miércoles, 30 de junio de 2021

LOS COMICIOS DE MEDIO TIEMPO SON FUNDAMENTALES...PENSÁ ANTES DE VOTAR


Un peligro real que no debe ser relativizado

Jorge Fernández Díaz


El poeta, que leía muy temprano los periódicos, se asomó a su balcón del hotel Grand Saint Michel y gritó a los cuatro vientos: “¡Se cayó el hombre!”. Y todos los exiliados que pernoctaban en los alrededores se removieron nerviosos, en la esperanza de que fuese su propio dictador y no otro el que acababa de ser depuesto. Esto acontecía a mediados de la década del 50 en París, ciudad a la que habían ido a parar ilustres asilados de diferentes dictaduras latinoamericanas: la crème de la crème de la izquierda literaria de la Patria Grande. El poeta que voceaba las buenas nuevas era Nicolás Guillén y quien evocó el momento fue García Márquez. En sus famosas Notas de prensa, Gabo exclama: “Éramos tantos los fugitivos de tantos patriarcas simultáneos”. Se refiere a Odría de Perú, Batista de Cuba, Somoza de Nicaragua, Rojas Pinilla de Colombia, Pérez Jiménez de Venezuela, Trujillo de República Dominicana. Y al general Perón de la Argentina, considerado todavía por aquellos escritores como un admirador del Eje y un fascista criollo a pesar de haber sido validado por las urnas. De la nefasta entronización de aquellas dictaduras militares y de la amarga experiencia de sus desterrados surge la “novela del tirano”, parte fundante de aquel “boom latinoamericano” que conmovió a la literatura universal.
Hay un anzuelo para cada campaña electoral, donde es necesario engañar perejiles y pescar votos en el centro


Las coordenadas de entonces eran muy claras, o así lo creíamos de jóvenes: la derecha se servía del partido militar e imponía a crueles y ridículos déspotas, y la izquierda y el progresismo se empeñaban en denunciarlos y en darles batalla cultural. Tras la caída del Muro de Berlín, el advenimiento de la globalización y el abandono de los Estados Unidos de sus siniestras intromisiones, los tiranos cambiaron de ropaje y de bando: por medio del voto, en saco y corbata, se introdujeron en las democracias, limaron el sistema republicano desde adentro e instalaron autocracias más o menos violentas con disfraces izquierdosos. Se supone que un progresista es un rebelde frente a los poderes avasallantes; alguien que no acepta autoritarismos y a quien repugnan el poder omnívoro y los crímenes ideológicos: encarcelamientos, torturas, censuras y persecuciones por el solo hecho de pensar distinto. Pero resulta que en estos infaustos tiempos el progresismo mira para otro lado mientras los verdugos de la hora toquen su melodía o, al menos, una canción pegadiza que traiga ecos nostálgicos de aquella revolución romantizada. El folclore antiyanqui y “emancipador”, que huele a oxidado y que además es puro verso en este nuevo mundo multipolar, se encuentra por encima de los derechos humanos. “Por algo será” era una funesta frase que se usaba para justificar durante el reinado de Videla las desapariciones y los tormentos a disidentes. Hoy esa misma modulación sirve para habilitar los asesinatos y las atrocidades de los gobiernos de Caracas y Managua, donde ya hay una “dictadura clásica”, como la denomina sin ambages un destinado a escribir la gran novela de los Ortega: el premio Cervantes Sergio Ramírez, exdirigente sandinista a quien nadie podría catalogar como derechista o conservador. La llamada “izquierda” se quedó en el siglo XX, se volvió profundamente inhumana y reaccionaria, o en todo caso desnudó su verdadera vocación cesarista: recordemos que aquellos antiguos ideales setentistas no propendían a la democracia, sino a las “dictaduras populares”, que salvo en Cuba nunca se habían llegado a consumar. Hoy esos “ideales”, reciclados por el nacionalpopulismo, ganan territorio y engendran monstruos y decadencias sin piso, y revelan la infame complicidad criminal de la grey progre. En el siglo XXI un nuevo boom latinoamericano acaso sería posible; solo que ya no se trataría de retratar literariamente la maldad de los generales, sino que debería abocarse esta vez a la perversión sin límite de estos flamantes autócratas. Con todos y cada uno de ellos se ha asociado el cuarto gobierno kirchnerista: por mi política exterior me reconoceréis.
 Aunque, claro está, ya no se trata como parece ni siquiera de una pulseada heroica por el socialismo; apenas es una puja entre capitalismo de amigos y capitalismo abierto. El influyente hijo de Nicolás Maduro, pegando bruscamente la vuelta, lo aclara ahora mismo: las expropiaciones fueron una gran equivocación; se necesita de urgencia una ley para agilizar las inversiones en la república bolivariana. El ataque a la propiedad privada “no nos hace bien –dijo el vástago, que es diputado nacional–. Hay que reconocer los errores de cada uno”. Venezuela ni siquiera aparece en el mapa elaborado esta semana por MSCI. La Argentina pasó directamente de emergente a standalone: no estamos tan mal como Caracas, pero ya no somos ni siquiera “país frontera”, y compartimos el subsuelo con Zimbabwe y Botsuana.
Sugerir que los comicios de medio término no son cruciales es un acto de ingenuidad inusitada o una imperdonable irresponsabilidad civil
En ese contexto indiscutible que insólitamente muchos discuten, nuestra nación está siendo piloteada por una facción afín a la moda más inquietante: el kirchnerismo lleva a cabo un copamiento sistemático del Estado, busca una hegemonía y planea fundar un Nuevo Orden. Y ha logrado, aun con sus actuales limitaciones parlamentarias, avanzar sobre instituciones y derechos aprovechando el estado de excepción de la pandemia. Sugerir, por lo tanto, que los comicios de medio término no son cruciales implica un acto de ingenuidad inusitada o de una imperdonable irresponsabilidad civil. Y sin embargo, este discurso fofo va ganando consenso en la oposición y en cierta dirigencia del peronismo troncal, entente amigable y comunitaria donde el peligro de una radicalización es subestimado para desdramatizar la política y poder dedicarse a una tranquila conversación de socios. Una rosca. Las visiones coincidentes y el uso de algunos sondeos –insustanciales en un escenario volátil e imprevisible– les permiten crear un mueble mágico: esa mesa común e ilusoria lo arreglará todo. A condición, por supuesto, de que “los dos demonios” se jubilen. En el caso de Macri quizá no sea difícil; sus amigos solo deberán convencerlo de que ya no es competitivo. En el caso de la arquitecta egipcia, persuadirla de que debe pasar a cuarteles de invierno no parece una tarea fácil. En esa misma mesa utópica, Massa asegura que Máximo es mucho más moderado que su madre, nueva versión de “Cristina cansada”: hay un anzuelo para cada campaña electoral, donde es necesario engañar perejiles y pescar votos en el centro. En esa misma mesa se dice también que probablemente el oficialismo sufra un voto castigo y que la nueva generación justicialista comenzaría entonces a relevarlo. El problema es que los Kirchner siempre han logrado levantarse de esa clase de derrotas y que no lo han hecho bajando el copete, sino redoblando apuestas, y también que el peronismo ha demostrado las mismas premuras y eficacias que el general Alais en aquel alzamiento carapintada. 



Dentro de Pro crece una especie de “panperonismo”. Por la mala gestión de Alberto, la Pasionaria del Calafate debería ser pan comido, pero todos pueden terminar hechos pan rallado. Las elecciones son difíciles y si el kirchnerismo las gana puede aspirar a su ansiado punto de no retorno, ese accidente geográfico donde un señor feudal consagra un partido único y logra quedarse con todo y para siempre. Desconocer la voluntad y la ideología del “proyecto” y relativizar sus chances es hacerles un enorme favor a quienes tienen en agenda construir aquí el mismo modelo de neopopulismo autoritario que Bachelet y Ramírez denuncian y que nuestra cancillería protege.

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NO PIENSES KKKK. ....TU DESTINO ES LA CÁRCEL


Los eslabones perdidos de Cristina Kirchner
Después de Alberto Fernández, la vicepresidenta ha decidido pensar en 2023 con candidatos renovados: Kicillof para la Casa Rosada y su hijo Máximo para la provincia
F. O. 
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof durante un acto en la puerta del Hospital de Niños Sor María Ludovica

El futuro argentino es tan incierto que el escritorio que sirvió el martes para la extensa reunión entre Cristina Kirchner y Massa parecía tapizado de encuestas. La mayoría, de la provincia de Buenos Aires. Fueron dos horas de un encuentro franco en el Senado, al que después se sumó Máximo Kirchner y se extendió casi otras dos, y que terminó de confirmar varias coincidencias. Este triángulo de poder, una alianza por necesidad, se empezó a gestar en enero y hasta ahora funciona. “Cuando madre e hijo discuten, yo no me meto”, suele bromear al respecto el líder del Frente Renovador.
Bastante de lo hablado había empezado a filtrarse antes. Lo más obvio: a la vicepresidenta no le gusta el modo en que comunica el gabinete, y tampoco la entusiasman las fotos con Dylan, las citas textuales a Litto Nebbia o los almuerzos no laborales del jefe del Estado. Ve a Alberto Fernández desconcentrado y distraído de la gestión: dice que necesita que se involucre más y tenga una agenda definida. Otros temas de la charla ya empezaron a corroborarse fuera de ese despacho. Por ejemplo, la conformación de listas. Anteayer, cuando Eduardo Feinmann le preguntó en Radio Rivadavia a Sergio Berni si sería candidato en la provincia, el ministro de Kicillof contestó: “Lo veo muy difícil porque tengo muchas diferencias con este gobierno nacional y no creo poder tener ese honor de representar a los bonaerenses”. Todo puede cambiar. Pero en el Instituto Patria incomoda su condición de cuentapropista. Se prefiere más bien una nómina de diputados integrada por dirigentes 100% confiables que confeccionará la jefa. “Nada de inventos”, resumieron en el Senado. Habrá, sí, primarias en varios distritos, y es probable que a Massa se le respete el cupo de diputados que lo acompañan desde 2017 y que sería de 3 o 4, según se considere entre ellos a Mendiguren, hoy de licencia para presidir el BICE.
El cumplimiento de esta promesa, sumado a nombres que surgieron al elucubrar cambios en el gabinete, terminará de consolidar la relación entre Massa y Cristina Kirchner. Un detalle: la lista hipotética ministerial incluyó reemplazantes leales a ambos, pero ninguno que pueda definirse como cercano al Presidente. La política es ingrata: la vicepresidenta admite hace tiempo que la unción de Alberto Fernández en la fórmula electoral fue el único modo de ganarle a Macri, pero ha decidido pensar en 2023 con candidatos renovados. Hay dos que ya le había anticipado a Massa en enero: Kicillof para la Casa Rosada y su hijo, Máximo, para la provincia. Un problemón para el líder del Frente Renovador, que acepta al diputado, con quien propone trabajar en conjunto, pero sueña con enfrentar al gobernador en una primaria. Está convencido de que puede ganarle.


En la charla surgió además una inquietud poco admitida en público en el Gobierno. Cristina Kirchner cree que sin inversión ni repunte de la economía cualquier propósito será imposible. Debe haber sido un alivio para Massa: venía de oír conclusiones idénticas en su viaje a Estados Unidos, donde se reunió con representantes de multinacionales y bancos de inversión. ¿Esas coincidencias conceptuales podrían concretarse en hechos futuros, durante una etapa menos hostil al capital privado? Difícil. Hasta ahora, el establishment económico solo multiplicó prejuicios: el miércoles, al día siguiente del encuentro del Senado, el ENRE le aprobó la compra de Edenor al grupo conformado por Mauricio Filiberti, Daniel Vila y José Luis Manzano, tres hombres de negocios de buena relación con Massa.

Esta versión de Cristina Kirchner urgida por la inversión no es creíble para los empresarios. Ellos mismos la señalan como disuasiva del mínimo desembolso. Parte del desánimo se funda también en lo que interpretan como problemas de gestión: cada vez que consultan a funcionarios sobre soluciones en las respectivas áreas, estos les responden que hay unos 20 temas que dependen desde hace rato de una conversación entre Alberto Fernández y su vicepresidenta.
El discurso de la conductora del espacio les resulta además ambiguo. Es lo que piensan, por ejemplo, los dueños de las prepagas, que pasaron de oírle proponer dos veces en público una reforma del sistema de salud, un virtual avance del Estado sobre el sector, a ilusionarse con mensajes que les transmitían operadores de parte de ella: nadie piensa en estatizarlos. Exactamente lo mismo que escucharon dirigentes del Frente de Todos que acaban de consultarla. Pero en las compañías dudan. “Si yo fuera una prepaga, estaría preocupado”, dijeron a la nacion sindicalistas de buen diálogo con el ámbito más influyente al respecto, la provincia de Buenos Aires, donde no abunda el furor por el capitalismo: no solo están Nicolás Kreplak y Daniel Gollán, sino el jefe del IOMA, Homero Giles, un médico formado en Cuba. “¿Y si todo estuviera pensado para asfixiar a unos y lograr el ingreso de otros en el sistema?”, se preguntó el líder de una prepaga al que le llamó la atención que fuera Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical, el primero en reaccionar a la insinuación de Cristina Kirchner. La sospecha se basa en postulados ciertos, pero viejos. Es verdad que durante la campaña de 2015 Belocopitt llegó a contarles a sus pares sus intenciones de mudarse a Uruguay si ganaba Scioli, y que además venía de diferencias anteriores con la expresidenta –incluso durante la internación de Néstor Kirchner en Los Arcos, una clínica propia–, pero también que ha tenido tiempo y espacio para desandar esos desencuentros.


La paritaria del sector será un buen test al respecto. El plazo vence en dos semanas y el acuerdo está lejos. El miércoles, cuando Héctor Daer recibió a la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados en la sede del sindicato de la Sanidad, oyó una advertencia de sus visitantes: “Ojo que si estatizan la salud vos te quedás sin gremio: van a ser todos empleados de ATE”. Daer lo sabe. Venía de reunirse esta semana con Alberto Fernández, a quien le había transmitido el argumento empresarial, el enorme desfase entre las alzas que autoriza el Gobierno y los costos. El gremio, que empezó reclamando 37%, subió ahora el requerimiento a arriba del 40% porque, dice Daer, no puede quedar tan por debajo del 45% que Moyano consiguió para Camioneros. A los empresarios les admitió que al Presidente le había parecido una cifra excesiva, entre otras razones porque la paritaria incluye también al PAMI y al IOMA y el ministro de Economía no estaría de acuerdo en subir la emisión monetaria para cumplir.

Daer está desde entonces en un dilema. ¿Irá a un paro en medio de la pandemia? “Daer está con nosotros”, concluyen en los hospitales privados, donde suponen que la CGT jugará en favor de que la Superintendencia de Salud les habilite a las prepagas aumentos capaces de ser trasladados a ellos y, como consecuencia, a los trabajadores. Los terminó de convencer el comunicado que el gremio emitió anteayer por la noche, después de plantearle el tema al ministro de Trabajo, Claudio Moroni. “No vamos a tolerar más dilaciones, negativas ni evasivas. Ninguna razón puede eximir a los empresarios de la obligación de actualizar los salarios en momentos de alta inflación como los que estamos viviendo”, dice el texto. “Le está hablando al Gobierno”, no a nosotros, concluyó el accionista de un sanatorio.
Si todos están convencidos de que el sistema es inviable tal como está, si Cristina Kirchner rechaza la estatización y hasta admite la necesidad de inversiones, ¿qué impide opciones menos extravagantes en un país que no crece ni crea empleo desde hace una década? Como en las abstenciones contra Nicaragua, el respaldo a Venezuela o el memorándum con Irán, la respuesta obliga a adentrarse en los eslabones perdidos de la jefa. ¿Intereses estratégicos, económicos, ideológicos? ¿Urgencias que dictan las encuestas que Massa puso el martes sobre el escritorio? Misterio. En un acto público o durante una reunión a solas de dos horas, ella será siempre insondable. Y, aunque no siempre acierte en favor de sí misma, su fortaleza consiste en una creencia general: el sistema político la supone imbatible.

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BARTOLOMÉ MITRE 3


Jornaleros y arquitectos. Mitre y el empeño por restituir la historia e interpretarla
Fatigó los archivos y dio a los hechos sentido y dirección; sus biografías de Belgrano y San Martín le permitieron entrar a la trama de la independencia de todo un continente

Natalio Botana

Bartolomé Mitre con su tradicional chambergo
Mitre hizo historia y escribió historia. Nada de lo público le fue extraño; pocas cosas, a la altura del conocimiento historiográfico de su tiempo, fueron ajenas al propósito de reconstruir la historia de nuestros orígenes. Durante aquella larga trayectoria, la política significó por tanto en él vida histórica y vida presente. A Mitre podría caberle el comentario que le dedicó Trevor Roper a Macaulay: “Los mejores políticos [son] aquellos que han estudiado historia y los mejores historiadores aquellos que han tomado parte en la política”.
Sin embargo, esta fusión de vocaciones, típica por lo demás de los historiadores del siglo XIX, no da cuenta enteramente del rigor en el uso de las fuentes, que trasladan el pasado al presente, y de la enorme acumulación de datos de que se valió Mitre para dar cima a la Historia de Belgrano y de la independencia argentina y a la Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. La biografía fue pues el vehículo para entrar de lleno en la trama de la revolución e independencia de todo un continente.
En esta actitud ante el pasado sobresale una combinación de experiencia y análisis. Por aproximaciones sucesivas, atento al método experimental, el historiador debía elaborar las piezas de un conocimiento provisorio sujeto a refutación. En la polémica que sostuvo con Vicente Fidel López, Mitre advirtió que “cada nuevo historiador agrega un anillo a la cadena interminable de la tradición, que se eslabona formando sistema, y no puede decir por esto que el último eslabón agregado constituya toda la cadena y que los anteriores sean inútiles”.
Asoma en este texto el estilo de un artesano, amante de su oficio en una comunidad del saber, que extrae de los archivos una masa aún ignorada de documentos y testimonios, “como esos jornaleros –subraya Mitre– que sacan la piedra bruta de la cantera, y cuando más, la entregan labrada al arquitecto que ha de construir el edificio futuro”. Las figuras de jornaleros y arquitectos muestran la convivencia, en una misma operación, de dos clases de historia, según las llama François Furet: la historia que, con el mayor número de piezas, restituye el pasado y la historia que, no contenta con ello, lo interpreta.
"En este retrato atento al detalle, Belgrano es un protagonista bifronte"
Con respecto a la historia restitutiva, los apéndices documentales a las historias de Belgrano y San Martín hablan por sí mismos; manifiestan la densidad de la investigación empírica y reflejan el apetito de Mitre para captar la singularidad de los hechos y actores de un pasado cruzado por la guerra y la palabra. La narración descriptiva es central en este tramo del ejercicio historiográfico. La biografía de Belgrano tiene una cadencia que recoge al principio la formación intelectual de un espíritu abierto a las luces de la Ilustración –economía, libertad y educación– y más tarde, respondiendo al deber cívico, las penurias de la guerra. En este retrato atento al detalle, Belgrano es un protagonista bifronte: como Moreno y Castelli, en el atrapante relato de la Semana de Mayo es un legislador; como San Martín, en batallas anotadas con minucia, un hombre de armas.
La historia interpretativa le exige en cambio a Mitre modificar su posición de cara al horizonte más vasto de las acciones colectivas, que dan a la historia sentido y dirección. Para internarse en este fascinante montaje teórico vale la pena reparar en el capítulo introductorio a la Historia de Belgrano..., “La sociabilidad argentina, 1770-1794” (rehecho por Mitre varias veces hasta su versión definitiva en la edición de 1877) y en la “Introducción histórica. La emancipación sudamericana” que abre la Historia de San Martín… Esta lectura permite detectar qué principio de legitimidad inspiraba Mitre en su afán para dar a conocer “la historia de una época”. ¿Era acaso aquella nación en ciernes un proyecto apto para dar curso a una república democrática?
La introducción a la Historia de Belgrano… es imprescindible para responder a esta pregunta. Mitre revela en esas páginas el desarrollo en el Río de la Plata de una igualdad innata, diferente del boato y de la servidumbre indígena en el Virreinato del Perú, y las fuerzas instintivas que alberga la sociedad platense. La “democracia genial”, en cuanto califica una inclinación espontánea de habitantes en condiciones igualitarias, es por consiguiente un legado de la historia; la república, a su vez, deberá ser producto de la inteligencia del legislador.
Tocqueville decía que no hay democracia posible sin un punto de partida favorable que siembre en América el sentimiento de igualdad. Mitre traslada ese sentimiento a nuestro territorio y lo pone en movimiento para seguir, a lo largo del proceso histórico, el rastro de ese impulso. Si, por un lado, se ha depositado en los orígenes esa democracia instintiva y rudimentaria, por otro, la forma de dicha materia deberá proveerla la ilustración del Río de la Plata, esos hombres de leyes que traen la novedad de las revoluciones en América del norte y Europa y de las constituciones que nacían al calor de dichos sucesos.
"Mientras en breve lapso la geografía de la independencia se expande, comienza a cobrar cuerpo la realidad de un pueblo soberano capaz de hacer la ley y elegir a los gobernantes"
En la mirada de Mitre, una tendencia respondía a la necesidad; la otra, al arte de forjar regímenes de gobierno, guardianes de la libertad y adecuados a ese pasado pronto a entrar en ebullición. Con el relato de 1810, arranca este proceso que se dilata y conquista más espacio en el tiempo reconcentrado de una década (Belgrano muere en 1820 y San Martín culmina su plan continental declarando la Independencia de Perú un año más tarde). Mientras en breve lapso la geografía de la independencia se expande, comienza a cobrar cuerpo la realidad de un pueblo soberano capaz de hacer la ley y elegir a los gobernantes. También en este trance, la historia se dilata a partir del momento iniciático en la ciudad de Buenos Aires hasta alcanzar, de la mano de San Martín, a Chile y Perú.
No obstante, al pueblo soberano le costará prevalecer porque en ese estallido del antiguo régimen intervienen dos fuerzas opuestas: la de los letrados, que luego de declarar la Independencia en 1816, apuestan a favor de principios monárquicos y aristocráticos, y la de los caudillos del litoral, agentes tal vez inconscientes de la democracia genial que, con su acción contestataria, van delineando la configuración de un territorio, sede posible de un futuro Estado federal. Esta dialéctica es para Mitre constructiva; pone de relieve la potencia de una historia capaz de superar obstáculos y de configurar una nación indisolublemente ligada al principio de legitimidad de la república democrática.
Tan enérgica es esa propensión republicana que llega hasta el límite de vencer las desviaciones del rumbo de Belgrano y San Martín. El fracaso de las intenciones monárquicas de Belgrano en el Congreso de Tucumán en 1816 y de San Martín en Lima en 1821 es funcional a la historia republicana; demuestra, en efecto, que ni aun esos personajes excelsos pueden torcer semejante determinación. No habrá monarquía incaica, según el proyecto de Belgrano, ni tampoco federación monárquica impostada sobre el suelo americano, según el proyecto de San Martín. Este es el juicio de la historia, administrado desde luego por Mitre, que al cabo se impone.
A menudo se afirma que Mitre asigna a un puñado de individuos extraordinarios la misión exclusiva de hacer la historia. La sentencia no debería ser tan rotunda porque una tensión entre la libertad de los actores y los condicionamientos de la historia marca el recorrido de los libertadores San Martín y Bolívar con el sello de la victoria y, también, con el timbre de la derrota. La monocracia de la presidencia perpetua que persigue Bolívar en 1826 (un concepto que Mitre toma del historiador alemán G. G. Gervinus) y los proyectos monárquicos de San Martín sucumben en el curso de un quinquenio: a los triunfos militares sucede de inmediato la frustración institucional. Así, “los dos libertadores del sud y del norte de la América meridional, desaparecerán de la escena después del triunfo de sus armas, uno después de otro, quedando triunfante la república”. Ambos, concluye Mitre, “coinciden hasta en su melancólica catástrofe [...] la fatalidad los iguala: los dos mueren en el ostracismo.”
El derrumbe de los héroes en este final cargado de pesadumbre contrasta con la grandeza invicta de la historia republicana. Es una marcha incontenible que supone una porfiada convicción. El párrafo con que Mitre pone punto final al capítulo introductorio a la Historia de San Martín…, exhibe como esa convicción implica una promesa abierta: “...antes de terminar el próximo siglo [...] toda la América será republicana. En su molde se habrá vaciado la estatua de la república democrática, última forma racional y última palabra de la lógica humana, que responde a la realidad y al ideal en materia de gobierno libre”. Una proyección histórica que busca atrapar el futuro: Mitre jamás cejó en defender ese porvenir.


El autor es Doctor en Ciencias Políticas; presidente de la Academia Nacional de la Historia y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas

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EL ECONOMISTA....NOTICIAS

 


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VAYAMOS A VER ESPECTÁCULOS


Salas reabiertas
El martes pasado reestrenó la obra Solo llamé para decirte que te amo, en El Picadero
“Patricia vive con sus hijos mellizos, su madre, su hermana y la novia de uno de sus hijos. Ella lleva la casa adelante, tiene en soledad ese peso sobre sus hombros. Hoy recibirá un llamado que cambiará su vida para siempre”. Esa es la sinopsis de Solo llamé para decirte te amo, obra dirigida por Nelson Valente y que cuenta con el siguiente elenco: Nayra Omar, Guido Botto Fiora,
Juan Pablo Kexel, Julia Eva Saggini, Puchi Labaronnie, Marianela Pensado, Ramiro Delgado.
La obra que se presenta los martes, a las 20, en el Teatro El Picadero, acaba de ser reestrenada esta semana, gracias a la flexibilización de las restricciones a los eventos públicos que ha tenido lugar en la ciudad de Buenos Aires, y que permite que los teatros funcionen con un 30% de su aforo. Y, obviamente, estrictos protocolos de distanciamiento, higiene y sanidad.

Idas y vueltas
Después de 63 días con sus puertas cerradas, los teatros abrieron, una vez más... En el transcurso de la pandemia atravesaron múltiples cierres y aperturas. El cese inicial de actividades ocurrió el 16 de marzo de 2020, cuando se decretó la suspensión de actividades teatrales.
Recién el 13 de noviembre último, luego de 242 días sin funciones, las salas volvieron a recibir público. No todas, por supuesto, el circuito off se vio especialmente afectado y muchos espacios no pudieron volver a abrir sus puertas. Los que pudieron readaptarse a las nuevas normativas primero funcionaron con un aforo límite del 30%, que con el tiempo pasó al 50%. Hasta que el 16 de mayo, debido al aumento de contagios, se volvió a decretar el cierre del circuito.
Han vuelto a abrir, y nos esperan

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GASTRONOMÍA.....LAS PANADERÍAS....


La revancha de las panaderías argentinas. ¿Fosforitos vs. cupcakes?
Cada vez hay más lugares que apuestan a grandes clásicos de nuestro país: de las medialunas de manteca y grasa a las palmeritas, la tarta de ricota o el pan lactal
R. R.
Medialunas de manteca, fosforitos y tortas de ricota toman la delantera en La Valiente, abierta en San Isidro

Una vez más el futuro mira al pasado. Al menos así se verifica hoy con la mejor panadería y pastelería argentina, en medio del surgimiento de decenas de lugares que apuestan a los grandes clásicos tradicionales de nuestro país. Las medialunas de manteca y las de grasa, los fosforitos crujientes y las palmeritas, las pepas con dulce de membrillo y la rogel con sus golosas capas de dulce de leche, la tarta de ricota que le disputa el podio a la cheesecake, las bolas de fraile y los churros rellenos, los sandwiches de miga y el postre Balcarce, el pan lactal y el PBT, entre infinitos ejemplos. “A veces veo que hay chicos que probaron una carrot cake pero nunca una tarta de ricota; eso no puede ser”, afirma polémico Francisco Seubert, la firma detrás de Atelier Fuerza, uno de los grandes protagonistas a la hora de recuperar clásicos albicelestes con mirada de calidad y artesanía: un buen ejemplo es su medialuna de grasa, de las más ricas y buscadas de toda la ciudad.
Argentina tiene una larga y rica tradición panadera nacida en la época de la colonia pero que terminó de armar su catálogo de productos con las grandes inmigraciones de los dos últimos siglos. De allí salen esas facturas irónicas en desafío a los poderes de turno –los vigilantes, las bolas de fraile, los suspiros de monja–, también los panes de molde inglés, los bizcochitos de grasa y las queridas cremonas. En las últimas décadas, de la mano de productos y premezclas industriales, de crisis económicas y la búsqueda de facilitar y abaratar procesos, muchas de estas especialidades se convirtieron en commodities sin identidad, apostando exclusivamente al precio y a la cantidad. Las margarinas suplantaron a la manteca, reinaron las harinas con aditivos mientras que procesos meticulosos como el de un hojaldre pasaron a hacerse en apenas unas pocas horas. La gran revolución comenzó hace una década de la mano del auge de las boulangeries, la panaderías francesas que llegaron al país con el objetivo de ofrecer croissants y pains au chocolat repletos de orgullo galo. Lugares fantásticos que marcaron tendencia como los pioneros de L’Epi, seguidos luego por otros tan diversos como Co-Pain, Cocu, Le Pain Quotidien, Gontran Cherrier, Laban, Merci y siguen los nombres. Ellos lograron poner en primera plana temas como la masa madre y las fermentaciones lentas, la calidad de las harinas y de las grasas utilizadas. A su modo, encendieron una larga mecha que hoy sigue provocando bienvenidas explosiones.

Sándwich de miga de Los Galgos

“Cuando abrimos Salvaje, estaban solo los lugares franceses, L’Epi, Franck Dauffouis. Nosotros apostamos a una idea moderna con estilo propio”, dice Germán Torres, hoy a cargo de La Valiente, la nueva panadería que abrió junto a Christian Petersen en San Isidro. “Ofrecemos rogeles, Balcarce, pasta frola, pepas, budín de pan, torta de ricota, pero siempre con toques, reversiones. Usamos masa madre, hacemos fermentaciones en frío y priorizamos la calidad de cada ingrediente”, cuenta. Para Torres, el cambio de paradigma comenzó con las materias primas, en particular con las harinas. “Hasta hace poco ibas a un restaurante increíble en Buenos Aires, donde usaban productos de altísima calidad, pero la harina era directamente mala. Por suerte, cuando mejoraron las panaderías también apareció gente joven moliendo mejores harinas y surgieron nuevas marcas y productos”. El producto más vendido de La Valiente es la medialuna, que demanda al menos 48 horas en elaborarse. Lleva masa madre de centeno, manteca bien amarilla, harina tres ceros orgánica y son pintadas en caliente con un almíbar de naranja.
Si es posible ofrecer una croissant esponjosa y aireada, ¿por qué no se puede hacer lo mismo con una medialuna de manteca? Son muchos los lugares que vienen promoviendo esta revisión histórica. Imposible no mencionar a Los Galgos, con sus medialunas, alfajores y sándwiches de miga (como el genial de matambre,). Pero también en la lista entran nombres como el de Germán Martitegui, con sus codiciadas tortitas mendocinas y la perfecta cremona.
A principios de la cuarentena, La Kitchen en Saavedra lanzó su fosforito de jamón y queso, convertido en trending topic en redes sociales, mientras que los palmerones de Labán acompañaron infinitos mates. Las medialunas rellenas de Nuna & Co son imbatibles, lo mismo la extra large de Flama en Villa Crespo. Los alfajores se convirtieron en estrellas hipsters, desde los que prepara Mecha Solís en Café San Juan a los que ofrecen Ghanium, Butter Queen o Rústico Chocolates; y una mención aparte merece la vuelta del pan lactal de calidad –incomparables a los de supermercados– . Vale la pena probar el de Compañero Pan (de fermentación natural, en Caballito) y el de Hasta la Masa.

Pan lactal de Compañero Pan
Una larga tradición


Entre los lugares que hicieron de este retorno a la panadería clásica una filosofía de trabajo consciente están Narda Comedor y Comedor diario. De allí salen medialunas de manteca, fosforitos de jamón y queso, sacramentos, pastelitos de boniato, postre Balcarce, bolas de fraile rellenas de crema pastelera o dulce de leche Chimbote y una torta de ricota que despierta fanatismos. “Es algo que hacemos desde siempre”, dice Joui, la pastelera a cargo de Comedor Diario. “Al principio empezamos con croissants, que están buenísimas, pero luego pensamos: ¿cómo no vamos a hacer la mejor medialuna que podamos?”. Para Joui, la pandemia también contribuyó a esta vuelta a los sabores incrustados en la memoria afectiva con clásicos que se permiten el juego, como la torta fosforito gigante o el sacramento relleno de vitel toné.
No se trata de una competencia entre tradiciones panaderas. La croissant francesa convive con la medialuna, el pain au chocolat con el cañoncito de dulce de leche, el sándwich de miga con el croque madame. Lo que prima, en todos los casos, es el apego a la técnica y la calidad de la materia prima.

¿Dónde darse un gustito?

La Valiente. Juan Bautista de LaSalle 433, San Isidro. Ig: @lavalientepan

La Kitchen. Núñez 3400. Ig: @lakitchen.ba

Atelier Fuerza. Ecuador 1283 / Delgado 1461 / Thames 747. Ig: @atelier.fuerza

Narda Comedor. Sucre 664. Ig: @nardacomedor

Comedor Diario. Nicaragua 6055. Ig: @comedordiario

Los Galgos. Av. Callao 501. Ig: @losgalgosbar

Flama. Juan Ramírez de Velasco 465. Ig: @flama.bakery

Nuna & Co. Av. del Libertador 2735, Olivos. Ig: @nuna.andco

Compañero Pan. Venta por Instagram: @compa_pan

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA