jueves, 17 de octubre de 2024

CAMPAÑA Y EDITORIAL


El antisemitismo en la Argentina y el mundo después del 7 de octubre
Se registra un preocupante auge del prejuicio antijudío, tanto en el nivel nacional como en el internacional; confrontar esta situación es una misión universal
Julián Schvindlerman



El pasado agosto, el Foro Argentino Contra el Antisemitismo lanzó una campaña pública de concientización con la consigna: “Construyamos un país sin antisemitismo”, que consistió en colgar carteles con ese lema en obras en construcción del AMBA. La iniciativa visualmente creativa no fue meramente simbólica; realmente responde a una realidad de auge del prejuicio antijudío –tanto en el nivel nacional como en el internacional– muy preocupante. Tres informes de reconocidas organizaciones dedicadas al monitoreo del antisemitismo dan cuenta del fenómeno, el cual ha crecido exponencialmente de manera global desde la invasión bárbara de Hamas del 7 de octubre del año pasado.
La Liga Antidifamatoria (conocida por sus siglas en inglés, ADL), asentada en Estados Unidos, publicó una encuesta en junio pasado que sondeó las actitudes antisemitas y antiisraelíes en los siete países que contienen las más grandes comunidades judías fuera de Israel: Estados Unidos, Francia, Canadá, Gran Bretaña, la Argentina, Australia y Alemania. Gran Bretaña y Canadá brindaron los promedios nacionales más bajos de creencias antisemitas, mientras que Francia y la Argentina mostraron los más elevados. Datos registrados en nuestra república resultaron preocupantes.
El 23% de los argentinos dijeron apoyar la noción de que “los judíos son responsables de la mayoría de las guerras del mundo”, siendo el guarismo más alto entre los encuestados (el más bajo se dio en Gran Bretaña, con el 9%). Esto ya es alarmante en sí mismo, pero se ve agravado por el crecimiento del estereotipo: cinco años atrás, solo el 13% de los argentinos afirmaban eso. La encuesta también halló que el 56% de los encuestados en las siete naciones consideró que los judíos son más leales a
Israel que a sus países de origen, con porcentajes que oscilan de una base desde el 51% de los encuestados en Estados Unidos hasta llegar al inquietante 64% en Alemania y la Argentina. Además, la encuesta reveló que el 66% de los argentinos creen que “los judíos todavía hablan demasiado sobre lo que les sucedió en el Holocausto”. A su vez, el 15% de los argentinos consideran que los judíos exageran la cantidad de víctimas judías exterminadas durante el genocidio nazi de la Segunda Guerra Mundial (aquí también marcó el porcentaje más elevado de las muestras). A la par, el 17% de la población encuestada en la Argentina manifestó no haber oído nada sobre el Holocausto. Un dato positivo es que la negación del Holocausto fue minúscula en los países estudiados (nula en Canadá y 1% en el resto de los países, el nuestro incluido).
A propósito de la mirada sobre el conflicto Hamas-Israel, la ADL halló que el 70% de los encuestados argentinos opinaron que Israel está perpetrando un genocidio contra civiles palestinos en Gaza, porcentaje solo superado por los encuestados británicos (71%). El 43% de los argentinos se expresó a favor de la aseveración “si los israelíes se salieran con la suya, vivirían en un mundo donde todos los palestinos serían matados”, ubicándose solamente debajo de iguales opiniones de los australianos y británicos encuestados. Al interrogante: “Generalmente hablando, ¿cómo ve a Hamas?”, el 19% de los argentinos consultados respondieron favorablemente, siendo la posición más alta entre las poblaciones de los siete países encuestados. Recordemos que Hamas es un movimiento jihadista visceralmente antioccidental.
En septiembre pasado, la representación política de la comunidad judía en la Argentina (DAIA) publicó su informe anual sobre antisemitismo en nuestra república de 2023. Notó que hubo un aumento anual de denuncias superior al 44% respecto del año previo, totalizando casi 600 hechos, y que “el 57% de los casos exteriorizados en 2023 sucedieron durante el período octubrediciembre”, es decir, tras el estallido de la guerra Hamas-Israel. Durante 2023, el 40% de los hechos antisemitas denunciados correspondieron a la categoría “Medio Oriente”, que implicó un incremento del 380% respecto de 2022 y constituyó el más relevante caudal de denuncias. El informe consigna que la guerra acogió al 56% de los casos denunciados durante los meses posteriores al ataque palestino y que las denuncias en ámbitos educativos crecieron un 15% a partir del 7 de octubre de 2023. Asimismo, aumentaron las agresiones contra instituciones comunitarias, prevaleciendo “en todos los contextos la retórica antisionista y los cuestionamientos al derecho de existencia y/o defensa del Estado de Israel”. La DAIA reportó que el 65% de las manifestaciones antisemitas se dieron en el espacio digital, en tanto que el 35% restante, en el espacio presencial.
Finalmente, el Observatorio Web –programa conjunto del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), AMIA y DAIA– publicó su informe sobre antisemitismo en internet (2023) en lengua española, que analiza los posteos en la red social X, comentarios en Facebook, videos de YouTube, resultados de búsquedas en Google y comentarios de usuarios en medios digitales. El balance es mixto. Encontró que en el motor de búsqueda de Google “se observó una disminución del contenido antisemita, siendo el año con menor nivel de antisemitismo desde que se comenzó el análisis (2015)”. De modo similar, en YouTube se redujo el antisemitismo “y 2023 es el año con el nivel más bajo de este tipo de discursos desde el comienzo de la serie analizada (2018-2023)”.
La plataforma X brinda otro panorama: el año pasado registró el mayor nivel de odio hacia los judíos del último lustro. En cuanto a los comentarios en las fan pages de Facebook de los medios de América Latina y España, a partir de octubre del año pasado, “el contenido antisemita representa el 88,64% del total anual reunido”.
Estas estadísticas sugieren que la imagen de los judíos en las naciones en las que viven está deteriorada, en gran parte debido a las percepciones sobre los acontecimientos bélicos en Medio Oriente. Pero esta situación no atañe solamente a los judíos. Estos tres informes sobre antisemitismo son alertas rojas acerca de la salud moral de nuestras sociedades. Confrontar estos prejuicios ubicuos es una misión universal.
Aumentaron las agresiones contra instituciones comunitarias, y prevalecen “en todos los contextos la retórica antisionista y los cuestionamientos al derecho de existencia y/o defensa del Estado de Israel”
Profesor titular en la Universidad de Palermo (Argentina) y profesor invitado en la Universidad Hebraica (México). Autor de cuatro libros de historia y una biografía novelada. Miembro de Profesores Republicanos y del Foro Argentino Contra el Antisemitismo

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Terrorismo urbano y delincuencia organizada
Continúa siendo imperioso recordar de manera integral nuestro trágico pasado y darlo a conocer a las generaciones más jóvenes de argentinos
Las recientes reivindicaciones públicas de Mario Eduardo Firmenich sobre la organización terrorista que fundó en los años 70 obligan a recordar los miles de crímenes aberrantes cometidos por Montoneros, así como las contribuciones pasadas y presentes de sus principales referentes a otras organizaciones criminales del país y del exterior.
Hablamos de la principal organización terrorista urbana en la historia de América Latina, una de las más numerosas y con mayores recursos económicos del mundo. La Cámara Federal que juzgó a la Junta Militar en tiempos de Raúl Alfonsín señaló que en la década del 70 las organizaciones guerrilleras desarrollaron más de 21.000 acciones violentas en la Argentina. Más de 5000 correspondieron a atentados con explosivos colocados en edificios, fábricas, universidades, casas particulares, automóviles y hasta aviones y naves de las Fuerzas Armadas. De neto corte militar, la organización contaba con normas y organismos disciplinarios propios, estructura celular, fábricas de armas y recursos económicos abundantes, producto de secuestros extorsivos, así como también un servicio nacional de documentación que proveía pasaportes, DNI y cédulas de identidad falsas.
La capacitación y el entrenamiento militar de sus miembros incluían el manejo, el transporte y la colocación de explosivos, profundizando con manuales que incluían capítulos sobre “instrucción de soldados”, “adoctrinamiento”, “caños e incendiarios”, “instrucción de las milicias montoneras”, “altos explosivos plásticos C-2” provistos por su “servicio nacional de explosivos” y “uniformes e insignias”.
De estructura piramidal, la “orga”, como les gustaba llamarse a los miembros de Montoneros, contaba con una base amplia integrada por aspirantes a combatientes, grupos universitarios, sindicales o territoriales bajo una temible conducción nacional que guiaba sus acciones.
La llamada “Fábrica Militar José Sabino Navarro” fue uno de los principales centros de producción de armas clandestinas de Montoneros. En sus órganos de prensa, la agrupación reconocía que el arsenal con que contaban no era exclusivamente de producción propia. Hasta 1979, cometieron más de 2400 crímenes dirigidos solo a obtener armamentos y explosivos, con numerosos robos a unidades y fábricas militares.
En el asalto a la fábrica de armas Halcón, ocurrido en 1975 en la localidad de Banfield, además de armamento se llevaron piezas, maquinaria y accesorios que sumaron a la producción propia con la que proveyeron al PRT-ERP argentino, al MLN Tupamaro de Uruguay, al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) de Chile y al Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia. Dispusieron para ello de más de 70 millones de dólares, provenientes mayormente de secuestros extorsivos como los de 1975 sufridos por directivos de Bunge y Born y de Mercedes-Benz Argentina, entre otras empresas, fondos que sirvieron también para financiar a organizaciones internacionales.
Roberto Cirilo Perdía, integrante de la conducción nacional, expresó que a fines de 1973 contaban con “unos 2300 oficiales, unos 12.000 miembros sumados los aspirantes y unas 120.000 personas agregando a la gente más o menos organizada que adhería a nuestra propuesta”. Para tener una idea de su magnitud, el Ejército Argentino entonces sumaba, en todas sus armas, unos 6500 oficiales subalternos y superiores en actividad.
Resulta imposible resumir tantos aberrantes crímenes. En un solo día, el 26 de julio de 1972 –vigésimo aniversario de la muerte de Eva Perón–, hicieron estallar más de cien explosivos en instalaciones de diversas empresas. Ese proceder era frecuente tanto en distintos puntos urbanos y de la red ferroviaria como en concesionarios de automóviles, domicilios particulares, bancos y oficinas públicas, tales como las del Ministerio de Trabajo, Agua y Energía, Segba e YPF. Sumemos los “ajusticiamientos”, como los denominaban en sus publicaciones de propaganda y adoctrinamiento, entre los que se destaca la bomba que colocaron en el comedor de la Policía Federal, que provocó 85 víctimas, 24 de ellas, mortales.
Aquellos falsos jóvenes románticos e idealistas captaban a otros y los adoctrinaban en el odio y la violencia, enviándolos luego a matar y a morir. Ana María González había entablado amistad con la hija del entonces jefe de la Policía Federal Argentina, general Cesáreo Cardozo. Tenía solo 20 años cuando, el 18 de junio de 1976, tras ser invitada a la casa de su amiga, colocó 700 gramos de trotyl bajo la cama del militar y la explosión provocó la muerte de este y lesiones a otras personas. Convertida en una falsa heroína, brindaría un mes más tarde, desde la clandestinidad, una conferencia de prensa a medios internacionales junto a jerarcas de la organización, en la que se jactó de su “ajusticiamiento”.
Hacia 1973, la revista Militancia Peronista para la Liberación, editada por Eduardo Luis Duhalde, recordado por haber sido nombrado secretario de Derechos Humanos durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, presentaba en su sección “Cárcel del pueblo” a quienes luego serían asesinados: el dirigente radical Arturo Mor Roig, que ocupó el Ministerio del Interior en el gobierno del general Alejandro Lanusse; el sacerdote Carlos Mugica, y el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci. La revista ponderaba las acciones de la organización terrorista islámica Septiembre Negro, una de las más sanguinarias de la época, autora del crimen de once deportistas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Precisamente con ese nombre la organización Montoneros bautizó los operativos de septiembre de 1973 que culminarían con el asesinato de Rucci.
El 7 de septiembre de 2020, en el Día del Montonero, al cumplirse cincuenta años de la organización terrorista, quienes finalmente fracasaron en sus intentos revolucionarios difundían un documento en el que volvían a jactarse de su violento accionar. Argumentaron una supuesta “tergiversación mentirosa de la historia” que justificaba “la legítima defensa propia ante el terrorismo de Estado”, con la misma belicosidad que caracterizó su sangriento proceder y mostrándose manifiestamente incapaces de asumir la más mínima autocrítica. Repasar aquel pasado tan doloroso, darlo a conocer a los más jóvenes y reconocer su aún fuerte presencia en el presente resulta imperioso.
Mañana: La internacional terrorista.
Las organizaciones guerrilleras desarrollaron más de 21.000 acciones violentas en la Argentina
Aquellos falsos jóvenes románticos e idealistas captaban a otros y los adoctrinaban en el odio y la violencia
La revista Militancia Peronista para la Liberación ponderaba las acciones de la organización terrorista islámica Septiembre Negro. Precisamente con ese nombre la organización Montoneros bautizó los operativos de septiembre de 1973 que culminarían con el asesinato de Rucci

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