sábado, 21 de diciembre de 2024

Scott Kelly (JUNTO A SU GEMELO ) es un astronauta norteamericano que estuvo en el país; entre 2015 y 2016 para medir los efectos del entorno espacial en el cuerpo humano


“Una oportunidad científica única”: pasó 340 días en el espacio y, junto a su gemelo, participó de un inusual experimento
Scott Kelly es un astronauta norteamericano que estuvo en el país; entre 2015 y 2016 un equipo de investigadores estudió a los hermanos para medir los efectos del entorno espacial en el cuerpo humano
Alejandro Horvat
Scott Kelly, astronauta norteamericano, visitó la Argentina

En un experimento único en la historia de la exploración espacial, el astronauta Scott Kelly pasó 340 días en la Estación Espacial Internacional (EEI) entre 2015 y 2016, mientras su hermano gemelo, Mark, permanecía en la Tierra. Este estudio, liderado por la NASA, representó una oportunidad sin precedentes para analizar cómo las condiciones extremas del espacio afectan al cuerpo humano. “Esta fue una oportunidad científica que no podíamos dejar pasar”, explicó Jennifer Fogarty, jefa científica del Programa de Investigación Humana de la NASA.
La EEI, un laboratorio orbital ubicado a 408 kilómetros de la superficie terrestre, es un proyecto internacional liderado por agencias espaciales como la NASA, la Espacial Europea (ESA), Roscosmos de Rusia, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA). Desde 2000, la estación ha sido habitada de forma continua por equipos internacionales de astronautas, quienes realizan investigaciones científicas en microgravedad para avanzar en campos como la medicina, la biología, la física y la tecnología. Actualmente, la tripulación está compuesta por astronautas de Estados Unidos, Rusia y Japón. Allí, trabajan en experimentos que buscan no solo comprender mejor a la Tierra, sino también preparar a la humanidad para misiones a destinos como Marte.

“Tuve el privilegio de volar al espacio cuatro veces”, comentó Scott Kelly durante una entrevista  en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires. El astronauta estuvo acompañado por Charlie Duke, una leyenda del programa Apolo, y William Shatner, conocido por su papel en Star Trek. Según explicó Kelly, su primera misión tuvo una duración de 18 días; la segunda, de 21; la tercera, de 159 y la última, la más extensa, abarcó 340. Sobre los retos físicos y psicológicos, señaló que la recuperación fue cada vez más desafiante a medida que sus misiones se prolongaron. “El tiempo que pasás en el espacio parece tener una relación directa con el tiempo que tardás en recuperarte. Aunque ya había pasado seis meses en el espacio antes de la misión de casi un año, volver de esta última fue significativamente más difícil”, confesó.
Los hermanos Kelly, nacidos el 21 de febrero de 1964 en Nueva Jersey, compartían no solo la genética, sino también trayectorias excepcionales: ambos fueron pilotos de combate y astronautas. Sin embargo, fue Scott quien asumió el reto de pasar casi un año en órbita, mientras Mark se sometía a pruebas simultáneas en la Tierra para servir como punto de comparación. Según un artículo de The Washington Post, este diseño experimental permitió a los científicos estudiar con precisión los efectos del entorno espacial en el cuerpo humano y cómo estos se contrastan con los cambios ocurridos en un entorno terrestre.
Respecto al estudio de gemelos realizado con su hermano Mark, Kelly explicó que se trató de una investigación genética única. “Si tenés un enfoque científico, sabés que el tamaño de las muestras es importante para obtener resultados estadísticamente significativos. En este caso, solo había una muestra: yo, comparado con mi hermano en la Tierra”, indicó. Aunque reconoció las limitaciones del estudio, destacó que fue un análisis longitudinal, lo que permitió acumular más datos a lo largo del tiempo.
Scott Kelly
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio fue el relacionado con los telómeros, estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y se asocian con el envejecimiento celular. “Mis telómeros mejoraron en comparación con los de mi hermano Mark, lo cual era algo contraintuitivo. Uno pensaría que con la radiación, el estrés y la microgravedad, deberían haberse deteriorado”, explicó Kelly. Inicialmente, los científicos pensaron que esta mejora podría deberse al ejercicio y la dieta en la EEI. Otro experimento llevado a cabo por la Agencia Espacial Japonesa con pequeños gusanos ofreció una perspectiva similar. “Descubrimos que los telómeros de los gusanos también mejoraron, y ellos no estaban haciendo ejercicio ni siguiendo una dieta especial. Claramente, había algo más”, relató Kelly. “Aprendimos que la radiación puede excitar tus telómeros y hacerlos físicamente más jóvenes. Es algo que aún estamos tratando de entender mejor”.
Otro aspecto destacado fue el análisis de los cambios genéticos. Aunque la mayoría de los genes de Scott volvieron a su estado original después de regresar a la Tierra, alrededor del 7% presentaron alteraciones persistentes. Según Christopher Mason, genetista de la Universidad de Cornell y coautor del estudio, estos cambios genéticos permanentes son cruciales para entender los riesgos de misiones más largas, como las que se planifican hacia Marte. Mason señaló en una entrevista con la NASA que estos resultados subrayan la importancia de estudiar la resiliencia genética en entornos extremos.
Scott Kelly en una de sus misiones
El estudio también reveló variaciones en la microbiota intestinal de Scott durante su estancia en el espacio. Aunque se observaron cambios en la diversidad bacteriana, no se detectaron diferencias significativas en comparación con los cambios producidos por factores como el estrés o las alteraciones dietéticas en la Tierra. Según el comunicado oficial de la NASA, “la microbiota humana demostró ser notablemente resistente, incluso bajo condiciones extremas”.
En el ámbito cognitivo, Scott mantuvo un rendimiento estable durante su misión, pero experimentó una leve disminución en la velocidad y precisión de sus funciones cognitivas tras su regreso a la Tierra. Los expertos atribuyen esto a la readaptación a la gravedad terrestre y al estrés acumulado durante el vuelo espacial. Según Fogarty, “comprender estos desafíos es vital para desarrollar estrategias que permitan mitigar los efectos cognitivos en misiones de larga duración”.
La colaboración entre Scott y Mark Kelly, junto con un equipo internacional de científicos, marcó un antes y un después en la investigación biomédica espacial. “Este experimento no solo nos ha enseñado sobre el cuerpo humano, sino también sobre nuestra capacidad de adaptación y resistencia en las condiciones más extremas”, declaró Fogarty. Los resultados obtenidos no solo permiten avanzar en la exploración espacial, sino que también abren la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo los entornos extremos afectan a la biología humana.

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