domingo, 31 de marzo de 2024

La historia del Tango



La historia del Tango
El tango es uno de los géneros musicales más icónicos de Argentina, pero su historia es mucho más profunda y compleja de lo que se podría pensar. A través de los años, el tango ha evolucionado desde un género musical popular en los barrios de Buenos Aires hasta un género artístico apreciado en todo el mundo.
El tango tiene sus raíces en la fusión de varios géneros musicales y culturas, incluyendo el candombe africano, la habanera cubana y la milonga argentina. A fines del siglo XIX, el tango comenzó a ser interpretado en las calles y bares de los barrios más pobres de Buenos Aires, como La Boca y San Telmo. Fue en estos lugares donde se desarrolló la cultura del tango, con sus propias normas sociales y códigos de comportamiento.
En sus primeros años, el tango fue mal visto por la clase alta argentina, que lo consideraba un género vulgar y peligroso. Sin embargo, con el tiempo el tango fue ganando popularidad y se comenzó a presentar en lugares más prestigiosos. En la década de 1910, el tango se convirtió en una moda en París y en otras ciudades europeas, donde los bailarines y músicos argentinos eran considerados exóticos y emocionantes.
Durante la llamada Edad de Oro del tango (entre 1935 y 1955), el género alcanzó su máxima expresión artística. En esta época, el tango se tocaba en grandes orquestas y se interpretaba en teatros y salas de conciertos. Los cantantes y músicos más famosos de la época, como Carlos Gardel y Astor Piazzolla, crearon algunas de las obras más emblemáticas del género.
En la década de 1950, el tango comenzó a perder popularidad en Argentina debido a la llegada de otros géneros musicales, como el rock y el pop. Sin embargo, el tango seguía siendo muy popular en otros países, especialmente en Europa y Japón.
En las últimas décadas, el tango ha experimentado un renacimiento en Argentina y en otros lugares del mundo. Las nuevas generaciones de músicos y bailarines han reinterpretado el género, fusionándolo con otros estilos musicales y creando nuevas formas de expresión.
Hoy en día, el tango sigue siendo una parte importante de la cultura argentina y es admirado por personas de todo el mundo. La música y el baile del tango son una forma de expresión artística única que refleja la historia, la pasión y la identidad de un país y su gente.
Pareja bailando Tango por las calles de Buenos Aires.


Su viaje por Argentina comienza aquí.

Dicen que la palabra tango es anterior al baile y que por el año 1803 figuraba en el diccionario de la Real Academia Española como una variante del tángano, un hueso o piedra que se utilizaba para el juego de ese nombre. Pero ya en 1889 la institución normativa de la lengua incluía una segunda acepción del tango como "fiesta y baile de negros y de gente de pueblo en América". Sin embargo, debieron pasar casi 100 años para que el diccionario definiera al tango como "baile argentino de pareja enlazada, forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente".
Otros estudiosos de la música ciudadana argumentan que el vocablo es propio de las lenguas africanas que llegaron con los esclavos al Río de la Plata y cuyo significado sería "lugar cerrado".
Es muy probable que tango sea una voz de origen portugués introducida en el nuevo continente a través del dialecto criollo afro-portugués. Al comparar tango y tambo, Blas Matamoro afirma que ambas son onomatopeyas del tam-tam o candombe utilizado en los bailes negros. Más aún, en dialecto bozal la expresión era "tocá tango" o "tocá tambó" (toca el tambor) para iniciar el baile. El lugar de reunión de los esclavos, tanto en África como en América, era llamado tango.
Y así nombró Buenos Aires a las casas de los suburbios donde, a comienzos del siglo XIX, los negros se encontraban para bailar y olvidar temporalmente su condición.


Controvertido hasta en tu origen, como todo lo que es verdadero, escondés un secreto. Del bajo fondo nacen las voces amuradas a tu destino. Si tu cuna fue un burdel, si venís de la milonga y la habanera, creado por un dios orillero, saliste desde aquí a compadrear al mundo.
De fecha imprecisa y origen aún más incierto, hay teorías que remiten a sus raíces negras y otras que aseguran su origen inmigratorio. Lo cierto es que a mediados del 1800, los conocidos conventillos de la pujante ciudad de Buenos Aires se llenaban de paisanos del interior, "gringos" recién bajados del barco y varios porteños de pocos recursos que, quizás para diferenciarse o para generar arraigo, marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares.
Mezcla de códigos cerrados y con lenguaje particular, el tango germinaba en las casas de baile, orillaba el Riachuelo, los boliches de carreros y cuarteadores, los conventillos del barrio sur. Por esos años, muchos de los inmigrantes venían solos y las pocas mujeres que venían se encontraban en las academias o en las casas de citas.
La Buenos Aires de los '80 poco a poco se descubría en las academias y en los teatros. En las comedias, zarzuelas y otras obras, los actores empezaron a cantar y bailar tango.
Las academias, también llamadas peringundines, funcionaban sólo bajo autorización en los suburbios o barrios alejados del centro y, si bien en principio eran sólo para hombres, después incorporaron mujeres contratadas para bailar.
Los guapos, compadritos y malevos se encontraban en el Café Sabatino, el Almacén de la Milonga y el Viejo Bailetín del Palomar. En los boliches de la calle Necochea de La Boca, empezaba a escucharse esta música alegre, juvenil y pícara que, bajo el ritmo del dos por cuatro, ejecutaban Rosendo Mendizábal, Eduardo Arolas, Angel Villoldo y otros autodidactas que componían sin conocer las partituras.
El tango dejaba de ser exclusivo del arrabal para internarse poco a poco en el centro de la ciudad. Los organitos callejeros lo difundían por los barrios donde era común ver parejas de hombres bailando en las calles.
Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del '80 combinaba varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas.
Se cree que el primer compositor de tango fue Juan Pérez, autor del tango Dame la Lata. Sin embargo, es muy probable que hayan existido otros autores y canciones anteriores. Además de la obra de Pérez, las primeras composiciones fueron El Tero y Andate a la Recoleta.
Si bien sus orígenes todavía polemizan las mesas de café de los tangueros, no se discute el prestigio y reconocimiento que adquirió internacionalmente.
Como toda auténtica expresión artística, el tango desentraña nuestra inextricable condición humana, revelando el espíritu porteño. Quizás debido a esta verdad, vive en los barrios de Buenos Aires y en las academias de Japón, en las calles de París y en los centros culturales neoyorquinos.

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STREAMING "MONK "..Disponible en Netflix.


Imperdible: tiene más de 20 años, su protagonista es un excéntrico detective y está entre lo más visto de Netflix
Las ocho temporadas de Monk, protagonizada por Tony Shalhoub, están disponibles desde febrero y consiguieron posicionarse rápidamente dentro del Top 10 de la plataforma de streaming
Natalia Trzenko
Tony Shalhoub como Monk, el complicado y divertido personaje central de la serie que se emitió entre 2002 y 2009
En el largo y ancho universo de las series televisivas hay algunas inolvidables, otras que es preferible olvidar y unas cuantas a las que el recuerdo distante no les hace justicia. Por suerte, con la llegada de las plataformas de streaming y su constante búsqueda de contenido para ofrecer, en los últimos años el público tiene la posibilidad de revisar, reevaluar y volver a disfrutar de ficciones excepcionales que merecen ese reconocimiento. Entre ellas está Monk, la comedia policial de 125 episodios cuyas ocho temporadas se emitieron en el cable básico entre 2002 y 2009, que desde principios de febrero está disponible en Netflix.
En poco más de un mes, la serie protagonizada por Tony Shalhoub, que ganó tres premios Emmy por su interpretación del detective Adrian Monk, se convirtió en una de las más vistas de la plataforma a nivel mundial, una verdadera hazaña teniendo en cuenta que ya tiene más de dos décadas. Aunque en este caso el paso del tiempo no afectó la calidad de sus actuaciones ni, más sorprendente aún, la frescura de los guiones creados por Andy Breckman, un veterano escritor de comedia. La premisa de seguirle los pasos a un detective tan brillante como neurótico que carga con un trastorno obsesivo-compulsivo galopante le debe mucho a Sherlock Holmes, un clásico que inspiró a muchas series policiales contemporáneas que imaginan a su personaje principal como un investigador excepcional y un ser humano lleno de problemas.
Con mucho de comedia, pero sin reírse de las dificultades de su protagonista, Monk es una de esas ficciones con una larga lista de episodios sobresalientes que vale la pena volver a ver o ver por primera vez. Las que siguen son apenas cinco opciones entre los cientos de episodios que podrían haber ingresado en el listado de honor de la TV.
Monk y el candidato
El primer capítulo del programa logra presentar a su personaje y al mundo que lo rodea desde la escena inicial. Con los agentes de policía encargados de investigar un asesinato a discreta distancia, Monk analiza el lugar del crimen y, mientras que lo hace, alguien explica que el consultor externo solía ser un detective del departamento de policía de San Francisco del que fue expulsado por sus múltiples manías, su incapacidad de trabajar en equipo y una crisis nerviosa tan grave que necesita de una acompañante terapéutica para salir de su casa. La interacción entre el investigador y su asistente Sharona (Bitty Schram) es uno de los pilares principales de toda la serie que se establece desde este episodio, en el que la búsqueda de un criminal que intentó matar al candidato del título lleva a Monk a uno de sus lugares más temidos: un jardín de infantes. La escena en la que el detective debe tolerar compartir el espacio con un grupo de niños que tosen, estornudan y básicamente se comportan como los chicos que son es una de las más divertidas de toda la serie y una secuencia que, con 18 años de anticipación, pronosticó lo que la mayoría de las personas sentirían durante la pandemia.
Monk y los tres pasteles
Más allá de la sobresaliente composición que hizo Shalhoub del personaje central, la serie se construyó sobre la sólida base de un elenco secundario que siempre estuvo a la altura del protagonista. De Schram a Traylor Howard, su reemplazante desde la tercera temporada, hasta los actores Ted Levine y Jason Gray-Stanford que interpretaban a los policías con los que trabaja Monk, uno de los logros más destacables de la ficción fue darle espacio y atención a todos los personajes fijos, incluso en aquellos episodios que contaba con estrellas invitadas. Así se puede ver en este capítulo que presenta a Ambrose, el hermano menor de Monk, que interpreta John Turturro. La presencia de Ambrose, agorafóbico y con una evidente compulsión por la acumulación, no solo presenta un diálogo sobre una posible huida a la Argentina, sino que también incorpora nuevas facetas del personaje central y su pasado que esclarecen algo más de las razones de sus trastornos.
Monk y el niño
Monk y un episodio con mucho humor y algunas dosis de drama
Ya para la tercera temporada, Shalhoub tenía tan aceitado a su personaje que los guionistas empezaron a presentarle nuevas facetas de Monk para desarrollar. Así, a partir de una excusa algo rebuscada, el detective se hace cargo de la custodia temporal de Tommy, un nene de dos años con el que enseguida establece un vínculo singular. “Es como una persona”, le dice muy serio el protagonista a la asistente social que le explica las rutinas del chico. Claro que en su lista falta el detalle del cambio de pañales que resulta en una llamada al 911 que debe ser una de las mejor escritas del programa. Más allá del humor, este episodio le da la oportunidad al actor de aplicar su inmenso talento a una situación más cercana al drama.
Monk va al jurado
Para cerrar la cuarta temporada, el programa eligió hacer una suerte de homenaje al film Doce hombres en pugna al poner al detective en el lugar de uno de los jurados en un juicio que aparenta ser muy sencillo hasta que él interviene en el debate. “Es un don y una maldición”, le dice Monk a sus compañeros del jurado, un latiguillo que hace poco por aliviar la frustración del grupo impaciente con sus métodos deductivos. Como sucede en muchos otros episodios de la serie, una investigación paralela también atrae la atención del detective aunque deba hacer sus pesquisas a la distancia y a los gritos lo que resulta en una desopilante escena de humor clásico catalizado por perfecto timing cómico de parte de todos los intérpretes involucrados.
Monk y el actor
Tony Shalhoub y Stanley Tucci en una escena de la serie

Años después de compartir el protagonismo en la película Big Night, Shalhoub y Stanley Tucci, amigos desde su época de estudios de teatro en Yale, se reunieron en este episodio de la quinta temporada de la serie. Cómplices detrás y delante de las cámaras, verlos interpretar a Monk y a David Ruskin, el actor de método elegido para encarnar al detective en una película basada en sus investigaciones, es un momento televisivo de esos que no ocurren muy seguido. Tucci aparece como el estereotipo del actor de Hollywood que pide que no lo traten como una estrella, pero al segundo siguiente pretende que alguien le traiga un café, y al que su método de interpretación lo lleva más allá de la locura. Las escenas en las que estudia al detective al punto de parecer su gemelo, incluyendo tics, posturas y su peculiar modo de ver el mundo, le valieron a Tucci un merecido Emmy al mejor actor invitado.

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Aldo Fenoglio....En los años 60, Fenoglio bautizó con su apellido a la empresa que sería un símbolo del chocolate







El rey de la dulzura. Emigró de Turín, inventó el chocolate en rama y creó un imperio familiar
En los años 60, Fenoglio bautizó con su apellido a la empresa que sería un símbolo del chocolate
Aldo Fenoglio llegó a Bariloche en 1948 y fundó la icónica marca que es un símbolo de la ciudad; su hijo y su nieta siguen su legado con Rapanui y Franui
Paz García Pastormerlo
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Hay apellidos que cobijan historias mucho más grandes que las de una familia. Uno de ellos es Fenoglio, que en San Carlos de Bariloche es sinónimo de pioneros no solo del chocolate, sino de una identidad cultural.
Aldo Fenoglio nació el 25 de abril de 1912 en la comuna piamontesa de Castiglione Torinese, en Turín. “Mi Nono fue el primer Fenoglio de la familia en elaborar e incursionar en el mundo del chocolate. No tuvo ninguna herencia, fue él quien comenzó con este legado que sigue hoy con nosotros, sus nietos. A mi abuelo desde chico le apasionaron la repostería y el chocolate”, cuenta Leticia Fenoglio.
Aunque no llegó a conocer a su “Nono”, a Leticia siempre le interesó saber sobre el pasado de sus abuelos: “Es un tema que adoro. Tuve muchas charlas con mi abuela, la Nona Inés, con mi tía abuela Nina, mi tía Laura y con mi papá”.
Aldo comenzó su carrera con una pequeña cafetería y chocolatería en el centro de Turín. Luego abrió otra más grande en el Parco Valentino, el parque más importante y antiguo de Turín, que se extiende a lo largo del río Po. Finalmente, en 1948, en plena posguerra, decidió migrar a la Argentina junto con su esposa.
“Ellos se conocieron el día que mi abuela, Inés Secco de Fenoglio, fue a pedirle trabajo. Según ella, él la contrató enseguida porque quedó deslumbrado por su belleza. Así fue como comenzó a trabajar de cajera en la confitería Fenoglio, de Turín. Al tiempo, un día, él quiso besarla en un ascensor y mi abuela le contestó con una cachetada”, se ríe Leticia. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, Aldo la conquistó. Se llevaban cerca de 20 años de diferencia.
Inés Secco de Fenoglio en el cerro Catedral
–¿Por qué eligieron la Patagonia y, en especial, Bariloche para asentarse?
–Si bien recorrieron Rosario y Mendoza, a mis abuelos los cautivaron las montañas, esas que les recordaban a su Piamonte natal. En el álbum familiar atesoramos muchas fotos en las que se los ve disfrutando de la nieve en el cerro Catedral.
En 1964, Fenoglio abrió sus puertas en la esquina de Mitre 202, en la que funcionaba el Hotel Italia. En esa misma esquina funciona actualmente Rapanui
Quienes conocieron a Aldo Fenoglio –sus clientes, familiares y amigos– lo describen como un trabajador incansable, muy creativo y con sentido del humor. Dice su nieta que todos los días estaba pensando en algo nuevo para hacer. “Apenas llegó de Italia instaló la primera chocolatería y confitería de la Patagonia, llamada Tronador. Nada lo detenía cuando estaba determinado a hacer algo. Por ejemplo, cuando llegó de Italia no tenía moldes de bombones, no se los había podido traer en el barco. Entonces puso el chocolate en una bandeja, lo cortó en rectángulos y así nació el chocolate artesanal, el chocolate en barritas. Con esa misma técnica también hizo barritas rellenas con diferentes cremas”, cuenta Leticia.
Uno de los hijos de Aldo, Diego Fenoglio –fundador de Rapanui– recuerda también su calidad humana: “Siempre veía el lado positivo de la vida, estaba de buen humor, no se enganchaba con situaciones que no tenían solución. Me aconsejó y recomendó que nunca me dedicara al juego. Como yo era muy deportista, me recomendó también que no fumara. En todo le hice caso, porque sentí que era muy honesto y siempre decía la verdad. Además, siempre estuvo dispuesto a ayudar a sus amigos o empleados. Ayudó, por ejemplo, a Bernardo Benroth, quien trabajaba con él, a abrir su propia chocolatería”.
Un retrato de Aldo Fenoglio en 1946
–¿Qué anécdotas recordás junto a él?
–Tengo muy lindos recuerdos de cuando salíamos a cazar, en invierno, liebres y perdices, los fines de semana. Y de cuando me enseñó a manejar en “la Estanciera”, con 11 años, en los caminos de tierra. Él me compró mi primera bicicleta.
–¿Cómo era la casa en la que te criaste, cómo era ese ambiente familiar?
–Era una casa-confitería, teníamos los dormitorios en el primer piso. Se vivía una muy fuerte cultura del trabajo, impronta que marcó mi vida. En la confitería, mi madre cocinaba para el restaurante y mi padre hacía la pastelería, los chocolates y los helados. Con mi hermano Bruno los ayudábamos desde chicos a sacarle el cabo a las guindas, a las cerezas, a cuidar que no se quemara el dulce de mosqueta en la paila de cobre. A veces yo ayudaba a mi padre a realizar las mezclas de los helados. Con mi abuela Emilia íbamos a buscar hongos al bosque y luego los enhebrábamos para secarlos detrás del horno a leña donde se cocinaban las tortas. Toda la familia estaba abocada a producir.
Aldo Fenoglio, con su esposa y sus hijos, Diego y Bruno
El primer Fenoglio en la Argentina también inventó el chocolate en rama. Un día, mientras limpiaba la mesada de granito en la que trabajaba, se le ocurrió probar esas delicadas láminas de chocolate ondulado que se formaban al presionar con fuerza la espátula sobre la superficie. Luego las comercializaría y serían un éxito.
“Se requiere una mente alerta y esos momentos de iluminación, ya que es probable que muchos otros chocolateros en diferentes partes del mundo realizaran esa tarea a diario, pero a ninguno se le ocurrió darle forma a esa materia prima, ponerle un nombre y lanzarla a la venta. Hoy, además del chocolate en rama, comercializamos un producto que se está viralizando, al que llamamos Ramón: es un chocolate en rama pero más grande, elaborado con dos chocolates: blanco en su interior, y con leche por fuera”, cuenta Leticia, CEO y cofundadora junto a su padre Diego y su hermano Aldo de Rapanui y Franui.
El oficio chocolatero se fue contagiando en la familia a lo largo de las generaciones. “Desde chicos, tanto mi papá con sus padres, como nosotros con el nuestro, nos ‘sumergimos’ en la herencia familiar. Recorríamos las fábricas, cocinábamos en casa junto a ellos, olíamos el aroma a chocolate y, a veces, incluso jugábamos a las escondidas entre las bolsas de cacao. Aunque éramos chicos, ya nos involucrábamos en las fiestas, envolviendo huevos de Pascua o armando cajas de chocolate en Navidad. Y, claro, probando siempre los productos nuevos antes de que salieran al mercado”, afirma Leticia.
Unos de los primeros chocolates a cargo de Fenoglio
La confitería que Aldo Fenoglio abrió en 1948 –originalmente llamada Tronador– pasó a llamarse Fenoglio en los años 60. Durante la siguiente década, la empresa creció y se hizo conocida gracias a la enorme cantidad de turistas que visitaban Bariloche.
En 1996, Diego Fenoglio fundó su propia empresa, Rapanui, con una única sucursal ubicada en una de las esquinas más emblemáticas de la ciudad, la antigua sede de la confitería Tronador. La elección del nombre se debe al nombre de la casa familiar (Rapa Nui) donde Diego creció y aún reside. En esa aventura lo siguieron sus hijos Leticia y Aldo. La chocolatería Fenoglio fue vendida algunos años más tarde y luego cerró sus puertas.
La primera confitería de Aldo Fenoglio, abierta en el año 1948, se llamó originalmente Tronador
–¿Tu padre te pidió que continuaras su legado?
Diego: –Nunca me pidió que continuara el legado, pero percibí que disfrutaba tanto de lo que hacía que debía ser muy gratificante. Me hice cargo de la empresa cuando falleció. Fue un golpe fuerte para mí: yo tenía 20 años.
Los Fenoglio en la actualidad: Diego (con sombrero), Leticia (derecha) y el resto de los integrantes de la familia
Aldo Fenoglio falleció el 12 de diciembre de 1969, a los 57 años, pero sin dudas su impronta emprendedora continuó a través de sus descendientes. Desarrollos originales como el chocolate en rama y las barritas de chocolate ya son parte de la identidad gastronómica de Bariloche. Gracias a Aldo y a otros maestros chocolateros como él, la ciudad se transformó en la Capital Nacional del Chocolate. También Diego inscribió su nombre entre los innovadores al crear los bombones Franui, las frambuesas bañadas en dos chocolates que ya son un clásico argentino.
Así lo cuenta él: “La historia es tan linda como sencilla. Tenía en casa una plantación de frambuesas, las usaba para hacer mermelada para mí todos los años. Alguna vez hice frambuesas en almíbar. Pero hubo una temporada en que la cosecha superó todas mis expectativas y me iluminé. Dije: ‘Si hago esto, lo combino con chocolate y juego un poco, puede salir algo interesante’. Y a los dos o tres días lo probé, bañé las frambuesas de casa que estaban congeladas, les puse el toque especial y se las di de probar a la gente que trabaja conmigo, que son los más exquisitos con el tema del chocolate. Nunca me voy a olvidar. Lo que les dije a todos es: ‘Abrí la boca y cerrá los ojos’. Después les puse el bombón en la boca y en la medida que iban mordiendo supe que el producto sin duda iba a ser un éxito”.
Entre el 28 de marzo y el 1 de abril se celebrará en esta ciudad una nueva edición de la Fiesta del Chocolate, un clásico de Semana Santa para locales y visitantes.
–¿Qué creés que pensaría tu abuelo, si pudiera estar este año en la Fiesta del Chocolate en Bariloche?
Leticia: –Creo que mi Nono estaría orgulloso al ver hasta dónde ha llegado su legado. Estoy segura de que, de estar presente, se pondría su delantal blanco y nos ayudaría a elaborar la barra de chocolate más larga del mundo, que este año alcanzará los 218 metros y más de 2,5 toneladas de chocolate.

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"EL DURO"..... DISPONIBLE EN AMAZON PRIME VIDEO


REMAKE
Milagros AmondarayPrime videoUn carismático y convincente héroe de acción
Jake Gyllenhaal protagoniza El duro y le da nuevos aires a un film de los años 80.
EL DURO
(ESTADOS UNIDOS) .DIRECCIÓN:Doug Liman. Anthony Bagarozzi y GUION: Charles Mondry, basado en los personajes creados por David Lee Henry y Hilary Henkin. Henry FOTOGRAFÍA: Braham. Doc Crotzer. EDICIÓN: MÚSICA: Christophe Beck. Elenco: Jake Gyllenhaal, Daniela Melchior, Billy Magnussen, Jessica Williams, Conor Mcgregor. 121 minutos. DURACIÓN: DISPONIBLE EN AMAZON PRIME VIDEO

Cuando Elwood Dalton (Jake Gyllenhaal) llega, en una tarde calurosa, a una zona inhóspita en Los Cayos de Florida, una joven sale de la librería familiar, lo observa y le desliza una suerte de presagio: él no está allí para ser el héroe sino para mostrar todas sus facetas, como buen protagonista de western, ese justiciero tan apático como subyugante, con un pasado traumático que le hace implementar el autocastigo como forma de supervivencia. Esa autoconciencia de la flamante película de Amazon Prime Video, El duro -remake del film de 1989 de Rowdy Herrington protagonizado por Patrick Swayze, que además tiene una secuela-, es lo que le garantiza salir airosa de una narrativa que muchas veces se empantana en el afán de querer mezclar varias historias de manera constante.
Esos guiños al western, desde la configuración del personaje que le cae como anillo al dedo a Gyllenhaal (en una interpretación que recuerda los trabajos que hizo Tom Cruise con el director Doug Liman) a las violentas peleas que se producen entre el antihéroe intrépido y los villanos que amenazan la tranquilidad de los habitantes de un escenario que solía ser familiar, resultan interesantes cuando se percibe que no son gestos vacíos, sino una fiel representación de su figura central, un hombre que no permite que lo conozcan por miedo al rechazo y por eso malgasta sus habilidades como si viviera en piloto automático.
En esa situación vemos inicialmente a un abatido Dalton, quien fuera un luchador de artes marciales, cuando Frankie (la talentosa pero un tanto desaprovechada Jessica Williams) le ofrece trabajo como jefe de seguridad en su bar. La mujer, quien heredó esa cantina llamada Road House (el título original del film), pretende recuperar el clima de camaradería y buena música. Dalton acepta simplemente porque no tiene otro prospecto y porque, debido a su naturaleza itinerante, siente que un cambio de locación podría ser beneficioso.
En las primeras secuencias, Gyllenhaal muestra con astucia todas las armas que hacen del protagonista un individuo magnético para quienes lo rodean: es carismático, oculta sus intenciones bajo una sonrisa indescifrable, es leal y temerario. Al ingresar al bar y demostrar, en una o dos noches, el porqué de su fama como luchador, Dalton pasa a ser conocido en ese microclima en el que, como le explica Ellie (la enfermera que interpreta Daniela Melchior, interés romántico del protagonista), todos se protegen porque eso es lo que hace una comunidad. Por lo tanto, cuando el impertérrito outsider logra erradicar las bandas que causan disturbios en el bar, esa misma comunidad le expresa su gratitud a través de comida, compañía, y encuentros a deshoras.
Así, a diferencia del film de culto protagonizado por Swayze, el bar termina siendo un punto neurálgico para las muy bien logradas secuencias de acción, pero también para los instantes de reposo en los que el protagonista decide su destino sobre la marcha. De todos modos, ese logro del guion de Anthony Bagarozzi y Charles Mondry se ve empañado cuando entran en escena demasiados personajes. En este punto, solo se destacan los villanos, el poderoso pero patético Ben Brandt (Billy Magnussen, quien suma otro gran trabajo a su carrera en ascenso) y el caricaturesco mafioso Knox (Conor Mcgregor, el luchador de artes marciales irlandés que hace su prometedor debut como actor), quien se erige como el verdadero antagonista de Dalton.si bien en los enfrentamientos entre ambos es donde más se luce Liman, en ocasiones se abusa del efectismo de esas peleas explosivas a las que no les falta nada y que coquetean con el grotesco. Cuando a esto le sumamos algunas secuencias románticas entre Dalton y Ellie (un tanto innecesarias) y un desinterés por la subtrama de Frankie y su fuerte vínculo con ese bar que tiene una historia muy rica, El duro termina resultando intrincada sin motivo, o quizá con el fin de sentar las bases para una secuela que, de momento, no se ha confirmado.

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El rol de las primeras damas.

Para agendar

Museo Casa Rosada (Av. Paseo Colón 100). Miércoles a domingos, de 11 a 18. Entrada gratuita. Próxima charla: “Dolores Costa: Patrimonio Archivístico II. Una herencia legada al porvenir”, por Mabel Gradizuela y Alicia Delzart (10 de abril, a las 17, online por el canal de Youtube @museocasarosada).

El rol de las primeras damas. Un vínculo clave entre el mundo público y el privado
Una muestra pone en foco a veinte mujeres que fueron protagonistas de la política nacional entre 1862 y 1989; las parejas presidenciales más curiosas, según la historiadora María Sáenz Quesada
Natalia Blanc | Foto Fabián MarelliSáenz Quesada, al lado del vestido de fiesta de Silvia Martorell de Illia
De Delfina de Vedia a María Lorenza Barreneche, pasando por Regina Pacini, María Eva Duarte e Isabel Martínez, la muestra Las damas primeras. Primeras damas argentinas 1862-1989 pone el foco en veinte mujeres que, al igual que sus maridos presidentes, también fueron protagonistas de distintos momentos de la historia nacional. Centrada en el período que abarca desde la unificación nacional con Bartolomé Mitre al final del primer gobierno democrático después del golpe de Estado de 1976, por decisión del equipo curatorial, no incluye a las esposas de los gobernantes de facto. Con fotografías, objetos personales, vajilla, libros e indumentaria, la exhibición está instalada en el primer sector del Museo Casa Rosada (antes Museo del Bicentenario) y dialoga con la exposición permanente, dedicada a los hombres (y una sola mujer) que ocuparon el sillón de Rivadavia hasta la actualidad.
“Es una forma válida de mostrar parte del patrimonio. Interesa porque en un museo se pueden hacer muestras y actividades, como las charlas organizadas alrededor de estas mujeres, con los recursos y los objetos propios –sin duda escasos por lo que se puede ver–. Este es un país de poca memoria en cuanto a la conservación de piezas y materiales históricos y, además, suele ser difícil que las familias y los herederos o quienes manejan los legados presten piezas de su propiedad”, dijo la historiadora María Sáenz Quesada, durante una recorrida exclusiva con la nacion.
Integrante de la Academia Nacional de Historia y autora de La primera presidente y Mujeres, el largo camino, entre otros títulos, fue directora del mismo museo entre 1988 y 1989, desde “el final del gobierno radical y los primeros meses del gobierno de Carlos Menem, cuando todavía se llamaba Museo de la Casa de Gobierno”, cuenta. Aunque tuvo cambios de nombre, la institución ubicada en Paseo Colón al 100, detrás de la Casa Rosada, sigue dependiendo de la Secretaría General de Gobierno, hoy a cargo de Karina Milei.
“Las primeras damas de nuestro país constituyen figuras populares y al mismo tiempo complejas, ya que ejercen funciones de representación sin tener un rol definido en la organización del Estado. Sus actividades como esposas de los presidentes han variado a lo largo del tiempo y se encuentran asociadas tanto al rol de las mujeres en la sociedad como a sus características personales. De acuerdo con la época y el avance de las luchas por los derechos femeninos, las primeras damas ejercieron distintos roles públicos, en simultáneo con su dedicación a la vida familiar y la organización del hogar. Así, algunas cónyuges ejercieron un mero acompañamiento protocolar, mientras que otras combinaron este con actividades benéficas en instituciones públicas y religiosas. Por último, algunas de estas mujeres utilizaron este rol como una plataforma para actuaciones políticas concretas, participando de campañas proselitistas de sus maridos y ocupando funciones de representación ante el mundo”, dice el texto de presentación de la muestra, que fue inaugurada para el Día de la Mujer y seguirá en exhibición hasta junio.
“La primera dama representa el vínculo entre el mundo público y el privado y esta muestra refleja el lugar que ocuparon en cada época. En general, estas mujeres se caracterizaron por participar de la asistencia social y presidir la Sociedad de Beneficencia, creada en la época de Rivadavia, hasta la ruptura que se produce con Eva Duarte, que arma una fundación propia con su nombre y no participa de la anterior”, explica Sáenz Quesada durante la recorrida. La historiadora hizo preguntas a las guías y contó algunas anécdotas de las primeras damas.
Al pararse frente a la vitrina donde se exhibe una foto de María Luisa Iribarne y Roberto Marcelino Ortiz, Sáenz Quesada señala: “Esta es una de las buenas parejas presidenciales, muy armoniosa. Se llevaban muy bien; ella murió pocos meses antes que él”.
Al contrario de lo que reflejan las fotos de la época, en donde las esposas aparecen al lado o detrás de sus maridos, en un segundo plano, fueron varias las que tuvieron lo que hoy llamamos “alto perfil”. Según la historiadora, es el caso de Regina Pacini de Alvear, que sobresalió en su época: “Es una de las más originales porque rompe el molde de primera dama. No tenía un origen similar al de su marido. Era una cantante lírica, arte muy apreciado en la época, pero no para casarse. Marcelo Torcuato rompe los esquemas y se casa con ella. Y ella cumple con su rol de hacer beneficencia, pero le pone un toque especial, que es su interés por la cultura, por los artistas que están ya en la vejez y la pobreza, con la creación de la Casa del Teatro. Esa fue su obra especial. Luego va a seguir siempre generosa, gastando dinero propio, como hacía Alvear, que ponía plata de su bolsillo cuando se excedían en los gastos para agasajar a algún invitado extranjero. Y así terminó pobre, como siempre pasa en esos casos”.
La esposa de Roque Sáenz Peña, Rosa Isidora González Delgado, que pertenecía a una familia muy rica de Mendoza, también tuvo un alto perfil social: “Hacían muchas recepciones en la Casa de Gobierno y reuniones en la estancia que tenían los Sáenz Peña en las afueras de Buenos Aires. También hacían festivales para chicos pobres. Siempre se la vio muy activa”, cuenta. Y agrega: “Si uno estudia la vida pública y privada de los presidentes, es interesante ver el anclaje que representaba el matrimonio en esa época, cómo le daba al hombre una pátina de seriedad al constituir un hogar. En la biografía que escribí sobre Roque Sáenz Peña, leí una carta que él envía a un amigo cuando se pone de novio con Rosita y se compro mete para casarse. le dice: ‘Me siento muy feliz, asegurado moralmente y quién sabe si no llego hasta ser un hombre útil”. Y eso que era bastante mujeriego, como muchos de nuestros presidentes, y que no iba a dejar de serlo”, revela entre risas.
Sáenz Quesada recuerda que se conservan varias cartas de presidentes que reflejan lo que sentían por sus esposas. En una, por ejemplo, Carlos Pellegrini confiesa lo enamorado que estaba de Carolina Lagos. “Fueron muy compañeros y no tuvieron hijos. Ella lo acompañaba en todos sus viajes y lo esperaba con cara severa cuando él volvía de sus salidas nocturnas”. Para la historiadora, esa documentación refleja “momentos de gran sinceridad”. “Como cuando Bartolomé Mitre escribió a su mujer, Delfina de Vedia: ‘Hace treinta años que estamos casados y volvería a hacerlo; es lo mejor que hice’. Hay una interacción que hace que estas mujeres representaran algo muy sólido”.
Hay casos especiales, como el de Domingo Faustino Sarmiento, que se separa antes de ser presidente y nadie cumple el rol de primera dama. “O el de Hipólito Yrigoyen, que había tenido varios hijos naturales, pero nunca había oficializado ninguna de sus relaciones. Era su hija mayor quien cumplía roles sociales, algo que era considerado escandaloso por la oposición”.
El recorte temporal de esta muestra termina con la presidencia de Raúl Alfonsín porque en el decreto de creación del museo se establece un período de treinta años de “distancia” desde que finaliza el mandato para incluir presidentes. Pero si en algún momento se incluyera a Carlos Menem, además de su exesposa Zulema Yoma, debería aparecer su hija Zulemita, que ocupó el rol de primera dama desde el divorcio de sus padres.
El único objeto que no pertenece al acervo del museo es el vestido de fiesta utilizado por Silvia Martorell de Illia durante la recepción al sha de Persia y su esposa, Farah Diba, en 1965. Fue prestado por la familia del expresidente. En una vitrina hay una muñeca negra, entregada por la Fundación Eva Perón como regalo de Navidad en 1951. Acompañada de una foto que registra el momento, no hay otras referencias a Evita.
El caso de María Estela “Isabel” Martínez es curioso porque, de todas las primeras damas homenajeadas en la muestra, fue la única que fue también vicepresidenta, primero, y presidenta, después. Es por eso que vuelve a aparecer en la muestra general, donde hay bandas presidenciales y bastones, trajes de etiqueta, sombreros, anteojos, afiches, fotos y hasta un mate.
También, el Cadillac negro descapotable que usó Juan Domingo Perón (parada obligada de la mayoría de los visitantes para sacar fotos) y una joya del museo al que asisten turistas de todas partes: el mural Ejercicio plástico, de David Alfaro Siqueiros, creado en 1933 con la colaboración de Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, junto al escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. Fue desmontado del sótano de la mansión de Natalio Botana y, luego de un complicado proceso de armado y restauración, se luce en un espacio propio que se puede recorrer con una guía.

Para agendar

Museo Casa Rosada (Av. Paseo Colón 100). Miércoles a domingos, de 11 a 18. Entrada gratuita. Próxima charla: “Dolores Costa: Patrimonio Archivístico II. Una herencia legada al porvenir”, por Mabel Gradizuela y Alicia Delzart (10 de abril, a las 17, online por el canal de Youtube @museocasarosada).

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FACUNDO GÓMEZ MINUJÍN Y MILEI, EL HETERODOXO


Facundo Gómez Minujín, presidente de J.P. Morgan:
“Si la Argentina sigue por este camino, para fin de año va a poder acceder al mercado de capitales”
El ejecutivo asegura que el Gobierno pasó los primeros 100 días de gestión “desactivando bombas” y que, de cara al futuro, el país necesita un “factor enganche” entre el ajuste que está llevando a cabo y un plan de crecimiento; en diálogo analiza el futuro del dólar, el cepo y la inflación
Ignacio Federico
Facundo Gómez Minujín, presidente de J.P. Morgan para la Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia
Facundo Gómez Minujín entró J.P. Morgan en 1995 y hoy es presidente de la firma para la Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay, y asesor general de la compañía para Latinoamérica; además, preside AmCham y fue presidente de arteBA. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y obtuvo una Maestría en Derecho en la Universidad de Illinois
–¿Cómo evalúa los primeros 100 días del Gobierno?
–Vienen desactivando bombas que había cuando asumieron el 10 de diciembre. Recibieron una situación muy difícil, sobre todo por el lado de la inflación, que se había acelerado mucho al final, y por el lado de las reservas, que siguen siendo negativas. El tema de las Leliq, que era un gran problema el año pasado, hoy ya no está más sobre la mesa.
–¿Hasta qué punto está solucionado el tema de las Leliq?
–Realmente creo que lo tienen solucionado. Han hecho una licuación impresionante de los activos en pesos también. Esa es la parte que es más sostenible de todo este plan, en el sentido de que lo que está licuado, ya está licuado, es decir, la pérdida ya está. Por el otro lado, con la inflación, al haber liberado tanto los precios, muchos empresarios creyeron que el dólar iba a estar más arriba. Y, al haberse desinflado el dólar, eso también va a generar un efecto positivo en la inflación. Contener el dólar es un ancla para bajar expectativas de inflación. Y ahora ocurrió relativamente sin esfuerzo del Gobierno.
–Muchos economistas creen que el dólar está atrasado...
–La Argentina se ha encarecido mucho en dólares y eso es un problema. Si es circunstancial o momentáneo, ayuda a seguir bajando la inflación. Pero si continúa demasiado esta tendencia de revalorización del peso, es un problema para la Argentina y, a la larga, va a ser un problema para el Gobierno también. Por eso es muy importante que haya una eliminación del cepo, eventualmente, y que confluyan los tipos de cambio.
Facundo Gómez Minujín: "La Argentina se ha encarecido mucho en dólares mucho y eso es un problema. Pero si es circunstancial o momentáneo, ayuda a seguir bajando la inflación"
–¿Eso implica que a corto o mediano plazo haya una devaluación o un ajuste del crawling peg?
–Ajuste del crawling puede ser, una devaluación grande no veo. Pero cuanto más tiempo pasa con un dólar quieto y una inflación creciendo, se acerca más la posibilidad de tener que devaluar. Por eso, creo que todo va confluyendo a que en los próximos meses va a haber muchas noticias.
–¿Por qué los mercados reaccionan positivamente, si todavía hay problemas importantes?
–La posición de la Argentina a nivel global técnicamente es favorable a la compra, porque había mucha posición negativa con el país. Y los bonos estaban tradeando a niveles de default. Entonces pegaron un rally importante y, si la Argentina se normaliza, van a seguir subiendo, porque el país sigue siendo un activo recontra barato aun en estos precios.
–¿De qué depende esa normalización?
–De dos temas. Uno es la gobernabilidad, es decir, que logren pasar leyes por el Congreso y que no le rechacen el DNU. El otro, que la gente tenga la paciencia suficiente para aguantar este momento bastante complicado de recesión, y que enganche esto con el crecimiento de la economía, que hoy todavía no se ve para nada. Es decir, tiene que haber un “factor enganche” entre el plan de reducción del gasto y un plan para crecer. Hoy están haciendo todo lo posible para ajustar la economía y entrar en recesión, que también frena la inflación. Pero, una vez que esté controlada la inflación, hay que empezar a crecer; si no, la sociedad no aguanta.
–¿Hace falta un plan de estabilización?
–Yo no lo llamo plan de estabilización, sino que son las leyes que tienen que conseguir para generar las expectativas necesarias para poder invertir. Por ahora veo que hay mucha inversión en el sector financiero, sobre todo de afuera, pero no se ve todavía tanta actividad en el sector industrial o productivo. Entrar en el sector financiero es relativamente fácil, y salir también. Una vez que normalizaste lo financiero, hay que ver por dónde vendrá el crecimiento.
Facundo Gómez Minujín: "Una vez que esté controlada la inflación, hay que empezar a crecer como país, porque si no, la sociedad no aguanta"

–¿Cuán sustentable cree que es este ajuste, que mezcla licuación con motosierra?
–Es para un tiempo nada más, porque después empieza a caer la recaudación. Por otra parte, todo lo que se licuó es sustentable porque ya desapareció de alguna forma. Claramente, el tema de la seguridad social, lo previsional, es la parte más importante del gasto. Entonces, si logran a través del decreto reducir el gasto hacia adelante, esa parte va a ser sustentable también. Lo que me preocupa es que todavía ni siquiera empezó a tratarse el tema tarifario, o empezó en poca medida; hay que ver cómo logran hacer eso y qué plan tienen hacia adelante para que no haya un impacto tan grande en la sociedad. Ahí hay un cuello de botella muy preocupante para lograr subir las tarifas y, a la vez, bajar la inflación.
–¿Qué es más importante en esa puja entre reforzar el ajuste y bajar la inflación?
–Obviamente, reforzar el ajuste es lo más importante, pero no se trata de lo que yo pienso, sino de lo que piensa la sociedad, o sea, de cuánto está dispuesta a aceptarlo. Me acuerdo que cuando [el expresidente Mauricio] Macri hizo los aumentos tarifarios hubo muchos problemas, y ahora pasa un poco lo mismo, hay que ver realmente cuánto la sociedad está dispuesta a aceptar esto.
–¿Cuál debería ser la prioridad para los próximos 100 días?
–Conseguir aprobación de leyes y que la sociedad acompañe este cambio casi revolucionario que se está tratando de hacer, para quebrar una inercia que viene de muchas décadas de estar muy mal. Porque la Argentina es un poco como un atleta que tiene todo el potencial para seguir adelante, para jugar bien, y no puede porque está maniatado por todos los impedimentos, controles, regulaciones y exceso del gasto, con un Estado sobredimensionado con respecto a la capacidad de recaudación, y con ineficiencias por todos lados. Pero el mundo siempre dice –incluso pese a los nueve defaults– “te sigo creyendo que esta vez sí vas a poder pegar la vuelta”. Pese a todo, siempre se le vuelve a dar a la Argentina la posibilidad de seguir creciendo.
–¿Por qué pasa eso?
–Porque realmente la Argentina tiene factores que son increíblemente únicos, como el territorio, toda la parte agrícola, la minería, las energías renovables, el petróleo y gas, el turismo, e incluso los recursos humanos. Por eso los inversores, sobre todo los financieros, están tan entusiasmados, porque en general tienden a mirar un poco eso. Nosotros tenemos un centro de servicios acá que empezamos de cero hace 10 años y hoy son casi 4000 personas y vamos llegando a 5000. Y toda esta gente no hace un trabajo fácil, es trabajo sofisticado de posiciones que antes estaban en Estados Unidos. O sea, el nivel de preparación que tiene una persona que sale de la universidad acá está al mismo nivel que cualquier otra persona que sale de una universidad en Estados Unidos. Ese talento humano ha generado empresas enormes que hoy están en toda la región y en el mundo, como Globant.
Facundo Gómez Minujín: "Una vez normalizada la parte financiera, hay que empezar a ver por dónde va a venir el crecimiento del país"
–El inversor extranjero, ¿está tan entusiasmado?
–Sí, sobre todo en los últimos dos meses. Ya se está empezando a ver más inversores viniendo, más inversiones financieras y no financieras que empiezan a tratar de entender qué está pasando. La Argentina estaba caída del mapa y el mundo fue creciendo para otro lado. El país llegó a estar fuera del interés de los inversores.
–¿Pero el inversor no duda dos veces, sobre todo tras la decepción de la gestión de Cambiemos?
–El inversor financiero no, porque le es más fácil entrar y salir. El inversor industrial, sí, porque para poder hacer inversiones a largo plazo se necesita un marco mucho más certero. Pero en la Argentina hay muchísimas empresas que demostraron tener un gran manejo de las crisis. Hay compañías grandes que no están en situaciones financieras complicadas y que, de hecho, podrían acceder al mercado internacional en condiciones mucho mejores que el gobierno argentino. En todos los países hay una regla que dice que el rendimiento de los bonos nunca es mejor que el soberano. Bueno, en la Argentina pasa exactamente lo contrario. Entonces hay un montón de empresas importantes que van a empezar a acceder al mercado de capitales en los próximos meses, si la Argentina logra una cierta estabilidad.
–El Banco Central logró acumular reservas, pero en parte a costa de reprogramar importaciones. ¿Cómo cree que sigue la película?
–El Bopreal, que al comienzo le costaba bastante, fue un gran éxito, y la cotización está mucho mejor que al salir. Con eso ha resuelto parte del problema. Pero sigue habiendo reservas netas negativas. La realidad es que tiene que seguir recomponiendo reservas y lo está haciendo también porque existe un control de cambios. Por eso es tan difícil levantar el cepo. Cuando logren levantarlo, la economía debería empezar a crecer.
–¿Debería ser inminente la salida del cepo?
–Es importante, sobre todo, que se salga bien. Haber llegado a cruzar el puente hasta el momento de la liquidación de las exportaciones [del agro] es clave; los próximos dos meses son fundamentales para todo esto.
Facundo Gómez Minujín: "Hay un cuello de botella muy preocupante entre lograr subir las tarifas y, al mismo tiempo, lograr bajar la inflación"
–¿El dólar está competitivo para que el campo liquide?
–Buena pregunta, pero también podría ser menos competitivo, ¿no? Porque, si demorás la liquidación, te puede llegar a costar más. Ahí está el balance de cómo el exportador tiene que manejar esto.
–El Gobierno antes hablaba de dolarización y ahora habla de competencia de monedas. ¿Qué necesita el país desde lo monetario?
–Creo que el Gobierno tiene que seguir trabajando sobre el tema del déficit, el crecimiento, el aumento de reservas y la baja de la inflación. Sobre competencia de monedas y dolarización, está bien la discusión, pero no me parece que sea algo urgente.
–Uno de los pasos para acumular reservas podría ser pedir US$15.000 millones al FMI. ¿Hay lugar para endeudarse más?
–Hay lugar para endeudarse, porque la deuda no depende de cuánto tenés, sino de qué podés pagar. Si vos no tenés acceso al mercado de capitales, nunca tenés lugar para endeudarte más. Pero si tenés acceso, como cualquier país normal, podés hacerlo, porque finalmente la deuda te sirve para poder refinanciar pasivos. El tema es cuando no tenés acceso al mercado, y la Argentina no lo tiene todavía. Con el Fondo sí puede.
–Pero tiene que poder generar los dólares para pagar esa deuda, aunque sea con el FMI...
–Si la Argentina sigue por este camino, para fin de año va a poder acceder al mercado de capitales en forma natural, es decir, a inversores que quieran comprar deuda nueva. Y eso va a servir para refinanciar parte de los vencimientos de los próximos años.
–¿Qué es lo que más les preocupa a las empresas hoy?
–Están optimistas respecto del sendero, pero están expectantes en cuanto a la gobernabilidad y los cambios estructurales hacia adelante. En Amcham hay 720 empresas y nosotros hablamos con muchas, y veo que hay una sensación de expectativa positiva. Pero en algunos sectores la recesión ha pegado fuerte.
–¿Cómo están viviendo las empresas el impacto en el empleo?
–Creo que lo están aguantando.
–¿Por cuánto tiempo?
–Es muy difícil de saber, depende mucho de los sectores. En J.P. Morgan es al revés, estamos creciendo, porque es una empresa de servicios y estamos contratando talento para el crecimiento. La pata financiera es muy estable, pero en líneas generales también crece. Estamos tomando gente pensando que la Argentina va a ir por la senda positiva.
–¿Cómo ve la salida de la recesión, en V, en U?
–Es muy difícil de saber, porque depende mucho de cómo reaccione la sociedad. Si se normaliza el país y se logra salir del cepo, empezar a ver una inflación bien decreciente, de un dígito y terminando el año en niveles de 4%, es una sensación muy positiva. Por más que siga siendo alta, la sensación de que finalmente habrá una inflación mucho menor el mes siguiente es muy importante.
Facundo Gómez Minujín, en 10 frases:“Si la Argentina sigue por este camino, para fin de año va a poder acceder al mercado de capitales en forma natural, es decir, inversores que quieran comprar deuda nueva”
“La Argentina se ha encarecido mucho en dólares mucho y eso es un problema. Pero si es circunstancial o momentáneo, ayuda a seguir bajando la inflación”
“Si la Argentina se acomoda y se normaliza, [los bonos] van a seguir subiendo”
“Todo lo que es competencia de monedas y dolarización me parece bien la discusión, pero no me parece que sea un tema urgente”
“Tiene que haber un factor enganche entre el plan que están haciendo de reducción del gasto y un plan para crecer”
“Una vez que esté controlada la inflación, hay que empezar a crecer como país, porque si no, la sociedad no aguanta”
“Hay un cuello de botella muy preocupante entre lograr subir las tarifas y, al mismo tiempo, lograr bajar la inflación”
“Pese a todo, siempre se le vuelve a dar a la Argentina la posibilidad de seguir creciendo”
“Hay un montón de empresas importantes que van a empezar a acceder al mercado en los próximos meses si la Argentina logra una cierta estabilidad”
“Los corporativos han logrado sobrellevar las crisis en forma mucho más eficaz que el soberano”

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Javier Milei, el presidente heterodoxo
A la par del ajuste, el Gobierno recurre a herramientas no previstas en su discurso: el análisis de Dal Poggetto y Menescaldi.Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi*

El título no es un oxímoron, ni la heterodoxia es un sinónimo de mala praxis. Forzar la restricción presupuestaria al límite, “reventando el balance del Banco Central (BCRA)”, recreando la alta inflación, la brecha cambiaria y la distorsión de precios relativos que heredaría la siguiente gestión, todo ello tratando de llegar “competitivo” a la próxima elección (no importa cuándo se lea esto) no fue heterodoxia. Fue literalmente mala praxis.
Empezar a resolver el entuerto heredado por el actual Gobierno requería un programa económico pragmático y coordinado para recapitalizar el balance del Banco Central, apuntando a recrear la moneda y el crédito e intentando evitar que se arranque, una vez más, rompiendo contratos. Claro que, para que el programa funcione, se requiere que en simultáneo se avance en los otros dos ejes de un triángulo equilátero: la gobernabilidad y las reformas.
La gobernabilidad debe ser entendida en sus tres dimensiones: que no se prenda “fuego la calle” frente al ajuste; que las reformas pasen por el Congreso y la Corte Suprema no las anule y, fundamentalmente que se extienda el horizonte de las decisiones en el tiempo, es decir, que el cambio sea irreversible (algo que en la Argentina pendular generalmente no ocurre).
Por reformas entendemos aquellas que hagan sostenible la consolidación fiscal en el tiempo y, fundamentalmente, aquellas que apuntalen la productividad sistémica de la economía, permitiendo una mayor apertura sin generar un desastre en términos de empleo.
De momento, los ejes dos y tres (las reformas y la gobernabilidad) lucen poco direccionados. El primer eje (el programa económico) funciona mejor de lo esperado. Es cierto que, frente a un ajuste que es en extremo violento, el conflicto social no se desborda, y que Javier Milei mantiene una imagen positiva en buena parte de la población, según las encuestas. Pero a 100 días de haber asumido, los dos dispositivos desordenados de medidas, el DNU 70 y la ley de bases, están lejos de ser aprobados, y mucho más lejos de ser irreversibles.
El DNU fue rechazado en el Senado y su vigencia depende de que Diputados no lo trate. La reforma laboral está frenada por una medida judicial. Y, en lo que se refiere a varias desregulaciones, recae una lluvia de amparos. El proyecto de ley de bases volvió a foja cero y sería enviado en partes al Congreso, en el marco de la negociación con gobernadores de cara al pacto del 25 de mayo. Ese acuerdo fue convocado en medio de un giro similar al de la “tábula rasa” que proclamó Milei, entonces candidato, tras el resultado de la primera vuelta electoral. Lo que en cualquier contexto hubiera sido un traspié político, la narrativa y el justificado enojo “con la casta” (siendo Milei el que decide quién es casta y quién no) le permite al Presidente sostener alto el caudal político, en medio de un ajuste en extremo violento e inimaginable en democracia.
Con respecto al programa, se priorizó evitar romper contratos y se apeló a herramientas “heterodoxas” y coordinadas, con el objetivo de ordenar el balance del BCRA. Se estuvo, por lo tanto, lejos de las propuestas de campaña que, sin acceso al crédito, oscilaban entre un “mini plan bonex” para dolarizar, y una baja de la tasa de interés y liberación total de los controles de capitales, suponiendo que el mercado iba a encontrar el nuevo equilibrio.
Las herramientas heterodoxas a las que se recurrió conviven con un agresivo ajuste para cortar de prepo el financiamiento monetario al fisco.
Un ajuste fiscal que se hizo, en el arranque, acelerando la licuación del gasto vía un shock inflacionario “controlado”, mientras que la devaluación y el impuesto País apuntalaron los ingresos de la Nación. Pero no así, claro, los ingresos de las provincias, para las cuales a la caída de la coparticipación de casi el 20% en términos reales, se suma el recorte en las transferencias discrecionales de más de un punto del PBI.
El ajuste fiscal tiende a diluirse rápido, a medida que los ingresos se erosionan con la recesión, y la licuación del gasto se modera con la baja en la inflación, la recomposición rezagada de las jubilaciones (incluida en el DNU 274) y la necesaria negociación que tendrá que entablar para que el Congreso apruebe las leyes que necesita, incluyendo la restitución del impuesto a las ganancias en un contexto de desplome del salario real.
Componentes heterodoxos
1) El shock cambiario de arranque no solo mantuvo controles de capitales, sino que los ajustó a principios de febrero con la resolución general 990, cuando la suba de la brecha cambiaria empezaba a ser coordinada por importadores que intentaban acceder al CCL para pagar deudas pendientes con proveedores del exterior, aprovechando que el 20% de las exportaciones abastecía de dólares ese mercado. Son controles que podrían empezar a aflojar frente a la estacionalidad de la salida de la cosecha, pero sin soltar el grifo. Recordemos que el registro de deudas comerciales que implementó el Gobierno totalizó US$42.600 millones, más de cinco veces la suma de las tres series de Bopreal.
2) Lejos de abrir la economía, se incrementó en los hechos la protección efectiva, vía la implementación del pago en cuotas de las nuevas importaciones (a 30, 60, 90 y 120 días), el aumento del impuesto País de 10% a 17,5%, y la perpetuación de las percepciones de IVA y Ganancias, que dejaron de “tomarse a cuenta” en la gestión de Sergio Massa. De momento, el atraso cambiario que se empieza a coordinar convive con una economía que sigue siendo en extremo cerrada (el dólar se ubica 3% arriba de los $14 de cuando Mauricio Macri salió del cepo, pero la ventaja tiende a achicarse rápido con el crawling al 2%).
3) El Banco Central bajó la tasa de interés en dos oportunidades (del 11% al 8,6% mensual y luego al 6%), en la búsqueda de acentuar la licuación del overhang (excedente) de pesos, frente a una inflación que en diciembre saltó al 25,5%, y empieza a bajar, en simultáneo con el reacomodamiento de tarifas que se está implementando. La inflación fue, de hecho, de 20,6% en enero, de 13,2% en febrero y... ¿será de 13% en marzo y de 12% en abril, para alcanzar un índice de un dígito recién en mayo? La baja de tasas es una decisión que podría volver a darse, viendo la forma en que empujó hacia abajo la tasa de las Lecaps (letras del tesoro) cuando se decidió aceptar solo el 25% de las ofertas. Tasas negativas que, frente al actual nivel de riesgo país, solo pueden sostenerse con controles de capitales.
4) Tras una desregulación de prepo del sistema de precios mediante el DNU de fines de diciembre, el equipo económico empezó a “conversar” con los distintos sectores involucrados (supermercados, empresas de consumo masivo, refinadoras y prepagas) con la intención de moderar el impacto en el IPC de las subas, al tiempo que el propio Milei les avisa a los empresarios que el crawling al 2% mensual llegó para quedarse, reconociendo que los controles de capitales se sostienen. Todo ello, mientras el sector privado empieza a mirar con preocupación el desplome en las ventas y la suba de costos.
Por lo pronto, el vértice del programa viene saliendo bien, en un contexto de retorno de la liquidez global que compra la historia detrás del ajuste. Eso generó que el riesgo país se derrumbara desde los 2600 puntos básicos a poco más de 1400. Y hay una nueva fiesta financiera que hoy no alcanza para abrir el crédito.
A costa de una brutal recesión, la inflación baja algo más rápido en comparación con lo esperado, el BCRA sigue comprando dólares, y los números fiscales mostraron en enero y febrero un superávit financiero y se acercarían al equilibrio en marzo, mientras el caudal político medido en las encuestas se sostiene. Las reservas netas son menos negativas, pero siguen siendo negativas (de US$11.500 millones en el arranque pasaron a US$4300 millones), y los pasivos remunerados cayeron 40% en términos reales respecto del pico de octubre pasado. En algún momento hay que salir del 80%-20% y del crawling peg al 2%; la tasa de interés tiene que remunerar el ahorro y se deben empezar a aflojar las restricciones cambiarias. Para esto se requiere avanzar en un programa monetario que no solo esté basado en una megalicuación del gasto, y en un programa financiero que no requiera de puts para recircular los pesos dentro del cepo. Por ahora, el equipo económico no muestra apuro en presentarlo.
Sobre la gobernabilidad, la pregunta es: ¿Milei inventó la pólvora, y la narrativa alcanza para que la división no solo sea sobre la interpretación de los hechos, sino sobre “los hechos”, recreando una realidad virtual en la cual estamos todos metidos frente a la licuación, a la recesión y al aumento del desempleo? Se trata de una narrativa que exagera el número de despidos del Estado, pone y saca la dolarización de la agenda a conveniencia, le explica a los gobernadores dónde cortar el gasto para compensar el recorte unilateral en transferencias, y muestra día a día un nuevo caso de abuso del Estado contra los argentinos de bien, mientras mantiene los privilegios de los que define como no casta. ¿O en algún momento la visualización de los hechos lo vuelve a convertir en calabaza? Por ahora solo pasaron 100 días y la agenda sigue siendo complicadísima. Lo que sí sabemos es que, mientras dice que nunca dobla, lo que hace es siempre doblar, mostrando un pragmatismo mucho mayor al que reconoce el personaje.
“Empezar a resolver el entuerto heredado por el Gobierno requería un programa económico y avances en la gobernabilidad y en las reformas”
“Las herramientas heterodoxas a las que se recurrió conviven con un agresivo ajuste para cortar de prepo el financiamiento monetario al fisco”

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VIDA DIGITAL




El byte se corta por lo más delgado, Parte XII. Por favor, nunca aprietes ese botón
Podría haber buscado una foto de banco de imágenes, más prolija y bonita. Pero este es el tablero real, una vez extraída la tapa
El misterio duró dos meses. No es para menos. Una intrincada cadena de pequeños errores, decisiones apresuradas y deducciones flojas de papeles terminó en un incidente muy incómodo. Pero siempre lo más incómodo es no saber qué está pasando
Ariel Torres
¿Cuál puede ser el peor momento para quedarse sin agua? Todos, claro. Pero un viernes a las diez de la noche justo antes de un fin de semana largo parece particularmente incómodo. Pues bien, eso es lo que ocurrió: un viernes a la noche, justo antes de un fin de semana largo, nos quedamos sin agua.
En las sociedades industrializadas, incluso en suburbios con pobre o nula infraestructura, como es el caso de muchas zonas de la Argentina, la frase “quedarse sin agua” es en realidad una exageración. A lo mejor te quedás sin suministro, pero tenés las cisternas llenas. O se vacían las cisternas, pero todavía hay suministro. Por ahí se corta la luz, pero el agua baja por gravedad. Más todas las combinaciones imaginables. Por completitud, añadiré que en la Argentina hay muchas zonas donde la frase “no tener agua” es real, no una exageración. Es una dolorosa y mayormente inexcusable realidad.
En nuestro caso, y por razones que explicaré enseguida, solo salía agua, y a desgano, de una canilla en el jardín. Al punto que, en medio de la crisis y mientras me rompía la cabeza pensando qué podía estar ocurriendo, tuve que pasar por una ventana una manguera desde esa canilla hasta una de las dos bachas de la cocina. Cocinar sin agua es casi enteramente imposible.
El agua fue un problema en este barrio hasta que en 2016 o 2017, durante la gestión de María Eugenia Vidal, hicieron las obras y empezó a llegar el servicio de una planta potabilizadora que Aguas Argentinas tiene a 1 kilómetro de aquí. De verdad, el agua, en una especie de castigo a lo Tántalo, estaba al alcance de la mano, pero no estaban puestos los acueductos. Sin palabras.
Antes de eso, y como lo más estresante de la Argentina es su imprevisibilidad, importaba menos la falta de agua que reducir el estrés de la incertidumbre. Así que hasta que llegara el suministro de una forma más o menos regular y siempre potable (algo que pasó antes de lo que imaginaba, pero, de nuevo, no podíamos saberlo), enfrenté el desafío con uno de mis mecanismos favoritos: la redundancia.
El reglamento de construcción dice que hay que tener dos cisternas enterradas (check) y otra en la parte alta de la casa (check). La de arriba se llena mediante una bomba elevadora tomando el agua de las inferiores, que a su vez se llenan con el suministro que llegue al barrio (check). Lo que no dice el reglamento es que las bombas elevadoras fallan y que no sería mala idea poner una línea adicional que suba agua directamente del suministro. ¿Por qué no lo dice? Bueno, porque en general la presión no es suficiente para llegar tan alto.
Pero si el goteo puede quebrar tus finanzas, también puede llenar una cisterna. Así que hice eso. Normalmente, la bomba elevadora subiría agua a la cisterna superior, pero si hubiera presión suficiente, un hilito de agua durante varias horas podría ser una ayuda más que bienvenida, dadas las circunstancias en aquel momento.
Un crack
Así que la noticia de que estábamos por completo sin agua me tomó por sorpresa. Se había vaciado incluso el termotanque solar, que es algo así como the last man standing, porque está ubicado un poco por debajo de la cisterna principal, de la cual toma el agua; es decir que si se vacía no hay nada de líquido en ninguna parte. Ni siquiera en las cañerías. Super lindo.
Verifiqué enseguida que la bomba elevadora había dejado de funcionar, pero ese de ninguna manera era mi problema en ese momento. Cuando no podés ni bañarte y es viernes a la noche antes de un fin de semana largo, el problema es conseguir alguien que te de una mano. Por fortuna, y después de años de lidiar con faltazos y desplantes, di con un plomero que es, literalmente, un crack. Le escribí a las 11 de la noche, cuando ya había armado mi informe de daños, le pedí sinceras disculpas por la hora, le conté lo que estaba pasando, y me prometió venir al día siguiente.
Cosa que, por supuesto, hizo. Por eso digo que es un crack.
Revisamos todo, y francamente no había mucho que pensar. Sin agua no podés pensar mucho. Después analizaría los detalles, pero primero fuimos al local más cercano de una cadena dedicada a la construcción e invertí dolientes 320.000 pesos en una bomba elevadora nueva. La original fue al archivo, ad referendum de repararla para tener (de nuevo) backup. Todo se rompe, anoten.
No responde
Excelente. Instalada la bomba, se suponía que era cuestión de conectar de nuevo la corriente y listo. No tan rápido. La bomba, nueva, reluciente, prolijamente instalada por un profesional, conectada al enchufe correspondiente, no andaba. Parafraseé algunos epigramas de Marcial y, luego de probar que el aparato en sí funcionaba y que por lo tanto era un asunto de la instalación eléctrica, me puse a pensar qué podría estar pasando.
Con los años uno aprende que un problema es en realidad una constelación de problemas, y de allí el nombre de esta serie. Pues bien: ¿cuál era el punto más delgado de esta cadena de eventos? Era muy improbable que fuera el cableado. La bomba nueva funcionaba. Difícilmente fuera el flotante, pero compré otro, por si acaso, innecesariamente. El flotante es un componente electrónico que conecta el circuito para que la bomba arranque cuando queda en posición vertical (porque se vació) y también se lo puede configurar para que cuando queda en posición horizontal permita sacar agua de un tanque (porque significa que está lleno). Sabía que no era eso, pero el agua es cosa seria y gasté otros 6000 o 7000 pesos. Por supuesto, eso no resolvió el problema (de hecho, unos días después medí con un tester el flotante viejo y andaba a la perfección).
La misión de este crack que me había respondido el WhatsApp a las 23 de un viernes estaba más que cumplida. La bomba se encontraba instalada y, si la enchufabas, andaba. Pero no arrancaba automáticamente cuando se vaciaba la cisterna del techo. Era hora de llamar a otro amigo, un electricista y músico que ya ha protagonizado otra de estas columnas, Jorge.
Por un número de razones que no vienen al caso, Jorge recién pudo acercarse la semana última. En el medio pasaron dos meses; este dato, el de los dos meses, es más que significativo. Pese a estar sin bomba elevadora, nunca nos había vuelto a faltar agua. En medio de la niebla que hay detrás de todo problema, el misterio empezaba a develarse. Es decir, la bomba podía haber fallado mucho tiempo antes sin que nos enteráramos. Tras subir al techo unas 100 veces en diferentes horarios, descubrí que, como no derrochamos agua, la conexión directa al suministro conseguía llenar por goteo la cisterna; quod erat demonstrandum.
De modo que era muy probable que o bien ese suministro hubiera faltado durante un día o dos para que, combinado con algún consumo más alto de lo normal, llegáramos a ese viernes fatídico. Entonces recordé un mail donde se alertaba sobre un corte de agua por mantenimiento, lo busqué y coincidía no solo con las fechas del incidente, sino también con una canilla que me había encontrado abierta en un baño que casi no se usa y que, en el momento, no supe determinar cuánto tiempo había pasado así. Mi corazoncito eco se estrujó, la cerré y me olvidé del tema. No hay que llorar sobre el agua derramada, dicen. Pero, más importante, el incidente coincidía con el viernes fatídico. ¿Cómo lo supe? Simple: WhatsApp. Había repartido filípicas de eco warrior indignado por haber encontrado esa canilla abierta. Busqué el mensaje y, bingo, era de ese viernes en el que nos quedamos sin agua.
Eso resolvía la mitad del misterio. Quedaban todavía dos capítulos. Primero, por qué la bomba nueva no arrancaba automáticamente cuando la cisterna superior se vaciaba. Segundo, por qué la primera bomba –en su momento, recién estrenada y con una función poco demandante– había fallado en tan poco tiempo.
Preguntas incómodas
Mi amigo Jorge hizo exactamente todas las pruebas que había intentado por las mías. Sin éxito. La bomba elevadora seguía sin arrancar cuando debía. Pero como tiene una mente superior para estas cosas, en un momento, me preguntó:
–¿En el tablero no hay ninguna llave para la elevadora?
Le respondí que no. “No, al menos, debidamente etiquetada”, añadí. Bueno, como Jorge tiene además experiencia con clientes que tocan cosas que no deberían, me pidió que abriera el tablero. De un vistazo, y pese a estar lejos, advirtió tres llaves que estaban bajadas (es decir, desconectadas). Me preguntó por qué. Le dije que una era la del calefón solar (los termotanques solares tiene dentro una resistencia que calienta el agua cuando no hay sol suficiente; me pareció un sinsentido y la desconecté).
–Ajá, ¿y las otras dos? –quiso saber. Le dije que las había bajado porque no tenían ninguna etiqueta y porque no parecían hacer nada. Un razonamiento que dejaba mucho que desear, lo admito, pero era la verdad. Nunca le mientas ni a tu médico ni a tu electricista. Me pidió que las subiera, primero una –no pasó nada– y luego la otra; y ahí arrancó la dichosa bomba.
Lo diré así: en ese momento no me sentí el sujeto más brillante del mundo. El remate, me temo, fue cuando me preguntó qué hacía esa tecla blanca muy grande a un costado de las térmicas, y antes de que le dijera que no sabía, la presionó y la bomba elevadora se encendió. Escandí varias estrofas en feroés arcaico para ventilar la frustración. Durante dos meses había enchufado la bomba a mano para hacer pruebas, y ahora descubría que podría simplemente haber apretado esa tecla. Tuve entonces una iluminación: un tablero de estos, no debidamente etiquetado, es como el código fuente sin comentarios. Te podés pasar días siguiendo cables y dispositivos (o líneas de código, variables y funciones) antes de entender qué hace qué.
Como el agua blanda
¿Por qué había fallado tan rápido la bomba original? Porque había sido puesta en marcha solo un par de veces. Luego, el ambiente húmedo del Delta fue haciendo su lento trabajo de corrosión hasta que, posiblemente luego del primer invierno, ya no arrancó más. ¿Pero por qué había sido puesta en marcha solo un par de veces? Porque cuando instalé el termotanque solar, al mismo tiempo que la infraestructura de suministro de agua, leí el manual, descubrí que una de las térmicas alimentaba la antedicha resistencia y la bajé. Como al lado había otras dos llaves sin etiquetar, deduje (mal) que no hacían nada, y las bajé también.
Eso fue hace siete años. No habían sido unos meses, sino mucho más. Todo, gracias a la falta de comunicación. Comentarios. Documentación. Hay muchas formas de llamarlo, pero a la larga es lo mismo: un sistema complejo necesita etiquetas y comentarios. De otro modo, es un amasijo de cables y botones que solo el que lo armó sabe cómo funciona. Y en una emergencia eso puede resultar muy caro.

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LA PÁGINA DEL DR, JUAN CARLOS DE PABLO


Cambiar la medición de precios y evitar suspicacias
El Indec trabaja en una actualización de las canastas usadas para calcular la inflación; De Pablo cuenta qué se aconseja.
Juan Carlos de Pablo Doña Elizabeth, muchas graciasEl Indec está trabajando en una actualización de la manera en que se mide la inflación


Economista 1893-1980 Nació en Augusta, Georgia, Estados Unidos; estudió en la Universidad de Boston y en la Universidad de Harvard, y enseñó en el Wellesley College y en la universidad estatal de Iowa
La historia de los controles de precios ya lleva más de 40 siglos, de manera que la inflación es más antigua todavía. Pero la moderna estimación, tanto oficial como de fuentes privadas, del aumento sistemático del nivel general de precios arrancó con las fórmulas propuestas en Alemania, en la década de 1870, por Ernst Louis Etienne Laspayres y Hermann Paasche. ¿Por qué en la Argentina 2024 hay que modificar la forma de cálculo del índice de los precios al consumidor? Y, sobre todo, ¿cómo evitar las suspicacias de que el actual gobierno en realidad pretende “dibujar” la estimación oficial de la tasa de inflación?



Al respecto conversé con la norteamericana Elizabeth Ellis Hoyt (1893-1980), quien estudió en la Universidad de Boston y en Harvard, y enseñó en el Wellesley College y en la universidad estatal de Iowa. En 1928 visitó China, Corea y Japón. “Esta experiencia, que consideraba la más importante de su vida, le hizo surgir una perspectiva humanitaria, que impactó sobre sus trabajos posteriores”, apunta Paul Aitken. La consulté porque en el National Industrial Conference Board organizó encuestas para construir un índice de precios al consumidor, tarea que resultó fundamental en su carrera, prestándole particular atención a los cambios en el costo de la vestimenta, la renta y el transporte.


–Según Elizabeth Parsons, usted expandió el análisis del consumo.

–Así es. Incorporé variables como el tiempo, la energía y el dinero. Nada de esto parece ser revolucionario hoy, pero lo fue entonces. Muchas de las ideas desarrolladas por Gary Stanley Becker en la década de 1960 parecen estar basadas en las semillas plantadas por mí. Mi especialización en aprendizaje, en materia de consumo y comunicación entre las culturas fue una reacción a la estrechez mental imperante entonces. Realicé una contribución histórica a la investigación sobre la teoría del mercadeo realizada por mujeres. Siempre adopté un enfoque holístico para analizar la economía.

–¿Cuál fue el aporte concreto de Laspayres y Paasche?

–No hay que ser un genio de la economía para advertir que si una persona gasta 95% de su ingreso en la compra de pan y el resto en la adquisición de un perfume, a su bolsillo no le da lo mismo que se duplique el precio de cada uno de los bienes mencionados. Pues bien, Laspayres y Paasche sistematizaron esta importante idea.

–¿Qué hicieron?

–Sugirieron calcular la evolución del nivel general de los precios, multiplicando cada uno de ellos por la importancia que el gasto en el producto respectivo tiene sobre el gasto total de los consumidores. En otros términos, sugirieron valuar en diferentes períodos una estructura de ponderaciones, que el público no especializado denomina “canasta”. La tasa de inflación se calcula dividiendo los valores referidos a diferentes períodos, restándole 1 y multiplicando por 100.

–¿Cuál es la diferencia entre la fórmula de Laspayres y la de Paasche?

–Que la primera utiliza las ponderaciones del período base, mientras que la segunda usa las del último período. La primera se utiliza muchísimo más que la segunda, porque la de Paasche obliga a volver a estimar la canasta en cada período; un costo verdaderamente prohibitivo.

–¿Por qué en la Argentina 2024 hay que actualizarlas?

–Voy a eso, pero primero le recuerdo que no es la primera vez que ocurre en su país, ya que en la Argentina las ponderaciones fueron modificadas en 1943, 1960, 1974, 1988, 1999, 2008 y 2014.

–Insisto, ¿por qué hay que actualizar las ponderaciones?

–Porque la modificación del ingreso de los consumidores altera cuánto se compra de cada producto; porque aparecen y desaparecen productos; porque aparecen y desaparecen puntos de venta, etcétera. Recuerdo la importancia que la “barra de hielo” tenía en la canasta de 1943. Si bien no desapareció, en la canasta de 1960 disminuyó notablemente en importancia, por la irrupción de la heladera familiar.

–Esta tarea no se hace de la noche a la mañana.

–En efecto. Se supo que el Indec hace un año que está trabajando en esto, y que recién se pondrá en práctica dentro de algunos meses. La canasta que utiliza el actual índice corresponde a 2004/5; la nueva, a 2017/18.

–En esta más que susceptible Argentina, ¿qué puede hacer el Gobierno para despejar las dudas referidas a si la iniciativa no busca disimular parcialmente la tasa de inflación?

–Contesto, pero sin hacerme muchas ilusiones al respecto. Porque ustedes, argentinos, son muy afectos a las explicaciones conspirativas; cuanto más rebuscadas, mejor. Le voy a explicar lo que tiene que hacer.

–Lo escucho.

–El instituto dirigido por Marco Lavagna tiene que ser transparente, lo cual implica publicar la vieja y la nueva canasta, para que cualquiera pueda compararlas. No solo eso, desde el mes en que inaugure el uso de la nueva canasta, durante algunos períodos debería publicar la estimación oficial de la tasa de inflación según ambas canastas.

–Para adelante. ¿Qué tal recalcular, digamos, los últimos años?

–No se lo recomendaría, porque podría dar lugar a juicios o a recálculo de contratos indexados. No resultará fácil explicarles a los jueces lo que en economía denominamos “el problema de los números índices”, según el cual la tasa de variación de cualquier agregado depende de la estructura de ponderaciones utilizada. Problema que, por su naturaleza, no tiene solución.

–Técnicamente, deberíamos esperar que el nuevo índice diera menos que el anterior.

–Efectivamente, porque si las personas modifican su comportamiento, volcándose a los productos cuyos precios aumentaron menos, la actualización de las canastas aumentará la ponderación de los productos relativamente más baratos. Veremos la cuantía del fenómeno.

–¿Qué debería hacer el Indec, con las famosas promociones, descuentos, etcétera?

–Enorme desafío metodológico. Pedirles a los funcionarios que de la noche a la mañana modifiquen la forma en la que captan los precios, para estimar la “verdadera” tasa de inflación, es pedirles demasiado. Pero no cuando, con mucho tiempo, están trabajando en el diseño y la compilación del nuevo índice.

–Cualquiera que recorra un supermercado advertirá cuán complicado es este desafío.

–De acuerdo, solo se sabe cuánto se pagará por cada producto cuando la cajera haga la cuenta, incorporando promociones, tarjetas, día de la semana, etcétera. Pero suponer, como implícitamente ocurre ahora, que las promociones son una proporción fija de los precios de lista, de manera que ignorándolas el Indec estima correctamente la tasa de inflación, suena más a pretexto que a otra cosa. Porque la realidad actual es precisamente una en la cual las promociones son cualquier cosa menos una proporción constante de los precios de lista.

Doña Elizabeth, muchas gracias

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