miércoles, 27 de octubre de 2021

ECONOMÍA....LA TABLITA DEL INÚTIL


El fin de la tablita de Guzmán va a traer un salto inflacionario en 2022

Marcos Buscaglia

El ministro de Economía, Martín Guzmán



El plan económico preelectoral del Gobierno entró a sala de primeros auxilios. El objetivo era aumentar el gasto público para estimular el consumo ya que, en palabras del nuevo secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, “la Argentina necesita un poco de alegría.” La idea era que, al mismo tiempo y gracias a la desaceleración de la depreciación del peso frente al dólar y el control de precios varios, la inflación no subiría.
Hasta agosto el plan venía funcionando, al menos en forma parcial. La inflación tuvo un pico en 4,8% mensual en febrero y luego comenzó a bajar, hasta llegar al 2,5% en agosto.
Varios factores contribuyeron a la desaceleración. La primera es que el Banco Central comenzó a depreciar el peso cada vez más despacio contra el dólar. El deslizamiento pasó del 3% y 4% por mes entre noviembre de 2020 y enero de 2021, a cerca del 1% mensual a partir de mayo. El plan fue una versión berreta de, paradójicamente, la tablita de Alfredo Martínez de Hoz. Pero, al igual que ocurrió con el experimento del ministro del proceso, la tablita de Martín Guzmán derivó en un atraso cambiario perjudicial para el sector exportador.
Adicionalmente, el Gobierno mantuvo prácticamente congeladas las tarifas de electricidad, gas y transporte, así como el precio de la nafta. También intervino en las exportaciones de carne y de maíz, para forzar bajas en el mercado doméstico. Los precios de muchos alimentos procesados y de bienes de consumo masivo también sufren distorsiones al estar dentro de esquemas como el de “Precios Cuidados”.
“El plan económico preelectoral del Gobierno entró a la sala de primeros auxilios; en septiembre empezó a descarrilar”
En septiembre, sin embargo, el plan comenzó a descarrilar. La inflación se aceleró al 3,5% mensual. Los precios subieron un 52,6% en los últimos 12 meses, nivel que no se veía desde 2019. Lo más llamativo es que la inflación núcleo, la que excluye los precios regulados y los precios de bienes y servicios estacionales, subió un 57% en los últimos 12 meses. Es decir, denota la existencia de una importante inercia inflacionaria. Lo segundo más llamativo es que los precios de los bienes y servicios regulados crecen al 38,6% anual, muy por debajo de la inflación general. En 2020 subieron un 14,8%, comparado con el 36% de la inflación general. Otra vez, un gobierno populista recurrió al atraso tarifario para intentar bajar la inflación, en vano.
En realidad, la aceleración de la inflación no debería llamar tanto la atención. La impresión de dinero para financiar al gobierno se aceleró a partir de junio, justamente para pagar la fiesta electoral. En promedio, el Banco Central (BCRA) emitió $55.000 millones por mes en el primer semestre para asistir al Tesoro. Esa cifra subió a $180.000 millones en julio, $200.000 millones en agosto, $250.000 millones en septiembre, y ya iban por $162.000 millones al 15 de octubre.
El BCRA emite Leliq, que coloca en los bancos contra pesos, para sacar parte de la emisión del mercado. En el proceso, los bancos suman más y más Leliq, sustituyendo el crédito al sector privado. Parte de los pesos, sin embargo, quedan en la economía. Y presionan tanto a los precios como a las reservas internacionales y al tipo de cambio.
La presión sobre las reservas se estaba haciendo insoportable. En el mes anterior al 5 de octubre, el BCRA perdía un promedio de US$46 millones por día hábil. A ese ritmo, las cuentas no daban para llegar a fin de año. La entidad contaba en la primera semana de octubre con poco más de US$6880 millones de reservas netas. El problema es que el Gobierno tiene que pagar casi US$2800 millones de deuda antes de fin de año, incluyendo casi US$1900 millones al FMI. A este ritmo de intervención cambiaria, las reservas netas hubiesen llegado a cerca de US$1100 millones a fin de año, un nivel demasiado bajo, visto solo en octubre de 2015. Para comparar, son equivalentes a un 0,25% del PBI, contra cerca del 30% del PBI en Perú
“Está claro a qué se refería Feletti con ‘alegría’: en los precios congelados hay casi 100 bebidas alcohólicas, como cerveza y champagne”
Como siempre que hay alguna crisis, los economistas del kirchnerismo reaccionan con alguna idea brillante. Una resolución del 5 de octubre último limitó las importaciones a un nivel ridículamente bajo. Luego de esta medida, el Central logró comprar US$695 millones. Un éxito rotundo, si dejáramos de lado el terrible impacto que tendrá la medida sobre la producción, el empleo y las exportaciones, ya que 60% de las importaciones son insumos y partes para la producción.
Las restricciones a la importación, que ya venían afectando la producción en muchos sectores desde hace un tiempo, profundizarán su golpe a la actividad en las próximas semanas. Mientras que en el Gobierno hablan de la necesidad de aumentar las exportaciones, muchas empresas argentinas estarán incumpliendo sus obligaciones con sus clientes internacionales por falta de insumos para producir. Un papelón gigante. Por la misma razón, muchas más estarán cerrando temporalmente y suspendiendo trabajadores. Se va a extrañar la prosa creativa de Carta Abierta militando este drama, incurrido en aras a juntar dólares para pagarle al FMI.
No es de extrañar que los números de la economía no hayan descollado. En mayo el nivel de actividad era más bajo que el de diciembre de 2020. El sobreajuste fiscal implementado por Guzmán en los primeros cinco meses de 2021 hizo mella en la economía. La expansión económica comenzó recién en junio, muy tarde para las elecciones primarias (PASO) de septiembre. El consumo, sin embargo, sigue muy golpeado incluso hoy. No solo los salarios y el empleo continúan deprimidos. El crédito al sector privado brilla por su ausencia: lo reemplazaron las Leliq.
Ante el recrudecimiento de los problemas, el kirchnerismo redobló la apuesta. Para intentar frenar la inflación, congeló hasta el 7 de enero el precio de 1432 productos mediante una resolución. Al que debe haber hecho quedar bárbaro con los inversores de Nueva York esta resolución es al jefe de gabinete, Juan Manzur; les prometió cara a cara moderación y pragmatismo. Si tuviésemos una justicia independiente, seguramente esta intromisión en el derecho a comerciar y en la propiedad privada tal como fija nuestra Constitución no tendría lugar. Pero en la Argentina rige la Ley de Abastecimiento, de 1974, que le permite al Gobierno fijar precios, márgenes de ganancia y niveles de producción, entre otras locuras.
“Las restricciones a la importación profundizarán el golpe a la actividad; muchas empresas no podrán producir por la falta de insumos”
Está claro a que se refería Feletti con alegría. La lista de precios congelados incluye casi 100 bebidas alcohólicas, entre ellas cerveza, vino, champagne y, quizás en un intento de recuperar terreno electoral en Córdoba, el fernet.
El final de la tablita de Guzmán también será similar al final de la tablita de Martínez de Hoz. “El que apuesta al dólar, pierde” dijo el entonces ministro de Economía Lorenzo Sigaut, al final de este período. Mantener el tipo de cambio estable se va a hacer muy difícil luego de las elecciones. A medida que se acerca la fecha en la que empresarios y comerciantes perciben que vendrá la devaluación, aumenta el incentivo a retener bienes en lugar de venderlos. Es la reacción natural, dado que no se sabe el costo al que podrán reponerlos. A la par de que esta conducta se generaliza, la economía se traba y la devaluación termina siendo inevitable. La alegría que nos quiere dar Feletti va a durar muy poco.
En realidad, dado el congelamiento de tarifas y precios, la referencia histórica más adecuada no es la de Martínez de Hoz, sino la de Jose Ber Gelbard, ministro de economía entre mayo de 1973 y octubre de 1974. Celestino Rodrigo, el ministro que unos meses después intentó, a los ponchazos, corregir los desequilibrios que generó Gelbard, entró a la historia, y no de la mejor manera. En forma análoga al Rodrigazo, aunque no igual, en 2022 lo más probable es que la inflación suba en la Argentina. La referencia a Gelbard nos dice también algo sobre la identidad de quien sucederá a Guzmán después de las elecciones. Es difícil que se trate de un o una notable. Lo más probable es que sea el propio Guzmán, a quien condenarían al martirio de corregir sus errores, o un militante dispuesto a inmolarse por la causa.

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