domingo, 22 de diciembre de 2024

IRONÍA Y LA PARTE Y EL TODO (LA GRAN AUSENCIA )


El Presidente alimentó la crisis con Villarruel con un mensaje irónico
“Cada vez que me voy [de viaje] siempre alguno me hace alguna”, dijo el Presidente en su paso por Córdoba; la semana pasada le apuntó a Villarruel por la expulsión de Kueider
Gabriela OrigliaJavier Milei expuso ayer en la Bolsa de Comercio de Córdoba
CÓRDOBA.– La relación entre Javier Milei y Victoria Villarruel está rota y se limita únicamente a lo protocolar. Ayer, el Presidente volvió a referirse a la pelea interna con su vice con un mensaje cargado de ironía.
“Como dicen algunos imbéciles, me gusta irme de viaje a pasear. Del último viaje me traje casi 3 mil palos verdes de inversiones, que es la inversiones de Rio Tinto y Stellantis”, aseguró Milei, contra los cuestionamientos por sus reiteradas giras al exterior. “Dados estos resultados, no se entusiasmen con que viaje mucho porque cada vez que me voy siempre alguno me hace alguna... sin comentarios”, deslizó, en un mensaje que se interpretó que fue dirigido a Villarruel.
Villarruel no hizo ayer ninguna alusión al mensaje de Milei. El jueves ya había sido protagonista de un nuevo cortocircuito al cuestionar a Patricia Bullrich por haber autorizado el viaje del gendarme argentino detenido en Venezuela. Su intervención sobre la ministra de Seguridad escaló y la vicepresidenta terminó borrando su crítica que había hecho en las redes sociales.
La semana pasada el encontronazo entre Milei y Villarruel había sido por la sesión del Senado en la que se expulsó a Edgardo Kueider, el exsenador de Entre Ríos que fue aliado de La Libertad Avanza. Hace ocho días, desde Italia, Milei sostuvo que la sesión fue nula y acusó a Villarruel de haber avanzado a pesar de saber sus funciones. “El mismo jueves el propio [Manuel] Adorni confirmó que yo estaba viajando a Italia y eso fue diseminado por todos los medios. Pero además, cuando yo termino de firmar, el escribano la llama insistentemente [por Villarruel] y después le escribieron a la secretaria, que tampoco contestó”, argumentó el Presidente, que cuestionó la validez de aquella sesión. Ayer, sin embargo, la Justicia rechazó una acción de amparo presentada por Kueider y ratificó de esa manera la legitimidad de la sesión en la que se aprobó por amplia mayoría la expulsión (ver aparte).
En la Bolsa de Comercio
En su segunda visita en dos meses a la ciudad de Córdoba y la cuarta desde el inicio de su gestión, el presidente Javier Milei usó una hora y media para describir los “logros” de su gestión, mechándolos con agravios a quienes lo cuestionan. “Me convertí en un portador de buenas noticias”, dijo. Reiteró su agradecimiento a diputados y senadores de Pro, de algunos radicales, y de gobernadores de Juntos por el Cambio como del peronismo que “acompañaron las reformas”. No mencionó al cordobés Martín Llaryora, quien lo estaba escuchando. En el distrito que representa 8,6% del padrón nacional y ante un auditorio amigo, pidió “que nos sigan acompañando”.
Con Llaryora tuvo un trato más distante que anteanoche en Tucumán, cuando también agradeció y nombró a los peronistas Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil, llamados “tránsfugas políticos” por Cristina Kirchner. Milei llegó a esta provincia para la inauguración de la nueva sede de la Bolsa de Comercio de Córdoba, que dejó su tradicional edificio en el centro de la ciudad y se mudó al Parque Empresarial Aeropuerto.
Si bien usó un tono institucional amigable con el libertario, Llaryora marcó diferencias respecto de que la provincia continuó con la obra pública y actuó como “amortiguador” del impacto social del ajuste. “Colaboramos con el gobierno nacional”, dijo y enfatizó que acompañaron el RIGI agregándole un “extra” cordobés y el blanqueo.
“Estamos acompañando medidas necesarias para que se encamine la producción porque sin empleo no hay programa que se sostenga en el tiempo”, ratificó. En ese segmento reclamó por la baja de las retenciones:
“Esperamos que cuando bajen los impuestos, nos saquen las malditas retenciones al campo”.
En su presentación, Milei repitió los insultos que habitualmente usa para quienes critican o marcan diferencias con su programa.
En lo económico, su discurso fue muy similar al que dio anteanoche en Tucumán. Volvió a anualizar cifras, hacer citas académicas, detallar lo hecho durante su gestión, confirmar que pasado mañana se termina el impuesto PAIS, que habrá reforma tributaria, que sigue con la idea de cerrar el Banco Central (”nos van a salir los dólares por las orejas”), y rechazó que haya atraso cambiario (”el club de los imbéciles devaluadores”). Repitió que la Convertibilidad fue el “mejor programa de estabilización de la historia” hasta el suyo ahora.
El titular de la Bolsa de Córdoba, Manuel Tagle, hizo su discurso después de Llaryora, elogió al Presidente, valorizó el “éxito” de las medidas que viene tomando y subrayó la sintonía ideológica de la Bolsa con el libertario. “Es un placer escuchar el discurso de Manuel”, enunció Milei al comenzar su presentación y, después, elogió la “valentía” del expresidente del Banco Central Guido Sandleris, ahora director de la consultora Ecosur. Tagle es amigo personal de Mauricio Macri y contó que tiene “contactos esporádicos” con Milei.
Javier Milei
PRESIDENTE DE LA NACIÓN
“Como dicen algunos imbéciles, me gusta irme de viaje a pasear. Del último viaje me traje casi 3000 palos verdes de inversiones”
“Dados estos resultados no se entusiasmen con que viaje mucho porque cada vez que me voy siempre alguno hace alguna... sin comentarios”
“Con todos los proyectos energéticos nos van a salir dólares por los oídos”
“Efectivamente vamos a avanzar en un tratado de libre comercio con Estados Unidos y que lo reafirmó la vocería del presidente electo, Donald Trump”
“Cuando decíamos que íbamos a un programa nos decían que era imposible ajustar más de un punto del PBI por año y gracias al trabajo enorme de [Luis] Toto Caputo alcanzamos equilibrio fiscal en el primer mes”

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Dos ausencias que revelan una ausencia
Las muertes de Sarlo y de Sebreli marcan el vacío de reflexión en el debate públicor
Sergio Suppo

La muerte de Beatriz Sarlo, menos de dos meses después del adiós de Juan José Sebreli, desnudó una ausencia aún más notoria que la significativa relevancia de ambos intelectuales. No es nostalgia de lo que nunca jamás sucedió. El vacío de sus muertes pone al desnudo la carencia de pensadores relevantes en la discusión pública. Y, peor que eso, su reemplazo por la degradación de la conversación de ideas en una competencia de bandos que se insultan y agravian con consignas vacías.
Sarlo y Sebreli se fueron al final de largas trayectorias construidas por la constancia de la divulgación de sus ideas. Por carriles separados, con coincidencias circunstanciales o desde perspectivas distintas, ambos fueron protagonistas de tiempos agitados, cambiantes y hasta contradictorios.
Vivieron en un país en el que la discusión intelectual siempre fue intensa y ligada además a la construcción política. Jamás en aquellos choques de ideas renegaron de su condición esencial de influir sobre el poder. Nada fue ideal y por eso mismo trataron de aportar con sus miradas a la construcción de cambios sociales y políticos.
No fueron los únicos ni serán los últimos. Se ganaron con talento y persistencia un lugar en una discusión por lo general amplia, por momentos ceñida a círculos ínfimos y en otras etapas bajo el interés general. Estas líneas no incluirán una valoración de sus obras, tarea que con autoridad y precisión ya ha sido realizada en la nacion.
Las muertes de Sarlo y Sebreli recuerdan el valor de los intelectuales que nunca se resignaron a subordinarse a una fracción partidaria, sin por eso dejar de aportar y eventualmente pertenecer a determinados grupos o líneas de pensamiento. En ellos siempre fueron circunstancias, en tanto la revisión de sus propias posiciones es un detalle que distingue siempre a los pensadores que hacen de los cambios, de sus ideas y vueltas, un aporte sucesivo.
Los rasgos nítidos y muchas veces filosos hasta el borde de la disrupción de Sarlo y Sebreli no les impidieron confrontar y también dialogar con opuestos, iniciar y cerrar polémicas.
El desierto que quedó definitivamente expuesto no empezó con la noticia de la desaparición física de ambos. El largo proceso de deforestación de la conversación pública no es nuevo ni atribuible a la aparición del fenómeno libertario. Ni mucho menos.
La fragmentación, el maniqueísmo y la formación de bandos caracterizados por su precariedad y por su prepotencia para la imposición de ideas desde el poder es una larga construcción que empezó con el intento de eliminar de la escena a los protagonismos sin una filiación específica.
La supuesta intelectualidad utilizada como arma política, antes que como recurso para generar insumos para la acción y las decisiones, es un ensayo que se arrastra desde hace más de dos décadas.
El kirchnerismo regimentó a una serie de supuestos pensadores, los encorsetó en dos o tres ideas madres derivadas de la izquierda nacionalista de Jorge Abelardo Ramos y convirtió la divulgación de sus ideas en un catecismo repetitivo y justificador de cuanta maniobra se hubiese consumado previamente.
Dicho sea de paso sobre Ramos, de izquierda poco y de nacionalismo, algunas consignas. El resto, un catálogo de obviedades para justificar a todo autócrata que se precie de tal, con el viejo recurso del mito del líder y las masas. En otras palabras, la justificación del jefe absoluto que piensa y hace por todos, al extremo de autodefinirse como la patria misma y a sus adversarios, como enemigos que solo merecen el exterminio.
Con un barniz de Ernesto Laclau y lecturas en diagonal de Carl Schmitt, alcanzó para el intento del kirchnerismo de someter ideológicamente al resto del país.
Eso se llamó batalla cultural. Y sirvió para consolidar un frente de reacción y aglutinar a extraños en una coalición que llevó a Mauricio Macri al poder. Ese proyecto solo se explicó por la voluntad, circunstancialmente mayoritaria y por un margen muy ajustado, de desalojar de la Casa Rosada a Cristina Kirchner. Nadie pensó desde adentro ni desde afuera que ese objetivo podría llegar a agotarse en sí mismo si llegaba a ser cumplido.
Ahora hay otra batalla cultural que podría asumirse como la misma, en tanto los libertarios que dicen representar el pensamiento de Javier Milei también llaman batalla cultural a su estridencia y agresividad.
Como en el caso del kirchnerismo, hay primero un encuadramiento explícito, una adoración incondicional hacia el líder Milei y por lo tanto una predisposición absoluta a justificar antes y después cualquier decisión.
Aquello y esto podrían ser presentados como una acción propagandística antes que un ejercicio articulado de ideas para la acción de un gobierno. Es exactamente así.
El kirchnerismo usaba la sobreactuada posición del indignado con el resto del mundo para construir una épica supuestamente revolucionaria. Los libertarios hacen del insulto y la desmesura verbal un recurso para erigir otra hipotética revolución en sentido contrario.
Fue más sencillo visualizar esos fenómenos por los aportes que, en sus días finales, hicieron tanto Sebreli como Sarlo.
Desde ninguno de esos bandos enfrentados y en el fondo parecidos en sus formas se dijeron o escribieron palabras para despedirlos. Esa premeditada indiferencia es una distinción final que Sarlo y Sebreli se llevaron.
La mirada crítica, la observación que construye haciendo ver las fallas y los defectos que pueden proyectar un derrumbe ahí donde solo hay un regodeo en el apogeo del presente fue y es igualmente despreciada por los regímenes políticos más intensos que la Argentina ha conocido en más de cuatro décadas de democracia.
Es lo que hace más visible la ausencia de quienes piensan sin fanatismo respecto del poder de turno

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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