Cavas de diseño. Cuánto cuestan y cómo son los nuevos espacios de lujo para la guarda de vino
Cava subterránea para más de 200 botellas de la firma Crux
Desembarcan en los hogares, a veces solo para coleccionar botellas, pero otras como lugar de reunión o incluso como elemento de exhibición
Sebastián A. Ríos
Primero fueron los grandes restaurantes. ¿Cómo olvidar la imponente cava vidriada en el centro del salón de Sucre, la que se encuentra escondida detrás de una falsa pared en Oviedo o la que está en el subsuelo de Don Julio? Quienes hayan tenido la oportunidad de conocerlas seguramente han soñado con tener un espacio propio en el que dejar fluir el amor por el vino. Pues bien: para un número cada vez mayor de wine lovers, hoy ese sueño se ha vuelto realidad.
Es que las cavas de guarda comienzan a hacerse un espacio en los hogares. Aunque no estamos hablando de las clásicas heladeras especiales para botellas, con capacidad para 8, 12 o 29 unidades, sino de habitaciones enteras o subsuelos especialmente acondicionados con capacidad para 1000, 10.000 o 50.000 botellas (y a veces, más). Algunas cavas se integran a la dinámica familiar, e incluso se convierten en espacios sociales, donde realizar reuniones o comidas; otros, por el contrario, son espacios simplemente de guarda, a los que se accede con clave o huella dactilar, y en los que descansan colecciones organizadas por el gusto personal.
“El avance de estas cavas en los hogares se explica por un mayor conocimiento en torno al vino, pero también por la cada vez mayor oferta de buen vino argentino que vale la pena guardar, y que hace 10 o 15 años no existía”, opina el arquitecto Nacho Nacht, socio junto a su colega Arturo Grimaldi en Grimaldi-Nacht, estudio que ha diseñado cavas personalizadas.
“Lo que más nos ha tocado como clientes es gente que colecciona vinos –agrega–. Y cuando uno colecciona vino, el espacio no alcanza nunca.”
Es el caso de Silvano Scalzo, un coleccionista de muy diversas cosas –desde destilados hasta pipas–, que años atrás se introdujo en el mundo del vino a partir de una pequeña colección que heredó de su abuelo. “Cuando me fui a vivir solo, mi departamento tenía un pasillo largo y muy fresco, en el que empecé a apilar cajas de vino. Cabían siete u ocho cajas, una arriba de la otra –recuerda–. Pero cuando decidí construir mi casa, la colección ya era más grande, por lo que le conté al arquitecto mi idea, que era hacer una cava subterránea... y arriba construir la casa”.
El resultado es una cava subterránea de cuatro por cuatro metros donde hoy descansa una colección de unas 4000 botellas de vino argentino. “Una cava subterránea es la mejor solución, ya que la idea es que las botellas tengan su espacio y no estén en el medio del paso –agrega Silvano–. Además, no son algo que quiero que vea cualquiera que viene a la casa”.
Un caso similar es el de Marcelo Viera, que convirtió una habitación de su casa en una cava para sus actuales 4000 botellas, con espacio adicional para otras 4000 que habrán de llegar. “Es solo para guarda, de hecho lo único que hay además de estantes y cajas de vino es un sillón, pero solo uno”, aclara. A la cava se accede con clave, una que solo Marcelo conoce.
Diseño y estilo
Para un número cada vez mayor de personas, el vino de guarda se ha convertido en una suerte de lujo accesible y cotidiano. Es que no necesariamente deben ser onerosas las etiquetas: el conocimiento sobre las características de un vino de guarda permite dar con botellas de precios medios, con potencial para evolucionar por años, o incluso por décadas. Y es en torno a este conocimiento, justamente, que se ha generado toda una cultura y, también, cierto aspiracional.
Hoy, saber de vinos reporta cierto valor social, y en ese contexto exhibir la colección personal suma puntos extra. “Otro concepto de cava toma la forma de un lugar de estar, donde mostrar los vinos a los invitados –comenta Nacho Nacht–. Puede incluso haber en ellos una mesa o un living para comer y abrir un vino ahí, aunque estos casos son los menos, ya que por sus condiciones de (baja) temperatura y oscuridad, tienden a ser lugares no muy agradables para estar”.

De ahí que en la actualidad existen cavas de diseño, pensadas justamente para aquellos que quieren integrarlas a sus espacios, como un elemento más. “Muchos de los que eligen tener una cava en su casa no solo lo hacen pensando en la conservación óptima del producto, sino en que sea un elemento que sume sofisticación a la vivienda”, comenta al respecto Magdalena Pesce, CEO de Wines of Argentina y brand ambassador de Crux Cavas.
“Hoy la tendencia es que estén integradas a la planta principal de la casa, con diseños modernos y funcionales. Las personas que eligen armar estas cavas, no lo hacen solo para ellos, sino pensando en que se conviertan en lugares para compartir con amigos y familia”. dice y agrega: " Y hacer algún que otro posteo para Instagram”.
En este sentido, los diseños que ofrece esta firma cordobesa toman diferentes formas. Por un lado, están las cavas subterráneas en las que se da respuestas a dos requisitos clave: óptima conservación de los vinos y convertir al espacio de guarda en un lugar social. “Es el caso de nuestros modelos Sintra y Cairo, dos cavas subterráneas donde la conservación y exhibición de los vinos se transforma en una experiencia artística”, afirma María Belén Cocconi, directora general de Crux Cavas.
Sintra consta de una compuerta de cristal que al levantarse en forma automática abre paso a una escalera caracol de peldaños flotantes, retráctiles, en torno a los cuales se disponen estantes de madera donde se exhiben los vinos. Con una capacidad de entre 300 y 1800 botellas, según cómo se las ordene, tiene un costo de 28.000 dólares.

Cairo, por su parte, es más pequeña (alberga 213 botellas y cuenta con espacio adiciona para cuatro cajas de vino) y de costo menor (22.000 dólares). “Es una cava de medio nivel, rectangular, en la que se desciende hasta la altura media de una persona para realizar la búsqueda del vino –precisa María Belén–. Cuenta con apertura automática y los escalones se retrotraen al cerrar”.
Aunque lo ideal es incluir una cava en el diseño del inmueble a construir, también pueden realizarse en casas ya construidas. Claro que la fabricación demanda tiempo (ocho meses para Sintra, tres para Cairo), a lo que se suma el tiempo de excavación y adecuación del espacio. De ahí que otra opción más fácil de implementar sean las cavas a medida que se pueden instalar en distintos espacios de las casas, desde debajo de la escalera hasta en una parte del living.
“Todo lo que es el diseño de cavas subterráneas es nuevo para la Argentina –asegura María Belén–. Es algo que comenzó poco antes de la pandemia, pero que con los cambios que se dieron en el consumidor durante ese momento, en que se potenció el consumo de bebidas y el disfrute en tondo a las experiencias gastronómicas, impulsaron su crecimiento”.
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