martes, 31 de agosto de 2021

LA OPINIÓN DE FRANCISCO OLIVERA


Palabras que el kirchnerismo no quiere ni pronunciar
¿Por qué alguien que define la inflación como “multicausal” silencia una de las principales causas, la emisión? Como en la entrevista de la que Lorenzino se quiso ir, hay términos que vuelven a ser tabú


Francisco Olivera


A Natalio Grinman, presidente de la Cámara de Comercio y moderador del seminario, se le escapó una sonrisa al presentar al jefe del Banco Central. “Tarea difícil si las hay”, definió, mientras le daba pie para hablar anteayer en el Consejo de las Américas, del que participaron por Zoom funcionarios del Gobierno y referentes de la oposición. Miguel Ángel Pesce no esquivó entonces la alusión: sabía exactamente qué asunto esperaban que tratara. “Es imposible que un presidente del Banco Central, y especialmente de la Argentina, y en una exposición de este tipo, no se refiera al tema de la inflación”, aceptó, y le atribuyó al fenómeno una causalidad “múltiple”. Enumeró varias causas: la ausencia de un mercado de capitales, la recomposición de márgenes de las empresas en hasta 80 o 90%, “las consecuencias de la pospandemia” y las alzas en el petróleo y los alimentos.
Pesce excluyó en ese compendio una palabra clave: emisión. ¿La estaba olvidando? ¿No la considera, a pesar de que la base monetaria subió a más del doble durante el gobierno de Alberto Fernández? ¿O la omitía de modo deliberado? La elipsis hace sospechar que será difícil concretar el diálogo con la oposición que, desde Cristina Kirchner hasta Sergio Massa o Martín Guzmán, han empezado a proponer para facilitar el despegue de la Argentina. ¿Por qué alguien que define la inflación como “multicausal” silencia una de las principales causas, la cantidad de dinero, aun si no la cree la única? La pregunta desencadenó especulaciones y críticas entre economistas más ortodoxos que Pesce. Si, como dijo, las empresas subieron los precios para “recomponer márgenes”, ¿con qué dinero se pagaron esas alzas? ¿No debió haber existido necesariamente mayor circulante en la plaza si todos cobraron más caro? ¿Por qué en otros países los precios internacionales explican solo 2% de la inflación, mientras en la Argentina la suba generalizada fue de 30 a 50%? ¿Hay empresarios altruistas en los otros 195 países? ¿No hay en ninguno de ellos monopolios, es decir, el capitalismo resultó en esos destinos un éxito?
Si Pesce dijera de una vez, por ejemplo, que en realidad la prioridad del Gobierno ha sido durante la pandemia sostener la liquidez y la demanda incluso conociendo la consecuencia inflacionaria, tal vez habría mayores posibilidades de entenderse con la oposición. Pero hasta ahora las posturas sobre el problema con los precios parecen muy distantes. Tal vez porque el oficialismo no lo considera tan grave. Guzmán, por lo pronto, habló en el Consejo de las Américas durante casi diez minutos y ni siquiera pronunció la palabra inflación. Y eso que expuso varios temas: la desigualdad, la necesidad de “proteger las capacidades productivas” y el empleo, la sostenibilidad ambiental.
Como en aquella entrevista de la que Hernán Lorenzino se quiso ir en abril de 2013, hay palabras que vuelven a parecer tabú. Justo en momentos en que el electorado empieza a ubicar la inflación entre las principales urgencias. Un reciente sondeo de la Universidad de San Andrés indica que el aumento en los precios encabeza principalmente la lista de preocupaciones de quienes votaron en 2019 a Alberto Fernández. Los votantes de Macri la tienen en cambio en la segunda posición, detrás de la corrupción.
La dimensión de este tabú excede la economía. Gravita, por ejemplo, en la discusión entre el Gobierno y los dirigentes sociales, cada día más demandantes de remuneraciones que la inflación carcome. “No mires más el dólar: empezá a prestarles atención a los movimientos sociales”, resumió a este diario un operador peronista del conurbano. Ese espectro no es uniforme: abarca desde el Partido Obrero hasta el Movimiento Evita, más afín, o el impredecible Juan Grabois, a quien el ministro Juan Zabaleta le ha dedicado ya varias reuniones. Entenderse con ellos será para la Casa Rosada el precio de una calle tranquila. Fracasar, en cambio, pondrá en riesgo uno de los pocos logros de que se jactan los colaboradores del Presidente: “A diferencia de lo que pasó en muchos países, acá no explotó una crisis social”.
En el kirchnerismo han tomado conciencia de la amenaza. Por lo pronto, desconfían de los militantes propios. El sitio La Política On Line reveló esta semana una conversación que en el Movimiento Evita niegan, pero que de todos modos expone una situación tensa y real: el año pasado, en uno de los viajes que hace cada tanto a la Argentina desde España, Mario Firmenich le reprochó a Emilio Persico que, con sus presiones por mayores ingresos para los excluidos, se estuviera convirtiendo en “el Vandor de la pobreza”. Una referencia al sindicalista que se enfrentó con Perón. En la Casa Rosada confían en que la necesidad y, principalmente, la polarización social mantengan las cosas en su lugar: “Al final, todos somos peronistas: podés criticar a Riquelme, pero nunca vas a llegar a hacerte de River”, graficó un funcionario. Pero algunos líderes del Frente de Todos optan por tomar precaución y distancia. No solo el ministro bonaerense Andrés Larroque, que se opuso públicamente a la creación de un “sindicato de pobres”, definición que le valió una pelea con Grabois, sino también Massa, que en el Consejo de las Américas propuso un acuerdo con “todas las fuerzas políticas para salir del esquema de programas sociales al de programas de empleo”. Massa coincide con Larroque y la ortodoxia económica: “La emergencia no se puede transformar en permanente”, repitió anteayer.
Es un desafío porque la Argentina no crece ni genera trabajo privado en términos netos desde hace más de diez años y tiene el salario real en el nivel de 2004, peor que en el peor momento de la era Macri. Un relevamiento de Orlando Ferreres & Asociados indica que la actividad, que había empezado a recuperarse en junio (+2,4%), volvió a retroceder en julio en la variación mensual (-1,8%), pese a que la comparación con julio de 2020, con toda la economía en cuarentena, muestra un aumento del 8,2 %. “Hay recuperación, pero con baches”, advirtió Fausto Spotorno, economista de la consultora.
El Gobierno debe primero ponerse de acuerdo en cómo volver a crecer. Un año después del caso Vicentin, su primer desencuentro con el establishment económico, el Frente de Todos no saldó todavía sus diferencias internas al respecto. La senadora Anabel Fernández Sagasti, autora de aquel proyecto, planteó anteayer ante los empresarios del Consejo de las Américas que seguía prefiriendo la intervención estatal. “Creo que va a ser importante el rol del Estado en la salida de la pandemia, un Estado inteligente que intervenga, por supuesto, en la producción y en el aliento a la producción en cuanto a inversión en infraestructura y aliento a la exportación”, dijo.
Hasta ahora, el único consenso oficialista claro es de carácter electoral. No hubo que deliberar mucho para que todo el Frente de Todos, con Cristina Kirchner en primera fila, respaldara públicamente a Alberto Fernández en medio del escándalo por las visitas a Olivos. Es entendible: en Almirante Brown, un distrito emblema de la tercera sección y donde arrasa en las encuestas, esa foto le hizo perder al Presidente diez puntos de imagen positiva (de 62 a 52) y entre 3 y 4 de intención de voto, según sondeos propios. El apoyo surgió entonces como acto reflejo. Si hay algo que el kirchnerismo ha aprendido en sus cuatro períodos son los perjuicios de ir dividido a una elección. Le falta incorporar lo más difícil: cómo encarar problemas económicos sin agravarlos o consumirse stocks. Son temas que prefiere ignorar. Sus palabras tabú.

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FEUDOS AMORALES....EL MODELO KKKK DE PAÍS


Los descomunales gastos de las legislaturas provinciales
El costo que tienen los parlamentos provinciales por legislador resulta un verdadero escándalo frente al empobrecimiento constante de la población
Aunque las provincias replican el sistema de división de poderes establecido por la Constitución nacional, en no pocos casos se trata de una ficción. Los ejemplos de Formosa y Santiago del Estero son emblemáticos. Su baja calidad institucional hace que, merecidamente, sean calificadas de feudos o autocracias. Pero no menos llamativo y preocupante es el costo que implican algunas legislaturas provinciales. Uno de ellos es la relación respecto del gasto total medido por legislador. Por ejemplo, en Formosa, el presupuesto 2021 de la Legislatura por casi 1400 millones de pesos contrasta con el de Ciencia y Tecnología provincial, que ronda los 46 millones.
Si tomamos el caso de Tucumán, su Legislatura es unicameral y la integran 49 legisladores. Los gastos ascendieron el año pasado a 134,6 millones de pesos anuales por legislador. No es que las dietas puedan ser desmesuradas, pero sí ciertamente lo es la cantidad de empleados de la planta de personal. El presupuesto del poder legislativo tucumano equivalió al 4,5% del presupuesto provincial. Incluso, a pesar de la enorme diferencia económica entre los aportes al PBI nacional, el presupuesto por legislador de Tucumán superó al de las legislaturas de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Otroescandalosocasoeseldechaco, con un presupuesto que ascendió a 102,9 millones de pesos anuales por cada integrante de su Legislatura, sumado a que hay, en promedio, 63 empleados por diputado. Chaco integra con Formosa y Santiago del Estero el grupo de provincias con peores índices sociales del país, dependiendo casi totalmente de recursos nacionales para financiarse. Tucumán gastó en su Legislatura siete veces más que la provincia de Jujuy, mientras que Chaco le asigna cinco veces más. Otra provincia caracterizada por el desorden fiscal y la demora en pagar sueldos a su administración es Chubut, con 77 millones de pesos de presupuesto al año por legislador.
Las tres provincias con los presupuestos más reducidos son las de Mendoza, San Luis y Santiago del Estero. San Luis gasta por legislador poco más de 8 millones de pesos al año y Santiago del Estero 4,5 millones por cada integrante de un órgano que se ha vuelto simple apéndice del Ejecutivo provincial. La Legislatura bicameral mendocina insume un gasto de 18 millones por legislador al año, siete veces menos que Tucumán a pesar de que tiene más legisladores.



El presupuesto de la Legislatura bonaerense en relación con el presupuesto total alcanza el 1%, lo cual no implica que no haya excesos en personal. Las dos cámaras tienen un presupuesto de 17.000 millones de pesos.

Estos datos confirman que el problema no radica ni en la cantidad de legisladores ni en que el sistema sea unicameral o bicameral, pues a los efectos presupuestarios los desbordes en provincias con unicameralidad dejan en evidencia que los extremadamente excesivos gastos son la consecuencia de una dirigencia que ha perdido, más allá del discurso tribunero, su auténtica vocación de servicio asociada a la racionalidad en el gasto.



Es indudable que estos excesos se vinculan con personajes de la política que han encontrado en los presupuestos provinciales una manera de favorecer a familiares y amigos. Los ejemplos de nepotismo prebendario se vuelven más escandalosos en momentos difíciles como los que hoy transitamos, bajo los duros efectos sanitarios y económicos de la pandemia de coronavirus, fruto de numerosos errores del gobierno nacional.
Salvo contadas excepciones, no hubo gestos, ni siquiera simbólicos, de las legislaturas para ayudar a paliar los efectos de la pandemia sobre el sistema de salud, como la aceptación de alguna reducción en las dietas, cuyo ahorro se destine a la adquisición de respiradores o a la compra de vacunas, materializando el espíritu y la vocación de servicio público que debiera primar para desmentir a quienes sostienen que integran una casta que solo defiende sus privilegios, habiendo convertido burdamente a la política en un camino de promoción personal y bienestar para sus familias y allegados.



Lo que ocurre en las provincias es clara consecuencia de la falta de ejemplaridad de los líderes nacionales, que en su afán de impunidad no vacilan en erosionar los pilares institucionales de la república, inmersos en la dilapidación de los recursos de todos cuando no en prácticas corruptas. Las declaraciones de altos funcionarios, incluido el ministro de Economía, en el sentido de que el gasto público no bajará, sino que subirá, nos indica lo que podemos esperar: más presión impositiva.

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IDENTIDAD CULTURAL


Indios y jesuitas ya hablaban de los carpinchos
S. B. 

El carpincho es un mamífero que vive en una geografía húmeda, a orillas de ríos, lagunas, bañados y en esteros flotantes, los llamados embolsados. Son herbívoros: una verdadera máquina de comer pastos tiernos para que no le crezcan sus dientes incisivos. Tienen una cabeza regular, orejas chicas, cuello corto, ojos redondos, con mirada achinada, patas cortas que terminan en tres dedos con uñas. Son animales pesados que pueden llegar a los 60 o 70 kilos y medir un metro. Su nombre, hydrochaeris, significa “puerco de agua”. los viajeros los mencionaban como: “puercos marinos, llamados capiguá, capibaras o carpinchos cuyo nombre deriva de una especie de yerba (caá) que comen en tierra… se los domestica rápidamente como lo probé con dos…”, escribió el padre cattáneo de la reducción de Santa María de las Misiones del Uruguay en julio de 1730
El jesuita Florian Paucke dejó registros de su paso por la reducción de San Javier en Santa Fe, (1752), donde estaban los indios mocovíes “… los carpinchos en guaraní se denominan capiguará, en lengua mocoví, nopuciaga, y en abipona etapenga. …, no les gusta alejarse mucho de la orilla… donde se zambullen en caso de ser perseguido, sea por la gente, sea por los tigres (yaguareté)…. los indios comen con agrado su carne. Su grasa tiene olor y sabor a aceite de linaza… me regalaban la piel de la barriga y el cuello en derredor del pescuezo junto con carne y grasa por ser lo mejor para comer… tenían siempre una gran alegría cuando mataban un “puerco marino” y acompañaban esto con una gritería jubilosa... los lechones son más sabrosos porque todavía no tiene un sabor aceitoso… utilizan los cueros para sus canastos. asan la carne junto a la piel…. la maceraban con vinagre para que pierdan ese gusto repugnante… el tocino es de dos dedos de grasa”.
Para cazarlos, escribió Paucke, “le arrojan el dardo cuando sacan la cabeza del agua y seguro que le aciertan. El dardo no se desprende hay que sacárselo a tajos, nadan con ellos presos a la orilla y lo terminan matando…12 indios pueden devorar en una noche 43 carpinchos…”
Germán Burmsmeister, eminente naturalista alemán, contó que en la gran creciente del paraná, en febrero de 1858, vio pasar a carpinchos refugiados en camalotes o islas flotantes. “la carne es comestible y el cuero se aprovecha para correas y sobrepuestos”, escribió.
Según el indio toba Clemente López: “el carpincho tiene una carne muy sabrosa, siempre que previamente se le retire la catinga” (olor muy fuerte y desagradable), también, recordó “aprovechamos el cuerito equivalente a la palma de las manos con el cual fabricamos collares muy indicados para suavizar los efectos de los resfríos fuertes o gripes”.
Otro observador, cuenta que salían a cazar carpinchos, a“l interne ar ”,… cuando salían de noche a comer, “siempre que el viento estaba en contra, porque tienen mucho olfato y desaparecen rápidamente en el agua. Por sus excrementos frescos, que son como una aceituna, sabíamos que andaban por ahí”. Y relata: “para cazarlo poníamos en la entrada de las sendas o subideros, por donde entran y salen a sus nidos, un cable que al pasar le enlazaba el cuello. Duermen en lugares inaccesibles, sobre nidos de totora, resaca de follaje, juncos que ellos hacen sobre los pantanos…es un colchón de casi un metro, que puede aguantar el peso de una persona. ahí tienen sus crías, que pueden ser de seis a ocho. cuando se lo cría de guachito es muy dócil y defiende mucho la casa”.

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ESTRENOS DE LA SEMANA 1


Terror con mensaje sin sutilezas
CANDYMAN
M. F. M.
(candyman (ee.uu. / 2021). Dirección: Nia Dacosta. guión: Jordan Peele, Win Rosenfeld, Dacosta. elenco: Yahya Abdul-mateen II, Teyonah Parris, Colman Domingo. Duración: 91 minutos. calificación: Apta para mayores de 16 años. Distribuidora: UIP.
El terror, en términos de género narrativo, sirve como una estructura sobre la cual construir historias fantásticas en torno a temas reales, siendo el duelo y la violencia algunos de los más recurrentes. Asustar no es el objetivo, sino el medio para generar un efecto catártico y, en el mejor de los casos, iluminar algunos aspectos de la experiencia humana. Jordan Peele lo hizo en ¡Huye! y Nosotros, películas de terror que hablan sobre la historia de violencia contra los afroamericanos. Esa misma intención está presente en Candyman, cuyo guión fue escrito por Peele, Win Rosenfeld y la directora Nia Dacosta. Pero en esta secuela del film de 1992, el mensaje está escrito en letra mayúscula, presente en cada diálogo y cada plano.
La insistencia en dejar claro cuál es el verdadero terror que enfrentan los afroamericanos sugiere desconfianza en la capacidad del espectador para interpretar distintos niveles de sentido. En una escena, un personaje critica la obra del protagonista porque es muy literal la relación entre la violencia simbólica y la real. El comentario podría aplicarse a Candyman, implicando la intencionalidad del subrayado. Tal vez, los guionistas y la directora crean que en el contexto actual la sutileza es una pérdida de tiempo.
La obviedad le quita filo a un film repleto de ideas visuales, en el que Dacosta demuestra talento para generar imágenes poderosas: combinaciones seductoras de belleza y tragedia, como las secuencias que utilizan figuras negras recortadas sobre una pared blanca, que evocan la obra de Kara Walker, dedicada a explorar los mismos temas que el film.


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Un valioso documento cultural
CORTÁZAR & ANTIN: CARTAS ILUMINADAS
A. C. M.

(Argentina/2020). Dirección: Cinthia Rajschmir. guión: Cinthia Rajschmir y Alejandra Marino. Fotografía: Pedro Romero. Montaje: Liliana Nadal. Música: Horacio Straiger. Duración: 66 minutos.



En los intensos años de la década del 60 el cineasta Manuel Antin conoció al afamado escritor Julio Cortázar. De este encuentro nacería una larga amistad que se transformaría en cartas y cintas grabadas, ya que el primero realizó sus primeros film en su país de origen, mientras que el autor de Rayuela estuvo mucho tiempo alejado de la Argentina.
Muy pronto Antin se sintió atraído por la literatura de ese hombre y en 1961 adaptó para la pantalla grande su obra La cifra impar y un año después rodó Los venerables todos, ambos films en que los recuerdos de sus héroes se agolpan en el presente para aclarar o confundir el pasado.
De aquella constante amistad epistolar entre Julio Cortázar y Manuel Antin nacería, en sociedad, el guión de Circe, pero no terminaría aquí ese trabajo a dúo. Antín filmó, en 1964, otra de sus novelas: Intimidad de los parques.
La directora Cinthia Rajschmir logró, con tan rico material, componer un documental cálido y sincero que explica el difícil vínculo entre la literatura y el cine. Varias personalidades que tuvieron que ver con esa amistad y con sus películas, entre ellas Ponchi Morpugo. Ricardo Aronovich, Graciela Borges y Dora Baret, recuerdan aquellos días de rodaje, en tanto fragmentos de esas películas desfilan por la pantalla como homenaje a esos dos íconos del séptimo arte y de las letras.

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Ambiente recargado de tensión
CÓMO MUEREN LAS REINAS
A. L.
(Argentina, 2021). Dirección: Lucas Turturro. guion: Constanza Boquet. Fotografía: Nicolas Trovato. edición: Sebastián Schjaer. Música: Sebastián Escofet. elenco: Malena Filmus, Lola Abradles, Franco Rizzaro, Umbra Colombo. Distribución: Aleph Cine. Duración: 83 minutos. 
En la superficie, el gran tema de Cómo mueren las reinas parece ser la sexualidad, sus vericuetos y zigzagueos, manifestados con particular intensidad en un ambiente cerrado en el que dos jóvenes viven con una tía cuya inestabilidad emocional no colabora para aflojar las tensiones que vibran allí todo el tiempo. Pero el debut de Lucas Turturro es más que eso: también entran en juego los fantasmas del pasado –el recuerdo intermitente del fatal accidente que sufrieron los padres de las chicas, que titila como un flash inquietante en la memoria de Mara (Malena Filmus, impecable)–, una relación sentimental en crisis que dos adultos tampoco pueden terminar de resolver y sobre todo la llegada de un primo que se convierte en el epicentro del deseo furtivo de estas hermanas que pasan de la complicidad a la competencia cada vez menos velada.
La película registra muy bien ese clima recargado de sugestión en el que cada personaje va tejiendo sus propias estrategias para la supervivencia, en un contexto donde el factor común parece ser la insatisfacción.
Como telón de fondo, el mundo de la apicultura, con cuyo funcionamiento reglado la trama también establece algún vínculo, pero sin forzar las alegorías más obvias. Turturro exhibe un notable dominio de la puesta en escena, máxime si se tiene en cuenta que es su primer largometraje, y el excelente trabajo de fotografía de Nicolás Trovato potencia la eficacia del film.

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UNA ENORME ALEGRÍA...PARTE DE BUENOS AIRES Y DE NUESTRA VIDA


La Giralda
Un nuevo round para el Bar Notable de la calle Corrientes
S. A. R. 
Así se ve actualmente este Bar Notable de la ciudad de Buenos Aires que estaba cerrado desde 2018 y reabrió el último miércoles

La Giralda ha sido testigo o, mejor dicho escenario, de un mundo que ya no existe. Notable café porteño, se hizo célebre –de ello no hay dudas– por sus famosos churros con chocolate, pero aun más por haber sido unos de esos reductos que, abiertos las 24 horas, de día era lugar de refugio de oficinistas, abogados de Tribunales y transeúntes, mientras que de noche constituía una de las tantas paradas obligadas para la bohemia que fluía por avenida Corrientes, cuando el microcentro era el epicentro de la vida cultural de la ciudad.
La nueva La Giralda, la que reabrió sus puertas el miércoles pasado a las 7 de la mañana, seguirá ofreciendo su chocolate bajo la fórmula original (mix de las marcas Colonial y Fénix), también con churros y, al menos los fines de semana–cuando las restricciones horaria sala gastronomía sean levantadas–, funcionará las 24 horas. Pero la ciudad ya no es la misma. Y no solo porque el combo COVID-ASPODISPO-DNU haya minado la vida nocturna ni porque el home office hizo innecesarias las antaño superpobladas oficinas del microcentro. Hoy la ciudad tiene múltiples polos gastronómicos y la vida cultural (la de cines, teatros y librerías) ya no gira solo en torno a la avenida Corrientes.
“Tenemos la gran expectativa de que los antiguos clientes de La Giralda puedan visitarla y sentirse en su lugar, queremos que los que no vinieron la conozcan”, dice colmado de optimismo ciego Nicolás Marques, que junto a su socio Gabriel García –ambos empresarios gastronómicos dueños de la clásica confitería La Ópera, de Corrientes y Callao– se encuentran detrás de la reapertura de La Giralda, establecimiento que había cerrado sus puertas a fines de 2018 tras serios problemas financieros.
Quizás no sea solo optimismo. Aunque muchos locales del barrio bajaron sus persianas durante la cuarentena y el trajín de las oficinas nunca volvió, sus famosas pizzerías –Las Cuartetas, Güerrín y El Palacio de la Pizza, por citar tres– siguen en pie (incluso el mismo miércoles en que reabrió La Giralda, a unas pocas cuadras quedó inaugurado el primer local de la cadena de pizzerías norteamericana Sbarro), los hoteles de lujo como el Four Seasons retoman de a poco sus actividades e infraestructura no falta como para que, en algún momento, la avenida Corrientes retome su esplendor.
De ser así, el chocolate con churros de La Giralda espera a eventuales multitudes de visitantes. Como ocurrió el miércoles, cuando por momentos había cola para entrar.
De calle a avenida
Destacada dentro de la lista que reconoce a los Bares Notables de la Ciudad de Buenos Aires, La Giralda comenzó su vida como una sencilla lechería. Corre 1930 y en el número 1453 de Corrientes, el andaluz Francisco Garrido abre por primera vez una lechería que funciona en la planta baja del edificio de cinco pisos con cúpula diseñado por el arquitecto Carlos Nordmann. La llama La Giralda en homenaje a la torre campanario de la catedral de Santa María de la Sede, en Sevilla, España.
 Por aquel entonces Corrientes era una calle angosta; recién en 1931 habría de comenzar el ensanche que culminaría en 1936, mismo año en que se emplazó el Obelisco.
Pero La Giralda recién se transformó en café en 1951, cuando la adquirió Antonio Nodrid y decidió mantener los churros y el chocolate bajo la receta de Garrido pero dándole nueva vida a un local que sumaría, de ahí en más, una intensa vida nocturna: esas 24 horas siempre abierto, algo propio en “la calle que nunca duerme”. En sus mesas se sentaron personajes de la cultura popular como Mercedes Sosa o Leonardo Favio, pero también presidentes, desde Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi hasta Raúl Alfonsín. Y, por sobre todo, una multitud de personas anónimas que adoptaron a La Giralda como lugar de encuentro.
Ya entonces su puerta de doble hoja en una fachada con revestimientos de roble y paños de vidrio esmerilado estilo art déco daba paso al salón en el que, sobre la izquierda, dominaba una amplia barra de madera. Piso de granito y, como corresponde a una lechería, paredes cubiertas de azulejos blancos abajo. En el medio, una típica boiserie de madera con espejos y más arriba los muros color beige. Mesas con tapas de mármol blanco (algunas para una sola persona, como es clásico en el microcentro) y las sillas de madera habituales de un bar porteño invitaban a los visitantes a sentarse. Así podemos describir la postal de La Giralda. La histórica.
La que abrió el miércoles pasado viene con cambios fáciles de reconocer. La remodelación fue encargada al estudio Pereiro-Cerrotti & Asociados, el mismo detrás de la restauración de la confitería La Ideal y otros lugares clásicos de Buenos Aires, como El Club Español, El petit Colón y el Museo del Jamón, entre otros.
“Encontramos el lugar en muy mal estado, hasta tuvimos que volver a hacer las lozas de los pisos –contó el arquitecto Gustavo Cerrotti–. Buscamos recrear el emblemático bar, estudiamos la tradición oral y rescatamos todo lo que pudimos rescatar. Todo fue muy cuidado, hasta los apliques y artefactos colgantes fueron creados especialmente con una clara inspiración art déco”.
Quienes se acercaron a (re)conocerla notaron las diferencias: los azulejos en las paredes se reemplazaron por mármol, aunque sí se mantiene la boiserie ahora restaurada. El cartel de neón que dominaba el fondo de local con la leyenda “Chocolates con churros, submarino, sándwiches, Toddy” ahora solo anuncia “Chocolates con churros”. Ese vestigio de un tiempo sin celular, el icónico teléfono público azul, ha sido descolgado de la pared y pasado a retiro... Ahora La Giralda tiene wifi (¡y funciona muy bien!).
“Entre los relatos que pudimos rescatar del olvido figuraba un mural sobre la pared del fondo del salón que con motivo de La Giralda estaba en el antiguo bar. Rendimos homenaje a esta historia colocando en esa posición una gran Giralda fabricada con la técnica de Tiffany que, iluminada por detrás, termina de enmarcar el largo salón.”

Tradicional y sofisticado
Un aspecto en el que La Giralda ha dado un salto de calidad es en su oferta gastronómica, ya que quienes han adquirido el café son –por suerte– empresarios de ese rubro con experiencia. Sin perder al chocolate con churros como principal atractivo (el combo de una taza con 3 churros sale 550 pesos), la nueva administración suma una carta más amplia para el almuerzo y la cena diseñada por el chef Miguel Barbona. Y –aspecto crucial– incorpora una cocina en el local, que antes solo contaba con una carlitera, una planchita para hacer lomitos y dos enclenques anafes eléctricos. Ahora todos los platos se elaboran allí, a excepción de las medialunas, que son de La Mantequería.
“La Giralda no debe perder el chocolate con churros, que hace a nuestra identidad –afirma Marques–. Sumado a eso vamos a tener un menú donde se podrá probar desde un lomo al malbec con papines asados, panceta, champignones y cebolla caramelizada hasta una bondiola braseada con puré de batatas con tofi y barbacoa”, cuenta Marques.
Incluso hay opciones vegetarianas, algo que la antigua La Giralda seguramente no estaba dispuesta a tolerar.
En sus mesas se sentaron Leonardo Favio, Mercedes Sosa y Raúl Alfonsín
La remodelación fue encargada al mismo estudio que restauró la confitería La Ideal

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