domingo, 21 de abril de 2024

TURISMO.... El Hotel de Viña de los Spinoglio ya está en funciones, queda a menos de media hora del centro de Montevideo


La bodega que transformó piletas de vino en alojamientos
Spinoglio reacondicionó sus instalaciones en el Hotel la Viña, en Cuchilla Pereyra, que se encontraban en desuso desde hancde años
Eduardo LanzaLas piletas cilíndricas reconvertidas en habitaciones
MONTEVIDEO.– Al ingresar a la bodega Spinoglio, cuatro enormes piletas cilíndricas, se alinean al costado del camino. Estaban en desuso desde hace años y hoy se reconvirtieron en habitaciones para recibir a los turistas.
Las estructuras quedaron como testigos de épocas pasadas, cuando en ellas se depositaban una parte de los dos millones de litros de vinos de mesa, que la familia procesaba cada año. Pero llegó el momento de los vinos finos y las pequeñas partidas varietales a procesar ya no las precisaban para esos fines.
En 2002, Diego Spinoglio dejó sus estudios de arquitectura y a pedido de su padre, comenzó a ayudarlo en la necesaria reconversión.
Hubo que desarrollar mucho ingenio, para que esa legendaria empresa fundada en 1898 por don José Campomar, pudiera seguir adelante.
Hasta que llegaron los años en que el turismo de bodegas se posicionó y se imponía aprovechar las instalaciones del enorme edificio.
“Esto nos obligó a rescatar las construcciones existentes para un nuevo uso, pensando en dedicarnos al rubro de bodas y la realización de eventos de mayor escala”, explica Alejandra Bruzzone, arquitecta y esposa de Diego Spinoglio.
“En el interior ya no quedaban los grandes toneles de principios de siglo, sólo dejamos un par de ellos como elementos decorativos y testigos de épocas pasadas”, detalla.
La llegada de cruceros crecía y a los turistas les gustaba salir del barco y alejarse de la ciudad, para entrar en contacto con la naturaleza. Que mejor manera de hacerlo, si se puede visitar y recorrer un viñedo con una copa de buen vino en la mano.
La familia gestionó un acuerdo con la agencia organizadora de esos viajes y Alejandra puso manos a la obra para remodelar los espacios interiores, sobre todo la antigua cocina y para adaptarle el imprescindible comedor contiguo. Así impulsaron un nuevo rubro económico para colaborar con la gestión de Diego y sus vinos finos.
Faltaba un paso más —el del alojamiento de visitantes— que recién se concretó este verano.
Estaba claro que las grandes piletas ya nunca más se utilizaría y, por otro lado, eran algo que siempre llamaba la atención de todos los turistas que los visitaban.
En otras bodegas del mundo no es común encontrar esos enormes cilindros de bloque y hormigón; adaptarlas a servir de habitaciones significaba un reto mayor.
Uno de los desafíos fue definir las intervenciones justas, las que no afectaran la estructura y que por otro lado no le hicieran perder su carácter a las piletas .
“Estos grandes cilindros hablan no solo del pasado de esta bodega, sino que reflejan un momento histórico de la vinicultura canaria de Uruguay”, explica la arquitecta.
Una vez remodeladas, por fuera, solo se acusan los vanos de ventanas y puertas, porque se mantuvo el carácter robusto original del cilindro de concreto.
“Sin embargo, por dentro, los huéspedes encuentran con un espacio moderno, bien alhajado y de gran calidad arquitectónica,” explica Bruzzone.
“Las bocas superiores de las piletas —sus accesos originales— se transformaron en tragaluces, para reducir el consumo de iluminación artificial y además permite contemplar el cielo desde la cama”, agrega.
A las paredes interiores, la arquitecta les conservó la textura provocada por la cristalización del ácido tartárico del vino. La calefacción se realiza por loza radiante eléctrica y, por supuesto, cuentan con aire acondicionado.
Las habitaciones no cuentan con televisión porque están pensadas para promover una experiencia de desconexión con la vida habitual, pero de conexión con lo rural y la naturaleza.
El restaurante entonces pasó a contar con un servicio más extendido, o sea, desayuno, almuerzo y cena. Funciona a la carta en las tres instancias, como un signo distintivo y pensando en dejar menos desechos. Si el huésped pide una omelette se le hace al momento y lo mismo con un sándwich caliente o las tostadas.
El Hotel de Viña de los Spinoglio ya está en funciones, queda a menos de media hora del centro de Montevideo y se suma a otras iniciativas similares vigentes. En este caso ofrece el valor agregado de rescate de una herencia histórica, de la mano de una pareja que ama la arquitectura.

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