jueves, 24 de octubre de 2024

EL ESCENARIO Y EL PERFIL




La retirada massista y el avance del asesor Santiago Caputo
EL ESCENARIO Francisco OliveraGuillermo Michel
La disolución de la AFIP podría ser vista únicamente desde su aspecto administrativo: una medida destinada a ahorrar, como dijo el Gobierno en su comunicado, unos 6400 millones de pesos anuales mediante la baja de sueldos y la desvinculación de 3155 agentes que entraron durante la gestión anterior. Pero el espíritu de la norma incluye también una bomba política: es el primer quiebre real, deliberado y público de Javier Milei con el espacio que conduce Sergio Massa, que tenía hasta ahora una presencia relevante en lugares estratégicos del Estado.
El Frente Renovador fue, durante la campaña electoral, una de las fuerzas que más apuntalaron las aspiraciones y las listas del ahora presidente, que llegó al poder con una estructura nueva y carente de cuadros técnicos.
Massa lo hizo mientras, igual que todo el peronismo, creyó que el adversario por vencer en octubre pasado sería Juntos por el Cambio. Fue un error de cálculo.
El viraje no sorprendió en realidad a todos los ejecutivos de la AFIP, muchos de ellos referenciados en el massista Guillermo Michel, exjefe de la Aduana hasta diciembre, que de algún modo lo veían venir: hasta el martes decían internamente que la presencia de varios de ellos en el organismo obedecía a un “acuerdo por la primera mitad del año o un poco más”.
Es probable que los primeros notificados, ellos mismos, hayan sido también quienes lo dejaron trascender hace dos meses, cuando el país hablaba de otra cosa. Lo publicó el 6 de agosto pasado La Política Online con este título: “Santiago Caputo quiere nombrar a un enemigo de Clarín en inteligencia fiscal en la AFIP”. Se refería a quien estará ahora al frente del organismo, Andrés Vázquez, que encabezó en 2009 como jefe de la Dirección Regional Sur, y todavía con Néstor Kirchner en vida, el operativo sobre las instalaciones del grupo periodístico.
¿Qué llevó a Milei a dar ese paso indudablemente arriesgado para una fuerza en minoría parlamentaria y que apenas venía insinuando en las declaraciones, cada vez que se refería a Massa como “el enemigo”? ¿Se siente más fuerte que en enero? ¿O ve en la atomización del peronismo una oportunidad? Probablemente sean ambos factores sumados a una convicción que, días atrás, consultado al respecto por un interlocutor de buena relación con el Presidente, repetía Santiago Caputo sobre Massa: “Ya no le debemos nada”.
La semana pasada, en La Libertad Avanza admitían esta pretensión de tomar una distancia de manera explícita.
Uno de los argumentos usados al respecto era que la capacidad de daño político del líder del Frente Renovador era a estas alturas bastante más acotada que al principio del Gobierno.
Milei decidió entonces detonarla. No lo hizo como se lo propone desde hace tiempo Mauricio Macri, aprovechando cuadros técnicos de Pro. Eligió, al contrario, y como siempre últimamente, tener su propio aliado. Lo encontró en un sector interno de la AFIP: el que ahora encabeza Vázquez, empleado del organismo desde 1991 y durante muchos años jefe de la Dirección de Inteligencia Fiscal. Un área y un entorno sensibles. Cuestionado adentro porque ha cobijado por ejemplo a Damián Sierra, un agente vinculado con los servicios de inteligencia. Sierra murió en 2016, pero, tres meses antes, se había hecho conocido en el mundo de la política por haber ayudado a salir del país a Antonio Stiuso, enemistado entonces con Cristina Kirchner: lo llevó en su Grand Cherokee a Uruguay. Vázquez ocupó hasta ese año la jefatura de la Dirección Regional Sur del conurbano, de la que fue desplazado por Oscar Parrilli, entonces jefe de la Secretaría de Inteligencia, y desde ahí pasó a la Aduana de La Plata, donde figuraba hasta ayer.
En 2008, como publicó Hugo Alconada Mon Vázquez y otros funcionarios y sindicalistas fueron denunciados por Graciela Ocaña en una causa que investigaba acciones de lavado a través de cuentas no declaradas del BNP Paribas que enviaban fondos a paraísos fiscales. Varios de los investigados regularizaron años después su situación con los blanqueos.
¿Pudo Caputo, armador político del Gobierno, reemplazar la vieja casta por otro elenco? ¿Sería una ingenuidad intentarlo cuando todavía el éxito económico de Milei no está consumado? El tiempo lo dirá. Hasta ahora, al menos en un área como la AFIP, espinosa y traicionera, la propuesta viene apuntalada por un poder ya constituido. “Tabula rasa”. Como haciendo honor a la paradoja de Nietzsche en Así habló Zaratustra, cuando le recomendaba a quien quisiera mantenerse limpio entre los hombres aprender a lavarse, incluso con agua sucia.

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Quién es el nuevo jefe de la DGI
Hugo Alconada Mon

El presidente Javier Milei designó al frente de la nueva Dirección General Impositiva (DGI) a Andrés Edgardo Vázquez, un funcionario que acumuló polémicas por su actuación en la entidad tributaria durante los años del kirchnerismo. Fue quien lideró un megaoperativo de la AFIP contra el Grupo Clarín en 2009, tuvo bajo su órbita la vigilancia de actividades de Cristóbal López y Lázaro Báez y quedó en la mira judicial cuando se descubrió que controlaba dos cuentas no declaradas en el exterior con casi medio millón de dólares, según reconstruyó
Ascendió ahora a la cúspide de la DGI de la mano del tercer integrante del “triángulo de hierro” de los hermanos Milei, Santiago Caputo. Durante meses su nombre circuló por la Casa Rosada sin que se concretara su designación. Lo logró ayer, con un mínimo traspié: el comunicado de Presidencia lo identificó con otro segundo nombre –“Gerardo”–, que el vocero presidencial, Manuel Adorni, remendó ante consultas de la prensa.
Al flamante jefe de la DGI lo consideran enemigo los ex titulares de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) Ricardo Echegaray y Alberto Abad, y el otrora titular de la DGI, Horacio Rodríguez Larreta, que por motivos muy distintos lo desplazaron de sus funciones y lo relegaron a áreas secundarias del organismo, pero sin lograr que lo exoneraran. consultó a la nacion Vázquez en el correo electrónico disponible. En su respuesta, aclaró que por el momento no haría declaraciones, en atención a que su nombramiento aún no ha sido publicado ni ha tomado posesión del cargo.
Contador y referente insoslayable de la llamada Dirección de Inteligencia Fiscal del organismo tributario, hace ya casi un cuarto de siglo, de la mano de Carlos García Lorea, Vázquez tejió desde esa área vínculos con el poder y el espionaje de Francisco Larcher y, más aún, Antonio Stiuso. Es un cultor del bajísimo perfil, hasta el punto de que no hay fotos de él disponibles en sitios de internet y en redes sociales.
En 2007, según reveló la nacion por entonces, una supervisora y una inspectora del equipo de Operaciones Financieras del Departamento de Investigación del área de Grandes Contribuyentes Nacionales de la AFIP, Haydee Boyadjian y Verónica Castiello, reportaron a sus superiores que cuando fueron a requerir documentos al casino flotante de Puerto Madero los recibió Vázquez. El barco era propiedad de la española Cirsa y de Hipódromo de Palermo, de Federico de Achával, pero con Cristóbal López como una sombra omnipresente. Tras el reporte de la supervisora y la inspectora, Abad –en su primera gestión al frente de la AFIP, durante el kirchnerismo– abrió un sumario que terminó con Vázquez “congelado”.
La renuncia de Abad y la posterior asunción de Echegaray al frente de la AFIP le permitieron a Vázquez volver al ruedo. Quedó al frente de la estratégica Regional Sur Metropolitana, área donde lidió con Lázaro Báez, quien modificó el domicilio fiscal de varias de sus empresas. Así fue como, por ejemplo, Vázquez quedó al frente del caso Gotti Hermanos. Es decir, el entuerto de las facturas falsas que había acumulado esta constructora de Santa Cruz que, con el tiempo, se descubrió que era de Lázaro Báez. En 2008 cayó toda la línea que la investigaba: desde el jefe de la Regional, en Comodoro Rivadavia, Norman Williams, a su superior en Buenos Aires, Jaime Mecikovsky, y al entonces titular de la DGI, Horacio Castagnola.
El siguiente episodio en el que el nombre de Vázquez cobró notoriedad llegó el 10 de septiembre de 2009, cuando lideró el megaoperativo con 200 inspectores contra la sede central del Grupo Clarín, en momentos en que Cristina y Néstor Kirchner encabezaban una batalla pública contra esa empresa de medios. La ofensiva dio la vuelta al mundo y Echegaray debió pedir disculpas públicas, mientras que en un sumario interno del organismo tributario cruzó acusaciones con Vázquez.
Sin retroceder
Por aquellas horas, y con toda la presión pública sobre sus espaldas, Echegaray juró que él no había ordenado el operativo y que había dispuesto “el despido” esa misma tarde de Vázquez –a quien desde el círculo del propio titular de la AFIP lo vincularon con la Secretaría de Inteligencia (SIDE)–, además de disponer, también, la salida del superior inmediato de Vázquez, Sergio Mancini.
Diez meses después, sin embargo, la situación de ambos funcionarios era muy distinta. Mancini, amigo de Echegaray desde sus tiempos en la militancia de derecha en la Universidad Nacional de Mar del Plata, debió renunciar a su puesto político en la AFIP, aunque continuaba dentro del organismo como “empleado raso”. Por el contrario, el sumario interno concluyó que “lo que hizo el director regional [por Vázquez] estaba dentro de sus facultades, y sigue en su cargo”, confirmó entonces Echegaray a la nacion, sin ocultar su incomodidad. A diferencia de Echegaray, Vázquez estuvo lejos de retroceder. Sin que mediara una pregunta directa del instructor del sumario, Pedro Róveda, Vázquez detalló que poco antes del megaoperativo contra el Grupo Clarín se organizó un cónclave con Echegaray y toda la cúpula de la AFIP: “Expresa el administrador federal [por Echegaray] que el objeto de la presente [por la reunión] es, dentro del ámbito de la investigación en curso sobre el Grupo Clarín, desarrollar acciones concretas y, en su caso de corresponder, radicar las pertinentes denuncias penales antes del día lunes, aclarando que el día de la reunión fue el día jueves”.
Escoltado por su abogado particular, Vázquez fue más allá. Dijo que en pleno operativo dialogó con Mancini y Echegaray por teléfono. Y, entonces sí, ante una pregunta del sumariante, aportó otro detalle de la reunión: “También recuerda que se trataron acciones concretas con los productores agropecuarios”.
Vázquez perduró dentro de la AFIP, incluso después de que reveló en 2010 que acumulaba nacion casi medio millón de dólares en dos cuentas bancarias secretas en el Caribe y en Europa que gestionó a través de una “cueva” financiera que el BNP Paribas operaba en Buenos Aires, fondos que mantuvo por fuera de los controles formales y que no declaró ante el fisco, es decir, ante el organismo para el cual trabaja.
En los formularios que la Justicia recuperó durante un operativo que ordenó contra la “cueva” del BNP Paribas constan, en ese sentido, tres datos llamativos. El primero, que Vázquez declaró que no era funcionario; el segundo, que fijó su domicilio en una dirección inexistente de la ciudad de Buenos Aires; el tercero, que se presentó como contador y dueño de un estudio contable independiente. Consultado entonces
 Vázquez se negó a confirmar o desmentir que fuera el titular de esas cuentas y esos fondos “por razones de seguridad personal”. Sólo cuando el vocero de la AFIP, Pedro López, lo urgió a desmentirlo, dijo que la información “no tiene ningún asidero” y que “nunca” tuvo cuentas en el exterior. Su desmentida duró poco. Un informe desarrollado por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) durante la gestión del fiscal Carlos Gonella, rastreó las operaciones de Vázquez y cientos de clientes más, empresarios y sindicalistas incluidos, que fugaron más de US$1000 millones. Con esos datos, el juez Osvaldo Rappa procesó en junio de 2016 a 20 ejecutivos de BNP Paribas y ordenó embargarlos por cifras récord. Vázquez terminaría desvinculado, a raíz del blanqueo.
Los documentos del BNP Paribas reflejaban que la por entonces directora de la Regional Neuquén de la AFIP, Miriam Noemí Azza, también recurrió a la sucursal clandestina que el BNP Paribas montó en el piso 27 de una torre del barrio de Retiro. Se presentó con casi US$90.000, y ante la pregunta concreta de los operadores sobre cómo llegó hasta ellos indicó que llegó por “recomendación de un tercero”. Y precisó a ese nombre: Vázquez.
En ese contexto, referentes de la Coalición Cívica (CC) reclamaron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo echara, pero no ocurrió. Vázquez continuó dentro de la AFIP hasta que, tras el triunfo de Mauricio Macri en 2015, Abad retomó las riendas del organismo tributario y lo desplazó, otra vez. Desde entonces, Vázquez perduró en funciones periféricas. Pero se abocó a sembrar lazos y relaciones que lo acercaron al mundo libertario

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