberíamos unirnos para evitar la guerra, pero están surgiendo partidos extremistas que representan todo lo contrario de lo que hoy celebramos acá”.
La celebración tiene un magnetismo extraordinario. El atroz paisaje lleno de cráteres en Pointe du Hoc, que recuerda el terreno aún poceado de la trágica Batalla de Verdún en la Primera Guerra Mundial, obliga a preguntarse una y otra vez cómo hicieron los rangers norteamericanos para escalar ese acantilado. Los visitantes acuden en masa para verlo y se siguen maravillando.
Procedentes de innumerables países, arman grupos uniformados para recrear la experiencia. Se desplazan en jeeps entre los matorrales, generando interminables embotellamientos. Se divierten, bailan y se reúnen en las playas para contemplar solemnemente la forma en que Europa se libró de Hitler.
Yuri Milavc, un esloveno que vino con 18 amigos en varios jeeps desde Liubliana, dice haber asistido ya varias veces a los actos conmemorativos del Día D en Normandía, pero agrega que tiene sentimientos encontrados. “Recuerdo cómo era Europa hasta hace no mucho”, dice Milavc. “Ahora Putin se sacó la careta y está librando una guerra imperialista en Europa”.
Esta semana, el presidente Joe Biden se reunirá en Normandía con su par ucraniano, Volodimir Zelensky, una muestra de apoyo aliado a Ucrania en momentos de fuerte presión de Rusia en el campo de batalla. El presidente francés, Emmanuel Macron, también decidió establecer un fuerte vínculo entre el 80º aniversario del Día D y la lucha por la libertad en Ucrania.
“Con su juventud audaz y valiente, nuestro país está preparado y tiene el mismo espíritu de sacrificio que nuestros antepasados”, dijo Zelensky anteayer en Bretaña.
Si hablamos de espíritu, difícil igualar Wilbur Jack Myers, de 100 años, que fue cabo de la Compañía B del 692º Batallón de Destructores de Tanques, adscripto a las 104ª y 42ª divisiones de Infantería norteamericanas. Myers estaba tan entusiasmado con volver a Normandía para este aniversario que dice sentirse “como si tuviera apenas 80”. Para demostrarlo, ha estado disfrutando de sesiones de karaoke en su casa de Hagerstown, Maryland.
Myers, uno de los 13 hijos de una familia de Maryland, fue entrenado como artillero y llegó a Cherburgo, Francia, el 23 de septiembre de 1944. Para él, fue el comienzo de una odisea que terminó con la liberación del campo de exterminio de los nazis en Dachau, cerca de Múnich, a finales de abril de 1945.
“Esos prisioneros eran piel y huesos, y era terrible saber que ya habían muerto muchos más”, dice Myers. “No me los olvido un solo día, pero guardé silencio durante 50 años porque cuando intentaba hablar de la guerra me ponía a llorar y me deba vergüenza. Finalmente, encontré la fuerza para hablar”.
A veces le tocaba revisar los cadáveres de soldados alemanes y encontraba crucifijos, y llegaba a la conclusión de que, a pesar de su fe, no podían negarse a lo que decía Hitler. Tiene una fuerte fe cristiana y dice que eso lo hace caminar recto y amar a los demás, y que gracias a eso llegó hasta el día de hoy. Cree que el odio es parte de la naturaleza humana, y que la ambición de dinero y poder provoca guerras, pero también que la fe todo lo puede.
Y de pronto, se pone reflexivo y meditabundo sobre la guerra. “Nunca maté a nadie si no era necesario, aunque cuando estábamos inmovilizados ganas no me faltaron. Por eso hoy no entiendo que Putin esté tan dispuesto a matar para apoderarse de otros países”.
Con Europa otra vez en guerra en su propio territorio, los fantasmas que carga el continente en su mochila asoman la cabeza. La UE fue creada para poner fin a la guerra y demostró ser un imán para la paz. La OTAN ha sido el garante militar de Europa. Hasta ahora, esas dos instituciones mantuvieron a raya la situación, pero hoy la raya entre el mundo y la guerra parece más delgada que en mucho tiempo.

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