Milei y el dilema de la casta dialoguista
Los desafíos que cualquier nuevo gobierno no peronista solía encontrarse en la Argentina no son hasta ahora un problema insuperable para el Gobierno; su dificultad está en conseguir que fuerzas ideológicamente afines no le entorpezcan el programa desde el
Francisco Olivera
Los clásicos desafíos con los que cualquier nuevo gobierno no peronista solía encontrarse en la Argentina desde la caída de la convertibilidad no representan, hasta ahora, un problema insuperable para Javier Milei. Al contrario. Podría decirse que el control de la calle, la transitoria tranquilidad cambiaria y la tolerancia social al ajuste vienen siendo su punto fuerte, al que habría que agregarle haber licuado la temible montaña de pasivos remunerados del Banco Central, viejo fantasma de campaña. La dificultad del Gobierno está, en cambio, en lo que a simple vista parecía menos arduo: conseguir que fuerzas ideológicamente afines, como Pro, el PJ no kirchnerista y una parte de la UCR, no le entorpezcan el programa desde el Congreso.
Es como una venganza de la casta dialoguista. De “los imbéciles centristas biempensantes”, apuntaría Milei. Es curioso porque ese espectro vilipendiado coincide con él en tópicos que hasta hace pocos años, durante el kirchnerismo, eran tabú: la emisión sin demanda de dinero es inflacionaria, las tarifas deben actualizarse, cortar la calle es delito, la riqueza se genera desde el sector privado y hay empresas estatales que deben privatizarse. Lo que les impide entenderse no son tanto los adjetivos del Presidente como algo bastante más complejo: cierta incapacidad del oficialismo para presentar una estrategia a partir de la cual negociar acuerdos.
El desenlace de todo está a la vista: hay al menos dos leyes perjudiciales para el equilibrio fiscal que se vinieron encima. La oposición está a 8 votos de conseguir el miércoles los dos tercios de los presentes para ratificar en la Cámara de Diputados la movilidad jubilatoria que el Poder Ejecutivo vetó hace dos semanas. Ya los tiene para el quorum.Y también existe acuerdo para que, al día siguiente, el Senado sancione la ley de financiamiento universitario y obligue al Gobierno a un segundo veto que ya anticipó el jefe de Gabinete. En la agrupación Nuevo Encuentro, que conduce el radical Emiliano Yacobitti, anticipan que en ese caso habrá otra marcha masiva. La esperan casi más que a la ley. La defensa de la universidad pública, única causa convocante que encontró hasta ahora la oposición, tiene desde ayer una nueva fuerza del PJ, la Juventud Universitaria Peronista, que impulsan Juan Manuel Olmos, Federico Mochi y Juan Manuel Valdés y que acaba de imponerse en las elecciones de la Facultad de Farmacia y Bioquímica. ¿Habrá entonces otra multitud en la calle? Es probable. ¿Pudo haberse evitado? Tal vez.
Dicen que Milei está molesto por el trabajo legislativo, en particular con Martín Menem. “No me atajan un penal”, lo oyeron quejarse. Justo en momentos en que la economía parece encaminada hacia cierta estabilidad y con varios sectores en recuperación. “No vendimos un solo dólar”, celebraba anteayer en la intimidad Luis Caputo, al cabo de otra jornada de descenso en el billete. Se percibe además un cambio cultural positivo en la mirada económica de la sociedad. Hacia quienes generan riqueza, por lo pronto, a la vez menos reacios a mostrarse en público. Muchos de ellos son activos en Twitter. El miércoles, en el acto que hizo en el Mercado Central con Milei, Marcos Galperin se llevó más aplausos de sus empleados que el propio Presidente. Hacía tiempo que no se veía. Dicen que Martín Migoya, líder de Globant, lo convenció hace dos sábados en un cumpleaños de sumarse como sponsor del equipo Williams de Fórmula 1, que acaba de incorporar al argentino Franco Colapinto. El próximo fin de semana en Bakú, Azerbaiyán, estará el logo de ambas empresas.
Milei consiguió fuera del Congreso lo que dentro de ambas cámaras parece imposible: la virtual inexistencia de la oposición. Hace más de cuatro meses que no hay cortes de calles. En el peronismo se preparan para hacer ruido el Día de la Lealtad, pero en el fondo admiten que esperan, como Grabois, el momento del hartazgo. El PJ vuelve a soñar con marzo. Pero el problema del Gobierno está en las bancas, desde donde se imparten incluso órdenes contrapuestas. El miércoles, durante la exposición de Francos en la Cámara de Diputados, él y Martín Menem le aceptaron a la radical Karina Banfi que el decreto que modifica los pedidos de acceso a la información pública podría ser revisado. “¿Viste? Estamos para ayudarnos”, llegó a decirle Menem. Momentos después, por teléfono, Santiago Caputo le negó a la diputada esa posibilidad. Discutieron. “Estás proponiendo lo mismo que Maduro”, provocó Banfi.
No hubo acuerdo. Por la noche, consultado una vez más, Francos insistía en los cambios. ¿A quién atender? Al triángulo de hierro, diría Milei.
La dispersión preocupa también a los empresarios. Dicen que le quita credibilidad al Gobierno. “Yo preferiría que el triángulo de hierro fuera un octógono de plástico”, dijo uno de ellos. La mayoría tiene buenas perspectivas, pero considera que es pronto para proyectar. Hay señales ambiguas y persiste una incógnita decisiva para cualquier proyecto: la apertura del cepo. No es tan fácil porque parte de la tolerancia al ajuste se sustenta en que afloja la inflación. ¿Ocurriría lo mismo si el proceso se interrumpiera durante dos o tres meses por el fin de las restricciones cambiarias? De esa decisión depende también la política tarifaria, otro rasgo sensible. En el oficialismo admiten que, por primera vez, según varias encuestas, la imagen de Milei empieza a verse afectada por los aumentos en electricidad, gas y transporte. Del sendero de quita de subsidios depende también el equilibrio fiscal.
El Gobierno acaba de acordar con la Capital Federal el traspaso de 31 líneas de colectivos. No le costó demasiado. A diferencia de lo que pasa con Kicillof en la provincia de Buenos Aires, a Jorge Macri no le resulta ventajoso mostrarse públicamente enfrentado con Milei: tienen electorados muy similares. Queda por resolver, con todo, el cumplimiento de la medida cautelar de la Corte que obliga a la Nación a subirle a la Ciudad la coparticipación del 1,4% al 2,95%. Son 100 millones de pesos mensuales que, desde el 2 del mes pasado, el Gobierno le envía por semana al distrito porteño como transferencia discrecional. Macri pretende, sin embargo, que esos fondos sean incluidos el 15 de este mes como coparticipación automática en el presupuesto 2025.
En julio, en una de las reuniones en las que discutían el tema, Ritondo condicionó el respaldo legislativo de Pro a lo que el Palacio de Hacienda decidiera sobre ese asunto, y algo parecido le advirtió Macri a Milei en una de las últimas comidas que tuvieron. El Presidente ya anticipó su intención de ir ese día personalmente al Congreso, pero no dio pistas. Incluirlo o no en el texto determinará su rumbo y su modo: si acepta el pedido y suma a una fuerza como aliada o, al contrario, prefiere encarar las próximas elecciones en soledad. La decisión vuelve a poner a prueba su pragmatismo y su dilema: qué hacer con la casta, donde siempre se tropieza.
Hace más de 4 meses que no hay cortes de calles; en el peronismo se preparan para hacer ruido el Día de la Lealtad, pero admiten que esperan, como Grabois, el momento del hartazgo
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Los liceos militares y la excelencia educativa
Es encomiable el mayor interés que las actuales autoridades del área de Defensa les asignan a institutos que han sido expresión de calidad académica
Los liceos militares constituyen una relevante modalidad educativa de la Argentina. Comparten pocas similitudes con instituciones más o menos afines de otras partes del mundo, pero han sobresalido, en lo esencial, por notas propias en la formación de ciudadanos habilitados por conocimientos específicos para contribuir a la defensa nacional. Lo especifica así la condición de los egresados como oficiales no activos de la reserva.
En la presidencia del general Agustín P. Justo se fundó, en 1938, el Liceo Militar General San Martín –cuya segunda promoción integró Raúl Alfonsín– y, nueve años más tarde, bajo la primera presidencia de otro general, Juan Domingo Perón, se inauguró en Río Santiago, en las antiguas instalaciones de la Escuela Naval, el Liceo Naval Militar Almirante Brown. Hoy, funcionan en total nueve liceos en diversas partes del país: seis, del Ejército; dos, de la Armada, y uno, de la Fuerza Aérea.
Las autoridades actuales del Ministerio de Defensa han dado muestras de un mayor interés que otras gestiones anteriores en vivificar estas casas de estudios. Luis Petri estuvo hace poco en el Liceo Aeronáutico, en Funes, Santa Fe, en lo que debió haber sido en mucho tiempo una rarísima visita ministerial a un instituto de esta índole. Estaríamos, pues, en el camino inverso al de un capítulo que treinta años atrás se abrió en alguna de las fuerzas, como la Armada, en dirección de desentenderse de estos esfuerzos educativos por falta, según se aducía, tanto de recursos presupuestarios suficientes como del número de oficiales de élite que deben distraerse de funciones operativas navales específicas para ponerlos al servicio de actividades docentes sumamente complejas. Lo es, en efecto, la formación de excelencia educativa y física de jóvenes en la más temprana adolescencia.
De hecho, la Armada clausuró dos de los liceos que había abierto: los de Salta y Necochea, en la última parte del siglo XX, y en los primeros años de este siglo dejó al viejo Liceo de Río
Santiago, ya en Núñez, activo solo con la última promoción de cadetes, a un suspiro apenas del cierre. Se evitó ese infortunio con la ayuda persuasiva y material de voluntariosos egresados y, desde hace un tiempo, esa institución funciona, con varones y mujeres configurando ahora el cuerpo de cadetes, en un predio de la Armada en Vicente López. A este se agrega el Liceo Naval de Misiones.
Ahora se habla del interés que, por múltiples razones, entre otras asociadas al cuidado y proyección del patrimonio marítimo del país, podría haber en la fundación de un nuevo liceo naval, en Ushuaia. Las reflexiones sobre este punto hacen pie en los logros de establecimientos de los que han egresado presidentes y vicepresidentes de la Nación, gobernadores, legisladores y profesionales de destacada trayectoria en las más diversas disciplinas del conocimiento. Es el caso de Juan Martín Maldacena, graduado del Liceo Militar General San Martín: gran físico teórico, residente en Estados Unidos y mencionado, de tanto en tanto, como candidato al Premio Nobel.
En los años del desprecio kirchnerista por las Fuerzas Armadas, estos institutos consiguieron preservar a su alumnado de la ruptura de la neutralidad política que se espera de la misión para la que fueron fundados. Esta se logró mantener, incluso, en los dos primeros gobiernos del presidente Perón, señalados por su desaforada propaganda partidaria. Salvo la deplorable conducta del general César Milani, en el Ejército, y de algún caso aislado e insólito en el almirantazgo que aquel catequizó, las Fuerzas Armadas han perseverado a lo largo de cuatro décadas democráticas en el estricto respeto a los preceptos establecidos por la Constitución nacional.
En 2010, por una resolución representativa del espíritu faccioso del kirchnerismo, y con la excusa de adecuar los liceos a “los saberes de la época”, se introdujeron modificaciones en los planes de estudios, incorporándose como materia Problemática Ciudaday na Contemporánea. Fue la vía para introducir visiones del país y el mundo ajenas a las mejores tradiciones republicanas. Esa materia cederá paso en adelante a otra, que propenderá a ahincar en los valores que se consagran en la Constitución de 1853/60, con sus reformas ulteriores, hasta llegar a la de 1994. Se supone que contará para esta tarea con los profesores apropiados por conocimientos y conducta cívica.
Paralelamente se recuperan las prácticas de tiro eliminadas, intensificándoselas, paso a paso, según la antigüedad creciente de los cadetes. Con ignorancia de que el ingreso en los liceos es una opción educativa libre, que cuenta con el apoyo expreso de quienes ejercen la patria potestad de los menores, esa disciplina tan natural en ámbitos de enseñanza militar había sido abandonada por una política de desconocimiento absurdo de lo que significa la preparación para la defensa del país. Fue el resultado de una interpretación parcial y errónea de protocolos concernientes a la participación de niños en conflictos armados y de normas de la Convención de los Derechos del Niño.
De retorno a las mejores expresiones de excelencia educativa y a la libertad de elección de alumnos y padres dentro de pautas de sano criterio, cabe celebrar el renovado interés del Estado por institutos a cuyos estudios se aplican en la actualidad en todo el país alrededor de 2500 alumnos. Más de 80.000 graduados han salido de estas aulas, sin duda exigentes, desde 1938.
Sobre su nivel de rigor en la búsqueda permanente de la calidad educativa, basta con la confesión hecha en su tiempo por un profesor de Historia, que lo era de modo simultáneo en el Colegio Nacional de La Plata. Al explicar a un cadete del Liceo Naval Almirante Brown –tal vez el que ha logrado suscitar entre los institutos de su especie una mayor mística– los fundamentos de una nota, se sinceró: “Si en La Plata califico con 8 un examen, aquí, en Río Santiago, me ciño a una nota de 6 puntos”.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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