jueves, 23 de abril de 2020

CONOZCAMOS A JULIO SILVA Y SU AMISTAD CON CORTÁZAR


Julio Silva, el amigo íntimo al que Cortázar llamaba "Patrón"
Silva murió hace pocos días, a los 90 años; fue el ilustrador de las tapas de muchos de los libros más importantes de Cortázar
Escultor. Pintor. Dibujante. Diagramador editorial. Encuadernador artesanal. La lista de oficios podría seguir: llamarlo artista a secas sería insuficiente. Para Julio Cortázar , Julio Silva era el "Patrón". Para su familia, un subversivo. Creció en un hogar humilde, sin libros, junto a sus padres y cinco hermanos. "Era la oveja negra: el único con inclinación intelectual. Como no pudo estudiar Bellas Artes porque tenía que trabajar, tomó cursos nocturnos de formación plástica y dibujo industrial", recuerda su hijo Alexis, desde Suiza, a pocos días de despedir a su padre, que murió el 4 de abril, a los 90 años, en París, donde vivía desde 1995.
El maravilloso mundo de Silvalandia ‹ El Furgón
 A pesar de no contar con el apoyo familiar, el chico Silva recibió en cuarto grado el estímulo de uno de sus maestros de escuela: Leopoldo Marechal . Para cumplir con el mandato paterno, de día era trabajador de fábrica; de noche, se iba haciendo el que fue: estudiaba en el taller de Juan Batlle Planas. Su curiosidad por lo visual, el surrealismo y la representación artística le abrió el camino hacia Francia, en donde conoció a Mario Vargas Llosa, André Bretón, Saúl Yurkievich y Cortázar, entre otros.
Los dos Julios
Una vez instalado en París, Silva comenzó a vincularse con un círculo de escritores, artistas e intelectuales que le mencionaron a un argentino "relativamente conocido" que trabajaba en la Unesco. Se presentó en su oficina, mencionó a los colegas en común y la charla continuó en la casa de Cortázar. En "Un Julio habla de otro", escribe: "El mayor de los Julios guarda silencio, los otros dos trabajan, discuten y cada tanto comen un asadito y fuman Gitanes. Se conocen tan bien, se han habituado tanto a ser Julio, a levantar al mismo tiempo la cabeza cuando alguien dice su nombre (.). 
Julio Silva (Lt.) and Julio Cortázar, Paris, 1969 -by Pierre ...
Por eso Julio lápiz siente ahora que tiene que decir algo sobre Julio Silva, y lo mejor será contar por ejemplo cómo llegó de Buenos Aires a París en el 55 y unos meses después vino a mi casa y se pasó una noche hablándome de poesía francesa (...)". Los encuentros se hicieron cada vez más frecuentes y la confianza habilitó incluso las visitas sin aviso: "Mi padre cocinaba muy bien. Julio muchas veces aparecía en su casa a la hora de la cena, argumentando que estaba cansado de comer sardinas en lata". Su relación se alimentaba permanentemente de gestos generosos, de complicidades, de la elección mutua e irreversible: "Durante una exposición de dibujos de mi padre, Cortázar le dijo: 'Hay que hacer hablar a esos personajes', y comenzó a escribir sobre ellos. Cuando terminaron el libro, Silva le preguntó cómo quería llamarlo. 'Es tu mundo. Lo vamos a llamar Silvalandia ', respondió Cortázar".
Una escapada del año 1972 en la Provenza francesa
Además de los libros, los dibujos y los trabajos editoriales, compartieron otro mundo. Fue en Saignon, en la casa de Cortázar en la Provenza francesa, un retiro para discutir sobre arte y literatura, trabajar en proyectos o alejarse del ruido de la ciudad. Una de esas escapadas ocurrió durante el verano de 1972: quedó registrada en la serie de fotos en la que simulan un match de boxeo. Cuenta Alexis que, luego del juego, a Cortázar se le ocurrió abrir una sandía y llenarla de ron. Después de tomarlo, mientras estaban tirados en el pasto, le dijo a Silva: "Patrón: si tuviera que irme a una isla desierta, te elegiría a vos".
Las tapas cronopias
El Silva escultor tuvo una actividad ininterrumpida y una vasta producción de obras in situ en Buenos Aires, Francia, Italia, Portugal y Japón. Además, expuso dibujos y pinturas en distintos países de Europa y Asia. Coleccionaba arte africano y era experto en el uso del mármol, en particular el de Carrara: dos de sus obras más celebradas en París son "Dame-Lune", en la terraza de La Défense y "Pyegemalion", en el Forum des Halles.
Escultor, diseñador, dibujante, el universo visual de Julio Silva se expandía en varias direcciones
El Silva diseñador y diagramador estuvo dedicado a las tapas de libros de Cortázar . La primera es de 1959: Las armas secretas. La segunda, de 1963, Rayuela . Luego siguieron Todos los fuegos el fuego (1966), 62 Modelo para armar (1967), La vuelta al día en ochenta mundos (las ediciones de 1967 y 1968), Último Round (las ediciones de 1969 y 1974), Territorios (1978), todas las ediciones de Silvalandia , las tapas para la colección de Alfaguara, los tomos de cartas, Historias de Cronopios y de Famas, Diario de Andrés Fava , Adiós, Robinson , Imagen de John Keats , Animalia y Palimpsestos .
También trabajaron juntos en el diseño y diagramación de los libros-almanaque, esas enciclopedias hechas de misceláneas gráficas y literarias que Cortázar llamaba "baúl de sastre" o collages: en La vuelta al día en ochenta mundos y Último Round hay textos, dibujos, fotos, ilustraciones e imágenes intervenidas. Según Alexis, los dos Julios estaban "sincronizados": "Mi padre era el artista que escribía con dibujos y Cortázar, el escritor que dibujaba con palabras: así era el intercambio que tenían. Ninguno se imponía sobre el otro, no había egos de artista. Cortázar lo llamaba 'Patrón' a modo de reconocimiento". Silva también hizo ilustraciones y diseñó tapas para el ensayista y poeta Saúl Yurkievich, amigo de ambos Julios.
Silva y Cortázar se conocieron en la década de 1950
Cuando la gente le preguntaba a Silva cuál era su mayor deseo, respondía risueño: "Que la vida nunca se termine". Cortázar sentía lo mismo: "Yo creo que no deberíamos morir y que la única ventaja que los animales tienen sobre nosotros es que ellos ignoran la muerte". 
El Último Combate "Julio Cortázar-Julio Silva" - CORTÁZAR, JULIO ...
Al fallecer Carol Dunlop, le pidió a Silva una escultura inspirada en uno de los dibujos de Silvalandia: es el cronopio-círculo (llamado Je pars avec le sourire , en español: "Me voy con una sonrisa") que custodia su tumba en Montparnasse . Cuando termine la cuarentena obligatoria y su esposa Catherine y su hija Stella recuperen sus cenizas, Silva descansará en el mismo cementerio, acaso con un texto de Silvalandia, o el epitafio que hubiese sugerido el otro Julio: "Amigo. Maestro. Patrón".

R. M.

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