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sábado, 2 de marzo de 2024

EL ESCENARIO Y DNU


La oposición, ante el “terremoto” libertario
Mariano Spezzapria

Mientras el presidente Javier Milei insistirá ante el Congreso en abonar el escenario de la polarización, con el que pretende conservar el apoyo que consiguió en el balotaje de 2023, la oposición –tanto la peronista como la que integró Juntos por el Cambio– no consigue asimilar los temblores que provoca el “terremoto” libertario, aunque el rechazo al ajuste y al “látigo sin chequera” con el que azota el Gobierno son elementos que pueden derivar en un bloqueo legislativo, que tuvo un anticipo con la caída de la “Ley de bases”.
Esa actitud defensiva, natural ante una administración que hasta ahora hizo un culto de la intransigencia y no negoció ni siquiera con sus potenciales aliados, está lejos de ser articulada: la oposición kirchnerista es mayoritaria, pero a la vez representa una mancha venenosa para el resto del arco político que es refractario a Milei, al tiempo que sectores críticos de JxC se encuentran en un “no lugar” en medio del juego amigo/enemigo que fomenta la Casa Rosada. La excepción es el Pro más alineado al Gobierno, aunque su posicionamiento también tiene contraindicaciones.
Algunos de los principales especialistas en opinión pública consultados por coincidieron en señalar que el escenario de tercios que dominó la competencia electoral en 2023 ya no existe más. Sus encuestas detectan desde las primeras semanas del gobierno libertario que la disyuntiva se limita a “Milei sí o Milei no”. Gustavo Córdoba –de Zuban Córdoba & Asociados– confirmó que “hubo una reconfiguración y ahora lo que se impone es un eje en el mileísmo y otro en el antimileísmo”. Es una partición de aguas que por ahora beneficia al Presidente.
Para la oposición, en cambio, la estrategia libertaria le suma un desafío extra al hecho ya de por sí dramático de que un outsider haya desbancado a las fuerzas tradicionales: la fragmentación y su consecuente carencia para articular al bloque anti-Milei. Dicho de otro modo, si Milei es claramente el referente del oficialismo –o de las “fuerzas del cielo”–, quién podría identificar con certeza a un jefe para la oposición. Un sondeo reciente de la consultora Taquion concluyó que el 30,7% de los consultados dijeron que “nadie” ocupa ese lugar.
“La oposición está fragmentada y desarticulada, sin norte”, dijo Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, y abundó en el concepto: “Estamos en una etapa con el efecto de un terremoto. Ya no están los tercios, sino los que están a favor y los que están en contra de Milei. Después del sacudón, veremos qué quedó”. A su vez, Lucas Romero –de la consultora Synopsis– ratificó: “Lo que tenemos es una opinión pública caracterizada por un gran número de personas que están mirando muy bien todo esto y otro gran número que lo está mirando muy mal, con alguna ligera inclinación hacia los que opinan negativamente”.
Milei, que está en minoría en el Congreso, juega habitualmente la carta de la opinión pública –a la que busca canalizar a través de su intervención en las redes sociales– para compensar su debilidad política y legislativa. Así, el fracaso de la “Ley de bases” fue considerado por la mayoría de los consultados –el 46,7% según Synopsis– una “responsabilidad de la oposición” y no una impericia propia del oficialismo. Desde ese lugar es que el Presidente hace de su relación con el Congreso una confrontación lisa y llana, que no habilita la negociación para conseguir la sanción de las leyes.
Efecto impensado
La pelea entre la Nación y las provincias como consecuencia del recorte de fondos que ejecutan la Casa Rosada y el Ministerio de Economía alteró el escenario de polarización absoluta que pretendía Milei, porque les otorgó un protagonismo impensado a gobernadores de distintos signos políticos. Los de la Patagonia, encabezados por el chubutense Ignacio Torres, dieron un paso adelante en el enfrentamiento con el jefe libertario, a tal punto que “Nacho” –o “Nachito”, como lo llamó el Presidente– ya empezó a aparecer en las encuestas como un referente opositor, pese a que integra Pro.
Si bien durante el debate de la ley ómnibus hubo contactos entre diputados de la oposición, espantados por algunas iniciativas que contenía el mamotreto oficial, la avanzada de Milei sobre las provincias aceitó contactos a otro nivel político: los gobernadores empezaron a frecuentarse tanto de manera virtual como presencial para tratar de fijar una estrategia común. Tuvieron encuentros en público y otros en privado, uno de ellos muy reservado en una “oficina libertaria rebelde”, deslizó con picardía una fuente al tanto de los acontecimientos.
Esos puentes subterráneos difícilmente serán blanqueados porque hay gobernadores, como el cordobés Martín Llaryora, que no quieren saber nada con aparecer cerca de Axel Kicillof. Pesa allí la vieja inquina con el kirchnerismo, pero aún más la histórica prevención sobre los gobernadores bonaerenses que en algún momento pretenden dar el salto a la Casa Rosada. Nejamkis previno: “Para que lo de los gobernadores tenga proyección nacional hace falta una articulación; por ahora es todo provincial”. Otra figura que resalta entre ellos es el radical santafesino Maximiliano Pullaro, que, al igual que Torres, ya fue apuntado por Milei. Se trata de una generación joven, que no puede ser asimilable tan directamente a “la casta” repudiada por Milei.
En la oposición peronista, en tanto, la reaparición de Cristina Kirchner provocó, según Juan Mayol, de la consultora Opinaia, un “crecimiento” de la figura de la expresidenta en ese segmento. “La gente que votó a Milei también ve a Cristina como la principal líder de la oposición y, en cambio, son los que no lo votaron los que en mayor medida creen que no hay ninguno”, explicó. Entre ellos están más proclives a mirar a Kicillof como el sucesor, antes que a Máximo Kirchner.
Milei se presenta como un independiente, pero en los hechos juega en el campo del no peronismo. Le ofrece a Pro un acuerdo a 2025 y descarta a la UCR y la CC. Son los límites de su “batalla cultural”.

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Posse y Caputo deberán explicar en el Congreso los alcances del decreto de Milei
La citación fue presentada por la oposición dialoguista y apoyada por los libertarios en la comisión bicameral
Gustavo YbarraPrensa senadoSenadores y diputados, ayer, en la comisión
El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Economía, Luis Caputo, deberán comparecer la semana próxima ante el Congreso para explicar las razones que justificaron la emisión del extenso decreto de necesidad y urgencia 70/23 de desregulación de la economía, una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Javier Milei en diciembre del año pasado.
Así lo decidió por amplia mayoría la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, en respuesta a un pedido formulado por un grupo de legisladores de la denominada oposición dialoguista, que el oficialismo libertario terminó aceptando. Las invitaciones van a ser cursadas y el próximo martes se conocerán el día y la hora en que expondrán los funcionarios.
El kirchnerismo no acompañó el pedido, por considerar que el DNU está en condiciones de ser tratado por los recintos de ambas cámaras legislativas porque los plazos establecidos por la legislación vigente para discutirlo en comisión ya vencieron.
La gran incógnita ahora es cuál será la respuesta que darán los funcionarios convocados, sobre todo el jefe de Gabinete. Posse se ha convertido en una de las figuritas difíciles de la administración libertaria. De casi nula exposición pública, el ministro coordinador resistió con éxito los insistentes pedidos del kirchnerismo cuando pidió su presencia en la Cámara de Diputados para que explicara la denominada “ley ómnibus”.
“Ustedes traigan a los funcionarios que quieran, no cuenten con Unión por la Patria. ¿No tuvieron tiempo para saber cuáles eran los objetivos de este decreto? ¿Piensan que Posse, que no habló en su vida, va a venir a hablar de esto?”, replicó la senadora ultrakirchnerista Anabel Fernández Sagasti para rechazar lo que consideró una maniobra dilatoria que favorece al Gobierno. La legisladora contradijo a Oscar Parrilli –su compañero de bloque en la Cámara alta–, que unos minutos antes había pedido citar “a este señor (mientras mostraba su foto), que se llama Federico Sturzenegger, que se vanaglorió de haber sido el autor del DNU”.
“El propio jefe del bloque oficialista [por el libertario Oscar Zago] dice que está de acuerdo con que vengan los funcionarios y el kirchnerismo lo toma como una maniobra dilatoria. La verdad que no lo entiendo”, salió al cruce de la postura kirchnerista el diputado Hernán Lombardi (Pro), designado ayer vicepresidente de la bicameral.
El pedido para citar a funcionarios del Poder Ejecutivo fue formulado por un grupo integrado por los senadores Víctor Zimmermann (UCR) y Carlos Espínola (Unidad Federal), y el diputado Francisco Monti (UCR). En el inicio de la reunión sumó su apoyo el diputado Nicolás Massot (Hacemos Coalición Federal).
La nota también pide que se cite a explicar detalles del DNU 70/23 al ministro de Salud, Mario Ruso, y a los secretarios de Transformación del Estado, Armando Guibert; de Trabajo y Seguridad Social, Omar Yasin, y de Agricultura, Ganadería y Pesca, Fernando Vilella.
En el tercer punto del orden del día de la bicameral figuraba la necesidad de elaborar una agenda de trabajo. Sin embargo, no hubo ninguna definición taxativa sobre el tema, aunque se da por descontado que, al aceptar la invitación de funcionarios, la comisión abordará el debate del DNU 70/23.
No obstante, como ocurrió la semana pasada en la primera reunión del año, los representantes oficialistas volvieron a insistir en la existencia de más de un centenar de decretos de necesidad y urgencia emitidos durante el gobierno de Alberto Fernández que se mantienen sin tratamiento.
Por su parte, el kirchnerismo acusó a la vicepresidenta Victoria Villarruel de estar bloqueando el funcionamiento del Senado, al dejar sin respuesta los pedidos de sesión especial formulados por la bancada que preside el senador José Mayans.

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sábado, 30 de diciembre de 2023

EL ESCENARIO Y DNU


Urgencia oficial vs. paciencia opositora
Claudio JacquelinJavier Milei, anoche, en la apertura de los Juegos Macabeos Panamericanos
La premura por cambiar buena parte del sistema legal argentino de un solo golpe, que intenta Javier Milei, no está motivada solo por la imposibilidad de dilatar lo que él entiende como un mandato electoral y moral. Un imperativo que obliga al urgente abordaje y tratamiento de una infinidad de problemas para evitar que se profundice la crisis en curso y poder revertir un largo ciclo de decadencia.
Detrás de la metralla de decisiones del Poder Ejecutivo en sus primeros 18 días de gestión hay razones de índole estrictamente práctica. Es la necesidad de resolver, mientras soplan vientos favorables, la disputa más básica de la política (la lucha por el poder), para instaurar el cambio de régimen que se propone. Como siempre en la historia de la humanidad, quien controla el tiempo (más que el espacio) gana la batalla.
Milei y los suyos han hecho propio el eslogan bullrichista “si no es todo es nada” y le han agregado su “es ahora o nunca” para, con la fuerza de una máquina de resoluciones a repetición, arrinconar a la oposición y a los dubitativos con un mega-DNU y un buque portacontenedores llamado ley ómnibus. Hay que aprovechar el cenit de la popularidad.
Así como el gran motor justificatorio de su arrasadora acción inicial fue para Néstor Kirchner la debilidad de origen en votos, en el libertario opera su fragilidad legislativa y territorial. Hacer virtud de esas desventajas es el norte del decisionismo. Al igual que el presidente surgido de la crisis de 2001, el libertario inundó de autoridad y acción la Casa Rosada, que había sido vaciada por la procrastinación y la anodina irresolución de Alberto Fernández. Primer mandato electoral cumplido. Aun a riesgo del exceso, que nunca parece desvelarlo.
Enfrente, los ajenos al Gobierno, divididos en opositores, colaboradores circunstanciales y aliados ideológicos parciales, miran sus respectivos rincones y buscan ganar algo de ese insumo vital que es el tiempo.
En ellos opera, como el título de la novela del chileno Antonio Skármeta, una “ardiente paciencia”, con el propósito de poder leer y tratar de entender de qué se trata ese plexo inconmensurable de normas que el Ejecutivo les arrojó. Pero, sobre todo, para que amaine el vendaval de iniciativas y para que se enfríe el fervor revolucionario inicial, a la espera de tener más claro cuál será el clima social cuando la dura realidad económica de los meses en curso impacte de lleno en la sociedad. A la espera de que baje la espuma.
En el Congreso, los diputados y senadores hacen cursos de lectura veloz. Nunca han estado obligados a leer tanto y tan rápido. Sin haber tenido tiempo de terminar de abordar el mega-DNU, entre brindis y celebraciones, ahora tratan de desguazar el macroproyecto de ley para intentar comerlo (en sentido metafórico y literal) por partes sin atragantarse ni ser aplastados por la inercia sociopolítica del poder triunfante.
La diversidad de temas que abordan las dos grandes iniciativas, la falta de priorización de los asuntos por parte del Poder Ejecutivo, la disimilitud de encuadre reglamentario para el tratamiento legislativo de muchas de ellas, los intereses en pugna y la falta de información, conocimiento y cohesión que reina en los bloques oficialistas de las dos Cámaras asoman como las dificultades más profundas que deben sortearse para que avancen en el Parlamento.
La complejidad mayor la tiene el proyecto que lleva el nombre de “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. No solo por la amplitud y densidad de las reformas de fondo que su ampuloso título anticipa y se propone.
El DNU cuenta con la ventaja de la herencia kirchnerista, que con la reglamentación impulsada por Cristina Kirchner en 2006 hizo más fácil convertir en legislador al presidente, que sancionar una ley por parte del poder natural, como es el Legislativo. Son las distorsiones que no parecen molestarle a Milei, quien, por el contrario, pide en la ley ómnibus ampliar las facultades delegadas del Congreso al presidente bajo amenaza de aplicar herramientas de la democracia semidirecta a quienes se resistan. El estado de excepción en todo su esplendor. Republicanos abstenerse. Al menos, por ahora.
La discusión en torno de las formas (la constitucionalidad o legalidad de las iniciativas) se impuso por lógica al debate sobre los asuntos de fondo. Aunque, de a poco, empiezan a emerger los planteos al respecto, sobre todo por parte de quienes han dado en autocalificarse “oposición colaborativa”. La denominación vendría a reemplazar al ya fenecido (aunque sin partida de defunción) Juntos por el Cambio, a la espera de un nuevo reordenamiento, y podría sumar a los peronistas republicanos (si el oxímoron lo permitiera) y exdiputados cambiemitas autonomizados.
En ese espacio ya se han dividido por temas y especialidades los dos mamotretos que les lanzó el Ejecutivo y esperan poder tener una opinión el miércoles próximo, antes de que, como pretende el oficialismo, se traten en las comisiones cabecera: Legislación general, Asuntos Constitucionales y Presupuesto.
Si los tiempos de inicio de la discusión se cumplieran, sería el primer logro del oficialismo en la batalla contra el tiempo y constituiría un hecho histórico: por primera vez en 22 años el Congreso sesionaría en enero. La última vez fue tras la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, de la que terminó emergiendo la larga hegemonía kirchnerista, cuyo sesgo y no solo su enmarañado corpus de regulaciones y arbitrariedades se pretende sepultar ahora para dar nacimiento al nuevo régimen.
De todas maneras, se anticipa un largo camino que difícilmente responda a las expectativas de Milei. “La magnitud y diversidad de las reformas equivale a un año de trabajo intenso del Congreso”, afirma una avezada parlamentaria.
“Los legisladores libertarios no tienen el más elemental conocimiento de las técnicas legislativas, pero, para peor, tampoco cuentan con información y directivas de la Casa Rosada. Las autoridades de la Cámara y del bloque no sabían que si ellos no estaban en condiciones de explicar y defender los proyectos, como admitieron, debían hacer que los ministros los fundamentaran. Hubo que explicarles hasta lo elemental”, explica una legisladora de Pro, con quien coinciden otros tres de las “bancadas opositoras con espíritu de colaboración”.
En las primeras horas posteriores a la difusión del megaproyecto de ley, que más que un ómnibus es un buque porta contenedor es, ya se conocieron algunos rechazos concretos y objeciones respecto de la iniciativa del Poder Ejecutivo.
Tanto en el bloque de Pro como en la UCR no quieren aparecer como obstruccionistas y antes de explicitar críticas aclaran que están dispuestos a colaborar y que hay varios ítems que no solo están dispuestos a apoyar. Incluso se animan a decir que si JxC hubiera llegado al gobierno los habría impulsado. Está claro que quedaron en medio de la calle y no quieren ser arrollados ni por el fervor oficialista ni quedar atrapados bajo las sombras de la oposición casi total que expresa el perokirchnerismo, aún knockeado por la fracasada gestión de gobierno que acaba de terminar. Pero todo es provisional.
Cambios en la legislación laboral, desregulaciones económicas y regulación de la protesta entran en los tópicos que están dispuestos a apoyar, al menos parcialmente. Convicción y realismo. “No solo nuestra excandidata presidencial es una ministra clave de este gobierno y promueve esas reformas, con el apoyo de Mauricio Macri. También tienen el respaldo de nuestros votantes. En el balotaje nuestro electorado votó a Milei y no podemos correr el riesgo de que se terminen de ir definitivamente”, admite una de las principales espadas parlamentarias del ex-JxC.
Sin embargo, hay ítems que ya cuentan con un rápido abanico de objeciones, que dará para largas discusiones dentro y fuera de cada bloque. “Estamos para ayudar, pero aun cuando logremos sumar a todos los nuestros, todavía les faltará medio centenar de votos . Y eso para las reformas que requieren de mayoría simple, ya que otras exigen mayorías especiales”, argumenta uno de los diputados con más peso del espacio macrista más cercano al Gobierno.
Los aspectos más controvertidos y que ya suman más rechazos de la ley porta contenedor es están referidos a la delegación de facultades legislativas al presidente, la eliminación de la fórmula de movilidad jubilatoria, la creación de impuestos, entre los que se incluyen nuevas retenciones a las exportaciones, y la reforma electoral. Especialmente en lo que se refiere a la elección por circunscripción u ni nominal, cuyas contra indicaciones emergen con más elocuencia que sus supuestos beneficios por el impacto negativo que tendría para la representación de las minorías y por la posibilidad de estar sujeta a manipulaciones del poder de turno, según advierten muchos especialistas.
Otro tanto ocurre con el capítulo penal, en el que sobresalen la restricción a las protestas espontáneas o los cambios respecto de la legítima defensa y las mayores atribuciones para las fuerzas de seguridad. Un irónico legislador de Pro las calificó de normas basadas en el “in dubio pro policía”, en contraposición al principio del derecho penal liberal in dubiopro reo. La expresión latina implica que si ante la insuficiencia de pruebas el juez no tiene certezas sobre la culpabilidad de un acusado este debe gozar del beneficio de la duda, basado en el principio de inocencia. Asuntos bien de fondo. Como son los códigos Penal, Civil y Comercial. Y cuyas reformas en tiempo de vigencia del Estado de Derecho siempre han dado lugar a extensos debates.
El tiempo vuelve a ser el campo de batalla en el que el oficialismo se juega su partida. La amenaza de que ante la dilación o el rechazo, el Poder Ejecutivo enfrentaría a sus objetores con una consulta popular puede ser de cumplimiento más que dudoso. Por más presión que ponga, la realización no sería factible de inmediato, por cuestiones de índole formal y logística, como pretende (y necesita) el Presidente para aprovechar la popularidad de la hora. Todos miran el reloj.
Los opositores, aun los más radicales, optan por la cronoterapia, confiados en que la inflación y la demora en la llegada de los beneficios del nuevo régimen horaden los apoyos hacia el Gobierno. Por ahora, evitan quedar en offside sin defraudar a sus bases.
Los gremialistas de la CGT, que como los jueces federales suelen ser refinados somelliers del humor social, dieron muestras de no haber perdido todo el olfato, al acatar el protocolo para manifestarse, como escolares de otra época. Y, aunque anunciaron un paro general, la fecha propuesta de realización hace ver el anuncio como una válvula de escape más que como una reacción concreta. Otro tanto hizo la izquierda trotskista, que pareció advertir que las condiciones objetivas no están dadas, al menos todavía, para ir tan de frente contra el Gobierno.
Para Patricia Bullrich se trató de un cambio histórico. El tiempo, como siempre, será el árbitro de esa sentencia. Y de las urgencias de Milei.

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Para el gobierno, el DNU rige desde hoy
Hay 30 demandas para frenarlo y una controversia sobre el inicio de su vigencia
Hernán Cappiello
El decreto de necesidad y urgencia 70 de 2023 firmado por Javier Milei y su gabinete entrará en vigor desde el primer minuto de mañana, dijeron a altas fuentes la nacion del Gobierno, con el que desde entonces se podrán pactar libremente contratos de alquiler, disponer aumentos en las prepagas sin autorización del Estado, desregular farmacias y agencias de turismo, derogar el Código Aduanero e incidir en el sistema de indemnizaciones de los trabajadores.
Esta interpretación que hace el Gobierno dispone el inicio de la vigencia del DNU cuando ya comenzó la feria judicial de verano, es decir, cuando ya cerraron los tribunales por todo el mes de enero y vuelven a abrir en febrero. Para que la Justicia intervenga en la feria, el juez que esté de turno debe entender que el asunto es lo suficientemente urgente para habilitar la feria judicial y que así pueda resolver en vacaciones.
Ante la inminencia de la entrada en vigor del DNU, varios abogados de los 30 que ya plantearon recursos de amparo ante la Justicia en lo Contencioso Administrativo Federal y en la Justicia Laboral, pidieron este jueves a los jueces que dicten cuando antes medidas precautelares para impedir que el decreto avance. Ya son 30 las demandas contra el DNU. Hoy se sumaron una del CELS y de algunas asociaciones civiles, como la Confederación Argentina de Deportes. En un escrito, el constitucionalista Andrés Gil Domínguez pidió dictar una medida precautelar, y advirtió la contradicción entre el DNU, que se dicta cuando el Congreso no pude funcionar, y el proyecto de ley ómnibus presentado por el Gobierno que le reclama al Congreso (que entonces sí puede funcionar) que ratifique el DNU.
También pidió una medida precautelar la Asociación Civil Derecho a la Ciudad, la primera que planteó una demanda, para que el juez disponga este viernes la suspensión de la aplicación del decreto. El juez Esteban Furnari le dijo “téngase presente” para la oportunidad. Y lo mismo ocurrió con la demanda laboral que planteó la CGT, rechazada en primera instancia porque no había comenzado aún la vigencia del DNU. La central obrera ya apeló ante la Cámara del Trabajo para que dicte una medida precautelar.
Existe una controversia entre los constitucionalistas acerca de cuándo entra en vigor el DNU. Fuentes del gobierno de Milei, expertas en la materia, dijeron a este medio que el decreto, según el Código Procesal Civil y Comercial, entra en vigencia el 30 de diciembre, ocho días después del primer día de publicación. Otros abogados interpretan que se debe aplicar el Código Civil y Comercial, según el cual las normas entran en vigor al octavo día de su publicación

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martes, 19 de diciembre de 2023

EL ESCENARIO Y DNU


La economía ordena a la política
Claudio JacquelinJavier Milei, la semana pasada, al llegar a la casa rosada

Son apenas fulgores del amanecer de un gobierno, pero tienen la potencia de lo original. El mayoritario apoyo en las urnas a la promesa de “motosierra para todos y todas”, corroborada con las primeras medidas, modificó el sentido de la conversación pública y, en consecuencia, la actitud de la dirigencia política. Las primeras reacciones frente al ajuste lo demuestran.
En solo una semana la economía empezó a reordenar a la política, después de años en que la política desordenó la economía. Especialmente a lo largo de los últimos 14 meses en que un ministro de Economía, como Sergio Massa, sometió hasta el descalabro absoluto casi todas las variables económico-financieras para ponerlas al servicio de una candidatura presidencial, finalmente fracasada.
El mapa quedó dividido inicialmente entre los que apoyan, los que toleran, los que están agazapados a la espera de traspiés que consideran inevitables y los (pocos) que ya se enrolaron en la resistencia a las primeras y duras decisiones de ajuste que anunció el ministro de Economía, Luis Caputo. Una mayoría de dirigentes y espacios políticos prefieren no ponerse en contra y acompañar o dejar hacer.
El cataclismo que la victoria de Javier Milei produjo de arranque en la escena política continuó con el heterogéneo armado del gabinete, aún inconcluso en las segundas líneas y que promete ser aún más multicolor.
Esa amplitud responde a necesidades prácticas (para poder conformarlo) y a un cálculo casi intuitivo para dotarlo de algún equilibrio y evitar que la fragilidad estructural del espacio libertario lo haga en exceso dependiente de fuerzas exógenas. Todo esto aun a riesgo de que la falta de acuerdos interpartidarios deje heridos que, ante los primeros tropiezos, pueden convertirse en adversarios y luego en enemigos.
Todo adquirió mayor densidad con los reagrupamientos que todavía siguen dándose en el seno del Congreso y tuvieron su primera expresión en el Senado con la derrota que allí sufrió el kirchnerismo en la primera sesión bajo el mando de Victoria Villarruel.
El inminente ingreso del paquete de reformas será la prueba ácida, aunque resulta todo un dato, que a pesar de la radicalidad de la orientación que ha trascendido los opositores absolutos no muestren un volumen tan potente como podrían indicar sus antecedentes.
El fin de algunos ciclos políticos y el ocaso de fuertes liderazgos precedentes, de los que varios que hasta ayer nomás eran subordinados ahora quieren desasirse, permiten y sostienen la reconfiguración. Se trata de un rearmado que, hasta que aparezcan los resultados, es del todo provisional. La física lo dice: toda acción está sujeta a la reacción si no logra sostenerse y consolidarse en el tiempo.
Entretanto, las que parecían palabras prohibidas, como ajuste o equilibrio fiscal, empiezan a ser pronunciadas y hasta anunciadas casi sin complejos en forma de medidas también en la esfera subnacional que no es controlada por los libertarios.
La naturalidad con la que se lo hace puede explicarse menos por el flamante cambio de gobierno que por la realidad precedente. Esa realidad que llevó a Milei al poder y cuyas consecuencias la sociedad consideraba inevitables después de años de despilfarro y realismo mágico en el manejo de las cuentas públicas. A pesar de la autocensura que se impusieron durante demasiado tiempo muchos gobernantes y dirigentes políticos, convencidos de que lo se silenciaba no se veía y no ocurriría. Después, si no sale bien, buscarán despegarse apuntando hacia la Casa Rosada,
Ajustadores somos todos
En apenas cinco días, una decena de gobernadores se vistieron de acuerdo con el clima de época y anunciaron paquetes de reformas severas y profundas, como reseñó ayer (https:// la nacion www.lanacion.com.ar/politica/ golpeados-por-la-crisis-los-nuevos-gobernadores-tambien-anunciaron-sus-paquetes-de-shocknid16122023/).
No sorprende que la mayoría de los mandatarios provinciales que anunciaron recortes de efectos poco gratos para muchos ciudadanos esté integrada por los que acaban de asumir y son de signo contrario a los que los precedieron. Extienden para sí el mandato que cree haber recibido Milei en ese sentido y, al mismo tiempo, toman precauciones por el efecto de las políticas que adoptará la Nación en desmedro de sus cuentas.
Sí resulta todo un dato de época que entre los neoajustadores se inscriba quien fue un soporte crucial de Cristina Kirchner, como el santiagueño Gerardo Zamora, en otra muestra de su plasticidad y pragmatismo.
Hacia dentro de los espacios y partidos políticos sobran las discusiones, las prevenciones y la dificultad para tomar partido sin provocar cismas.
El temor a quedar a contramano es mayúsculo. El rompecabezas del peronismo, por ejemplo, ni siquiera empezó a bocetarse. No hay ni siquiera una figura de referencia y faltan demasiadas piezas para empezar a intentarlo, aunque el cordobesismo cree ver un horizonte favorable.
El flamante gobernador Martín Llaryora no escapa a la lógica que inspiró a algunos de sus predecesores, quienes consideraron el gobierno provincial una escala hacia la Casa Rosada. No lo oculta. Las experiencias previas seguramente le harán tomar precauciones. Sería razonable.
La elección de Martín Lousteau al frente del radicalismo es también signo de la época, del ocaso de liderazgos y de la necesidad de renovación.
En apenas seis años, el economista (dato no menor) pasó de ser un extrapartidario a presidente del comité nacional de un partido que ha hecho culto del respeto a las tradiciones, del cursus honorum y de la medición de radicalismo en sangre de sus dirigentes. Hasta hace diez días el bloque de diputados que le responde ni siquiera integraba el bloque oficial de la UCR.
Poco ha quedado en pie de lo que había. Por eso, a pesar de que el radicalismo está y ha sido ubicado por el propio Milei en sus antípodas y de que, en privado, Lousteau discrepa profundamente del pensamiento del libertario, en su discurso inaugural hizo cuidadas objeciones a las medidas anunciadas dos días antes por Caputo. Barajar y dar de nuevo indica la hora.
En Pro las cosas son apenas un poco más fáciles. La distancia con el ajuste que propone Milei es, en promedio, inferior a la que sienten los radicales, más aún entre sus votantes.
Además, su reciente candidata a presidenta Patricia Bullrich no solo es ministra del nuevo gobierno, sibaciones no que se autoproclamó garante de la aplicación de las medidas contra cualquier resistencia.
Hasta se animó a desafiar (o provocar) a los sectores que anunciaron sus primeras protestas para pasado mañana.
La posibilidad de que haya desbordes y damnificados tiene en vilo a toda la política, incluidos sectores de la propia administración de Milei, que temen algunos excesos de las fuerzas de seguridad. Entre estos, para sorpresa de muchos, hay figuras que no pueden considerarse palomas libertarias.
Es cierto que abundan los amarillos incómodos y los agnósticos, pero prefieren esperar a los resultados.
Por ahora, estos celebran la derrota de Mauricio Macri ayer en las elecciones de Boca y toman nota de los primeros insultos en público que recibió Milei desde que ganó las elecciones, cuando fue a votar por la fórmula que integraron Andrés Ibarra y el expresidente.
Nada es definitivo, aunque es un hecho que ese repudio es más fruto de la pasión futbolera y la interna boquense que una muestra representativa de la realidad política nacional.
Construyendo al Presidente
La aparición de Milei en las redes el viernes pasado para tratar de ofrecer un haz de luz al final del largo y tortuoso túnel que espera y se les anunció a los argentinos procuró reafirmar su vínculo sin intermediarios con la sociedad y evitar que la aspereza de los anuncios limara demasiado rápido los apoyos, mostrándolo insensible a sus consecuencias.
Aquel posteo se engarza así con la aparición que hizo ayer en Bahía Blanca ante el comité de crisis formado para afrontar las consecuencias del devastador temporal que arrasó esa ciudad y dejó 13 muertos. Su presencia dominante allí al lado de uno de sus principales críticos, como es el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, fue percibida como una pequeña victoria.
Las dificultades iniciales en la comunicación del nuevo gobierno, incluidas las grabaciones y regraun del mensaje de Caputo, procuraron ser corregidas con el mensaje virtual del Presidente en busca de instalar una esperanza que el ministro de Economía ni siquiera había esbozado.
Pero, sobre todo, encontraron una oportunidad de construcción de autoridad más allá del campo económico, que es ámbito de competencia natural de Milei. La firma de su estratega comunicacional, consejero político, amigo personal y decodificador del humor social Santiago Caputo quedó expuesta con tinta indeleble.
Aun a riesgo de caer en la sobreactuación, con la vestimenta de fajina que remite (o parodia) a su admirado Volodimir Zelensky, el Presidente hizo su debut como tal en la devastada ciudad sureña, lo que significó un plus de diferenciación con las dos figuras más populares de los últimos 20 años de la política argentina. Néstor y Cristina Kirchner siempre se caracterizaron por sacarles el cuerpo y la cara a las tragedias. Hasta las que se producían por causas naturales. Milei, ante el primer cataclismo, ocupó el centro de la escena.
El flamante presidente dio así una señal de cercanía con los damnificados, en busca de desteñir los rasgos de ajenidad, distancia y hasta falta de empatía con los que sufren, que parecían caracterizarlo mejor que otros atributos más benevolentes.
El tiempo dirá si fue nada más que una escenificación planificada por los expertos en marketing político que lo rodean o si se trata de una faceta que hasta ahora no se le conocía a Milei.
La confirmación o la desmentida podrían tener consecuencias relevantes para su gestión, para la construcción de un liderazgo y para la legitimación de políticas que podrían ser muy impopulares.
Por ahora, el intento de reordenamiento de la economía está ordenando (o anestesiando) a la política, después de mucho tiempo en el que la política desordenó a la economía, con la ilusión de que no tuviera consecuencias negativas.
La realidad está pasando facturas para todos. Habrá que ver, al final, quién las paga.ß
Después de años en los que la política desordenó la economía, se invierte la ecuación
El mapa político quedó formado por los que apoyan, los que toleran, los que están agazapados y los pocos que ya se oponen
Milei empezó a tratar de construir autoridad con su presencia en Bahía Blanca

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El Gobierno se apresta a promulgar el DNU con la reforma
Incluirá una gran desregulación; llegó un funcionario de EE.UU.
En medio de una gran expectativa, el Gobierno avanzó el fin de semana con el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que apunta a comenzar con la desregulación de la economía argentina. La Casa Rosada resolvió que una parte de la reforma se instrumentará a través del DNU y otra parte irá al Congreso con un conjunto de proyectos de ley.
El objetivo del gobierno de Javier Milei era presentar hoy el decreto, pero en las últimas horas aparecieron dudas. El texto, que en la última versión tenía más de 200 páginas, circuló entre los funcionarios y asesores más importantes del Gobierno, y las revisiones demoraron su promulgación.
El DNU incluiría desde modificaciones en el funcionamiento del Estado hasta desregulaciones económicas y reformas laborales, como la habilitación del “modelo Uocra” para que las empresas puedan optar por un fondo de desempleo que reemplace las indemnizaciones.
También tendrá un capítulo energético, con una declaración de emergencia y la autorización para fijar nuevas tarifas. “Los subsidios de energía y de transporte son dos puntos del PBI. Los vamos a ir corrigiendo a razón de un tercio por año. Hoy estamos corrigiendo 0,7 de esos dos puntos. El impacto en las tarifas de energía en particular es muy difícil. No va a ser un quita de subsidios. Se está tratando de tener una ecuación financiera y económica más eficiente”, dijo ayer el ministro Luis Caputo, en declaraciones a La Cornisa, en LN+.
Milei eligió hacer un repaso de las regulaciones que tenía en carpeta para trasvasar a un DNU todas aquellas que no requieran tratamiento legislativo y cuya promulgación por decreto pueda justificarse por su carácter de urgencia. Quien hizo la última revisión jurídica de ese criterio fue el flamante procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, exfuncionario menemista. Es una jugada audaz, porque podrían aparecer planteos de inconstitucionalidad. Finalmente, se espera que en los próximos días Milei haga la convocatoria a sesiones extraordinarias, con un temario que aún resta pulir. Allí mandaría al menos tres proyectos: una reforma impositiva y económica, una reforma política y una reforma del Estado, con los aspectos que no puedan promulgarse por DNU. Según anticipó la nacion, el DNU incluiría buena parte de la reforma laboral que tiene en carpeta Milei. Otros puntos apuntan a disminuir la litigiosidad laboral y a bajar los conflictos colectivos, bajo el argumento de “mejorar la competitividad de las empresas”. Son todas formulaciones que podrían generar fuerte resistencia de las centrales sindicales.
Milei debe avanzar con las medidas en paralelo a la búsqueda de financiamiento. Ayer llegó a Buenos Aires Jay Shambaugh, subsecretario del Tesoro de EE.UU. Se reunirá con el ministro Luis Caputo en la búsqueda de ayuda del FMI.

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