
Una esquina inusual: la calle que se cruza a sí misma, la historia del barrio más laberíntico de Buenos Aires y el mito de no encontrar la salida
El relajado ritmo de vida en Parque Chas no es presionado por la inseguridad
Repleto de curiosidades, más allá de la calle que se cruza a sí misma, ¿cómo es el barrio que inspiró poesías y mitos sobre su trazado laberíntico?Suscriptores
Jessica Blady
“Ir de Cádiz y Victorica a Bauness y Bauness era solo caminar cien metros. En otro barrio hubiera sido una línea recta, pero en el nuestro es todo curvo y ondulante, como las caderas de las musas de Pedro Gaeta”, escribió Lilian Garrido en Te espero en Ávalos y Berlín…, prólogo de Amores y Poemas en Parque Chas: un sentido retrato y homenaje al poeta Luis Luchi, publicado en el año 2001.
Luchi nació en Villa Crespo, pero a la edad de cinco años se mudó con su familia al intrincado distrito porteño de Parque Chas, bautizado por el autor como ‘República Independiente’. “En su casa de Bauness y Bauness –Bauness, entre Bauness y Atenas, para ser más precisa– era fácil encontrar a Luchi durante el día, sentado en una habitación tapizada con libros del piso al techo, leyendo o escribiendo”, recalca Garrido, llamando nuestra atención sobre esta calle tan particular que se cruza a sí misma. Esta ‘anomalía urbana’ parece imposible, pero no es la única rareza de uno de los barrios más flamantes de la Ciudad de Buenos Aires.

La calle en cuestión, que toma su nombre de Carlos Bauness, militar argentino de origen británico que participó en las guerras de independencia y las guerras civiles de la República Argentina, no pasó desapercibida para otros escritores como Tomás Eloy Martinez, que la nombra en Cantor de Tango, o Luis Alposta, que describe su peculiaridad en el poema Parque Chas: “Una calle circular; otra que forma esquina consigo misma; calles en las que, con solo cruzar a la vereda de enfrente ya son otras; paralelas que se encuentran; la curva entre otras curvas de la calle Ginebra y el mito de que hay gente que no halla la salida”.
Parque Chas, el laberinto urbano
Con su humor característico, Alejandro Dolina le dedicó varios relatos de las Crónicas del Ángel Gris al barrio de la comuna 15, alimentando (un poco más) el mito del laberinto imposible de sortear, o la manzana misteriosa, delimitada por las calles Berna, Marsella, La Haya y Ginebra: “No es posible dar la vuelta a esa manzana. Si alguien lo intenta, aparece en cualquier otro lugar del barrio, por más que haya observado el método riguroso de girar siempre a la izquierda o siempre a la derecha”. El prócer radial nombra a un anciano quiosquero que decidió instalarse en la zona al no poder volver a sus pagos de Villa Crespo, o las infructuosas misiones de intrépidos exploradores franceses y urbanistas catalanes que intentaron descifrar el misterio de la manzana imposible.

Los que vivimos en el barrio lindante de Villa Urquiza, ignorantes del complejo (y poético) trazado de sus calles, sabemos que querer ‘acortar’ camino a través de Parque Chas es una tarea inútil. Para los ‘forasteros’ puede convertirse en un verdadero Triángulo de las Bermudas porteño, que nos aleja, poco a poco, de nuestro destino objetivo. “Los taxistas afirman que ningún camino conduce a la esquina de Ávalos y Cádiz y que, por lo tanto, es imposible llegar a ese lugar. En realidad, conviene no acercarse nunca a Parque Chas”, aconseja Dolina, pero los chasenses no siempre comparten la humorada, alegando que el mito del laberinto fue creado y alimentado por los propios taxistas, que prefieren que el reloj siga corriendo.
Para entender por qué Bauness se cruza con Bauness hay que hacer un poco de historia, remontarse a los orígenes del barrio y sus particularidades arquitectónicas. No solo el diseño laberíntico que le otorga un encanto único, también sus casas bajas, su microclima, sus calles curvas con nombres de ciudades europeas (Ginebra, Londres, Bucarest, Dublín, Atenas, Estocolmo…), las tres diagonales que lo cruzan, y sus paralelas (Barzana, Altolaguirre, Burela y Av. de los Constituyentes)… que se encuentran en un punto.

Un barrio joven no tan joven
Parque Chas nació en 1925, oficialmente como parte del barrio Agronomía; con la excepción de un breve período de tiempo a principios de 1976, hasta que el intendente de facto Osvaldo Cacciatore le quitó esa condición, durante la última dictadura militar. Se convirtió en barrio autónomo recién el 6 de diciembre de 2005, a través de la ley 1907/06 aprobada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y tras diversas acciones desarrolladas durante varios años por los vecinos y organizaciones de la zona.
El barrio parque toma su nombre de la familia Chas –que, curiosamente, en lengua gallega significa terreno llano o llanos–, propietaria de las tierras en las que se desarrolló este original proyecto urbanístico, impulsado por el doctor Vicente Chas, quien falleció en enero de 1928, a los 83 años, sin poder ver finalizada la obra. Vicente era nieto del adelantado español Don Francisco Luis de Chas y Pombo, quien arribó al Virreinato del Río de la Plata, procedente de Betanzos (provincia de La Coruña), a finales del siglo XVIII. Una vez asentado en la antigua ciudad-puerto, Don Francisco se convirtió en propietario de un almacén de ramos generales ubicado en la Plaza Mayor frente al Cabildo, y en 1812 contrajo matrimonio con Juana María Nepomucena Belgrano y González, hermana de Juan Manuel.

Durante los siglos XIX y XX, el apellido Chas quedó muy ligado a la clase alta económica argentina; una familia muy atada al partido de Belgrano, propietarios de importantes fracciones de tierra en Villa Catalinas (hoy Villa Urquiza), Coghlan y una quinta ubicada entre Cabildo y las vías del Ferrocarril Poblador, en el límite de Saavedra y Belgrano. También del denominado predio o terreno de Munita, que en la década de 1890 pertenecía al antiguo municipio de Belgrano y, donde más tarde, se levantaría Parque Chas.

El potrero era un bien de la Sociedad Francisco Chas e hijos (el tal Munita tenía una deuda con la familia y les pagó con el terreno) delimitado por las actuales calle La Pampa, Av. Triunvirato y Av. de los Constituyentes. Con el tiempo, la antigua municipalidad y los vecinos los obligaron a urbanizar el terreno, tarea que tomó en sus manos Vicente Chas, uno de los hijos de Don Francisco. Lo primero que hizo Vicente, en el año 1925, fue mandar a construir las famosas “20 casas para obreros”, levantadas a lo largo de La Pampa, entre Triunvirato y Andonaegui. Cinco cuadras continuas edificadas, a las que pronto se fueron sumando las viviendas de los terrenos intermedios.
Vicente quería incrementar el valor del terreno, pero aquellas primeras construcciones de La Pampa también se convirtieron en la ‘muestra’ de lo que sería el futuro barrio Parque Chas. Los loteos comenzaron en el año 1927 y el proyecto final, incluido el trazado actual en forma de telaraña, quedó en manos de los ingenieros Armando Santiago Frehner y Adolfo Guerrico. El tramado inusual –un diseño que combina la propuesta radiocéntrica con el amanzanamiento ortogonal, siguiendo los principios del urbanismo inglés para las ciudades-jardín– permitió añadir más lotes que con la típica traza cuadricular; toda una novedad para la época, inspiraba en los barrios parque de las principales capitales europeas.
“Cierto es que don Vicente Chas, como todos los propietarios y loteadores, buscaba rédito económico. Pero su inteligencia al buscar la mayor ganancia redundó en la creación de un barrio singularísimo desde el punto de vista urbanístico y, por lo tanto, ambiental y social”, escribió Sonia Berjman en Barrio Parque Chas: el laberinto de Buenos Aires. El trazado de Frehner y Guerrico había sido aprobado por el antiguo Concejo Deliberante en la sesión del 29 de septiembre de 1925, fecha de referencia para celebrar el aniversario del barrio.
Tras la muerte de Vicente, su hermano Francisco tomó las riendas del proyecto e impulsó la finalización del barrio esbozado por su padre. Durante la edificación se respetó la nomenclatura de las calles ya existentes, pero las nuevas vías también debían ser designadas. En 1933, el Concejo Deliberante sancionó una ordenanza destinada a suplir la falta de nombre de las calles recientemente abiertas, motes tan inusuales (Ginebra, La Haya, Dublín, Tréveris, Turín, Moscú, Belgrado, Bucarest y La Internacional) como el original diseño que caracteriza al barrio. Por cierto, los últimos lotes se terminaron vendiendo en la década del cuarenta.
A casi cien años de su fundación, el barrio porteño donde una calle se cruza a sí misma sigue despistando a los transeúntes foráneos, inspirando poemas y pequeñas grandes historias como Una esquina imposible, un cortometraje animado, dirigido por Pablo David Sánchez, Fabricio Basilotta y Ariel Klein, ganador del concurso Un barrio de película (INCAA) en el año 2013.
Para finalizar, les dejamos un consejo: el secreto para salir de Parque Chas es tomar cualquiera de las calles que no tenga nombre de ciudad.
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