sábado, 30 de abril de 2016

DROGAS PARA MORIR


El consumo aumentó 2000 veces entre 2011 y 2015; creen que los jóvenes consumirán más drogas de diseño que cocaína


Es el mercado de drogas con mayor crecimiento en la Argentina. Las sustancias sintéticas ganan espacio y las proyecciones oficiales marcan que en breve los jóvenes consumirán más drogas de diseño que cocaína. Los datos siempre fueron públicos como señal de alerta, pero ignorados por la sociedad hasta que esta especie de Cromagnon de las drogas despabiló a todos de la peor manera.


Si se toma como referencia la captura de sustancias sintéticas, se encuentra que entre 2011 y 2015 aumentó 2000 veces la cantidad incautada. También aparecieron laboratorios, algunos complejos y de alta producción, como los hallados en Ingeniero Maschwitz, en 2008, o en Mar de Ajó, en 2014. Y cayeron organizaciones con mano de obra local en toda la cadena, desde la producción hasta la venta. Eso señala que hay gran circulación de esas drogas. Y también mercado, por supuesto.


El Observatorio de Políticas Sociales en Adicciones de la Ciudad de Buenos Aires informó que entre 2011 y 2014 aumentó 300 veces el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes de nivel medio. La Sedronar también reflejó ese problema. En su encuesta realizada en 2014 el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes porteños trepó a 2,9%, por encima del 2,5 %, que reconoció inhalar cocaína. Y si se analiza la franja etaria de estudiantes mayores de 17 años la situación es peor, ya que alcanza un consumo de 5,7%. La marihuana es la droga más consumida entre adolescentes, con un nivel similar al del tabaco, pero las drogas sintéticas irrumpen como el futuro de ese mercado ilegal.


Claro que las cifras por sí mismas quizá no representen una alarma frente a una sociedad que visualiza al narcotráfico como cárteles internacionales o, con algo más de información o por obligada convivencia barrial, se enfoca en la violencia de grupos marginales, como Los Monos y otros sin nombre, que disputan a puro balazo sus territorios de venta de cocaína. Esas bandas representan el desafío actual, pero el mercado de drogas sintéticas es la amenaza más compleja que avanza.
El comercio mundial de cocaína tiene sólo tres lugares de producción: Colombia, Perú y Bolivia, y a América latina como gran puerto de exportación hacia cada continente. El distribuidor en Estados Unidos, Rusia, China o Japón depende del flujo de mercancía desde nuestra región para abastecer sus mercados locales.


Las drogas sintéticas pueden eliminar esa dependencia y maximizar las ganancias por evitarse los costos de traslado. A eso apuntan organizaciones de todos los países y se visualiza una dinámica superior en la consolidación del negocio de drogas sintéticas.
Hoy el éxtasis o la metaanfetamina son sólo denominaciones genéricas para mencionar las drogas sintéticas. En el mundo no se sabe cuántas drogas diferentes están disponibles ni sus efectos. La ONU tiene 400 sustancias a las que todavía no pudo clasificar luego de ser informadas como nuevas capturas en algún país.
La posibilidad de crecimiento de ese mercado es aún mayor si se toma en cuenta que la marihuana ya fue sintetizada y sus fuertes variantes de diseño hacen estragos entre universitarios norteamericanos. Por eso el año pasado se decidió aquí ampliar la lista de sustancias prohibidas -por reclamo de la subsecretaría de narcotráfico- y se incluyó el cannabis sintético entre los compuestos ilegales, al igual que otras 243 sustancias. En ese grupo figuran 49 nuevas drogas sintéticas, como toda la familia de Nbome, conocida en las calles como La Bomba, el GHB, las modificaciones de JWH, que ya tenían fabricación local.


Ante un mercado en expansión y de núcleo débil -sin centros coordinados y con múltiples células independientes- el desafío actual es bajar los niveles del consumo como manera más permanente de afectar a las bandas en actividad y desalentar a aventureros que se piensen protagonistas de una serie de TV.

DIVERTIMENTOS


antiguas publicidades de remedios


antiguas publicidades de remedios
antiguas publicidades de remedios
antiguas publicidades de remedios
antiguas publicidades graficas o de revistas
1928

Año de fundación: 1928
Fundador: Pedro Santiago

1928 Pedro Santiago, un puertorriqueño muy audaz en los negocios, obtiene los derechos de la marca para usarla en Sudamérica. Viaja a la Argentina, donde instala la primera fábrica en la calle Moreno 1249. 


1932 Los primeros avisos publicitarios la presentan como una bebida con propiedades medicinales. La revista Caras y Caretas sale con un cupón que certifica a Toddy con garantía de un alimento integral para el comienzo de las clases de los niños.
1934 La empresa lanza el “Concurso de Colorido Toddy“ en la revista Billiken, publicando sorteos para chicos y padres. En noviembre empieza una importante campaña en “La novela semanal”, la revista más completa para la mujer y la casa.
1938 La radio está en pleno auge. La firma anuncia su presencia en Radio Belgrano, inaugurando una estrategia multimedia: Gráfica - Radio. También comienza a pautar en Patoruzú.
1946-1947 Comienza en radio Splendid un programa llamado “La escuela humorística Toddy” con Julio Porter y Pepe Arias, donde Tato Bores debuta como el alumno Igor. 1948 Durante todo el año publicita en Billiken el slogan “El que estudia necesita Toddy”. En paralelo inicia en radio Belgrano “Familia Humorística Toddy”. 1949 Copa las radios con una nueva estrategia: el slogan “Toddy: Desayuno para toda la familia”.

1950 Auspicia “Tarzán el rey de la selva”, que se emite por radio Splendid, en paralelo mantiene sus avisos en Billiken y publica en La voz de Tarzán, “Toddy noticias para todos los niños”. 1954 El programa de Tarzán es un verdadero éxito, se forman clubes y campeonatos. Se logra una completa asociación entre Toddy y Tarzán, un superhéroe creíble que no recurre a ningún artificio para tener valentía y fuerza.
1956 La bebida se vende en botellas: practicidad con nueva fórmula del producto. El slogan, “Toddy está listo en un minuto y 30 centavos”.


1965 Cambia su posicionamiento, además de fuerza ofrece sabor.
1970 Llega la moda psicodélica y Toddy, siguiendo la tendencia, cambia su logo rojo por uno bicolor azul y rojo, le pone tapa amarilla al frasco y lanza una presentación en cartón.
1971 La firma adopta un lenguaje más coloquial. En sus avisos aparece una niña que dice “Tomá Toddy y apiolate”. Este mismo año hay otras novedades: Toddy es instantáneo, se presenta en frasco y en cuatro sabores: banana con etiqueta amarilla, vainilla con etiqueta azul, frutilla con etiqueta rosa y coco con etiqueta blanca.
1980 Lanza para sus cajas dos tamaños distintos. La figura del personaje es más grande y delgada, tal como imponen las nuevas tendencias de la época.
1988 Corporación General de Alimentos compra Toddy. 1991 Después de un período de silencio, se relanza la marca. 1992 Nuevo packaging, consistente en un pote plástico de color marrón, con dos personajes por presentación.



LECTURA RECOMENDADA; ALFREDO ALCÓN




Mario Gallina recupera la presencia viva de Alfredo Alcón, al indagar en críticas, crónicas, programas teatrales de mano, películas y entrevistas -preexistentes e inéditas- que le permitieron dar prioridad al pensamiento y a la palabra del inolvidable intérprete argentino. Un acercamiento variopinto al artista y al hombre.
Gallina cuenta con amenidad y rigor cómo y por qué la figura de Alcón cobró singular dimensión en el teatro (“Recordando con ira”, “Israfel”, “Las brujas de Salem”, “Hamlet”, “La muerte de un viajante”) y en el cine (“Un guapo del 900”, “Martín Fierro”, “Boquitas pintadas”, “Nazareno Cruz y el lobo”), sin olvidar su paso por la radio, la televisión y los discos.
Con prólogo del Dr. Jorge Dubatti; texto de contratapa de Javier Daulte y un riquísimo material fotográfico, el lector recorrerá el apasionante periplo artístico de uno de los más grandes actores de habla hispana.
Mario Gallina
Historiador e investigador de cine y teatro argentinos. Cursó estudios secundarios en Miramar, su ciudad natal, donde sigue residiendo. Egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático de Mar del Plata, establecimiento en el que, más tarde, cumplió funciones como profesor.
Autor de “Carlos Hugo Christensen, historia de una pasión cinematográfica” (1998); “De Gardel a Norma Aleandro. Diccionario sobre figuras del cine argentino en el exterior” (2000); “Osvaldo Miranda. El comediante” (2001); “Querida Lolita. Retrato de Lolita Torres” (2006); “Virginia Luque. La estrella de Buenos Aires” (2013); “Estoy hecho de cine. Conversaciones de José Martínez Suárez con Mario Gallina” (2013). Coautor de “Nuestras Actrices, Primer Acto” (1998); “Nuestros Actores I” (1999); “Hugo del Carril: el compromiso y la acción” (2007); “Los cines de América Latina y el Caribe. Parte 1 -1890-1969-” (Cuba; 2014).
Se desempeñó como jurado en importantes festivales internacionales de cine y ha colaborado en diversas publicaciones del país y del exterior.
Obtuvo los premios Teatro del Mundo (Universidad de Buenos Aires); Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires; Premio Florencio Sánchez (Casa del Teatro); Faja de Honor de la SADE, entre otros.

viernes, 29 de abril de 2016

MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES; ARTE MEXICANO


Desde el próximo martes, el Museo te invita a disfrutar de la muestra de los grandes maestros mexicanos. Se trata de una exposición que se despliega en dos grandes núcleos:
""Elevado". José Clemente Orozco."
"La exposición pendiente" incluye obras que formaron parte de "Orozco, Rivera y Siqueiros. Pintura mexicana", una muestra que debió inaugurarse en Chile el 13 de septiembre de 1973, y fue cancelada dos días antes de su apertura, por el golpe militar.

"La conexión Sur" registra la trama de intercambios entre los tres maestros mexicanos con el medio y los artistas argentinos. Incluye pinturas, dibujos, esculturas, grabados, bocetos y documentación de acciones realizados por Berni, Alonso, Spilimbergo, Castagnino, entre otros.
La muestra se inaugura el 3 de mayo a las 19h. Puede visitarse desde el miércoles 4, en el horario habitual del Museo, con entrada libre y gratuita

¿ Y VOS PAGÁS POR ESO?.... LO LLAMAN SADO MASOCA


"De aquí no se sale: sólo los muertos lo consiguen." Con 16 años, René se siente enterrada en vida. Es una adolescente problemática de 1938 y, en plena intolerancia con el diferente, la asistencia social apenas concibe una salida para las chicas como ella: encerrarla en un neuropsiquiátrico y tirar la llave.

 Así empieza The Town of Light, el sensacional videojuego que se presenta como "un thriller psicológico en primera persona, inspirado en hechos y lugares reales" y que expresa el terror máximo de cualquier persona en sus cabales: si es cierto que una de las peores cosas de la locura es el aislamiento, porque aquel que la padece no puede hablar de ella, ¿existe pesadilla mayor para el cuerdo que ser confundido con un loco? El videojuego acaba de salir para PC doblado al español y fue producido por LKA, un estudio italiano que otorga una nueva dimensión a un fenómeno de época: el deep game, o juego profundo, donde el razonamiento cerebral y la exploración del subconsciente dan un sentido metafísico a las palabras que ponen punto final a cualquier aventura, game over.


Hay muchísima más oscuridad que luz en The Town of Light, pero aun así vale la pena sumergirse en el color pálido-manicomio de las paredes acolchadas y de las camas con correas para sujetar a los pacientes. El jueguito es una cosa seria. De un realismo asfixiante, está inspirado en el Ospedale Psichiatrico di Volterra, un elefante blanco para enfermos mentales que funcionaba en las colinas bucólicas de la Toscana italiana y que era célebre por sus métodos brutales: lobotomías, tratamientos de electroshock, castigos físicos y confinamientos solitarios, en veinticinco pabellones terroríficos donde la cruenta psiquiatría del siglo XX ensayó sus técnicas más inhumanas. Los manicomi italianos cerraron en 1978, pero el edificio abandonado del Volterra todavía se mantiene como un testigo ciego, sordo y mudo de los seis mil pacientes que allí fueron torturados.
En el juego, una René ya madura regresa al lugar de sus pesadillas; ella no existió en la vida real, pero fue creada a imagen y semejanza de tantas otras que vieron su inocencia interrumpida mientras estuvieron internadas. "La construimos con credibilidad", dijo sobre su criatura Luca Dalcò, el director de The Town of Light, una parábola sobre la deshumanización, la soledad y el abuso de los enfermos mentales.

La creatividad hoy se expresa en plataformas digitales y el deep game propone la experiencia revulsiva que antes ofrecían la novela o el cine. Pero además, aquí se inaugura un género: el videojuego documental, que con la precisión fáctica y el atractivo visual del Discovery Channel, deja ver la historia a través de los ojos del protagonista.

En el momento en que podés empezar a contar lo que te pasa empieza la cura: un lema del tratamiento psiquiátrico moderno insiste en la importancia de hablar como catarsis terapéutica. A los pacientes del Volterra les tapaban la boca con trapos húmedos y los dejaban atados a sus camas durante días enteros. Y si en la Toscana real la mole perdura como un testimonio de la época en que la enfermedad mental era entendida como una amenaza social que debía ser aislada, en el juego se me deja ser loco por un rato, aterrorizado ante la crueldad de un psiquiatra sádico pero seguro en mi campana de cristal: no necesito que me den el alta para salir de este manicomio. ¿Me quieren volver loco? Cuando apago la computadora, en mi cabeza resuenan las voces ahogadas del Volterra que me dicen que soy Napoleón y yo, muy seguro de que estoy cuerdo, les pido a mis criados que me vistan rápido porque hoy voy apurado.

LA CURIOSIDAD DE MANGEL



Alberto Manguel cuenta en el espléndido Una historia natural de la curiosidad, el libro que presentó ayer en Buenos Aires, un viaje de infancia que le hizo comprender que su destino irremediable sería, como el de los hombres de ciencia, los filósofos y los niños, explorar aquello que es ignorado y preguntarse fatalmente por qué.


Tenía unos ocho o nueve años, vivía en el barrio de Belgrano y cierta tarde quiso desviarse del camino que, bajo una arboleda frondosa, lo conducía diariamente de la escuela a su casa, un trayecto no muy largo en el que reconocía las señas de esa cartografía tan familiar y que tanto lo tranquilizaba: el almacén, la librería, el caramelero, una puerta siempre entreabierta por cuya hendija solía ver en el fondo de un patio el maniquí de un sastre. Esa tarde eligió seguir un atajo desconocido, quizá contagiado por la fascinación que le habían producido los relatos de Sherlock Holmes que tan tempranamente leyó, o tan solo impulsado por el hechizo que provocan en los niños la aventura y el misterio. Después de unos cuantos minutos en los que deambuló por esas calles para él extrañas con jubilosa turbación y asombro de forastero, quiso regresar, pero no pudo hacerlo. Aún se siente conmovido cuando evoca el sentimiento de placer y zozobra que hace más de cincuenta años suscitó en él la idea de aventurarse en un mundo diferente del que le ofrecían los libros de su biblioteca. Cada volumen encerraba un destino incierto y por eso apasionante. "Tal vez fue en ese momento -escribe hoy el lector de Borges- cuando, por primera vez, concebí el futuro como un lugar que albergaba los finales de todas las historias posibles." Debieron transcurrir unos cuantos minutos hasta que aquel niño perdido encontró la salida de ese encantado laberinto. "Cuando finalmente vi mi casa -concluye Manguel- lo sentí como una decepción."
Leía una de estas tardes esa obra deslumbrante, que una y otra vez vuelve a la Divina comedia de Dante, cuando llegaron a mis manos unos ejemplares muy breves de la colección de El maestro ignorante. Son cinco o seis volúmenes que reproducen una serie de conferencias y ensayos acerca de temas de índole muy diversa. Algunos de esos libros comparten un prólogo que cuenta sucintamente el origen de esa expresión con raíces en la pedagogía y la filosofía. En 1987 se apropió de esa idea, que parece encerrar una contradicción, el pensador Jacques Rancière, quien retomó la experiencia de Joseph Jacotot, un pedagogo y revolucionario francés que a comienzos del siglo XIX pregonó la igualdad de las inteligencias. En el corazón de ese credo reside una idea verdaderamente provocadora: para el maestro ignorante, la experiencia de no comprender es esencial, entre otras razones porque ese aparente desconocimiento conduce al territorio siempre fértil de los enigmas y a la formulación de nuevas preguntas. El maestro ignorante se dirige siempre al niño (y al niño que llevamos dentro pese al paso inevitable de los años) que todo lo interroga movido por la curiosidad. La primera línea de ese texto recuerda que le debemos a Montaigne esta idea: enseñarle a un niño no es llenar un vacío, sino encender un fuego.


El mundo suele estar hecho, también, de luminosos azares. En Una historia natural de la curiosidad,Manguel dice del gran filósofo del Renacimiento y creador de los célebres Ensayos que es una de sus grandes amistades literarias. Entre las razones de esa camaradería están la franqueza con la que Montaigne manifiesta su ignorancia y su inexpugnable sentido de la interrogación. Ambos están unidos, además, por el gusto por los libros. El autor de Una historia de la lectura cuenta que su amigo del siglo XVI, toda vez que se veía frente a su vasta biblioteca, se comparaba a sí mismo con una abeja: tomaba las mejores ideas de los distintos autores que la poblablan con el mismo propósito con que ese insecto extrae el polen para elaborar su propia miel.
Manguel, que como el maestro ignorante sabe de sobra que la curiosidad y la interrogación nacen en la infancia, advierte que raramente esos dos estados de la mente y el espíritu proporcionan respuestas absolutas. "Descubrimos muy pronto -escribe- que la curiosidad pocas veces es recompensada con respuestas significativas y satisfactorias, sino más bien con un deseo cada vez mayor de formular nuevas preguntas, y con el placer de dialogar con otros. Como todos los inquisidores saben, las afirmaciones tienden a aislar; las preguntas unen."

V. H. G.

PERONISMO INCLASIFICABLE


El lugar común dice que el peronismo es imposible de explicar a un extranjero. Cada argentino tiene una idea de qué es, incluso aunque para cada uno tenga un sabor diferente, resuene de manera particular o se relacione bien o mal con algún momento de su vida.
Esa imposibilidad radical (con perdón), la de las sensaciones únicas y las experiencias personales, en cierto modo intransferibles, es asumida por el periodista y licenciado en Letras Santiago Farrell, quien ya desde el título de su reciente libro, Peronismo. Cómo explicar lo inexplicable (Ariel), busca hacer de defecto virtud.



Su tarea fue encargar a una docena de pensadores e investigadores cercanos a la ciencia política, en su mayoría extranjeros (muchos europeos, algunos sudamericanos), una semblanza entre teórica y autobiográfica sobre ¿el partido, el movimiento, la religión? que signó por presencia o ausencia los últimos setenta años de Argentina, lo que equivale a decir más de una tercera parte de la existencia misma de la Nación.



"Cuando era corresponsal en Brasil, un colega me preguntó cómo es esto del peronismo, hoy acá, mañana allá, de derecha e izquierda; Lula y Duhalde que presentaban a Kirchner como el futuro presidente y al rato Duhalde y Kirchner estaban a los puñales... Yo le di mi punto de vista, porque, como todo argentino, tengo una idea de lo que es. Y él me respondió: 'Sos el octavo argentino al que le pregunto, todos me dijeron cosas distintas'", cuenta Farrell. Pero el asunto le quedó rebotando al compilador de este volumen que buscó, dice, menos un registro académico que uno intimista y vivencial: cómo es tener que hablar del peronismo afuera del país, como argentino o como extranjero especializado en esta "esquina ilógica del mundo", tal como la define en el libro el danés Harritshøj, corresponsal para medios nórdicos en Buenos Aires desde 1999 y que, dicho sea de paso, también introduce aspectos sentimentales: "No puedo evitar odiar y amar al peronismo al mismo tiempo", escribe. El corazón que nubla la razón o viceversa.
El conjunto es inevitablemente desparejo, pero sirve para recorrer buena parte de los prejuicios, citados o encarnados por los autores, a la vez que los hechos que hacen que el peronismo sea una singularidad, como señala uno de ellos (el español Manuel Monereo) o un "Objeto Político No Identificado" (el propio Monereo y la dupla Rafael Bielsa-Federico Mirré).
Fuera de las fronteras

¿Qué transforma al peronismo en eso? Algunos apuntes para la continuidad de la reflexión incluyen una mirada fuera de las fronteras argentinas para tomar en cuenta, por ejemplo, lo que lo diferencia de los fascismos europeos, de los que Perón se nutrió en su etapa formativa militar pero cuya receta no siguió al pie. O lo que lo distancia de los gobiernos latinoamericanos con los que estuvo emparentado, como el de Getúlio Vargas en Brasil o el PRI mexicano, cuyos setenta años de influencia se dieron con la continuidad en el gobierno, sin exilio del líder (ni, acaso, existencia de uno al que adorar), ni resistencia ni regreso apoteótico. O incluso sus vínculos con movimientos sociales en algún sentido equiparables, como los que se dieron en Bolivia, Perú o Chile de manera más o menos contemporánea.



Farrell completa el combo con la caracterización del peronismo como "un populismo, sin sentido despectivo, a la manera de Ernesto Laclau: un movimiento fuerte en torno a un líder, con alas diferentes y hasta enfrentadas, con la idea de ocupar el Estado y desarrollar desde ahí políticas públicas. Incluso los cambios del peronismo son cambios epocales. Cuando Menem aplicó el neoliberalismo también se aplicó en todo el continente; lo mismo con Kirchner y su revisión de la década del noventa, que fue continental".

Pero el elemento clave, que excede la ciencia política y las definiciones más o menos de manual y se interna en los meandros de la cultura, tiene que ver con la identidad: los argentinos suelen "sentirse peronistas" (o rechazarlo de manera visceral) y eso tiene rasgos de fe, lejos de la racionalidad y la experiencia, lo que, en cierto sentido, vuelve el peronismo inmune a los hechos. "Los argentinos que se exiliaron en México perseguidos por peronistas de la Triple A, ¿cómo pueden seguir creyendo en el peronismo? Pues por un acto de fe; por eso pudo atravesar 18 años de exilio y toda brutalidad interna", dice Farrell. En esa línea, el historiador norteamericano Joel Horowitz titula "Un fenómeno cultural más que una ideología" su aporte al libro, en el que incluso sugiere que explorar el asunto es útil para entender la escena política actual en los Estados Unidos.



Más o menos en el mismo sentido, el periodista y escritor chileno Carlos Tromben remarca en su texto lo que podrían ser las "esencias" (con los reparos del caso) de los dos países: "A nosotros nos gusta saber qué es la derecha, qué es el centro, qué es la izquierda [...]. Nos gusta tenerlo clarito, tener el límite. Somos apolíneos. Pero los argentinos son dionisíacos. Todo es líquido [...]. Los significados también se van vaciando de un envase a otro sin perder coherencia. Nos cuesta entender a los argentinos, punto. Y nos fascinan por lo mismo". Por el mismo sendero transita el aporte del francés Jean-Jacques Kourliandsky -doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Bourdeaux III-, quien habla de Perón "como enigmático y perturbador para un espíritu cartesiano [...], es cosa de magia, puede anular las leyes del mundo físico".



Aunque existen también terrenales razones políticas. Como escriben Sergio Bufano y Lucrecia Teixidó, "los partidos políticos argentinos que actúan fuera del universo peronista han aceptado una distribución de responsabilidades, una suerte de reparto de tareas que llevó a que el peronismo continuara identificándose con la justicia social y ellos con la defensa de la República".

Farrell -que recuerda como hitos personales el día en que se hizo peronista y el día en que dejó de serlo- agrega una última confesión, en función de la actualidad del peronismo, tras la década en su versión de centroizquierda llamada kirchnerismo y una actualidad en la oposición: "El peronismo debe dejar de ser un movimiento y transformarse en dos o tres partidos, cada uno con su línea, para que no se mezclen más algunas intenciones de izquierda con las represiones de derecha en las provincias, por ejemplo, a los pueblos originarios", concluye.

TECNOLOGÍA....UN VIVALDI QUE NO ES MÚSICO


Se basa en el mismo código fuente de Chrome y, pese a que el mercado está saturado de browsers, tiene virtudes atractivas para los usuarios que trabajan con la Web
Contra todo posible pronóstico, tenemos un nuevo navegador Web en el barrio. No, no te caíste por una fractura temporal y aterrizaste en 1998. Ni en 2008. Estamos en 2016, es abril, y el Chrome se quedó con la parte del león (casi 70% de participación de mercado), con Firefox, mi favorito, bien atrás (18%), y el Internet Explorer, alguna vez el rey y hoy discontinuado, casi último (6%). Estas estadísticas están sujetas a un número de variaciones, observaciones y problemas, pero indican, grosso modo, el mapa de situación de los browsers. ¿Y quién está último? Opera, por supuesto, con poco más del 1% del mercado.
Pues bien, el cofundador y ex director ejecutivo de Opera, el islandés Jon Stephenson von Tetzchner, acaba de lanzar Vivaldi, que llamó la atención más que nada porque si hay algo que no hace falta en este momento es otro navegador. Pero lo mismo se dijo de Chrome, y ahí lo tienen, liderando la manada. Hay una diferencia crucial, sin embargo. De la misma forma que en los '90 el Internet Explorer creció sin parar porque venía (y viene) instalado con Windows, el Chrome medró de la mano de la dominación que Google ejerce sobre la Web y sobre los móviles, con Android. Es un milagro que la Fundación Mozilla todavía mantenga cerca del 20% de participación. En realidad, no es un milagro. Firefox es, según mi experiencia diaria, un mejor browser en casi todos los aspectos.
La página de inicio de Vivaldi; arriba a la izquierda, varias pestañas agrupadas.
Vivaldi se basa en Chromium, el código fuente que también está detrás de Chrome, y se encuentra disponible para Windows, Mac y Linux en 32 y 64 bits. Bajo Linux, no es capaz de reproducir Netflix, lo mismo que ocurre con Chromium y Firefox; es menester seguir usando Chrome, en ese caso. Dicho esto, no parece que haya muchos argumentos para apostar por el nuevo navegador. Pero Vivaldi viene con una serie de características muy interesantes para los usuarios intensivos de la Web. Es decir, la mayoría de nosotros.
De memoria
Pero primero, las malas noticias. Los navegadores no son lo que solían ser. Porque la Web no es lo que solía ser. Un browser ya no funciona como otra aplicación de Escritorio. Ahora se parece más a un sistema operativo; no lo es, estrictamente hablando, y no debe confundírselo con proyectos como Chromium OS o Firefox OS, que usan además un núcleo de Linux. Pero un navegador acumula en la actualidad capacidades que lo colocan cerca de dicha categoría. Por eso, no sólo podemos ver texto e imágenes, como al principio, sino también ejecutar aplicaciones en la Nube (como las redes sociales y el correo Web, entre muchas otras). Así, y por mucha optimización que los muchachos le incorporen, un browser en ralentí devora casi 100 megabytes de RAM. En cuanto empezamos a abrir páginas en pestañas, esa cifra escala a 300, 500, 800 o más MB.
Medir el consumo de memoria de un programa es un asunto espinoso, pero, de forma sistemática, Vivaldi consumió más memoria que Chrome y Firefox (en todos los casos, sin temas ni extensiones), aunque no por mucho. Con todo, hay que decir que este ránking varía con cada nueva versión de los navegadores y a estas alturas, salvo que alguien haga un descubrimiento revolucionario, los browsers seguirán siendo los principales consumidores de RAM, al menos entre las aplicaciones convencionales. Lo vengo diciendo desde hace más de 2 décadas: si vas a comprar una PC, una notebook, una ultrabook, un smartphone o una tablet, lo primero que tenés que mirar es que tenga una cantidad generosa de memoria. En el caso de un smartphone, no menos de 2 GB. En una PC, no menos de 8. En una notebook, no menos de 6. Parece mucho. Pero me lo vas a agradecer.
Fuera del consumo de memoria, Vivaldi tuvo también problemas para recuperar descargas fallidas, cosa que Firefox no sólo hace sin fisuras, sino que puede retomarlas incluso cuando se cuelga todo y se cierra el browser. Cierto, el browser no debería colgarse; en otro universo, tal vez.
Entorno de trabajo
Dejando de lado estos (pocos) inconvenientes y el hecho de que no hubo tiempo todavía de juzgar su robustez, Vivaldi tiene características pensadas para el que trabaja dentro del browser la mayor parte del día. La primera, y posiblemente la más importante, es que permite agrupar pestañas. Firefox supo ofrecer eso, pero lo discontinuó. Ahora lo hace por medio de una extensión, lo mismo que Chrome. Pero acumular extensiones aumenta el consumo de recursos del navegador y nos expone a fallas de seguridad potenciales; no lo recomiendo. Vivaldi, en cambio, permite agrupar las pestañas similares (es decir, las que se originan en el mismo dominio de forma nativa. Para los que solemos tener de 30 a 50 pestañas abiertas (¿me estoy quedando corto?) es una bendición.
El procedimiento para agrupar pestañas es así: hay que elegir cualquier página de un grupo con el mismo dominio, hacer clic sobre la pestaña y elegir Apilar grupo de pestañas similares. Colocando el cursor sobre el título de la pestaña se desplegarán en un mosaico todas las páginas de ese grupo, y con un clic elegiremos a cuál acceder. De forma predeterminada, con un clic sobre el grupo se abre la última que accedimos. En la versión que estuve probando, sin embargo, no siempre se veían todas las miniaturas; las de Twitter y WhatsApp, por ejemplo, quedaban en blanco. Otra cosa: para que el agrupamiento por dominio funcione las páginas tienen que haber empezado a cargar (lógico), cosa que lleva, a veces, varios segundos, si de pronto se te fue la mano y abriste 20 links uno detrás del otro.
OK, ¿qué pasa si necesitás agrupar pestañas que no pertenecen al mismo dominio? No hay problema. Es menester apretar Ctrl y darle clic a todas las pestañas que vayamos a agrupar. Luego, en el menú de las pestañas -que se despliega con el botón secundario del mouse-, elegir Nueva pestaña apilada con selección. Dato: si hacés Mayúsculas+clic en la primera pestaña abierta (la que está a la izquierda) y luego otra vez Mayúsculas+clic en la última de la derecha, quedarán seleccionadas también todas las intermedias. Y lo mismo viceversa.
Los atajos de teclado usuales en Firefox y Chrome son también estándar aquí: Ctrl+T para una nueva pestaña; Ctrl+W para cerrar la pestaña actual; Mayúsculas+Crtl+T para volver a abrir las últimas pestañas cerradas. Eventualmente, todos esos atajos pueden editarse desde la configuración de Vivaldi. Los que tienen cierres ajustados y el reloj parece siempre ir más rápido que lo que debería, agradecerán esta característica. El teclado es como 5 veces más rápido que el ratón. De nuevo, la edición de atajos en Firefox y Chrome requiere extensiones.
En Vivaldi hay un énfasis muy fuerte (y efectivo) en la distribución de elementos. Con más éxito que los otros navegadores, consigue convertir esa superpoblada ventana en un entorno de trabajo limpio y claro. Se pueden añadir notas mediante el ícono correspondiente en la barra de la izquierda, las páginas cerradas se despliegan al hacer clic en el tachito de basura (arriba a la derecha), y los demás elementos importantes, desde la configuración hasta los marcadores, se encuentran en lugares visibles, pero sin confundir ni molestar. No es que los otros browsers sean malos en esto, pero Vivaldi lo hace mucho mejor. En este sentido, el nombre que le eligieron, supuestamente porque es fácil de reconocer y recordar en todas partes, aparece bastante fuera de lugar. Si hay algo que no tiene Vivaldi, el browser, es un aspecto barroco.
En total, se siente de verdad muy raro volver a reseñar un navegador, pero Vivaldi me encantó, y sus pequeñas fallas son fáciles de subsanar. A fin de cuentas va por la versión 1.0. Es cierto que tiene pocas posibilidades de prosperar, porque le toca lidiar con gigantes, pero le deseo la mejor de las suertes. Y le pongo una ficha.

A. T. 

EN EL "ESPACIO MENTE ABIERTA"; ECONOMÍA

El Ciclo de los Commodities: Espejismos y Dilemas


[1] Las perspectivas de crecimiento a corto plazo en Latinoamérica y el Caribe (LAC) se han bifurcado (Figura 1). Si bien se espera que la mitad norte de la región—México, Centroamérica y el Caribe (MCC)—crezca en 2016 a un ritmo razonable, aunque poco inspirador de 2.5 por ciento, se espera que Sudamérica (SA) se contraiga en más de un 2 por ciento, como consecuencia de fuertes recesiones en Brasil (-3.5 por ciento) y Venezuela (-8.3 por ciento). Esta desaceleración ocurre al término de un prolongado auge de precios de los commodities, el cual generó una gran ganancia de términos de intercambio y elevó el crecimiento de SA durante 2003-2011 a un promedio de alrededor de 5.5 por ciento.



Dado que los precios bajos de los commodities y la desaceleración de China no son hechos meramente transitorios, los países de LAC que son exportadores netos de commodities (la mayoría de los cuales están ubicados en SA) se encuentran en medio de una difícil y prolongada transición a un nuevo equilibrio. En el proceso, el margen de maniobra se ha reducido drásticamente para los policy makers, quienes se encuentran atrapados en un dilema entre lo que les gustaría hacer (políticas expansivas para estimular el crecimiento y el empleo en el corto plazo) y lo que se ven obligados a hacer (políticas de ajuste para conservar la viabilidad macroeconómica y adecuar juiciosamente la demanda interna a niveles compatibles con la caída en el ingreso provocada por el deterioro de los términos de intercambio). Este dilema se manifiesta en al menos cuatro dimensiones cruciales de política: monetaria, fiscal, externa y social.
Aunque las adversidades que actualmente enfrentan los países de América del Sur son de naturaleza distinta a la de los sudden stops de los años 90, comparten una característica común con las grandes fluctuaciones macroeconómicas del pasado— el fin de un auge insostenible de demanda interna—y una causa común—la baja tasa de ahorro. Surge por lo tanto la pregunta de cuales fueron en esta última ocasión los mecanismos y dinámicas que llevaron a América del Sur a su situación de estrés actual, de forma a extraer lecciones para el futuro.
Como punto de partida, hay que enfatizar que los países de América del Sur están expuestos de forma única a la turbulencia de los precios de commodities, incluso más que los países exportadores de materias primas y de ingresos medios en África (Figura 2). Si bien esto puede ser un hecho ampliamente conocido, su abrumador efecto ha sido quizá insuficientemente valorado.



Las fluctuaciones en una serie clave de indicadores macroeconómicos para América del Sur (crecimiento, inversión, cuenta corriente, tipo de cambio real, posición neta de activos externos, rendimientos del mercado de valores) han seguido a la trayectoria de los términos de intercambio de una manera increíblemente cercana (Figura 3).





Además, excepto en Chile (y Colombia en menor medida), el crecimiento de la demanda agregada interna ha respondido más elásticamente a los términos de intercambio que el crecimiento del PIB, una clara indicación de que los efectos por vía del gasto (la demanda) fueron mucho más intensos que por vía de la producción (la oferta) (Figura 4).
Cuando se intenta rastrear los factores subyacentes a esta expansión extraordinaria de la demanda, dos temas inter-relacionados emergen, uno relativo al origen de los choques y el otro a la fuerza con la que estos se transmiten a la economía. Al origen de los choques se encuentran dos windfalls (ganancias inesperadas) provenientes de cambios en precios relativos. Por una parte, un windfall generado por el aumento de los términos de intercambio, por el otro un windfall generado por la apreciación del tipo de cambio real (Tabla 1). Ambos elevaron el poder adquisitivo aún si el volumen de producción se hubiese mantenido constante en términos reales. En efecto, un aumento en los términos de intercambio permite comprar más importaciones con la misma cantidad de exportaciones; una apreciación del tipo de cambio real permite comprar más bienes transables con la misma cantidad de bienes no transables.



Sin embargo, una vez que la capacidad de producción de bienes no-transables se utiliza plenamente, el aumento de la demanda interna inducido por el aumento del poder adquisitivo presiona al alza los precios de los bienes no-transables, recalentando la economía y ensanchando el déficit en la cuenta corriente externa.







La comparación de las trayectorias a lo largo del ciclo de commodities del windfall de términos de intercambio y del exceso de demanda (medido como el incremento de demanda por encima del PIB) muestra dinámicas muy distintas entre los países de América del Sur (Figura 5). En Argentina, Brasil y Uruguay, la demanda agregada rebaso ampliamente el windfall de términos de intercambio durante la mayor parte del ciclo. En cambio, en Chile, Colombia y Perú se mantuvo generalmente por debajo, al menos hasta 2012. La pregunta obvia es ¿por qué?Una de las contribuciones de De la Torre, Ize y Filippini (2016) es justamente el ofrecer una metodología contable para calcular estos windfalls. El tamaño del windfall generado por los términos de intercambio depende, obviamente, del grado de apertura comercial. La magnitud del windfall del tipo de cambio real depende del déficit comercial y de la distribución del ingreso. En efecto, en caso de que dicho déficit sea cero, las ganancias para los consumidores derivadas del abaratamiento de las importaciones se compensarían con las pérdidas para los productores de bienes transables (exportables e importables). Sin embargo, aún en ese caso, la distribución importa. En una economía en donde los ingresos de las exportaciones fluyen hacia no residentes, hacia el estado o hacia capitalistas de ingresos elevados (con bajas propensiones al consumo), se esperaría que una apreciación cambiaria afecte menos al consumo, comparado con el caso en que el windfall cambiario fluya hacia una población dominada por agentes económicos con alta propensión al consumir. Por esta razón, De la Torre, Ize y Filippini (2016) usan una medida más amplia de este windfall que toma en cuenta el total de importaciones, no solo el deficit comercial.
La respuesta requiere la identificación de mecanismos de transmisión que amplifican (o amortiguan) los efectos que sobre la demanda interna tiene el windfall de términos de intercambio. La tasa de ahorro domestico surge como el principal sospechoso. Dicha tasa explica casi toda la variación entre países de la demanda agregada durante el ciclo de los commodities en su conjunto. La razón es simple: un mayor ahorro, ya sea al margen (la propensión marginal a ahorrar los ingresos extraordinarios durante el boom) o en promedio (el ahorro determinado por hábitos culturales o factores estructurales) permite neutralizar automáticamente el efecto de gasto inducido por el windfall. De hecho, los países de bajo ahorro tendieron a amplificar más los efectos de la bonanza de commodities sobre la demanda interna.
Pero el impacto multiplicador del ahorro también dependió de la forma en que la propensión al ahorro interactúo con otros factores específicos a cada país (Tabla 2). Se detectan algunos patrones fascinantes. En particular, debido a que la propensión marginal del sector privado a consumir los windfalls cambiarios parece haber sido muy alta, los países de baja inflación y con tipos de cambio mas amarrados al dólar (Bolivia, Ecuador, Perú) ahorraron usualmente más que los países con regímenes más flexibles (Brasil, Chile, Uruguay) o de mas alta inflación (Argentina), que experimentaron grandes windfalls por vía del tipo de cambio real.
Otro factor amplificador o amortiguador fue la asignación de los windfalls entre sector público vs. sector privado, y entre residentes vs. no residentes (Tabla 1). En efecto, el informe encuentra que las economías más abiertas al comercio internacional (Chile, Perú) o más receptoras de inversión directa extranjera (Colombia, Perú) lograron desviar hacia al extranjero (hacia los no residentes), una porción mayor de sus windfalls por vía de importaciones y/o pagos a factores.
En cambio, en países menos abiertos y con una inversión extranjera directa más limitada (Argentina y Brasil) las ganancias extraordinarias quedaron embotelladas en mayor proporción en la economía doméstica. Así mismo, los países en que los gobiernos capturaron una mayor proporción de los windfalls también parecen en general haber podido ahorrar más de los mismos para dirigirlos hacia la inversión pública. Algunos gobiernos, como el de Perú, contribuyeron a estabilizar la demanda agregada durante el ciclo al capturar (pero no gastar) estos ingresos de forma pro-cíclica. Sin embargo, en otros países, como en Ecuador, la expansión pro-cíclica del gasto total de gobierno fue también enorme, lo cual podría haber mas que neutralizado los efectos amortiguadores del ahorro público. Se detecta además una correlación negativa preocupante entre el ahorro nacional y el tamaño del estado, lo que sugiere que la apropiación pública de las ganancias inesperadas puede llegar a ser contraproducente si da lugar a un estado permanentemente más grande y propenso al consumo (Figure 6). En contraste, los países donde las ganancias inesperadas se canalizaron ampliamente hacia el sector privado (Brasil, Uruguay) ahorraron menos y, por tanto, amplificaron más los efectos de los windfalls sobre la demanda interna.





De cualquier forma, la evidencia consistentemente milita en favor de una relación sistemática entre los excesos de demanda del pasado y los dilemas de política del presente. En los países de bajo ahorro y demanda interna elevada, el sobrecalentamiento durante el boom parece haber contribuido al actual problema (incipiente) de estanflación (Figura 7). Al mismo tiempo, las grandes apreciaciones del tipo de cambio real durante el boom están ahora retrasando la velocidad de recuperación del sector transable no primario.





Para complicar aún más las cosas, los países de bajo ahorro enfrentan ahora mayores primas de riesgo soberano (Figura 8) y, por lo tanto, tienen menos espacio de maniobra para suavizar y distribuir de manera gradual el esfuerzo del ajuste en el tiempo, a través del financiamiento externo.



Mirando entonces hacia adelante, una primera lección importante apunta a un tema de medición que podría parecer inocuo a primera vista. La manera cómo las ganancias extraordinarias (windfalls) se contabilizan importa. Cuando se contabilizan como parte del ingreso, el ahorro aumenta junto con los windfalls, aun si éstos se consumen en su casi totalidad. De esta forma, tanto el auge de términos de intercambio como el auge del tipo de cambio real pueden producir un efecto de “espejismo". El espejismo deja de serlo y se convierte en realidad sólo si los términos de intercambio son permanentes o, en el caso del tipo de cambio real, si la productividad del sector transable aumenta en relación a la del sector no-transable lo suficiente para sustentar un tipo de cambio real más apreciado. En la práctica, los espejismos suelen no convertirse en realidad y, por tanto, parece prudente excluir la mayor parte de las ganancias inesperadas del ingreso contabilizado, a fin de no fomentar una expansión insostenible del consumo.[2]
Este tema contable adquiere aún más relevancia porque desde una perspectiva de economía política los hacedores de política enfrentan tensiones importantes. Para los consumidores de bajos ingresos, quienes enfrentan mayores restricciones de liquidez, es probable que sea siempre óptimo consumir tanto cuanto sea posible de las ganancias inesperadas, independientemente de su temporalidad. Para los grupos de bajos ingresos, de hecho, el auge de los commodities no fue un espejismo. Fue la experiencia más real y positiva que tuvieron en mucho tiempo. Sin embargo, desde el punto de vista del gestor de política pública (el cual tiene que velar por los intereses de la comunidad como un todo), una ganancia en los términos de intercambio, aún si fuera permanente, debe ser asimilada por la demanda interna no de golpe, sino gradualmente. Para limitar los costos de ajuste mencionados anteriormente, resulta necesario frenar el aumento de la demanda agregada de forma a darle mas tiempo para que la producción de bienes y servicios no transables pueda desarrollarse sin que la economía se recaliente demasiado y el tipo de cambio se sobre-aprecie.
A un nivel más general, dado que el corazón de los problemas relacionados con el ciclo de los commodities está en la excesiva expansión de la demanda interna en relación con la oferta, las reformas estructurales deben centrarse tanto en la oferta como en la demanda.
Del lado de la demanda, el objetivo básico es fortalecer el ahorro domestico. Una mayor tasa de ahorro trae beneficios tanto durante el periodo de auge de commodities cuanto dentro del periodo de contracción. Durante el auge, limita el exceso de demanda al amortiguar el gasto de manera automática y al favorecer un tipo de cambio real más competitivo. Durante la contracción, protege contra el riesgo de caer repentinamente en un mal equilibrio con poco o ningún espacio de política como el que varios países de la región enfrentan en este momento. De hecho, una mayor tasa de ahorro puede abrir espacio de maniobra para manejar la contracción en varios frentes de política al mismo tiempo. Por ejemplo, puede reducir la tasa de interés requerida para mantener la inflación bajo control (aliviando así el dilema monetario), lo cual a su vez puede reducir los pagos de interés en la deuda del sector público (aliviando así el dilema fiscal) y mitigar recortes en el gasto social (aliviando así el dilema social). Las reformas por el lado de la demanda deberían por lo tanto incluir tanto herramientas específicas para elevar la propensión marginal a ahorrar durante bonanzas (estabilizadores fiscales automáticos, fondos de estabilización, fondos soberanos, normas macro-prudenciales, etc.) como políticas más generales (fiscales, financieras y de seguridad social) para aumentar el ahorro estructural promedio.
Del lado de la oferta, el objetivo básico es fortalecer la capacidad de respuesta productiva. Ello implica una agenda amplia de reformas estructurales orientadas tanto a periodos de bonanza como de contracción. Para periodos de bonanza, es clave limitar el sobre-calentamiento del sector de no transables frente a un boom de demanda—por ejemplo, mediante políticas que faciliten la movilidad de factores y la apertura comercial. Para periodos de contracción, lo clave es poder mitigar el dolor de ajuste y aliviar los dilemas de corto plazo. Lo ideal es poder implementar el ajuste fiscal y externo de manera gradual y socialmente equitativa. Por desgracia el espacio de maniobra para conseguir ese balance está distribuido en forma muy desigual entre los países de la región, y hay algunos países con espacios tan restringidos que se ven obligados a hacer un ajuste más rápido. En este contexto no hay que olvidar la importancia del entorno institucional (y, en particular, de los derechos contractuales) para el espacio de maniobra. En efecto, los países con fortaleza institucional pueden mantener una prima de riesgo país baja y, así, acceso al financiamiento externo, incluso en momentos de condiciones externas adversas.
[1] Esta nota fue escrita por Augusto de la Torre, Alain Ize y Federico Filippini, con base a un reciente reporte de su autoría, a saber, el reporte semi-anual de abril de 2016 de la Oficina del Economista Jefe para América Latina del Banco Mundial, titulado The Commodity Cycle in Latin America: Mirages and Dilemas. Dicho reporte puede encontrarse en http://go.worldbank.org/ZX1OYWIMU0. De aquí en adelante el reporte será citado como De la Torre, Ize y Filippini (2016).
[2] Esto es lo que en efecto hace Noruega, al mantener el windfall afuera del país, en el fondo de ahorro soberano, y por ende al no incluir el windfall en el ingreso corriente disponible.