miércoles, 17 de abril de 2024

HISTORIA DE "LA IDEAL "


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Buenos Aires perdida: un telescopio y una porción de torta le dieron inicio al servicio de delivery en una desaparecida confitería de Caballito
Foto histórica de la confitería La Ideal, que estaba ubicada en José María Moreno y Rivadavia, en el barrio de Caballito
La sucursal de La Ideal ubicada en la esquina de la avenida Rivadavia y José María Moreno fue por más de 40 años sinónimo de elegancia y sofisticación
Silvina Vitale
Desde poco más de una cuadra, Conrado Nalé Roxlo y sus hijas podían ver perfectamente las tentadoras tortas exhibidas en la vitrina de la Confitería La ideal. Con mucha crema, o con cerezas, manzanas o las más vistosas de chocolate lucían irresistibles para el reconocido escritor y vecino del barrio de Caballito.
Inaugurada en 1927, esta sucursal se ubicaba en la intersección de la avenida Rivadavia y José María Moreno, mientras que la casa central, que había abierto en 1912, estaba en Suipacha 380/388 y su casa matriz, en Corrientes 1199, casi esquina Libertad. “Frecuentarlas es un signo de distinción”, decía el anuncio que publicitaba al local en los periódicos de la época y aclaraba que a su distinguida clientela le esperaba el más refinado confort en sus distintos salones.
Incluso la revista Caras y Caretas le dedicó una página en uno de sus números de ese año a la flamante apertura. En el artículo, se detalla todo sobre el evento de inauguración, un lunch que convocó a periodistas, vecinos y diversas personalidades. “Después de recorrer todas las dependencias del local y de hacer los honores de una bien servida mesa en la que no faltaba nada para satisfacer al más refinado paladar, se dio por terminado el acto quedando los concurrentes muy reconocidos por la gentileza y atención de los propietarios, a los cuales se auguró el más completo éxito por la oportuna y feliz iniciativa de dotar al populoso barrio de Caballito de una casa que por su confort y múltiples especialidades en los ramos de Confitería y Anexos, será la preferida de la clientela distinguida de esa parte de nuestra urbe”, se leía.
A su vez, detallaba que la confitería prestaría los servicios de lunch para fiestas, así como banquetes, “contando para ello con un espléndido servicio de cristalería y mantelería finas, adquiridas en las más acreditadas fábricas europeas”, se aseguraba en la nota sobre su apertura.
El primer delivery
Exactamente en el quinto piso del edificio situado en Florencio Balcarce 15, en cuya planta baja hoy se encuentra el café El Coleccionista, vivía Nalé Roxlo junto a su familia. Este pasaje pertenecía a los terrenos del Palacio Videla Dorna, la magnífica construcción de influencia victoriana que fue demolida hacia mediados de la década de 1920 y cuyos terrenos fueron loteados dando paso a la apertura del mencionado pasaje.
Nalé Roxlo, nacido en Buenos Aires en 1898, segundo hijo de uruguayos descendientes de franceses y españoles, fue un reconocido poeta, humorista, dramaturgo y narrador. Una de sus obras más recordadas es el famoso poema El grillo que formó parte de un libro ganador en 1923 del premio de la editorial Babel. “Música porque sí, música vana/como la vana música del grillo;/mi corazón eglógico y sencillo/se ha despertado grillo esta mañana”, decían sus versos de inicio.
Detalle del edificio construido por el arquitecto Alejandro Enquin a mediados de la década de 1920 bajo el estilo academicista francés, que albergó al refinado local gastronómico por más de cuarenta años
Cuenta Marina Bussio, historiadora y periodista que, además de un eximio poeta y narrador, Nalé Roxlo era un coleccionista de largavistas y telescopios, un verdadero apasionado por observar las estrellas con estos artefactos. De hecho, solía entretener a sus hijas, Carmen y Teresa, mirando el parque con ellos. “Como era un tiempo en el que las construcciones eran bajas y no existía la arboleda que se observa actualmente, el escritor fácilmente llegaba a ver la esquina donde estaba la sucursal de La ideal con sus telescopios. Con sus niñas alcanzaba a distinguir las heladeras, y juntos elegían la torta que más les gustaba para luego pedirla por teléfono y que se la llevaran a su casa. Así cuentan que nació el delivery”, explica.
Respecto de la confitería, en su libro El barrio de la veleta, Historia de Caballito (1996), Osvaldo Sidoli recordaba que alrededor de 1935, esta sucursal de La Ideal poseía una orquesta de señoritas que amenizaban las horas del té y del copetín. “Se convirtió en el centro de reunión obligado de la mejor sociedad del barrio”, detallaba el historiador.

Vista actual del edificio que continúa siendo uno de los ejes centrales de la vida social y comercial del barrio. La cúpula denota un signo de categoría de las construcciones de la época
Por ese entonces, La Ideal competía con el café Campidoglio –actual confitería El Greco, en la avenida Rivadavia 5353–, otro punto de encuentro social, frecuentado por jugadores y directivos del Club Ferro Carril Oeste y otras personalidades destacadas como el compositor y cantante de tango Agustín Magaldi.
La sucursal de La Ideal fue un símbolo del barrio por más de 40 años hasta que en 1970 cerró sus puertas y su lugar lo ocupó una entidad bancaria. En la actualidad es una de las esquinas más deseadas de la ciudad y está ocupada por una tienda de carteras. En tanto que, la casa original de la calle Suipacha, en el barrio de San Nicolás, que data de 1912, se afianzó a lo largo de los años como un ícono de la gastronomía porteña y tras un cierre de seis años, entre 2016 y noviembre de 2022, reabrió con gran expectativa por su minucioso trabajo de restauración del edificio.
Fundada por el español Manuel Rosendo Fernández y construida por el ingeniero C. F. González, consta de dos plantas y es un símbolo de la belle Epoque. Frecuentada por personajes destacados de la esfera cultural, política y artística su puesta en valor estuvo a cargo del arquitecto Alejandro Pereiro, del estudio Pereiro, Cerrotti & Asociados, que mantuvo los elementos originales incluidos los vitraux y una imponente cúpula.
El axis mundi
Según explica Juan Antonio Lázara, doctor en Historia y Teoría de las Artes de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesor titular de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), esta sucursal de la Confitería La Ideal abrió cuando Caballito comenzaba a crecer y a transformarse de una zona de quintas a un barrio integrado a la mancha urbana de la ciudad. “A manera de ejemplo del auge de esos años, en 1926 se inauguraba a pocos metros de allí la actual sede del Club Italiano y, en 1928, la quinta de la familia Lezica se convertía en el Parque Rivadavia. En las inmediaciones estaba la quinta de Martín Meyer, empresario y cuñado del expresidente Carlos Pellegrini, quien decidió vender su propiedad. El lugar en donde estaba la confitería La Ideal estaba la entrada a la quinta con un pórtico muy decorado”, recuerda Lázara.
Placa junto a la puerta del edificio de Florencio Balcarce 15 que recuerda la morada del escritor Conrado Nalé Roxlo y hace un guiño a su fanatismo por los largavistas y telescopios
Y aclara que, para 1923, la manzana se dividió en 14 lotes que salieron a remate a través de la firma Publio Massini y Cía., con una base de $70 para los lotes frente a la avenida Rivadavia y de $40 los restantes, a pagar en cuatro años con un 20% de adelanto al 7% de interés anual.
Por otra parte, señala que, frente a esos terrenos, circulaban líneas de tranvía tanto por Rivadavia como por José María Moreno y Rosario. Además, la línea A de subtes ya llegaba a la zona que todavía ofrecía casas bajas y quintas.
“El edificio donde se instaló la confitería se empezó a construir a mediados de la década del 1920, bajo proyecto del ingeniero Alejandro Enquin. Este estaba en pleno crecimiento profesional y pocos años después tendría a cargo el proyecto de la Sinagoga de la Congregación Israelita de la calle Libertad y numerosos edificios de renta horizontal, es decir, casas de departamentos, que se desarrollaron en esos años”, sostiene el doctor en Historia.
Planos de la firma de Publio Massini y Cía. que informaba sobre la ubicación de los lotes y las facilidades de pago
En cuanto a la estética del edificio de la emblemática esquina de Caballito, asegura que esta era fiel al academicismo francés, “algo tardío en su diseño en relación con otras tendencias que estaban emergiendo de la mano del art decó y del racionalismo”, advierte.
Por otra parte, aclara que, desde el Centenario –celebración de los 100 años de la Revolución de Mayo–, en las esquinas, cuando se construía un edificio de renta horizontal de categoría, se ofrecía una gran cúpula como referente arquitectónico del entorno, generando una marca urbana que le daba identidad al barrio. “Fue así que el edificio de Av. Rivadavia 5002 se convirtió en el primer edificio de altura del barrio y en el primero de gran lujo acorde a otros ejemplos de academicismo que se venían desarrollando en el centro de la ciudad y la parte norte como, por ejemplo, los proyectos de Pablo Pater de Riobamba 1115 (1912-15) o de Pablo Scolpini en avenida Santa Fe y Talcahuano (1909-12)”, dice.
Arriba, el aviso que promocionaba los lotes de la manzana que luego ocuparía el edificio de Enquin y que se dividió en 14 parcelas que salieron a remate a través de la firma Publio Massini y Cía; abajo, el anuncio de la confitería La Ideal que promocionaba sus distintas sucursales y servicios
Y agrega: “Casi podríamos decir que se trataba de una tipología propia de los edificios de renta horizontal de calidad de la época. Si estos edificios estaban en una esquina emblemática por ser cruce de dos avenidas, en los bajos se instalaba un café y confitería que ofrecía algún complemento musical con orquesta o piano como fue el caso de la Confitería Del Águila en Callao y Santa Fe o la Confitería del Molino en Av. Rivadavia y Callao”.
En todos estos ejemplos, se trataba de edificios de vivienda que remataban en cúpula como el de La Ideal de Caballito que constaba de cinco pisos. Aunque Lázara reconoce que su altura, si se lo compara con los edificios racionalistas de la segunda mitad de siglo XX, parece doble sumado a la cúpula y a la linterna con reminiscencias del art nouveau.
Publicación de la Revista Caras y Caretas de 1927 por la inauguración de la confitería La Ideal de Caballito
“A lo largo del siglo, ocuparon ese local sucesivas marcas de ropa y negocios de diversos rubros, siendo una de las esquinas más cotizadas de Buenos Aires a pesar de que se construyó en un lote cuyo valor fue a remate con $70 de base. Aún hoy, el edificio de Alejandro Enquin es el axis mundi de Caballito y ofrece un fuerte contraste con el despojado racionalismo de la torre de El Hogar Obrero ubicada a 100 metros de allí”, finaliza.

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