viernes, 31 de enero de 2020

ARTE, ESTADÍSTICAS Y MUCHO DINERO


El enigma detrás del Van Gogh que salió de la Argentina
Según un informe de Indec, "El zuavo" fue exportado con un valor de 300 millones de dólares
El enigma se reveló. La pintura de Van Gogh exportada por un valor estimado en 300 millones de dólares que hizo disparar el rubro de arte y antigüedades en el informe del INDEC para noviembre de 2019 se llama El zuavo y, pese al hermetismo total alrededor de esta pieza, se pudo determinar en base al cruce de datos fehacientes del coleccionismo argentino que estuvo en la colección Blaquier desde los años 70.
Durante el breve y tormentoso período en el que trabajó junto a Gauguin en el sur de Francia, Vincent Van Gogh pintó al soldado Milliet, tropa del regimiento de infantería al que se conocía como zuavo desde 1830. La pintura, óleo sobre tela de 80,6 por 64,8 cm, está fechada en 1888. Para mediados de los '60 pertenecía a la notoria colección de Albert D. Lasker, un publicista texano devenido filántropo, y llegó a Buenos Aires en 1968 como parte de la muestra "De Cezanne a Miró" que patrocinaba el MoMA de New York. Días atrás, se difundió un informe del INDEC que ponía al rubro "Pinturas y dibujos, hechos totalmente a mano" al tope de las exportaciones en el mes de noviembre de 2019 con una facturación insólita de 484.202.497 dólares. Se supo entonces que semejante cifra surgía de la exportación de dos Nymphéas de Monet (unos 100 millones de dólares) y de un Van Gogh en 300 millones a Luxemburgo y Estados Unidos. Una fuente inobjetable relacionada con el coleccionismo argentino reveló que el misterioso Van Gogh era el mismo que se había exhibido en Bellas Artes en el 68 y aportó también varias pistas para llegar a determinar la procedencia de la obra. El Van Gogh, uno de los muy pocos que han estado en colecciones argentinas durante el siglo XX, integraba un conjunto que sobresalía por sus dos mil piezas de platería francesa.

En el segundo volumen del libro Coleccionismo de Arte en Buenos Aires 1924-1942, el historiador Marcelo Pacheco (ex director del Malba) repasa la peripecia de Sarah Wilkinson y José Santamarina, un romance objetado con una rica colección detrás.
En la página 257 cuenta: "En Wilkinson-Santamarina el mayor interés circuló en las elecciones del mobiliario, la tapicería, el arte oriental y la platería francesa del XVII. Varias piezas elegidas por Sarah Wilkinson, pasaron luego a formar parte de la colección de Nelly Arrieta de Blaquier que armó, desde los años 50, uno de los conjuntos más importantes de platería francesa del 700, que hay en el mundo". Esta misma fuente agregó que El zuavo pertenecía a una familia muy tradicional por ambas partes con cinco herederos. Todo llevaba a la valiosa colección Blaquier que, formada entre los años 60 y 70, ha permanecido cerrada por casi cinco décadas. La exportación no significa necesariamente su venta en el mercado privado, pero tampoco puede asegurarse que al día de hoy siga teniendo el mismo dueño.
Según esta misma fuente, la tasación de ese Van Gogh no es en absoluto exagerada. "Es una obra muy valiosa, en términos simbólicos podría decirse que está apenas por debajo de Los Girasoles". Hay dos versiones de El zuavo, pero la que fue exportada desde Buenos Aires es la más valiosa. La otra es una acuarela (también pintada en Arlés en 1888) que lleva el mismo nombre y forma parte de la colección del Metropolitan Museum de la Gran Manzana. Tras su exhibición en la muestra "De Cezanne a Miró" (que itineró por New York, Santiago de Chile y Caracas), El zuavo pasó al mercado internacional y en los primeros 70 habría sido adquirido para los Blaquier a través de los oficios de una galería inglesa que abastecía de impresionismo y pos impresionismo a la colección argentina formada por Carlos Pedro Blaquier, Nelly Arrieta y sus cinco hijos.Se  contactó a Claudio Stamato, secretario personal de Carlos Pedro Blaquier, para conocer la versión de la familia, pero solo pudo dar certezas sobre la sección latinoamericana de la colección donde "no hubo ningún cambio". De la parte internacional manifestó no tener conocimiento y dijo que es manejada bajo un estricto protocolo familiar. Ignacio Duelo, encargado de la comunicación de la empresa Ledesma, se excusó por desconocer el caso. Al cierre de esta edición,No se no consiguió acceder directamente al testimonio de los herederos.
El paso por el Bellas Artes
El zuavo se reproduce en blanco y negro en la página 14 del catálogo de la muestra "De Cezanne a Miró", disponible en la biblioteca del Museo de Bellas Artes. Allí, el "director de la exhibición" (hoy diríamos curador) Monroe Wheeler citaba a Van Gogh, que quería pintar "hombres y mujeres con ese algo de lo eterno que simbolizó una vez la aureola y que nosotros tratamos de lograr con la sola iridiscencia y vibración de nuestro colorido". La obra de Van Gogh se exhibió aquí entre cincuenta piezas calidad museo que formaban parte de la colección del MoMA, el Guggenheim y colecciones privadas como las de Nelson Rockefeller, Lasker, Samuel Marx y los Burton.
Pintado en 1888, el cuadro se vio en la Argentina en la década de 1960
La lista de obras y artistas quita el aliento: un dream team del impresionismo y pos impresionismo francés, cinco Picasso, Malevich, Mondrian, De Chirico, Magritte, Modigliani y un inabarcable etcétera. "De Cezanne a Miró" fue lo que se dice un blockbuster, tal como lo indica una noticia breve publicada en este diario el 5 de junio de 1968, donde se anuncia que, en el día de cierre de la muestra, Bellas Artes permanecería abierto hasta la medianoche
Van Gogh se vio en Buenos Aires por primera vez en una muestra de la galería Georges Petit de París, que se hizo en Witcomb a principios del siglo XX. Luego, en 1926, en la Asociación Amigos del Arte, en el marco de una muestra de impresionismo. En 1934, Bellas Artes adquirió Le Moulin de la Galette a través de la galería Müller. En su trabajo, Marcelo Pacheco señala que hubo muy pocos en las colecciones tradicionales argentinas. Los Santamarina, por caso, incorporaron uno en la década del 30.
En su momento, el mismo Van Gogh consideró a la obra El zuavo como "fea y poco exitosa". Ahora, este retrato del soldado movió la aguja para que el rubro artes y antigüedades supere en facturación a otros más usuales como maíz en grano, porotos de soja, carne bovina y aceite de soja en bruto. Se sabe, el arte es alimento espiritual.
Récords de subastas
El precio de El zuavo no surgió de una subasta pública sino de su valor de exportación. Para darse una idea de la cotización de este tipo de obras vale repasar los precios más altos surgidos en subastas públicas. La pintura más cara, Salvator Mundi, de Leonardo Da Vinci, salió en 450 millones de dólares y tiene el récord histórico en un remate de arte. En el top five también están Las damas de Argel, de Picasso (179 millones), dos Modiglianis (de 170 y 157 millones) y Tres estudios de Lucian Freud, de Bacon (142 millones). Con Giacometti, Munch, Picasso, Monet y Basquiat sigue la lista.

F. G.

MAR DEL PLATA TIENE UNA HISTORIA ...O VARIAS


Mar del Plata. El sueño de una sociedad igualitaria
Mujeres de veraneo en la década del 60; más allá, una vista de la Bristol
" Mar del Plata es el espejo de la democracia social de la Argentina", dice J
uan Carlos Torre, coautor, junto con Elisa Pastoriza, de Mar del Plata. Un sueño de los argentinos (Edhasa). En esa frase se cifra el espíritu del libro, que recorre el itinerario de la villa balnearia construida a fines del siglo XIX: desde el solar veraniego de las clases altas hasta la capital del turismo de masas en la que se convierte en las décadas de 1950 y 1960.
 "¿Qué se puede decir de la Argentina del siglo XX? Que convirtió el desierto en una pradera fértil y que comenzó a exportar alimentos al mundo. Que es el país de América Latina que recibió la mayor cantidad de inmigrantes europeos. Que es una sociedad atravesada por un impulso igualitario y que, a diferencia de otros países del continente, hay una demanda permanente por una relación menos jerárquica y más horizontal. Que, a pesar de una historia política pautada por accidentes, avances y retrocesos, como telón de fondo se mantiene la apertura social sostenida por una creencia según la cual nadie en la Argentina es, por nacimiento, inferior a otro. Mar del Plata, en ese sentido, es un caso paradigmático: creada como la villa balnearia de la oligarquía o de las clases altas, fue puesta bajo asedio por ese impulso igualitario muy rápidamente", agrega Torre, sociólogo, profesor emérito de la Universidad Torcuato di Tella.

La evolución del balneario refleja las transformaciones sociales del país. "Esos cambios se dan muy tempranamente. Se suele asociar este proceso al peronismo; el peronismo profundiza y magnifica esa transformación, pero en 1910 ya se ve que esa elite se está preguntando: ?¿Y quiénes son estos?'", aclara Pastoriza, historiadora, profesora emérita de la Universidad Nacional de Mar del Plata y residente en la ciudad balnearia desde los años 70.

El libro, deliciosamente escrito y rigurosamente documentado (con fotos, afiches publicitarios e imágenes) profundiza un artículo que Pastoriza y Torre publicaron hace más de 20 años en la colección Historia de la vida privada en Argentina, compilado por Fernando Devoto y Marta Madero, en el que advertían que la trayectoria de Mar del Plata podía ser leída como una metáfora de la dinámica de la sociedad argentina. "Encuadraba perfectamente en esta idea de un impulso igualitario y de una movilización en pos de un sueño, que era estar ahí, conocer aquello que, en un principio, había pertenecido o había sido creado por otras clases", sostiene Pastoriza.
El Torreón del Monje, en una imagen de 1928
La recreación compartida
"Así como la capital, Buenos Aires, es una suerte de faro de la modernidad, Mar del Plata es faro de la recreación compartida, la idea de que hay un solo lugar", dice Torre, y señala la diferencia con otros países en los que los lugares de ocio, recreación y descanso se encuentran segmentados por clases sociales. Los 25 km de costa contenían a todos "bajo el mismo cielo y el mismo mar", dirán los autores en el libro.
Mar del Plata. Un sueño de los argentinos recorre diversas etapas: su creación, a fines del siglo XIX, a imagen y semejanza de balnearios franceses en los que veraneaban los sectores altos argentinos; el período a cargo de la gestión socialista; los años del gobernador de facto, Manuel Fresco; los años peronistas, con la creación del turismo social y los hoteles sindicales, hasta los años 60 y 70, el período en el que este "experimento social" tiene dos deserciones: los jóvenes migran a Villa Gesell y los pudientes, a Punta del Este.
Pastoriza evoca las figuras fundadoras del balneario, la llegada del ferrocarril en 1886 y, a los dos años, la inauguración del Bristol Hotel. "Una cosa interesante de esta primera etapa es la velocidad del proceso y, también, el valor terapéutico que le otorgan al agua de mar. La idea de lo terapéutico duró poquísimo y Mar del Plata -el Bristol, las ramblas, las explanadas y los bailes- rápidamente se convierte en una escuela de sociabilidad, una escuela mundana, una forma de ?civilizar' a esa clase social que estaba en formación y que había tenido un enriquecimiento muy rápido".

Para los autores, el modelo de balneario que se importa de las experiencias cosmopolitas de los sectores altos europeos tiene, en la Argentina, tres pilares: el gran hotel, el casino y el balneario. "Muy rápidamente va ser un éxito, porque veranear en Mar del Plata se convirtió en una obligación social de la gente rica, que comienza a construir sus grandes residencias", dice Torre.
El edificio Normandie en Playa Grande, en una foto de 1940
La pujanza económica de la Argentina de 1910 traería aparejados cambios sociales y daría comienzo lo que los autores llaman "la marcha sobre Mar del Plata". Los testimonios de la década del 10 y el 20 refieren, cuenta Torre, a "los nuevos veraneantes que hacen caso omiso de la elegancia de las altas clases y van allí a disfrutar de ese balneario donde se había fabricado una feria de vanidades, donde competían por la mejor residencia, por pasear con las mejores ropas y por las apuestas en el casino. Al casino se iba a hacer ostentación de dinero, no a ganar".

Testimonios de cronistas de 1915 y 1917 arriesgan una frase: "Esto se está democratizando demasiado". Cambiará también el paisaje social de la rambla, el emblemático espacio público de Mar del Plata.
Otro hito en la radiografía de la ciudad será la gestión socialista del municipio en 1920 y sus políticas públicas de promoción del balneario como un lugar para todos. "Aquello que hasta ese momento era producto de las fuerzas espontáneas de la sociedad y sectores medios que quieren participar del balneario, ahora va a recibir un espaldarazo", afirma Torre. "Aparecen políticas que tienden a promover viajes más baratos, rebajas de tarifas, acuerdos con hoteles", detalla Pastoriza.

Éxodo al sur
Asediados por los nuevos contingentes, la elite fundadora de Mar del Plata irá abandonando Playa Bristol, su ámbito natural, y comenzará su éxodo hacia el sur. Una de las figuras del éxodo es Marcelo Torcuato de Alvear, que se va hacia lo que más tarde será Playa Grande. A comienzos de los años 30 la presencia de esos nuevos veraneantes va a ser tan ostensible y la marea humana va a empujar de tal manera que la elite comienza a caminar. Ahí tenemos un antiguo veraneante entrevistado por la revista El Hogar: "Me acuerdo que entramos al hotel Bristol, íbamos al comedor y cada mesa era como un palco de la vieja ópera -dice-. Ahora cuando me atrevo a caminar por la rambla estoy en otro país, no reconozco ese paisaje".

A pesar de la regresión política de los años 30, Mar del Plata seguirá abriéndose a nuevos veraneantes. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco, potenciará una monumental transformación poniendo en marcha tres proyectos: la pavimentación de la ruta Dolores-Mar del Plata, el complejo de Playa Grande y el nuevo núcleo que es el Hotel Provincial y el Casino. "Fresco va al encuentro de esta Mar del Plata cada vez más abierta y crea el escenario permanente del balneario de masas cuando borra de un plumazo ese emblema de la vieja Mar del Plata, que era la rambla Bristol, la rambla afrancesada, y coloca allí los edificios gemelos del Hotel Provincial y el Casino, hechos por Alejandro Bustillo. Eso le da esa impronta de gran ciudad", dice Torre. "Una cosa que tiene la Argentina es que no ha sabido crecer conservando el patrimonio, algo que yo he visto paseando por balnearios de la costa francesa. Este es un país que crece con una fe en el futuro tan formidable que quiere caminar ligero sin el peso muerto de lo que ha hecho antes. La modernidad aquí es arrasadora y lo que se hace en Mar del Plata es un ligero ejemplo de esa voluntad demiúrgica de reinventar todo".

La ampliación de Mar del Plata recorrerá, transversalmente, todas las gestiones: la socialista, la conservadora y, luego, la peronista. "Esto está en todos los partidos políticos, también los conservadores, porque ellos eran hoteleros, tenían empresas de la construcción, o sea que ese crecimiento de Mar del Plata los favorecía", dice Pastoriza. Los autores explican cómo la expansión de la villa balnearia se sostuvo a lo largo de la historia a pesar de los tumbos políticos y económicos, el golpe del 30, el golpe del 55 y la proscripción del peronismo, hasta llegar a la década del 60 y recibir a dos millones de veraneantes.
Folletos de los boletos combinados entre Ferrocarril del Sud y la Asociación de Hoteleros

Loa años del peronismo
Aunque en 1946 el peronismo encontró una ciudad ya consolidada, promovió una ampliación del acceso al balneario a través de políticas del turismo social, la proliferación de hoteles sindicales y la construcción de Chapadmalal. "Durante el gobierno de Mercante comenzaron a estimular esto de las vacaciones. Al principio nadie se anotaba porque no sabían cómo vestirse, no sabían cómo se vivía en un hotel. Los trabajadores era tímidos. Entonces hubo un proceso, podríamos decir, de construcción del turista obrero", grafica la historiadora. Para Torre, la construcción del turista obrero fue parte de la ampliación de la frontera de lo que era posible en el universo del mundo del trabajo: "Usted puede, dice Perón, a la manera de Obama. Pero eso requiere todo un trabajo de persuasión. Esa operación hace verosímil la consigna de esos años (?Mar del Plata como ejemplo de la democracia social argentina'), que domina la retórica oficial. La gracia del peronismo será crear una expectativa donde no existía.
 Para muchos trabajadores, la palabra vacaciones no formaba parte del menú de sus entusiasmos. Antes estaba tener una casa propia, tener los hijos en la escuela. Perón logra suscitar la expectativa de las vacaciones, que después se vuelve incontenible".
Además de los sectores bajos, el peronismo se ocupará de los sectores medios con la sanción de la ley de propiedad horizontal. "Ahí hay este retoque urbano que es la demolición de las viejas residencias. En ese sentido, es muy importante la avenida Colón. Era una avenida poblada de esas residencias, donde se empiezan a construir edificios de departamentos que representan ese 
sueño de los argentinos de tener una vivienda en Mar del Plata", apunta Torre.
La investigación llega hasta los años 60, el apogeo de la ciudad de masas y el momento en el que Mar del Plata sufre dos deserciones. "En la década del 60 surge la juventud y para ella, en ese momento, Mar del Plata no es un lugar acogedor. Hay una cantidad de evidencias que muestran las dificultades que tienen los jóvenes: los pelilargos son objeto de persecución. Por eso migran a Villa Gesell. Por otra parte, en su apogeo, Mar del Plata deja de ofrecer esa exclusividad que uno asocia a tener mucho dinero. Sobre todo, nuevo dinero. El viejo dinero está en el Ocean, el Golf, las casas en Los Troncos, pero el nuevo dinero de 1960 no quiere estar ahí, sino en otro lugar más fantástico, y ese es Punta del Este", señala Torre.
¿Qué fue del impulso igualitario que refleja la historia de Mar del Plata y que movilizó a varias generaciones? ¿Qué queda hoy de ese proyecto social que fue excepcional? La pregunta sobre lo que la Argentina pudo haber sido y no fue se impone.
Ayer y hoy
"¿Si este podría haber sido otro país y no fue? No tengo idea -dice Torre-. El sueño de los argentinos se reveló extraordinario. Y cuando son extraordinarios, los sueños están condenados a sufrir los embates del tiempo. La idea de contener en un mismo espacio a todos los sectores, con sus diferencias, era extraordinaria, pero a una escala que ya no podía ser replicada, porque las sociedades se vuelven cada vez más complejas y más heterogéneas".

El fin de ese sueño se da a comienzos de los 70, afirma Torre. "La idea del experimento social extraordinario comienza a sufrir los embates de una sociedad que sigue transformándose en dirección a la diversidad. Quizás el impulso igualitario que animó a esa sociedad fue perdiendo la eficacia. Sin embargo, no ha desaparecido del todo. De alguna manera, sigue presente en la sociedad argentina y es lo que la mantiene en vilo. La Argentina es un país donde nadie está contento con el lugar que tiene. Y nadie está seguro del lugar que tiene. Hay países, como Chile, que pasan años convencidos de que ocupan el lugar que les corresponde, pero ahora descubren que no es así. La Argentina, en cambio, desde muy temprano no se resigna y la desigualdad es objeto de crítica y de cuestionamiento".

Que exista un impulso igualitario no implica que haya una sociedad igualitaria, señala Pastoriza. Se trata de un proceso siempre en construcción. "Justamente, ese impulso choca con una sociedad que no es igualitaria y genera tensiones -dice-. No todo resulta feliz".

A. P.

EL ANÁLISIS DE JOAQUÍN MORALES SOLÁ,


El regreso de los juicios populares

Joaquín Morales Solá
No tienen el aspecto caricaturesco de los juicios populares de Hebe de Bonafini. Tampoco están rodeados de numerosos fanáticos dispuestos a agraviar en nombre de una idea. Y no carecen de profesionales del derecho sentados en el estrado del tribunal como sucedió en los juicios populares de Plaza de Mayo. Pero los juicios éticos anunciados contra jueces, fiscales y periodistas por un grupo de juristas argentinos y del exterior no son menos peligrosos ni más humanos. Son, simplemente, una grave parodia de los juicios estalinistas destinados a difamar a las personas. Un tribunal autodesignado, que no está inscripto en ninguna Constitución (mucho menos en la Constitución argentina). Los supuestos jueces de ese tribunal son, a la vez, abogados defensores de los dirigentes políticos acusados o presos por corrupción, que se convirtieron de pronto en jueces de los jueces que investigan a sus defendidos. Asombrosa instancia judicial.
El anuncio del juicio ético fue hecho por el abogado argentino Eduardo Barcesat, que tiene (o tuvo) una fuerte vinculación con el Partido Comunista local. Es conocida su simpatía hacia Cristina Kirchner y es también abogado defensor del empresario Gerardo Ferreyra, uno de los dueños de Electroingeniería, empresa que pasó en una década de ser una pyme de Córdoba a una de las más grandes corporaciones argentinas. La causa de los cuadernos decapitó a esa empresa, porque terminaron presos tanto Ferreyra como su socio, Osvaldo Acosta. El juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, juez y fiscal de esa causa, serán algunos de los funcionarios judiciales juzgados por el tribunal que presidirá Barcesat, que tiene sede en Madrid.
Los periodistas cuyos nombres adelantó el presidente de ese increíble tribunal son los de Daniel Santoro, Jorge Lanata y Luis Majul. Voceros cercanos a ese engendro jurídico señalaron que se agregarán más nombres de jueces, fiscales y periodistas.
No se explicó nunca por qué la sede está en Madrid cuando se juzgarán los casos de Cristina Kirchner, Lula da Silva, Dilma Rousseff y Rafael Correa, entre otros latinoamericanos, estos, desde ya, como víctimas. Los periodistas y jueces que serán juzgados en su condición de culpables son también, hasta donde se sabe, de América Latina. Es probable que estén evitando cometer un delito en la Argentina, por ejemplo, donde la Constitución no prevé tribunales especiales para juzgar la ética de nadie. El principal delito por el que se juzgará a jueces, fiscales y periodistas es el de haber practicado el lawfare, una especie de guerra judicial que supuestamente descerrajan sectores del Poder Judicial en complicidad con medios periodísticos para condenar por hechos de corrupción a dirigentes políticos progresistas. Es decir, a Cristina, a Lula y a Correa.
Nunca se explicó tampoco por qué en esa lista no están los expresidentes de Perú, casi todos presos; hay uno, Alan García, que se suicidó en abril pasado, minutos antes de ser encarcelado. Los expresidentes peruanos y Correa están siendo juzgados por el mismo delito: haber cobrado sobornos de la constructora brasileña Odebrecht para que esta empresa recibiera multimillonarios contratos de obras públicas. Los peruanos, de centroderecha, son culpables; Correa, de centroizquierda, es inocente. Este es el mejor ejemplo de que el lawfare es solo un pretexto ideológico. Incluso, cuando el papa Francisco se refirió al lawfare lo hizo aludiendo exclusivamente al caso de Lula, que fue apartado de la carrera presidencial (era quien tenía la mayor intención de votos) y puesto preso por un juez que terminó siendo ministro de Justicia del candidato que ganó, Bolsonaro, un acérrimo opositor de Lula. Una paradoja: en la Argentina, Bonadio es el único juez realmente amigo del papa Francisco desde hace 30 años.
En la Argentina existe el Estado de Derecho, aun cuando los jueces se equivocan. Una de las decisiones judiciales más cuestionadas, no sin razón, es la de la prisión preventiva, porque puede ser en los hechos una condena anticipada. Los jueces son los únicos argentinos con facultad para privar de la libertad a las personas. Ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo pueden, felizmente, negarle la libertad a nadie. Esa responsabilidad enorme que recae en los jueces debe ser administrada en dosis debidamente explicadas. De todos modos, existe en el fuero penal la segunda instancia, la Cámara Federal Penal, y también la tercera instancia, la Cámara de Casación. Siempre quedará, además, el recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia si se argumentara que en el proceso fueron violadas las garantías constitucionales. Y, en el caso de que se comprobara que se vulneraron los derechos humanos, queda el recurso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que tiene jerarquía constitucional y su jurisdicción está por encima de la Corte Suprema. Enrique Petracchi, un exjuez de la Corte Suprema que murió hace poco, decía que la Corte Suprema es un tribunal constitucional porque la última instancia en materia de derechos humanos es la Corte Interamericana.

¿El tribunal de Barcesat cuenta con el acuerdo de Alberto Fernández? No. Ante una consulta el Presidente respondió con una frase corta y seca: "Es obvio que no comparto nada de eso".
Funcionarios cercanos al jefe del Estado abundaron en los argumentos: "El Presidente está en desacuerdo con decisiones puntuales de la Justicia y hasta cree necesaria una reforma judicial, pero para él todo debe hacerse dentro de las instituciones de la Constitución. No puede estar de acuerdo con tribunales especiales, ni aquí ni en ninguna parte". Incluso, el jueves pasado enmendó a su ministro del Interior, Eduardo de Pedro, porque este volvió a hablar de "presos políticos" en el país luego de que el Presidente descartara su existencia. "En la Argentina existen detenciones arbitrarias, no presos políticos. Presos políticos eran las personas puestas a disposición del Poder Ejecutivo en tiempos de la dictadura", le explicó a su ministro. "No quiero ser un presidente de un país con presos políticos", suele repetir Alberto Fernández. Su razonamiento es comprensible. Si hay presos políticos, los hay en el país presidido por él.
El Presidente suele precisar que está en desacuerdo con las prisiones preventivas, pero que no está en condiciones de evaluar los procesos judiciales que se llevan a cabo.
El tribunal de ética está integrado, además de por Barcesat, por dos miembros del equipo defensor de Julian Assange, convertido en un semidiós del progresismo mundial: la abogada guatemalteca Renata Ávila (que acaba de pedir impunemente la destitución del presidente chileno, Sebastián Piñera) y el abogado francés William Bourdon. También forma parte la abogada alemana Herta Däubler-Gmelin, que fue ministra de Justicia de Alemania en los primeros años de este siglo, durante el gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder. La exministra comparó al expresidente norteamericano George W. Bush con Hitler. Semejante declaración la eyectó del cargo en el acto. El tribunal de Barcesat asegura que la alemana Däubler representa a las Naciones Unidas en esa parodia. Ninguna agencia de la ONU confirmó tal aseveración, temeraria porque colocaría a la más importante organización internacional en cualquier parte y acompañando cualquier propósito. Otra integrante del tribunal es una de las abogadas defensoras de Lula, Valeska Teixeira.
Pero el actor protagónico de ese burdo teatro es el exjuez español Baltasar Garzón, que fue expulsado del Poder Judicial de España cuando se comprobó que había ordenado escuchas telefónicas para grabar las conversaciones de los abogados defensores con las personas que él acusaba por delitos de corrupción. La privacidad de las conversaciones de las personas investigadas por un juez con sus abogados defensores es una cuestión sagrada en un Estado de Derecho. Garzón, exfuncionario del gobierno de Cristina, profanó ese principio. ¿No fue esa decisión de Garzón un caso de lawfare? ¿No vulneró, acaso, el derecho a la defensa y, al mismo tiempo, el derecho a no declarar contra sí mismo? ¿Qué habría sucedido aquí si algo parecido hubiera hecho el juez Bonadio, por ejemplo?
Ellos serán los jueces de los tribunales éticos, cuyas conclusiones (que son perfectamente previsibles) se conocerán en noviembre en Madrid, aunque no podrán aplicar ninguna pena. No deja de ser extravagante un tribunal incapacitado de hacer cumplir una sentencia. ¿Habrá solo condenas morales? Todo será simbólico. O no tan simbólico: el escrache, ese método inaugurado por el fascismo y continuado luego por el nazismo, será entonces ya un hecho consumado.

EL ECONOMISTA....NOTICIAS,


Paraguay 776, CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES, Argentina