lunes, 18 de febrero de 2019

LAMENTABLE

Nuevo misil ruso. Cinco veces más rápido que el sonido
Rusia probó uno de esos misiles hipersónicos a finales de diciembre del año pasado, el Avangard. Fue, según el líder ruso, un “regalo de año nuevo” para sus ciudadanos. Pero también un gesto hacia Washington y el Presidente estadounidense que ya había denunciado que Moscú incumplía el INF con otro cohete polémico, el misil de crucero de tierra SSC-8 (conocido en Rusia como 9M729), que Moscú ha desplegado en cuatro batallones en dos bases al este de los Urales, cerca del mar Caspio. Un arma que EE UU ve como una forma de intimidar a Europa, especialmente a las antiguas repúblicas soviéticas, pero que según el Kremlin no vulnera el pacto.
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"El Avangard lleva un bloque planeador que vuela varias decenas de kilómetros de altura en la atmósfera, a diferencia de los bloques tradicionales que vuelan en trayectoria balística", El bloque planeador se desplaza a velocidad hipersónica y es capaz de eludir las zonas donde podría ser detectado por los radares de los sistemas antimisiles del enemigo
Como demostró la acogida del Avangard, la estrella de los futuros arsenales serán probablemente los misiles hipersónicos. Armas que combinan dos características clave: son mucho más rápidos y manejables que sus primos, los misiles de crucero sónicos o subsónicos, como los Tomahawk. De hecho, los cohetes hipersónicos pueden viajar más de cinco veces a la velocidad del sonido, o alrededor de 1,6 km por segundo, lo que los convierte en extremadamente difíciles de interceptar. Un Tomahawk, en cambio, alcanza velocidades de unos 900 kilómetros por hora. Japón, India, Australia o Francia también trabajan en tecnologías hipersónicas.
Con todo, parece que EE UU se estaba preparando para la ruptura del pacto, porque desarrolla ya un cohete de ataque de precisión, previsto para 2023 y que estaría fuera del rango permitido por el INF. También puede adaptar otras armas, como sus Tomahawk basados en el mar, para lanzarlas desde tierra. Y dispone de otras bazas, en este caso de contención, como el escudo antimisiles que, bajo el paraguas de la OTAN, opera desde Rumania y Polonia. Un mecanismo que pretende evitar un ataque de misiles balísticos (de muy largo alcance) provenientes de Irán o Corea, pero que Moscú entiende como una amenaza directa. El Pentágono también podría desplegar misiles de alcance intermedio en sus bases en Japón apuntando a territorio chino. Pekín haría lo propio. Incluso EE UU es consciente que necesita un arma más moderna que recorra más distancia y eso apunta de nuevo a los misiles hipersónicos.
Rusia, pese a que ha dicho que mantendrá una respuesta “simétrica” y que no se embarcará en una nueva carrera armamentística, en realidad ya han anunciado nuevas armas, al menos una versión de tierra de su misil hipersónico lanzado desde el aire y una versión terrestre del llamado Kalibr, un misil de crucero lanzado desde el mar. Ambas opciones superan el rango que permite el tratado nuclear.

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