Guía para pacientes¿Por qué me pide el médico pagar un extra si tengo prepaga? ¿Se puede negar a atenderme si no acepto?
Fabiola Czubaj
Anárquico, fuera de la norma o caótico. Así es como, en estos días, hasta funcionarios en las áreas de salud provinciales describen el funcionamiento del sistema sanitario argentino. Cada consultorio se volvió un mundo y las coberturas rinden cada vez menos, a pesar del cumplimiento riguroso de la cuota mensual. El costo más alto de esta crisis estructural sin precedentes en la atención médica lo están asumiendo los usuarios, con una inflación que no da descanso y en medio de una campaña electoral en la que profesionales y pacientes siguen escuchando que “la salud es gratuita” como si fuera un mantra. “Los médicos somos la máxima expresión de la fusión entre ciencia y humanismo. Nos apasiona lo que hacemos. Estamos pasando un momento muy difícil en un sistema de salud cada vez más deteriorado”, dijo, este martes, Adrián Gadano, referente argentino en trasplante hepático (actualmente, dirige el programa del Hospital Italiano). Al recibir el Premio Konex de Platino 2023 en Medicina Interna durante la ceremonia en el Centro Cultural de la Ciencia, continuó: “Pido ayuda para los médicos, sobre todo para los más jóvenes, que lo dan todo, en todos los rincones del país, día y noche, y merecen una retribución más justa. A [los médicos] les digo: ‘Resistan’. Y resistan junto a lo que nadie nos puede quitar, que es el abrazo agradecido de nuestros pacientes.” La “solución inmediata” que encontraron los médicos para no abandonar la atención por cartilla de obras sociales y prepagas fue el cobro de un bono no reintegrable que representa la diferencia entre los $2000 o 4000 que, en promedio, los financiadores les abonan por práctica a plazos de hasta 120 días y un honorario ético mínimo establecido en $6000. Medio centenar de sociedades científicas y otras entidades profesionales del país avalaron esta modalidad. “No es un coseguro. No es un adicional. No es un copago –aclaran, una vez más, ante la consulta–. Es un bono complementario no reintegrable, un convenio privado entre el paciente y el médico.” Del lado de los pacientes, la medida todavía genera confusión y quejas cuando, al finalizar la consulta o al presentarse para un estudio por imágenes, se les factura un pago extra que antes nunca les habían solicitado. “Si no lo puede abonar, será atendido igual”, insistieron dos voceros de las asociaciones profesionales. Entre ellos, se percibe cómo el asombro frente al silencio de las autoridades sanitarias se transforma en fastidio. “Queríamos que se hiciera cargo quién debía. Pero al no obtener respuesta, fue la única forma que encontramos para poder seguir viendo a los pacientes por cartilla. Con los honorarios existentes, a muchos se les hacía difícil hasta pagar los alquileres del consultorio y otros gastos operativos básicos”, indicó Edilio Paoletta, presidente de la Agremiación Argentina de Ortopedia y Traumatología. Junto con la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología están entre las más de 50 entidades de distintas especialidades que respaldan que sus miembros apliquen ese honorario mínimo sin recibo alguno. Paoletta afirmó que “fue una decisión incómoda” sobre la que aún hay posiciones encontradas entre entidades científicas, como es el caso de la Sociedad Argentina de Pediatría, que rechaza la modalidad. Desde el sector de la medicina privada señalaron que no avalan el cobro por fuera del contrato con sus afiliados, aunque aclararon que no cuestionan la validez del reclamo de los profesionales de la salud.
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Si pago una cobertura todos los meses, ¿por qué me empezaron a cobrar montos extras en las consultas o las prestaciones, como estudios de laboratorio o por imágenes?
No es una práctica nueva, ya que hace años hay médicos que en sus consultorios cobran a pacientes con cobertura un arancel para compensar el pago de honorarios, aun cuando no está reglamentado o permitido por contrato. Más allá de eso, hace un mes, profesionales empezaron a implementar un bono complementario no reintegrable: su valor es la diferencia entre lo que una cobertura le paga por una consulta y lo que más de 50 entidades de distintas especialidades consideran que es el honorario ético mínimo que ese médico debería percibir. Las asociaciones acordaron que ese honorario no puede ser menor a $6000, pero cada profesional puede fijar un valor superior.
“Es una decisión conjunta y sin marcha atrás de las sociedades que nos representan y por medio de las cuales certificamos nuestra especialidad”, reiteraron profesionales a través de un comunicado a la población. “Sabemos que puede generar malestar –continuaron–, pero entendemos que si bien no es la solución a la compleja crisis del sistema de salud, es la medida necesaria para poder seguir atendiendo por obras sociales y/o prepagas. De otra manera, los médicos deberíamos dejar de atender” por cartilla. No todas las sociedades científicas y asociaciones profesionales adhirieron a esa medida, pero en las provincias, según coinciden prestadores, esa medida unilateral de parte de los médicos se fue implementando rápidamente.

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¿Cuándo comenzó esta modalidad?
El Día de la Sanidad, que se conmemora cada 21 de septiembre, un comunicado que por primera vez suscribían las principales asociaciones, federaciones y sociedades científicas del país afirmaba que la crisis había “llevado los honorarios médicos al nivel más bajo de la historia”. Informaron que habían acordado un honorario ético mínimo de $6000 y que, a partir de octubre, los médicos podían cobrar un bono para llegar a ese valor de consulta si la cobertura del paciente no lo hacía. A los días, eran más de 50 las entidades que respaldaban el bono.
“Los honorarios que nos están pagando oscilan entre $1500 y $3500. Cuando se resta alrededor del 40% necesario para pagar los gastos inherentes a mantener el consultorio, el valor se reduce a entre $1000 y $2500, lo que va en detrimento de la calidad de la atención de los pacientes y la formación profesional”, expresó en ese momento a este medio Claudio Majul, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología. “Conocemos la situación por la que atraviesa el país porque también la atravesamos nosotros”, argumentó Omar Latino, presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires. También señalaron su apoyo el Consejo Argentino de Oftalmología, las federaciones argentinas de Radiología y Cardiología y las sociedades argentinas de Radiología, de Medicina Interna General y de Ultrasonografía en Medicina y Biología, entre otras.
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¿Qué diferencia hay entre un copago, un arancel o un bono complementario no reintegrable?
Mario Lugones, secretario de la Federación Argentina de Prestadores de Salud, explicó que lo único que está reglamentado y tabulado en el país es el copago: un porcentaje del valor de un servicio en el sistema de salud (consultas, análisis de laboratorio, internaciones, procedimientos, estudios por imagen) que queda a cargo del afiliado de acuerdo con las condiciones del plan de cobertura contratado. La leyenda “con copago” o “sin copago” suele aparecer en la credencial. Todo lo demás, cualquiera sea su nombre, son pagos que se les solicitan a los pacientes y no está reglamentado por la Superintendencia de Servicios de Salud.
Por eso, las entidades que impulsan el arancel no reintegrable reiteraron esta semana que no es un copago, sino que se trata de un bono para alcanzar el honorario ético mínimo. ”Es un contrato privado tácito e implícito entre médico y paciente y se encuentra por fuera de cualquier contrato o convenio con prepaga, obra social, clínica, sanatorio, consultorio o gerenciadora”, plantearon. Respecto al valor, indicaron que “lo puede fijar cada médico o cada grupo de médicos, según las características de la situación local”.

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Si me niego a pagar, ¿el profesional puede negarse a atenderme?
Paoletta afirmó que ningún paciente con cobertura quedó sin atender por no pagar el bono en el caso de los médicos que lo están cobrando. Un profesional puede negarse a atender a quien no quiera abonar sus honorarios cuando se trate de una consulta particular, es decir, por fuera de cualquier cobertura. No así cuando es a través de un plan de salud y sin copagos. En ese caso, Lugones mencionó que el afiliado tiene la opción de informarlo a su cobertura.
Fuentes del sector de la medicina privada indicaron que no pueden avalar el cobro de un monto que no sea un copago y no esté dentro del contrato de servicios. Hacerlo, implicaría una ruptura contractual. Sin embargo, aclararon que no cuestionan la validez del reclamo de los profesionales.
En la práctica, Paoletta refirió que la mayoría de los pacientes, aun cuando se enojan o no están de acuerdo, entienden por qué se les cobra extra cuando los médicos les explican. “Es importante que la población sepa que ningún paciente dejará de ser atendido si en el momento de la consulta no puede abonar el bono. El que puede pagar, lo paga y el que no, no. Pero esta fue la única solución que encontramos los médicos para seguir atendiendo por obras sociales o prepagas”, subrayó.
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¿El cobro de una suma extra es una medida transitoria o podría instalarse como un copago?
“En muchas ciudades del país, el pago del bono está normalizado y llegó para quedarse”, respondió Paoletta. Sin embargo, en el comunicado que difundieron las entidades que lo promueven, lo describen como “una medida de emergencia”. Esperan también que, tras el recambio de gobierno, se abra un canal de diálogo con las futuras autoridades para resolver la crisis de honorarios y aliviarles el bolsillo a los pacientes, según coincidieron autoridades de las entidades en diálogo con este medio.
Este martes, en la Secretaría de Comercio, representantes de la Sociedad Argentina de Cardiología, del Colegio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares, de la Federación Argentina de Cardiología, del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas, del Colegio Argentino de Cardiología y de la Fundación Cardiológica Argentina aprovecharon la reunión con autoridades sobre el faltante de suministros médicos para plantear la preocupación por los honorarios “relegados por el aumento de los costos de los insumos y de los estudios diagnósticos”.

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¿Por qué se llegó a este escenario?
Hay un diagnóstico en el que están de acuerdo financiadores y prestadores: el sistema de salud está en una profunda crisis. Es un problema que lleva años, pero que recrudeció tras la pandemia con una fuerte regulación oficial. La inflación terminó por agravarlo aún más: los financiadores reclaman que el Gobierno les permita actualizar el valor de las cuotas para cubrir las prestaciones, además de sus estructuras operativas, mientras que los centros y los profesionales que atienden a sus beneficiarios piden que les aumenten los valores de honorarios y no demoren entre dos o tres meses desde una consulta o un procedimiento en pagarlo.
Obras sociales y prepagas venían teniendo reuniones con el Gobierno, ya sea del área de Economía o Salud a través de la Superintendencia de Servicios de Salud. En el caso de los profesionales, el reclamo se hizo público, primero, con los residentes, que también demandaban mejores condiciones de trabajo. Luego, se extendió a todos los médicos, especialistas, enfermeros y técnicos.
Ante la falta de respuestas y la caída abrupta de los ingresos, empezaron a optar por abandonar cartillas, cambiar de trabajo o dedicarse a prácticas más rentables (por ejemplo, la estética), migrar o hacer trabajo golondrina en países limítrofes, donde cobran en dólares, como se viene dando cuenta Hace un mes, frente a la presión del reclamo, se encontró como solución el cobro de un honorario ético que se actualizará cada dos meses, de acuerdo con la inflación.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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