domingo, 13 de octubre de 2024

ESTADO MODERNO Y EDITORIAL


El ministro anticasta pisa cables pelados dentro del Gobierno
El rol de Sturzenegger debería complementar de algún modo el de su par del Palacio de Hacienda: además de crecer, la Argentina necesita tener un Estado moderno
Francisco Olivera


Esuvieron con Sturzenegger. El ministro sabe que hay mucho en juego. “Podemos negociar que sea voluntario”, ofreció. ¿Otra broma? El carácter obligatorio es el corazón del Inacap. Después, delante de los 120 ejecutivos del Consejo Directivo, Diab contó la propuesta. Cuando Sturzenegger expuso, Víctor Palpacelli, presidente de la Cámara Argentina de Supermercados de Córdoba, aprovechó para pedir entonces que se eliminara también el seguro de la compañía La Estrella, otra virtual obligación en la que influyen desde los Werthein y Rodolfo Donofrio hasta Armando Cavalieri, líder del Sindicato de Comercio, y que no todas las empresas pagan. Será una discusión larga.
Hay veces en las que, con todo, los intereses de Sturzenegger y la CGT coinciden. Por ejemplo, con el capítulo del decreto 70 que permite a las prepagas contratar afiliados directamente, sin la intermediación de las obras sociales. Esos convenios les venían restando pacientes y recursos a las obras sociales grandes en detrimento de las más chicas. Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical, fue el primero en anunciar públicamente que aprovechará la nueva normativa, que obliga a las prepagas a que, tal como lo hacían las obras sociales, deriven un 15% del aporte del afiliado al Fondo Solidario de Redistribución, que manejan los sindicatos. La CGT no habló. Obvio: para las obras sociales grandes son todas buenas noticias. “¿Quién va a reclamar por los capitanes de ultramar?”, dijo alguien que asesora a los gremios.
La fortaleza del Gobierno en este tipo de negociaciones depende una vez más de su éxito con la macroeconomía. Por eso internamente se celebró el 3,5% de IPC. El miércoles, tanto en el Colegio de Abogados como en la CAME, Sturzenegger citó entre los obstáculos para su prospecto de transformación la actitud de algunas empresas. Le objetó, por ejemplo, a Techint su postura en la prohibición de exportar chatarra y volvió a ser duro con los laboratorios. Cuestionó el precio de productos de Bagó, que comparó con los de competidores, e insistió en que el sector había conseguido mantener la posibilidad de incluir en las recetas las marcas, no solo el nombre de la droga.
En algunas áreas de La Libertad Avanza se agarran la cabeza. Los laboratorios no solo son una industria poderosa, sino de inmejorable relación con el ministro de Salud, Mario Lugones. Lugones es el padre de Rodrigo, probablemente la persona que más influye sobre Santiago Caputo, su exsocio en la consultora de comunicación. Y las farmacéuticas esperan que la desregulación de Sturzenegger no altere sus condiciones de proveedores del PAMI, donde hasta ahora mueren todos los reproches del Gobierno de Milei a la conducción de la UBA: Esteban Leguízamo, director ejecutivo del organismo, y Carlos Blas Zamparolo, subdirector, responden al peronista Carlos Rojo, exdecano de la Facultad de Medicina, presidente de la Asociación de Médicos Municipales y también cercano a Emiliano Yacobitti. Lugones padre sigue además teniendo vínculos con Enrique Nosiglia en la Fundación Sanatorio Güemes, entre cuyos proveedores hay lazos con Luis Barrionuevo.
Desregular puede ser a veces más arduo que intentar bajar la inflación. Ni siquiera la macroeconomía tiene tantos cables pelados.

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Roca y la Argentina moderna
Las equivocadas apreciaciones del Papa sobre el dos veces presidente de la Nación imponen una reivindicación de sus históricos logros
El 19 de este mes se cumplirán 110 años del fallecimiento del general Julio Argentino Roca. Aquella Argentina de 1843 era bien distinta a la que dejó en 1914. El epopéyico protagonismo del estadista y militar tucumano había permitido construir una nación moderna en un desierto en solo una generación.
En años más recientes, el escritor anarquista Osvaldo Bayer lanzó una campaña facciosa y difamatoria del dos veces presidente de la República. Su despiadada crítica al rol que le cupo en la ocupación del espacio territorial argentino soslaya los méritos respecto de la ley 1420, de enseñanza primaria obligatoria y gratuita, de quien fuera también el fundador de las primeras escuelas industriales, el que hizo llegar el ferrocarril a San Juan o a la Quebrada de Humahuaca e iniciado las obras para llegar tanto a La Paz, Bolivia, como a Neuquén. Omite también que se trata del presidente que evitó la guerra con Chile por cuestiones limítrofes, generó los derechos argentinos en la Antártida con la base en las islas Orcadas, proyectó el Código del Trabajo y creó las primeras cajas de jubilaciones. Nos referimos también al presidente cuyo canciller, Luis María Drago, fijó un hito en la historia diplomática argentina con la doctrina que lleva su nombre, estableciendo que las deudas de un país no podían ser reclamadas por la fuerza militar. Fue quien hizo construir la primera flota de mar de nuestra marina de guerra y modernizó al Ejército con la Escuela de Guerra y el servicio militar. El mismo presidente que inició las obras del puerto de Buenos Aires y nombró primer intendente a Torcuato de Alvear, responsable de la transformación urbana de la ciudad de Buenos Aires.
El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco. De hecho, en los combates en los que triunfó terminó con los degollamientos, que eran práctica común en esas guerras civiles fratricidas. Episodios aislados de violencia de alguna fracción de sus columnas fueron inevitables, como en cualquier acción de guerra.
Roca planeó y ejecutó la operación militar para que la jurisdicción del Estado nacional llegara a sus límites territoriales, abriendo la posibilidad de transitar con seguridad. Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino hasta Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones; o que recién con la inauguración del ferrocarril Rosario-Córdoba, en 1870, se pudo viajar sin riesgos entre ambas ciudades.
Ya el virrey Vértiz había planeado llevar la frontera hasta el río Negro, algo que por falta de recursos y escasa población era poco viable. En la Patagonia, más precisamente en Neuquén, intentos de instalar misiones jesuíticas en los siglos XVII y XVIII concluyeron con el incendio de las capillas y el asesinato de sacerdotes, como el padre Nicolás Mascardi.
La guerra de la independencia trajo la violencia indígena desde Chile a nuestras pampas por la alianza de oficiales españoles con tribus araucanas. Al grito de “¡viva Fernando VII!”, pueblos como Pergamino, Salto y Rojas fueron asaltados en 1820. Las disputas entre tribus trasandinas y las que estaban asentadas de este lado de la Cordillera tuvieron a los tehuelches como principales víctimas.
Terminar con los ataques a las poblaciones y permitir el transporte de personas y mercaderías era una necesidad impostergable, tanto como evitar que las tierras al sur del río Colorado fueron ocupadas por potencias extranjeras cuando en Europa se repartían el mundo, sin olvidar las pretensiones de Chile.
En 1867, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, el Congreso aprobó por ley 215 avanzar la frontera hasta el río Negro. La guerra de Entre Ríos –desatada por el asesinato del general Justo José de Urquiza– obligaría a desviar tropas y a afrontar los gastos por ese conflicto.
En 1872, en la batalla de San Carlos, localidad cercana a la ciudad de Bolívar,
se enfrentaron dos mil soldados –la mitad eran indios– contra cinco mil lanzas de Calfucurá, quien termina derrotado. Poco antes, este cacique había llegado con sus malones a doscientos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.
En algunas de esas incursiones hubo saqueos, como el del llamado Malón Grande, ya dirigido por Namuncurá; unas 200.000 cabezas de ganado fueron arreadas para su comercialización en Chile. Se llevaron también cautivos y cautivas para el servicio en las tolderías o la venta.
En el gobierno de Nicolás Avellaneda, el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, estableció un plan de avance paulatino, reforzando la frontera con más fortines y cavándose una zanja a lo ancho de la provincia de Buenos Aires conocida por su nombre, precisamente para dificultar los movimientos de ganado por parte de los malones, y respondiendo al pedido de colonos que poblarían las cercanías de la línea.
Al fallecimiento de Alsina, ocurrido en 1878, asumió el ministerio el general Roca, quien propuso una campaña a lo largo de toda la frontera que iba desde el Atlántico hasta los Andes, llegando hasta el río Negro. El Congreso aprobó este plan y su financiación mediante la venta de hasta cuatro millones de hectáreas de las tierras a ganar con el avance.
Cabe destacar que, de los cinco mil hombres que integraban las distintas columnas, alrededor de mil eran soldados indígenas. Las bajas contabilizaron 1240 indios, una tercera parte de los muertos en la campaña de Rosas en 1833. La frontera no constituía una barrera infranqueable, como evidenciaron las guerras civiles en las que tribus indígenas participaban en ambos bandos y ofrecían refugio a los vencidos, tal el caso de los oficiales unitarios Manuel Baigorria y los hermanos Saá.
La columna con la que Roca marchó desde Azul, pueblo que era punta de rieles en el sur, hasta el río Negro iba acompañada con científicos y sacerdotes. Esta obra de evangelización se consolidará en la primera presidencia del general Roca con la instalación de la orden salesiana en aquellos territorios, con Ceferino Namuncurá como uno de los primeros alumnos.
Manuel Namuncurá, su padre, recibió ocho leguas. No fue el único. Los Ancalao, tribu de origen Boroga a la que se enfrentó Calfucurá al poco tiempo de ingresar a la provincia de Buenos Aires proveniente de Chile, colaboraron con el gobierno nacional en la defensa de Bahía Blanca y recibieron en Norquinco 114.000 hectáreas. Para Nahuelquin, quien ayudó al perito Moreno en la demarcación de los límites con Chile en Cuyame, fueron 125.000 hectáreas. La política de conceder tierras a caciques para que se integraran a la sociedad benefició a Coliqueo con Los Toldos y a otros que se asentaron en Azul y en 25 de Mayo. Evitar los guetos contribuiría con el tiempo a conformar el pueblo de la Nación integrando a todos, indios, criollos e inmigrantes.
Personas de distintas filiaciones intelectuales y políticas, como Arturo Frondizi, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Oscar Alende, reconocieron la obra de Roca, que en su primera presidencia abarcó la totalidad del sur argentino hasta las islas cercanas a Tierra del Fuego y que emprenderá la ocupación del Chaco, inmensos territorios que hasta entonces solo habían sido nominalmente argentinos, procediéndose a su organización institucional con la ley de territorios nacionales promulgada en su primera presidencia. La paz, el orden y la libertad fueron para Roca piezas claves que, acompañadas de un intenso activismo legislativo digno de ser imitado, condujeron al afianzamiento soberano del territorio de la República y a su integración mediante una amplia infraestructura, todo lo cual promovió la llegada de inmigrantes e inversiones extranjeras.
El presente nos demanda reeditar muchos de aquellos logros. El legado de Roca conserva hoy gran parte de su vigencia.
Estudiante extranjero
Creo que se ha generado una distorsión en el análisis de la provisión de estudios universitarios a extranjeros por parte de nuestro país. Se lee por ahí que “se quitará la posibilidad de estudiar en la Argentina a los extranjeros no residentes”. Esto no es así y nada se les quitará... Los extranjeros no residentes no tienen ninguna posibilidad de insertarse como tales en nuestro sistema educativo, justamente porque no residen en el país y lo transitan, si están dentro de la ley, con una limitada visa de turista o de trabajador ocasional. De lo que se está hablando es de cobrar un arancel a los extranjeros que deciden venir a estudiar a nuestro país, ocupando un espacio que debería ser prioritario y gratuito solo para nuestros ciudadanos o extranjeros nacionalizados. Obviamente, esto debe ser combinado con un buen programa de becas, para que la sociedad pueda aprovechar a aquellos que se destacan y no pueden costear el presupuesto de sus estudios. Y, por supuesto, se debe analizar siempre la reciprocidad con el país de origen de cada estudiante, porque sería estúpido de nuestra parte darles a los extranjeros aquí lo que ellos no nos dan a nosotros en sus países.
El general Roca no decapitó a ningún indio como con ligereza y llamativo desconocimiento afirmó el papa Francisco 
Pocos recuerdan que hasta 1880 la ruta nacional 8, desde Pergamino hasta Villa Mercedes, era intransitable por los peligros de malones

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