lunes, 31 de mayo de 2021

ESPERAR AL LADRÓN


Martín Guzmán ajusta, pero el Club de París tendrá que esperar
F. D.


Nota de opinión de Florencia Donovan

Paradójicamente, aquello que minó la relación del ministro Martín Guzmán con el kirchnerismo más duro es el capital más valioso que por estas horas tiene la Argentina para ofrecer en la mesa de negociaciones y sortear un default con el Club de París.
Las conversaciones con el Club por la deuda de US$2400 millones entraron en tiempo de descuento. El lunes, fecha del vencimiento, no habrá pago con reservas internacionales (pese a que, gracias a la “supersoja”, el Banco Central acumuló en mayo divisas por más del 80% de lo que debe). Hasta ayer, de hecho, la Secretaría de Finanzas no había emitido ninguna orden de pago para Hacienda, paso previo formal en todo desembolso; aun en tiempos de dinero electrónico, no darían los tiempos burocráticos para revertir la decisión.
El Gobierno sabe que tiene margen para seguir procrastinando. “No va haber default el lunes”, insisten diversas fuentes del equipo económico. Según las condiciones del crédito con el Club de París, recién a los 60 días de operado el vencimiento el país se considera en default. La idea es usar ese plazo. Aunque en Economía trabajan para poder presentar un anuncio intermedio este fin de semana. “Va a haber noticias. Vamos a comunicar un sendero común con el Club de París para la negociación de este último pago”, deslizan, con cierto optimismo, fuentes que están al tanto de las negociaciones que, sin embargo, reconocen que todavía restaba conseguir el apoyo de algunos de los países acreedores, como Japón. Por estatuto, las decisiones en el Club de París requieren unanimidad, no mayoría.
Pero el ministro Martín Guzmán confía en que los deberes que viene haciendo ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) van a rendir sus frutos. El Club de París exige que la Argentina tenga un acuerdo con el FMI, o la constancia de que está avanzando hacia uno, para poder renegociar la deuda que vence ahora.
En silencio -aunque no por fuera del radar del kirchnerismo-, Guzmán viene cumpliendo con un mantra clásico del FMI: un ajuste fiscal. En el primer cuatrimestre del año, el resultado primario arrojó un déficit de 0,2% contra 1,42% de igual periodo de 2020. (Cabe recordar que para abril del año pasado, el Gobierno todavía no había logrado poner en marcha gran parte del paquete de ayuda Covid que luego implementó, y que le insumió más de 1,3% del PBI.)
Pese a la promesa de campaña de “ponerles dinero en el bolsillo de los argentinos”, en un año electoral y en plena pandemia, el peronismo no tuvo empacho en recortar en términos reales el gasto en jubilaciones, planes sociales y salarios. Los números son elocuentes. En el primer cuatrimestre del año, las erogaciones del Estado quedaron en gran parte por detrás de la inflación acumulada, del 46,3% interanual. Así, el gasto en prestaciones sociales, lo que incluye las jubilaciones y los planes sociales, aumentó en un 25,3% en el primer cuatrimestre versus igual periodo de 2020; los salarios del sector público (+27,8%), y las transferencias a provincias (-21,7%). Sólo incrementó en el periodo el gasto en obra pública, y en subsidios económicos (+54,3%). Todo en un momento en el que además registró un importante crecimiento de los ingresos, sobre todo por los mejores precios de las commodities, que ayudaría a paliar en gran medida el mayor gasto en subsidios.
En Economía ven que los números fiscales no serán muy distintos en mayo, cuando además comenzará a contabilizarse el ingreso extraordinario del “impuesto a la riqueza”.
El ajuste fiscal se combina al mismo tiempo con una prudencia monetaria, similar a la de los tiempos del Guido Sandleris en el Banco Central. No habrá habido orden del FMI en este caso de crecimiento cero de la Base Monetaria, pero en la práctica es lo que está sucediendo desde comienzos de año. Según datos del BCRA, la Base Monetaria pasó de $2,42 billones en diciembre pasado, a $2,5 billones en mayo. Si se la hubiera querido mantener constante en términos reales -descontando la inflación- la Base Monetaria debería haber subido en el mismo periodo por lo menos 0,5 billones, bastante más de los 0,08 billones que aumentó.
“Es una ortodoxia asombrosa”, dice el economista Amilcar Collante, que sigue con rigor los números del BCRA. “Tanto Guzmán en parte fiscal, como el BCRA están haciendo ajustes en simultáneo. Lo que refleja los números es que en el Gobierno están preocupados por ese tema”. El principal factor de emisión es hoy el pago de los intereses de la deuda que usa el BCRA para absorber pesos del mercado -las Leliqs-, además de la compra de dólares (operación por la cual entrega pesos). De acuerdo con los datos oficiales, hasta el 20 de mayo, el BCRA emitió por el pago de intereses unos $427.706 millones y $498.596 millones, por la compra de dólares, mientras que para financiar al Tesoro se inyectaron $190.000 millones y cero pesos, en concepto de adelanto de utilidades.
En la segunda parte del año, Collante espera que el ajuste se relaje, en consonancia con el calendario electoral. La presión política no es menor, y en Economía son conscientes de ello. El episodio con las tarifas fue una muestra. Las encuestas dictarán el rumbo en los próximos meses. Al igual que la situación sanitaria. En el equipo económico -la línea Guzmán, no la del kirchnerismo duro- confían en que la llegada masiva de vacunas ayudará a amortiguar las crecientes presiones por paquetes de ayuda para sortear la pandemia. La embajada argentina en Washington está trabajando para intentar destrabar para julio la donación directa de vacunas por parte de la administración de Joe Biden. Incluso se le ofreció a Gayle Smith, la máxima funcionaria en el Departamento de Estado de los EE.UU. en este tema, la posibilidad de que la Argentina se encargue de la logística y traslado de las dosis. La misma funcionaria recibió esta semana el mensaje de la cámara que nuclea a las empresas norteamericanas en el país, Amcham, para que considere a la Argentina receptor de las vacunas contra el Covid que Biden anunció tenía disponibles para donar.
Guzmán habrá perdido la ruidosa batalla de las tarifas, pero viene ganando silenciosamente -por ahora- la batalla por el paquete de asistencia Covid. “Sólo estamos viendo en aplicar ayuda focalizada”, dice un miembro del gabinete económico. Los incrementos de la Tarjeta Alimentar y el REPRO II, entre otros, sumarían en torno a $480.000 millones al gasto, nada comparable con el $1,4 billón del año pasado.
“En la foto de hoy -reconoce una fuente de Economía- estamos más cerca de un déficit del 3% del PBI, como dijo Guzmán hace algunos meses en una reunión ante empresarios, que del 4,5% del presupuesto”. Pero también advierte que es difícil pensar que pueda sostenerse en el tiempo, si el Gobierno continúa con las cuarentenas duras o si empieza a hacer mella la presión del kirchnerismo por una “mejora en los salarios”.
La misma duda tienen los burócratas del FMI, y los accionistas del directorio, que no son muy distintos de los del Club de París. Hoy, pareciera no haber demasiados puntos de desencuentro entre Guzmán y sus interlocutores en el organismo multilateral (incluso afirman que “la parte técnica está avanzada”). El problema es que es que muchos dudan de que la palabra de Guzmán termine siendo la última. O que la del presidente Alberto Fernández lo sea. La proclama firmada por varias decenas de miembros del Frente de Todos en pos de una postergación de los pagos con el FMI y el Club no hizo más que alimentar este temor. Un acuerdo no pasa esta vez sólo por los números: tiene que estar adentro la política.

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GRACIAS AMIGO RAMIRO CARO FIGUEROA Y Alberto Hutschenreuter


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HISTORIA DEL CINE ARGENTINO


Intimistas y minimalistas: la llegada del Nuevo Cine Argentino
Pizza, birra, faso (1992)



Entre 1991 y 1994 se estrenaron apenas 50 películas argentinas. En 1994 el derrumbe fue tal que la industria cayó a un subsuelo aterrador: solo 11 lanzamientos, que convocaron en conjunto a menos de 325.000 espectadores (1,8 por ciento del público total). Pero, cual ave fénix, la producción nacional renacería de sus cenizas gracias a la aprobación el 28 de septiembre de ese mismo 1994 de la denominada Ley de Cine). El rebote fue casi inmediato (39 títulos estrenados en 1996) y sentó las bases para la consolidación en décadas posteriores. Los principales éxitos de la década fueron la producción animada Manuelita (2.320.000 tickets), Un argentino en Nueva York (1.650.000 espectadores), Comodines (1.305.000) y dos películas de Marcelo Piñeyro como Tango feroz y Caballos salvajes, pero a nivel artístico el fenómeno más importante fue la irrupción del denominado Nuevo Cine Argentino (NCA).

El boom de ese cine joven, independiente, artesanal, sorprendente y experimental no fue casualidad: la fundación de escuelas como la Universidad del Cine en 1991, la vuelta del Festival de Mar del Plata en 1996, la renovación de la crítica local y el aporte de pioneros como Martín Rejtman, Esteban Sapir, Alejandro Agresti o Raúl Perrone ayudaron a formar a una nueva generación de directores, técnicos e intérpretes.

Lo primero que marca a la Generación del 90 es su ruptura con el cine discursivo, subrayado, aleccionador de aquellos que habían vuelto a filmar durante la primavera democrática de los años 80. Si sus predecesores querían “decir todo” lo que les habían prohibido durante la dictadura militar, los nuevos cineastas apostaron, en cambio, por historias más intimistas, minimalistas, generalmente ligadas a desventuras de jóvenes dominados por la incomprensión y el desamparo. Su conexión más importante fue, entonces, con los autores argentinos de los 60, y muchos encontraron a Leonardo Favio como su principal referente. La piedra basal del Nuevo Cine Argentino no fue una película sino una serie de cortometrajes. En 1995 se estrenó con un impensado éxito comercial (con largas filas que daban la vuelta al hoy desaparecido cine Maxi, sobre la avenida Carlos Pellegrini) la primera edición de Historias breves, donde se vieron cortometrajes de realizadores como Lucrecia Martel (el extraordinario “Rey muerto”), Israel Adrián Caetano o Daniel Burman, que luego se convertirían en referentes del fenómeno local e internacional (el NCA fue durante varios años la moda de los grandes festivales).

El estreno de Pizza, birra, faso, de Caetano y Bruno Stagnaro, en la edición 1997 del Festival de Mar del Plata, no fue el primero pero quizás sí el principal impacto del NCA con una historia de esos adolescentes marginados que deambulaban por una Buenos Aires sórdida y desoladora. La película fue vista por más de 100.000 personas en cines generando una avidez del público que se repetiría luego con Mundo grúa, de Pablo Trapero (más de 70.000 entradas vendidas).

Mundo grúa es, también, un film clave de los años 90. Luego de haber estrenado en 1995 su multipremiado corto Negocios, Trapero volvió a trabajar con Luis “El Rulo” Margani en un film en blanco y negro que reivindicó al neorrealismo, a los actores no profesionales y a esas historias mínimas que caracterizaron en muchos casos a ese movimiento. En otro registro (una comedia más absurda y asordinada), Martín Rejtman también fue uno de los autores más influyentes de la década con la en principio incomprendida Rapado (1992) y luego con Silvia Prieto (1999), con Rosario Bléfari, Mirta Busnelli, Valeria Bertuccelli y Vicentico. Aunque ya había aparecido en en la década anterior, Alejandro Agresti fue una figura clave de estos años y –entre Holanda y la Argentina– construyó una influyente carrera que incluyó una gema hoy de culto como El acto en cuestión

(1993), Buenos Aires Viceversa (1996) y El viento se llevó lo que (1998). Alejado por complejo de las tendencias del NCA, también apareció desde el exterior (en este caso de los Estados Unidos) otro realizador que se convertiría en insoslayable durante las décadas siguientes: Juan José Campanella. Tras rodar El niño que gritó puta (1991), Y llegó el amor (1997) y sus primeras incursiones en el mundo de las series, en 1999 se presentó en sociedad ante el público argentino con El mismo amor, la misma lluvia, drama romántico con Ricardo Darín, Soledad Villamil y un elenco que completaron Ulises Dumont, Eduardo Blanco, Alfonso De Grazia y Alicia Zanca.

Aunque eminentemente porteño, el NCA permitió también que surgieran cineastas del resto del país (la movida rosarina, con Gustavo Postiglione a la cabeza, por ejemplo) y se sumaran muchas mujeres (la citada Martel, Ana Poliak, Sandra Gugliotta, Albertina Carri, Celina Murga) a un universo hasta entonces bastante machista, aunque habría que esperar al siglo XXI para que la tendencia se profundice. Y esa, se sabe, ya es otra historia.

SILVIA PRIETO Y RAPADO ESTÁN DISPONIBLES EN MUBI; EL ACTO EN CUESTIÓN ESTÁ DISPONIBLE EN QUBIT.TV E HISTORIAS BREVES I ESTÁ DISPONIBLE EN CINE.AR

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EL ECONOMISTA...NOTICIAS

 


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ESTRENOS DE LA SEMANA


Un thriller correcto, sin alardes
D. B.

García Garro. Ramiro (argentina/españa, Bogliano elenco: García Martina y Milagros Bogliano. Juncadella, 2020) Figueroa Dirección: guion: Sara Portela, Hebe, Noelia Assumpta Vergini, Serna, Gocia Gustavo Goncalves y Facundo Baigorri. Duración: 98 minutos. calificación: Apta para mayores de 16 años. Disponible sin cargo porunasemanaencinearplay(https:// play.cine.ar/) y luego en cine ar estrenos ($30)

Tras su paso por el Festival de La Habana y el reciente Bafici, se estrenó en plataformas de streaming este nuevo trabajo del director de Penumbra que propone una historia de venganza en un ámbito familiar.
Las protagonistas de este sórdido y violento film son Ana (Martina Juncadella) y Flavia (Sara Hebe), dos hermanas muy distintas entre sí (la primera estudia en la universidad y se dedica a la música electrónica, mientras que la segunda trabaja en una estación de servicio), que se reencuentran después de mucho tiempo porque tienen que decidir qué hacer con el cuerpo de la madre (asesinada varios años antes en un supuesto robo) tras una intimación que les llega desde la administración del cementerio. El tercer vértice del triángulo femenino que protagoniza la película es el de Irene (nada menos que Assumpta Serna), una tía radicada en España.
La reunión abre viejas heridas abiertas, conduce a nuevas pistas y no tardan en resurgir las sospechas hacia la responsabilidad que en el caso tuvo el padre de ambas. En ese sentido, el director y coguionista platense apuesta por un thriller seco (con resultados apenas correctos) y por una denuncia (demasiado) explícita sobre las organizaciones dedicadas a la trata y una violencia de género que se ha extendido a los más diversos ámbitos. Sin demasiados alardes ni hallazgos, pero con una narración bastante sólida y contundente, García Bogliano cumple con sus objetivos principales.


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Cruella: una caótica historia de origen con dos actuaciones deslumbrantes
Emma Stone y Emma Thompson se destacan en el film sobre la villana de 101 dálmatas, que se verá hoy en cines y desde el viernes en Disney+N. T

Emma Stone en CruellaDisney
Cruella (Estados Unidos/2021). Dirección: Craig Gillespie. Guion: Dana Fox, Tony McNamara, Aline Brosh McKenna, Kelly Marcel, Steve Zissis, basado en la novela de Dodie Smith. Elenco: Emma Stone, Emma Thompson, Mark Strong, Joel Fry, Paul Walter Hauser. Duración: 134 minutos. Distribuidora: Disney.  Disponible en: salas y desde el viernes, en Disney+ Premier Access (con costo adicional).

En otro intento de Hollywood por rehabilitar a algunos de sus villanos más emblemáticos y darle al público una explicación sobre el origen de su maldad, ahora le llegó el turno a Cruella De Vil, la fantástica malvada de 101 dálmatas, el clásico de animación de Disney, que hace unos años tuvo también su versión de carne, hueso y deliciosa irreverencia a cargo de Glenn Close. Ahora es el turno de la talentosa Emma Stone de personificar a la mujer del pelo bicolor y pasión por los abrigos de piel. Si con Maléfica la mala del cuento ganó espesura y justificación para sus caprichos y desplantes, y en Guasón se le asignó al enemigo de Batman una historia de enfermedad mental, Cruella toma prestado algo de cada uno para retratar a un personaje y, lejos de sumarle interés genuino, la película termina por negar las características más salientes de Cruella ¿Eso de que mata perritos para hacerse abrigos? Un malentendido. ¿Aquello de que sus secuaces eran dos tontos sin sentimientos ni conciencia? Nada que ver. Cada vez que el film dirigido por Craig Gillespie (Yo soy Tonya), hace referencia a algún elemento de 101 dálmatas, lo único que consigue es un levísimo reconocimiento y extender su exagerada duración.
El relato, que comienza a mitad de los años 60 y se desarrolla en el Londres de los 70, utiliza la música e iconografía de esa época y el incipiente movimiento punk como telón de fondo de la historia de Stella, una joven que desde la infancia hace esfuerzos por encajar sin lograrlo y quien incluso desde niña es consciente de tener un alter ego tan cruel que su madre la bautiza como Cruella.
Decidida a sobrevivir luego de quedar huérfana y traumatizada por la violenta muerte de su madre –lo que justificaría su odio por los dálmatas– Stella se une a un dúo de ladrones con los que crece cometiendo pequeños robos por la ciudad. Claro que su sueño es ser diseñadora de modas, una carrera que por fin podrá poner en marcha cuando se cruce en el camino de la exitosa Baronesa (Emma Thompson), una ambiciosa dictadora de la moda. En el enfrentamiento entre la joven dispuesta a volar el status quo por los aires y la convicción de la veterana de que nadie podrá superarla reside el lado más interesante del cuento, que por momentos se torna más oscuro de lo que se suele esperar de una producción de Disney.
Emma Thompson en CruellaDisney

Para darle ese filo, la película cuenta con las fantásticas interpretaciones de Emma Stone y Emma Thompson: juntas y por separado le sacan todo el provecho imaginable a dos personajes delineados con cierto esquematismo con el que ellas arrasan en cada escena. Con el cambio casi imperceptible pero fundamental que consigue Stone cada vez que “su lado Cruella” le gana la partida a la más bondadosa Stella, hasta el verdadero festín de frases tajantes y cejas enarcadas que reparte Thompson, la película gana la vitalidad que la segunda mitad de la narración necesita con desesperación.
Sin ellas ni el prodigioso diseño de vestuario a cargo de la ganadora del Oscar Jenny Beavan, que resulta en un homenaje a la industria de la moda británica, Cruella se desdibuja entre innecesarios giros del guion y demasiadas referencias a su historia de origen que, como demuestra la película, puede causar más problemas de los necesarios.

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HISTORIAS MAFIOSAS.....EL REY DE LAS ESTAFAS


ADN del crimen: la última mentira del rey de las estafas
Estuvo involucrado en la destitución de un concejal y manejó múltiples identidades para cometer toda clase de fraudes, pese a su abultado historial delictivo
G. C.
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A pesar de tener varias condenas en su contra Rodrigo Chavarría seguía en libertad. Salió de la cárcel en 2019 después que lo sentenciaran a tres años y ocho meses de prisión por estafar a un grupo de comerciantes de San Nicolás y de Ramallo. Se hizo conocido por armar una causa falsa contra un concejal en Salta, tuvo procesos en esa provincia, Tucumán y en Buenos Aires. Fue detenido hace una semana, en Avellaneda, cuando se hacía pasar por médico del Hospital Austral y quiso sobornar a los policías que lo apresaron.
Su caso, con un prontuario de quince páginas, con tres condenas y dos declaraciones de reincidencia y constituye un claro ejemplo de la puerta giratoria instalada en el sistema penal argentino.
Antes que lo detuvieran en Avellaneda, una comerciante de San Nicolás lo habría denunciado porque se hizo pasar por un efectivo de Gendarmería y le transfirió $ 1.000.000 para comprar un camión. Dicha operación nunca se concretó. Chavarría fue investigado por este hecho, ocurrido en enero de 2020, pero no llegó a ser procesado por el engaño denunciado por una damnificada.
Este maestro de las estafas pasó más de la mitad de su vida vinculado al delito. Su prontuario indica que, únicamente dejó de cometer estafas cuando estuvo preso en alguna cárcel salteña o del sistema penitenciario bonaerense.
A Chavarría lo conocieron como ejecutivo de una multinacional automotriz, efectivo de la Gendarmería, médico del Hospital Austral, agente de viajes y oficial de la Brigada de Investigaciones de Salta.
Un hombre de mil identidades, elegidas según la necesidad del ardid planificado.
Durante su carrera delictiva, se hizo pasar por el gendarme Juan González, el médico de la Gendarmería Rodrigo Sokolowsky, el oficial Humberto Enrique Camejo o el analista de sistemas Walter Vilte.
Cuando lo apresaron la última vez, en la comisaría de Villa Barceló, en Avellaneda, se presentaba como Rodrigo Emanuel Phiser Sokolowzky, de profesión médico cirujano. Al comprobar que sus amenazas de denunciar a los policías que lo apresaron no tendrían efecto, el acusado los invitó a que lo llevaran a su departamento, en Puerto Madero, donde tenía guardado $ 1.000.000 y les entregaría $ 100.000 a cada uno, a cambio que lo dejaran escapar.

La ciudad bonaerense de San Nicolás fue escenario de varios de los engaños de un estafador serial

El falso médico fue apresado cuando llegó a la casa de su novia, quince años menor que el imputado. La mujer lo había denunciado por violencia de género. Al comprobar que no era médico y ante el intento de soborno contra los policías, Chavaría sumó más acusaciones en su contra.
Después de indagarlo, la fiscal Soledad Garibaldi solicitó al magistrado de Garantías de Avellaneda que convirtiera en detención la aprehensión de urgencia de Chavarría, quien quedó preso, acusado de lesiones leves cometidas en el contexto de violencia de género, resistencia a la autoridad, dádivas y usurpación de títulos y honores. Así, el estafador de las mil caras volvió a quedar detenido.
El primer golpe
A cada momento, Chavarría intentaba ocultar su identidad. Recurrió a cuanto ardid tenía a mano para evitar que los investigadores policiales y judiciales determinaran que el imputado de golpear a una mujer, que decía ser médico, era en realidad un estafador con antecedentes penales por delitos que habría cometido desde que tenía 16 años, en Salta.
En 2003, cuando era adolescente, fue conocido en esa provincia como José C. Así identificó la Justicia al chico que denunció ser víctima de un delito cometido por el concejal del Partido Justicialista, Guillermo Capellán. A pesar que el edil manifestó que era inocente estuvo 60 días preso y fue destituido.
Dos años después, cuando José C. dejó de ser adolescente y se convirtió en mayor, quedó al descubierto que no fue víctima de ningún delito y formó parte de una causa armada para lograr la destitución del concejal Capellán.
Tanto la denuncia contra el concejal como el proceso en su contra y la revelación de la supuesta falsa denuncia constituyó una novela en capítulos, uno más escandaloso que el anterior, rodeada de matices esotéricos.
Chavarría, nunca fue detenido por esta presunta presentación apócrifa, no obstante, ese hecho marcó el comienzo de su extenso recorrido por los tribunales. Ya como mayor, según consta en su prontuario de quince páginas, el 8 de noviembre de 2011, fue condenado a cuatro años y seis meses de prisión por la Sala II de la Cámara en lo Criminal de Salta. Esta sentencia acumuló una serie de expedientes en su contra iniciados con el sumario 16.337 de 2008, por estafas concretadas con el uso de tarjetas de crédito, obtenidas mediante hurto o fraude.
Según fuentes judiciales, Chavarría seducía a mujeres y engañaba a hombres para robarles las tarjetas de crédito para hacer compras mediante la utilización de identidades falsas y concretar importantes defraudaciones contra comerciantes.
No pasó mucho tiempo para que el rey de las estafas recuperara la libertad. Debido a su juventud y a que no tenía condenas anteriores, un juez de Ejecución penal de Salta lo benefició con la libertad condicional y Chavarría salió de la cárcel en 2012, un año después de haber sido sentenciado.
Tres años más tarde fue detenido nuevamente. La Justicia lo acusó de estafar a los vendedores del mercado central de Salta. Según consta en la causa 118752 de 2015, Chavarría se hacía pasar por un oficial de la Brigada de Investigaciones de la policía salteña y amenazaba con clausurar los locales y puestos de los comerciantes si no pagaban una coima.
A pesar de sus antecedentes, en un proceso realizado el 14 de mayo de 2015, los magistrados del Tribunal de Juicio N° 5 le impusieron una condena de diez meses de prisión efectiva y lo declararon reincidente.

El estafador se hacía pasar por gendarme para exigir pagos a bagayeros y comerciantes en Aguas Blancas

Para esa época, además de ambas condenas, Chavarría sumaba un procesamiento en su contra dictado por el juzgado federal de Salta. En septiembre de 2009 lo habían detenido cuando se hacía pasar por un efectivo de Gendarmería y realizaba falsos controles a los comerciantes que circulaban con mercaderías provenientes de Aguas Blancas, en la frontera con la ciudad boliviana de Bermejo. En dicho expediente fue imputado por presunta usurpación de títulos y honores, pero nunca fue condenado.
Movimientos fuera del radar
Durante un año, Chavarría desapareció del radar de la Justicia salteña. En 2016, fue detenido nuevamente, acusado de estafas reiteradas contra comerciantes de San Nicolás. Se alojó en el hotel Igualdad de esa ciudad el 22 de junio de dicho año. Permaneció allí durante un mes. Nunca pagó la factura.
Con una audacia sin límites, Chavarría decidió no escapar de San Nicolás y, entre el 5 y 10 de agosto contrató una habitación en un conocido hotel de la ciudad. Al completar la ficha de pasajeros, se identificó como Rodrigo González, de profesión médico de Gendarmería. Cuando el encargado del hotel le reclamó el pago de la factura de $ 4000, el acusado le dijo que le permitiera acercarse a un cajero automático para retirar el importe en efectivo.
Dejó en garantía la supuesta arma reglamentaria de la fuerza federal de seguridad. Nunca regresó. Entonces, el encargado de hotel realizó la denuncia y llevó a la policía la pistola que el estafador había entregado dentro de una funda. Al revisar el arma, los investigadores comprobaron que se trataba de una réplica de utilería.
Otro nombre, otra víctima
A partir de la reconstrucción del raid delictivo protagonizado por Chavarría, los investigadores del Ministerio Público de San Nicolás determinaron que, el mismo día que huyó del hotel, Chavarría se presentó en la agencia de venta de automóviles usados situada en General Savio al 300.
Allí se hizo pasar por el gendarme Juan González y preguntó el precio de un Volkwagen Voyage que estaba en venta en la agencia. El responsable del local le dijo que el valor del auto era de $ 160.000. Entonces, acordaron que se encontrarían nuevamente a la tarde para probar el vehículo. Después de dicha reunión y luego que el falso González lo llevara a una casa que compartía con una cómplice, el vendedor regresó con el falso gendarme a la agencia para concretar la operación.
Para entonces, el estafador había encandilado al vendedor con sus historias de la frontera. Al llegar a la agencia, según consta en la denuncia, el estafador le preguntó al vendedor si tenía una computadora para hacerle la transferencia bancaria por los $ 160.000. que costaba el automóvil.
El agenciero respondió que no tenía computadora. Entonces, el acusado dijo que haría la transferencia desde su celular. Fue el punto culminante de una puesta en escena armada para concretar la estafa. Luego de realizar una serie de ademanes en el celular, el acusado le mostró un falso comprobante de la transferencia, que había armado previamente y se marchó con el automóvil.
Chavarría fue detenido esa noche después que el vendedor de automóviles hizo la denuncia. Al revisar otras presentaciones ante la comisaría de San Nicolás, los funcionarios del Ministerio Público advirtieron que el acusado había realizado distintas compras en locales de la calle Bartolomé Mitre, donde pagó con tarjetas de crédito robadas y utilizó identidades falsas.
En 2018, la jueza Correccional Luciana Díaz Bancalari condenó a Chavarría a tres años y ocho meses de prisión por estafas reiteradas. Después de pasar un año y once meses en la cárcel de San Nicolás, el estafador recuperó la libertad en 2019, antes de la pandemia.
Fue denunciado en enero de 2020 pero no llegó a ser detenido, hasta que hace una semana, en Avellaneda fue apresado nuevamente.

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COMUNIDAD....MORIR DE HAMBRE


Morir de hambre y de sed
Ese es el riesgo de cada día de los chicos wichi de las comunidades de Salta
HAMBRE DE FUTURO



POR MICAELA URDINEZ


La muerte está solo a un paso. Con suerte comen más de una vez al día. Se despiertan y se duermen con la boca pastosa pidiendo agua a gritos. Están tan metidos en el monte que las ambulancias no llegan. Casi no saben hablar castellano, algunos son indocumentados y no existen para el Estado. Sus papás le tienen tanto miedo a los blancos que prefieren no ir a los centros de salud.
Así viven – o sobreviven – los chicos de las comunidades originarias más pobres del norte salteño. Con cuadros de desnutrición y deshidratación que los mantienen siempre al límite del desastre. A fines de abril, dos niños de la comunidad wichi murieron en menos de 72 horas, en la zona de Santa Victoria Este, por causas evitables. La tragedia se hizo carne de nuevo. Con Hambre de Futuro recorrimos los rincones más vulnerables de la provincia para reflejar cómo la pandemia impactó en el día a día de estos chicos y en sus oportunidades de futuro. Y nos encontramos con que el hambre, la sed y la falta de atención médica, son amenazas cotidianas para estas infancias. En especial, para los chicos menores de 5 años. Según la Encuesta de la Deuda Social Argentina del Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA los números más preocupantes del NOA son una pobreza infantil del 62%, una indigencia del 16,1%, una inseguridad alimentaria severa del 15% y un déficit de cobertura de salud del 55%. En la zona de Santa Victoria Este, existen alrededor de 170 comunidades desparramadas por el territorio. Algunas familias están perdidas dentro del monte. En su mayoría son wichi, pero también existen los chorotes, los tobas y los nivaclé. En total son cerca de 17.000 personas, en su gran mayoría originarios, pero también hay algunos pocos criollos. Silvina Castellano podría haber sido una víctima más. 8 de abril. Tiene 5 años y medio y pesa solo 11,6 kilos. O sea, el peso de un chico de un año. Está tan débil que ni siquiera se puede mantener en pie. Perdió el pelo de la parte de atrás de la cabeza por estar todo el día acostada. Vive en el paraje El Arrozal, a 45 kilómetros de Santa Victoria Este, con una familia que tiene más integrantes que platos de comida. En total son 24 personas. Acompañamos al equipo de la ONG Pata Pila a hacerle un control y su tía tiene que cargarla en brazos para subirse juntas en la balanza y así poder determinar su peso.

El equipo de Pata Pila mide y pesa a Silvina Castellano en su casa en El Arrozal y determina que su vida está en peligro

“Cuando la abuela materna se acerca, la nena estaba con riesgo de bajo peso pero caminaba. El último mes no pudimos llegar a verla y se vino a pique. Si le da diarrea o vómitos se puede deshidratar y va a ser cuestión de horas en que pueda morir porque no hay un centro de salud cerca”, explica Florencia Ruiz, responsable de Pata Pila en la zona. Veronica Figueroa Paez, Ministra de Desarrollo Social de Salta, afirma que nunca dejaron de ir a los territorios originarios durante la pandemia. Lo que sí reconoce es que tienen un problema de infraestructura vial muy grande. “Si no tenés caminos, las personas están aisladas. Y en muy pocos casos las rutas son asfaltadas. Nos quedan muchísimos kilómetros por mejorar. A mí me pasó muchas veces de no poder llegar”, dice. El calor es agobiante. Cuesta respirar. Ese mediodía los Castellano almorzaron sopa. “Acá somos los más olvidados. Tengo muchos nietos desnutridos porque no nos dan mucha atención”, se queda Egidio Castellano, abuelo de Silvina y también cacique de la comunidad. “Quizás no pase la noche”, dice Ruiz angustiada cuando vuelven de la atención diaria. Recién a la mañana siguiente, el abuelo finalmente acepta que trasladen a Silvina al hospital de Santa Victoria Este. Ahí le hacen un diagnóstico crítico: muy bajo peso y talla, deshidratación, distensión abdominal y bronquitis aguda. Intervienen rápido para sacarle líquido de los pulmones y la derivan al hospital de Tartagal porque ahí no pueden darle la atención que necesita.

Infancias tristes

No hay música, ni radio ni ningún otro sonido. Solo el de los animales y el silbido del viento. Los niños casi nunca salen de su comunidad. Ese es todo su mundo. Se los escucha poco. Hablan bajito y en su idioma. La falta de estimulación y de comida les deja poca energía para jugar. En las familias del monte los hombres se internan tierra adentro para labrar algunos postes o para cazar corzuelas, conejos, vizcachas e iguanas. Las mujeres se ocupan de buscar frutas silvestres, algarroba, mistol y chañar, entre otros. Y recolectan el chaguar para hacer alguna artesanía. Las que están sobre la costa del río, al menos pueden pescar y están más cerca de la ruta. “También suelen visitar a otras familias porque saben que están preparando comida y esperan para que les conviden una porción. Suelen ser las que cobran beneficios sociales”, señala Ruiz. Los niños siguen a su mamá todo el día, a buscar leña y agua. Juegan con lo que tienen – palitos, hojas y piedras – o persiguen algún animal. “No todos van a la escuela. Y el que ha empezado a ir a la escuela después de los 10 años, la abandona porque se siente mal al no tener zapatillas, ropa o útiles. Y sale a trabajar”, explica Ruiz, mientras empiezan a bajar todas las sillas y mesas de la camioneta para empezar la atención en Pozo El Toro. Casi el único destino posible para las mujeres es la maternidad. En la mayoría de las comunidades la cultura indica que con la primera menstruación, las adolescentes de 11, 12 o 13 años ya están preparadas para formar familia, buscar una pareja y tener su primer hijo. Muchas de estas mujeres tienen los partos en su casa y eso hace que sea más difícil que sus hijos tengan el DNI. Desde la provincia están haciendo operativos junto a la ANSES y al Renaper, comunidad por comunidad, para asegurarles el derecho a la identidad. A principio de enero de 2020, se declaró la emergencia sanitaria en los departamentos Orán, San Martín y Rivadavia, luego de que seis niños fallecieran por desnutrición ese mes. A partir de ese momento el Ministerio de Desarrollo Social de Salta empezó a implementar un programa de acompañamiento familiar en contextos rurales-originarios que hoy se llama UNIR. La ministra asegura que ha sido una buena respuesta a la fragilidad de la población. “Está llevado a cabo por personas de las comunidades, criollos e indígenas, por eso se llama UNIR. Después de 16 años no hemos tenido que lamentar muertes en enero y febrero de este año que es el momento más frágil. Hay temperaturas de 50 grados, chicos con un estado nutricional de riesgo que con un agua no segura terminan con diarrea, en muy poquitas horas se descompensan y terminan con un shock séptico. Tuvimos una sola muerte en diciembre que no la llegamos a atender”, señala Figueroa Paez

David y Albertina Barrios viven en el Paraje La Paloma, en Hickman, Salta. En la olla, su papá acaba de poner un poco de hueso con carne, papa, cebolla y arroz para el almuerzo

Silvina le escapó a la muerte. Después de una semana internada en Tartagal volvió a su casa con 14,900 kilos aunque sigue en riesgo de bajo peso. Pero hay otros que no tienen esa suerte. El tsunami de hambre, desnutrición, deshidratación, parásitos, diarrea y falta de atención médica muchas veces arrasa con sus vidas. “Uno de los nenes fallecidos en abril vivía en Pozo La China. Ya se habían entregado los módulos alimentarios de la provincia pero un bolson de 19 kg es insuficiente para subsanar una historia no solo de malnutricion sino de mala salud comunitaria, con políticas sanitarias con poca idoneidad e interculturalidad”, explica Javier Saavedra, que trabaja dando apoyo territorial en trabajos sociales para el Ministerio de Desarrollo Social de Salta. En relación a estas dos muertes, Figueroa Paez reconoce que los afectó negativamente la rotación de equipos durante el segundo brote de Covid. “Lo cierto es que demostró que todavía no hay capacidad instalada y que debemos reforzar las acciones que sostienen el acompañamiento familiar así como repensar algunas estrategias desde las distintas áreas de salud”, señala la ministra. Hay una guerra cultural que todavía se sigue librando en silencio. Uno de los eslabones más frágiles a resolver es que las personas originarias se resisten todo lo que pueden a ir al hospital. Las violencias y el maltrato que padecen allí son tan traumáticos que cuando les plantean que hay que derivarlos a lo desconocido y lejos de su casa, se niegan. “Las mujeres no hablan castellano. A veces entienden pero les cuesta articular frases para respondernos. En las internaciones, las mujeres se manejan en compañía del hombre que es el que más entiende”, explica Ruiz. Si existe una complicación mínima en la zona, hay que derivar el caso a Tartagal. Para ellos, es casi como ir a otro continente. “Es inaudito que el hospital zonal no tenga aun la complejidad, estructura ni profesionales para asistir urgencias de este tipo ni un centro de recuperación nutricional base. Entonces se lleva al hospital de Tartagal, una mole de cemento que queda a 160 kilómetros, como si supiesen manejarse en la ciudad como en el monte. Se los deja a la deriva solos y se escapan. ¿Quien querría volver a un lugar así?”, se pregunta Saavedra.

Llegar a tiempo

En el paraje Vertiente Chica hay muchos chicos con sarna y hongos producto de la falta de higiene personal. La gran mayoría duerme en el piso y recién el mes pasado se instaló un sistema de bombeo solar que provee agua potable y electricidad para las familias. Además, por convivir con los más de 200 perros de costillas marcadas que deambulan por el lugar, contraen muchas enfermedades por zoonosis. Lucinda Moreno es una enfermera que, ante la urgencia, también se convirtió en cocinera. Revuelve una olla gigante que tiene arroz con leche y le va llenando las tazas y vasos a las familias de la zona. “Cuando han suspendido el comedor del verano, se nos han bajado de peso muchos chiquitos. Ahora les damos de comer todos los días, mañana y tarde. Tenemos 19 chicos en riesgo de bajo peso hoy”, señala. ¿Cuándo vuelven? Es la pregunta que hacen todas las comunidades cuando alguna ONG va a visitarlos. No solo porque se sienten abandonados y esa mirada extranjera es un abrazo necesario, sino porque ellas representan el acceso a bienes tan básicos como la comida, el agua y la salud. La presencia de las ONG es muy fuerte en estos territorios pero la preocupación que todos tienen es qué va a pasar cuando se trasladen a otro lado o, por algún motivo, pierdan financiamiento.

El agua, un bien escaso

En toda esta zona, el deporte oficial es el volley. Paulo Belizani tiene 14 años y armó una cancha con palos de madera y una red de pescar. Ahí juega cada vez que consigue una pelota con su hermano y sus primos. Su familia vive de la pesca y es una de las que no cuenta con acceso a agua potable. Gracias al trabajo de Cruz Roja Argentina,, la reciben cada dos semanas. “Igual no nos alcanza”, dice Silas Belizani, su abuelo, que tiene la ilusión de poder tener una huerta.


En la zona de Santa Victoria Este lo que más falta es comida y agua potable para las familias: eso es lo que lleva a tantos casos de desnutrición y deshidratación en niño
En 2020 Cruz Roja Argentina instaló el primer campamento humanitario del país en el corazón de las comunidades, para brindar acceso a agua segura y a la salud. Hoy asisten a alrededor de 50 familias. “La gran problemática que se tiene en toda la zona es el acceso al agua segura. Muchas veces las comunidades que estaban alejadas tomaban agua de vertientes o de lluvia. Muchos pozos tienen filtraciones y suelen liberar suciedad que afecta la salud de las familias”, explica Maximiliano Tolaba, coordinador del campamento de la Cruz Roja. En lo inmediato, la provincia puso en manos del Ejército Argentino la tarea de repartir el agua hasta que se resuelva el largo plazo. “Cuando llegamos no tenían agua y la tomaban del madrejón. Hicimos tinacos y les llevamos agua segura. Ya se van haciendo muchísimos pozos pero nos falta un montón. Hasta que no se hagan, no van a tener la independencia del agua”, cuenta Figueroa Paez. Las familias necesitan el agua para todo: lavar, cocinar, bañarse y para los animales. El agua segura que se les reparten se usa para el consumo humano y la que pueden recolectar de las lluvias y de las vertientes, la utilizan para el riego, para darle a los animales y para lavar.
“Si no tenés caminos, las personas están aisladas. Y en muy pocos casos las rutas son asfaltadas. Nos quedan muchísimos kilómetros por mejorar. A mí me pasó muchas veces de no poder llegar”
VERONICA FIGUEROA PAEZ, MINISTRA DE DESARROLLO SOCIAL DE SALTA

“Las infancias de los chicos son bastante complicadas pero se la rebuscan y nunca pierden esa esencia de niño. Los chicos son como esponjas, y siempre están abiertos a aprender todo lo que nosotros les decimos. Los niños van a ser los que van a sacar estas comunidades adelante, van a generar en sí este cambio rotundo”, agrega Tolaba. En la comunidad La Paloma, en Hickman, hace varias semanas que no tienen agua. Es por eso que los hijos de Gabriela Aparicio no están yendo a la escuela y el día a día se les complica. Los dos más chicos, Eribelberto y Miguela, están desnutridos. Si no tienen para comer, tiran con mate cocido y pan.

Las hijas de Gabriela Aparicio viven en una casa de adobe con sus cinco hermanos y sus papás. Como no hay agua en su comunidad, La Paloma, no están yendo a la escuelaLos pueblos originarios se vieron forzados a modificar su forma de vida: pasaron de ser nómadas a ser sedentarios. “Donde antes recolectaban o cazaban, apareció un alambrado y la propiedad privada. Como ya no podían subsistir del monte, tuvieron que empezar a vivir del asistencialismo y de otro tipo de alimento que les llega empaquetado y enlatado. Todo esto repercute en la salud comunitaria y empezaron a aparecer enfermedades que antes no tenían como la diabetes, la hipertensión y problemas de vesícula”, agrega Ruiz. A la hora de pensar posibles soluciones, Figueroa Paez señala la importancia de ir al territorio, abrazar su cultura y escucharlos. “Cuando se evalúa el impacto de la pandemia, a las personas de las comunidades indígenas ni siquiera se las tiene en cuenta. Ellos tienen saberes que realmente son muy valiosos y no los estamos poniendo en la mesa. Cuando uno toma contacto con una realidad tan profunda como la de las comunidades indígenas que culturalmente son tan distintas, queda claro que hay que construir modelos en conjunto que permitan mejorar su calidad de vida”, concluye la funcionaria.

LAS CIFRAS MÁS PREOCUPANTES DEL NOA
DATOS DE NIÑOS DE 0 A 17 AÑOS 
POBREZA INFANTIL   62 %
INDIGENCIA...16,1 %
DÉFICIT DE COBERTURA DE SALUD....55 %
INSEGURIDAD ALIMENTARIA SEVERA...15 %
DÉFICIT EDUCATIVO ...33 %
DEUDA SOCIAL ARGENTINA DE LA UCA

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IDENTIDAD CULTURAL


El rancho y el mate, imprescindibles en la vida del gaucho
En la literatura y en la música se reflejaron las costumbres de aquellos protagonistas de las pampas
G. M. 

La llanura pampeana
El gaucho, señor de las pampas que recorría montado en su pingo, aparentemente llevaba una vida nómade, porque se lo veía en distintos lugares, casi siempre churrasqueado, mateando o payando al son de su guitarra. Pero todo gaucho tenía en algún lugar que consideraba suyo, un refugio querido: su rancho.
Su rancho levantado aveces con sus propias manos, su rancho que era su hogar, tal vez desde niño y donde ahora, ya hombre vivía con su amada “china” y criaban a sus propios hijos.
El rancho resistía los vendavales y todos los azares de la naturaleza, inteligentemente cobijado, casi siempre bajo el amparo de un frondoso ombú.
Este rancho nunca olvidado figura en todas las obras que su ignato espíritu poético inspiró a la llamada literatura gauchesca.
Qué mejor ejemplo podría citarse que el de nuestro entrañable Martín Fierro. El gaucho que tanto en su vida dichosa como en el infortunio que padeció después, evoca a su rancho como el refugio ideal: .../ “sosegao vivía en mi rancho/ como el pájaro en su nido/ allí mis hijos queridos”... /.../y las aguas serenitas bebe el pingo trago a trago mientras sin ningún alhago pasa uno hasta sin comer por pensar en su mujer, en sus hijos y en su pago... /
También los gauchos uruguayos como el que evoca el poeta Fernán Silva Valdez, Leopoldo Lugones o nuestro Fernández Moreno:.../quien me diera un ranchito / ... así como este /... con un cuaderno / un tintero, una pluma y un gran recuerdo” /...
También nuestros músicos, tanto los cultores de la música clásica como los que difundieron la música popular del tango y la milonga, como los que enriquecieron la música folklórica, evocaron el típico rancho como al auténtico hogar del gaucho.
Quien no ha escuchado con unción o ejecutado al piano “El rancho abandonado” del insigne Alberto Williams o ha tarareado los compases de “esa (morocha argentina” que está en su “amado rancho” según la retratan Vilioldo y Saborido, o ha deseado bailar “la chacarera del rancho” con los hermanos Abalos. Y hasta se ha popularizado como patrimonio espiritual argentino para la humanidad de la provincia de Corrientes, el chamamé festivo de Mario Millián que hizo célebre la fiesta en “el rancho de la cambicha”...

Mano amiga
El mate también estaba en el paisaje gauchesco. Casi no hay rincón de la tierra donde no se puede hallar una mano amiga que extienda a otra la cordialidad de un mate gaucho.
Resulta imprescindible a mi criterio, conocer en su aspecto insuperable por su detallismo, la obra “El Mate” de Amaro Villanueva, que enumera todo lo referente al origen del mate y su constitución y hasta al lenguaje especial que la forma de “cebarlo” origina. Más puede agregarse que en toda nuestra “Región gaucha” (Argentina, Uruguay, Paraguay y Río Grande do Sul) el mate ha sido siempre el vínculo de la amistad más sincera entre nuestros gauchos.
Lo prueba toda la literatura gauchesca desde su mismo origen, cuando en los textos de las distintas obras, los personajes hablan entre sí, se reencuentran después de azares venturosos o desdichados, de lances donde se puso a prueba su valor o su hombría, su honor o su patriotismo. Ya en la primera mención que de nuestro legendario payador Santos Vega hace Bartolomé Mitre, como poeta en “Armonía de La Pampa”, el mate sirve de vínculo amistoso para Santos Vega:... “Y se ven junto al fogón/... saboreando amargo mate...”.
También nuestro mate criollo figura desde los “diálogos patrióticos de Bartolomé Hidalgo: /”... ¡Ah Chano! ... Mientras se calienta el agua y echamos un cimarrón”...
Cuando Ascasubi narra el encuentro de santos Vega con su amigo Rufo Tolosa, éste lo invita a su rancho y el de su amada china: /... Sobresale el agasajo con el cual allí le ofrezco un cimarrón y un churrasco/...
Como argentina y criolla concluyo con mi modesta definición del “Mate”. Calabacita de concordia humana, -agua, yerba y azúcar y bombilla-, -que se recibe con la mano helada -y se devuelve entre las manos tibias...

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WILCOCK DE BIOY CASARES....IMPRESCINDIBLE



El otro diario de Bioy Casares: su retrato del “ávido y desdeñoso” Wilcock
En la senda del anterior “Borges”, sale el lunes el libro que reúne sus notas sobre el escritor J.R. Wilcock; la admiración, el fastidio y una época extinguida
P. G. 

Mar del Plata: Juan Rodolfo Wilcock, en primer plano, detrás, sentados, Angélica Ocampo y José Bianco; al fondo, de pie, Adolfo Bioy Casares, en una foto de Silvina Ocampo

Cuando, hacia 2006, se publicó Borges, esa parte colosal de los diarios de Adolfo Bioy Casares, los lectores locales se dividieron: para algunos era el “peor” libro de Bioy, y peor quería decir “el más miserable”, la prueba de una traición a la confianza; para otros, el diario sobre Borges era la mayor conquista de Bioy, aun superior a sus ficciones, y esto no solamente por su condición de testigo, sino porque, en los puros términos del estilo, nadie podría haberlo escrito como él. Wilcock, que sale el lunes, prolonga la estela del nombre propio en el título y de la ventilación del testimonio de un amigo, Juan Rodolfo Wilcock. Hasta ahí llegan las semejanzas.
Daniel Martino, responsable de esta edición como lo había sido antes de Borges, explica en el prólogo que del examen de sus libretas y apuntes personales que usaba para sus Diarios, sin contar los dictados, ya perdidos, de recuerdos que empezó a hacer a su secretaria, puede concluirse que Bioy tenía la intención de de escribir un libro sobre él. Afirma Martino: “Wilcock es, fuera de Borges, el autor cuyas opiniones han sido registradas con mayor atención y detalle”. Queda confirmado en la anotación del 19 de marzo de 1978 que registra la muerte de Wilcock: “Cuando voy a tomar el desayuno al comedor, Silvina me anuncia la muerte de Johnny Wilcock. Me voy a llorar al baño. Johnny murió en Lubriano, de un infarto, y se lo encontró con actitud de leer un libro sobre el infarto cardíaco. Pienso que debiera escribir mis recuerdos de Johnny.”
Wilcock, el libro, es un montaje de las libretas de Bioy, secciones del ya editado diario Borges, cartas a los padres y a Silvina Ocampo y, por fin, partes de entrevistas, en un arco que va de 1941 (la mención en una carta a Borges) hasta entradas de mediados de la década de 1990 incluidas en De jardines ajenos. Si se lo leía salteado, el Borges perdía trama; esa trama impredecible de los diarios, hechos de lo que trae el día. Los recorridos, los corredores, del Wilcock son en cambio más inciertos.

No es claro cuándo conoció Bioy a Wilcock. En su “Autocronología” consigna que fue en 1945. Pero entre otras pruebas de esta inexactitud bastaría recordar que en El perjurio de la nieve, publicado el año anterior, el personaje de Carlos Oribe era un símil transparente de Wilcock. Ya Bioy había advertido la sensibilidad tardorromántica y la insolencia del desplante. Faltaba más de una década para que Wilcock se fuera a Italia, cambiara idioma, tradujera a Bioy al italiano (en colaboración con su hijo adoptivo Livio Bacchi) y actuara famosamente de Caifás en El Evangelio según san Mateo, de Pasolini, que escribió además elogiosamente sobre La sinagoga de los iconoclastas, uno de los libros italianos de su amigo. Wilcock, todavía en Buenos Aires, había ganado entonces un premio de la SADE y publicado tres libros de poemas; a propósito de uno de ellos, Ensayos de poesía lírica, había dicho Eduardo González Lanuza en el número 132 de la revista Sur que Wilcock “asordina su voz y le confiere la dignidad de huésped de la penumbra”. Causa risa confrontar esa descripción con la conjetura de Bioy en 1956, de vacaciones en Mar del Plata: “Durante la comida reflexiono que uno de los motivos porque Johnny es aborrecido debe de ser la manera de hablar. Habla con voz muy baja, como si estuviera exhausto, como si no tuviera ganas, como si le costara mucho; interrumpiéndose continuamente; con voz doliente, de quejido en sordina”.

En los años 40, Wilcock vivía recluido en su casa de Montes de Oca, tocaba el piano y lo asistía una mujer jocunda y hacendosa, cuyo amor abnegado no podía ser correspondido por el gay Wilcock. Como sea, rápidamente se sumó a las reuniones de los miércoles en la casa de Bioy y Silvina (reuniones de las que el propio Bioy habla con nostalgia cuando dice, en 1954, que se poblaron de “escritorzuelos”). Recordaba en 1986: “¿Cuándo lo descubrirán? Yo lo conocí hace muchísimos años. Era amigo de Silvina. Vino a mi casa y puso un disco de Brahms. Yo lo odiaba y odiaba a Brahms, ahora los quiero a ambos. Con frecuencia los amores me llegan a través del odio. […] Wilcock era para mí la inteligencia hecha hombre… Lloro mucho a Wilcock, así como lloro a Borges”.

Le había dicho 20 años antes en una carta: “¿Todavía te gusta Brahms? Yo, cada vez que lo oigo, te doy las gracias”. Escuchaban la Cuarta sinfonía. Wilcock, el esteta, cuenta Bioy, no toleraba que pusieran ningún disco que no fuera clásico. Nada de jazz, ni de tango. Había sin embrago intrusos consentidos en su torre de marfil, como esos veros irónicos en la “Canción II” de otro libro suyo, Paseo sentimental (1946), en los que trafica el “Cuesta abajo” gardeliano: “Hoy de rodillas imploro/ de aquel pasado que añoro/ los íntimos esplendores/ dónde estarán mis amores…”

Wilcock como Caifás en "El Evangelio según san Mateo", de Pier Paolo Pasolini

“Retrato del ávido, hosco, desdeñoso, incomunicado J. W”, anota Bioy en 1952. La observación perspicaz de Bioy vuelve a ser en estas páginas tan notable como su indiscreción. Aunque nos de vergüenza, debemos agradecerle las dos cosas. Leemos así frases como las siguientes: “Borges es la persona más inteligente que conozco. Wilcock es muy inteligente y muy capaz, pero la vanidad lo desequilibra a veces” (1949); o bien: “Dijo que Moravia comete pocos errores porque el nivel de su literatura era tan grosero que los errores no se advierten.”. Más enfáticamente: “La pederastia ya no se oculta; gallardamente navega con las velas desplegadas”.

Bioy puede no ser menos insoportable que Wilcock, aun en su inteligencia amparada en la humildad. No por nada en una de las entradas aluden a un pasaje de El perjurio de la nieve. Anota en el relato el narrador (A.B.C): “Sentí que Oribe era un monstruo, o que, por lo menos, éramos dos monstruos de escuelas diferentes”.

Bioy estaba impelido a dejar testimonio de ese amigo fuera de serie, pero no ignoraba la dificultad, una dificultad que nacía de su disgusto con él: “Persuado a Johnny de que no se vaya hoy a Buenos Aires. Pienso que ha de pensar que lo quiero mucho y que si leyera este diario me encontraría pérfido o inconsistente. La verdad es que lo estimo bastante, aunque soy un asombrado testigo de sus defectos”. Imagina también un cuento, que no escribe, de dos amigos escritores: “En el mundo el primero es el maestro; en las conversaciones entre ellos, el maestro es el segundo; pero si bien en las conversaciones indiscutiblemente el maestro es el segundo, cuando se trata de escribir libros el primero es el más capaz”.

"Wilcock" (Emecé) de Adolfo Bioy Casares

Hay que reconocer que esa observación perspicaz tenía también por objeto a otras personas. De la escritora austriaca Ingeborg Bachmann dice que es “una rubia hinchada, que por lo bajo sonríe mecánicamente”. El encuentro con Breton en el café de la Place Blanche el 1° de febrero de 1951 es más memorable:

“Breton es un hombre macizo, alto, benévolo, de cara afeitada y demasiado pelo. Tendrá cincuenta, o sesenta, o setenta años. Había otros hombres en trance de peluquería, algunos jóvenes imprecisos, tal vez mecánicos que habían olvidado lavarse, y algunas mujeres, de aspecto prostibular, pero no estimulante”.

En cuanto al Wilcock, la indiscreción de Bioy excede el chisme y ve el drama detrás de la máscara, como ese domingo 10 de diciembre de 1967: “Johnny afanosamente quiere sobrevivir; morir lo menos posible… Atesora todo lo escrito; no solamente las cartas, las notas biográficas y contratapas de cubiertas de libros, aun los borradores de esas producciones y los borradores de los borradores. Acaso deja los materiales de todo lo que sucesivamente él fue, para que nada falte en la hora de reconstituirlo y resucitarlo. Tal vez piensa que por un fragmento de uña que falte quizá no funcione de nuevo el alma”.

Del mismo modo que en Borges cada entrada se iniciaba con la frase “Come en casa Borges” podría en Wilcock empezar, y así pasa varias veces, con “Johnny dice que”. Entonces: “Johnny dice: Que los días se llenan con nada. Que de su día sólo se salva un paseíto que da antes de almorzar: el resto es una porquería. Que siempre que se pregunta por qué no escribió algo, la respuesta es porque estaba durmiendo.”

También, del mismo modo que en Borges, Wilcock es el registro de una época de la cultura de Buenos Aires que se extinguió para siempre. Cuando se fue del país y cambió de idioma, dijo Wilcock que lo hacía porque el castellano “no daba para más”. Esto no lo sabemos, Lo que no daba para más, en todo caso, era Buenos Aires. Wilcock lo sabía y se lo dice a Bioy en el post scriptum a la carta del 28 de septiembre de 1966, desde Velletri: “¿Por qué, por qué en Buenos Aires se devoran todos entre todos? Respuesta: porque no les dan dinero para entretenerse. Es como una guerra civil bajo las cenizas; la humanidad no ya en espera, sino en acción; la vitrina del futuro de los pobres.”

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