domingo, 21 de abril de 2024

LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA Y EL MEDIO ES EL MENSAJE


El foro Llao Llao, con una “jaula de oro” y una regla que rompió el equipo de Milei
El encuentro empresarial es un ámbito herméticamente cerrado, en el que se cuida con celo que no trascienda quién dijo qué
Sofía Diamante
Javier Milei junto a los participantes del Foro Llao Llao en Bariloche
Cubrir el foro Llao Llao es distinto a cualquier otro evento empresarial al que pueda asistir un periodista. Se trata de un encuentro exclusivo y hermético, en el cual antes de viajar se les avisa a los medios: “No están invitados”. Y así lo hacen sentir.
El foro Llao Llao nació en 2012, aunque en ese año todavía no se llamaba así. Uno de los dos dueños del hotel, Eduardo Elsztain, invitó a un grupo de emprendedores de Endeavor, la fundación que conecta empresas con fondos de inversión, para celebrar la reapertura del lugar, que había estado cerrado cuando las cenizas del Volcán Puyehue cubrieron la ciudad de Bariloche. El objetivo era conversar fuera del ámbito rutinario y hallar puntos en común entre el empresariado, la política y los sectores sociales.
“La pasamos tan bien que decidimos repetirlo cada año”, dice Elsztain. Al año siguiente ampliaron la invitación a un grupo de empresas familiares, que están agrupadas en la asociación Generación por una Argentina Mejor (GAM). En 2016, comenzó a llamarse formalmente foro Llao Llao.
Desde su nacimiento, el evento se mantuvo cerrado a la prensa. No se informaba la fecha del encuentro ni se les avisaba a los periodistas, pero el foro empezó a levantar el perfil, tal vez sin quererlo, por los empresarios que asistían y los invitados que llevaban.
Entre los dueños de compañías que suelen asistir se encuentran Marcos Galperin (Mercado Libre), Martín Migoya y Guibert Englebienne (Globant), Carlos Miguens (San Miguel), Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Andrea Pagani (Arcor), Verónica Andreani (Andreani), Martín Eurnekian (Aeropuertos Argentina 2000), Alberto Arizu (Luigi Bosca), y Cristiano Rattazzi (exFiat).
Por el lado de los invitados, en 2021, por ejemplo, sorprendió la asistencia del entonces ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, de excelente relación con Cristina Kirchner. Era el primer acercamiento de un funcionario de La Cámpora con el círculo rojo.
Esta clase de encuentros empezó a generar cada vez más curiosidad de la prensa y la situación cambió en 2022.
En abril de ese año, esta cronista había sido enviada  a Neuquén a cubrir un evento de energía de IDEA, una cámara empresarial que suele invitar a los medios para que registren lo discutido. El plan de viaje era ir y volver en el día, pero antes de tomar el vuelo de regreso, José Del Rio, Secretario General de Redacción, me preguntó si podía ir a Bariloche a cubrir el foro Llao Llao.
En vez de pedir un remis hacia el aeropuerto, fui a la terminal de ómnibus y me tomé un micro nocturno. Llegué un miércoles frío de abril, como hace décadas no ocurría: la ciudad había amanecido con una inédita nevada otoñal. En mi equipaje había solo dos prendas, una campera de cuero y un suéter sin mucho abrigo.
El diario había reservado una habitación en el hotel Llao Llao y, a excepción de mis editores, nadie sabía que iba al evento. Ese año habían invitado como expositores a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y al entonces ministro de Economía, Martín Guzmán. También iba un economista que en ese entonces era poco gravitante en los medios gráficos: el actual presidente Javier Milei.
El primer día del foro, sin que nadie me notara, logré ingresar a las reuniones y almorzar con los empresarios, mientras escuchaba el reclamo de expresidente Macri hacia los líderes de negocios. Según él, no había sido apoyado suficientemente durante sus cuatro años de gobierno. Decía en ese entonces que, si bien todos lo felicitaban por su gestión, al mismo tiempo le pedían que no les quitaran sus beneficios impositivos o comerciales. Nació la frase: “¿Pero la mía está, no?”
A nivel periodístico, fue muy rico haber podido conocer esa intimidad empresarial del foro. Sin embargo, como era de esperar, a una parte del comité organizador no le gustó.
Desde entonces, los controles de seguridad se intensificaron. Ya no dejan que cualquiera pueda alojarse en el hotel durante los tres días que dura el foro. La prensa, por su parte, tiene el acceso muy limitado: solo puede estar en la sala de directorio del hotel, al que llamamos “jaula de oro”, ya que tiene una vista espectacular y la comida que ofrecen es exquisita (se destacan las empanadas de truchas).
Pero no se puede salir de ahí. De hecho, hay guardias de seguridad en todo el hotel que impiden el paso. Para identificarnos, a los medios les repartieron unas pulseras de plástico fucsia, mientras que los empresarios tienen unas celestes y los expositores, unas verdes.
En el foro rige la regla de Chatham House, “para permitir conversaciones que enaltezcan la dinámica”, dice la organización. Esto significa que los participantes pueden hablar de lo conversado, pero no pueden detallar quién lo dijo. Por lo tanto, es muy poca la información que recibimos los periodistas.
El equipo de comunicación de Milei cambió eso. Para sorpresa de todos, Santiago Oría, el cineasta que acompaña al Presidente a todos los eventos, grabó su exposición en el foro y la subió completa a las redes. Durante una hora y 10, todos pudimos ser parte de la conversación del evento más exclusivo del país.

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La batalla cultural ahora busca más confrontación
Pablo Sirvén
El oficialismo se mueve en sucesivas oleadas para instalar un cambio cultural más confrontativo. Detecta y explota a su favor polémicas bien gancheras y dispara contra ellas en forma de cruzadas virtuales, viralizadas por las poderosas redes sociales del Presidente y de sus más fieles seguidores, en consonancia con los canales de TV amigos.
Dos ejemplos de la semana que pasamos: una sobreactuación desaconsejable ante la nueva crisis en Medio Oriente, teniendo en cuenta que la Argentina ya fue víctima de dos tremendos atentados terroristas en la década del 90, y el intempestivo aumento de las dietas de los senadores, a los que una vez más caracterizó como ratas, apelando a replicar el dibujo de un tercero. Si la semana pasada chocó de frente con Jorge Fontevecchia, en la que se acaba de ir hizo blanco en Jorge Lanata. Ambos judicializaron la pelea. Y una vez más, Milei atacó a María Laura Santillán. Siente que agredir a la prensa le rinde. En esto resultó un buen discípulo de Cristina Kirchner.
Por lo demás, el mandatario machaca sobre “la casta”, que en su acepción más amplia integran todo aquellos que se le oponen en la Argentina y en el resto del universo.
El modus operandi es siempre el mismo: se expone un tema obsesivamente hasta que llega otra ola con una nueva víctima propiciatoria a quien pegarle, a veces con muy buenas razones y otras, no tanto.
Las propias contradicciones (como liberar primero sin techo los precios de la medicina privada y obligarlos ahora a retrotraerlos a diciembre aplicándoles aumentos solo por la inflación del Indec) se minimizan y la culpa siempre pasa a ser del otro. Ídem con los vuelos presidenciales. No hay autocrítica.
Javier Milei aprovecha el extraordinario blindaje que todavía le brindan sus altos índices de aceptación en la sociedad a pesar del fuerte ajuste que lleva adelante y arremete a fondo. Es el eficiente bastonero mediático que indica cuál es el enemigo de turno y allí van todos detrás como voluntaria caja de resonancia que le arma un formidable eco. Una claque incondicional.
No es un fenómeno nuevo. Es una característica muy argenta: enamorarse apasionadamente de eslóganes que con el tiempo la frustración y la fatiga terminan volviendo obsoletos (“Los argentinos somos derechos y humanos”, “Estamos ganando”, “Con la democracia se come, se cura y se educa”, “Argentina, país del primer mundo”, “La década ganada” y ahora “No hay plata”).
En paralelo, funcionan otros distractivos más pasatistas: así como en otra época el progresivo recorte de las patillas de Carlos Menem entretenía a la opinión pública, hoy hay un espacio recurrente para un capítulo solo en apariencia menor: “Milei y sus perros”. No es mera frivolidad anecdótica: se escarba en ese asunto para ver si de allí se desprende alguna luz (u oscuridad) que nos esclarezca sobre los intrincados mecanismos mentales de quien lleva las riendas del país.
Hay otro tema, de la agenda supuestamente blanda, que también interesa por sus variadas implicancias: el gélido y abrupto comunicado sobre el fin la relación que mantenía con Fátima Florez.
¿Qué invisible imán une a estrellas y estrellitas con hombres encumbrados de la política en distintas épocas? Cholulismo, belleza y poder hacen buena yunta, aunque a veces producen cortocircuitos. Podría dar cátedra sobre el tema Donald Trump que en estos días afronta un resonante juicio por el presunto pago a una actriz porno para que no revelara que habían mantenido relaciones sexuales, porque podía obstaculizar su llegada a la Casa Blanca.
Por sus ámbitos de interés y sociales tan distantes, era bien difícil que los caminos de Javier Milei y Fátima Florez se cruzaran, pero sucedió. Fue extraño como se sustanció el breve noviazgo, si es que así se lo puede llamar, con más distancias que cercanías, tan es así que nadie se atrevió a investir a la actriz como primera dama. De hecho, en la tradicional marcha triunfal de cada presidente del Congreso a la Casa Rosada el día de la jura, quien acompañó a Milei en el auto descapotable fue su hermana.
La gran imitadora, en varias ocasiones, fue relegada a posiciones secundarias en apariciones conjuntas con el Presidente para que prevaleciera de manera más destacada “el jefe” (tal como llama Milei a Karina). Aunque Florez tuvo sus acotados momentos estelares en el balcón de la Rosada junto a su destacado amigovio, cuando fueron juntos al teatro y él asistió a dos funciones de su espectáculo en el verano marplatense. Cotillón para la prensa.
Nunca fluyó esa relación públicamente más allá de esas y otras postales sueltas. Por eso muchos no se la creyeron y hasta imaginaron un acuerdo secreto.
El fin de la relación fue comunicada unilateralmente por el Presidente. Alegó que se separaban dado “el arrollador éxito profesional” de ella, y la “compleja tarea” que él enfrenta, lo que “imposibilita” la relación que pretendían tener. Florez tardó varios días en plegarse a ese frágil argumento. Milei no tiene ninguna obligación de hablar de su vida privada, pero ya que decide hacerlo, lo ideal sería que lo haga con la verdad.
El primer mandatario retorna al celibato y su presidencia se vuelve más “siamesa” que nunca, al subir varios peldaños en el poder real Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y tutora emocional del principal habitante de la Casa Rosada.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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