Ansiedad, depresión y angustia. Están colapsadas las agendas de los psicólogos
A esta altura del año se suelen incrementar las consultas; muchos se replantean sus vidas, hacen balances o aprovechan para venir al país por las Fiestas y ver a sus terapeutas
Silvina Vitale
Muchos hacen balances sobre cómo vivieron el año y quieren vislumbrar su futuro
Son habitualmente los meses del año en los que psicólogos y psiquiatras encuentran sus agendas a tope. Sin embargo, en la recta final de 2024, unos y otros manifiestan estar en una de las temporadas más agobiantes. Según cuentan los profesionales consultados por la nacion, directamente “no tienen vida”, les resulta imposible satisfacer la demanda y tienen que derivar pacientes a las obras sociales o prepagas, donde, en muchos casos, tampoco resulta fácil conseguir turnos en estas semanas.
Las razones detrás de esta suerte de colapso son varias. Aparecen en primer plano los efectos de los recortes que tuvieron que hacer los argentinos en 2024. Después de ensayar malabares para que el sueldo alcance o para sostener el nivel de vida, el año puso a muchos al borde de su tolerancia. La ansiedad exacerbada por los cierres de esta época y los balances de noviembre y diciembre también empuja la demanda, que se ve incrementada por dos modalidades cada vez más habituales: los que viven afuera y llegan para pasar las Fiestas, suelen pedir sesiones para ver a sus terapeutas; por otro lado, es frecuente que los que no hacen análisis de manera sistemática, escriban a sus psicólogos de toda la vida o de un período anterior enviando un SOS para coordinar un par de encuentros. Y están los que consultan por primera vez porque, describen los expertos, “no dan más”.
El psicoanalista Francisco Ruiz Ferrero, especialista en adicciones y patologías duales, resume la situación con contundencia: “Los consultorios están desbordados y hay más dificultad para derivar pacientes porque los colegas nos dicen que no pueden tomarlos. Y las obras sociales siempre tuvieron una lista de espera por la condición misma de la estructura laboral y, como el pago al profesional es diferido, los especialistas muchas veces trabajan en una obra social, pero se dedican más al consultorio privado”.
Los pedidos de consultas que más identifica son “cuestiones como angustia, preocupación, incertidumbre y depresión”. Coincide Juana Poulisis, médica psiquiatra y psicoterapeuta, magíster en Psiconeurofarmacología: “Por estos días la agenda está mucho más recargada que lo habitual. Observo que la gente está muy cansada, preocupada con toda esta situación de la economía”. Los “trastornos de ansiedad como ataques de pánico o sintomatología de ansiedad generalizada” son moneda corriente. Nota, asimismo, preocupaciones excesivas “que el estrés propio de estas épocas exacerba”.
La demanda de los adolescentes es un capítulo en sí misma. “A partir de las pantallas, como ocurre con las apuestas compulsivas, se generan cuadros complicados que pueden terminar en situaciones severas”, advierte Poulisis. En los más chicos irrumpen síntomas por la sobreexigencia: muchos de los que van a colegios de ocho horas diarias y tienen distintas actividades llegan exhaustos a fin de año, se los ve ansiosos, duermen mal, les duele la cabeza y algunos están inapetentes. “Hay muchas manifestaciones somáticas por las que los padres hacen consultas a esta altura del año”, señala la especialista.
Poulisis explica que esta situación se da en un contexto de una mayor demanda hacia los profesionales privados. “Muchos médicos y psicólogos se han ido de las obras sociales. Hoy, los psicólogos o psiquiatras senior con trayectoria no tienen agenda, no hay turnos”, explica.
Las obras sociales y prepagas, por estos días, muchas presentan demoras en las admisiones para atención psicológica. En algunos casos, la entrevista inicial puede ser agendada recién para 2025.
La demanda en salud mental en el sistema público de la ciudad de Buenos Aires ha sido alta y sostenida todo el año. Por eso, se incrementó en más del 30% la cantidad de turnos disponibles en los hospitales para este tipo de consultas, dicen desde el ministerio porteño. Las fuentes consultadas reiteran la importancia de que los ciudadanos estén empadronados en el sistema público antes de requerir turnos. Las vías para gestionarlos son la línea 147, el WhatsApp de la ciudad, ingresando a la página web de Salud o de manera presencial en los centros de atención.
Emociones a flor de piel
En la provincia de Buenos Aires existe una línea telefónica que brinda atención y acompañamiento a quienes requieran asistencia o derivación en salud mental: 0800222-5462. Las consultas se canalizan por los Centros Provinciales de Atención (CPA), que, según la complejidad del caso, derivarán a orientación, admisión, entrevista, interconsulta, terapia individual, terapia grupal, terapia familiar o talleres. Cada centro tiene un equipo interdisciplinario de psicólogos, psiquiatras, trabajo social, enfermería y acompañantes terapéuticos, entre otros.
La expresidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Gabriela Goldstein habla de agotamiento libidinal al describir la extrema ansiedad que suelen atravesar los individuos por estos meses. Son tiempos de balances, con las emociones a flor de piel. “Quizá son temas que la persona no pudo manejar por la vorágine y que, a esta altura, empiezan a aparecer; las urgencias se intensifican”, dice.
A diferencia de otros años, las consultas –que siempre aumentan– desbordan a los profesionales de la salud mental. Los cuadros que se presentan suelen ser más agudos. En palabras de Alberto Álvarez, miembro de APA y coordinador del Centro de Investigación y Orientación Enrique Racker: “Repasan toda su vida, ven lo que no hicieron y se sienten mal. Hay consultantes que pierden el sentido de su vida actual y la visión de futuro, empiezan con un replanteo muy grande, a veces con mucha angustia, trastornos de pánico o depresiones. Es la característica fundamental de las consultas nuevas de este fin de año. En estos casos hay que resolver rápido lo que llamamos una urgencia subjetiva”, explica.
“Es una urgencia porque la persona se siente muy desorientada con respecto a lo que es, lo que quiere, lo que le pasa, al futuro. Hay que trabajar con celeridad, alojarla, darle contención y sentido a todo eso. En general, se trabaja hacia una salida pronta que requiere un par de consultas, en otros casos habrá que iniciar un tratamiento”, advierte.
Goldstein subraya la importancia de que la persona pueda ser escuchada por un analista y que su pedido pueda ser atendido. A veces es una sesión que puede ser útil para salir de momentos de crisis. “En mi experiencia, hubo más consultas a lo largo de este último trimestre y puede haber muchas causas, como las clásicas de fin de año, pero me parece que se suma el agotamiento libidinal, que responde a ciertas condiciones de la contemporaneidad, como la situación económica o la crisis global. También la virtualidad, que produce una demanda importante para el psiquismo, y todo el conjunto lleva a la consulta. El desgaste anímico este año aumentó la demanda hacia los profesionales de la salud mental”, remata.
Para Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, se produce un aumento estacional en las semanas previas a las Fiestas, en general. Son consultas asociadas a angustias, duelos y conflictos familiares de estas celebraciones. “Por este motivo, entre otros, fue clásico que los terapeutas tomaran vacaciones en febrero”, dice.
En el caso del Hospital Alemán, Salinas afirma que aumentó su dotación de profesionales y la oferta de prestaciones de salud mental para manejar mejor la suba de demanda estacional. Y, subraya la mayor accesibilidad a estos servicios por el recurso de la virtualidad, cuando es posible. Los expertos detectan una suba generalizada de atención pospandemia, que supuso un agravamiento en la razón de las consultas.
“Uno de los puntos claves que identificamos es el aumento en las consultas hacia el cierre del año, sea para retomar tratamientos o iniciar nuevas consultas”, sostienen Marcos Suffriti, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario Austral, y Marisol Florian, subjefa del Servicio de Psiquiatría. En octubre, noviembre y diciembre, esta tendencia se refleja en los consultorios particulares de la institución y en la demanda por guardia.
María Inés Maidana, psicóloga del mismo servicio, destaca el lugar que ocupan las evaluaciones personales y los balances. “A veces, el cierre del año no se siente tanto como un cierre, sino como un inicio, y esto lleva a que muchas personas quieran tener un espacio de reflexión, introspección, detenimiento y escucha profesional”, señala.
Sergio Grosman, presidente del Capítulo de Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras de la Argentina (APSA), señala que el fin de año representa una continuación de fechas difíciles. “Las personas suelen hacer un balance, pero considero que tienen que tener en cuenta que cuando uno promete lo que va a hacer, esa promesa es desiderativa, es un horizonte. Las metas son un estímulo, son propulsoras, pero no son lo que definitivamente voy a lograr”, dice. La idea es que esos objetivos sirvan para avanzar, que se alcancen en parte y no necesariamente en su totalidad. “Quizá, solo cumplís un porcentaje, y está bien”, propone.
Son habitualmente los meses del año en los que psicólogos y psiquiatras encuentran sus agendas a tope. Sin embargo, en la recta final de 2024, unos y otros manifiestan estar en una de las temporadas más agobiantes. Según cuentan los profesionales consultados por la nacion, directamente “no tienen vida”, les resulta imposible satisfacer la demanda y tienen que derivar pacientes a las obras sociales o prepagas, donde, en muchos casos, tampoco resulta fácil conseguir turnos en estas semanas.
Las razones detrás de esta suerte de colapso son varias. Aparecen en primer plano los efectos de los recortes que tuvieron que hacer los argentinos en 2024. Después de ensayar malabares para que el sueldo alcance o para sostener el nivel de vida, el año puso a muchos al borde de su tolerancia. La ansiedad exacerbada por los cierres de esta época y los balances de noviembre y diciembre también empuja la demanda, que se ve incrementada por dos modalidades cada vez más habituales: los que viven afuera y llegan para pasar las Fiestas, suelen pedir sesiones para ver a sus terapeutas; por otro lado, es frecuente que los que no hacen análisis de manera sistemática, escriban a sus psicólogos de toda la vida o de un período anterior enviando un SOS para coordinar un par de encuentros. Y están los que consultan por primera vez porque, describen los expertos, “no dan más”.
El psicoanalista Francisco Ruiz Ferrero, especialista en adicciones y patologías duales, resume la situación con contundencia: “Los consultorios están desbordados y hay más dificultad para derivar pacientes porque los colegas nos dicen que no pueden tomarlos. Y las obras sociales siempre tuvieron una lista de espera por la condición misma de la estructura laboral y, como el pago al profesional es diferido, los especialistas muchas veces trabajan en una obra social, pero se dedican más al consultorio privado”.
Los pedidos de consultas que más identifica son “cuestiones como angustia, preocupación, incertidumbre y depresión”. Coincide Juana Poulisis, médica psiquiatra y psicoterapeuta, magíster en Psiconeurofarmacología: “Por estos días la agenda está mucho más recargada que lo habitual. Observo que la gente está muy cansada, preocupada con toda esta situación de la economía”. Los “trastornos de ansiedad como ataques de pánico o sintomatología de ansiedad generalizada” son moneda corriente. Nota, asimismo, preocupaciones excesivas “que el estrés propio de estas épocas exacerba”.
La demanda de los adolescentes es un capítulo en sí misma. “A partir de las pantallas, como ocurre con las apuestas compulsivas, se generan cuadros complicados que pueden terminar en situaciones severas”, advierte Poulisis. En los más chicos irrumpen síntomas por la sobreexigencia: muchos de los que van a colegios de ocho horas diarias y tienen distintas actividades llegan exhaustos a fin de año, se los ve ansiosos, duermen mal, les duele la cabeza y algunos están inapetentes. “Hay muchas manifestaciones somáticas por las que los padres hacen consultas a esta altura del año”, señala la especialista.
Poulisis explica que esta situación se da en un contexto de una mayor demanda hacia los profesionales privados. “Muchos médicos y psicólogos se han ido de las obras sociales. Hoy, los psicólogos o psiquiatras senior con trayectoria no tienen agenda, no hay turnos”, explica.
Las obras sociales y prepagas, por estos días, muchas presentan demoras en las admisiones para atención psicológica. En algunos casos, la entrevista inicial puede ser agendada recién para 2025.
La demanda en salud mental en el sistema público de la ciudad de Buenos Aires ha sido alta y sostenida todo el año. Por eso, se incrementó en más del 30% la cantidad de turnos disponibles en los hospitales para este tipo de consultas, dicen desde el ministerio porteño. Las fuentes consultadas reiteran la importancia de que los ciudadanos estén empadronados en el sistema público antes de requerir turnos. Las vías para gestionarlos son la línea 147, el WhatsApp de la ciudad, ingresando a la página web de Salud o de manera presencial en los centros de atención.
Emociones a flor de piel
En la provincia de Buenos Aires existe una línea telefónica que brinda atención y acompañamiento a quienes requieran asistencia o derivación en salud mental: 0800222-5462. Las consultas se canalizan por los Centros Provinciales de Atención (CPA), que, según la complejidad del caso, derivarán a orientación, admisión, entrevista, interconsulta, terapia individual, terapia grupal, terapia familiar o talleres. Cada centro tiene un equipo interdisciplinario de psicólogos, psiquiatras, trabajo social, enfermería y acompañantes terapéuticos, entre otros.
La expresidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Gabriela Goldstein habla de agotamiento libidinal al describir la extrema ansiedad que suelen atravesar los individuos por estos meses. Son tiempos de balances, con las emociones a flor de piel. “Quizá son temas que la persona no pudo manejar por la vorágine y que, a esta altura, empiezan a aparecer; las urgencias se intensifican”, dice.
A diferencia de otros años, las consultas –que siempre aumentan– desbordan a los profesionales de la salud mental. Los cuadros que se presentan suelen ser más agudos. En palabras de Alberto Álvarez, miembro de APA y coordinador del Centro de Investigación y Orientación Enrique Racker: “Repasan toda su vida, ven lo que no hicieron y se sienten mal. Hay consultantes que pierden el sentido de su vida actual y la visión de futuro, empiezan con un replanteo muy grande, a veces con mucha angustia, trastornos de pánico o depresiones. Es la característica fundamental de las consultas nuevas de este fin de año. En estos casos hay que resolver rápido lo que llamamos una urgencia subjetiva”, explica.
“Es una urgencia porque la persona se siente muy desorientada con respecto a lo que es, lo que quiere, lo que le pasa, al futuro. Hay que trabajar con celeridad, alojarla, darle contención y sentido a todo eso. En general, se trabaja hacia una salida pronta que requiere un par de consultas, en otros casos habrá que iniciar un tratamiento”, advierte.
Goldstein subraya la importancia de que la persona pueda ser escuchada por un analista y que su pedido pueda ser atendido. A veces es una sesión que puede ser útil para salir de momentos de crisis. “En mi experiencia, hubo más consultas a lo largo de este último trimestre y puede haber muchas causas, como las clásicas de fin de año, pero me parece que se suma el agotamiento libidinal, que responde a ciertas condiciones de la contemporaneidad, como la situación económica o la crisis global. También la virtualidad, que produce una demanda importante para el psiquismo, y todo el conjunto lleva a la consulta. El desgaste anímico este año aumentó la demanda hacia los profesionales de la salud mental”, remata.
Para Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, se produce un aumento estacional en las semanas previas a las Fiestas, en general. Son consultas asociadas a angustias, duelos y conflictos familiares de estas celebraciones. “Por este motivo, entre otros, fue clásico que los terapeutas tomaran vacaciones en febrero”, dice.
En el caso del Hospital Alemán, Salinas afirma que aumentó su dotación de profesionales y la oferta de prestaciones de salud mental para manejar mejor la suba de demanda estacional. Y, subraya la mayor accesibilidad a estos servicios por el recurso de la virtualidad, cuando es posible. Los expertos detectan una suba generalizada de atención pospandemia, que supuso un agravamiento en la razón de las consultas.
“Uno de los puntos claves que identificamos es el aumento en las consultas hacia el cierre del año, sea para retomar tratamientos o iniciar nuevas consultas”, sostienen Marcos Suffriti, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario Austral, y Marisol Florian, subjefa del Servicio de Psiquiatría. En octubre, noviembre y diciembre, esta tendencia se refleja en los consultorios particulares de la institución y en la demanda por guardia.
María Inés Maidana, psicóloga del mismo servicio, destaca el lugar que ocupan las evaluaciones personales y los balances. “A veces, el cierre del año no se siente tanto como un cierre, sino como un inicio, y esto lleva a que muchas personas quieran tener un espacio de reflexión, introspección, detenimiento y escucha profesional”, señala.
Sergio Grosman, presidente del Capítulo de Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras de la Argentina (APSA), señala que el fin de año representa una continuación de fechas difíciles. “Las personas suelen hacer un balance, pero considero que tienen que tener en cuenta que cuando uno promete lo que va a hacer, esa promesa es desiderativa, es un horizonte. Las metas son un estímulo, son propulsoras, pero no son lo que definitivamente voy a lograr”, dice. La idea es que esos objetivos sirvan para avanzar, que se alcancen en parte y no necesariamente en su totalidad. “Quizá, solo cumplís un porcentaje, y está bien”, propone.
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Alerta. Más de 4400 pernoctan a la intemperie en la Capital; para la vicejefa porteña, es “migración nómade”; defensa bonaerense
Lucila Marin
Hoy en las calles de Buenos Aires viven 4416 personas. Así lo reveló la vicejefa del gobierno porteño, Clara Muzzio, al difundir el último censo del Observatorio de Desarrollo Humano y considerar que se debe a la “migración interna”, y el fenómeno en la ciudad es “gente escapando de la crisis que generó en la provincia el gobierno de [Axel] Kicillof”.
“Hay casi tres veces más gente viviendo en las calles de Buenos Aires que en 2019. El censo de este mes estableció que viven 4416 personas, 2682 más que en 2019. Estos números abrumadores nos dan una idea del tamaño del problema que enfrentamos. Cuando rastreamos su origen llegamos mayoritariamente a la provincia de Buenos Aires”, dijo Muzzio.
Los datos muestran una suba de casi el 35% desde noviembre del año pasado, cuando vivían 3286 personas en las calles porteñas. Muzzio focalizó en que hay 2682 personas más que en 2019, es decir un aumento del 155%, desde que comenzó la gestión de Kicillof en la provincia.
Muzzio afirmó que seis de cada diez personas que viven en las calles porteñas no nacieron y nunca tuvieron un domicilio en la Capital: “Vemos en la ciudad gente escapando de la crisis que generó en la provincia el gobierno de Kicillof. Desde que asumió su primer gobierno aumenta sostenidamente la gente que busca refugio en la Capital”, ahondó.
Ante la consulta de la nacion, Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, argumentó: “La política de Milei va a multiplicar estas situaciones”.
“Quise contar cómo la crisis argentina,especialmente la producida en Buenos Aires durante el gobierno de Kicillof, tiene un impacto real con el que conviven todos los porteños”, amplió Muzzio a la nacion.
E insistió: “Esta situación está en el centro de nuestra preocupación. El gobierno de Jorge Macri está haciendo un trabajo sin antecedentes de contención humanitaria”.
Muzzio consideró que a las 4416 personas que relevaron en noviembre hay que sumarles “un número in determinado de in di gencianóma de, personas que escapan durante el día de la crisis de la provincia de Buenos Aires, pero regresan por la noche”. Y describió que casi un 20% de esa población enfrenta “graves enfermedades mentales que requieren tratamiento urgente”.
Muzzio dijo, además, que “la pauperización de las calles de las grandes ciudades” sucede en otros lugares del mundo, pero la particularidad del fenómeno en la Capital es la “migración interna”.
“El gobierno de la ciudad tiene que dejar de ser comentador de la realidad y empezar a mostrar cuál es su plan para paliar está problemática que crece día a día ”, dijo Man u el aThour te, legislador aporte ña de Evolución, la rama de la UCR vinculada con el senador nacional Martín Lousteau. Y reclamó una respuesta integral que incluya mejoras en los centros de contención, salud mental y reinserción laboral.
Muzzio no detalló en su publicación cuáles son las políticas que impulsa la Ciudad. “Este drama es el resultado del brutal empobrecimiento que produjo el populismo y arrasó con el país. Hay que seguir adelante con esfuerzo, contención, compasión, respeto, trabajo y paciencia, mientras el país comienza a reconstruirse y a crecer hacia el futuro”, concluyó.
La Ciudad adoptó como uno de sus eslóganes “la calle no es un lugar para vivir”. Durante este año han desalojado varias “ranchadas” en distintos puntos, como las personas que pernoctaban en la explanada del Aeroparque Jorge Newbery.
En abril, Jorge Macri publicó una serie de imágenes que mostraban el antes y el después de la intervención de los trabajadores del gobierno porteño, que desalojaron a las personas en situación de calle y lo catalogaron como “limpieza del espacio público”.
“La calle no es un lugar para vivir. Y la Ciudad tiene un sistema de atención que incluye paradores para las personas en situación de calle”, dijo en ese momento el jefe de gobierno porteño. Luego, por la repercusión negativa en las redes sociales, alegaron un “error de comunicación” y eliminaron de sus redes sociales esas imágenes.
Según datos que la Ciudad difundió como balance de su primer año de gestión, se detalla que del total de 4416 personas en situación de calle unas 3166 aceptan ingresar en los Centros de Inclusión Social (CIS). De ellas, 276 son niños y adolescentes, que están escolarizados. Actualmente, cuentan con más de 3600 plazas disponibles en los 47 CIS que fueron segmentados según el abordaje necesario: familias, varones mayores, adultos mayores, mujeres solas, personas con problemáticas de salud mental o adicciones.
Datos del último censo confirman que la ciudad y la provincia de Buenos Aires son los distritos con más personas en situación de calle del país, aunque las cifras fueron cuestionadas por organizaciones que trabajan en atender y contener a estas personas, dado que el total a nivel nacional era de 5705.
Desde el ministerio a cargo de Larroque detallaron las políticas de asistencia: tienen 45 centros en el AMBA y tres en el interior –General Alvarado, Pergamino y Tandil–. Hasta octubre último relevaron 1050 plazas disponibles.
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