domingo, 31 de octubre de 2021

MICROCLIMAS MUY DEVASTADORES


La razón y sus enemigos: la vigente amenaza de los personalismos

Julio María Sanguinetti
Hace mil quinientos años, Sófocles escribió y representó con éxito Antígona, una de sus grandes tragedias. En ella, la protagonista es condenada por el tirano Creonte al haber desobedecido su dictado, enterrando a su hermano conforme a la tradición de sus dioses. Hemón, sobrino de Creonte, increpa al tirano y se da uno de los diálogos mayores de nuestra civilización:

Creonte: –¿Acaso no la hemos sorprendido en crimen?

Hemón: –Tus conciudadanos lo niegan como un solo hombre.

Creonte: –¿Y la polis va a dictarme cómo tengo que mandar?

Hemón: –Ah… mira quién habla ahora como un niño.

Creonte: –¿Alguien que no sea yo puede dar órdenes en esta polis?

Hemón: –No sería una polis si acatara las órdenes de un solo hombre.

Creonte: –Por tradición, la polis es de quien la gobierna.

Hemón: –Solo en un desierto podrías gobernar perfectamente en solitario.

Desde aquellos remotos tiempos nos llega esa dialéctica entre la opinión ciudadana y el personalismo del tirano, entre el Estado opresor y la libertad personal.


Es un saludable ejercicio ubicarnos en esa perspectiva histórica para advertir cuánto hay de permanente en la naturaleza humana, pero también cuánto nos ha costado organizar un Estado en que la voluntad de la “polis” no sea usurpada por los personalismos. No hay que mirar muy lejos para entenderlo en los clamorosos ejemplos que nos desafían, como el de Trump, felizmente conjurado por la ley, o el de Ortega, encerrado con su mujer en su palacio, dictando destierros y prisiones para tergiversar la voluntad ciudadana en una elección digitada.
Cuesta creer que aún hayamos de luchar por el mero imperio de la ley frente a los desbordes personales de los ocupantes del poder. De qué manera una civilización occidental (y latinoamericana en particular) que parecería coincidir en los valores de la filosofía de la Ilustración lucha todavía en todos los frentes contra fundamentalismos y fanatismos de variados orígenes.
Esos personalismos normalmente pretenden sustentarse en un fundamentalismo democrático, que, amparado en una elección circunstancial, asume una omnipotencia sin barreras. Es el fenómeno populista del que tanto hemos hablado, y sufrido. Sin embargo, no se detienen allí los enemigos de la “razón ilustrada”.
Hay nobles causas transformadas en expresiones de fanatismo que “cancelan” el debate. Son los monopolistas de la indignación pública que, convocados por el nexo de las redes, se autoerigen en monopolistas de la moral pública y, en nombre de nobles causas ecologistas o humanistas, las deforman en el despotismo de un juicio sin apelación y una condena eterna. Se hace difícil razonar así.
Ocurre, por ejemplo, con los llamados pueblos originarios, en nombre de los cuales se ha desatado una reacción antihistórica contra una civilización –la nuestra– que, como todas las de todos los tiempos, se ha ido haciendo a fuerza de contradicciones y consensos, marchas y contramarchas. Latinoamericanos de habla castellana le reclaman a la España de hoy que pida perdón por el descubrimiento y la conquista, cuando si hubiera cuentas personales con el pasado los demandantes debieran de arreglarlas con sus ancestros que vinieron a América y no con los descendientes de los que se quedaron allá. Hipócritas perdones políticamente correctos intentan, simplemente, adormecer reclamos que debieran ser, por el contrario, analizados con rigor, mirando hechos y contextos, sin el dedo acusador de una justicia anacrónica que habla en nombre de las miradas de nuestro tiempo.
Estamos lejos de los tiempos del franquismo, del Día de la Raza y de don Cristóbal genio de los genios, de bondadosos curas adoctrinando en paz a ingenuos indígenas o heroicos cruzados llevando la civilización con la espada en una mano y el crucifijo en la otra. La evolución de las ideas ha superado hace tiempo, en el examen histórico, esas versiones rosadas, pero la misma razón impone detener esa locura avasallante que termina negándonos a nosotros mismos y pidiendo perdón por lo que somos, por la cultura misma a la que pertenecemos. Que en nuestras naciones poblaciones indígenas o de origen africano acusen rezagos es otra historia y ahí sí que el compromiso es nuestro y actual, para que asumamos nuestra responsabilidad con el presente.
Otros dogmáticos se enfrentan en nuevas versiones del eclipse de la razón. Desde el ángulo académico económico y, en ocasiones, desde voces empresariales, se asume que las decisiones políticas pueden y deben ser absolutamente objetivas. Es una versión moderna del utópico pensamiento de Saint Simon, que suponía que “en el nuevo orden político las decisiones deben ser el resultado de demostraciones científicas totalmente independientes de la voluntad humana”, que harían desaparecer la arbitrariedad, la incapacidad y las intrigas. Este sueño termina en la descalificación de la política, con todas sus consecuencias. Es no entender que la economía y la sociedad transcurren en medios humanos y espacios geopolíticos, donde hay creencias, emociones, pasiones, intereses e ideas inspiradoras, que marcarán preferencias en función de sus valores permanentes y sus circunstancias históricas. Son planteos usualmente muy bien intencionados, pero que terminan haciendo mucho daño por generar en la ciudadanía la impresión de que todo podría resolverse fácilmente, sin debates que se presumen innecesarios.
Naturalmente, el empleo de las redes también les ha dado a los aventureros políticos una capacidad de manipulación nunca vista. Se generan microclimas de temor, descalificaciones difamatorias o perniciosas explotaciones de prejuicios. Constituyen hoy el mayor desafío para la prensa y los partidos políticos organizados, que debemos redoblar el esfuerzo cívico, aguijonear conciencias libres y procurar que la razón sobreviva a los embates de los múltiples enemigos que la acosan. Rescatar el debate de las ideas, todo lo intenso que se quiera, pero sin descalificaciones ni reduccionismos.
No estamos en los tiempos de la Inquisición, pero bien podemos pensar que lo que hoy enfrentamos es mucho peor.


Expresidente de Uruguay

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.