jueves, 28 de febrero de 2019

HAY EQUIPO.....TECNOLOGÍA PIONERA

Tecnología pionera: desarrollaron una plataforma para hacer vacunas orales
Probada en roedores, es un avance de científicos cordobeses que permite prescindir de las inyecciones y de la cadena de frío; la misma metodología activa el sistema de defensa contra las células tumorales
Imagínese que las vacunas lleguen a 3200 metros de altura, hasta el paraje El Tolar, en Catamarca, transportadas durante 9 o 10 horas sobre caballos o mulas, sin necesidad de conservarse en frío, y que una vez allí la inmunización de niños y adultos se realice con unas simples gotitas en la boca.
El mismo método permitiría vacunar pollos y salmones a través de los alimentos que consumen, en lugar de inyectar a cada uno para protegerlos y preservarnos de microorganismos patógenos.
Esa es la potencia de la plataforma para vacunas orales que desarrolló el equipo de investigación dirigido por Hugo Luján, investigador superior del Conicet en la Universidad Católica de Córdoba. El trabajo acaba de publicarse en Nature Communications.
Es una herramienta con la que, por ingeniería genética, se podrían producir medicamentos para algunos tumores y otros fármacos como insulina o la hormona de crecimiento, además de vacunas para frenar un sinfín de microbios que ponen en riesgo la salud de personas y animales.
"Nuestra plataforma permite generar dos tipos de respuesta: la humoral, que es la líquida (por ejemplo, los anticuerpos de inmunoglobulinas para la alergia) y la celular -explica Luján-. De manera muy general, imaginemos que una vinchuca inyecta los tripanosomas en el torrente sanguíneo; nosotros podríamos tener anticuerpos que bloquearían el parásito. Pero, si sobrepasara esos anticuerpos, también podríamos incluir en la fórmula vacunal antígenos para que diferencien las células enfermas y sean destruidas por otras células del sistema inmune".
Para llegar hasta aquí se necesitaron más de 20 años de investigación. El primer hito fue en 2008, cuando con un paper publicado en Nature, el Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas (Cidie), que dirige Luján, dio a conocer que el parásito intestinal Giardia lamblia, responsable de un tipo de diarrea habitual en el mundo, es difícil de tratar porque tiene una coraza de proteínas que burlan el sistema inmunológico: cuando el organismo encuentra un antígeno fabricado por una de esas proteínas y trata de destruirlo, el parásito lo cambia por otro de los 200 que tiene guardados. Sobre ese hallazgo, el equipo de Luján logró modificar información genética del parásito para que se activen varias de sus proteínas que fabrican los antígenos que despiertan el sistema de defensas, y fue la base para pensar en la generación de vacunas.
Dos años después, el mismo centro de investigación había identificado los 200 antígenos de Giardia y había desarrollado una vacuna contra ese parásito esquivo. Los científicos aislaron todas las proteínas de su superficie y las integraron en una tableta que permitiría derribar a Giardia. La eficacia fue probada en animales de laboratorio, domésticos (gatos y perros) y de granja, y los resultados se publicaron en Nature Medicine, en 2010. "El Conicet vendió la patente por 75.000 dólares a una empresa farmacéutica, pero todavía no hay noticias de pruebas en seres humanos", se lamenta Luján.
Los trabajos realizados por el equipo cordobés en la bacteria Giardia lamblia fueron el puntapié inicial del desarrollo.
La tercera etapa (pero no la última) comenzó en 2011 cuando el científico fue a dar una conferencia al Instituto Pasteur de Francia. Entre la audiencia estaba una investigadora argentina que le propuso que conociera a su jefe. "David Klatzmann, último autor junto conmigo de la patente de la plataforma de vacunas orales, puso un pizarrón y me dijo que tenía cinco minutos para explicarle mi trabajo. Cuando terminé, fue su turno y en cinco minutos me contó su estudio con partículas virales como vacunas. Entonces, nos propusimos hacer las dos cosas juntas: tomar esas partículas y recubrirlas con las proteínas de Giardia que yo estaba usando", recuerda el investigador.
Así, con la plataforma para vacunas orales se produce, mediante ingeniería genética, el vehículo compuesto de partículas similares a virus, recubiertas con las proteínas que protegen a Giardia en el intestino, para que transporte diferentes "despertadores" (antígenos) de la respuesta inmune. Los resultados publicados muestran que ratones vacunados con esta tecnología contra dos antígenos del virus de la gripe "fueron inmunizados con éxito y la vacuna no se degradó en los intestinos", indica Luján.
"Teníamos la mayoría de los resultados en 2015, todos los experimentos se hicieron en Córdoba, excepto lo último, que fue el desafío de investigar sobre células tumorales", remarca el científico, que trabaja con las investigadoras Marianela Serradell y Lucía Rupil.
"El año pasado el paper estaba casi listo y cuando se lo envié a mi colega francés me dijo: 'Esto es una bomba'", comenta Luján, mientras espera que las instituciones copropietarias de la patente la lleven a la industria farmacéutica para que pruebe las vacunas en humanos y lleguen a la sociedad.
Andrea Garmanik, investigadora principal del Conicet y jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, expresa: "Mi opinión es que este trabajo aporta una estrategia innovadora para el desarrollo de vacunas". Destaca que "lo interesante es que emplean el conocimiento acumulado desde hace muchos años por el grupo de Luján acerca de las propiedades de proteínas de un parásito para ser usadas en la construcción de estas vacunas. Es un método nuevo con un gran potencial de aplicación".
"No soy un experto en su tema -aclara y aporta Marcelo Rubinstein, investigador superior del Conicet y director del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (Ingebi)-, pero creo que Hugo es el científico argentino contemporáneo que ha llegado al desarrollo innovador más importante de las ciencias biomédicas de los últimos años a partir de estudios originalmente básicos, que se transformaron en una aplicación concreta que permitirá un avance notable en un área fundamental y supernecesaria".
La investigación mostró que las vacunas soportan cambios de temperatura y de pH, por lo que la logística de transporte y mantenimiento (no requiere cadena de frío) no solo se simplificaría, sino que se reducirían los costos. El mismo impacto tendría su administración: "No necesitan personal entrenado, se evitan los riesgos de usar jeringas y agujas, no tienen gastos asociados al descarte de ese material, son indoloras y fáciles de producir en escala industrial", subraya Luján.
Conocimiento aplicado
Hay equipo. Un trabajo de 20 años
Hugo Luján, Marianela Serradell y Lucía Rupil, investigadores del Conicet, desarrollaron una nueva herramienta para producir vacunas orales
Eureka. Una bacteria inspiradora
Los trabajos realizados por el equipo cordobés en la bacteria Giardia lamblia fueron el puntapié inicial del desarrollo. En verde, la proteína de superficie

J. E.

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