sábado, 30 de abril de 2022

VAMOS AL TEATRO

Closer
De Patrick Marber, con dirección de Corina Fiorillo. Miércoles, jueves y viernes, a las 20; sábados, a las 19.30 y 22; y domingos, a las 19.30. Multiteatro, Corrientes 1283).

Con una mirada distinta, vuelve Closer, la obra del amor y la infidelidad
Es la tercera versión porteña de esta obra de origen inglés, que esta vez está protagonizada por Sofía Gala Castiglione, Juan Gil Navarro, Carolina Peleritti y el actor chileno Gonzalo Valenzuela
Malva MaraniPeleritti, Gil Navarro, Castiglione y Gonzálo Valenzuela
De algún modo que también celebra su primer cuarto de siglo, Closer estrenó ayer su tercera versión en la escena comercial porteña. La pieza masivamente conocida por su adaptación cinematográfica debuta en el Multiteatro de la mano de Sofía Gala Castiglione, Juan Gil Navarro, Gonzalo Valenzuela y Carolina del Carmen Peleritti, el elenco que encarna la versión 2022 del texto del inglés Patrick Marber que se representó por primera vez en Londres en 1997 y luego viajó a Broadway, con reconocimientos y galardones en las dos mecas teatrales. La geométrica arquitectura de violencia y deseo que construyen estos cuatro extraños –allí donde
Closer pone la lupa– cumple sus 25 años en medio de un presente que arde cuestionando aquello que se definió como amor y que encuentra una perla en su nueva experiencia vernácula: a diferencia de sus antecesoras e incluso del film globalizado, la reconocida Corina Fiorillo será también la primera directora en ponerle su mirada a una versión argentina de esta conocida historia.
En diálogo Valenzuela reflexiona sobre la identificación que podría motivar Dan, su personaje, y los tres que interpretarán sus compañeros. “Hay un médico y un escritor frustrado, dos polos muy distintos. Y una fotógrafa y una bailarina, otro polo también. Son cuatro personalidades muy bien acertadas por el autor para mostrar un mundo gigante, con el que todos se van a identificar”, dice el actor chileno.
Quizá porque en la obra hay cierto juego de espejos que refractan las relaciones entre los personajes y a ellos mismos, parte del elenco usa esa figura para pensar el lugar del espectador. “Closer habla de los vínculos, del ser humano, de la forma de relacionarse y de esta distorsión del amor: cómo se van dando las relaciones, cómo se van sosteniendo –argumenta Peleritti–. No da respuestas a eso: expone, interpela y te pone en el lugar de espejarte con lo que le sucede a estos personajes”. Gil Navarro aporta a esa idea y elige una cita para referirse a lo que podría suceder con el público: “Pompeyo Audivert dice que, cuando el espectador va al teatro, se ve en un espejo roto. Creo que esta obra sirve para eso: para verse fragmentado en una gran cantidad de cosas”.
El cuarto de siglo que el próximo 22 de mayo cumplirá Closer –desde su estreno en el Cottesloe Theatre inglés– ha sido tierra fértil de debates que, motorizados especialmente por el feminismo, urgen repensar el amor y lo separan de vínculos en los que intervienen la manipulación y la posesión, entre otras formas de violencia. “Closer”, que en inglés significa “más cerca”, quizá sea la primera metáfora de un texto habitado por infinidad de ellas, una pieza que justamente hace zoom en ese universo, atravesado por el deseo, con indicios y signos sutiles que luego se revelan como minas explosivas.
“Es un texto súper actual”, reflexiona Castiglione, quien estrenará prácticamente en simultáneo junto a su madre, Moria Casán, que le dará vida al dictador romano Julio César en la tragedia de Shakespeare.
“Closer trae cosas que quizás antes eran tabú o estaban naturalizadas y que hoy están sobre la mesa y se analizan, aunque pasaron siempre –agrega–. Es una obra de preguntas y las respuestas las dará el público porque abre interrogantes que están en el aire, que están pasando, de los que se está hablando, de algo que se está moviendo”. Peleritti agrega que “cada uno de nosotros hemos pasado por estas formas de relación que se ven en la obra, pero hay algo de esas formas que ya no se sostiene. Eso es lo que podemos ver acá, para tomar conciencia y elegir una respuesta para modificarlas”.
Los tiempos actuales de pandemia también han potenciado un texto que atraviesa desde el rol del cuerpo hasta el lugar del deseo en nuestras vidas, dimensiones que motivaron todo tipo de reflexiones y sentimientos desde la llegada del
Covid-19. Prueba de ello es la escena de sexting que ofrece la obra –cuando Closer se estrenó comercialmente en la Argentina en 1999 hasta se la mencionó como “la primera ciberconversación de la historia del teatro”–, una práctica que explotó en potencialidades inesperadas en los últimos dos años ante los encuentros físicos frustrados. “Yo también le sumaría a eso que, en la pandemia, la gente se vio obligada a encontrarse consigo misma y, quienes vivimos en pareja, a encontrarnos en una situación muy distinta a la que se estaba acostumbrado –aporta Valenzuela–. En el día a día de la convivencia, de repente, nos encontramos en una situación muy honesta. Eso trajo muchos problemas y beneficios y es interesante que, en ese sentido, la obra ponga la lupa sobre esas relaciones”. Alice responde que “hacía strip-tease” cuando le preguntan si trabajaba o estudiaba. Dan, el primero en cruzársela, le cuenta que se gana la vida escribiendo obituarios. Anna lo conoce a él sacándole una fotografía. Y Larry, que es dermatólogo, se inmiscuye en sus vidas sin haberse sacado el ambo. Closer desafía al espectador a desanudar entre sus propios deseos mientras ve cómo se entrelazan los de estos cuatro extraños.
Todo en la obra parece invitar a un ejercicio: poner la lupa sobre los propios vínculos de amor. “En mis propias relaciones vinculares, y no solo las amorosas, veo un replanteo. Hay más diálogo. Yo hablo con mis compañeros de vida mucho más sobre las cosas que pasan y que antes se naturalizaban –afirma Castiglione–. Desde hace ya algunos años, me siento en medio de un intento consciente de desprogramación general. Esta obra abre y me sirve también en ese sentido: por algo uno atraviesa y agarra lo que sea para trabajar. Pero es algo que le pasa a la sociedad: el replanteo sobre nuestros vínculos, nuestras programaciones y todas esas cosas que llevamos con nosotros y no nos pertenecen”.
Una pieza con historia porteña
Los reconocimientos que Closer comenzó a cosechar, cuando se estrenó en Londres hace 25 años, hicieron que en la Argentina solo se tardaran dos años hasta que la primera versión subiera a la escena nacional. Aquella experiencia inicial tuvo algunas particularidades que la convirtieron en una mixtura esencialmente local, aunque con huellas de su origen inglés. La primera huella fue el viaje que realizaron los protagonistas argentinos a Nueva York como parte del proceso que devino en la puesta porteña: Susú Pecoraro, Leticia Bredice, Jorge Marrale y Leonardo Sbaraglia (luego Gerardo romano) fueron espectadores en The Music Box de la versión que el propio autor dirigió en Broadway.
“Ver la obra fue una referencia importante, sobre todo porque está dirigida por el autor –reflexionó en aquel momento Sbaraglia en diálogo con la nacion–. Es la mirada expresiva de la persona que la escribió. Nos da una idea de lo que él quiere expresar”. Además, contó con la dirección del inglés Mick Gordon, quien ya era un hombre conocido por haber dirigido Art.
Peleritti recuerda que vio aquella versión en la que su amiga, Susú Pecoraro, interpretó a Anna, el personaje que ahora le toca encarnar a ella. Según su mirada, son procesos completamente diferentes: “El texto está vigente pero, aún siendo el mismo, toma otras dimensiones: la nuestra es otra puesta, con otra dirección, otros actores, y además otra época… Ésta va a ser otra obra”.
Más cerca en el tiempo, en 2008, Araceli González, Marcela Kloosterboer, Mariano Martínez y Nacho Gadano se pusieron en la piel de los cuatro extraños para encarnar la peligrosa dinámica que los vinculaba.
“Hoy leés el diario con tu pareja. Mañana vas a ver Closer con tu pareja. Mañana, ¿seguirás en pareja?”, era la línea con la que se promocionaba la puesta que dirigió Marcelo Cosentino, hoy a cargo de la producción artística de la versión 2022. Corina Fiorillo, su directora actual y a quien Cosentino le acercó la propuesta, se detiene a reflexionar sobre un presente que enmarca a la obra desde otro lugar: “Pese a ser una obra escrita hace más de 25 años, la temática tiene mucha contundencia porque hoy hay un gran debate en la sociedad respecto de la construcción de pareja. En aquel momento, Closer adquirió relevancia con respecto a la infidelidad, mientras que ahora lo hace con respecto a la definición de vínculo: eso que te hace feliz y eso que no, eso que elegís y lo que no. Estamos en un momento donde los parámetros preestablecidos tan rígidos se están cuestionando. Mi expectativa es que la obra pueda tener otra llegada más allá de la infidelidad, algo que incluso quedó demodé, hasta antiguo y pacato”.
En el medio, entre una puesta y otra, se estrenó en 2005 la versión cinematográfica protagonizada por Julia roberts, Jude Law, Natalie Portman y Clive Owen. Dirigida por Mike Nichols y adaptada por el propio Marber, cosechó varios galardones, especialmente para Portman y Owen, cuyas actuaciones les valieron la nominación a los Oscar y la consagración en los Golden Globe. La película hizo masivamente conocida la pieza del dramaturgo inglés y está disponible en Netflix hasta el 30 de abril.
La versión que ofrecerá la cartelera porteña tiene una perla que la hace atractiva para estos tiempos: el cuadrilátero de relaciones que involucra a los cuatro extraños de
Closer, ese zoom que desnaturaliza vínculos que no son amor, se contará por primera vez desde la mirada de una mujer en la dirección, luego de sus dos puestas comerciales previas a cargo de varones. “Hay algo muy poderoso en la mirada femenina: lograr que la descripción de los arquetipos masculinos no pase por la obviedad”, dice Fiorillo sobre la pieza adaptada por Federico González del Pino y Fernando Masllorens y producida por Diwan Entertainment. “Una directora puede tener una mirada más amplia y complementaria con respecto a los roles masculinos, que, en esta pieza, implican un gran riesgo –agrega–. Los personajes varones son machistas: quieren ejercer control sobre ellas, se las disputan casi como un trofeo.Y la lectura sobre eso podría ser ‘machirula’: podría dejarlos en otro lugar, con escenas que podrían ser cargadas de un profundo machismo y no de un discurso en el cual es la mujer la que maneja el deseo y dice que no. Creo que, en ese sentido, es muy valiosa la visión de una mujer”.
La directora, que también tiene en cartelera Tu ternura Molotov (El Ópalo), Caníbal (Timbre 4) y Como una perra en un descampado (El Extranjero), reflexiona: “Cada personaje tiene una relación distinta con su cuerpo. Alice tiene un vínculo muy despojado con el suyo; Anna, que es fotógrafa, busca y mira en el cuerpo del otro; Larry tiene una relación omnipotente con el cuerpo del otro, es el médico que cura y soluciona; y Dan tiene una visión a lo mejor utópica, es quien se enamora de dos mujeres la primera vez que las ve. Es casi como si formaran un cuadrilátero que compone lo que un poco somos todos”.

Closer
De Patrick Marber, con dirección de Corina Fiorillo. Miércoles, jueves y viernes, a las 20; sábados, a las 19.30 y 22; y domingos, a las 19.30. Multiteatro, Corrientes 1283).

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