miércoles, 27 de octubre de 2021

LA PANDEMIA Y LA HUMANIDAD


SIN PREJUICIOS Y CON LENGUAJE LLANO
En Lo que estábamos buscando. 33 fragmentos (Nuevos Cuadernos Anagrama), el escritor italiano despliega atributos que había mostrado en ensayos anteriores. Entre ellos, la capacidad de pensar sin prejuicios y en un lenguaje claro.

La pandemia como una construcción colectiva de la humanidad
El italiano Alessandro Baricco sostiene una idea audaz: que a través del Covid los humanos se dicen algo urgente y vital
H. M. G. 

La epidemia de coronavirus originada en Wuhan, China, se expandió hacia Occidente a principios del año pasado y sumió al planeta en una pesadilla que puso la vida en suspenso. Convertida en pandemia, llevó la enfermedad y la muerte a los rincones más apartados del globo. El temor al contagio, el miedo al otro, el distanciamiento y la pérdida marcaron los días. Un súbito extrañamiento tiñó tanto la vida cotidiana, de pronto llena de restricciones, como la idea de un futuro que hasta allí dábamos por sentado, inmersos como estábamos en la instantaneidad del presente. Los cambios nos obligaron a revisar nuestra propia vida, la relación con los demás y, sobre todo, nuestra condición mortal. En el orden colectivo, la irrupción del Covid-19 representó el desafío de una crisis total: sanitaria, política, económica, laboral, educativa, ecológica. En medio de la incertidumbre, hubo que actuar ante un mal que no detenía su avance. Al mismo tiempo, mientras se resquebrajaban las certezas que apuntalaban nuestra existencia, muchos pensadores se preguntaron por el significado y los efectos últimos de la pandemia. La mayoría concluyó que el virus es mucho más que una pesadilla pasajera: el mundo que teníamos antes de su llegada no existe más y no podremos volver a él.


"Frank Snowden, el mayor experto en historia de las epidemias, profesor emérito en la Universidad de Yale, señala a su modo que el virus es obra nuestra"
“Aunque esta pandemia desapareciese rápido, no podríamos recuperar por arte de magia nuestro modo de vida anterior”, advierte el ensayista Jacques Attali en su libro La economía de la vida. Prepararse para lo que viene. Esto en principio nos deja en una situación de mayor desamparo, pero no es necesariamente malo. “Me da rabia ver a tanta gente soñando con volver al mundo de antes, que fue el que produjo la crisis”, dice Attali.
Como el pensador francés, muchos han insistido en la idea de que la humanidad es responsable de la pandemia. “No será suficiente considerar la epidemia un accidente desafortunado, librarnos de sus consecuencias y regresar al modo en que hacíamos las cosas antes”, dice el filósofo esloveno Slavoj Žižek en Pandemia. El Covid-19 estremece al mundo. Frank Snowden, el mayor experto en historia de las epidemias, profesor emérito en la Universidad de Yale, señala a su modo que el virus es obra nuestra: “Estamos lidiando con organismos vivos que requieren de ciertas condiciones para prosperar y somos nosotros quienes les damos esas condiciones”.

Hallar un sentido

De acuerdo a esta lectura, somos los creadores del virus y debemos construir un mundo nuevo sobre las ruinas del anterior. En consecuencia, y más allá de todo el dolor que ha provocado, la pandemia es también una posibilidad de aprendizaje y de evolución. Para esto, claro, es necesario tratar de comprender lo que ha ocurrido y encontrarle un sentido, clave para que la humanidad pueda volver a trazarse un horizonte, un destino. Esto es lo que propone Alessandro Baricco en un libro breve escrito con una prosa ligera y por momentos aforística, que constituye quizá la interpretación más audaz entre aquellas que han tratado de sondear los significados de la primera catástrofe global de la historia.
"Para Baricco, la pandemia es para él una criatura mítica que la humanidad ha creado colectivamente con el material de sus miedos, creencias, recuerdos y sueños"
Hace unos quince años, con Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación, Baricco se asomaba con lucidez y clarividencia al análisis desprejuiciado de la revolución tecnológica y al cambio de cultura que trajo la Web. Ahora el objeto de su análisis es la pandemia, y aunque la estructura fragmentaria de este nuevo libro difiere de la de aquel, el escritor italiano mantiene el mismo lenguaje accesible y la misma confianza en sus provocativas intuiciones.
El escritor italiano Alessandro Baricco
Baricco habla claro desde el mismo título: Lo que estábamos buscando. La pandemia es para él una criatura mítica que la humanidad ha creado colectivamente con el material de sus miedos, creencias, recuerdos y sueños para decirse a sí misma algo urgente y vital. Como mito, habita en un espacio mental, que de cualquier modo es tan real como el virus invisible que viaja de un cuerpo al otro a través del aliento. “Esto implica que una gran cantidad de decisiones muy reales primero la hicieron posible, luego la invocaron y después la generaron definitivamente ensamblándola a partir de un número infinito de pequeños y grandes comportamientos prácticos”, escribe.
En este punto, las reflexiones de Baricco parecen abrevar en la concepción del mito de Joseph Campbell (en tanto arquetipo estructurador inscripto en la psiquis que permite “hacer legible” el caos de los hechos) y en Carl Jung (en tanto juzga que la historia a veces no es más que la conversión en acontecimiento de ciertas pulsiones del inconsciente colectivo). Al asumir este enfoque, el escritor deplora la rendición incondicional de Occidente al método científico, pero propone una conciliación: “Solo civilizaciones capaces de reconocer la producción del mito, articulándola con el trabajo de lectura de la ciencia, pueden leer correctamente su destino”.

Como una guerra

Hay creencias colectivas “asintomáticas”, dice Baricco: “Brotan y se propagan utilizando la conciencia individual como incubadora inconsciente y permanecen sustancialmente ilegibles hasta el momento que emergen con la rapidez de una pandemia, cuando se compactan en una sola figura de significado, ya sea atroz o virtuosa”. La crisis global que provocó el virus es un acontecimiento histórico de este tipo, dice el escritor, y no es casual que traiga a la mente la experiencia de la guerra. Antes de tocar los cuerpos, la verdadera pandemia toca, en su dimensión mítica, el imaginario colectivo.
Entre las decisiones que “la hicieron posible”, Baricco señala el modo en que la humanidad construyó una globalidad instantánea, “un terreno de juego único en el que moverse con una velocidad y una facilidad nunca antes conocida”. La palabra “viral”, tan en boga, sugiere que la manera en que hoy corre la información, el dinero o la música por los infinitos nervios de la virtualidad es siempre un juego pandémico. “Si un virus hace su aparición, no puede generar nada más que una pandemia. Puede sonar extraño, pero evidentemente es lo que estábamos buscando”.
La reapertura de un shopping en Córdoba, con aforo y barbijo

En la primera mitad del libro, el italiano defiende este enfoque mítico de la pandemia. En la segunda parte, se propone descifrar algunos de los mensajes que este mito encierra. El fragmento número 19 lo sintetiza de este modo: “Si la pandemia es una figura mítica, ¿qué queríamos decirnos a nosotros mismos cuando la diseñamos? Esta es una pregunta que puede tener respuestas problemáticas”.
Mensajes cifrados
Esa figura, advierte Baricco, es desconcertante y hasta contradictoria, una maraña de audacia y miedo, de propensión al cambio y nostalgia del pasado. Es decir, no configura un sistema coherente. “El mito restituye la sustancia irresoluble de los humanos –escribe–. Es un libro de contabilidad donde el debe y el haber no producen un resultado final, sino muchos resultados posibles”. Sin embargo, una de las corrientes de deseo más fuertes que empujaron a esta figura mítica a la superficie del mundo es, para el escritor, “la espasmódica necesidad de detenernos”. En este sentido, la pandemia fue un grito de cansancio, de rebelión: “Cuando el niño dobla las rodillas y se deja caer porque ya no aguanta más”.
"En otro aspecto, señala el escritor, la pandemia abre un espacio creativo inédito para la humanidad"
¿Qué clase de locura era la vida que estábamos llevando? Este interrogante resonó en muchos en medio de la desaceleración que provocó el Covid, a medida que se abría una dimensión del tiempo que parecía perdida. Esta es la epifanía más nítida que cifra el mito que nos ocupa, escribe el narrador italiano. “La figura mítica de la pandemia dice que era una locura ir a ese ritmo, dispersar la mirada y la atención, perder la intimidad con uno mismo, intercambiar neuróticamente los cuerpos sin detenerse a contemplar el cuerpo propio, ver mucho hasta alcanzar una cierta ceguera, saber mucho hasta no comprender nada más”.
La pandemia también tiene un mensaje ecológico. En forma inequívoca, nos dice que la pretensión de dominar la naturaleza a través de la técnica, con más astucia que inteligencia, ha generado una suerte de rechazo del mundo natural. En su hacer, en su infinita creación, el hombre no alcanzó un sentido de armonía. “Sería trágico considerar la enfermedad que mata como un castigo, pero será imperdonable pensar, a partir de ahora, que algún tipo de inmunidad nos mantiene a salvo de las consecuencias de nuestros actos”, escribe Baricco.
En otro aspecto, señala el escritor, la pandemia abre un espacio creativo inédito para la humanidad. Antes del virus, el mundo parecía seguir una inercia inmodificable, opresiva. Al producir una apnea en el sistema, el Covid les ha devuelto a los humanos la posibilidad de pensar lo impensable. Y de dar giros de 180 grados. En este sentido, el enfoque de Baricco le confiere a la pandemia la cualidad de los mitos de renovación presentes en las culturas más disímiles, como enseñó Mircea Eliade. “En la posible caída de muchas de las columnas que sostenían el sistema, se asoma la hipótesis de que un colapso controlado, seguido de una reconstrucción con técnicas antes impensables, es la única manera de detener la degeneración crónica de la construcción de nuestro edificio-mundo”, afirma.
Aquí el autor apela a la conciliación de los contrarios: “En cualquier caso, la figura mítica de la pandemia devuelve legitimidad, de un modo trágico y por lo tanto muy solemne, al principio por el cual construir es un gesto que parte de la voluntad de destruir, y vivir es una aspiración que pasa por la capacidad de morir”.
Baricco reflexiona también sobre algunos aspectos sombríos de la figura mítica de la pandemia. Entre ellos, el hecho de que el virus se ha ensañado de una manera más marcada con los ancianos y con los débiles, en especial los pobres, que han sufrido la devastación de la economía informal. Y es polémico cuando afirma que el Covid vino a revelar la obsolescencia de la inteligencia propia del siglo XX.
Sin embargo, prevalece en su análisis una mirada que podría considerarse optimista, que pone el énfasis en las oportunidades que abriría una interpretación inteligente de este fenómeno complejo y tan lleno de significaciones que aun sacude a la humanidad. Si aprendemos algo de todo esto, la construcción de un mundo mejor es posible, propone. “Quizá esto es lo más importante que hay que entender en lo que hemos permitido que suceda, o incluso en lo que queríamos que sucediera: hubo un choque entre el viejo mundo y el nuevo que se había aplazado durante demasiado tiempo”. Lo nuevo se construye sobre las ruinas de lo viejo. De qué debería estar hecho lo nuevo, es otro tema.
“Toda esperanza comienza con una renuncia y toda vida es fruto de un luto”, escribe Baricco en uno de los últimos fragmentos de este libro que se lee en una sentada de una hora pero que deja sedimento para la reflexión y el debate.
Por supuesto, lo que vale para el orden colectivo vale también para el individual. ¿Quién no vio, en medio del parate que produjo el virus, y a pesar de los daños y las pérdidas, una oportunidad para cambiar o enderezar aquellos aspectos de su vida que no andaban bien y a los cuales ya se había resignado?


SIN PREJUICIOS Y CON LENGUAJE LLANO
En Lo que estábamos buscando. 33 fragmentos (Nuevos Cuadernos Anagrama), el escritor italiano despliega atributos que había mostrado en ensayos anteriores. Entre ellos, la capacidad de pensar sin prejuicios y en un lenguaje claro.

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