miércoles, 24 de abril de 2024

ALBERTO MANGUEL Y EL LIBRO DEL PRESIDENTE




Alberto Manguel. “La Argentina vive una pesadilla grotesca”
El autor, que vive en Lisboa, viajó a Madrid a dar una conferencia por los cien años de Kafka; “vemos hoy la pérdida de memoria en la humanidad con el ascenso de la extrema derecha”,
 dijo Laura Ventura
El autor, exdirector de la Biblioteca Nacional, habla desde Madrid sobre el mundo de Franz Kafka y la similitud con el país; la relación con Borges.
Hay un lugar mítico en la ciudad donde rondan los fantasmas de Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel. La Residencia de Estudiantes, adonde sofisticados jóvenes de todo el país acudían antes de la Guerra Civil para perfeccionar su formación tras la escuela secundaria, sigue en pie. En el predio hay otros edificios, entre ellos, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, conocido mundialmente porque allí se rodó La casa de papel. Aquel templo del saber evocaba la fachada de la Casa de Moneda y Timbre, donde se llevaba a cabo el gran asalto de la serie de TV. Hasta aquí llegó desde Lisboa, un viaje de cinco horas en coche, Alberto Manguel, erudito de la literatura, ganador del Premio Formentor, exdirector de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en la Argentina y uno de los lectores personales elegidos por Jorge Luis Borges cuando fue condenado por la ceguera.
Manguel fue convocado para dictar una conferencia en el marco del centenario de la muerte del autor de La metamorfosis: “Kafka y la inminencia de una revelación”. Con una prosa exquisita, en un ejercicio de lúcida y sabia interpretación comparatista, hipnotizó a los presentes con su viaje retórico y argumentativo por la obra de Kafka, pero también por la narrativa de Borges y el Génesis. “La pérdida de memoria en la humanidad la vemos hoy con el ascenso de la extrema derecha en Italia, y ni hablar de la Argentina”, decía después de su conferencia al público. El escritor conversósobre el antisemitismo, el revisionismo histórico en la era de la ultracorrección, sus días en Lisboa, donde dirige su biblioteca –un tesoro de 50.000 ejemplares–, y aseguró que hoy “la Argentina vive una pesadilla grotesca”.
–¿Qué puede aprender el individuo del siglo XXI de Kafka cien años después de su muerte?
–No es lo mismo un lector de Kafka en la Argentina de hoy que un lector en la Argentina de principios del siglo XX. Las circunstancias sociales, políticas y culturales son tan distintas que eso que se convirtió en un adjetivo, kafkiano, toma otro significado en distintos momentos de nuestras historias.
–Hoy, lo kafkiano, según una acepción del Diccionario de la lengua española, es lo absurdo y lo angustioso.
–Sí. Cuando Borges leía a Kafka, no existía este adjetivo, porque el adjetivo kafkiano se crea después de la muerte de Kafka y empieza a significar lo pesadillesco, después adquiere la connotación de absurdo. Hoy en la Argentina,naturalmente,seconvierte en grotesco porque la Argentina es un ejemplo de la pesadilla grotesca.
–¿La Argentina vive hoy una pesadilla grotesca?
–Sí, y desgraciadamente a lo largo de nuestra historia hemos visto momentos similares.
–Usted es un intelectual muy respetado internacionalmente, ¿alguna vez se sintió como un personaje de Kafka?
–Fuera del contexto que usted menciona. Públicamente uno lleva ciertas máscaras, entonces los adjetivos que recibimos vienen desde afuera. He vivido situaciones kafkianas personales, como todos, desde que decidimos, en la prehistoria, que para organizarnos en torno a una caza de mamuts teníamos que tener ciertas reglas. En ese gesto, positivo y creativo, nace al mismo tiempo el gesto destructor y negativo de la burocracia. Naturalmente es necesaria para no tener una anarquía. El problema ocurre cuando esas formas se convierten en el modo de acción sin justificativo y sin razón comprensible. Esa experiencia la he vivido en mi vida, a veces de forma trágica, a veces cómica. Uno de los ejemplos que ilustran esta idea está en Los aforismos de Zürau: un perro que recibe latigazos de su amo. Cuando su amo y el látigo desaparecen, el perro sigue recibiendo esos latigazos. Estamos tan acostumbrados a esos efectos que ya no necesitamos las reglas para seguir las reglas.
–La familia de Kafka murió en los campos de concentración. ¿Advertía Kafka este sentimiento antisemita? Ricardo Piglia, en Respiración artificial, inventa un encuentro entre Kafka y Hitler. Un siglo después pareciera haber un resurgimiento del antisemitismo en el mundo.
–Esa creación de Piglia es válida. El antisemitismo en la teoría de George Steiner nace con la invención del monoteísmo. Cuando los judíos inventan el monoteísmo, las sociedades se rebelan ante esa idea de un dios único, porque es más cómodo concebir la naturaleza como una multiplicidad de voces y presencias divinas. Para Steiner, ese es el momento en el que empieza una larguísima tradición de antisemitismo para los judíos. El antisemitismo es una burocracia del prejuicio de acusaciones que se deshacen con la mera observación. Las características físicas son características si uno cree en las razas y, seguramente, hay algunos lugares del mundo donde se desarrollan ciertas características. En la película Maestro, el actor [Bradley Cooper] se puso una prótesis para parecerse a Leonard Bernstein y no para parecer judío. La Asociación de Defensa de los Judíos contra el antisemitismo dijo la cosa más antisemita que he escuchado en mucho tiempo: “Si quería un actor con una nariz grande, por qué no eligieron a un actor judío”. Estos discursos de prejuicios son muy contagiosos y los vemos aparecer en todas partes.
–¿Por ejemplo?
–Hay eventos en los que la sociedad confunde, en su ignorancia, a veces con las mejores intenciones, ciertas características, nacionalidades, con ciertas caricaturas. Soy canadiense, viví en Canadá 20 años, pero como nací en la Argentina, me preguntaban por qué no hablaba castellano o no tomaba mate. Esa es otra forma de prejuicio. Después de la Segunda Guerra, estamos observando una epidemia de olvido y el resurgimiento del fascismo en todo el mundo.
–¿Cuáles son las causas de esta epidemia de olvido?
–Las personas que nacieron a fines del siglo XX viven en un presente constante debido a la electrónica, una tecnología extraordinaria que existe en el presente, no hay pasado en ella. Usted puede recuperar textos del pasado, pero están traducidos al presente. A eso contribuye no solo lo que los franceses empezaron a llamar a fines del siglo XX “la derecha sin complejos” (yo tengo mi idea y quiero decir mis ideas prejuiciosas, porque tengo el derecho), ahora vienen también de la izquierda, que quieren limpiar los textos del pasado para ser leídos en el presente.
–Es el mundo del revisionismo histórico, de la ultracorrección.
–Lo más nocivo de esto es que Roald Dahl sea purgado, que Huckleberry Finn sea purgado de la palabra nigger. Esto hace que el lector de esos textos purgados se pregunte: “¿De qué estamos hablando? Yo no veo en estos textos ningún problema”. Con más fuerza ocurre ahora con esas películas llamadas colorblind,donde hay aristócratas negros. Eso es muy peligroso, porque en el esfuerzo por evitar el insulto se evita también el recuerdo del insulto. En ese sentido, cuando no conocemos el pasado hace que confundamos islamista con terrorista, árabes y musulmanes. Ahora confundimos a Netanyahu y sus políticas con los ciudadanos de Israel, con los judíos del mundo entero. Estando contra las políticas genocidas decimos “estamos contra los judíos”. Estamos perdiendo la capacidad de pensar. Nuestras sociedades son sociedades de consumo y necesitan consumidores, y los consumidores no puede ser ciudadanos que razonen. Todas estas tecnologías están contribuyendo a construir esta estupidez generalizada.
–Judith Butler se pregunta en el ensayo ¿A quién le pertenece Kafka?, si a Alemania, a Israel, a Praga. ¿Cuál es su opinión? ¿Dónde debería localizarse su biblioteca?
–Esa es una pregunta del capitalismo. A quién pertenece la Tierra, las ideas, los beneficios de tu trabajo. Cuando Saul Bellow, criticando la falta de importancia de la literatura africana frente a la europea, preguntó quién es el Tolstoi de los zulúes, Chinua Achebe le contestó: “Es Tolstoi”. El Kafka de los judíos, de los alemanes, de los americanos, es Kafka.
–Si hubiera sido Max Brod, ¿habría desoído el pedido de su amigo de quemar toda su obra?
–Depende del amigo. Si el amigo es Paulo Coelho, lo haría alegremente. También sospecho que hay un elemento de gran vanidad en ese pedido: “Mi obra es muy importante”.
–¿Cómo es hoy un día en su vida?
–Le cuento un poco. La burocracia tiene raíces en las mejores sociedades. Portugal es una democracia, de las pocas que quedan. Cuando, en 2020, el alcalde me propuso aceptar la donación de mi biblioteca para crear un centro cultural, acepté. Me sorprendió que esa oferta fuera tan práctica, no solo aceptar la biblioteca, sino ofrecer un edificio para ubicarla y un presupuesto para renovarla y contar con seis bibliotecarias. Desde entonces, el proceso es muy lento. Esperábamos inaugurar este año, pero los trabajos posiblemente comiencen el otro año. Hacemos algunos eventos porque quiero que el público reconozca la existencia del centro. Y también traduzco.
–¿Qué ha traducido últimamente?
–Los crímenes de Alicia, de Guillermo Martínez, del español al inglés.
–¿Cómo imagina que continuará el legado de Borges tras la muerte de María Kodama?
–Afortunadamente, la literatura no depende de estas legalidades, testamentos y cosas absurdas. Una viuda puede quemar los manuscritos de su marido, como hizo la viuda de Byron, otras pueden retocar dedicatorias, pero la obra sigue existiendo.
–Si le ofrecieran dirigir la Fundación Borges o el Museo Borges...
–No. No quiero dirigir nada más. Dirijo el Espacio Atlántica en Lisboa porque es la biblioteca que yo doné y esa es la condición. Seguiré los dos o tres años de vida que me quedan.
–No diga eso.
–No somos inmortales. Es algo que tenemosqueaprenderdesdelacuna.
–No somos inmortales, pero hay gente que deja huella…
–Huellas buenas y malas

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“Puede que no estén a la altura de recibir a un presidente”
Como había anticipado el presidente Javier Milei presentará en la Feria del Libro su nuevo ensayo, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica. De la teoría económica a la acción política (Planeta). Será en la pista central de la Rural, el 12 de mayo, en diálogo con el diputado José Luis Espert. Sin embargo, la organización del acto no está a cargo de la Fundación El Libro (FEL), sino de la Secretaría de la Presidencia, la editorial y las autoridades del predio. La mayor preocupación gira en torno a la seguridad. Sería la primera vez que un presidente en ejercicio se presenta en la Feria en calidad de autor.


Después de las declaraciones radiales de Ezequiel Martínez, director de la Feria del Libro, anteayer, a Radio Rivadavia, en las que consideró “paradójico” el hecho de que la máxima autoridad de “un gobierno que es indiferente con la cultura” quiera “presentar un libro en el evento cultural más importante del país”, desde la Casa Rosada respondieron con dureza. “Han sido muy violentos y hasta casi agresivos en no querer adaptarse al nuevo contexto. Puede que no estén a la altura de recibir a un presidente”, indicó a uno de los funcionarios más relevantes del Poder Ejecutivo.
En esta edición, el Gobierno desistió de montar un stand en la Feria. “Durante los últimos años se les reservaba un espacio privilegiado en el Pabellón Azul a los ministerios de Ciencia, Tecnología, Educación y Cultura, pero este año el Gobierno decidió no estar porque ‘no hay plata’”, dijo Martínez el domingo. “Por ahora lo que sabemos es que va a ser el 12 de mayo, que lo organiza la Rural con Planeta, que arreglaron ellos el tema del espacio y que pusieron a un productor. No es un espacio que la Feria del Libro utilice, porque no está dentro de los pabellones, nunca usamos la pista central, pero Karina Milei y Presidencia querían que ahí se hiciera la presentación del libro de Milei. Se presenta dentro de la Feria del Libro, pero no está organizado por nosotros”, resumió Martínez a este diario.
El acto del Presidente sería alrededor de las 19. Un rato antes, el mismo domingo, se estrenará el “Debate de la Feria”, con el diputado Hernán Lombardi, la ensayista Beatriz Sarlo, el escritor Martín Kohan y el economista Lucas Llach, moderado por María O’Donnell; será a las 17.30, en la Sala Victoria Ocampo

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