lunes, 25 de octubre de 2021

ESTRENOS DE LA SEMANA


Duna construye un planeta fascinante, pero se pierde en el desierto de la adaptación
La versión de Denis Villeneuve triunfa donde Alejandro Jodorowski y David Lynch perdieron el rumbo, presentando de forma clara y profunda la historia del clásico de Frank Herbert, pero el paso cansino del guion, sobre todo cuando se acerca a su desenlace, hubiese necesitado otro nervio
H. F. 

Duna (Dune/EE.UU., 2021). Dirección: Denis Villeneuve. Guion: Jon Spaihts, Eric Roth y Villeneuve. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Greig Fraser. Elenco: Timothée Chalamet, Rebecca Fergusson, Zendaya, Oscar Isaac, Jason Momoa. Duración: 155 minutos. Distribuidora: Warner. Calificación: apta para mayores de 13 años.
La novela Duna de Frank Herbert se publicó en 1965 y pronto ganó fama de infilmable. Una previsiblemente cancelada versión de 10 horas a cargo del “psicomago” Alejandro Jodorowsky y la fallida adaptación de 1984 de David Lynch sellaron ese diagnóstico. Sin embargo, en nuestra era de imparable reciclaje cultural ningún artefacto que tenga un público potencial (el libro de Herbert es la novela de ciencia ficción más vendida de la historia) será dejado en paz.
Esta nueva versión, encargada al canadiense Denis Villeneuve (Blade Runner: 2049) claramente reconoce a la obra de Lynch como el mapa de errores a ser evitados: es mucho más fiel a la letra de la novela y, más importante, impone claridad y se da tiempo para desarrollar su laberíntica trama (incoherente en la versión de Lynch). También retoma algunas de las virtudes de ese film. El mayor mérito en ambas adaptaciones es la creación de mundos: tal como Lynch, Villeneuve demuestra una extraordinaria creatividad para transmitir la “otredad” de una cultura alienígena, en particular cuando presenta rasgos ominosos. Así, los mundos tétricos de los Harkonnen y de los Sardaukar, fanáticos soldados imperiales, toman rasgos de la siniestra morfología de los insectos y de la imaginería fascista para plasmar la crueldad de un modo sobrecogedor. La majestuosidad tanto de El triunfo de la voluntad como de Lawrence de Arabia también está en la hoja de ruta de esta versión.
El estilo evocativo, pausado y tendiente a la grandilocuencia de Villeneuve, que funcionó tan bien en La llegada, aquí se encuentra con un relato épico que, por momentos, requiere otro nervio. La película es la primera parte de dos y, como tal, presenta una historia inconclusa que reduce la marcha tras presentar a los personajes centrales (encabezados por Timothée Chalamet, en el rol del “elegido” Paul Atreides) y su conflicto (la disputa política y bélica por la especie mélange, la commodity más valiosa del universo).
El antagonista principal, el barón Vladimir Harkonnen (interpretado por Stellan Skarsgard como si fuera el Brando de Apocalipsis Ahora con problemas glandulares) es el personaje más interesante del film pero casi no aparece (como todo monstruo, brillará en el último acto, que se verá en la segunda parte de la historia, aún no filmada). Esta película es, sin dudas, la mejor versión de Duna, sin embargo, sus mayores méritos se concentran en la creación de fascinantes imágenes panorámicas. Su intermitente flaqueza narrativa vuelve a poner de manifiesto que algunos libros acaso no deban ser llevados a la pantalla.

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Zeta, cuando la figura del amigo imaginario desata el terror
El largometraje del director de Poseído, Brandon Christensen, se apega demasiado a las convenciones del género y no logra destacarse dentro del mismo
Zeta, cuando la figura del amigo imaginario desata el terror
M. A. 
Zeta (Z/Canadá, 2019). Dirección: Brandon Christensen. Guion: Brandon Christensen y Colin Minihan. Elenco: Keegan Connor Tracy, Jett Klyne, Sean Rogerson. Fotografía: Bradley Stuckel. Edición: Brandon Christensen. Música: Brittany Allen. Duración: 83 minutos.
En medio de remakes, reboots, precuelas y secuelas, el realizador Brandon Christensen apostó por un film de género que no se sintiera como un refrito de otras historias, pero cumplió a medias con el objetivo. Zeta tiene ineludibles puntos de contacto con la brillante producción de Jennifer Kent, El Babadook, en la cual también una madre contemplaba con desesperación cómo su hijo iba siendo consumido progresivamente por una fuerza maligna. A diferencia de la película australiana, la de Christensen carece de vuelo visual y, en cuanto al plano narrativo, la clásica división en tres actos no colabora en esa búsqueda de originalidad, más bien potencia el tedio.
El film muestra las interacciones entre Josh (Jett Klyne) y un amigo imaginario, que comienza como un juego, suerte de rito de pasaje de la niñez, y luego deriva en una posesión demoníaca en la que la madre del pequeño, Elizabeth (Keegan Connor Tracy, en una interpretación con bienvenidos matices), cumple un rol central, con una vuelta de tuerca que al menos sacude un poco la predictibilidad del relato y resignifica varias secuencias. De todas formas, en un contexto en el que exponentes del terror buscan inquietar a plena luz del día (desde Te sigue, de David Robert Mitchell, a Midsommar, de Ari Aster), Zeta no se destaca y se queda muy atrás en un género proclive a las fórmulas gastadas.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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