martes, 23 de abril de 2024

PAULO BOTTA..DR. EN RELACIONES INTERNACIONALES


Un estudioso de los vínculos entre países
Formación
Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid; realizó estudios en el Arabic Language Centre, en El Cairo, Egipto.
Academia
Profesor en la Universidad Católica Argentina, donde dirige el programa de Oriente Medio Contemporáneo; investigador de la Universidad de la Defensa Nacional.
Actividad pública
Director del Comité de Medio Oriente del CARI.

Paulo Botta
“La dificultad para Los organismos de seguridad y de inteligencia es poder ver hacia dónde va el comportamiento de grupos como hezbollah”
 Luciana Vázquez —
El especialista en Relaciones Internacionales, quien considera “entendible” el apoyo manifestado por el presidente Javier Milei al Estado de Israel, explica que Hamas y otras organizaciones similares tienen agendas propias más allá de sus lazos históricos con Irán, lo que complejiza aún más el inestable tablero geopolítico
“L a relación entre Irán y gruposcomo Hezbollah o Hamas ha cambiado. Ya no son meros instrumentos o proxies. Ahora tienen su propia agenda”, afirma. “Hay muy pocas explicaciones que puedan justificar el vínculo de Irán con Bolivia en materia de defensa”, dice. “La relación de Irán con los países bolivarianos se ha profundizado y ampliado a mayor cantidad de ámbitos”, plantea. “Hace casi más de veinte años que Irán ha tomado la decisión de fortalecer su presencia en nuestra región”, explica. “Tenemos que acostumbrarnos a que aparezcan lo que llamamos ‘potencias no tradicionales extra regionales’, cada vez más activas en nuestra región”, concluye.
El respetado especialista en Medio Oriente y sus relaciones con América Latina, Paulo Botta, estuvo en La Repregunta. Es profesor en la Universidad Católica Argentina, donde dirige el programa de Oriente Medio Contemporáneo. Es investigador de la Universidad de la Defensa Nacional, entre otras instituciones de formación de las Fuerzas Armadas. Botta es director del Comité de Medio Oriente del CARI, pero deja claro que sus opiniones son personales.
Conflicto en Medio Oriente e impacto en América Latina. ¿Crece la influencia de Irán y de otras autocracias del Golfo? ¿Le conviene a la Argentina alinearse con Israel? ¿Hezbollah está en la región? Qatar, de los préstamos de Massa al emir amigo de Macri. Botta hizo su análisis.
Aquí, algunos pasajes destacados de la entrevista.
–La mayor presencia de Irán en distintos regímenes de democracia muy débil o autocracias latinoamericanas o el desembarco de Qatar o de Arabia Saudita con intereses comerciales en América Latina, ¿habla de un crecimiento y acentuación de un nuevo soft power, y de un poder no tan soft, y una lógica geopolítica marcada por esos conflictos de Medio Oriente en América Latina?
–En el caso de Irán, hace casi más de veinte años que ha tomado la decisión de fortalecer su presencia en nuestra región. Ya durante la presidencia de Jatamí, el acercamiento a nuestra región se debió a que países de América Latina formaban parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El primer vínculo estrictamente no bilateral de Irán con América Latina fue el Movimiento de Países No Alineados. En los primeros años del siglo XXI, la República Bolivariana de Venezuela fue el principal país de la región al que Irán comenzó a acercarse. Lo que unía a Irán y Venezuela era un sentimiento anti Estados Unidos. Además, ese vínculo le sirvió a Irán en otros dos sentidos. El primero, a medida que comenzaba un aislamiento en el sistema internacional, sobre todo a partir de 2005 o 2006, cuando comenzaron las primeras sanciones por su programa nuclear: le servía para demostrar que no todas eran puertas que se cerraban. Y un segundo aspecto es que Irán también conceptualizaba a América Latina como patio trasero de Estados Unidos.
–La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció la presencia del grupo Hezbollah en el norte de Chile. Por otro lado, hay alertas por una suerte de memorándum de entendimiento entre Bolivia e Irán para la provisión de tecnología de ciberseguridad. Ese salto en el vínculo de Irán con algunos países de la región, ¿es preocupante? ¿Cuál sería el elemento diferencial en la relación de América Latina con Irán hoy?
–La primera diferencia es que, en los primeros años del siglo XXI, Venezuela era la puerta de entrada de Irán hacia otros países bolivarianos como Nicaragua, Ecuador, Bolivia. En ese momento fue a través de Hugo Chávez, al frente del gobierno venezolano. Ahora, ya no es un solo Estado que sirve como puerta de ingreso, sino que Irán ha generado vínculos con todos esos Estados. Con el resto de los países de nuestra región, se ha establecido una diferenciación clara: puede haber un vínculo de tipo comercial, pero han tenido mucho cuidado a la hora de establecer vínculos profundos en el ámbito político. En el caso de los países bolivarianos, se da lo inverso: hay profundos vínculos políticos y tienen pocos vínculos comerciales. La relación de Irán con esos países bolivarianos se ha profundizado, y ese vínculo se amplía a mayor cantidad de ámbitos, desde lo financiero hasta lo turístico, a exención de visados, al ámbito de defensa y seguridad.
–¿A usted le resultan preocupantes los acuerdos que está llevando adelante Bolivia?
–En principio, parece sorprendente. ¿Cuál es la necesidad de un país como Irán de profundizar los vínculos en materia de defensa en el corazón de América del Sur? Hay muy pocas explicaciones que puedan justificarlo. Ese es el primer dato. También es cierto, y hay que señalarlo, que, por la experiencia recogida a partir de los vínculos entre Irán y Venezuela en los últimos veinte años, hay mucho de retórica: nunca se concreta demasiado. En primer lugar, porque no hay muchos recursos como para llevar adelante todos esos proyectos grandilocuentes. Por otra parte, porque las agendas son muy diferentes. Los puntos que los unen tienen más bien que ver con la oposición a Estados Unidos o al Estado de Israel, pero hay muy poco contenido estrictamente bilateral. Es decir, que, primero, hay muy poca justificación para ese vínculo creciente con Bolivia y segundo, también hay mucho de retórica.
–Según la ministra Bullrich, en los últimos meses ingresaron a Bolivia unos setecientos iraníes: el temor del gobierno argentino es que estén obteniendo pasaporte boliviano que les permitiría ingresar a la Argentina, por ejemplo. ¿Se puede estar encubriendo el ingreso a la región de ese proxy de Irán que es Hezbollah?
–De acuerdo con los organismos de seguridad e inteligencia no solamente de la República Argentina sino también de otros Estados, eso es una realidad más que un temor. Sería una realidad que genera una preocupación porque hay un riesgo, una amenaza que podría concretarse. Esa podría ser la justificación que responde a esta pregunta: ¿por qué hay tanto interés de Irán en vincularse en una región tan lejana con la que hay pocos elementos estrictamente bilaterales?
–Durante el gobierno de Menem, un análisis apuntó a que los atentados en la Argentina
habían funcionado como una represalia contra Estados Unidos vía la Argentina, que con Menem se había alineado fuertemente. ¿Impactar en América Latina es un modo de castigar indirectamente a Israel y a los Estados Unidos?
–Irán ha conceptualizado lo que ellos mismos denominan “el eje de la resistencia”, esto es la vinculación con grupos subnacionales en distintas partes de Medio Oriente: Hezbollah en Líbano, Hamas en Gaza, los Hutíes en Yemen, la Fuerza de Movilización Popular en Irak. Cada uno tiene su propia agenda, pero todos son anti israelíes y anti norteamericanos. En los últimos veinte o veinticinco años, Irán ha utilizado a estos grupos. Ya no se trata pura y exclusivamente de instrumentos, de proxies. Muchos de estos grupos comienzan a ser socios: generan su propia agenda, sus prioridades, otras fuentes de financiación. Hezbollah ha utilizado el narcotráfico y el contrabando para financiarse en algunos lugares de funcionamiento no tan claro de América Latina. La evolución de la situación es mucho más compleja en términos de seguridad porque hay que atender los intereses de varios actores, no solamente de uno. En Líbano, hay una gran coordinación política de Hezbollah con Irán, pero también hay otros temas que son específicos de Hezbollah. Cuando actúan en otras regiones del mundo, hoy no sabemos si se da esa misma lógica que se da en Líbano. La dificultad para los organismos de seguridad y de inteligencia es poder ver exactamente hacia dónde va el comportamiento de estos grupos.
–En el caso del gobierno de Javier Milei, el respaldo a Israel es contundente. Hay un gran debate sobre si tiene sentido que la Argentina se alinee tan abiertamente detrás de Israel y de los Estados Unidos. Hay quienes sostienen que una posición de neutralidad del Gobierno sería más razonable. ¿Cuál es la posición que debería tomar un país occidental en este conflicto?
–No sería tan normativo: no es que haya una posición que deba tomar. Sí voy a señalar una realidad. En primer lugar, no hay ningún país de Medio Oriente que tenga una cercanía tan importante como tiene Israel con la Argentina. Tenemos entre 90 y 100 mil ciudadanos argentinos viviendo en Israel. Además están los atentados del ‘92 y ‘94 que, de acuerdo con las autoridades judiciales argentinas, fueron responsabilidad de Irán: es fácilmente entendible que la Argentina tenga una posición más cercana a Israel. Por otro lado, el sistema político argentino es fuertemente presidencialista, con presidentes que tienen la capacidad de definir la política exterior de una administración, como es el caso del actual presidente Milei, que ha dejado muy clara su posición personal.
–Quienes están de acuerdo con Milei sostienen que ante el ataque y la amenaza terrorista, no se puede ser blando.
–La política exterior de todo el Estado se maneja entre un extremo que son los valores y otro extremo que son los intereses. Lo ideal sería que haya un equilibrio. En este sentido, resulta clara la cercanía que la actual administración ha enfatizado con respecto al Estado de Israel y la voluntad de marcar el apoyo de la Argentina. Que puedan derivarse otras consecuencias de ese apoyo es algo que todavía no hemos podido ver. Sí podemos enumerar un par de elementos. El comercio exterior de la Argentina con los países de Medio Oriente es menor al 5 por ciento. Tenemos grandes socios en países del norte de África, como Egipto, Argelia y Marruecos, pero son países relativamente cercanos al Estado de Israel. Por lo tanto, no podemos pensar que la Argentina va a perder dinero por apoyar al Estado de Israel. Por otro lado, dada la competencia creciente entre grandes potencias, para países como la Argentina, un país importante pero no tanto, tomar partido puede ser beneficioso: podemos obtener beneficios que tal vez no recibiríamos si nos quedamos al margen.
–¿Cómo evalúa la situación de las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia argentinos para enfrentar estas amenazas?
–En el caso de nuestras Fuerzas Armadas, hay un debate muy profundo acerca de si realmente tenemos que prepararnos pura y exclusivamente para amenazas de tipo estatal o, por el contrario, si se podría modificar la normativa. En cuanto a los servicios de inteligencia, da la sensación de que después de los años 90 y la relevancia que tuvieron los atentados contra la República Argentina, y sobre todo desde los primeros años del siglo XXI y desde el 11 de septiembre, ha habido mucho tiempo, institucionalmente hablando, para prepararse para el mundo en el que estamos. Es un mundo donde no hay ningún riesgo que pueda considerarse lejano. Aun los ámbitos más lejanos geográficamente pueden tener impacto en nosotros.
–Más allá de Irán, otras autocracias de Medio Oriente están aumentando sus intereses en América Latina. Está el caso de Qatar. El primer ministro de Israel, Bibi Netanyahu, cuestiona al canal qatarí Al Jazeera por su supuesto sesgo pro Hamas. O las críticas por la presencia de algunos líderes de Hamas, refugiados en Qatar. ¿Cuán inquietante puede resultar esa activación de las relaciones comerciales de Qatar, por ejemplo, con Colombia o con la Argentina? En Colombia, está Qatar Energía y el presidente Petro está por firmar un tratado de libre comercio. Además, la Fundación Qatar, con foco en temas educativos, desembarcó por primera vez en América Latina el año pasado cuando hizo su cumbre Wise en Medellín. En el caso de la Argentina, el año pasado, el entonces ministro de Economía Sergio Massa acudió a Qatar por un préstamo de derechos especiales de giro para cubrir obligaciones con el FMI. También es notoria la cercanía del expresidente Mauricio Macri con el emir de Qatar. ¿Cuánto de eso es inquietante en la medida en que Qatar también es una autocracia?
–Países árabes del Golfo, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, están cada vez más presentes en nuestra región, y no solamente en términos diplomáticos. También en términos financieros, con los fondos de inversión de esos países. O con fundaciones que ayudan en aspectos culturales o de cooperación para el desarrollo. Tenemos que acostumbrarnos a que aparezcan lo que llamamos “potencias no tradicionales extra regionales”, cada vez más activas en nuestra región. También es cierto que es muy difícil plantear un análisis de blancos y negros sobre Medio Oriente. Un par de referencias con respecto al Estado de Qatar: allí estaban o están algunos líderes de Hamas, pero también una base importante de Estados Unidos. Hay que incluir esos datos en el análisis. En general, son Estados con una gran vocación de salir al mundo. Tenemos que acostumbrarnos a ver este mundo que no es tan blanco y negro. Ahí es donde Estados como la Argentina deberían echar mano de absolutamente todos los recursos que tiene: las universidades, los centros de estudio, los empresarios, todos aquellos que puedan colaborar para generar una imagen más compleja, detallada y exacta del sistema internacional.
–Es interesante la referencia a los centros de estudios: uno de los debates que se está dando en Estados Unidos en medio de la guerra entre Israel y Hamas es que el financiamiento de países como Qatar a universidades como Harvard ha generado un sesgo en la interpretación muy favorable para Hamas. ¿Puede resultar que ese financiamiento funcione a favor de la naturalización de posiciones que no son las más sanas para las democracias occidentales?
–Por supuesto. Es un gran problema. Ahora, la existencia de ese problema no debe hacer que dejemos de considerar la necesidad de saber más sobre esos Estados. A lo mejor, como no sabemos, tomamos ciertos hechos como si fueran situaciones homogéneas y cuando sabemos, a veces nos damos cuenta de que no son tan homogéneas. La existencia de esos problemas debería ser un incentivo para pensar de manera más crítica no solo el Medio Oriente, sino el mundo entero. 
“Es muy difícil plantear un análisis en términos de blanco o negro sobre Medio Oriente” Países árabes del Golfo, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, están cada vez más presentes en la región, en términos diplomáticos y financieros”

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