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domingo, 15 de septiembre de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Milei y CFK, el dúo Pimpinela de la política
Hay una mutua fascinación entre ambos, más allá del abismo ideológico que los separa, cuando se chicanean a la distancia
Pablo Sirvén
Cuando Cristina Kirchner era presidenta tenía devoción por las cadenas nacionales a repetición en horario vespertino, pero una noche tuvo la mala idea de hacerla cuando los argentinos nos sentábamos a cenar. Fue durante la comida que organizó la UIA por el Día de la Industria, en septiembre de 2012. Como a la hora en que ella hablaba todavía no había terminado el partido entre Racing y San Martín, se resolvió emitir sus palabras en diferido más tarde.
Era la cadena nacional N° 16 en lo que iba de ese año. La mandataria defendía el cepo y las restricciones a las importaciones para proteger “el trabajo y la industria nacional”. También se refirió a los mayores recargos a compras en el exterior con el fin de “obtener los dólares para pagar importaciones y deuda externa”.
Respetó a la audiencia futbolera, pero no tuvo la misma consideración hacia las tiras locales de ficción que entonces todavía contaban con gran adhesión popular en la TV abierta. Tal era el caso de Graduados, por Telefé, que protagonizaban Nancy Dupláa y Daniel Hendler. Abruptamente, ellos fueron barridos por la flameante bandera nacional y la enérgica voz de la locutora oficial repitiendo, una vez más, aquello de “transmiten LRA Radio Nacional y LS82 Canal 7″. De inmediato un murmullo metálico in crescendo fue encrespándose en ventanas, balcones y terrazas de la mayoría de los barrios porteños. Estallaba un insólito cacerolazo que, más que expresar disconformidad por los dichos presidenciales, protestaba por el inoportuno horario en que la presidenta se metía de prepo en las casas, privando a la gente de los atractivos programas del prime time televisivo que todos querían ver.
Hasta el momento no sufrió ese tipo de contratiempos Javier Milei con sus inusuales cadenas nocturnas, el 1° de marzo último, para abrir el período ordinario de sesiones legislativas, y en horario de trasnoche, el 9 de julio, desde la Casa Histórica de Tucumán, por la firma del demorado Pacto de Mayo.
Esta noche volverá a hacerlo desde el Congreso en horario central. Algunos legisladores opositores anticiparon que no concurrirán para no prestarse a lo que consideran será un “show mediático” del Presidente, con el agravante de que pueda reiterar insultos como el de “degenerados fiscales” que ya les propinó por sancionar la ley de movilidad jubilatoria, que vetó, y la ley de financiamiento universitario, que anunció que también botará.
La TV abierta ya no es tan convocante como hace doce años cuando CFK se ligó el cacerolazo por interrumpir una programación mucho más competitiva que la actual. De todas maneras, ya hay una primerísima figura damnificada por la intempestiva cadena dominguera: Susana Giménez, que por esta circunstancia se vio obligada a postergar una semana el debut de su promocionado programa. Aun así, la diva se mostró comprensiva. “Por algo será”, dijo, y justificó que es un buen horario para que la gente escuche el mensaje presidencial con tranquilidad. ¿Habría manifestado la misma tolerancia si a Cristina Kirchner se le hubiese ocurrido algo así cuando estaba en lo más alto del poder? Dudoso.
Y ya que hablamos de la triple ex (dos, como presidenta; una, como vice), digamos que tras el abigarrado cruce de la semana anterior entre ella y Milei, el viernes CFK redobló la apuesta e intensificó el debate que le propone al Presidente a la distancia. Ya vimos que, desde la cumbre de empresarios en Mendoza, Milei recogió el guante y le respondió. ¿Volverá a hacerlo este domingo?
Anteayer, desde la Universidad Nacional del Oeste, en la que Cristina Kirchner volvió a dictar una “clase magistral” (su formato preferido de los últimos tiempos), quedó claro que, más allá de ubicarse en las antípodas ideológicas del líder libertario, guarda por él una extraña fascinación.
Nótese la enorme diferencia en el trato y en lo gestual de CFK hacia Mauricio Macri. No solo no le entregó los atributos del mando en 2015, sino que ella misma confesó que durante la asunción como presidente, en 2019, de Alberto Fernández, dudó en darle la mano (cosa que finalmente hizo, pero muy contrariada). Y, por lo general, ella evitó en sus redes sociales hablarle directamente a Macri, sino que prefirió referirse despectivamente al “macrismo”, sin abandonar nunca una seca seriedad, de la que está muy lejos ahora en sus frecuentes y floridos intercambios con Milei. Eso, sin olvidar, por cierto, la jarana en la que se complotaron ambos el 10 de diciembre durante el acto de asunción del máximo dirigente de La Libertad Avanza.
Está claro que ideológicamente son muy distintos, pero eso no quita que se identifiquen y respeten en su condición de plebeyos, en sus modales groseros, como odiadores de la prensa y en el estilo capanga de ejercer el poder. La fascinación es mutua.

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Martín Fierro 2024 a la TV: una noche glamorosa, a la que le faltó emoción y le sobraron minutos
Pasó otra ceremonia de los premios de Aptra y dejó en claro, más que nunca, que la pantalla chica necesita renovarse y también volver a sumar figuras y contenido
Azul Cecinini
Ángel de Brito, Marcelo Polino y Pampita Ardohain celebran el Martín Fierro al Mejor jurado de TV por su rol en Bailando 2023
“¡Pampita! ¡Susana! ¿Quién llegó? ¿Quién es? ¿Quién baja de ese auto? ¡Fijate!”. Todas estas expresiones y otros tantos gritos más se podían escuchar en las puertas del Hilton, el lunes pasado. Claramente, la entrega número 52 de los premios Martín Fierro a lo mejor de la televisión 2023, organizada por la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentinas (Aptra) y Telefe, no pasaba inadvertida. Curiosos, agentes de seguridad y miembros de la organización de la gala se agolpaban alrededor de la entrada del hotel, que estaba cubierta por un gran vallado. Caía una leve garúa sobre la calle.
Ir ese día al hotel era encontrarse con ese mundo de gente que iba y venía, sentir el nerviosismo de un espectáculo que está a punto de empezar. Igual, el reloj marcaba las 20, y si bien el desfile de famosos por la alfombra azul ya había empezado hacía rato, todavía faltaba para el plato fuerte un poco más de una hora. Llegar temprano a estos eventos siempre es conveniente porque se puede recorrer el salón tranquilamente, mirar las mesas, las ubicaciones de los famosos y saber también a dónde van a apuntar principalmente las cámaras. Además, ver si las mesas tienen alguna diferencia entre sí (por ejemplo, las mesas de Susana y Mirtha, la número 1 y la 2, tenían este año un velador diferente al resto) o quién se sienta con quién... A veces solo con mirar y prestar atención, nacen algunas historias.


Como en la edición anterior de los Martín Fierro, para entrar al hotel, los periodistas, camarógrafos y fotógrafos tenían que acreditarse antes y luego, una vez en el lugar, accedían desde el restaurante El Faro, ubicado al costado del hotel, por la calle Olga Cosettini. De todas maneras, para llegar hasta ahí, había que sortear a varios agentes de seguridad. Ya con la cinta puesta de la alfombra azul o la invitación al salón Pacífico, se estaba listo, o lista, para moverse libremente. Por supuesto, con el celular en la mano, un gran aliado para este tipo de eventos, pero también un dolor de cabeza si se queda sin batería o si en algún momento anuncia que no tiene más espacio para guardar videos o fotos. En tiempos de redes sociales, todo se “vuelve mostrable”, desde los famosos que desfilan por la alfombra hasta el detrás de escena de todo eso. En una noche así, las fotos y los videos se acumulan en el carrete del celular: la entrada al salón, los detalles de las mesas, el escenario, los primeros famosos que llegan… Foto, foto, video y más fotos. Y también, por qué no, alguna que otra selfie de recuerdo.
Una ceremonia como esta lleva muchos días de preparación, de coordinar equipos, de “vestir” el hotel y el salón (un trabajo que llevó adelante el equipo de Ambientación y Escenografía de Telefe durante cuatro días), de confirmar la presencia de los famosos, de cerrar la lista de los invitados... Hay muchas cuestiones que tienen que salir bien, mucha gente involucrada para que al comenzar la ceremonia todo salga según lo planeado. Para este Martín Fierro primero se habló de una lista de 600 invitados, después creció hasta 650 y finalmente se preparó el salón para 700 comensales distribuidos en 70 mesas con 10 sillas cada una.
Mirtha junto a Gino Bogani y su nieta Juanita, de pie para el momento del In Memoriam
Por supuesto, en la gran noche de la televisión las miradas están puestas en las máximas divas locales: Mirtha Legrand y Susana Giménez. Y uno de los grandes momentos de la velada ocurre cuando se juntan a charlar, una breve conversación de la que Wanda Nara participa, aunque al principio le da vergüenza sumarse. De ahí sale la foto de la que se habló durante toda esta semana. Otra postal de la noche también la tiene a Mirtha de protagonista, y es cuando la diva decide pararse para ver, emocionada, el clip del In Memorian, que repasa todas las figuras que se murieron en el último tiempo.
Para alguien que ama la televisión desde niña y puede amalgamar su vida a diferentes programas de televisión (desde ver novelas de Verónica Castro o Luisa Kuliok a la hora de la siesta con sus abuelas a los programas de humor de Alberto Olmedo, o las charlas adolescentes sobre el galán de turno, o el zapping furioso entre Amigos son los amigos y La banda del Golden Rocket, o divertirse en familia con los programas de entretenimiento de Berugo Carámbula o los domingos con Tato Bores), estar en una fiesta como la de los Martín Fierro es como un patio de juegos o algo parecido… Sí, o algo así, porque después golpea la realidad de una televisión en crisis, que pareciera no poder encontrarle la vuelta para recuperarse; o de una ceremonia que se extiende más de la cuenta por unos largos discursos de agradecimiento que no llegan a emocionar… Esa chispa inicial de los ojos de niña se apaga para prestar atención al reloj y ver cuánto tiempo falta para el cierre de una noche larga, que se coronará con el Oro a Telefe Noticias, en un salón casi vacío.
Telefe Noticias se llevó el Martín Fierro de Oro

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domingo, 8 de septiembre de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Milei, más rápido que Kirchner para atacar a la prensa
El líder libertario ya lo hacía como candidato, pero ahora como presidente redobla la ofensiva y amenaza con restricciones legales

Pablo Sirvén
El presidente Javier Milei en diálogo con Luis Majul para La Cornisa (LN+)Captura de Pantalla
Cuando Mauricio Macri, en las postrimerías de su gobierno, dijo: “Si ganamos, iremos en la misma dirección, pero lo más rápido posible”, no imaginó que su predicción se cumpliría cuatro años más tarde, pero no por su regreso al poder, ni de ninguno de los dirigentes de su fuerza, sino porque irrumpiría el imprevisto huracán libertario, encarnado por el disruptivo influencer y panelista televisivo Javier Milei.
En lugar del gradualismo poco eficiente de Cambiemos, La Libertad Avanza es una tromba que se lleva todo por delante, al cosechar éxitos y fracasos relevantes.
Lo que no se esperaba es que también fuera “más rápido” para hostigar a la prensa que el kirchnerismo. Más allá de chicanas sueltas, Néstor Kirchner tardó un año, desde su asunción al poder, para consumar su primera arremetida seria contra periodistas. Los primeros apuntados fueron Cristina Mucci y Osvaldo Quiroga (que con los años se convertiría en ultrakirchnerista), cuando abruptamente, en mayo de 2004, levantó sus respectivos programas de cultura de la pantalla del canal estatal. Entonces no se naturalizaban ese tipo de atropellos, como sucedería más adelante al hacerse más frecuentes episodios de distinto tenor contra el periodismo. Bastó que se expresara un compacto coro de voces prestigiosas contra la intempestiva medida para que el oficialismo volviera sobre sus pasos. Un año más tarde, en junio de 2005, se armó una gran batahola cuando Pepe Albistur –el mismo que vaticinó la caída del actual gobierno para marzo o abril pasados frente a un balde de pochoclo, y que entonces era secretario de Medios– publicó una salutación de pésimo gusto para el Día del Periodista. El presidente Kirchner salió rápidamente a pedir disculpas. Y a Clarín tardó cinco años en declararle la guerra. Había todavía reflejos democráticos y cierto consenso de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Complicó más la irrupción de las redes sociales, cuya tóxica dinámica estropeó mucho esa deseada convivencia al convertirse en tierra fértil para que los autoritarios perdieran sus inhibiciones y se mostraran tal cual eran.
Pues bien: la gestión de Javier Milei está cumpliendo en pocas horas sus primeros nueve meses en el poder y supera a ese kirchnerismo inicial en su velocidad para arremeter contra los comunicadores. Ya se acerca la actual administración al medio centenar de medios, periodistas y entidades de la prensa hostilizados.
Para encontrar un récord similar hay que remontarse al primer gobierno de Juan Domingo Perón cuando, a poco de comenzar, se multiplicaron los procesos por desacato a periodistas (figura penal derogada en 1997). Las cabezas del fundador del justicialismo y de su principal estratega en comunicación, Raúl Apold, ya vislumbraban la noción de “viralizar” los mensajes panfletariamente favorables a ese régimen, entonces mediante una aceitada cadena de medios adictos, conformada por los estatales, los de los amigos y los expropiados, para hostilizar a “los contreras” (como les decían en aquella época a los opositores). Parecido a lo que hace ahora el presidente Milei de manera virtual en sus redes sociales para ensalzar su obra y fogonear mensajes ásperos, propios o reposteados, contra periodistas y empresas noticiosas.
Más coincidencias: “De mí hablan todos los diarios del mundo”, también sacaba chapa Perón, como Milei lo hace ahora, el 24 de diciembre de 1946, al promulgar el Estatuto del Periodista, que esta gestión pretendió reactualizar, para matricular a trabajadores y compañías de la comunicación, idea archivada enseguida por la magnitud del rechazo a tal antediluviano control.
La curiosidad es que autopercibiéndose liberal (queda pendiente distinguir bien ese concepto de su cada vez más chirriante matiz “libertario”) Milei tiene impulsos y prédicas públicas, a la hora de defenderse de cualquier crítica, que no tienen nada que envidiar a los exabruptos peronistas/kirchneristas en ese rubro.
Fue patético el lamentable ida y vuelta pirotécnico, anteayer, entre el Presidente y Cristina Kirchner. Almas gemelas en el ejercicio de la chicana tosca y de baja estofa, no es difícil deducir por qué estamos como estamos si quien ejerció y quien ejerce la más alta magistratura del país debaten con un nivel paupérrimo y solo pensando en los aplausos y likes que cosecharán entre sus fans. Frívolos y desaprensivos.
Las restricciones en puerta al acceso a la información pública, la amenaza de hacer de los periodistas personas expuestas políticamente para provocar “escarnio público” con sus patrimonios y la prédica antiperiodística, que se extiende a otros funcionarios, como Victoria Villarruel y Luis Caputo, suponen que los tiempos por venir en la materia serán más oscuros

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La fascinante experiencia de viajar junto con el Papa
Intimidades de una gira histórica de Francisco, desde la comitiva papal

Elisabetta Piqué
CORRESPONSAL EN ITALIA

Elisabetta Piqué junto al Papa Francisco durante el vuelo de Roma a Yakarta, en el momento en el que le regala un ventilador portátil
PORT MORESBY (Papúa Nueva Guinea).- Estoy acreditada en forma permanente en el Vaticano desde 1999 y no hay nada más fascinante que cubrir los viajes papales. No sólo permiten acercarse físicamente a un Pontífice, sino también conocer lugares remotos del globo terráqueo que uno de otra forma jamás pisaría, como por ejemplo ahora Papúa Nueva Guinea.
Subirse a un vuelo papal no es fácil. Primero hay que hacer un pedido para ser admitido y, por supuesto, también debe pagarse el costo del pasaje y la estadía, muchas veces alto si se trata de viajes largos que incluyen varios tramos, como en este caso. El que estamos haciendo ahora, en efecto, es la “madre de todos los viajes”, la travesía más larga del pontificado de Francisco: doce días, 32.814 kilómetros, 44 horas de vuelo, cuatro países de dos continentes (Asia y Oceanía).
A diferencia de muchos otros jefes de Estado, el Papa no tiene avión presidencial. Pero como el Vaticano está en Italia, desde que los pontífices comenzaron a hacer viajes internacionales (Pablo VI en 1964), la costumbre arraigada es que el Pontífice parta desde Roma con la aerolínea principal italiana (antes Alitalia, ahora ITA Airways). Y suele regresar con la aerolínea del país visitado. En el caso actual, después de haber viajado con ITA Airways desde Roma a Yakarta (Indonesia), desde allí volamos a Port Moresby con la aerolínea Garuda de Indonesia.
En un viaje papal todo está organizado al milímetro por el Vaticano. Meses antes viajan a los lugares visitados grupos de gendarmes vaticanos y demás funcionarios de los viajes papales, que planifican todo: hoteles, desplazamientos, horarios, tanto para el séquito como para los periodistas admitidos al vuelo papal (en este caso, 75 de todo el mundo). El Papa suele quedarse en la nunciatura, es decir, la embajada que la Santa Sede tiene en cada lugar. Como si se tratara de una excursión de colegio hiper planificada, en el vuelo papal cada periodista pasa a tener un número (yo soy el número 50) que es también el de las etiquetas identificativas de bolsos y valija (de mano y para la bodega). Cada periodista, que pasa a ser VAMP (Vatican Accredited Media Personal), recibe, además, un librito -que debe seguirse a rajatabla-, con horarios de desayuno, desplazamientos, participación en pools, etc. Los viajes papales, en este sentido, también son extenuantes. Por cuestiones de seguridad hay que llegar a cada evento al menos tres horas antes que el Papa, lo cual implica despertarse al alba y estar siempre corriendo, a mil, intentando hacer la cobertura, escribir, transmitir, armar y desarmar valijas, poner y sacar distintos chips del teléfono, comer algo, si es posible, hacer el check-in, estar más o menos arreglado. Los “VAMP” somos periodistas VIP. Vamos escoltados por la policía local a las diversas citas, que a veces son restringidas porque no dan los tiempos y los espacios y entonces hay pools. Para compartir la información, fotos, videos, utilizamos un canal de Telegram.
La credencial de periodista en la gira papal
El otro día, en Yakarta, tan rápido tuve que salir de un pool restringido de una reunión de Scholas Occurrentes, que al volver a la sala de prensa del hotel me di cuenta, con horror, que había perdido la computadora. Tuve un momento de pánico, pero, por suerte, al final pude recuperarla.
Cada viaje papal es una aventura distinta, con anécdotas, experiencias e incidentes diferentes.
Tuve por primera vez el privilegio de adentrarme en este mundo único en los últimos años de pontificado de Juan Pablo II. Entonces no había redes sociales, el ritmo de trabajo era menos vertiginoso, pero igual de intenso. Recuerdo que me temblaban las rodillas de la emoción cuando, al regresar de un viaje a Azerbaiyán y Bulgaria, en 2002, los VAMP pudimos ir a saludarlo a la parte delantera del avión. Entonces el histórico vocero, Joaquín Navarro Valls, me presentó al Papa. “Que Dios la bendiga”, me dijo en español Juan Pablo II, a quien pude estrecharle las manos mientras me miraba intensamente con sus ojos celestes entrecerrados. Guardo esa foto en un marco.
En los viajes con el papa Francisco nadie tiene que presentarme. Nos conocemos desde hace 23 años y cuando suele pasar a saludar, uno por uno, a los periodistas, no lo ocultamos. Nos saludamos con un beso (algo que aun asombra a muchos colegas) y el otro día, durante el vuelo Roma-Yakarta, lo sorprendí regalándole un ventilador portátil en vista de las temperaturas tropicales de esta maratón. Se rio mucho con eso.

Posteo de la corresponsal  desde su gira junto al papa Francisco
El jueves pasado, cuando llegó en papamóvil al estadio de Yakarta para una misa y fue aclamado como una estrella de rock, fue el Papa el que me sorprendió a mí: yo estaba detrás de una valla junto a centenares de jóvenes indonesios enloquecidos, e, increíblemente, me vio. Hubo contacto visual, me saludó, poniendo el pulgar para arriba, sonriente, algo que dejó azorados a los que me rodeaban.
Para los VAMP, la cita más esperada es la conferencia de prensa que el papa Francisco suele dar en el vuelo de regreso a Roma. Esta vez, nadie lo duda, una de las preguntas obligadas va a ser ¿irá a la Argentina?

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domingo, 1 de septiembre de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


El encargado, la serie que fastidia al canon progre
Pablo Sirvén

Cuantos mayores reconocimientos gana la serie El encargado, protagonizada por Guillermo Francella (es la más vista en la Argentina y con una audiencia estimable en Brasil, España y hasta en Estados Unidos), más insólita ofuscación aqueja a buena parte de la fauna artística, cultural y de la crítica especializada que se autoperciben biempensantes y, como tales, con derecho a imponer su sesgo ideológico unilateral a los demás. Disentir equivale a bullying y hasta cancelación. A Gastón Duprat y Mariano Cohn (los directores de El encargado) no solo no los amilana esa amenaza, sino que les divierte cuestionarla. Sus fábulas audiovisuales no apuntan a los poderosos de siempre, sino que buscan retratar contradicciones de personajes de la vida cotidiana que dictan cátedra sin percibir sus propias fisuras. Como bien escribió Jesús Ruiz Mantilla en el diario El País, la dupla va “contra lo que ellos consideran una ridícula superioridad moral de ciertas elites culturales perfumadas de poliéster”.
Aunque el gobierno anterior, con Victoria Donda a la cabeza desde el fenecido Inadi, movió sus influencias para que el proyecto de El encargado abortara antes de nacer, con la excusa de que “discriminaba” a los porteros –ya que Francella compone a uno que incurre en todo tipo de tejemanejes para tener en un puño a los consorcistas del edificio en el que trabaja–, no pudo impedir que en 2021 se grabara la primera temporada, de 11 capítulos.
Resultaba llamativa tal sensibilidad social hacia los porteros: nadie ha salido a defender a abogados, policías o médicos que no quedan bien parados en tantas otras producciones audiovisuales. Es que en el trasfondo de la persecución albertista había una razón menos romántica: Víctor Santa María, el poderoso secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal, y titular del Partido Justicialista porteño, fue aportante clave en la campaña del presidente que venía a terminar con el patriarcado y que hoy enfrenta graves cargos en la Justicia por violencia de género contra su expareja.
Al menos, Santa María tuvo más éxito que Fernández y Donda al ordenar a sus medios de comunicación (Página 12, Canal 9, la radio 750 y la señal de noticias IP) que no hicieran el más mínimo comentario sobre ese programa.
Fue contraproducente: contribuyeron a potenciar su repercusión y así El encargado, en 2022, transitó su segunda temporada, de siete capítulos. La tercera temporada completa (otros siete) ya está disponible en Disney+. Nominada al Emmy (el Oscar de la TV mundial), no figuró ni como candidata en los premios de la Academia de Cine argentina. Ser rebeldes, Cohn-Duprat, tiene su costo.
A Francella se le vinieron al humo hace un tiempo simplemente porque, durante una entrevista, tuvo la mala idea de desearle buena suerte al gobierno actual y considerar que era necesario hacer un ajuste serio de la economía. Figuras muy populares lo sermonearon públicamente. No se perdona disentir con la opinión dominante de ese “colectivo” contra el actual oficialismo.
Sobre llovido, mojado, la tercera es la más política y delirante de las temporadas de la producción que lo tiene como figura central. En la ficción, el gremio le hace un escrache con pintadas al edificio donde trabaja Eliseo Basurto (el portero al que le da vida Francella) por haber armado una empresa que terceriza su oficio (el peor escenario, tan temido por el Suterh en la vida real). Hasta le cantan: “Basurto, basura, vos sos la dictadura”. Una comisión bicameral del Congreso pone la lupa sobre él y termina siendo convocado a la Casa Rosada por su máxima autoridad. Estos y una infinidad de detalles –el afiche, por ejemplo, de Francella luciendo la banda presidencial y empuñando el bastón de mando– les hicieron saltar la térmica a los kirchneristas asumidos y también a los que todavía no han salido del clóset (diría Javier Milei). Hasta se la llegó a catalogar dramáticamente como “la primera ficción del régimen”, un garrafal error de información ya que se terminó de grabar en septiembre de 2023, cuando nadie podía imaginar, a ciencia cierta, quién gobernaría a partir del 10 de diciembre.
Andrés Calamaro definió a Duprat y Cohn como “cineastas no alineados”, en alusión a que enfrentan al canon progre imperante. Malas noticias para dicha corriente: habrá una cuarta temporada de El encargado y se proyecta una quinta, tan bien van las cosas. Los más fans de la serie hasta fantasean con una spin-off en la que el personaje de Matías Zambrano (Gabriel Goity), el enemigo acérrimo de Eliseo, agarre la batuta.
Lo que son las paradojas de la vida: cuando Alberto Fernández se enteró de que Robert De Niro, convocado por Cohn-Duprat, venía a filmar a Buenos Aires Nada, con Luis Brandoni, movió cielo y tierra con tal de conseguir una foto, cual cholulo, con el gran actor norteamericano. Hasta no puso reparos en que se grabara en la Casa Rosada (escenas que se ven en el último capítulo) aun cuando había propiciado la cancelación de El encargado años atrás, como se contó al principio de esta columna. Es que el presidente que se entretenía grabando videítos con su celular soñaba con que De Niro protagonizara una película sobre su vida. Como con el seleccionado argentino, Fernández se quedó con las ganas y tampoco hubo foto con la estrella norteamericana.
¿Aparecerá Milei en la próxima temporada? Incógnita.

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Intimidades de una noche de baile en el Museo de Bellas Artes
Una gala especial en el marco de una semana agitada para el mundo de las galerías, los coleccionistas y los artistas plásticos
María Paula Zacharías
Cena anual de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes. Sociales
La gala anual en beneficio del Museo Nacional de Bellas Artes fue el comienzo de una semana febril para el arte, y eso se notó en la pista de baile: en la primera tanda de música, entre la entrada con ojos (sí, uno guiñado) y el plato principal, nadie se quedó en su asiento. En el Pabellón de Muestras Temporarias, el lunes pasado, bailaban a todo ritmo coleccionistas, mecenas, funcionarios, periodistas... y unos pocos artistas.
La gran fiesta tiene un objetivo claro: juntar dinero para el museo mayor. Por lo tanto, la entrada es una contribución con sus arcas de 5000 dólares la mesa o 350 la entrada individual. Toda la noche se recaudan donaciones. Los mecenas que compran una mesa entera para invitar a sus amigos esperan que éstos donen una suma también generosa a través de los cartones para participar en sorteos. El problema, a veces, es ganarlos. Julio Crivelli, presidente de la asociación, ganó el primer premio el año pasado, y lo donó. Esta vez la beneficiada por la suerte fue su hija, que sí, se quedó con el brazalete de Claudia Stad, demasiado lindo para dejarlo pasar.
Los galeristas empezaron a pagar sus entradas como una inversión: están ahí todos los coleccionistas, con tiempo de escucha y espíritu burbujeante. Es la ocasión de repartir PDFs con las propuestas de arteBA. Fue en la pista de baile donde Florencia Giordana, al frente de Rolf, conoció al grupo de los coleccionistas estadounidenses que finalmente se llevaron la obra de Marcelo Brodsky y Fernando Bryce para el Museo de Arte Contemporáneo de San Diego. Desde esa noche hubo más obras que no llegaron a montarse en la feria.
Los looks son siempre esmerados (nuestra humilde Met gala). Esta vez el tema fue un guiño al modernismo: sombreros inspirados en Pettoruti y Xul Solar, como los de Sofía Weil Speroni y Pela Herrero. Vestidos brillantes como los de la galerista Amparo Díscoli y la periodista Cristina Pérez (su pareja, el ministro de Defensa, Luis Petri, se abstuvo esta vez de disfrazarse).
Hace veinte años, cubría estas fiestas de la alta sociedad en modo espía: iba en jeans y me fundía con el decorado para mirar y escuchar todo. Escribía en la contratapa con un pseudónimo colectivo, El Príncipe. Como la protagonista de Bridgerton, podía ser aguda y maliciosa, pero siempre procuraba ser elegante en la escritura, y tenía un aliado: el fotógrafo Mauro Roll, que me indicaba nombre y apellido de cada personaje. Esta vez fui con vestido largo y ya todos me conocen: no puedo contar cosas como antes. Decir, por ejemplo, quién fue la famosa crítica de arte que debajo del vestido llevaba aún las calzas de gimnasia porque no tuvo tiempo de cambiarse. O la amiga el museo que andaba disconforme con el postre.
Entonces me preguntaba si las recaudaciones superarían el gasto de hacer una fiesta tan fastuosa. Ignorancia supina. Se recaudaron 226.000.000 de pesos, mucho más que lo que costó el convite. Las cenas de beneficencias son la mayor fuente de ingresos del museo, ahora diversificadas con cursos, tienda y membresías. Antes, las reinas de la noche eran la poderosísima Nelly Arrieta o la delicada Amalita Lacroze de Fortabat, una porcelana. Arrieta, histórica presidenta de Amigos, organizó la primera gala, que cubrí de incógnito en 2004, y el tema eran los Mantones de Manila de Fernando Fader. Recuerdo el suyo, morado (el de Amalita tenía flores multicolores). Nelly pasó años sin hacer la gala anual, mientras duró la dirección de su malquerido Jorge Glusberg. El anfitrión, esta vez, no cedió la palabra al dueño de casa: Andrés Duprat no tomó el micrófono ni para dar la bienvenida. La ambientación está hoy como ayer en manos de Gloria César, que nunca defrauda. Para destacar, su tapado con obra de Mondrian.
El clima de diversión fue alentado por el conductor, Robertito Funes, que incluso bromeó desde el micrófono sobre un tema tabú en el arte. “Todo bien con la Afip, todo en blanco”, le dijo a Eduardo Mallea, Director General de Aduanas de la Afip y coleccionista. Para Jorge Telerman, recién apartado de la dirección del Teatro Colón, habrá sido difícil respirar el mismo aire que la ministra de Cultura porteña, Gabriela Ricardes, pero lo hizo con altura de la mano de su mujer alada, la artista Cynthia Cohen: llevaba corona triunfal griega.
La diva de esta edición fue sin dudas La Chola Poblete, estrella del arte que deslumbró con un vestido amarillo de Javier Saiach y guantes largos (digna del salón de época de la serie de Netflix). ¿Quién logrará robarle el corazón?
En el otro extremo de esta semana agitada hubo otra fiesta, muy distinta. Nada de vestidos, pero sí muchos artistas: Mondongo, Diego Bianchi, Nicola Costantino... Marta Minujín felicitó a la Chola por su gran momento. “Disfrutalo. Y mantenelo. Pensá siempre en cosas imposibles”, le recomendó quien lleva más de cincuenta años en los diarios. Fue la celebración de los diez años de la galería Barro, en la Boca, el viernes en El Deseo. Se canalizó la energía de días de euforia: dicen que el 80% de las ventas anuales de las galerías ocurre en la feria. Dan ganas de bailar.

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domingo, 25 de agosto de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Insólito: Pro vota con los K y C5N defiende a Macri
Pablo Sirvén
Créase o no, pero Mauricio Macri le gana a Javier Milei en cantidad de seguidores en X. Hasta ayer, el expresidente contaba con 5.274.981 seguidores, en tanto que el actual jefe del Estado tiene una audiencia de 3.378.439 personas. No es un dato menor teniendo en cuenta que el líder libertario se ufana de ser, más allá de su investidura, un influencer notable. Y sin duda lo es: cuadruplica, por ejemplo, la audiencia del titular de Pro en Instagram. Además, los seguidores del mandatario en ejercicio se expresan con la misma ofuscación que su referente máximo.
Precisamente, en la semana que acaba de pasar, tuvieron a maltraer a Macri, del todo sacados porque el miércoles su tropa en Diputados se sumó a denegar los 100.000 millones de pesos para la SIDE que el Poder Ejecutivo demandaba, en tanto que al día siguiente sus representantes en el Senado votaron a favor de un reajuste del 8,1% para los jubilados. En ambos casos, Pro logró sendas sanciones con otras bancadas opositoras. Llamó la atención que, por primera vez, en solo 24 horas, votara en el mismo sentido que el kirchnerismo. “De llamar a votar a tus legisladores con los kukas para queción, brar al Gobierno y fundir al país por caprichos personales no se vuelve”, lo fusiló en un tuit el @GordoDan_, una de las estrellas más ruidosas de las milicias virtuales mileístas.
No pocos interpretaron que se trataba del desafiante segundo acto de lo que pocas semanas atrás había sido apenas un llamado de Mauricio Macri de viva voz, pero sin romper lanzas, para que el oficialismo se aviniera a abrirle las puertas del Gobierno a Pro de manera más orgánica. Como no lo consiguió, lo que pasó en estos días en principio fue visto como la gran vendetta. Dejando a sus legisladores con libre albedrío o, peor, bajándoles línea para que votaran en contra de los intereses del oficialismo, Macri le daba una clase práctica y brutal al oficialismo de lo que podía pasarle al Gobierno si la colaboración legislativa de Pro dejaba de ser automática, como venía siendo desde principios de la actual administraCon engrosando de esa manera las escuálidas escuadras parlamentarias de La Libertad Avanza, y pasaba a ser aleatoria e inestable. Si hasta ahora, aun con esa ayuda, a Milei le cuesta sacar leyes, si los de Pro y algunos radicales no colaboran, todo se vuelve más endeble y frágil.
Los inesperados topetazos de Pro parecían demostrar que no está dispuesto a convertirse dócilmente en el furgón de cola de LLA y que tiene espaldas para desmarcarse. ¿Recuperará así una identidad partidaria que viene diluyéndose tras ser barrido en los comicios de 2023? Este reseteo, ¿resultará clave para que en las elecciones de medio término del año que viene se vuelva una alternativa más moderada y atrayente entre las dos puntas ideológicas (populismo, de un lado, y extrema derecha, del otro)?
Pero, una vez más –como antes, con su interna insignificante entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich–, Pro volvió a perderse en su propio laberinto cuando, contradiciendo a sus senadores, Macri salió a encolumnarse detrás del veto que agita el presidente Milei. ¿O sus senadores contradijeron a su jefe?
En cualquier caso, todo resultó muy confuso e ideal para que las conspiraciones tomaran vuelo en las coberturas audiovisuales. Fue llamativo, e inédito, cómo C5N, que siempre ha sido pertinaz crítico del expresidente, en horario central saliera tibiamente en su defensa ante la catarata insultante de fans y trolls de LLA que venía masacrándolo.
Creativos para la maldad, se empezó a hablar del “Pacto de la Milanesa”, un rótulo para las cenas cada vez más frecuentes entre el Presidente y el líder de Pro en la residencia de Olivos, donde siempre degustan ese plato tan preferido por los argentinos.
Del “hace ocho meses que me boludean” –expresión que Macri usó para describir cómo Milei escucha sus reclamos, pero no hace nada para resolverlos–, ¿habrían pasado a acordar algo más concreto que ocasionó tal disonancia en las huestes macristas? Dudoso. Por el contrario, en pocas horas, Milei pasó de las gentilezas verbales públicas que le venía prodigando a Macri a ponerse más áspero. Declaró que no le resultaron satisfactorios los argumentos que le dio para ir en contra del presupuesto de la central de inteligencia. Peor aún: puso en duda su autoridad para manejar a su propia tropa (por el voto de los senadores de Pro a favor del reajuste para los jubilados) y describió como “triángulo de hierro” el que integra junto con su hermana Karina y el superasesor que está en todo, Santiago Caputo, y hacia el cual apunta siempre Macri.
El enredo inquietó a los mercados y desplazó del foco central mediático los delitos y papelones de Alberto Fernández por un rato.
Semana negra en el Congreso para el oficialismo: los legisladores macristas lo bombardearon y el expresidente agregó mayor confusión

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La noche que esperaban a Beyoncé y brilló Kamala Harris
Rafael Mathus Ruiz
Kamala Harris, la nueva candidata presidencial del Partido Demócrata, está por subir al escenario, pero la gente espera a Beyoncé. El sitio TMZ, especializado en la farándula, acaba de confirmar un rumor que circuló toda la semana en la convención nacional demócrata: Queen Bey estará en el escenario. Un broche de oro al cierre. Pero ese momento nunca llega. “Nos equivocamos”, reconoce después el sitio. La decepción del público queda rápidamente de lado ante el discurso de Harris, el más importante de su vida, y el punto cúlmine de la semana.
Llegar hasta el piso del United Center para mirar ese discurso de cerca, entre los delegados, rodeado de carteles azules con el nombre “Kamala” y banderines de Estados Unidos, es casi una odisea. Y hay que caminar. Mucho. El estadio está aislado por un perímetro de seguridad a varias cuadras custodiado por el Servicio Secreto, que tiene los mismos controles que un aeropuerto. Una vez atravesado ese primer ingreso, hay que recorrer varias cuadras a pie hasta la carpa para los medios, instalada al lado del estadio. El ingreso a la arena tiene un control adicional: solo pueden pasar quienes tienen otra credencial, distinta de la del perímetro. Una vez adentro, hay que pedir otro pase más, temporario, para poder bajar al piso donde están los delegados frente al escenario. Hay pocos, se agotan rápido, pero esa noche logro conseguir uno.
El cierre de la edición impresa se estira para esperar el mensaje de Harris. La campaña distribuye extractos del discurso, unos minutos antes de que ella pise el escenario. es uno de los pocos medios con un espacio asignado con una mesa para escribir en el anillo más alto del estadio, en una de las esquinas del escenario. Desde allí, se ve todo. Otros periodistas se sientan en las butacas y escriben con sus laptops en la falda, y otros no tienen más remedio que sentarse en las escaleras. Dejo todas mis cosas y la computadora, y bajo a escuchar el discurso.
Logro pasar por la entrada al primer anillo del estadio justo antes de que “cierren” el piso. Un voluntario mira todas mis credenciales: la del Servicio Secreto, la de prensa, la del perímetro, la del ingreso al estadio y, sobre todo, la que dice “Piso Prensa”. Es la que buscaba. No hay una sola butaca vacía. Bajo la escalera al lado de la delegación entre los representantes de Maryland y Massachusetts –cada estado tiene su sector en el estadio, y el location da para pujas internas y lecturas políticas– y quedo parado en un pasillo al lado de la delegación de California, junto con otros periodistas y fotógrafos. Canta Pink, y pasan los últimos discursos, el senador de Arizona, Mark Kelly –que quedó en la terna final para ser candidato a vice junto con el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el elegido, Tim Walz–, la hermana menor de Harris, Maya Harris, y el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper.
Los voluntarios empiezan a repartir entre los delegados carteles que dicen “Harris Walz” y “USA”, y después otros verticales, largos, con un palo para sostenerlos con el nombre de la candidata “Kamala”. Nos piden ayuda para repartir. Un video anticipa el ingreso de Harris. Desde el piso, el escenario queda prácticamente tapado cuando Harris camina hacia el podio, en medio de una ovación ensordecedora que se estira. Ella primero agradece mientras la gente grita “¡U-S-A! ¡U-S-A!”, y luego arranca: “Bueno –dice, sonriente–, pongámonos a trabajar”.
El piso del estadio es el lugar ideal para medir la temperatura del discurso y la reacción de los delegados, y tomar fotos. Uno de los primeros grandes aplausos llega cuando Harris acepta la candidatura –una formalidad de las convenciones– en nombre del pueblo, su madre, “todos los norteamericanos”, la gente con la que creció y que “trabaja duro” y “todos cuya historia solo puede ser escrita en el mejor país del mundo”. O cuando dijo que Trump y los republicanos “están locos” por sus propuestas, o cuando habló sobre la Guerra en Gaza. La campaña reparte el discurso por correo electrónico, pero igual lo transcribo en vivo usando una aplicación de inteligencia artificial en mi teléfono. Cuando Harris termina, llega la hora de la lluvia de globos, y de correr. Apenas Harris, Walz y sus familias dejan el escenario, salgo de la arena y subo corriendo por las escaleras hasta el lugar que tengo para escribir, y termino de actualizar la nota con los principales tramos del mensaje y las impresiones desde el piso. Todos los periodistas que se quedan en ese rincón del estadio mientras la gente se va están en la misma: tecleando contra reloj para despachar el discurso. Después de los últimos ajustes, la nota se va. La gente sigue celebrando en el piso, y un pequeño ejército de voluntarios empieza a moverse con la última misión de la noche: reventar los globos uno por uno para poder empezar a limpiar y desmantelar la puesta en escena.
La convención demócrata escribió un nuevo capítulo de la historia política norteamericana

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domingo, 28 de julio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Milei y los trolls libertarios disparan contra Longobardi
Guerra total entre el presidente de la Nación y el periodista de la primera mañana de Radio Rivadavia, una escalada que continúa
Pablo Sirvén
Si hay algo en lo que el periodista Marcelo Longobardi y el presidente Javier Milei coinciden es que ambos creen que existen los “periodistas ensobrados”. Difieren, claro, en determinar quiénes merecen ese rótulo. Para el jefe del Estado lo son aquellos que lo atacan sistemáticamente. El conductor de Esta mañana, por Radio Rivadavia, sorprende con su respuesta: “Milei debería mirar más cerca de él, a ese séquito de periodistas que lo rodean para ver quién está más o menos ensobrado en la Argentina”.
No era la primera vez que aludía tan directamente al tema que lo subleva cada vez que el Presidente vuelve sobre esa obsesión. También dijo que consideraba llevar tan grave imputación a la Justicia, algo en lo que ya se había adelantado Jorge Lanata con sendas demandas, civil y penal, contra Milei. El común entuerto con el primer mandatario obró el milagro entre ambos encumbrados periodistas, que no se hablaban desde la época en que se desató entre ellos una guerra de egos que determinó finalmente la salida de Longobardi de Radio Mitre, en 2021, como para que protagonizaran una cumbre radial ante los micrófonos de Rivadavia en abril último.
El tema no es nuevo para Longobardi, ya que los últimos presidentes, de Néstor Kirchner hasta hoy, en distintos momentos le han declarado la guerra. El santacruceño, una vez, directamente lo quiso trompear en la residencia de Olivos. Cristina Fernández ordenó levantar cuando estaba todavía en el aire una entrevista que el periodista le estaba haciendo a Alberto Fernández y fue la “autora intelectual” de la compra hostil de C5N y Radio 10 por parte del empresario kirchnerista Cristóbal López, en 2012. Al poco tiempo, Longobardi emigraba a Radio Mitre.
A pesar de que consideraba a Mauricio Macri amigo personal, tampoco la pasó del todo bien durante su gobierno. Nadie le podía sacar de la cabeza a Longobardi que el tsunami de trolls con insultos y comentarios cáusticos que se sucedían en las redes sociales tan pronto él deslizaba ante el micrófono alguna crítica fuerte eran coordinados desde alguna oficina oficial. La tensión tampoco se modificó en la administración de Alberto Fernández, al que muchas veces criticaba por sus “comentarios delirantes” y sus “extravíos significativos”.
A pesar de que Longobardi se siente liberal en cuerpo y alma, nunca llegó a entusiasmarse con Milei, al que considera un faccioso, un líder soberbio a la moda de las corrientes de ultraderecha que soplan con mayor intensidad en Europa. “Va a terminar arruinando las ideas liberales en el altar de la imbecilidad”, dijo en uno de sus editoriales radiales.
“Ahora se nos roba con el dólar devaluado”, se le ocurrió decir al periodista por la onda de LS5 Rivadavia y eso sacó de las casillas del todo a Milei, que contraatacó como acostumbra reposteando mensajes agresivos de militantes libertarios virtuales que en este caso venían acompañados por videos en los que se veía a Longobardi haciendo análisis políticos hacia adelante que el simple paso del tiempo terminaban desmintiendo. “Fracasado pifiador serial chanta”, arremetió el Presidente, quien también lo rotuló de “idiota” y de “dinosaurio”.
El lenguaje virtual de los libertarios suele ser soez, con insultos continuos, mediante una jerga atrevida y desafiante similar a la que utilizaban los operadores K en las redes, lo cual no deja de ser una paradoja. Nicolás Márquez, autor con Marcelo Duclos del libro Milei: la revolución que no vieron venir, como activo participante de la red X también sumó a la causa al echarle en cara la entrevista que en 1995, junto a Daniel Hadad, le hizo al exalmirante Emilio Eduardo Massera. “Reportaje obediente, sumiso, complaciente y elogioso” es lo que puso y parece un texto escrito por algún integrante radicalizado de La Cámpora, aun cuando Márquez se encuentra en las antípodas ideológicas de esa organización política.
Entre sus prioridades, los equipos de comunicación de los gobiernos siempre han prestado mucha atención a los programas de la primera mañana radial. Desde las épocas de oro de Bernardo Neustadt y Magdalena Ruiz Guiñazú saben que conductores con tanta personalidad y predicamento influyen con sus muy encendidos puntos de vista a sus enormes audiencias y suelen bastonear desde muy temprano con su personal impronta temas de gran incomodidad para los gobiernos cuyos segmentos más significativos en muchos casos la TV después reproduce durante todo el día.
Ahora mismo, Marcelo Longobardi está en un momento de expansión en sus redes sociales y multiplica su prédica por X, Instagram y hasta TikTok. Luego de su accidentado paso por la CNN, el periodista insistirá con nuevas entrevistas, pero a través de YouTube. La última vez que entrevistó a Milei fue al día siguiente de su triunfo en las elecciones.

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El lazo entre Francia y la Argentina, en medio de los Juegos Olímpicos
Sebastián Torok
Desfile de la delegación argentina en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos París 2024
PARÍS (Enviado especial).- En primer lugar, una aclaración: ningún atleta, espectador, dirigente o periodista argentino que haya caminado por la capital francesa durante estos agitados días olímpicos fue reprendido, golpeado u ofendido por su pasaporte. La imagen de un treintañero vestido con la camiseta de la selección argentina y el N° 10 de Leo Messi, caminando felizmente entre el público el viernes pasado, a orillas del Sena, en la “incroyable” ceremonia inaugural de París 2024, ilustró la tolerancia. lo acompañó durante un buen trayecto y nadie lo agravió por sus colores. Dicho esto, es real que la rivalidad deportiva, alimentada por sucesos desafortunados y reacciones políticas elevaron el clima de las relaciones entre Francia y la Argentina. Por ello también la visita del presidente Javier Milei a Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, se observó como un gesto para aplacar las aguas.
La espinosa salida de Messi de París Saint-Germain, la final del Mundial de Qatar 2022, el festejo vulgar de Dibu Martínez al recibir el premio de mejor arquero de la Copa del Mundo; más aquí, la detención de los rugbiers franceses en Mendoza por la acusación de abuso sexual y la inaceptable canción futbolera cantada por los campeones de la Copa América y difundida en Instagram por Enzo Fernández, fueron un estruendo. Los tiempos, además, cambiaron: palabras que en otras épocas hubieran hecho menos ruido, hoy no son aceptadas. Hasta aquí, los deportistas nacionales que más notaron el pleito fueron los jugadores de la selección de fútbol y Los Pumas 7s, estos últimos silbados y abucheados (no más que eso, vale la aclaración) en el Stade de France. El miércoles pasado, en Saint-Étienne, los futbolistas dirigidos por Javier Mascherano padecieron horrores arbitrales: antes, fueron agredidos con botellazos de plástico y hasta un petardo lanzado por hinchas de Marruecos.
Hace poco más de cien años, ese país africano fue colonizado por Francia, que transformó a la nación en un protectorado por el cual ejercía control sobre la política, la economía y la educación marroquí hasta 1956, cuando los africanos se independizaron. Un millón y medio de marroquíes emigraron a Francia (generalmente como mano de obra en la industria y la agricultura). Los marroquíes están concentrados en París, Lyon, Marsella y Toulouse. Hoy, muchos en esa comunidad son hijos y nietos de aquellos que emigraron en otros tiempos. Es decir, son nacidos en Francia, pero con raíces fuertes en África. Nada lejano con lo que pasaba en la Argentina durante el siglo pasado, cuando los hijos de los españoles, italianos, judíos, rusos, polacos, armenios y alemanes eligieron a nuestro país como destino, pero tenían una mirada cercana con la tierra de sus antepasados. Esta generación nacida en Francia enfrenta desafíos vinculados con el racismo y la marginación social y económica, al igual que otras comunidades africanas y caribeñas que provienen de países también colonizados por Francia entre el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX.
El Estado francés pelea contra estas cuestiones; no es algo nuevo. Vale hacer un ejercicio de retrospectiva y situarse en el Mundial de Francia 1998, la primera conquista de esa jerarquía del seleccionado local, para la cual no se trabajó solo desde la estrategia futbolística. Esa Copa del Mundo se trató de un movimiento social instrumentado a partir de la campaña Black, blanc, beur, que se traduce en la Francia “Negra, blanca y árabe”, orientada a promover la diversidad étnica y la unidad en esa selección que lideraba Zinedine Zidane, de ascendencia argelina, y que tenía a Thierry Henry (Martinica), Patrick Vieira (origen senegalés), Lilian Thuram (Guadalupe) y hasta a un argentino, David Trezeguet. Aquel título mundial se encumbró como el principio de una cohesión social e integración para los franceses. La victoire est à nous (La victoria es nuestra), fue un slogan que se transformó en una fuente de orgullo para promover la unidad en una sociedad que hoy, demográficamente, le da un cachetazo a esa colonización: los descendientes de los inmigrantes de esos países tienen más hijos que los franceses. Por haber sufrido la discriminación en carne propia es que hoy se plantan, incluso, ante burlas deportivas.
Algunos lo manifiestan abiertamente y otros no, pero muchos franceses hoy no parecen admitir afectivamente a los argentinos, situación que genera aflicción, teniendo en cuenta los históricos lazos (culturales, deportivos, literarios) entre ambas naciones. Pero vaya paradoja: la inédita inauguración de París 2024, con el desfile de los atletas en las embarcaciones, se inició con un vals peruano que en 1957 popularizó la francesa Édith Piaf: “Que nadie sepa mi sufrir” o “La foule”. Quizás, lo que muchos que estaban junto al Sena ignoraban es que la pieza fue compuesta en 1936, por Ángel Cabral, que nació en Mercedes, Argentina.

domingo, 30 de junio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Perón y Milei: dos anomalías con ciertos parecidos

Cincuenta años después de la muerte del líder justicialista, el libertario se le asemeja, y no solo en la aversión hacia la prensa no adicta
Pablo Sirvén
Hace cincuenta años también era domingo como hoy y Juan Domingo Perón transcurría el último día completo de su vida. Dos días antes le había transmitido el mando a su vice y esposa, María Estela Martínez. El entonces presidente de la Nación moriría el lunes 1° de julio, a las 13.15, en la residencia de Olivos.
Tanto los acérrimos libertarios como los peronistas más fanatizados acordarían en que el líder justicialista poco tiene que ver con Javier Milei. Primera coincidencia. Pero hay varias más. Veamos.
Ambos, Perón y Milei, cada uno en su época, encarnan una suerte de “per saltum” ante el deficiente funcionamiento del sistema político que encuentra cada uno de ellos al irrumpir en la vidriera pública. Expresan, con sus apariciones tan disruptivas en lo más alto del poder, un intento de reparación y de salida por arriba del laberinto. Son bruscos catalizadores de malestares sociales de los que nadie se hace cargo.
Perón, surge del seno de una dictadura militar en 1943 y lava esa oprobiosa mancha de origen en las urnas; Milei, llega a la Casa Rosada en 2023 “de carambola” (como el mismo admitió), tras eliminar a Juntos por el Cambio en la primera vuelta electoral y a Unión por la Patria, en la segunda.
Los dos encarnan una anomalía que, a su vez, interrumpen sendas secuencias tóxicas: Perón, el fraude electoral de los gobiernos conservadores en las décadas del 30 y del 40 del siglo pasado; Milei, el hastío y la frustración de la ciudadanía por los últimos gobiernos inoperantes para resolver los problemas pendientes, que empeoraron y sumaron otros más graves.
Los dos personajes son “sapos de otros pozos”: no provienen de la dirigencia política tradicional, a la que más bien aborrecen, y a la que descolocan. También se obsesionan con el periodismo no adicto, al cual intentan destruir.
Ambos pretenden fundar un “nuevo orden” que dé por tierra con todo lo anterior y arman de la nada sus propios movimientos: el primero, el Justicialismo; el segundo, La Libertad Avanza. En 2025 aquel cumplirá 80 años. El otro está dando apenas sus primeros pasos.
Perón acepta el rótulo de “primer trabajador argentino”; Milei ya se percibe “premio Nobel de Economía”. Para cada uno de ellos hay un solo discurso admisible: el propio. Para Perón los que no lo aceptan son “los vendepatria”; Para Milei, “la casta”.
Los dos son enormes comunicadores que se construyen a sí mismos con sus verbas encendidas y provocativas. Perón es un encantador presencial de las masas obreras. Milei es un encantador virtual de millones de seguidores en las redes sociales.
El líder justicialista y Eva Perón ponen la “materia prima”. Raúl Apold, el gran artífice de la propaganda de ese régimen multiplica al máximo esa magia, con una maquinaria propagandística colosal.
Aquí y ahora son los hermanos Javier y Karina Milei los que ponen la “materia prima”. Él, con un liderazgo ostensible mientras ella avanza con silenciador. El relato libertario se expande y multiplica mediante la áspera locuacidad del Presidente, con su activísima participación diaria en la Web y dosificando sus entrevistas personales en un reducido staff de periodistas de la TV y de la radio. Manuel Adorni, como vocero, es un “ordenador” hacia el público del discurso oficial. Caputo, Villarruel, Francos, Lemoine, Menem y otros apellidos le dan coloratura a este naciente ciclo político.
El golpe militar de 1943 cierra la última era conservadora que duró trece años y que protagonizaron cuatro presidentes: el golpista general José Félix Uriburu y los electos en comicios fraguados, Agustín P. Justo y Roberto M. Ortiz (reemplazado por Ramón Castillo por su enfermedad y muerte).
La seducción de los sindicatos y el carisma arrollador catapultaron a Perón a la presidencia. La frustración y el empeoramiento de las condiciones económicas que generaron los gobiernos de Cambiemos y del Frente de Todos, más el deterioro en las condiciones de vida y en la psiquis de muchos ciudadanos provocados por la pandemia y el encierro interminable, catapultaron a Milei a la presidencia.
Ambas líneas del tiempo que funcionan en paralelo con tantas décadas de distancia entre una y otra, se cruzaron en la semana que pasó cuando el polémico megaministerio de Capital Humano desempolvó el viejísimo “Estatuto del Periodista” que había impulsado Perón en 1946, a manera de registro matriculador de quienes trabajamos en esta actividad, en una primera comunicación, con carácter obligatorio; en una segunda, de manera opcional, hasta que finalmente el oficialismo optó por borrar todo vestigio cuando ya sonaban todas las alarmas en Adepa y en Fopea (a la que trolls libertarios vienen hostigando con los retuiteos complacidos del Presidente). El fantasma de Perón merodea a Milei.

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Un pueblo que ve en la prensa la llave para la justicia
La sensación de impunidad y de connivencia política y judicial es algo que sobrevuela, aunque son pocos los que se animan a ponerle nombre y apellido
José María Costa
Marcha por Loan en la ciudad de Goya, en Corrientes, a dos semanas de la desaparición del niño
NUEVE DE JULIO.- “No se vayan, porque al día siguiente de que se retiren los medios nacionales no lo buscan más”, es la frase que la veintena de periodistas de medios nacionales recibimos en forma cotidiana desde hace 17 días en Nueve de Julio o en Goya, Corrientes, donde está el epicentro de la investigación por la desaparición de Loan Danilo Peña, el niño de cinco años del que no se sabe nada desde el mediodía del jueves 13.
Tanto el tranquilo poblado de 2500 habitantes, donde vivía y desapareció Loan, como la segunda ciudad más grande de Corrientes, donde están la fiscalía y el juzgado federal que se hicieron cargo de la investigación ante un posible caso de trata de personas, se vieron invadidos de cámaras, micrófonos, fotógrafos, reporteros y drones que sobrevuelan campos y edificios en busca de una nueva imagen del caso que conmueve al país y que ya tuvo dos “dramáticos giros”.
Sin embargo, a pesar de la invasión, los pobladores tratan de mantener las costumbres que los caracterizan desde siempre. Al mediodía la actividad se frena, salvo en el juzgado y la fiscalía, y retoma entre las 16 y las 17. La siesta es sagrada y no se negocia, ni siquiera ante un caso que puso en alerta a todos.
También en Nueve de Julio, donde el padre Cristian González definió a la comunidad como una “gran familia”, a cada uno de los foráneos se nos saluda con amabilidad. Incluso abren las puertas de sus casas y hasta acercan alguna que otra bolsita de papel con chipas recién horneados para que las largas jornadas de guardia periodísticas sean más amenas. Tampoco falta el que ofrece agua caliente y hasta el sanitario a ese grupo externo que se mueve en bloque y con lógicas propias.
“Como este caso, lamentablemente, hubo muchos más, pero no llegaron a la prensa nacional. Entonces, agarran a un perejil y todo queda en la nada. Ojalá esta vez no pase. Por eso, es importante su presencia acá”, argumenta otro de los vecinos que se acercan a ofrecer su casa a quien necesite poner a cargar el celular, la computadora o las baterías de las cámaras.
La sensación de impunidad y de connivencia política y judicial es algo que sobrevuela, aunque son pocos los que se animan a ponerle nombre y apellido. Incluso, la nueva versión lanzada ayer por Laudelina, tía del pequeño Loan y esposa de uno de los detenidos, no hace más que generar un mayor número de suspicacias.
En el medio, como si fuesen actores de alguna serie o película del momento, los curiosos hacen fila para tomarse una selfie con los cronistas que antes veían por la pantalla y ahora están en las puertas de sus casas.
Con el paso de las horas y los días, los periodistas, fotógrafos y técnicos también se vuelven una especie de “gran familia” donde, en los parates informativos, se comparten charlas, anécdotas y teorías sobre qué le pudo haber pasado a Loan.
Por otra parte, varias personas que claman por justicia en causas propias llegan hasta donde están los reporteros. Lo hacen provistos de expedientes y fotos para pedir que su caso trascienda y tenga un fallo o se revierta la decisión que se tomó.
Denuncias de mala praxis, usurpación de tierras y hasta regímenes de visitas son algunos de los expedientes que se acercan en las largas jornadas en Goya y Nueve de Julio, dos lugares donde un caso dramático hizo despertar viejos reclamos no escuchados.
El panorama se completa con las marchas, en su gran mayoría sin banderías políticas, que se repiten casi a diario y que son encabezadas por niños apenas un par de años más grandes que Loan. Ellos, protagonistas del reclamo, también levantan su voz y piden por el menor de los ocho hermanos de José Peña y María Noguera.
“Ahora nos miramos todos con desconfianza”, le había dicho esta semana  una vecina que participó de la décima marcha en la Plaza San Martín, en Nueve de Julio. Entre las manifestaciones de dolor y de apoyo cundían la angustia, la sorpresa y, también, las sospechas.
“¡Que hablen!”, son las dos palabras que se repiten en las marchas tanto en el pueblo de Loan como en Goya y en las diferentes localidades correntinas donde se organizan para reclamar por la aparición del pequeño.
“Victoria Caillava me trajo el botín de Loan y me dijo que me iba a matar si no lo ponía en el campo”, declaró en un video ante la Justicia provincial Laudelina Peña en la denuncia en la que acusó a la exdirectora de Producción del municipio de Nueve de Julio y a su esposo de atropellar y matar a su sobrino. Sin embargo, los dichos de la tía, que se dieron en la madrugada de ayer, no hicieron más que poner de manifiesto que, aunque los protagonistas de la historia “hablen”, lo que la sociedad sigue pidiendo es que se sepa la verdad.

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domingo, 16 de junio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


TV legislativa: antídoto contra la fragmentació
Permitió acceder a los discursos completos de los senadores, que la vorágine informativa interrumpía en las señales de noticias
Pablo Sirvén
El concepto de “pantalla partida” tuvo su momento de mayor confrontación ideológica cuando TN, durante el conflicto con el campo, en 2008, solía dividir la pantalla en dos, poniendo de un lado alguna actividad de la entonces presidenta Cristina Kirchner y del otro, las protestas de los productores rurales en los cortes de rutas.
Fue tanta la bronca que se agarró el matrimonio presidencial que mandaba en aquella época que empezaron a hacer circular como un mantra el término “TN miente”. Tiempo después la idea se extendió a “Clarín miente” hasta convertir ese axioma en la madre de todas las batallas del tercer gobierno kirchnerista, luego amplificado al resto del periodismo que no comulgaba con sus ideas.
La pantalla dividida en dos mitades permite, en otras ocasiones, el recurso de apelar a primerísimos planos de dos contendientes que se enfrentan fieramente a las cámaras de TV, con más potencia visual que si se abriera la imagen solo al plano general.
Ya hace un tiempo empezó LN+, y otras señales la imitaron, a dividir la pantalla en cuatro o hasta en cinco partes para abarcar a los participantes de ciertos bloques periodísticos, de forma tal que no solo el televidente pueda ver a quien está en el uso de la palabra, sino también las expresiones de los demás. Eso permite advertir la gestualidad ansiosa de conductores deseosos de interrumpir todo el tiempo, mientras que otros columnistas o invitados miran al frente en actitud impávida, salvo Marina Calabró, que ostenta cómoda el récord de simpáticos mohines mientras espera su turno para hablar.
Estos días tan pródigos en noticias en escenarios diversos obligaron al periodismo televisivo a desplegar móviles por todos lados.
En su pretensión de no perderse nada, la pantalla de TV llegó, en ciertos momentos, a subdividirse hasta en seis cuadraditos. Un rompecabezas de imágenes que alternaban tan pronto la maratónica sesión en el Senado para tratar la Ley Bases y el paquete fiscal con los disturbios frente al Congreso. Fue tal la diversidad de situaciones que se les presentaban a los conductores que seguían los acontecimientos en tiempo real que hasta expresaban su mareo al aire, pidiendo a viva voz a sus productores que los orientaran hacia dónde ir.
De allí que los discursos de los oradores de la Cámara alta llegasen tan fragmentados a la audiencia.
Una verdadera paradoja: en un país con récord de siete señales de noticias (Uruguay no cuenta con ninguna) resultaba de todos modos imposible, por la vorágine informativa que se daba en paralelo en varios escenarios, seguir el hilo de las disertaciones.
Es el momento en que se vuelve imprescindible para aquellos que quieren dejar de lado tanta hojarasca y concentrarse en cómo los legisladores fundamentan sus respectivos votos, acudir –según la cámara que sea protagonista– a Diputados TV o Senado TV.
Con la misma independencia con que se manejan las dos cámaras legislativas, sendas señales cuentan con personal, equipamientos, presupuestos y modalidades de emisión diferenciadas. La primera tiene su sede en el subsuelo del edificio anexo, en tanto que la segunda posee su base de operaciones en la planta baja del Palacio Legislativo.
El objetivo principal de ambas es transmitir sin pausa ni comentarios extras todo lo que sucede durante las sesiones en los respectivos recintos. Así se puede apreciar de manera completa la ponencia de cada legislador, debidamente identificado en el videograph con su nombre y el bloque al que pertenece.
Aquí no hay movileros agitados ni conductores parlanchines: simplemente las cámaras registran la sucesión de intervenciones. Claramente no se trata de un programa de televisión y, por lo tanto, no se maneja con sus códigos, empezando por su duración. La sesión en el Senado que puso al presidente Javier Milei al borde de obtener su primera ley duró casi 22 horas. Abarcarla en su totalidad, como televidente, no tiene sentido y resultaría monótono, pero entrando por YouTube, con el cursor se pueden buscar aquellos discursos que más nos interesan para mirarlos integralmente o pispear, por mera curiosidad, fragmentos de otros.
El Senado empezó a hacer sus primeros pininos televisivos a instancias de Daniel Scioli, en 2004, cuando era vicepresidente de Néstor Kirchner. Diputados tardó un poco más y recién estuvo en el aire, con todas las de la ley, en 2012. Al despuntar la era Milei llegó el recorte para ambas señales en materia presupuestaria y de personal. Cada una emplea unas 60 personas. Además de las sesiones, registran los trabajos de las comisiones y explican los distintos mecanismos legislativos, con un tono editorial que ahora quiere apuntar a ser más institucional y menos militante que en tiempos del pasado reciente.

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Perdido en el Bernabéu
La trastienda de un show que inscribió en la historia a Duki, el músico de 27 años que se convirtió en el primer argentino en actuar en la majestuosa casa del Real Madrid
Sebastián Espósito
El armado del escenario, dos días antes del show que Duki dio el sábado 8 de junio de 2024 en el estadio Santiago Bernabéu, de Madrid
Una lluvia fría, intensa, pesada, de esas que nos sorprenden en verano, cae sobre el Santiago Bernabéu. Es el día en el que Duki cumple el sueño que ni siquiera se atrevió a soñar. Saludo rápido, veo su cara de preocupación por el imprevisto que puede atrasar los tiempos de armado del escenario (aunque el techo corredizo demora solo 20 minutos en cerrarse por completo) y me dirijo a la salida. ¿Pero a cuál?
Estoy en el campo de juego del Real Madrid, en la Casa Blanca, en una de las catedrales que el fútbol erigió para venerar a sus héroes. Pienso en lo que sentí cuando visité Old Trafford, el hogar de Manchester United o, hace solo un año, el Metropolitano de Madrid, donde hace las veces de local el “Aleti”. “Pero esto es otra cosa”, digo bajito.
Rodeado de grúas, columnas metálicas, voces en español y en “argentino” que vienen y van como si estuviesen en la city y una mesa donde se improvisa algo para comer y tomar. El césped brilla por su ausencia, también los arcos. Me imagino a Vinicius encarar con decisión, o a Mbappé, que en breve jugará de local en este estadio. Pero hoy los que se mueven con maestría, con un profesionalismo que conmueve, son los argentinos que trabajan contrarreloj para llegar al momento en que se abran las puertas para el público y todo luzca como debe lucir.
Duki en el Santiago Bernabéu, la noche del 8 de junio de 2024Cuino Lavía - @cuinocuino
¿Cómo se cristaliza un sueño? O, más difícil aún: ¿Cómo se compite con uno de ellos? Lo primero que me produce verlo a Duki dos días antes de su gran noche en el Bernabéu, esa de la que dimos cuenta antes, durante y después del mágico concierto de dos horas y media disfrutado aquí por 65.000 personas y que a la distancia tuvo en vilo a millones, es tranquilidad. Más allá de lo que declara en conferencia de prensa o luego en las entrevistas individuales como la que tuvo con este enviado, sus movimientos y su rostro transmiten calma y aplomo.
Se suele decir que la camiseta de los grandes no es para cualquiera. Que un jugador que descolló en un equipo chico no necesariamente rinda lo mismo en un grande. Bueno, a Duki lo vemos cuando está a punto de ponerse la casaca de un gigante y con la desventaja que, sospechamos, puede significar no encontrar antecedente alguno entre los músicos argentinos. Seguramente haya ido a Vélez como público y al estadio de River Plate también (al primero lo llenó en cuatro oportunidades y al segundo en dos). Seguramente algún recuerdo de su infancia o adolescencia haya aflorado al momento de pisar esos escenarios. Pero, ¿presentarse en el Bernabéu? A siete años de su primer show en Madrid para 1500 personas, a Mauro de Almagro se le materializaba algo que ni siquiera alcanzó a imaginar.
La propuesta de partir el año y su carrera en dos en junio de 2024, en la Casa Blanca del fútbol, le llegó como una de esas ideas delirantes que proponen aquellos que quieren abrir caminos y sacudirse la comodidad. Si el año pasado había juntado a 60.000 personas en dos shows en Madrid y otros dos en Barcelona, no resultaba una quimera que 65.000 se reunieran en un solo lugar para escuchar “Givenchy”, “Rockstar” o “She Don’t Give a FO”. Lo difícil era tomar la decisión y estar dispuesto a ponerle el cuerpo a lo que viniera después.
Como siempre en su caso y en el de muchos de la generación de música urbana argentina que Duki lidera, las entradas “volaron”, se agotaron con meses de anticipación. “Esto es mucho más de lo que alguna vez soñé cuando empezamos a rapear con los pibes en la plaza”, declaró él en febrero. Es muchísimo más. De hecho, el Duki de menos de 20 que “combatía” en las batallas de freestyle de El quinto escalón, en el corazón del Parque Rivadavia, deseaba subir a un escenario y encontrarse con 8000 almas vivando por él. Ni a soñarlo llegó.
Como en Almagro, pero en Madrid: camisetas argentinas en el Estadio Bernabéu, en la conferencia de prensa de Duki, antes de su show en la 'Casa Blanca' del fútbol
Esas gotas frías que rompieron con los 35° del jueves dos días antes de la gran cita me llevaron a saludar rápido y buscar la salida. No era cuestión de incomodar, había que dejar al equipo de producción trabajar en cada uno de los múltiples detalles previos. Nadie se enteró y casi nadie me vio subir y bajar escaleras, probar por un lado y por el otro, intentar en vano encontrar una salida abierta. “Estoy perdido en el Bernabéu”, dije una vez más, aunque sin interlocutores a la vista. La anécdota se la conté a varios el sábado luego del show, luego de escribir en medio de la adrenalina que producía ser testigo de un hecho histórico, de estar ahí (adentro) para contarlo.
En el after, Bizarrap habla con el conductor español Pablo Mottos; Lali Espósito y su novio, Pedro, se detienen a conversar con nosotros y otros músicos argentinos van y vienen como si este no fuera el Bernabéu sino un estadio porteño. Quiero tomar distancia y poner en perspectiva lo que acabo de vivir, pero hoy resulta imposible. Chequearé en mi celu las fotos y videos que saqué, agradeceré a todos por estos días vividos y pensaré una vez más en Mauro de Almagro, el joven que con 27 años ya no representa a su generación sino a toda la música argentina.

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domingo, 9 de junio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


De Pettovello a Rakauskas: mujeres en el banquillo
Pablo Sirvén
Las mujeres vienen siendo relevantes protagonistas de noticias trascendentes en esta Argentina tan conflictuada. Empezando por el escándalo, aún en curso, en el megaministerio de Capital Humano, con su titular Sandra Pettovello, sobrepasada por las denuncias cruzadas, y el paso al frente de su espada comunicacional principal en el tema, la conversa Leila Gianni.
Su inesperado acting, en Comodoro Py, con Juan Grabois pareció un involuntario homenaje a aquellas conventilleras peleas que propiciaba Mauro Viale cuando la TV Pública todavía se llamaba ATC, en los menemizados años noventa. El énfasis sobreactuado de ambos contendientes despertó en almas desconfiadas una idea peculiar: ¿podría haber algún tipo de originalísimo contubernio secreto entre ellos? Detrás de tanta estridencia –que la Justicia amonestó–, ¿se esconde una estrategia conjunta más profunda teniendo en cuenta la prodigiosa versatilidad ideológica de la que hace gala la funcionaria?
Justo en la semana en que el Presidente se definió como un “topo” que viene a destruir el Estado desde adentro, mejor sería que pusiera más la lupa en la infinidad de “topos” de la gestión anterior que permanecen en puestos claves de la administración pública, que, en cambio, sueñan con la implosión del fenómeno libertario.
La marcha feminista del Ni Una Menos ha ido perdiendo potencia con los años y en la del lunes último se acentuó esa deserción, a pesar de que los femicidios siguen a la orden del día –uno cada 35 horas– y el Gobierno desarma aceleradamente las políticas de “perspectiva de género”. En la presidencia de Alberto Fernández se sobredimensionaba el énfasis que le ponía mediáticamente al tema ya que le servía de comodín para tapar asuntos más graves.
Que el tema de la doble vara sigue tan vigente como siempre lo prueba que sí tuvo una gran repercusión la decisión oficial de eliminar la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género y la consecuente renuncia de su titular, Claudia Barcia. Pero, en cambio, pasó casi inadvertida y no se elevaron voces de condena feminista contra las muy insidiosas aseveraciones del periodista Horacio Verbitsky en su sitio El Cohete a la Luna, al tomar sorprendente partido a favor del intendente de La Matanza, acusado de abuso sexual.
“Melody Jacqueline Rakauskas ejercía la prostitución y su proxeneta la entregó a Fernando Espinoza”, escribió sin dudar el autor de Robo para la corona. Con todo, no es el párrafo más brutal, sino el siguiente: “Si esa era la actividad habitual de la mujer, según sus propias palabras, la pregunta es por qué en este caso no quiso y lo dio a conocer”.
Ya en un terreno más mundano, pero no exento de maldad, Verbitsky en su medio –esponsoreado, entre otras marcas, por algunos gremios, gobernaciones e intendencias del conurbano–, remata: “Con ella es difícil saber qué es verdad y qué no, ya que por momentos se presenta como una prostituta de lujo que viaja por el mundo, incluso en aviones privados, como las jóvenes polacas de El precio del placer, y en otros es una pobre chica acorralada por la miseria”.
Nadie, hasta ahora, había puesto el cuerpo tan vehementemente por Espinoza. Aunque fuera cierto el pesado rótulo de “prostituta” que le endilga a Rakauskas, el periodista, de pasado montonero, parece no querer entender que el “no es no” es un derecho de cualquier mujer, también de aquellas a las que él pretende ensuciar. Si hay tantos “bombones envenenados” cerca de políticos notables, el ilícito debe buscarse por el lado del bolsillo (o la bragueta) fácil y los billetes espurios que financian tantos placeres exprés. No en revictimizar a las víctimas o, si prefiere, a las “profesionales del sexo”.
Con motivo del reciente Día del Periodista, Gabriela Oliván, presidenta de WINN (Women in the News Network), una red internacional que reúne a 4500 mujeres periodistas, plantea que los hombres firman un 50% más de notas que ellas y que apenas un cuarto de las jefaturas en doce mercados está en manos femeninas, a pesar de que representan el 40% de la fuerza laboral en los medios. Y suma un dato todavía más preocupante: el 73% de las periodistas sufre acoso online y el 20% ha padecido, también, violencia física por su trabajo.
Con todo, WINN pretende representar un feminismo moderado, menos testimonial y vociferante que el que se expresa en calles y redes sociales y, particularmente, con sesgos ideológicos tan marcados, en los palcos de ciertos actos, para concentrarse en los retos tecnológicos que enfrenta la profesión, como el uso de la inteligencia artificial y el periodismo en redes y en streaming. WINN asegura apostar por un periodismo diverso que no se encapsule en categorías o simplificaciones porque subraya que “ser periodista es un género en sí mismo”
La primera, sobrepasada por las denuncias cruzadas; la segunda, apuntada por Verbitsky. Y no nos olvidemos de Leila Gianni

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Un stand-up con tono de parodia ante tres jueces
Camila Dolabjian

Eran las 11 de la mañana y con puntualidad las dos partes se presentaron en la mesa de entradas de la Sala de Cámara para firmar e ingresar a la audiencia. Ni juicio oral y público, ni alegato final de un fiscal, sino un simple trámite protocolar de fundamentación de una apelación del Ministerio de Capital Humano al pedido del juez Casanello para que presentaran un plan de reparto de alimentos. Entre la audiencia, compuesta de testigos, periodistas y personal judicial, una mezcla de cringe y expectativa por dos motivos. Primero, por el incómodo silencio inicial, casi actuado, entre Juan Grabois y Leila Gianni y, segundo, por la contradicción latente entre la defensiva oficialista en Comodoro Py cuando en la calle ya rumbeaban los motores de los camiones del Ejército yendo a buscar la leche en polvo a Villa Martelli y Tafí Viejo, para llevarla a centros de Conin.
Toda la mañana fue una gran puesta en escena. El show comenzó incluso antes, con despliegues de ambos contendientes, envalentonados y en preparativos para una simple y sencilla audiencia procedimental. Grabois, con su masa crítica de porristas, banderas y bombos en la puerta de los tribunales, y Gianni, que en horas tempranas ya había comenzado a desfilar su remera de león y gorra de “fuerzas del cielo” en dorado en su Instagram, escoltada de un escuadrón de libertarios para hacer apoyo moral, porque función específica en la citación no tenían.
Hasta el contraste de los atuendos de las partes provocaba una sensación embarazosa de teatralidad. Grabois, con zapatillas rotas, un crucifijo sencillo pero gigantesco y campera de lluvia azul; Gianni, pollera lápiz de cuero negro a los tobillos, botas altas en juego y el felino rugeante impreso en blanco en el torso. La gorra, por suerte y para decoro, no ingresó a la sala de audiencia. Allí aguardaban los tres magistrados, Martín Irurzun, Eduardo Farah y Roberto Boico, con sacos, camisas, corbatas y demasiada paciencia.
En el escenario, se notaron las horas de cámara de los intérpretes (y la diferencia en experiencia frente a ellas, también). Ninguno se molestó en que el stand-up que tenían preparado se asemejara al papel que tenían que cumplir, el de defensa de las organizaciones que fueron a representar. Una, al Estado, y el otro, a los más desaventajados. Tanto había para descargar en monólogo político que ambos recurrieron a actores de reparto para esgrimir lo poco de argumento técnico que se oyó en las exposiciones. Los magistrados presentes emularon el mismo papel que tiene un jurado en un concurso de niños: más o menos delinean las reglas pero mucho reproche sería mal visto. Al fin y al cabo, son solo niños “inmaduros”, como después, en el papel impreso en una resolución, sellaron como devolución a los aspirantes al premio al abogado menos estratégico.
Los 25 minutos de audiencia fueron una pieza dramática mal ejecutada, pero con algo de esfuerzo. Un intérprete debería repetir las líneas de manera natural, pero particularmente a Gianni le faltó ensayo a la parte de mirar a los jueces a los ojos y pronunciar la advertencia ‘firme’ de que no “van a permitir” que se entrometan en su Gobierno, en la que le temblequeaba un tanto la voz. A Grabois se le fue un poco de las manos el tinte trágico de su personaje cuando pasó de elevar el tono, al grito liso y llano, al borde del berrinche reclamando no ser interrumpido. Las filminas impresas con las comunicaciones oficiales contradictorias sobre el estado de los alimentos fueron un bonito detalle, aunque innecesario.
El desenlace de la obra convirtió al espectáculo en una auténtica parodia. La única parte no guionada entre los ‘espontáneos’ y ocurrentes “vos tenés remera de león y un pingüino tatuado” y “el león se comió al pingüino”, fue la intervención del abogado Ariel Romano, cuyo papel era el de soporte al lado del telón pero, no contento con su minuto de soliloquio frente a las grabadoras y los camaristas, decidió que ese sería su momento de estrellato e irrumpió a mostrarle al mundo su capacidad de actuación para escenas de acción en un épico enfrentamiento con Grabois. Tomado de sorpresa por la desviación en el libreto, Grabois evidentemente no entendió que el acting de Romano ameritaba una trompada o empujoncito, para darle una mano en su camino a las pantallas del Cine Gaumont a su colega.
Los críticos expertos no interrumpieron, tal vez para ver si en la generación de momentum mejoraba la performance. No pasó, y ningún residente de los pasillos de Comodoro Py se retiró de la sala hasta que cada artista dejara la escena y se apagaran las cámaras que transmitieron en vivo el papelón. Pero no dejaron de dar su veredicto, lleno de tomates podridos. A algunas películas aclamadas les agregan en la parte inferior de la cartelera frases sueltas de sus mejores críticas. Si esta fuera a pasarse en pantallas, con los comentarios de los magistrados, dirían, literalmente: “Lamentable”, “inmadura” y “violenta”.
La audiencia judicial por el reparto de alimentos se convirtió en una escena grotesca, con malas actuaciones

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