LA HISTORIA DE "LA EMPERATRIZ "

‘La Emperatriz’ volvió al ruedo en el año 2003 y forma parte del Museo Nacional Ferroviario, cedida en custodia al F.C.C.A., quien la mantiene viva en cuerpo, ‘alma’ y legado, como una de las locomotoras históricas más importantes del mundo.

Rompió un récord de velocidad, transportó a varios presidentes y es un emblema de los trenes argentinos: la historia de “La Emperatriz”
En 1926, se convirtió en la locomotora más emblemática de la Argentina por su hazaña al unir Buenos Aires y Rosario´en tiempo récord: detalles y anécdotas de un logro vigente
Jessica Blady
Según el portal oficial del estado argentino, el recorrido Buenos Aires – Rosario, desde la estación Retiro hasta la estación Rosario Norte, tiene una duración estimada de 6 horas y 34 minutos. Años atrás, el mismo trayecto llegó a alcanzar las ocho horas por reloj, pero el 11 de febrero de 1926, una famosa locomotora argentina batió el récord sudamericano de velocidad (marca que aún se mantiene), cubriendo dicha travesía (unos 303 km) en tan solo tres horas y 21 minutos, algo increíble e impensado para la época.
La hazaña se la debemos al maquinista J. Magnelli, al foguista E. Vildussi y a ‘La Emperatriz’, la primera de una serie de diez locomotoras a vapor modelo PS10, diseñada en los Talleres Rosario por los ingenieros del ex Ferrocarril Central Argentino. Hoy, la N° 191 (la primera de esta camada) le pertenece al Museo Nacional Ferroviario después de ser restaurada y reconstruida con partes de la Nº 196, dado a su gran valor histórico, casi siempre relacionado a aquel récord y a la figura de Francisco Savio, el maquinista que la comandó por 18 años. Una historia que no podemos pasar por alto.
La emperatriz
El nacimiento de ‘La Emperatriz’
El modelo PS10 –un lote de 10 unidades numeradas del 191 al 200– nació en los desaparecidos Talleres Rosario del ex Ferrocarril Central Argentino, donde los ingenieros diseñaban estas locomotoras y otros prototipos, cuya construcción quedaba en manos de fabricantes del Reino Unido. La prestigiosa firma North British Locomotive Company Limited de Escocia fue la encargada de ensamblar esta serie de locomotoras a vapor destinadas al servicio de pasajeros, la que arribó al Ferrocarril Central en el año 1914.
Para más datos, la nomenclatura PS10 proviene de las iniciales PS: Passenger Superheater, en inglés (traducido como Pasajero Supercalentador), lo que significa que era una locomotora a vapor sobrecalentado. También eran rodados tipo Pacific 4-6-2 –también conocidas como Pacific–, con cuatro ruedas guía, seis ruedas motrices acopladas y dos ruedas traseras para apoyo. Según un posteo del Ferroviario Club Central Argentino (F.C.C.A.), encargados de la restauración de ‘La Emperatriz, en muchas de las publicaciones internacionales especializadas de aquella época se hace referencia a la serie PS10 del Central Argentino, siempre acompañada de adjetivos como “espléndidas” o “majestuosas”. Su elegancia y gran velocidad atraían no solo a los viajeros, sino a la gente que solía acercarse a las estaciones para sacarse fotos junto a las impresionantes ruedas de casi dos metros de altura.
En sus primeras décadas de actividad, las PS10 tenían como misión llevar a cabo los servicios expresos del Ferrocarril Central Argentino, que unía las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán. Por aquel entonces, el ferrocarril era el principal medio de transporte de pasajeros dentro de un territorio nacional donde la mayoría de las rutas no estaban asfaltadas, y los trenes también eran el medio oficial elegido para el traslado de mandatarios y grandes personalidades. Por ejemplo, la 191 transportó a presidentes como Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear y Juan Domingo Perón, y visitantes ilustres como Eduardo de Windsor y Humberto de Savoya, príncipe heredero de Italia.
El Ferroviario Club Central Argentino (F.C.C.A.)e fue el encargado de la restauración de ‘La Emperatriz,
Por ser cabeza de la serie más rápida, ‘La Emperatriz’ se convirtió en la locomotora insignia del Ferrocarril Central Argentino y un ícono del transporte ferroviario del país que llega a hasta nuestros días. La “mole formidable”, como la describió un cronista del diario al verla en Rosario Central, se convertiría en leyenda gracias a su labor y su majestuosidad, ayudada por la hazaña que marcó su pico de popularidad antes de la decadencia.
Un récord que sigue intacto
El 1° de febrero de 1886 salió el primer tren con destino a Rosario desde la estación Retiro. Cuatro décadas más tarde, el 11 de febrero de 1926, este trayecto de 303,9 kilómetros entraría en los libros de historia por cuenta de la 191, que logró romper el récord de velocidad ferroviario sudamericano, el que se mantiene hasta la actualidad: 3 horas y 21 minutos, a un promedio de 90,4 km/h y tramos que se cubrieron a 140 km/h. Todo gracias al superintendente de locomotoras, el inglés E. Bullman, quien creyó firmemente en las capacidades de la locomotora y las destrezas de sus maquinistas.
Maqueta en Retiro de la famosa locomotora "La Emperatriz"
Cuenta la F.C.C.A. que el 10 de febrero de aquel año arribó a nuestro país el hidroavión Plus Ultra procedente de España. El cruce del Océano Atlántico era una proeza digna de la primera plana,  decidió editar un número especial que buscaba competir con otros diarios argentinos de prestigio, como La Capital de Rosario. Para ello, el suplemento debía llegar a la ciudad santafesina a primera hora del jueves 11 de febrero, para lo que se fletó un tren personal que tenía que arribar a Sunchales (nombre coloquial con que se conoció a la estación Rosario Norte hasta la década del sesenta) a las 7 de la mañana, e inmediatamente después a Rosario Central, en el centro rosarino.
La formación estaba compuesta por dos furgones y un coche de primera con carrocería de madera, liderados por una locomotora PS8. La partida estimada para las 2:45 se atrasó en varias oportunidades, y fue el señor Bullman quien ordenó reemplazar la máquina por la 191 que se encontraba ahí, por pura casualidad, para tomar otro servicio. A pesar de los retrasos, el horario estipulado de llegada no se iba a modificar y pocos creían que la ‘misión’ fuera a tener éxito: “Se realizó el cambio de locomotora y con el regulador a todo vapor y el avance de válvulas al máximo, [a las 3.39] partió el tren especial. Al comando de la 191 iba el destacado maquinista J. Magnelli y como su colaborador el foguista E. Vildussi. El Sr. Bullman y el inspector de locomotoras E. Palín también abordaron el tren; tal era el compromiso ferroviario de llegar a las 7 en punto a Rosario”.
El resto, como dicen, es historia. “Magnelli condujo con una mano en el regulador y la otra en su reloj de cadena”, y para ganarle al tiempo tampoco se hicieron las paradas intermedias en pueblos como Campana, Zárate, Baradero, San Pedro y San Nicolás; donde apenas se disminuía la marcha para arrojar los atados de periódicos hacia los andenes de las estaciones con el tren en movimeinto. A las 7 en punto de la mañana, ‘La Emperatriz’ hacia su entrada triunfal en Rosario Norte ante las miradas atónitas de los ferroviarios.
Una locomotora en buenas manos: Francisco Savio
Francisco Savio nació el 9 de agosto de 1882 en General Las Heras, provincia de Buenos Aires. Un apasionado de los trenes que, el 1° de mayo de 1896, con solo 13 años de edad, ingresó en el ex ferrocarril Rosario como maestranza del depósito de locomotoras. Antes de convertirse en maquinista de primera categoría, a los 30 años, Francisco fue engrasador, ayudante de mecánico, ajustador, fogonero y maquinista de quinta categoría.
Gracias a su habilidad para las relaciones públicas, sus destrezas profesionales y, digamos también, su elegancia a la hora de hacer su trabajo –con chaqueta, guantes y gorra blancos–, la empresa siempre lo asignaba a sus trenes especiales. Savio nunca tuvo un accidente, seguía de cerca las tareas de mantenimiento y reparación de las locomotoras a su cargo y logró que todo el instrumental de la N° 191 fuera realizado en bronce. Francisco fue maquinista titular de ‘La Emperatriz’ durante 18 años: “El rey de los maquinistas”, como dijo el Duque de Windsor, tras viajar en el tren conducido por Savio.
Francisco Savio se jubiló a finales de 1932, después de 36 años de servicio. Falleció el 26 de octubre de 1963, cinco años antes de que la 191 realizara su último viaje ‘oficial’ y se convirtiera en locomotora de museo. En homenaje a su trayectoria, la antigua estación Parada Km 48 del Ferrocarril General Mitre fue rebautizada con su nombre (Estación Maquinista Savio), al igual que la localidad bonaerense que se extiende entre los partidos de Escobar y Pilar.
Un conductor con trayectoria: Francisco Savio y el foguista, ambos de impecable atuendo.
El último descanso de la 191
Aunque las PS10 cumplieron su función, a principios de la década del treinta apareció una nueva generación de locomotoras a vapor, más grandes y poderosas: la clase PS11 del Central Argentino. Apodadas Caprotti, debido a su motor, terminaron relegando el trabajo de sus antecesoras, que se siguieron utilizando en servicios menos prestigiosos hasta que la sustituyeron completamente con el paso de los años. La 191 funcionó hasta 1968, retirada tras sufrir un severo accidente en Maizales, cerca de Rosario. Su recuperación fue una verdadera proeza mecánica realizada por Talleres Pérez –hoy, Museo Ferroviario La Emperatriz–, donde no dudaron en tratarla como esa verdadera ‘princesa’ concebida en 1914.
Después de décadas de abandono, el Ferroviario Club Central Argentino, una institución sin fines de lucro que tiene como objetivo primordial preservar y custodiar bienes de la historia ferroviaria de Argentina, pasó dos largos años abocado a su restauración, bajo la dirección del ingeniero industrial José Ciancia (presidente y fundador de la institución) y del ex maquinista Ignacio Vaccaro. ‘La Emperatriz’ volvió al ruedo en el año 2003 y forma parte del Museo Nacional Ferroviario, cedida en custodia al F.C.C.A., quien la mantiene viva en cuerpo, ‘alma’ y legado, como una de las locomotoras históricas más importantes del mundo.

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