Proyecto Silverview, de John Le Carré
Secretos y sospechas, en la novela póstuma del escritor de espionaje
Márgara Averbach
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Los “paratextos” de Proyecto Silverview, la novela póstuma del inglés John le Carré (1931-2020), son realmente interesantes, empezando por la fotografía de una hoja muy tachada y corregida del original en la letra manuscrita del autor (foto que dice mucho sobre su método de escritura). En la nota final, Nick Cornwell, su hijo menor, explica las razones por las que cree que su padre no sacó en vida el libro, que ya había terminado: no quería hacer pública su mirada profundamente pesimista sobre Inglaterra y su Servicio Secreto. En estas páginas, Le Carré llega al fondo de esa desilusión amarga que ya estaba presente en su hoy clásico El espía que vino del frío (1963) o en la hermosísima El jardinero fiel (2001).
Proyecto Silverview relata una historia de espionaje y traición desde dos perspectivas: la del “inocente” enredado en los hechos (Julian, que antes abandona su trabajo en la City y funda una librería en un pueblito rural) y la de ciertos hombres y mujeres del Servicio Secreto, que lo contactan después de descubrir una filtración. Como siempre en la obra de Le Carré, el argumento funciona sobre la elisión, ese mostrar solo la superficie de lo que sucede hasta que, lentamente, se termina viendo el fondo.
Así, la novela trabaja alrededor del “enigma” y la sospecha. Y como siempre en la obra del escritor, ambos son síntomas del estado del sistema, al que se compara con un “barco abandonado, que se hunde lentamente”. Esa imagen se replica también en la “decadencia” de ciertos escenarios. Por ejemplo, el lugar donde se desarrolla el encuentro entre dos personajes esenciales, la “scène à faire” (es decir, la “escena que debe hacerse”, un recurso esencial en el género del espionaje y otros, la descripción del momento que los lectores esperan desde el comienzo): aquí, un sitio tétrico, habitado por “los restos de nuestra civilización tras su destrucción en alguna catástrofe futura”. Como suele ocurrir en Le Carré, esa decadencia abarca todos los niveles: desde el país (Inglaterra, perdida “en los bosques salvajes de la colonización” y maltratada por Estados Unidos) hasta las relaciones humanas, envenenadas por los secretos.
Y es que uno de los rasgos esenciales de la narración es justamente la descripción del espionaje como corruptor. El secretismo del oficio arruina a los personajes y al mundo. Todo es sospechoso. Todo puede ser falso, para ellos y para los lectores. Y lo peor es que, por encima de los hechos, el Poder, así con mayúsculas, no pelea por la paz: al contrario, está “pensando lo impensable”, planificando “contingencias para el Armagedón”. Esa idea (no del todo compensada por el amor y la lealtad entre algunos personajes) fue siempre uno de los rasgos de Le Carré y su novela póstuma vuelve a gritarla con desesperación.
Proyecto Silverview
Por John le Carré
Planeta. Trad.: Ramón Buenaventura
304 páginas, $ 2200
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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