sábado, 29 de mayo de 2021

LECTURA MUY INTERESANTE


Antología de las primeras grandes reinas del terror
E. L. Mujeres letales Autoras varias edhasa Trad.: Pablo Ingberg 682 págs./$ 1695


Damas oscuras (Impedimenta), una surtida reunión de relatos de fantasmas, recordó tiempo atrás en clave revisionista sobre la gran cantidad de escritoras victorianas que se dedicaron a las vueltas de tuercas literarias. Mujeres letales. Obras maestras de las reinas del terror, esta extensa antología, se centra en veintiséis autoras de aquella misma época (suma algunas estadounidenses) para recordar que el gótico no era solo cosa de hombres. La ventana temporal es la de una era: los relatos van de 1830 a 1908.
Si en aquella la época, “la idea de que las mujeres leyeran novelas ponía incómodos a los hombres, entonces el pensamiento de que las mujeres escribieran novelas resultaba más insoportable todavía”, anota el compilador Graeme Davis. Mujeres letales tiene como núcleo irradiador a Mary Wollstonecraft Shelley, la creadora de Frankenstein. Su cuento, “La transformación” es menos original (un joven disoluto intercambia su cuerpo con una criatura mefistotélica), pero entronca con muchas de las populares novelas de hoy. Otros nombres de peso incluidos son Elizabeth Gaskell (“La casa solariega Morton”, relato de profecía romántica) y la gran Edith Wharton (“La duquesa orante”). A los muchos nombres poco conocidos (Ada Trevanion, Margaret Oliphant), se agrega un puñado de escritoras de otros registros: ¿qué hace Louisa May Alcott, la creadora de Mujercitas, escribiendo sobre pirámides y momias? ¿Y qué Harriet Beecher Stowe, la de La cabaña deltío Tom, con un cuento sobre espectros? Vale la pena salir a averiguarlo.




Una poesía contemporánea por pasión intempestiva
D. G. 
La fuga del infinito mordido Susana Cella Barnacle 70 págs./$ 500



Traductora, ensayista y narradora, Susana Cella (Buenos Aires, 1954) es ante todo la autora de una obra poética reverberante, donde se conjugan distintas tradiciones–el modernismo anglosajón, el barroco latinoamericano, el expresionismo– con la poesía social de acentos gelmanianos y el afán de una escritura que aspira a ser cognitiva antes que íntima: “la punta del sentido para esta parva de palabras secas” como motivo del poema. En La fuga del infinito mordido, su séptimo libro de poesía, se arremolinan imágenes de osamentas agobiadas, azucenas en procesión y una “pasión inmedible” que redime de la orfandad. El tono puede ser airado o forense, nihilista e incluso esperanzado “contra todo designio de su estirpe”. A diferencia de mucha poesía que se publica hoy en el país, denotativa y coloquial, y que se podría designar “actual”, la de Cella es contemporánea de un modo intempestivo, con una autoridad conferida por la melodía de “ritmos maltorcidos” que asalta los versos y el fulgor de su linterna verbal, a veces turbio.
En uno de los grandes poemas del volumen, “Corte de luz más luz”, se insinúa un método: “Hoy estoy, voy a insistir, y me anclo o anido en la somnolencia de unas velas/ cuyas lumbres me deparan menos que límites/ irradiantes descripciones/ y no menos ahítas imágenes por escribir en la oscuridad misma,/ en el saber trabajosamente adquirido de la escritura al tacto”. A tientas, el poema refracta lo sublime y, “por arte o desastre”, vuelve a nombrar el mundo.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.