jueves, 18 de abril de 2024

FENÓMENO Y CENTENARIO


Optimismo tóxico
Fabio J. Quetglas

En las últimas semanas me ha sucedido, ante algunas medidas del Gobierno cuya materialización implicaba impactos en la vida de muchas personas, leer en redes sociales una especie de celebración del sufrimiento ajeno. Concretamente, personas que parecían expresar un disfrute no por la medida en sí misma, sino porque implicaba una especie de revancha largamente esperada.
En la misma línea, he leído la reivindicación de datos decididamente negativos, en la convicción de que se trata del prólogo de un ciclo positivo a producirse en una especie de futuro ineludible. Soy plenamente consciente de que las reformas que necesita la economía argentina no son sencillas ni indoloras; sobre todo allí donde los desaguisados del gobierno anterior han sido particularmente nocivos. Mi observación no está puesta (en este artículo) en la política económica, sino en la construcción cultural que se deriva de un tipo de conversación pública que parece encaminado a prescindir de la sensibilidad.
La necesidad de “mantener alto espíritu en momentos difíciles” es perfectamente aceptable, y sin dudas es uno de los elementos intangibles que pueden apoyar el éxito de cualquier gestión; pero hacerlo a costa del sufrimiento de quienes padecen es innecesario y puede socavar la legitimidad futura de las autoridades y del programa económico. Al recorrer las redes sociales es fácil advertir que no se trata solo de un fenómeno argentino, ni siquiera de algo limitado a la política. A lo largo de este corto tiempo dominado por la comunicación digital, esa gestualidad se fue incrementando e inundó espacios temáticos que en principio parecían librados de esas tensiones.
Si bien nadie a título personal puede cargar con la mochila de cambiar el clima de época, y no son pocos los fundamentos que explican la irritación generalizada; no es menos cierto que dar aliento desde posiciones de poder a una práctica cotidiana de la agresión no nos va a llevar a nada bueno. Analicemos desapasionadamente datos que se pueden correlacionar con este clima social (hace años que la Argentina sube sistemáticamente el consumo de estupefacientes legales asociados a las presiones de una vida pública anárquica y sobre todo crecientemente violenta).
No sé si antes sencillamente nos limitaba la autocensura, lo cierto es que es incomprensible pensar que la totalidad de los planos de la convivencia se vean atravesados por una especie de lucha irregular, carente de límites y a tiempo completo. El “revanchismo” es un ejercicio de memoria sesgada que permite atribuir al otro una responsabilidad o un posicionamiento, y a partir de eso insultar, degradar o exponer sobre múltiples aspectos de la vida o el pensamiento ajeno. Además, la enorme mayoría de las veces sin demasiado fundamentos, a los fines de satisfacer un (eventual) público (supuestamente) ávido de este tipo de distracciones. El anonimato ha añadido una condición problemática a los vínculos digitales, pero es justo decir que no es el centro del problema porque la violencia escrita y sistemática es ejercida por personas reconocibles.
¿Tal vez una lectura extremadamente rústica de la idea de “competencia” puede actuar de combustible de esas posiciones? Además, los reformistas (como me defino) creemos que las transformaciones que la Argentina necesita requieren un marco de aceptación social responsable y sostenido en el tiempo, que es incompatible con alimentar cada día controversias. Una cosa es tener que enfrentar resistencias y bloqueos, y otra muy distinta es ir por la vida construyendo enemigos de manera oportunista, para beneficiarse de un antagonismo impostado.
En las dos décadas de dominancia kirchnerista vimos cómo se fue constituyendo el escenario de la pretensión hegemónica: un cierto desprecio por la calidad de la argumentación, la manipulación estadística, la distorsión de la historia, el desprecio por las voces alternativas, la identificación de toda oposición como “antagonista” renunciando a cualquier articulación parcial, la erosión del pluralismo, etc. El soporte material de esa operación política fue la superación de la crisis de 2001/2 financiada con los precios extraordinarios de nuestras exportaciones por aquellos años.
La paradoja actual es que, en medio de una recesión fuerte, con pérdidas de ingresos y una angustia existencial que atraviesa millones de hogares, hay personas que creen que es útil o que favorece alguna causa irritar aún más todo, con burlas o con elucubraciones sobre un futuro de prosperidad.
Es evidente que el núcleo de poder oficialista pretende implantar una especie de “optimismo tóxico”, donde cada detalle presagia un destino venturoso y las opiniones disidentes son señala das como miopes, interesadas o mal intencionadas.
Elegimos la democracia liberal, entre otras cosas, para poder librarnos de las visiones salvíficas, para poder reemplazar pacíficamente a los gobiernos y para poder expresarnos sin temor a ser atacados por nuestras opiniones. También es una herramienta útil para poder darles soporte institucional a las soluciones que una sociedad cambiante va construyendo.
Modular una conversación que no nos hunda en el escepticismo ni nos movilice de un modo agresivo no es un privilegio, es una necesidad imperiosa para encontrar soluciones que perduren, más allá de las pasiones momentáneas.

Diputado nacional (UCR/Pcia. de Bs. As.)

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Josefa Dominga Balcarce, nieta del general San Martín
Alejandro Alberto Díaz Bessone

Hoy se cumple el centenario de la muerte de una mujer de vida ejemplar, la nieta del general San Martín, doña Josefa Dominga Balcarce y San Martín, a quien el Libertador llamaba “Pepa”. Nació el 14 de julio de 1836 en Grand Bourg, Francia, en la casa en que vivía la familia Balcarce junto al Padre de la Patria, quien la había adquirido el 25 de abril de 1834, y que se transformó en el hogar preferido del general.
Esta casa, que aún existe, está ocupada por una congregación de hermanas de Nuestra Señora de Sion, hermanas contemplativas. Se mantiene igual salvo una pequeña modificación al agregarse una capilla en su parte extrema izquierda, el resto es similar. Tuve la oportunidad de visitarla un par de veces y constaté que se encuentra en buen estado de conservación.
Allí nació esta gran mujer, que fue la que aportó detalles de la vida del general.
Podemos resaltar, entre otros aspectos, que donó innumerables bienes personales que había utilizado su abuelo a lo largo de su vida, y que la mayoría de ellos se encuentran en el Museo Histórico Nacional. Quizás los más destacados son los muebles de la habitación del Libertador, que acompañó con un pequeño gráfico a mano alzada para indicar cómo estaban distribuidos en Boulogne Sur Mer. Hoy se pueden observar tanto en el museo Histórico Nacional como en la Casa Museo de Boulogne Sur Mer en Francia.
Josefa se casa en 1861, en París, con Fernando María Gutiérrez de Estrada y Gómez de la Cortina, diplomático mexicano. No tuvieron la suerte de tener hijos por lo cual no hay descendientes de la familia San Martín. Pepa, a los 73 años, estuvo presente cuando se le rindió homenaje a su abuelo al inaugurar el primer monumento del general en Europa, que justamente se encuentra en la costanera de Boulogne Sur Mer. En ese homenaje participó un Escuadrón Montado del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín (150 granaderos), que viajaron en cuatro barcos para ese importante acontecimiento. La Argentina era una potencia mundial. El motivo fue el centenario de nuestra independencia, si bien se inauguró casi un año antes, el 24 de octubre de 1909.
Durante la Primera Guerra Mundial, Josefa Dominga transformó su casa de Brunoy, donde ella fallece a los 87 años, en un hospital de sangre, para atender a heridos y lisiados de la Gran Guerra. Por eso posteriormente es condecorada por Francia con la Legión de Honor. Finalizada la guerra creó la Fundación Balcarce y Gutiérrez de Estrada para atender en su casa a aquellos que necesitaban albergue y alimentos. La fundación fue donada por ella misma a la Fundación Filantrópica de Francia, que aún existe.
Brunoy es una pequeña localidad muy cercana de Grand Bourg (30 km de París) donde Mariano Balcarce y Mercedes San Martín se instalaron en forma definitiva a la muerte del Libertador. Esa casa la heredó Josefa. Pepa descansa en el mausoleo de la familia Balcarce en el cementerio de Brunoy, ya que Francia no autorizó su traslado a Mendoza con el resto de su familia por ser considerada una heroína francesa.

General (R)

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA


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