Una disputa rabiosa por la indignación ciudadana
Luciana Vázquez
La Argentina de estos días gira en torno a tres preguntas políticamente relevantes. La primera: ¿a quién le importa el drama político de Cristina Kirchner? ¿Le importa a alguien? La segunda: ¿suena mejor la rabia verbal mileísta que la cristinista? ¿Conecta más directamente con las preocupaciones del argentino medio? Parte de la gobernabilidad mileísta está basada en ser, y no solo representar, la indignación ciudadana. La cuestión es si lo que beneficia a Javier Milei, la puteada como política de Estado, perjudica a Cristina Kirchner y al kirchnerismo cuando también asumen el exabrupto como arma política. Pero también si esa escenificación de la rabia empieza a encontrar un límite en su efectividad política, también en el caso de Milei.
Al “cajón”, esa munición política inadmisible, como destino político del kirchnerismo y su conductora con el que Milei se atrevió a soñar en voz alta, la expresidenta le contestó durísima. Tachó a la palabra presidencial de “idioteces” y ejerció el tuteo con potencia tan despreciativa como denigratoria: “Dejá de amenazar Javier Gerardo Milei y aprendé a gestionar (...). Aunque me maten y de mí no queden ni las cenizas… tu Gobierno es un fracaso y das vergüenza ajena”, escribió en X.
El punto central es si la violencia creciente en la retórica política encierra irremediablemente a ambos, Milei y Cristina Kirchner, en la cámara de eco de sus certezas y los deja cada vez más distantes del ciudadano de a pie. Ahí surge la tercera gran duda: ¿qué tienen hoy los argentinos en la cabeza y cuánto de esa sinapsis social se ve traducido por la coreografía de la polarización elevada al infinito y por la retórica de la agresión extrema? La indignación y la rabia popular con las condiciones de vida y con la dirigencia política llevaron a Milei a la presidencia. Pero no está claro que la ciudadanía viva con naturalidad la puteada constante ejercida desde el cuadrilátero del poder. Una especie de Guerra de los Roses sin fin en la que el poder cree interpretar a las mayorías. Pero, en realidad, se habla a sí mismo y se autoconstruye: en la agresión mutua, los protagonistas del poder creen encontrar su identidad a partir de la diferencia con el antagonista. Hay otra posibilidad: que mientras eso sucede, desoigan a los que miran desde afuera.
El problema de todo el que copa la escena con la puteada es justificar su puteada, pero condenar la del otro. Las penas son de nosotros, las puteadas son de los otros. La doble vara desembarcó en la agresión política. ¿Cuánto de ese modus vivendi de la dirigencia política que la ciudadanía escucha con la ñata pegada contra el vidrio le dice algo que la interpreta?
Hay otro ejemplo: Milei y la referencia a Ginés González García. Todos los argumentos críticos a su gestión durante la pandemia y la condena social por su papel en el vacunatorio vip son atendibles. ¿Pero hay algún ciudadano común que en su vida cotidiana esté dispuesto a putear públicamente a un muerto, que ya no puede defenderse? El Presidente lo hizo: “Parece que los muertos se vuelven buenos, pero
no, este era un hijo de remilputa y va a ser recordado como un hijo de puta”, dijo el sábado, en una presentación en el Hotel Libertador.
Bajo la hiperfragmentación del escenario político, hay una disputa estructural en torno a quién es capaz de representar más fielmente los intereses de las mayorías. Se da también dentro del kirchnerismo. Fue Axel Kicillof, hace casi un año, en plena campaña electoral, el que fijó ese marco interpretativo del cambio de época en el nivel partidario: “Hay que componer una canción nueva”, dijo. Una especie de lanzamiento de “poskirchnerismo” que no termina de nacer. ¿Otro albertismo nonato?
En el regreso decidido de Cristina Kirchner para disputar el vértice de la burocracia partidaria, está esa idea: pelearle no solo a Milei la propiedad del oído absoluto de esa voz del pueblo que el peronismo se autoatribuye, sino también a varios de los propios. Ni esa lógica ni esa zanahoria son nuevas dentro del peronismo. Vienen desde la década del 70, cuando arreció la interna peronista más violenta. En su último discurso en la Plaza de Mayo, el 12 de junio de 1974, Perón puso sobre la mesa el trofeo que estaba en juego: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí es la palabra del pueblo argentino”, dijo.
La capacidad de representación del peronismo es una crisis que se viene constatando en su forma más dramática desde 2021 y, por el momento, no encuentra puerta de salida. La pregunta central es si la deriva actual de la conductora de la principal vertiente del peronismo conecta con la gente y los votantes. O, al contrario, no hace otra cosa que intensificar el aislamiento político. Las jugadas cristinistas de los últimos días tienen problemas. En principio, su credibilidad. Cristina Kirchner parece estar más dedicada a lograr que la ciudadanía conecte con su propio drama que a conectar ella con el drama de la gente.
Las tribulaciones de Cristina son dos: una, ya conocida, la judicial. La otra, algo más nueva, pero, sobre todo, en proceso de agravamiento: el “desorden” de su partido y la pérdida de su poder para disciplinar la interna. Hay un modus operandi que se ha vuelto hábito en Cristina Kirchner: el silencio tan sonoro como estratégico cuando el contexto político no le conviene. O saturar con su presencia física y verbal para ir al encuentro de lo popular y obtener su apoyo táctico. En estos días, está ejerciendo esta última opción. El regreso del narcisismo político de la conductora del kirchnerismo.
Está claro que hay un núcleo duro kirchnerista que es incondicional a Cristina Kirchner. Pero lo cierto es que la desconexión política de las mayorías la persigue desde hace años, aunque la expresidenta se autoatribuya el oído absoluto de lo popular. Quizás el punto culminante y más paradójico de esa falta de conexión se registró después del atentado contra su vida, en septiembre de 2022. Cuando peligró su vida, el centro de la élite kirchnerista, en teoría la máxima representación de lo popular, no logró movilizar a la opinión pública en su apoyo irrestricto. Dos días después de aquel atentado, el 71,4% de los argentinos decía que “no estaría dispuesto a manifestar en la calle para apoyar a Cristina y repudiar el hecho”. Un dato político de significación enorme.
La segunda pregunta, sobre Milei y su oído absoluto o, al contrario, su sordera creciente para escuchar a la gente. El tema es si la escalada exponencial de la polarización libertarios de Milei versus peronistas de Cristina lleva aguas al molino del Presidente. El domingo, Milei fue todavía más lejos en la confrontación con el kirchnerismo y con la expresidenta: se metió con tabúes que regulan la sociabilidad política: “Me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina Kirchner adentro”, dijo. El desplazamiento metafórico de “cajón”, y la imagen tácita de muertos dentro de un ataúd, hacia el campo de lo ideológico es, como mínimo, problemático. Cristina Kirchner estuvo a punto de ser realmente asesinada y la violencia como herramienta para dirimir disputas ideológicas ha dado muertos de verdad. Ante esas memorias de la violencia real se borronea la dimensión metafórica de las palabras de Milei.
Hay una cuarta pregunta pendiente. ¿Es necesaria esa escalada de violencia simbólica para producir cambios palpables y estructurales? El mileísmo cree que sí: que la violencia verbal extrema es parte de la caja de herramientas de política económica y de reforma del Estado. La otra herramienta son logros económicos para mostrar. Hay un retuiteo clave de Milei en las últimas horas, el posteo en X de Alberto Cavallo, profesor de Harvard y fundador de PriceStats: “La inflación mensual en Argentina está bajando de nuevo y llegó al 2,36% hasta el 20 de octubre. Es el valor más bajo en los últimos tres años”. El “de nuevo” es el detalle central. Contra todos los pronósticos, inclusive el del mismo Domingo Cavallo, padre de Alberto, Milei sigue metiendo ese gol.
¿Puede Milei frenar la violencia verbal y dedicarse solo a meter más goles macro? En la mirada del mileísmo, la respuesta es no. En la física mecánica de la política mileísta, las fuerzas que buscan producir cambios tectónicos en la lógica macro y estatal son resistidas por fuerzas kirchneristas en sentido contrario. Por eso, hay un convencimiento: se necesita tanta agresión para alcanzar tantos logros. El problema de esa certeza son los efectos colaterales que todavía no se alcanzan a ver.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Crecen los juicios laborales, aunque bajan los accidentes
La litigiosidad subió un 6% con respecto a 2023, según la Unión de Aseguradoras
Federico González del Solar
Los accidentes laborales que acaban en la Justicia crecerán un 6% en 2024 frente al año pasado, en una escalada que viene sin freno desde la pandemia. Sin embargo, según un informe de la Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (UART), titulado “La paradoja”, los accidentes laborales vienen bajando desde hace más de 15 años. El informe contabilizó 95.000 nuevas demandas y proyecta llegar a un total de 124.000 en el año, cerca del récord. Los datos muestran un irrefrenable aumento de la llamada industria del juicio.
Los accidentes laborales que acaban en la Justicia crecerán este 2024 un 6% con respecto al año pasado y se consolidaría así la tendencia alcista iniciada tras la pandemia por el coronavirus.
Los datos se desprenden del último informe que elaboró la Unión de Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (UART), una organización que agrupa a las empresas del sector, que pronostica un cierre de año con números cercanos a los niveles más altos registrados en los últimos 2.
El trabajo, que lleva por título “La paradoja”, resalta de varios modos lo que, interpretan, es un contrasentido: los índices de “incidencias” corren a la baja desde hace más de 15 años –es decir, los infortunios laborales son cada vez menos– mientras los números de litigios, lejos de estabilizarse, crecen a ritmo sostenido desde la pandemia.
Hasta septiembre, la UART contabilizó cerca de 95.000 nuevas demandas judiciales y, sobre ese piso, proyecta para el cierre de año un total de 124.000; una cifra muy próxima a los números de 2016 y 2017, cuando se registraron 127.000 y 130.000, respectivamente.
“Hay que resolver la prevención porque el trabajo no puede ser un riesgo. Debe haber prevención y responsabilidad para que el accidente no ocurra”, remarca
Gerardo Martínez, secretario general de la Uocra, el gremio que reúne a los trabajadores de la construcción.
Sobre esa base, Martínez señala que para evitar la “industria del juicio” es necesario uniformar los criterios. “El diagnóstico es que falta un esquema de parámetros en ese tema a nivel nacional. Donde la arbitrariedad es factor conducente de los juicios”, explica.
Para la UART, parte de la solución se encuentra en la ley 27.438. El Congreso la sancionó en febrero de 2017 y dispuso, entre otras medidas, la creación de los Cuerpos Médicos Forenses (CMF) y deslindar los honorarios de los peritos del proceso.
Según informaron fuentes judiciales, la Corte Suprema le envió una carta a la Jefatura de Gabinete del Ejecutivo durante el gobierno de Alberto Fernández solicitando las partidas presupuestarias para poner en funcionamientos las CMF. “Fueron rechazadas y con el nuevo gobierno no hubo ningún tipo de respuesta”, relataron.
“El procedimiento está viciado. Para un perito, diagnosticar 100 de incapacidad o 2 requiere el mismo esfuerzo, pero en toda la Justicia el perito cobra a porcentaje. A más daño, más honorario”, señalan desde la UART, donde grafican el éxito de las CMF con una comparación entre las provincias de Jujuy y Salta.
Tabla en desuso
La ley de 2017 incluye una tabla de incapacidades -un baremo- que es utilizado por las aseguradores y la comisión médica, pero que cae en desuso cuando el accidente se judicializa.
“Si no estás de acuerdo con ART, vas a la comisión médica, y después a la Justicia, que no lo tiene en cuenta y suma daño psicológico. Si ambos utilizaran la misma vara no habría discrepancias y no tendría sentido hacer un juicio”, explican desde la UART.
La baja en los fallecimientos por accidentes es otra de las caras de la paradoja que denuncia el organismo. En lo que va del siglo, los accidentes mortales se redujeron entre un 73% (con in itinere) y un 78% (sin in itinere).
Otro indicador es la disminución que la organización registra en el índice de incapacidad permanente, es decir, los daños sufridos por un trabajador.
Para dimensionar la relación entre ambas variables -los siniestros y los juicios- el informe compara los datos del país con los de España y Chile.
“Con similar accidentabilidad, la Argentina presenta casi 13 veces la judicialidad de España y 21 veces la de Chile. Claramente, un enorme problema que afecta la competitividad, detiene la generación y registración del empleo y retrasa el desarrollo económico”, señaló la UART en un comunicado.
La creciente litigiosidad fue el eje del primer encuentro organizado en agosto por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Seguro (Cides), un think tank que no cuenta con más de un año.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti fue uno de los oradores centrales del evento. Entre otras iniciativas, reclamó la creación de juzgados “móviles y flexibles” y apuntó a generar “esquemas de incentivos” que promuevan la finalización del conflicto en instancias previas al juicio.
Los accidentes laborales que acaban en la Justicia crecerán un 6% en 2024 frente al año pasado, en una escalada que viene sin freno desde la pandemia. Sin embargo, según un informe de la Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (UART), titulado “La paradoja”, los accidentes laborales vienen bajando desde hace más de 15 años. El informe contabilizó 95.000 nuevas demandas y proyecta llegar a un total de 124.000 en el año, cerca del récord. Los datos muestran un irrefrenable aumento de la llamada industria del juicio.
Los accidentes laborales que acaban en la Justicia crecerán este 2024 un 6% con respecto al año pasado y se consolidaría así la tendencia alcista iniciada tras la pandemia por el coronavirus.
Los datos se desprenden del último informe que elaboró la Unión de Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (UART), una organización que agrupa a las empresas del sector, que pronostica un cierre de año con números cercanos a los niveles más altos registrados en los últimos 2.
El trabajo, que lleva por título “La paradoja”, resalta de varios modos lo que, interpretan, es un contrasentido: los índices de “incidencias” corren a la baja desde hace más de 15 años –es decir, los infortunios laborales son cada vez menos– mientras los números de litigios, lejos de estabilizarse, crecen a ritmo sostenido desde la pandemia.
Hasta septiembre, la UART contabilizó cerca de 95.000 nuevas demandas judiciales y, sobre ese piso, proyecta para el cierre de año un total de 124.000; una cifra muy próxima a los números de 2016 y 2017, cuando se registraron 127.000 y 130.000, respectivamente.
“Hay que resolver la prevención porque el trabajo no puede ser un riesgo. Debe haber prevención y responsabilidad para que el accidente no ocurra”, remarca
Gerardo Martínez, secretario general de la Uocra, el gremio que reúne a los trabajadores de la construcción.
Sobre esa base, Martínez señala que para evitar la “industria del juicio” es necesario uniformar los criterios. “El diagnóstico es que falta un esquema de parámetros en ese tema a nivel nacional. Donde la arbitrariedad es factor conducente de los juicios”, explica.
Para la UART, parte de la solución se encuentra en la ley 27.438. El Congreso la sancionó en febrero de 2017 y dispuso, entre otras medidas, la creación de los Cuerpos Médicos Forenses (CMF) y deslindar los honorarios de los peritos del proceso.
Según informaron fuentes judiciales, la Corte Suprema le envió una carta a la Jefatura de Gabinete del Ejecutivo durante el gobierno de Alberto Fernández solicitando las partidas presupuestarias para poner en funcionamientos las CMF. “Fueron rechazadas y con el nuevo gobierno no hubo ningún tipo de respuesta”, relataron.
“El procedimiento está viciado. Para un perito, diagnosticar 100 de incapacidad o 2 requiere el mismo esfuerzo, pero en toda la Justicia el perito cobra a porcentaje. A más daño, más honorario”, señalan desde la UART, donde grafican el éxito de las CMF con una comparación entre las provincias de Jujuy y Salta.
Tabla en desuso
La ley de 2017 incluye una tabla de incapacidades -un baremo- que es utilizado por las aseguradores y la comisión médica, pero que cae en desuso cuando el accidente se judicializa.
“Si no estás de acuerdo con ART, vas a la comisión médica, y después a la Justicia, que no lo tiene en cuenta y suma daño psicológico. Si ambos utilizaran la misma vara no habría discrepancias y no tendría sentido hacer un juicio”, explican desde la UART.
La baja en los fallecimientos por accidentes es otra de las caras de la paradoja que denuncia el organismo. En lo que va del siglo, los accidentes mortales se redujeron entre un 73% (con in itinere) y un 78% (sin in itinere).
Otro indicador es la disminución que la organización registra en el índice de incapacidad permanente, es decir, los daños sufridos por un trabajador.
Para dimensionar la relación entre ambas variables -los siniestros y los juicios- el informe compara los datos del país con los de España y Chile.
“Con similar accidentabilidad, la Argentina presenta casi 13 veces la judicialidad de España y 21 veces la de Chile. Claramente, un enorme problema que afecta la competitividad, detiene la generación y registración del empleo y retrasa el desarrollo económico”, señaló la UART en un comunicado.
La creciente litigiosidad fue el eje del primer encuentro organizado en agosto por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Seguro (Cides), un think tank que no cuenta con más de un año.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti fue uno de los oradores centrales del evento. Entre otras iniciativas, reclamó la creación de juzgados “móviles y flexibles” y apuntó a generar “esquemas de incentivos” que promuevan la finalización del conflicto en instancias previas al juicio.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.