domingo, 8 de septiembre de 2024

VIDA DIGITAL




La sutil diferencia entre soberanía y censura previa
El juez del Supremo Tribunal de Brasil, Alexandre de Moraes, le puso los puntos sobre las íes a la red de los trinos, y también se pasó de la raya
Brasil bloqueó X en su territorio, porque la compañía se negó a obedecer la orden de un juez; pero fue más allá y pretende multar a los ciudadanos que de todos modos quieran usar Twitter, y eso está mal
Ariel Torres
“Algunas personas de una red universitaria estuvieron debatiendo si todos deberían poner su nombre real en los mensajes que envían por Internet y rendir cuentas, de modo que se pudiera verificar quién envió los mensajes. Por mi parte, seguí argumentando que Internet no funciona así y que si alguien intenta imponerlo, la Red siempre encontrará una solución. Para demostrar mi punto, pasé dos días preparando la primera versión del servidor; solo para demostrarlo”. Con estas palabras, en 1993 (hace 31 años, leíste bien), el finlandés Johan Helsingius puso en marcha Penet Remailer, uno de los primeros servicios para proteger el anonimato de los ciudadanos en Internet.
Tres años después, Penet, que había llegado a ser uno de los más populares de esos primeros años de la Red en su versión actual (o sea, pública), con unos 700.000 usuarios, debió bajar la persiana para siempre. Había estado bajo un asedio prácticamente constante. Lo que más sonó (cubría estos temas por entonces y ya tenía Internet en casa) fue una acusación del semanario inglés The Observer (que en 1993 había sido adquirido por The Guardian), que publicó una nota donde decía que Penet era usado por pedófilos. Citaban a un supuesto investigador del FBI que en realidad era un sargento de la policía de San Bernardino, California, Estados Unidos, que luego declaró que habían puesto un testimonio opuesto a sus dichos (él había declarado que la mayor parte de este material siniestro no circulaba por estos remailers anónimos; lógico, al pervertido no le da la cabeza para estas sutilezas técnicas y a lo sumo se fía de un modelo P2P).
El artículo, del que el periódico nunca se retractó, omitía mencionar además el hecho de que la policía finlandesa no había encontrado evidencia de que por el servicio de Helsingius se enviara pornografía infantil. Pero el anonimato ya empezó de entrada a tener mala fama. Incluso cuando es cuestión de vida o muerte para personas despuestas a atestiguar contra la corrupción, la mafia y los narcos, para las víctimas de violencia doméstica, para los disidentes de regímenes políticos autoritarios y, por supuesto, para los periodistas de investigación.
La Electronic Frontier Foundation le otorgó a Helsingius el Pioneer Award en 1996, y en su momento había recaudado fondos para ayudarlo a pagar los costos exorbitantes de las demandas de la Iglesia de la Cienciología, que quería conocer las identidades de los usuarios que habían dado a conocer documentación extraída sin autorización de una o más de una computadora de esa organización y enviadas por medio de Penet. Hubo tres de estas demandas, y la última, relacionada con la violación de copyright, fue la gota que rebalsó el vaso. Helsingius tiró la toalla y Penet cerró.
De nuevo, la anonimato se había ganado fama de ser la herramienta que usa gente incalificable, como los pedófilos, o por los piratas informáticos. Es una falacia. Equivale a decir que los cuchillos que usamos para comer son un arma letal porque, es cierto, pueden usarse para matar. La idea de más de un dirigente político, desde entonces (y el runrún persiste) es eliminar toda herramienta de anonimato y encriptación de las computadoras en Internet; esto traería como consecuencia que Internet dejara de funcionar, porque casi todos los proceso clave de la Red se basan en que sus procesos estén encriptados.
Al parecer, además, no se dan cuenta de que los delincuentes informáticos podrían crear sus propias herramientas de anonimato y encriptación para perpetrar sus crímenes. Pero esperen, démosle una vuelta de tuerca más. Imaginen que una agencia federal de investigaciones ofrezca de manera encubierta un sistema de mensajería encriptado al submundo del hampa y que muerdan el anzuelo. Pues bien, eso fue lo que se supo el 8 de junio de 2021, cuando el FBI informó sobre 800 arrestos en 17 países y sobre 22 toneladas de cocaína secuestradas, gracias a su mensajero ANOM.
Y una cosa más. Lo bueno de vivir en las democracias occidentales es que se presume de antemano que somos inocentes. Si un gobierno legisla en contra de la encriptación y el anonimato está dando por sentado, de antemano, que vamos a cometer delitos amparándonos en esas herramientas. Es un modelo de sociedad tan horrible que eriza la piel el solo pensarlo.
Una buena y una mala
Pese a que Penet solo duró tres años, la tesis de Helsingius se probó cierta. Cuando hay involucrados bits, computadoras y redes, fiscalizar, vigilar y censurar el diálogo público de forma masiva y sin la orden de un juez se vuelve una tarea imposible. Por eso, países como China y Rusia tienen, en la práctica, una suerte de Internet paralela; y por eso en Corea del Norte no se ofrece el servicio del todo. Tal es la censura previa en esos países, que China viene teniendo severos problemas para entrenar sus modelos de Inteligencia Artificial Generativa. ¿La razón? No hay suficiente corpus de discurso público en chino en Internet, porque los usuarios temen esa vigilancia. Sin un corpus lo bastante grande, un modelo de lenguaje no puede alimentarse. Por eso los llaman Large Language Models.
Como el dictador Maduro está enfrentado con Musk entonces cualquiera que se enfrente con Musk es un enemigo de las democracias occidentales; un razonamiento muy flojo de papeles
Por supuesto, es muy fácil, casi instantáneo, colocar a Brasil, luego de haber bloqueado Twitter, en la lista de países enemigos del discurso público. Es la estrategia descalificadora de Elon Musk. Pero es asunto bien diferente. En el caso brasileño, una compañía (X, antes Twitter) se negó a cumplir con la orden de un juez, y la bloquearon. Tan diferente es el asunto, y tan poco importante es la libertad de expresión para las compañías de Internet, que Starlink terminó accediendo a bloquear X en Brasil, a pesar de ser también una empresa de Musk. Billetera mata libertad de expresión, digamos.
De hecho, X va a seguir encontrando problemas en los países donde opera, sobre todo en la Unión Europea, que se toma estas cosas más en serio que Estados Unidos, si persiste en librar cheques en blanco a la industria de los trolls, la desinformación sistemática y otras delicatessen que son lesivas para las democracias occidentales y funcionales a los totalitarismos.
Ahora bien, donde definitivamente Brasil comete un error grave es al proponerse multar a los ciudadanos que usen X. Primero, porque un gobierno democrático tiene la potestad de bloquear un servicio, si una compañía desobedece una orden legal. Pero prohibirle a un ciudadano acceder a ese servicio, si encuentra el modo (el modo se llama VPN, por ejemplo), es censura previa pura y dura. Salvo, claro, que cometa un delito al acceder a cierto servicio. Para calificar el uso de Twitter como delito el camino sería mucho más largo y sinuoso, y, a la larga, imposible. En una democracia, se entiende.
Segundo, porque para multar a los que usan Twitter habría que implementar una vigilancia estatal masiva e indiscriminada, lo que está muy lejos de la idea de democracia. Incluso si el propósito es defender la democracia. Por aquello de que no hay que comerse al caníbal, ya saben.
Con todo, el teorema de Helsingius seguirá probándose cierto y los ciudadanos con un poquito de conocimiento técnico podrán seguir usando Twitter sin que el juez se entere. Hablaba estos días con mi amiga y colega Carolina Amoroso, que me contó que cuando estuvo cubriendo las últimas elecciones en Venezuela usó para comunicarse y transmitir en vivo su celular con el servicio que le ofrecía su proveedor de telefonía argentino. No empleó –sabia decisión– ningún Wi-Fi abierto, y pudo comunicarse con el exterior sin problemas. Esto, en una nación que ejerce una censura previa brutal, amordaza a los disidentes, asesina manifestantes y castiga con la cárcel y la desaparición a los opositores. Lo sé de primera mano. Una queridísima amiga, emigrada venezolana, tiene la cicatriz de un balazo en una pierna, por haber participado de una manifestación contra Chávez.
Así que si Brasil quiere evitar que sus usuarios más diestros usen toda la Internet que quieran, deberían más bien cerrar Internet. O fabricar su propia Internet, que en la práctica es lo mismo.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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