lunes, 16 de diciembre de 2024

EL ESCENARIO Y "LA MISA DESDE ADENTRO "


La nube radiactiva sobre el gobierno anticasta
Milei acusó el golpe por el caso del senador preso y se enredó en nuevas batallas con sus aliados; las contradicciones con “ficha limpia” y los daños colaterales de la crisis con Villarruel
Martín Rodríguez Yebra
Giorgia Meloni y Javier Milei afp
La sombra de la corrupción amargó los festejos del primer año de la Argentina libertaria. Una gestión errática del escándalo de Edgardo Kueider dejó a Javier Milei atrapado simbólicamente en el pantano de la casta. Como si esta vez al señalar a “los malos” tuviera enfrente un espejo.
La caracterización de Milei como el verdugo de un sistema político putrefacto explica el respaldo social que sostiene al nuevo poder tanto como el éxito de su plan antiinflacionario. Nada lo incomoda más que quedar vinculado a tramas opacas, difíciles de encajar en el relato oficial, como ya le había pasado ante el frustrado debate de “ficha limpia” y los rumores de un pacto secreto con Cristina Kirchner para reformular la Justicia. El caso Kueider sigue esa estela. Se posó como una nube radiactiva sobre el Gobierno, que fue incapaz de disiparla a tiempo.
El kirchnerismo juega de local en el barro y tuvo la habilidad de arrastrar al oficialismo a un debate descarnado, el jueves, en el Senado. Pidió la expulsión del peronista Kueider con el argumento de que los dólares que cargaba en una mochila al ser detenido en Paraguay eran fruto de una coima por haber votado la Ley Bases. Sin aportar más pruebas que la condición de tránsfuga de Kueider, los senadores de Cristina Kirchner dieron rienda suelta a la indignación que les produce la corrupción que cometen otros.
Pescaron más de lo que soñaban. Quedó al desnudo la precariedad de una red de aliados defraudados y que casi nadie cuida. Y, sobre todo, las consecuencias tóxicas de la pelea entre Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel. Los libertarios solo necesitaban blindar un tercio de los votos para impedir la expulsión de Kueider, que le permitiría recuperar una banca al kirchnerismo duro. Tenían que defender el argumento atendible de la suspensión temporal, a la espera de que la Justicia aporte claridad sobre el caso. Fracasaron, en un festival de contradicciones y tiros en los pies.
Milei tuvo mucho que ver en ese desenlace. No ayudó a sus negociadores cuando, ante un micrófono que le pusieron en la calle, dijo en la noche previa a la sesión que a Kueider había que “echarlo a patadas”. Sus aliados del radicalismo, el Pro y los partidos provinciales lo tomaron como una provocación. “Él se queda con el discurso y a nosotros nos piden poner el cuerpo para que Kueider siga siendo senador”, se quejó una figura del bloque de la UCR.
La intervención de la jueza Sandra Arroyo Salgado, que pidió el desafuero de Kueider, terminó de convencer a los senadores colaborativos con el Gobierno de que plegarse a la estrategia que le pedían los libertarios los dejaría ante la opinión pública como cómplices de la corrupción. Nadie en los alrededores del recinto tenía las habilidades necesarias para atar la minoría que necesitaba el Gobierno en su pulseada con el kirchnerismo. Villarruel, que en otras ocasiones la tuvo, fue incapaz de torcer el resultado. El constante desgaste al que
la somete Milei vació su poder como negociadora. ¿Alguien podría confiar en que lo que acuerde con ella tiene el sello de aprobación de la Casa Rosada?
La expulsión de Kueider fue el mayor triunfo parlamentario del kirchnerismo desde su derrota electoral. En lugar de pasar página y volar por encima del escándalo, Milei decidió embarcarse en una jugada sorprendente y acusó a Villarruel de haber cometido una irregularidad al presidir la sesión mientras tenía que estar ejerciendo el Poder Ejecutivo, dado que él estaba volando hacia Roma.
“La sesión es inválida”, sentenció, antes de que al propio Kueider se le ocurriera plantear algo semejante. La declaración causó desconcierto. El presidente que desprecia a los “pelotudos cultores de las formas” alegaba un preciosismo institucional para invalidar una sanción ejemplificadora contra un hombre a quien él mismo pedía “echar a patadas” y que tuvo el voto de 60 senadores, incluidos los seis libertarios. ¿Cómo se explica?
Si solo fue una forma de castigar a Villarruel, a quien la Casa Rosada la acusa de no haber hecho lo suficiente para impedir la sesión, se arriesgó a pagar un costo colateral alto. Desde la autoridad de su investidura, se posiciona –seguramente ajeno a su voluntad– como un defensor del senador pescado con plata negra en la noche de Ciudad del Este.
Les dejó servido el discurso a sus rivales: ¿por qué se preocupa tanto por Kueider?, ¿tiene miedo de que hable? El formoseño José Mayans no podía ocultar una risa irónica cuando los oficialistas respondían a las acusaciones sobre Kueider con el recuerdo de los bolsos de López. La lógica de Cambalache es todo ganancia para el kirchnerismo.
Al revelar el fallo en el traspaso de mando expuso una desprolijidad institucional difícil de atribuir a otro que no sea quien está en la cima. Se supone que la Argentina estuvo en virtual acefalía durante tres o cuatro horas porque nadie fue capaz de comunicarle fehacientemente a la vicepresidenta que le tocaba estar a cargo.
La reacción de Milei dejó colgados de un pincel a los propios. ¿Ninguno de sus senadores se dio cuendelo ta de la supuesta falla? Nadie quedó peor que el presidente provisional del Senado, el puntano Bartolomé Abdala, célebre desde el día en que confesó que tenía contratados a 15 empleados para trabajar en su campaña a la gobernación de San Luis. “Nosotros nos hemos ajustado 100% al reglamento y a la Constitución. Según lo dice el artículo 88, asume a cargo de la presidencia una vez que es notificada por el escribano, y eso ocurrió después”, declaró en la mañana del viernes. Milei lo contradijo línea por línea.
Abdala ya había pronunciado un discurso titubeante en la sesión, en la que leyó un mensaje enigmático que alguien le escribió; una frase de John Steinbeck de esas que circulan como meme en las redes: “El poder no corrompe; el miedo corrompe, tal vez el miedo a perder el poder”. Lo dijo mientras rogaba a sus colegas que reflexionaran. “Pensemos con sensatez y no expulsemos a una persona sin el debido proceso”. Después, al constatar que iban a perder, votó por la expulsión. Lo que se dice convicción.
Contra Villarruel
El nuevo ataque de Milei no tuvo respuesta directa de Villarruel. En su entorno no descartan que en los próximos días alguien afín al Gobierno presente alguna denuncia contra ella por el episodio equívoco del traspaso de mando.
El Gobierno priorizó el objetivo de dejarles muy en claro a sus simpatizantes que Villarruel es un ente ajeno. Milei alude a ella cuando dice “Roma no paga traidores” y deja correr sospechas de un supuesto intento de complotar para reemplazarlo. Ha logrado que muchas de las encuestas que circulan registren una baja sensible en la imagen de la vice.
A futuro Villarruel medita qué perfil asumir en los tres años que le quedan en el cargo. La historia de la democracia argentina ofrece varios ejemplos de vices en guerra. El moChacho Álvarez parece descartado: aquella renuncia de 2000 fue el fin de una carrera política. El modelo Cristina Kirchner no aplica, ya que Villarruel no tiene el control del partido de gobierno como ocurrió con la vice de Alberto Fernández. El modelo Duhalde 91, que algunos auguraron para ella, se desvanece. Es decir, renunciar al cargo antes de tiempo para competir electoralmente por otro puesto sin abandonar el oficialismo. Quizás el caso de Scioli le resulte tentador: aguantar los ataques sin chistar, sumar popularidad con una agenda propia y esperar que el Gobierno la necesite en otra función en 2027. Difícil, pero Milei ha dado sobradas muestras de pragmatismo. En la Casa Rosada la imaginan más bien como un Cobos. Marginada de toda decisión y con un porvenir sin brillo.
Lo ocurrido en esta semana le quita incluso más sentido a su rol. Si asume la camporista Stefanía Cora en lugar de Kueider, el kirchnerismo sumará 34 bancas, a solo tres del quórum propio. El Gobierno tiene 37 senadores posibles a los que apelar para sacar una ley resistida por las bancadas peronistas. Necesitaría que todos ellos se sienten para iniciar una sesión. “Nosotros damos por cerrado el Senado hasta las elecciones”, admiten en la Casa Rosada. La única excepción sería un posible acuerdo para aprobar a los candidatos a la Corte Suprema.
Milei sugirió esta semana que firmaría la designación por decreto de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. Después mandó a aclarar que solo lo haría ante circunstancias muy particulares que hoy no parecen probables.
El fantasma de Cristina
Otra vez se atraganta con el fantasma incómodo del pacto con Cristina. Es notable cómo se enreda a la hora de argumentar decisiones reñidas con el discurso “anticasta” que es su marca registrada. Como si una voz de la conciencia interviniera para resaltar sus contradicciones, acompasadas por una sucesión de “o sea, digamos”.
Le pasó el viernes cuando quiso explicar su postura sobre la ley de ficha limpia, que impulsó sin éxito el Pro con la intención de impedir que sean candidatos personas con condena por corrupción en dos instancias judiciales. Ocho diputados de La Libertad Avanza (LLA) faltaron a la sesión que terminó sin quórum. Milei dijo en el lapso de ocho minutos:
-“Yo soy impulsor de ficha limpia”.
-“En la sesión no daban los votos. Algunos de nuestros diputados, casi en un error infantil, se fueron”.
-“El proyecto tal como estaba redactado va en contra de los intereses de los argentinos. Deja afuera (de las listas) a los buenos y mete a los chorros”.
-“Los que estaban defendiendo el proyecto de ficha limpia lo único que hicieron fue poner en el ring a Cristina, generar la idea de la proscripción y traer el fantasma de Perón 55”.
-“La señora Cristina Fernández de Kirchner tiene que estar presa”.
-“¿Esto usted cómo lo arregla? ¿Lo arregla con que la Justicia la meta presa o modifica las reglas electorales para que no puede participar y genera la épica y el relato de la proscripción? El remedio es peor que la enfermedad”.
-“Esto es como todas las regulaciones del Estado, en las que los efectos que generan son opuestos a los deseados”.
La lógica de su razonamiento conduce a que el proyecto que él impulsa debería dejar a salvo a Cristina de la aplicación de la ficha limpia. Tal vez eso explique por qué no presentó aún esa “redacción mejorada” que le encargó al abogado Alejandro Fargosi y también al ministro Luis Petri, a quien en los últimos días elogió cada vez que pudo (hay quienes lo imaginan como jefe de Gabinete si la salud obliga a Guillermo Francos a dar un paso al costado).
En otras de sus apariciones públicas dejó en claro el fastidio que le causa cuando lo corren con la agenda anticorrupción. Le apuntó al discurso de Mauricio Macri sobre “ficha limpia”, sin nombrarlo: “Hay algunos que están con exceso de gorilismo y lo único que quieren es meter presa a Cristina. El macrismo está sensible con la situación”. Enfatiza que él no quiere polarizar con la expresidenta como hizo el gobierno de Pro.
Macri se quejó del “destrato permanente” del Gobierno aunque se cuida de incluir a Milei en el reproche. Tuvo que digerir esta semana un ataque frontal de su exministra Patricia Bullrich, que recordó así sus años en el gabinete macrista: “Yo quería dar un paso y me frenaban; quería dar otro paso y me frenaban. Ahora no me frena nadie: “No, no, no”, ¡las pelotas!”.
A Milei no le preocupa romper puentes. Cree que los aliados potenciales saltarán a sus brazos si mantiene buenos resultados económicos en 2025. Y que los “sommeliers de las formas” se rendirán a las necesidades de supervivencia política. Aunque “las formas” sean nombrar jueces por decreto, recortar el acceso a la información pública, ordenar purgas ideológicas en la Cancillería o garantizarse el manejo discrecional de las partidas del presupuesto.
En ese camino se interpuso el desprevenido Kueider. Una ironía ingrata para el presidente antipolítica que llama a dar una “batalla cultural” con “las armas del enemigo”
La expulsión de Kueider fue el mayor triunfo parlamentario del kirchnerismo

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“La Misa”, desde adentro: el ritual del “Gordo Dan” que fanatiza a la militancia digital de Javier Milei
Daniel Parisini, influencer y empresario, canta Nessun Dorma durante su show en el teatro Broadway
El streamer libertario llevó su éxito virtual al teatro Broadway; insultos, chistes homofóbicos e idolatría por su amigo, el “Javo”
Matías Moreno
El verano se precipita el viernes a la noche en la única sala del teatro Broadway. Un calor sofocante cubre el auditorio donde se congregan cientos de militantes libertarios. Apenas minutos después de las nueve, Santiago Caputo, el consejero de Milei, se escurre cabizbajo entre la muchedumbre por un pasillo lateral. Bajo una luz tenue, acelera el paso para llegar a la butaca que le reservaron en un sitio privilegiado, a metros del escenario. Lo custodian Macarena Alifraco, su sombra en la Casa Rosada, y el diputado bonaerense Agustín Romo, otro de sus satélites en el corazón del poder. Cerca de ellos se sienta el funcionario Juan Pablo Carreira, conocido en las redes sociales como “Juan Doe”, uno de los titiriteros de la poderosa máquina de comunicación digital del Gobierno.
En las primeras filas también se asoman otros tuiteros e influencers violetas que ocupan cargos o tienen acceso directo a los despachos oficiales, como Lucas “Sagaz” Luna y Tomás Jurado, alias “El Peluca Milei”. Mucho más discreto, el tiktoker presidencial Iñaki Gutiérrez se trepa a una de las bandejas del fondo junto a su novia, Eugenia Rolón. Brillan por su ausencia los ministros y funcionarios de alto rango ligados a Karina Milei. Una señal de las divisiones internas en la cima del poder.
Santiago Caputo, el principal asesor de Milei, asistió a La Misa del "Gordo Dan" en el teatro Broadway
En la víspera de la presentación, quien canaliza la atención es Flavio Arenales, el albañil y plomero que se convirtió en un “rockstar” en la galaxia libertaria por su cartel de cartón “Fuerza del Cielo, Virrey del Pino”. Flavio, que ingresó detrás de Caputo, se lleva la primera gran ovación de la noche. Alza la pancarta que se hizo viral durante la última campaña y, por un instante, su grito de guerra se cuela entre tanto bullicio. “Viva la libertad, carajo”, dice. “¡Viva!”, le responden, con fervor, desde las plateas.



La atmósfera de algarabía se altera de inmediato cuando se apagan los focos. Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan”, el hombre orquesta de la ceremonia, enciende la chispa cuando aparece en la pantalla después de un video que caricaturiza una cadena nacional de Alberto Fernández, para pedirle al público que ponga los celulares en silencio. Con la mítica Avenida Corrientes de fondo, Parisini irrumpe en el ingreso al teatro escoltado por un séquito de encargados de seguridad que le abren puertas a lo largo del recorrido. Vestido con una remera oscura, estampada con un dibujo de Robocop, y un jean ancho, “Dan” ocupa el primer plano de la escena. Su presencia suscita pasiones. En los parlantes resuena a todo volumen el himno para glorificar a Milei que crearon en el streaming del “Gordo Dan”. Y el público desahoga ira a través de un cántico, una suerte de oración universal para los oyentes libertarios. “Hubieras ganado las elecciones. Abrazo. Es exactamente lo que voté”, rugen a coro. De repente, Parisini hace una pausa en la trayectoria. Durante una de las estrofas, levanta el brazo derecho y lo baja con vehemencia, como si portara un martillo imaginario: “Me chupa la pija la opinión de los kukas”, exclama a su micrófono. Los devotos imitan el gesto desde sus butacas y se echan a reír. “Oh, Oh, Oh”, cantan y patalean. Es el rito inicial de La Misa.
PROGRAMAS

La Misa

La Trinchera

Qué duro el lunes

Música Obesa

El programa, que se emite desde el 11 de julio por el canal de streaming Carajo, se convirtió en un factor decisivo de la construcción de poder de Milei. En poco tiempo se transformó en un símbolo de la “batalla cultural” que lleva adelante la Casa Rosada para amplificar la difusión de las ideas del Presidente, fogonear el fanatismo e imponer la narrativa oficial en las discusiones del núcleo duro de Milei en las redes sociales. Es el universo donde los likes se cuentan como votos.
El pico de popularidad y audiencia de La Misa se produjo el miércoles pasado con la visita de Milei a los estudios de Carajo en la calle Cabrera, en pleno barrio porteño de Palermo. La transmisión de esa noche, que se extendió durante unas tres horas, tuvo unas 50 mil personas en vivo; más de 500 mil vistas en on demand y más de 55 mil interacciones. Hace unas semanas por allí también había desfilado Santiago Abascal, líder de Vox, partido de extrema derecha en España.

Con el estilo agresivo y provocador de Milei, el ciclo que protagoniza Parisini, un médico pediatra y genetista que ahora mutó en la piel de empresario y líder de opinión de la feligresía de La Libertad Avanza (LLA), apuesta a inflamar las pasiones y el enojo con la política tradicional. También se ocupa de castigar a los “enemigos” del modelo del Gobierno. Antes que nada, Parisini y sus monaguillos ponen énfasis en enaltecer la figura de Milei e imprimirle mística a su estilo de liderazgo.
En el Broadway, los fieles de “Dan” sienten como si estuvieran en un salón de videojuegos. Hay simpatizantes que visten gorras con la consigna “Make Argentina Great Again”. Otros se enfundaron en trajes negros, con camisa blanca y una corbata roja, para emular a Donald Trump. Hay fanáticos que enarbolan la bandera amarilla de Gadsden, emblema asociado a la revolución estadounidense, junto al lema “Don’t tread on me”. Varios jóvenes se amuchan en las escaleras del pullman del primer piso para tener mejor visibilidad. El lugar, con capacidad para 1600 asistentes, está colmado.
Pasaron pocos minutos de las 22 del viernes cuando Parisini decide poner toda la carne en el asador. Interactúa con el público y transmite el audio de un oyente. La voz que se escucha es la de Romo, jefe del bloque de LLA en Buenos Aires y entusiasta promotor del “Gordo Dan”. De hecho, actuó hace años como el nexo de Parisini con Caputo en las oficinas de Bull Market, la empresa de Ramiro Marra, quien fue el gran scouting de influencers libertarios antes de que fuera desterrado por Karina Milei.
“Ah, y el que se mueve es gay”, remata Romo. Apenas termina la frase, las cámaras enfocan al público con un paneo. Todos sobreactúan una postura rígida. No vuela una mosca en el ambiente. Parisini y sus secuaces monitorean desde el escenario las expresiones. Ante el mínimo suspiro de un joven, el “Gordo Dan” echa una mirada enfática y se exaspera. Señala con el dedo índice a ese plateista: “¡Se movió! ¡Puto, puto, puto!”, grita. Y los fans aplauden a rabiar.
Daniel Parisini, conocido como el "Gordo Dan", llevó su programa a la avenida Corrientes
Enseguida, aparece en la pantalla un video que se burla del periodista Ernesto Tenembaun. Desde su silla, “Dan” azuza con gestos la ola de abucheos. Luego es el turno de Luis Novaresio, de quien se mofan por su orientación sexual en un informe satírico que protagoniza Francisco Pirovano, apodado “Piro”. En distintos tramos hacen comentarios racistas y homofóbicos. “¿Vieron que me quieren meter preso?”, lanza Parisini, con una sonrisa socarrona, en alusión a una demanda de FOPEA por hostigamiento digital a periodistas. Sus esbirros festejan la humorada mientras él ojea la pantalla del celular.
El negocio detrás del fenómeno
Conquistar votantes libertarios en las redes no solo es un instrumento para hacer política, sino un gran negocio para el “Gordo Dan” y sus socios en Carajo: el empresario Augusto Marini, el mayor accionista e inversor, y el consultor Sebastián Tabakman. Ante la consulta , los dueños de Carajo sostuvieron que se sustentan con las ganancias de los más de 207 mil suscriptores que ostentan en YouTube -monetizan esos ingresos en dólares- y los aportes de auspiciantes publicitarios. Niegan tajantemente que reciban fondos provenientes del Gobierno. “No hay ningún intercambio económico con el Ejecutivo; el medio demostró que es más que sostenible. Y vamos a ampliar la programación en 2025. Es un modelo rentable”, insiste Marini, de 29 años.
No obstante, el proyecto avanza rodeado de enigmas por la cercanía entre “Dan” y Caputo, el poderoso asesor que mueve los hilos de la gestión de Milei. Por caso, hay empleados -aseguran que ya son más de 30 entre los “directos e indirectos”- que consiguieron contratos transitorios con el Estado, como Iván Gómez, editor en Carajo y coordinador de gestión de comunicación digital en el área de Manuel Adorni, vocero presidencial.
Tabakman fue quien unió los caminos de “Dan” y Marini, titular del holding de inversión CaleGroup, con presencia en la industria ferroviaria -adquirió en 2023 la filial local de la compañía rusa THM, ahora Motora Argentina SA-, el sector energético, de infraestructura y en el área de salud. “Aceleramos las inversiones porque lo que sucede en la Argentina es bueno. Con cepo o sin cepo [cambiario], vamos a apostar por el país en este momento”, asegura Marini, quien procura mantener cierta equidistancia con el Gobierno. Es sabido que también invierte en el canal Blender, que apunta al nicho kirchnerista o progresista del universo digital.
QUIÉN ES QUIÉN EN LA MISA


El Gordo Dan
DANIEL PARISINI

Es médico y genetista. Empresario y socio fundador de Carajo

Gordo Pablo
PABLO PAZOS

Amigo de Parisini. Actúa como humorista en el ciclo.

Piro
FRANCISCO PIROVANO

Conductor en Carajo. Es conocido en las redes como @piroabrazo. Escribía en La Derecha Diario

Promanzio
‎NICOLÁS PROMANZIO

Es panelista y se ocupa de informes vinculados a Defensa. Director de Radar Austral y conductor de La Letra Chica, en Neura

Tonio
‎THOMAS AZCUETA

Es productor y conductor en el canal Carajo.

Mariano Pérez
‎MARIANITO

Periodista acreditado en la Casa Rosada y militante libertario. Dueño del canal de streaming Break Point

Gordo Matrix
MANUEL TOJO

‎Animador y panelista en Carajo. También usa el apodo Sick Durden en redes

Marilú
‎MARIBEL GENTILE

Licenciada en Psicología de la UBA. Cronista en el canal Carajo.
Rodeado por animadores y comunicadores militantes que defienden a ultranza el proyecto libertario, el “Gordo Dan” hace un culto a la personalidad de Milei y contribuye a la estrategia de propaganda del oficialismo. En La Misa no hay margen para los cuestionamientos al “Javo”, como llaman al primer mandatario.
Con la misma impronta presidencial, humillan a opositores y hostigan sin tapujos a los periodistas críticos que son apuntados por el jefe de Estado o la cúpula gubernamental. Recrean una charla entre amigos en un asado y apelan al humor para conquistar a la militancia digital. “Es lo más puro de los libertarios. Queremos crear sentido de pertenencia y que haya una simbiosis con las bases. Por eso hay un ida y vuelta permanente con el chat en vivo con los espectadores. Nadie nos va a moderar; al contrario”, se envalentona uno de los protagonistas de La Misa.
¿Manipulan la realidad y hacen recortes para exacerbar éxitos o justificar traspiés y derrotas de Milei? “Nadie nos baja línea; compartimos la ideología”, sostienen. No obstante, quienes pasaron por el canal deslizan que el contenido siempre debe estar en sintonía con el relato que emerge desde el primer piso de la Casa Rosada. No por nada Parisini suele visitar a Caputo, su gran patrocinador, en Balcarce 50. Y hasta suele recetar remedios a funcionarios, según fuentes del espacio. Es que los autores de La Misa están al servicio de la gestión de Milei.
Trastienda del “show”
En La Misa del viernes todo puede pasar en cualquier momento. Cuando irrumpe “Marilú”, la cronista callejera de Carajo, una banda sube al escenario para tocar en vivo. Entre tanto, la joven recorre las tribunas para entrevistar a los asistentes. Es parte de un nuevo sketch. “Marilú” encara a joven con pelo largo, que luce desaliñado y viste una camiseta de fútbol. A su lado, aparece una mujer disfrazada con una remera de La Cámpora. “Soy peronista de Perón. Vine a ver qué están haciendo con la nuestra”, exclama. La notera les habla a los conductores de La Misa: “¡Se infectó de kukas! No sé qué acaba de pasar”. De inmediato, el especialista en seguridad Daniel Adler, disfrazado de barrendero, se baja del escenario y saca del lugar a los jóvenes imitadores. En otro pasaje “Marilú” actúa como si estuviera poseída o exorcizada por los “kukas” o “peronistas”. Estira el brazo y les hace la “V” de la victoria, un ícono justicialista. Para ahuyentarla apelan a canciones religiosas, como “Alma Misionera”. El “Gordo Dan” canta con entusiasmo.
El show del streamer libertario reunió a unas mil personas en el centro porteño
Cuando “Marilú” se da vuelta, se topa con un imitador de Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA y aliado de Martín Lousteau. “Vine a chusmear qué están haciendo con la guita de las universidades”, comenta el actor que personifica a Yacobitti. Ese es el pie del guión para que salga a escena el “profe” Álvarez, funcionario de Milei. Lo veneran por haber “domado” a Yacobitti en un debate de octubre en el canal TN sobre los recortes al presupuesto universitario tras el veto presidencial. Álvarez saluda a su esposa. “Dios, patria y familia”, dice ella cuando Marilú le pide que describa a “La Misa” en tres palabras. El auditorio estalla. Poco después, Caputo ríe como un niño después de que termina un falso comercial de una bebida alcohólica de la marca “lágrimas de zurdo”.
La historia del “ritual”
El “Gordo Dan” ideó el nombre La Misa para bautizar su foro de Twitter (ahora X) hace más de tres años. Lo pensó para contrarrestar las críticas de los seguidores de Cambiemos -los denomina de forma despectiva “Mabeles”- al “mesianismo” que había en torno a la figura de Milei cuando irrumpió en política. Para Parisini, Milei es el “hombre gris”, protagonista de las profecías de Benjamín Solari Parravicini, desde que lo vio en Animales Sueltos en 2017. En 2021 usaba el término “oremos” para interactuar con los feligreses de Milei en los spaces. Después, optó por denominarlo La Misa. Al poco tiempo, sería convocado por el ahora funcionario Ezequiel Acuña (@elpasanteok), co-fundador de La Derecha Diario junto con “Doe”, para mudar al ciclo a Madero Radio, que pertenecía a Fernando Cerimedo, el consultor que manejaba los trolls de Milei.
Con tono transgresor y mordaz, “Gordo Dan” y sus acólitos siguen la hoja de ruta trazada por Caputo, el alter ego de Milei en la gestión. El contenido del programa, que se emite de lunes a viernes de 21 a 23 a través de la plataforma Carajo, no requiere de una planificación meticulosa. Como una especie de “6,7,8″ de la era libertaria, repasan los temas de actualidad en un panel de debate.
Santiago Caputo, junto al "Gordo Dan", Romo, Juan Pablo Carreira y Tomás Jurado, en los camerinos del teatro
El “Gordo Dan”, un tuitero que tiene línea directa con Caputo, modera la discusión. Oficia como el sacerdote y usa el discurso como arma política. Los “gordos de mierda” se vanaglorian de tener una “ira espartana” contra el periodismo y quieren ver de rodillas al “kukismo”, como llaman a los seguidores del kirchnerismo.
En la mesa de “Dan” se sientan “Tonio”, un productor de Carajo que se ganó un lugar en el ciclo y se ocupa de preparar los temas de actualidad. No obstante, el contenido suele estar guiado por la línea editorial de La Derecha Diario. En el altar nunca faltan el “gordo Pablo”, un amigo de Parisini que aporta los toques de humor con impronta mileísta; el “gordo Matrix”, un animador del show libertario; “Piro”, otro conductor en Carajo; el periodista y youtuber Mariano Pérez, fundador de Breaking Point; y Nicolás Promanzio, encargado de los informes vinculados al área de Defensa, entre otros. Todos ellos cobran un sueldo por sus tareas, según indicaron desde la empresa. Desde Carajo evitaron precisar las cifras de los contratos.
Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias de Milei, a quien los libertarios le dicen “El Profe”, concurre con frecuencia al programa para hablar sobre historia y relatar “grandes verdades de la humanidad”.
La Misa del "Gordo Dan", en el teatro Broadway
De las redes al territorio
La Misa actúa como una usina de acción política. Sus autores buscan fidelizar la identidad del modelo de Milei, según relatan fuentes de LLA. Intentan imprimirle mística al Gobierno. De hecho, Parisini, quien coquetea con la chance de ser candidato a diputado en 2025, es uno de los líderes de la flamante agrupación Las Fuerzas del Cielo que se presentó en un controvertido acto en San Miguel como el “brazo armado” o la “guardia pretoriana” de Milei, por su manejo de las tecnologías y las redes.
Al igual que Romo, Nahuel Sotelo, secretario de Culto, Álvarez o Sagaz, director titular en la empresa estatal Intercargo, quienes se convirtieron en puntos de referencia de la militancia digital, el “Gordo Dan” se jacta de contener al núcleo duro de los votantes de Milei en las redes. Apelan a una nueva forma de hacer política.
No es casual que Parisini y los dueños de Carajo hayan decidido trasladar el formato de La Misa al territorio. Se plantan como la contracara de Sebastián Pareja y Martín o Eduardo “Lule” Menem, los armadores partidarios predilectos de Karina Milei, quienes apelan a una receta tradicional de construcción política. Está claro que “Dan” y sus fieles apuestan a disputar lugares de poder, con el aura protectora de Caputo. Eso sí: se cuidan de no sobreactuar ambición. El único momento incómodo que atravesó Parisini en su show del viernes fue cuando la feligresía se subió al juego del rapero de derecha Chili Parker de promoverlo como futuro presidente. “No, no”, repetía Dan desde un rincón.
Flavio Arenales, el portador del cartel "Fuerzas del cielo, Virrey del Pino", un "rockstar" en el mundo libertario
Así como alquilaron el teatro Broadway para realizar dos funciones y lograr una conexión directa con la militancia digital -los tickets costaban entre 20 mil y 30 mil pesos-, ahora planean llevar el espectáculo al interior del país para capitalizar el fenómeno libertario y apuntalar la campaña electoral del Gobierno en 2025. Los protagonistas se ufanan de transmitir el mensaje del gobierno de una forma genuina y con los códigos del universo libertario. “La Misa nos permite hacer una bajada de línea, explicar una medida de Milei o el rumbo de la gestión”, relata uno de los referentes libertarios de Milei que trabaja codo a codo con Caputo.
En el culmen del show en el Teatro Broadway, “Dan” le habla a su tropa para darles la bendición final. Ensaya un discurso con tono de arenga. Eran las 23:33 y ya se había dado el gusto de cantar Nessun Dorma. “Nunca vamos a bajar los brazos, no importa el costo. Vamos a luchar, después de tantos años de bancarnos la tiranía kuka. Yo sé que están acá porque acompañan al Gobierno, hijos de puta”, enfatiza. Caputo esboza una sonrisa y se levanta de su asiento para aplaudirlo.


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