Insólito: Pro vota con los K y C5N defiende a Macri
Pablo Sirvén
Créase o no, pero Mauricio Macri le gana a Javier Milei en cantidad de seguidores en X. Hasta ayer, el expresidente contaba con 5.274.981 seguidores, en tanto que el actual jefe del Estado tiene una audiencia de 3.378.439 personas. No es un dato menor teniendo en cuenta que el líder libertario se ufana de ser, más allá de su investidura, un influencer notable. Y sin duda lo es: cuadruplica, por ejemplo, la audiencia del titular de Pro en Instagram. Además, los seguidores del mandatario en ejercicio se expresan con la misma ofuscación que su referente máximo.
Precisamente, en la semana que acaba de pasar, tuvieron a maltraer a Macri, del todo sacados porque el miércoles su tropa en Diputados se sumó a denegar los 100.000 millones de pesos para la SIDE que el Poder Ejecutivo demandaba, en tanto que al día siguiente sus representantes en el Senado votaron a favor de un reajuste del 8,1% para los jubilados. En ambos casos, Pro logró sendas sanciones con otras bancadas opositoras. Llamó la atención que, por primera vez, en solo 24 horas, votara en el mismo sentido que el kirchnerismo. “De llamar a votar a tus legisladores con los kukas para queción, brar al Gobierno y fundir al país por caprichos personales no se vuelve”, lo fusiló en un tuit el @GordoDan_, una de las estrellas más ruidosas de las milicias virtuales mileístas.
No pocos interpretaron que se trataba del desafiante segundo acto de lo que pocas semanas atrás había sido apenas un llamado de Mauricio Macri de viva voz, pero sin romper lanzas, para que el oficialismo se aviniera a abrirle las puertas del Gobierno a Pro de manera más orgánica. Como no lo consiguió, lo que pasó en estos días en principio fue visto como la gran vendetta. Dejando a sus legisladores con libre albedrío o, peor, bajándoles línea para que votaran en contra de los intereses del oficialismo, Macri le daba una clase práctica y brutal al oficialismo de lo que podía pasarle al Gobierno si la colaboración legislativa de Pro dejaba de ser automática, como venía siendo desde principios de la actual administraCon engrosando de esa manera las escuálidas escuadras parlamentarias de La Libertad Avanza, y pasaba a ser aleatoria e inestable. Si hasta ahora, aun con esa ayuda, a Milei le cuesta sacar leyes, si los de Pro y algunos radicales no colaboran, todo se vuelve más endeble y frágil.
Los inesperados topetazos de Pro parecían demostrar que no está dispuesto a convertirse dócilmente en el furgón de cola de LLA y que tiene espaldas para desmarcarse. ¿Recuperará así una identidad partidaria que viene diluyéndose tras ser barrido en los comicios de 2023? Este reseteo, ¿resultará clave para que en las elecciones de medio término del año que viene se vuelva una alternativa más moderada y atrayente entre las dos puntas ideológicas (populismo, de un lado, y extrema derecha, del otro)?
Pero, una vez más –como antes, con su interna insignificante entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich–, Pro volvió a perderse en su propio laberinto cuando, contradiciendo a sus senadores, Macri salió a encolumnarse detrás del veto que agita el presidente Milei. ¿O sus senadores contradijeron a su jefe?
En cualquier caso, todo resultó muy confuso e ideal para que las conspiraciones tomaran vuelo en las coberturas audiovisuales. Fue llamativo, e inédito, cómo C5N, que siempre ha sido pertinaz crítico del expresidente, en horario central saliera tibiamente en su defensa ante la catarata insultante de fans y trolls de LLA que venía masacrándolo.
Creativos para la maldad, se empezó a hablar del “Pacto de la Milanesa”, un rótulo para las cenas cada vez más frecuentes entre el Presidente y el líder de Pro en la residencia de Olivos, donde siempre degustan ese plato tan preferido por los argentinos.
Del “hace ocho meses que me boludean” –expresión que Macri usó para describir cómo Milei escucha sus reclamos, pero no hace nada para resolverlos–, ¿habrían pasado a acordar algo más concreto que ocasionó tal disonancia en las huestes macristas? Dudoso. Por el contrario, en pocas horas, Milei pasó de las gentilezas verbales públicas que le venía prodigando a Macri a ponerse más áspero. Declaró que no le resultaron satisfactorios los argumentos que le dio para ir en contra del presupuesto de la central de inteligencia. Peor aún: puso en duda su autoridad para manejar a su propia tropa (por el voto de los senadores de Pro a favor del reajuste para los jubilados) y describió como “triángulo de hierro” el que integra junto con su hermana Karina y el superasesor que está en todo, Santiago Caputo, y hacia el cual apunta siempre Macri.
El enredo inquietó a los mercados y desplazó del foco central mediático los delitos y papelones de Alberto Fernández por un rato.
Semana negra en el Congreso para el oficialismo: los legisladores macristas lo bombardearon y el expresidente agregó mayor confusión
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La noche que esperaban a Beyoncé y brilló Kamala Harris
Rafael Mathus Ruiz
Kamala Harris, la nueva candidata presidencial del Partido Demócrata, está por subir al escenario, pero la gente espera a Beyoncé. El sitio TMZ, especializado en la farándula, acaba de confirmar un rumor que circuló toda la semana en la convención nacional demócrata: Queen Bey estará en el escenario. Un broche de oro al cierre. Pero ese momento nunca llega. “Nos equivocamos”, reconoce después el sitio. La decepción del público queda rápidamente de lado ante el discurso de Harris, el más importante de su vida, y el punto cúlmine de la semana.
Llegar hasta el piso del United Center para mirar ese discurso de cerca, entre los delegados, rodeado de carteles azules con el nombre “Kamala” y banderines de Estados Unidos, es casi una odisea. Y hay que caminar. Mucho. El estadio está aislado por un perímetro de seguridad a varias cuadras custodiado por el Servicio Secreto, que tiene los mismos controles que un aeropuerto. Una vez atravesado ese primer ingreso, hay que recorrer varias cuadras a pie hasta la carpa para los medios, instalada al lado del estadio. El ingreso a la arena tiene un control adicional: solo pueden pasar quienes tienen otra credencial, distinta de la del perímetro. Una vez adentro, hay que pedir otro pase más, temporario, para poder bajar al piso donde están los delegados frente al escenario. Hay pocos, se agotan rápido, pero esa noche logro conseguir uno.
El cierre de la edición impresa se estira para esperar el mensaje de Harris. La campaña distribuye extractos del discurso, unos minutos antes de que ella pise el escenario. es uno de los pocos medios con un espacio asignado con una mesa para escribir en el anillo más alto del estadio, en una de las esquinas del escenario. Desde allí, se ve todo. Otros periodistas se sientan en las butacas y escriben con sus laptops en la falda, y otros no tienen más remedio que sentarse en las escaleras. Dejo todas mis cosas y la computadora, y bajo a escuchar el discurso.
Logro pasar por la entrada al primer anillo del estadio justo antes de que “cierren” el piso. Un voluntario mira todas mis credenciales: la del Servicio Secreto, la de prensa, la del perímetro, la del ingreso al estadio y, sobre todo, la que dice “Piso Prensa”. Es la que buscaba. No hay una sola butaca vacía. Bajo la escalera al lado de la delegación entre los representantes de Maryland y Massachusetts –cada estado tiene su sector en el estadio, y el location da para pujas internas y lecturas políticas– y quedo parado en un pasillo al lado de la delegación de California, junto con otros periodistas y fotógrafos. Canta Pink, y pasan los últimos discursos, el senador de Arizona, Mark Kelly –que quedó en la terna final para ser candidato a vice junto con el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el elegido, Tim Walz–, la hermana menor de Harris, Maya Harris, y el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper.
Los voluntarios empiezan a repartir entre los delegados carteles que dicen “Harris Walz” y “USA”, y después otros verticales, largos, con un palo para sostenerlos con el nombre de la candidata “Kamala”. Nos piden ayuda para repartir. Un video anticipa el ingreso de Harris. Desde el piso, el escenario queda prácticamente tapado cuando Harris camina hacia el podio, en medio de una ovación ensordecedora que se estira. Ella primero agradece mientras la gente grita “¡U-S-A! ¡U-S-A!”, y luego arranca: “Bueno –dice, sonriente–, pongámonos a trabajar”.
El piso del estadio es el lugar ideal para medir la temperatura del discurso y la reacción de los delegados, y tomar fotos. Uno de los primeros grandes aplausos llega cuando Harris acepta la candidatura –una formalidad de las convenciones– en nombre del pueblo, su madre, “todos los norteamericanos”, la gente con la que creció y que “trabaja duro” y “todos cuya historia solo puede ser escrita en el mejor país del mundo”. O cuando dijo que Trump y los republicanos “están locos” por sus propuestas, o cuando habló sobre la Guerra en Gaza. La campaña reparte el discurso por correo electrónico, pero igual lo transcribo en vivo usando una aplicación de inteligencia artificial en mi teléfono. Cuando Harris termina, llega la hora de la lluvia de globos, y de correr. Apenas Harris, Walz y sus familias dejan el escenario, salgo de la arena y subo corriendo por las escaleras hasta el lugar que tengo para escribir, y termino de actualizar la nota con los principales tramos del mensaje y las impresiones desde el piso. Todos los periodistas que se quedan en ese rincón del estadio mientras la gente se va están en la misma: tecleando contra reloj para despachar el discurso. Después de los últimos ajustes, la nota se va. La gente sigue celebrando en el piso, y un pequeño ejército de voluntarios empieza a moverse con la última misión de la noche: reventar los globos uno por uno para poder empezar a limpiar y desmantelar la puesta en escena.
La convención demócrata escribió un nuevo capítulo de la historia política norteamericana
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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