sábado, 31 de agosto de 2019

LA GRAN MARÍA GRAÑA EN EL TORQUATO TASSO,


Torquato Tasso
María Graña vuelve al Tasso!
Una de las grandes voces femeninas del Tango Argentino!
Única función: Viernes 6 de Septiembre!
Reservas: 4307-6506
www.torquatotasso.com.ar

CINE EN VILLA CRESPO, TODO SEPTIEMBRE


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✌🏽GRATIS!! 📆 Del 1 al 29 de septiembre, viernes en @ponchoclubcultural, sábados y domingos en @asociacionbenitonazar. ¡NO TE LO PIERDAS!
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CLUBES DE LIBROS


Clubes de libros. ¿Una clave para fidelizar lectores?
Mediante una suscripción, los socios reciben mensualmente cajas con novedades y acceden a beneficios como descuentos o invitaciones a eventos
Afianzar el hábito de lectura, fidelizar lectores y crear una suerte de red en torno a las últimas novedades del ámbito cultural. A grandes rasgos, esos parecen ser los objetivos principales de los clubes de libros, que, de un tiempo a esta parte, pisan con más fuerza en nuestro país. Modelos de afuera a la hora de inspirarse no faltan. En España, por ejemplo, existen varios clubes de libros de diferentes perfiles, con cientos de socios. En Brasil está Tag (taglivros.com), que se presenta como una "curaduría de libros", y superó en 2019 los dos millones de suscriptores. Cada mes, los socios de Tag reciben una caja con un libro de edición exclusiva (en tapa dura), una revista informativa sobre la vida y la obra del autor, un señalador y un regalo extra. También hay clubes de lectura para niños, jóvenes y adultos, e incluso Amazon ha fundado recientemente su propio club.
A diferencia de lo que sucede en todos esos países, la modalidad de los clubes de libros no termina de configurarse como algo masivo en la Argentina, pero lo cierto es que cuenta con varios exponentes que, de a poco, van sumando miembros y creciendo en visibilidad. ¿Cómo es la metodología? Simple: mediante una suscripción, que se hace de manera digital, los socios de estas comunidades de lectura reciben mensualmente cajas con libros (la cantidad varía dependiendo del club y del combo elegido), además de novedades literarias y el acceso a ciertos beneficios vinculados con el placer de leer.
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"Los clubes de lectura son una gran apuesta -sostiene Daniel Benchimol, especialista en edición y comercialización de libros y director de Proyecto 451
(proyecto451.com)-. Se los conoce también como cajas de suscripción o cajas literarias. En la Argentina está el muy buen caso de Lecturita, We Are Infinite y Bukku, entre otros".
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 En efecto, Lecturita (lecturita.com.ar) está destinado a niños hasta los diez años. Se ofrecen dos libros por mes y se pueden elegir tres combos de libros más sorpresas, a tres precios diferentes. Por ahora, cualquiera de los combos cuesta menos de mil pesos. Según Benchimol, el club es un gran modelo para los tiempos que corren, "una era de sobreabundancia y sobreoferta de contenidos, en la que lo que necesitamos como lectores no es seguir sumando oferta, sino visibilizar los contenidos que pueden ser interesantes".Resultado de imagen para we are infinite
Justamente por ese motivo, el trabajo de curaduría es clave. "Es probable que veamos desarrollarse modelos similares en todas las áreas: ficción, no ficción, educativa, infantil, por género, etcétera -aventura Benchimol-. Y como negocio hacia la industria es un esquema que cierra mucho mejor que el modelo tradicional. Aunque se trate de un modelo de productos físicos, toda la estrategia es digital, con una dinámica de servicio (más que la venta de un producto se provee un servicio) que alrededor del libro físico implementa una serie de estrategias digitales: comunidades, aplicaciones, muchísima actividad en redes sociales".
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Yendo hacia atrás en el tiempo, vale la pena recordar que el primer club argentino de libros nació en 2008 y fue creado por Victoria Rodríguez Lacrouts y Josefina Heine. "En ese entonces Sur de Babel tenía un doble objetivo: difundir el trabajo que estaban haciendo un montón de sellos independientes, post 2001, que vinieron a llenar un hueco cultural y comercial que había en ese entonces en nuestro ecosistema editorial y, además, acercar esos libros a lugares del país adonde no llegaban, debido al grado de concentración que hay en Buenos Aires", recuerda Rodríguez Lacrouts. Ella y Heine empezaron en aquel momento a difundir el proyecto en varias provincias. "Para reforzar nuestro segundo objetivo, no cobrábamos el envío, algo que viéndolo con perspectiva comercial era el horror. Los costos de envíos de libros (por más que haya convenio con las cámaras) son ridículamente caros: sale más caro el envío que el libro".
En parte por la logística, el proyecto federal de Sur de Babel quedó truncado. "Es una de las causas principales por las cuales un club es difícil en nuestro país. Algunos de los proyectos que veo ahora son buenos y son coquetos, apuntan a un tipo de lector que espera más la experiencia que el libro. Esa aura de creatividad y facilidad y felicidad que se les quiere dar a los emprendimientos es un poco engañosa, poco realista. Aun así, la verdad es que siempre pensamos en volver", concluye.
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Por otro lado, hoy está bien activo
Escape a Plutón (escapeapluton.com.ar), una plataforma de curaduría literaria que este mes cunple 7 años y que "funciona como un club de libros, a la manera del antiguo Club del Libro del Mes fundado por Harry Scherman en Nueva York, en la década de 1920", como dice Martín Jali, escritor, editor y director del club. "Todos los meses seleccionamos un libro, tanto para adultos como para niños, que los socios y socias reciben en sus casas, en cualquier lugar del país, entre los días 10 y 20", completa.
Asociarse cuesta $300, y luego se debe sumar el costo del libro del mes, que oscila entre los $400 y $500. A cambio, socios y socias plutonianos (con domicilio en CABA y GBA) reciben las cajas en sus casas, pero además acceden a distintos beneficios, como descuentos en el catálogo de la editorial que se presenta cada mes, invitaciones a eventos, obsequios sorpresa y acceso gratuito a una colección de libros digitales, entre otros. Los envíos al resto del país tienen un cargo extra de $100 y el club agrupa actualmente a 150 socios.
Para Jali, la modalidad de los clubes y otros sistemas de membresía crece año a año en el mundo. "En la Argentina sé que hay varios con formas más o menos parecidas, pero no existe un vínculo concreto ni un espacio en común que integremos, más allá, claro, del interés común, del modelo de negocio que llevamos adelante y del amor por los libros y la lectura".
El club
Bukku (bukku.com.ar), por su parte, selecciona novedades de ficción realista contemporánea, como novelas de Milena Busquets, Sergio Bizzio y Romina Paula. También se acompañan los ejemplares con regalos sorpresa y playlists.
"Mi sensación es que nuestra presencia es cada vez más fuerte y hoy formamos parte, más allá del volumen de ventas de cada plataforma, de la agenda de muchas editoriales y autores, ya sea para presentar novedades, poner en circulación sus libros o simplemente darse a conocer a un público especializado", revela Jali.
Lectura en equipo
Mientras tanto, los socios de los diversos clubes de libros comparten sus lecturas en redes sociales, recomiendan títulos e invitan a sumarse a la experiencia de leer en equipo. "El objetivo es sorprender cada mes, convertir la lectura en un viaje delirante a través del espacio. De hecho, este concepto de alejarnos de lo que se presume que quieren los lectores es una búsqueda que nos distancia de una dinámica propia del mundo en el que vivimos, y que tiene que ver con los algoritmos que recomiendan libros de acuerdo con las lecturas previas o patrones de consumo de los lectores", plantea Jali.
En este sentido, no está de más recordar que Amazon, Tematika y otras plataformas, como pasa con Netflix o Spotify, tienden a recomendar y sugerir de acuerdo con los gustos preestablecidos y las búsquedas o menciones previas de los usuarios. "Ahí se vuelve todo muy repetitivo, cuesta escapar y descubrir títulos nuevos o ingresar en una aventura lectora", señala Jali.
Es decir que, con la tecnología y contra la tecnología a la vez, las sorpresas que deparan los clubes de libros fomentan y singularizan la experiencia literaria.

D. G.

viernes, 30 de agosto de 2019

FUNDAMENTAL....LEELO CON CUIDADO...



Les recomiendo ver este video....
https://www.facebook.com/danielalachepi/videos/654341115055136/



RECOMENDACIONES TOME NOTA
•Los niños no deben ir a la tienda solos.
•Los niños no se quedan en el auto en lo que bajas rápido a comprar algo (aunque este cerquita)
•Los niños no se deben acostumbrar a andar con cualquier persona.
•Los niños no deben salir a jugar sin supervisión.
•El hermano mayor no debe cuidar a sus hermanitos. No es su responsabilidad.
•Los niños no deben estar en un ambiente dónde se consuma alcohol (aunque esté tranquilo) nunca.
•Los niños no deben estar cerca de personas inestables o con malas costumbres.
•Los niños no deben dormir en una y otra y otra casa.
•Los niños no deben convivir con todos los amigos de papá o mamá, no es necesario; no todos son buenas personas.
•Los niños no se tocan a manera de "cariños"
•Los niños no se besan en la boca y no se les debe obligar a que saluden de beso a un adulto si no quieren ,con un hola es suficiente.


•Los niños no se les obliga a querer a los adultos
•Los niños no tienen qué decir "SI" solo por qué eres adulto y a los adultos se les respeta •Los niños deben aprender a decir "No" "No quiero"
•Ellos no tienen la decisión en sus manos.
•Ellos no saben de peligro.
•Ellos no saben de maldad.
•Ellos no saben de odio.
•Ellos no saben que existen personas con malas intenciones.
Los niños son inocentes,
son ingenuos,
¡SON NIÑOS!!!!
Nuestra responsabilidad es protegerlos de todo y de todos, aunque no sean nuestros propios hijos.
Los tiempos que ahora viven los niños, nunca serán los mismos de cuando nosotros fuimos pequeños.
Cuidalos,
Amalos,
Protejelos,
Cree en ellos, siempre ...

HISTORIAS DE NUESTRA PATRIA, ....LEANDRO N. ALEM



La trágica muerte de un hombre llamado Leandro N. Alem
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Un texto de Adrián Pignatelli que relata el dramático final de Leandro N. Alem, el fundador de la Unión Cívica Radical (UCR).
A las 9 de la noche del miércoles 1 de julio de 1896 de la casa del Dr. Leandro N. Alemhabían solicitado un coche. Puntual, el cochero Martín Suárez llegó a la puerta del domicilio, en la calle Cuyo (hoy Sarmiento), entre Callao y Rodríguez Peña.
Como había pasado casi una hora sin que nadie saliese, estuvo por irse, hasta que de pronto apareció, como un relámpago, el diputado Alem. Mientras se subía al carruaje número 1558, preguntó:
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-¿Sabés cómo ir al Club del Progreso?
Según el conductor, no habrían hecho más que veinte metros cuando escuchó un estampido. Creyó que había sido un cohete. Además, el sonido de los cascos del caballo contra los adoquines confundían los ruidos callejeros.
Cuando el coche llegó a la sede del club, que por entonces funcionaba en Perú y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), el cochero repetía: “El doctor Alem se mató…”.
Yacía sobre el asiento. Vestía su característico traje oscuro, muy usado, con un corte un poco pasado de moda. Sobre sus hombros, un poncho de vicuña.
Junto a su mano derecha había un revólver Smith & Wesson de culata nacarada. Se veían manchas de sangre, algunas en la ropa y otras sobre el asiento. Aún se percibía el olor a pólvora.
Uno de los socios del club que casualmente ingresaba, hizo llamar a la policía, mientras que el portero José Rodríguez entraba para dar la noticia.
Llevaron el cuerpo al salón del primer piso donde lo depositaron sobre una mesa. Detrás de la oreja derecha se veía el orificio de entrada de la bala.
Alguien cubrió su rostro con el poncho de vicuña que el suicidado traía. Tenía 54 años. Para la medianoche, los alrededores del Club del Progreso eran un hervidero de gente, que se dio cita a pesar del frío y la llovizna.
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La noticia cayó como un balde de agua fría entre sus amigos y entre sus adversarios políticos, quienes lo respetaban, aunque algunos no lo entendían.
En la redacción del diario La Nación se armó de apuro la crónica del hecho, y destacaron que “hacía mucho tiempo que estábamos distanciados del Dr. Alem en las actividades y apasionamientos de la lucha política.
El iba por un camino, nosotros por otro; convencidos él y los suyos de que la senda que seguían era la única buena para llegar seguramente al logro de sus fines patrióticos, y creyendo nosotros con la misma seguridad que la nuestra era la mejor”, escribieron al día siguiente.
El hijo del ahorcado
No las tuvo sencillas el joven Leandro. Había nacido en Buenos Aires el 11 de marzo de 1842. Su padre Leandro Antonio Alén y su madre Tomasa Ponce Gigena manejaban una pulpería en Rivadavia y Matheu, donde Leandro creció.
Tenía solo 11 años cuando vio como ejecutaban a su padre, junto a Ciriaco Cutiño, por su pertenencia a la mazorca rosista. Fue el 29 de diciembre de 1853 en la Plaza Independencia, que ocupaba un terreno entre la actual avenida Independencia, Bernardo de Irigoyen, Tacuarí y Estados Unidos.
Muy a pesar suyo, comenzaron a llamarlo “el hijo del ahorcado”.
Lo atormentaba la duda de si su padre había enfrentado la muerte como un hombre. Tenía grabado en su mente que le había costado subir al cadalso, ya que había sufrido una hemiplejia.
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Su andar vacilante y tembloroso contrastaba con la actitud desafiante de Cuitiño que hasta llegó a pedir hilo y aguja -que se lo dieron- para atarse el pantalón al chaleco y así evitar que se le cayeran cuando su cuerpo exánime quedara colgado a la expectación pública, tal como estipulaba la sentencia.
El joven Leandro tomó la decisión de modificarse el apellido, cambiando la “n” por la “m”. Aún es motivo de controversia el significado de la “N.”, que se interpreta como Nicéforo. También firmaba como “Ln. Alem“. Cuando le preguntaban qué significaba la “n” minúscula, respondía “nada. Eso significa”.
Fue a combatir como soldado federal junto a Urquiza, en Cepeda. Dos años después, lucharía en Pavón como soldado porteño. Luego peleó en la guerra contra el Paraguay, donde fue herido en Curupaytí.
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En 1868 se incorporó al partido Autonomista de Adolfo Alsina y al año siguiente se graduó de abogado. Fue secretario en la legación argentina en el Brasil y vicecónsul en Asunción del Paraguay.
Cuando Alsina y Mitre acordaron unirse, Alem dejó el Autonomismo y fundó el partido Republicano. En los intensos debates por la federalización de Buenos Aires, estuvo en contra de la capitalización, que sería aprobada. Se oponía al centralismo que tendría Buenos Aires. Renunció y por casi diez años desapareció de la política.
La Unión Cívica
Volvería a estar presente en 1889 cuando se fundó la Unión Cívica de la Juventud. Al año siguiente, fue el presidente por aclamación de la Unión Cívica y jefe de la revolución del Parque, que fue derrotada pero que provocó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman.
La Unión Cívica, preparándose para las elecciones presidenciales que se celebrarían un año más tarde, había proclamado la fórmula Bartolomé Mitre-Bernardo de Irigoyen. Era un binomio fuerte que arrasaría con el alicaído roquismo.
Pero cuando Mitre regresó de un extenso viaje por Europa, Julio A. Roca les ganó de mano a todos. Le propuso a Mitre un acuerdo, por el que se “suprimía la lucha electoral para la presidencia futura”, a fin de evitar enfrentamientos. Se armaría una fórmula con Mitre, acompañado de una figura del entorno de Roca.
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Alem y los suyos pusieron el grito en el cielo porque precisamente a través de la lucha electoral ellos pretendían modificar el régimen que desde 1880 movía los hilos de la política a gusto y placer.
La Unión Cívica se dividió: la Nacional, que llevaría la fórmula Mitre-José E. Uriburu y la Radical, con Bernardo de Irigoyen y Juan Garro. Desencuentros y desinteligencias entre los aliados de Roca hicieron que el acuerdo se cayera, y con él la candidatura de Mitre.
Había nacido el radicalismo, uno de los primeros movimientos populistas de América Latina, que incluiría una novedad en la política, que fue la movilización de la población urbana.
Para Alem su misión era la restauración de la república; bregaba por el reestablecimiento institucional, la honradez gubernativa, la libertad de sufragio y el respeto por las autonomías provinciales.
El radicalismo encabezaría distintas revoluciones, en busca de apoyo popular, con resultados inciertos. Un Alem empobrecido, como problemas de salud es el que llegaría a julio de 1896.
“Perdónenme el mal rato”
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Ese 1 de julio había citado por carta a sus amigos Domingo Demaría, Oscar Liliedal, Adolfo Saldías, Enrique De Madrid, Francisco Barroetaveña y Martín Torino.
Los esperaba en su casa, sin falta. La cita, pactada para la tarde, debió postergarse un par de horas porque algunos de los mencionados no podían llegar. En un momento de la reunión, fue a su escritorio -se cree que para suicidarse- y se encontró con Demaría y Barroetaveña, que estaban hablando.
Entonces, fue cuando salió y se subió al coche, que había hecho llamar por las dudas lo necesitase.
Fue el juez de instrucción quien registró sus bolsillos. Habían dos paquetes para Martín Irigoyen y un papel: “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquier otra parte”, lo que indica que planeaba suicidarse en su casa.
“Vivir deprimido o morir”
Dejaría otras cartas. A su hijo Leandro le escribió que “no abandones nunca la senda recta, por grandes que sean los sacrificios que alguna vez esta conducta pueda exigirte”.
Alem tenía a su cargo a su hermana soltera. “Adiós Tomasa. Perdóname todo cuanto te haya hecho sufrir por mi agitada vida y cuánto te haré sufrir por ésta, mi resolución. El caso era fatal; la situación ineludible. Vivir deprimido o morir (…) si algo me consuela, es esa confianza de que te hablo, de que tú no quedarás abandonada”.
El entierro estaba planeado para el día 3, pero la intensa lluvia lo impidió. El 4, a las 13 horas, sacaron a pulso el féretro de su casa, donde había sido el velatorio, su sobrino Hipólito Yrigoyen, Roque Sáenz Peña, Martín Irigoyen, su hijo Leandro, Pereira Rosa y Manuel Ruiz Moreno.
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A Barroetaveña le escribió sobre un “pequeño pliego para que se publique”. Era su testamento político. Entre sus conceptos, señala:
“He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Si, que se rompa, pero que no se doble”.
“He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas, tal vez gastadas ya, han sido incapaces para detener la montaña y la montaña me aplastó”.
“He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado…”.
“Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha en general en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar”.
“Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente. En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. Adelante los que quedan”.
“Ah,¡Cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!”
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“No importa ¡todavía puede hacer mucho, pertenece principalmente a las nuevas generaciones, ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra, deben consumarla! Me voy para allá, muy lejos”, le escribió Alem a otro de sus amigos.
La mesa, donde habían depositado su cuerpo la trágica noche del 1 de julio de 1896, aún se conserva como un tesoro en el Club del Progreso.

EL ANÁLISIS DE JOAQUÍN MORALES SOLÁ,


Dos hombres ante dos crisis

Joaquín Morales Solá
La crisis no es solo económica, también es política. Más aún: la crisis económica estalló porque existe una crisis política. Hay un gobierno que tiene mandato hasta el 10 de diciembre y no habrá gobierno electo hasta, por lo menos, el 27 de octubre. Hay un presidente que ha perdido abrumadoramente una elección que no eligió a nadie. Y hay un candidato a presidente que ganó esa elección de manera arrasadora, pero no ha sido elegido todavía.
La economía argentina dejó de ser saludable desde que se abandonó la disciplina de los superávits gemelos: el comercial y el fiscal. O desde que la soja dejó de cotizarse a más de 500 dólares la tonelada. Eso sucedió hace mucho tiempo. Desde entonces, bascula entre la emisión de moneda falsa, sin respaldo genuino de reservas, o el endeudamiento.
Néstor Kirchner prefería endeudarse no con el Fondo Monetario, sino con los carísimos préstamos del entonces potentado Hugo Chávez. Su esposa eligió la emisión monetaria, tal vez porque ya entonces el país estaba fuera de los mercados financieros internacionales. Macri regresó al endeudamiento para financiar el enorme déficit fiscal heredado, mientras lo reducía gradualmente. Pero terminó en manos del Fondo Monetario, que le reclamó un duro plan de ajuste. Ese fue el plan rechazado el domingo pasado por una inmensa mayoría de la sociedad. La Argentina, en fin, no pierde nunca la oportunidad de construir crisis gemelas: política y económica.
La pregunta, que nadie responde por ahora, es cómo seguirá el país hasta diciembre (o hasta octubre) en semejantes condiciones, cuando el dólar ronda los 60 pesos, el riesgo país aumentó satelitalmente y las acciones y los bonos argentinos se desplomaron. Cayó todo lo que debía subir y subió todo lo que debía caer. La economía se paralizó abruptamente. Nadie vende, nadie compra. Salvo lo esencial. El Gobierno tiene razón cuando dice que el viernes pasado los mercados eligieron a Macri porque habían leído las últimas encuestas, todas equivocadas, muy favorables al Gobierno, aunque siempre perdiendo. Y que el lunes votaron contra los ganadores del domingo por el derrumbe general. El kirchnerismo culpa a Macri de la crisis de los mercados. Como dice Juan Carlos de Pablo, si la reacción de los mercados fuera contra Macri, la crisis cambiaria y bursátil se hubiera producido el viernes, no el lunes. Sea como sea, el obstáculo de Macri es que no son los mercados lo que eligen a un presidente, sino la sociedad de su país. La crisis política no ofrece soluciones buenas. El Presidente sigue siendo candidato. Alberto Fernández es, a su vez, un candidato ampliamente ganador, pero no es presidente electo. Si se mira la trayectoria de Macri, es un político que nunca se dio por vencido antes de ser definitivamente vencido. La perspectiva de revertir en octubre los resultados del domingo, para usar otra vez una fórmula de De Pablo, es posible, pero poco probable. El Presidente necesita crecer tres o cuatro puntos, pero requiere también que Alberto caiga unos tres puntos por lo menos.
Macri, en efecto, puede crecer si es que la crisis no se profundiza. Cuando se termina la cuenta del día, el jefe del gobierno es él y la responsabilidad caerá sobre su cabeza para amplios sectores sociales. Es probable que un porcentaje importante de votos de Roberto Lavagna y casi todos los de José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión (magros en los tres casos) vayan en octubre hacia Macri. Los votos del exterior, que en las primarias no existieron, pero existirán en la primera vuelta, también podrían beneficiarlo. No debe descartarse una mayor afluencia de votantes, la mayoría a favor del Presidente.
Mauricio Macri y Alberto Fernández 
La única ecuación difícil de concretarse es que Alberto tenga un porcentaje menor que el que sacó el domingo. Él necesita solo conseguir el 45 por ciento de los votos para ser presidente. Cosechó casi tres puntos más que los necesarios. ¿Por qué los perdería? Daniel Scioli consiguió en la segunda vuelta de 2015 apenas un punto más que Alberto el domingo pasado. Fernández está conservando casi todos los votos de Scioli. Macri perdió 18 puntos con respecto a esa misma elección. Esos números son los que convierten la reversión de los resultados del domingo en posibles, pero poco probables para Macri.
El círculo rojo de empresarios, banqueros y financistas desespera. ¿Cuán grande será la inestabilidad? ¿Hasta cuándo se extenderá? Ninguna idea surgida de esa cantera es viable. Macri debería cambiar el gabinete, dicen. Setenta días hasta el último domingo de octubre es una eternidad para la política. Pero es, al mismo tiempo, demasiado escaso para modificar la política fundamental y, sobre todo, para que se vean sus resultados. Los ofrecimientos tendrían muy poca aceptación para un gobierno que está más cerca de terminar que de continuar. Macri debería concentrarse ahora en hacer cosas concretas y dejar la campaña para las vísperas electorales. Los sectores sociales sensibles ya tomaron nota de que los mercados, de aquí y del exterior, desconfían de Cristina Kirchner más que de Alberto Fernández. Es el recuerdo de Cristina lo que ahuyenta a los mercados. Si bien Alberto comenzó a deslizar algunas frases para tranquilizar (no habrá default, se honrarán las deudas de la Nación, no seremos Venezuela), debería hacerlo de manera más formal, tal vez en una conferencia de prensa. Pero es igualmente absurdo pedirle, como reclaman por lo bajo algunos miembros de ese círculo rojo, que designe ahora un gabinete. No es presidente electo, no tiene cargo ni tiene cargos para distribuir. Sería una irresponsabilidad. Cuando Fernández rechaza esa idea, la razón lo asiste.
A Macri le reprocharon no haber hecho una autocrítica en público. Es momento de recordar una frase de Felipe González: "Las autocríticas las hago en soledad. Las críticas públicas a mí es el trabajo de mis opositores. No voy a hacer el trabajo de ellos". Macri piensa lo mismo, aunque no lo dice con la gracia de Felipe, sobre todo cuando comenzó la temporada de hacer antimacrismo aun entre los que eran macristas hasta la tarde del domingo. La cuestión no versa sobre lo que dice (o no dice) en público, sino lo que haga de aquí en más. Es evidente que prevaleció el voto económico y que mucha gente está en una situación muy mala. ¿Faltó sensibilidad para saber hasta dónde se podía tensar la cuerda del ajuste? ¿La carga impositiva, sumada a los aumentos de tarifas y a la escalada inflacionaria, molestó hasta a la clase media otrora macrista? Es probable que todo eso haya ocurrido. La penuria de los sectores más pobres es una verdad incontrastable. Su enojo tiene razón. La clase media (una parte importante de ella abandonó a Macri) es más sofisticada y exigente. Es menos fiel también. Macri deberá responderles, posiblemente hoy, a los dos estamentos sociales.
En el círculo rojo hay de todo. Hay preocupación genuina en algunos empresarios porque sus empresas perdieron valor, porque no venden y porque deben seguir pagando salarios. Hay otros empresarios que confiesan abiertamente haber vivido mejor con Cristina Kirchner. No faltan los que preferirían un gobierno que ponga en duda el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. No les gusta la competencia. Nunca la practicaron. Y también influyen los que figuraron en los cuadernos del chofer Oscar Centeno. Imaginan un tiempo sin arrepentimientos judiciales. Hay banqueros enojados con Macri y hay otros muy cercanos a él.
Macri debe cuidar que una escalada de la crisis no termine por avivar un incendio cerca suyo. Alberto debe cuidar que no aparezca ese viejo instinto del peronismo de voltear a un presidente no peronista en cuanto lo ve débil. Ya dijo que Macri debe terminar su mandato. Pero debería hacer algo más entre peronistas, reservado tal vez, para frenar cualquier intento de desestabilización. La crisis política debe reducir su intensidad para serenar la economía. Los caminos no son muchos, pero dos crisis simultáneas son insoportables para cualquier sociedad.

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