martes, 24 de septiembre de 2024

CUENTAS PENDIENTES Y LA ARGENTINA....POLÍTICA


Petrodólares que reaparecen después de muchos años perdidos
Por primera vez desde 2010, con la excepción de 2020 a causa del Covid, la Argentina cerrará el año con saldo positivo en su balanza comercial energética; durante ese período, el déficit del esa cuenta fue de 36.600 millones de dólares.
Néstor O. Scibona
El año próximo, el número positivo de la balanza comercial energética será determinante para las cuentas públicas
Es una de las pocas buenas noticias para el sector externo de la economía, que tardó muchísimo en llegar: por primera vez desde 2010 la Argentina tendrá este año saldo positivo en su balanza comercial energética, si se excluye la pausa impuesta en 2020 por la pandemia de Covid.
En su último informe mensual, el economista Daniel Montamat (exsecretario de Energía) calcula que en 2024 el superávit se ubicaría en US$5300 millones, una cifra que contrasta con el saldo negativo de US$13 millones de 2023 y mucho más con el de US$4360 millones en 2022. Pero también con déficits previos que, en números redondos, oscilaron en US$3100 millones (2011), US$6900 y 6400 millones (2013-2014), US$3200 millones (2017) y US$50 millones (2019).
La pesada cuenta que dejó ese período de 13 años fue una suma de US$36.600 millones en resultados deficitarios, que castigaron la balanza de pagos y las reservas del Banco Central. Pero la historia podría haber sido muy diferente si, en gran parte de ese lapso, los gobiernos K no hubieran extremado sus políticas populistas intensivas en subsidios generalizados y precios regulados (“barril criollo”), que se tradujeron en más importaciones y menos inversiones para aumentar la producción y las exportaciones.
En 2024, la reaparición en mayor escala de petrodólares argentinos obedece al boom de Vaca Muerta, que contrarresta la progresiva declinación de las cuencas productoras convencionales. El repunte de 32% interanual en la producción de crudo no convencional (que en julio llegó a 392.000 barriles diarios, 52% del total), posibilitará que aporte casi dos tercios (algo más de US$6100 millones) al total de exportaciones energéticas, estimado en US$9600 millones y que incluye gas natural, nafta virgen, propano y butano y otros crudos.
También contribuye al superávit el efecto combinado de mayores exportaciones de gas no convencional (6% promedio de la producción) y menores importaciones de gasoil y gas natural licuado (GNL) que, según la estimación de Montamat, caerán 20% interanual a casi US$4300 millones, muy por debajo de los US$7900 millones de 2023 y del récord negativo de US$12.900 millones en 2022.
Las perspectivas son aún más auspiciosas para 2025, cuando ya se habrán completado dos inversiones en oleoductos que amplían la capacidad de transporte de crudo desde la cuenca neuquina y, por consiguiente, las exportaciones.
Uno es el de Oleoductos del Valle (Oldelval), que une la estación de bombeo de Allen (Río Negro) con Puerto Rosales (Bahía Blanca), donde opera la terminal de almacenaje y bombeo de Oiltanking Ebytem (OTE), que también está siendo ampliada. Los accionistas de Oldelval son YPF (37%), ExxonMobil (21%), Chevron (14%), PAE (11,9%), Pluspetrol (11,9%), Tecpetrol y Pampa Energía (con 2,1%, cada una). Tras elevar de 36.000 a 42.000 m3 diarios el volumen, hace un mes se completó la soldadura de un nuevo ducto de 525 kilómetros dentro del proyecto Duplicar, que lo llevará a 86.000 m3 (105% más) y permitirá exportar casi 50.000 m3 adicionales por día. Su inauguración oficial está prevista para fines de este año o comienzos del próximo.
Otro fue la rehabilitación en 2023 del Oleoducto Trasandino (Otasa), de 425 kilómetros, que conecta Puesto Hernández (Neuquén) con la refinería Bio Bio en Chile, de la petrolera estatal Enap. Estuvo inactivo desde 2006, cuando Néstor Kirchner dispuso la abrupta interrupción de las exportaciones de petróleo y gas al país vecino. Esa parálisis de 17 años obligó a los accionistas de Otasa (Enap, YPF y Chevron) a invertir en un análisis técnico integral con pruebas de presión para ponerlo a punto. Si bien transporta unos 10.000 m3/día, su capacidad podría ser progresivamente aumentada en 70% y aprovechada por otras petroleras.
El proyecto clave de este sistema logístico exportador de petróleo –como lo detalló el jueves último Sofía Diamante  es el Oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), liderado por YPF. Con el objetivo de evitar un cuello de botella en la salida de la producción entre 2026/2027 y 2030, un primer tramo, de 128 kilómetros, unirá las localidades de Añelo (Neuquén) y Allen (RN) para conectarse con el sistema de Oldelval. Y otro, de 437 kilómetros, transportará 62.000 m3 diarios hasta Punta Colorada (Río Negro). Allí se readecuará el puerto de la ex Hipasam para instalar tanques de almacenaje y dos monoboyas en aguas profundas para cargar buques tanque de gran tamaño.
Esta inversión de US$2500 millones sería una de las primeras en ingresar al RIGI (con estabilidad jurídica, fiscal y cambiaria por 30 años). Para llevarlo a cabo, YPF está formando un consorcio de petroleras que operan en VM y hasta fin de mes podrán adherir a la convocatoria. Una de ellas –Pampa Energía- ya anunció su participación con un 10%, a la que se sumarán otras.
Punta Colorada será también la terminal del futuro gasoducto Vaca Muerta Sur con una mega-inversión privada a medida del RIGI y cuya primera etapa prevé una planta flotante de licuefacción para exportar GNL a mercados de ultramar. De ahí que PAE se haya anticipado al acordar con la empresa noruega Golar el arriendo de un buque con alta capacidad de procesamiento.
Punta Colorada será también la terminal del futuro gasoducto Vaca Muerta Sur con una mega-inversión privada a medida del RIGI y cuya primera etapa prevé una planta flotante de licuefacción para exportar GNL a mercados de ultramar. De ahí que PAE se haya anticipado al acordar con la empresa noruega Golar el arriendo de un buque con alta capacidad de procesamiento.
Con estas perspectivas, el economista Ricardo Arriazu proyecta como escenario base para 2025 un superávit energético del orden de US$13.600 millones, con exportaciones de petróleo y gas natural por US$16.300 millones e importaciones de combustibles líquidos por US$2700 millones. Además de los oleoductos de Oldelval y Otasa, su proyección incluye la puesta en marcha de las dos plantas de compresión del gasoducto Néstor Kirchner I, la reversión del gasoducto Norte (que hasta mediados 2024 transportó gas desde Bolivia) y la conexión de pozos de la plataforma off shore Fénix (de Total-Wintershall- PAE) al gasoducto troncal San Martín. También prevé mayores exportaciones de gas natural a Chile y Brasil y mayor uso de gas en generación eléctrica en reemplazo de gasoil y fueloil, si se mantuviera estable el precio del petróleo (actualmente entre 72 y 74 dólares por barril).
Efectos ruinosos
El superávit energético de este año, en torno de US$5300/6000 millones, equivale, en una comparación macroeconómica, a un tercio del saldo comercial de toda la balanza de bienes, o al monto de las reservas netas del BCRA, o de los vencimientos de capital de la deuda externa pública en el primer trimestre de 2025.
Pero esta tardía reversión del déficit pone de relieve la pérdida de oportunidades y el efecto ruinoso que sufrió el país con el populismo energético de la era K. Sus políticas ocultaron los costos reales de la energía con una avalancha de subsidios estatales que catapultaron el déficit fiscal, la emisión monetaria y el endeudamiento del Tesoro, mientras el atraso de precios y tarifas impulsaba el consumo a costa de mayores importaciones de gas y combustibles que desmoronaron las reservas del BCRA.
La disparatada secuencia arrancó en 2006 con los precios regulados de hidrocarburos y el intempestivo cierre de los ductos construidos en los años ‘90 para exportar a Chile, Brasil y Uruguay, a fin de preservar un insostenible autoabastecimiento. Ya entonces Néstor Kirchner fantaseaba con Hugo Chávez la construcción del “Gasoducto del Sur”, de casi 10.000 kilómetros y costo incalculable para traer el fluido desde Venezuela. Pero la realidad hizo que desde 2008 en adelante debiera recurrir a la importación de GNL en invierno con el alquiler del buque regasificador amarrado en Bahía Blanca –excepto en 2019, 2020, 2023 y 2024– y otro que desde 2011 hasta ahora opera en Escobar todo el año.
También en 2008 el matrimonio Kirchner forzó el traspaso del 25% de acciones de YPF al Grupo Eskenazi, a través de un préstamo de Repsol cancelable con utilidades. Y, cuando en 2012 se confirmó el potencial de recursos de Vaca Muerta, Cristina Kirchner decidió expropiar la mayoría accionaria sin respetar el estatuto de YPF, a instancias de Axel Kicillof. Ahora esta combinación expone al Estado argentino a pagar US$16.000 millones, tras el fallo del tribunal neoyorkino a favor del fondo Burford, que compró la quiebra del grupo argentino a cambio de un porcentaje de la sentencia.
Alberto Fernández no se quedó atrás: anuló en 2022 la licitación convocada en 2019 por Mauricio Macri para construir con capitales privados el gasoducto troncal desde Vaca Muerta. Y no sólo transfirió la concesión a la estatal Enarsa sino que, paradójicamente, lo bautizó con el nombre de Néstor Kirchner.
Ahora el gobierno de Javier Milei convocó a otra licitación privada similar para la segunda etapa del GPNK (Salliqueló - San Jerónimo), con una inversión de US$2500 millones a recuperar con peaje, que prevé adjudicar en diciembre para que comience a operar en marzo de 2026 y aumente las exportaciones al mercado brasileño.
Aun así, el futuro inmediato del sector no está totalmente despejado. Montamat sostiene que la política cambiaria sometida al cepo y tasas de riesgo país en torno de 1300 puntos básicos son condicionantes para futuras inversiones. Y agrega que “no va a haber normalidad energética en una Argentina anormal”.

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Necesitamos confiar más en las ONG
Mary Teahan

Imaginemos una sociedad sin escuelas en comunidades rurales, sin refugios para víctimas de violencia, sin organizaciones que protejan nuestros ríos y bosques. Suena desolador, ¿verdad? Pues bien, gracias al trabajo de las organizaciones de la sociedad civil, esta realidad tiende a ser diferente en nuestro país.
En un contexto en que las instituciones de la Argentina han sufrido una erosión significativa en la confianza pública, las llamadas ONG (organizaciones no gubernamentales) se enfrentan a un reto mayor: recuperar su reputación y reafirmar su rol crucial en la sociedad. Según el más reciente estudio Barómetro de Confianza de Edelman, la confianza en las instituciones argentinas cayó del 49% en 2020 al 39% en 2024, ubicando al país en el puesto 26 de las 28 grandes naciones evaluadas. Sin embargo, el dato más alarmante es la caída abrupta en la confianza hacia las ONG, que pasó del 58% en 2015 al 35% en 2023, según el índice de Cultura de Dar. Es una situación preocupante que exige reflexión y acción inmediata.
Las ONG son más que simples organizaciones benéficas; son pilares fundamentales que proveen educación, cultura, servicios básicos, cuidado del medioambiente, refugios en tiempos de emergencia y mucho más. Estas entidades también juegan un papel esencial en sostener el tejido social, especialmente en un país como la Argentina, donde el Estado carece de recursos para abordar suficientes necesidades sociales.
El hecho de que la confianza en estas organizaciones haya disminuido tan drásticamente es un golpe duro no solo para las ONG, sino también para la sociedad. Sin confianza, las ONG enfrentan serias dificultades para obtener fondos, influir en políticas públicas y cumplir con sus misiones. La pérdida de confianza es particularreales mente preocupante porque en un país con recursos limitados estas organizaciones representan una herramienta vital para el cambio y el progreso.
El problema tiene dos raíces principales. Primero, existe una confusión generalizada sobre qué constituye una ONG. En la mente de muchos, el término ha sido invadido por agrupaciones con fines sociopolíticos, como movimientos piqueteros, que diluyen la percepción del verdadero trabajo que realizan las ONG. Segundo, y tal vez más importante, la sociedad no está suficientemente informada sobre cuánto contribuyen las ONG al bienestar social y al cuidado del medioambiente. La falta de visibilidad de sus logros reduce su capacidad de ser vistas como actores influyentes y con alto impacto en la sociedad.
¿Por qué es importante el posicionamiento de las ONG? La respuesta es clara: sin un reconocimiento fuerte y positivo de su labor, estas organizaciones no podrán influir en las políticas públicas ni obtener las donaciones necesarias para sobrevivir y prosperar. Esto afecta directamente su capacidad de generar cambios y sostenibles. Las ONG dependen en gran medida de las donaciones de gobiernos, empresas y personas. Sin una sólida base de confianza, la obtención de estos fondos se convierte en una tarea hercúlea, poniendo en riesgo la continuidad de sus proyectos y programas. ¿Qué hacer al respecto? Existen dos acciones claves que podrían cambiar el rumbo de las ONG en la Argentina: por un lado, consensuar y difundir un nombre unificado para el sector. Hoy hay varios términos en uso: ONG, OSC, tercer sector, sector social, organizaciones sociales, etc. Es necesario que las ONG más representativas se reúnan para definir y promocionar un término que abarque a todas las organizaciones del sector y no se confunda con entidades con otros fines. Un nombre claro y coherente facilitará la identificación y diferenciación de las ONG respecto de otros grupos, eliminando la confusión y mejorando su imagen pública.
Por otro lado, informar sobre las obras y logros de las ONG. La sociedad necesita conocer el impacto real de las ONG. Las campañas de comunicación masiva que destaquen los logros y proyectos exitosos pueden elevar significativamente su percepción pública. Por ejemplo, Aedros, asociación de recaudadores de fondos, podría relanzar una campaña que no solo invite a donar, sino que primero eduque sobre el bien que las ONG ya están haciendo. Asimismo, cada ONG debe esforzarse por comunicar regularmente sus avances, creando un ambiente donde el valor de su trabajo sea reconocido y apreciado.
Restaurar la confianza perdida es fundamental para que estas organizaciones puedan convertirse en verdaderos motores de cambio en el país

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Lograr conquistas duraderas
Bernardo Saravia Frías
La audacia requiere de luminosidad para lograr conquistas duraderas. De otro modo, estamos ante una revolución estéril, esa que Chesterton describía como un movimiento que infructuosamente vuelve al punto de partida.
Gobernar bien es un acto complejo, compuesto en un 10% de ideas y un 90% de implementación. Lo difícil es pasar de la potencia al acto, por aquello de que es muy distinto conquistar el poder que ejercerlo. Se llama política, un arte que permite realizar un ideario, dándole fuerza vinculante sobre la realidad, transformándola. Está faltando en la Argentina.
La Comisión de la Unión Europea emitió un reporte elaborado por Mario Draghi (ex primer ministro de Italia y presidente del Banco Central de la UE) que tiene sugerentes lecciones para nuestro país. Está claro que las analogías directas suelen ser el peor error lógico en política; entendiendo esa premisa, tiene una forma y un contenido dignos de atención, especialmente considerando los actos institucionales más recientes en nuestro país: la Ley Bases, el Pacto de Mayo y el presupuesto. Buenos enunciados, sin duda, pero con errores de contenido e implementación. Para ser más claros, sin una cosmovisión: un conjunto de ideas difusas en algunos casos, perimidas en otros, y con mucho de rezago y amateurismo en su proceso de aplicación.
Vamos a Draghi. El objetivo de su propuesta es “productividad y competitividad”. Identifica los valores que han servido como pilares para la prosperidad de la UE: competitividad sostenible, base para que la actividad privada sea productiva y respete el medio ambiente; seguridad económica, que implica lidiar con los desafíos protegiendo el empleo; apertura estratégica al mundo, es decir, inteligente y administrada, y justa competencia, garantía de un mercado vibrante, donde cualquiera tiene igual oportunidad de éxito.
Con un norte claro, avanza identificando los desafíos y proponiendo soluciones concretas, que atraviesan estratégicamente su economía. No es un paquete de tijeretazos normativos insustanciales; tampoco una iteración de fórmulas pasadas, probadas y fallidas. Mira el presente desde el futuro: sus problemas son la baja productividad de la economía, los altos costos de la energía, dependencias estratégicas de materiales críticos y tecnologías, e insuficiente inversión en digitalización, descarbonización y defensa. Concreto y simple. De allí las propuestas, que promueven el mercado pero para nada descartan el Estado, menos su coexistencia, a sabiendas de que no bastan “paz, impuestos fástaff ciles y una tolerable administración de justicia” (Adam Smith).
Volvamos a la Argentina. El gran mérito del Gobierno es de orden cultural: ha cambiado lo que parecía imposible, una mirada Estadocéntrica tan insostenible como insoportable. Es cierto que tiene límites de mayorías en el Congreso, pero cuenta con la fragmentación política y el cambio cultural de la sociedad. Esa es la senda; falta la hoja de ruta… Aquí la potencia del informe Draghi: los consensos se logran convenciendo a partir de una agenda con más puntos de encuentro que de antagonismo y discrepancia, de ese estilo cargado de resentimiento que primó las últimas décadas. Y qué mejor método que la bandera de los conceptos claros y bien articulados. La Argentina necesita menos de la polarización de siempre y más de un marco conceptual de estabilidad para el desarrollo.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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