lunes, 31 de octubre de 2022

DEFINICIÓN DE VEJEZ



Debate. ¿Cuándo nos volvemos viejos? El nuevo mapa del ciclo vital
Warren Hill, a los 82 años, llegó a la final del Ironman de Hawaii luego de hacer 4 km de nado, 120 de bicicleta y una maratón entera
El término “madurescencia” gana cada vez más adeptos entre quienes son considerados formalmente como mayores, pero aún son demasiado vitales para sentirse ancianos
Sebastián Campanario
¿A qué edad una persona se considera “vieja”? ¿En qué momento percibimos que ya dejamos de ser “jóvenes”? Son preguntas engañosas, llenas de trampas y subjetividades.
Para empezar, la respuesta a ambas cuestiones es muy distinta. En la Argentina, en promedio, la gente considera que ya no es joven a los 46 años (contra 40 años de la respuesta media global). Y se nota vieja en distintos momentos, dependiendo de la edad a la que se le haga la pregunta: para los adolescentes y jóvenes a los 51 años ya se entra en la vejez, para los de 35 a 54 la bisagra es a los 60 años y para los mayores de 55 se es vieja o viejo a los 69. El arco de la cancha se va corriendo a medida que sumamos años, de acuerdo a una encuesta global de Voices Research de 2019.
En el medio, hay un eslabón perdido de “nueva madurez” (o como quiera llamársele, porque hay decenas de nombres y etiquetas dando vueltas) que va creciendo con el aumento de la expectativa de vida, los avances médicos y la mejora de hábitos saludables. Y todo esto configura una nueva etapa vital con un alto porcentaje de plenitud física y cognitiva, algo completamente inédito en la historia de la Humanidad.
“Hay una revolución demográfica que le agregó varias décadas de vida a la humanidad (20, 30, algunos dicen que 40 años) y eso nos obliga a repensar las edades, a considerar la longevidad en primera persona con más libertad”, resume Mercedes Jones, especialista en longevidad positiva.
A nivel local e internacional, los casos de logros y récords a edades cada vez más avanzadas son noticia todas las semanas. Desde el nuevo ciclo televisivo de Mirtha Legrand a los 95 años hasta el inminente libro del historiador Pacho O’Donnell, de 82 años, que desmitifica los prejuiciosos asociados al “viejismo” y promueve el ejercicio físico aeróbico y de fuerza (pesas) para mejorar el cuerpo y también la mente.
Las edades promedio de actores y actrices protagónicos en películas, de CEOs de grandes corporaciones y de Premios Nobel y de logros científicos son cada vez más altas. En los Estados Unidos, el país más rico del mundo, las dos figuras más relevantes de la política tienen más de 80 años: el presidente Joe Biden y la titular de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi.
Y ni que hablar del deporte, donde las mega estrellas siguen vigentes a edades cada vez más elevadas, gracias a avances en medicina deportiva y a la consolidación de hábitos saludables: Messi y Cristiano Ronaldo en fútbol; Nadal, Djokovic y Federer en Tenis; LeBron James en la NBA de básquet, Tom Brady en Fútbol Americano o Phil Mickelson en Golf. Dos semanas atrás, el japonés Hiromu Inada, de casi 90 años, no pudo completar el Ironman de Hawaii (casi 4 kilómetros de nado, 120 km de bicicleta y una maratón entera) y así romper su récord de haberlo terminado antes de la pandemia, a los 86 años. Pero sí llegaron a la meta el neocelandés Warren Hill, con 82 años y la triatleta Cherie Gruenfeld, con 78 años.
Cherie Gruenfeld, a los 78, completó los 120 km en bicicleta y llegó a la final de Ironman Hawaii
“La verdadera libertad se conquista a los 50. Antes no te das cuenta de lo condicionado que estás por los mandatos sociales y familiares, el trabajo, los hijos chicos y la crisis de mediana edad”, cuenta Alberto Naisberg, un ingeniero de 97 años, experto en bienestar para la adultez, mientras toma un cortado en su bar favorito de Caballito, sobre la calle Rojas. Vive a dos cuadras de allí con su mujer, una socióloga de 90 años.
Madurescencia
Casi a diario se rompen marcas etarias que entran al Libro Guinness de los Récords. En el Ayuntamiento de la Villa de Moya, en las Islas Canarias, un escribano tomó, en agosto, constancia del récord de los 12 hermanos Hernández Pérez, todos con vida, entre 76 y 98 años, y que suman en conjunto 1057 años de edad. Es una excepcionalidad estadística sin precedentes.
Biden, presidente de los Estados Unidos, suele enfrentar cuestionamientos por su edad
“La cultura va más lenta que el cambio demográfico. Más allá de que se extienda la expectativa de vida como está ocurriendo, la reconfiguración de las etapas adentro del ciclo de vida es más lenta, entonces el ajuste en las percepciones sociales, los prejuicios, los valores y las expectativas asociadas a la edad llegan más tarde”, explica Ximena Díaz Alarcón, antropóloga, CEO de Youniversal y con una tesis de doctorado en el tema de envejecimiento.
Así como en el siglo XX surgió la “adolescencia” –en el resto de la historia de la Humanidad se pasaba de la niñez a la adultez, sin este lapso intermedio que se construyó a nivel cultural no hace tanto tiempo–, ahora hay que darle forma y llenar de sentido un “eslabón perdido” de una etapa de “primera adultez” que está haciendo camino al andar, indica la historiadora Marcela Lomba, que en la pandemia lideró junto a su socio César Jorge un grupo “reinventorio” por el que pasaron más de 100 personas entre 45 y 70 años que están en esta búsqueda.
“Hace ya dos décadas que la vida humana se está recortando, entre la mediana edad y la vejez, con una etapa con su propia especificidad, y esta nueva era trae un rebrote de vitalidad y la oportunidad inigualable para revisar la vida e intentar modelar aquellos aspectos que limitan su desarrollo”, continua Lomba.
¿Cómo llamar a este eslabón perdido? El problema con las etiquetas que hay dando vueltas es que el prejuicio contra la vejez es tan alto que todas terminan generando algo de incomodidad o no cerrando del todo como adecuadas, sostiene Diego Petracchi, un economista que estudió en Stanford y que como emprendedor sigue de cerca esta agenda desde su proyecto “We Care”, un hogar para personas adultas de la zona de Congreso. “En el diccionario, por ejemplo, las alusiones a lo ‘viejo’ van por el lado de ‘lo que existió o tuvo lugar en el pasado’, lo ‘deslucido o estropeado por el uso’, o lo ‘usado o de segunda mano’”, sigue Petracchi.
Para Jones, profesora de Udesa, “al agregarse una nueva etapa a nuestro ciclo de vida ya no se pasa de la adultez a la vejez como antes, donde el foco son las personas consideradas formalmente como mayores, pero que son demasiado vitales para sentirse viejas”. Se habla de “sesentennials”, “viejennials”, “vintage millennials”, “generación silver”, “cuarta o quinta edad”, “segundo tiempo” y otras etiquetas. Para Jones, la que se está imponiendo es la de “madurescencia”. La palabra surgió en 2006 en la traducción de un artículo firmado por Robert Morison, Tamara Erickson y Ken Dychtwald en el Harvard Business Review que se refería en su título a la “Middlescence”, una suerte de adolescencia de la mediana edad.
Pro-age
En este punto coincide Flora Proverbio, especialista en agenda etaria y titular de la consultora Ethnos Strategy. “La palabra que más surge es ‘madurez’ y se la suele definir como el momento es que se es mayor que un adulto, pero aún no se es viejo. En donde se tiene la conciencia y la certeza de que muchas cosas no van a suceder, pero al mismo tiempo se tienen la vitalidad y el tiempo para generar muchas otras. La combinación de experiencia por detrás y tiempo por delante”, dice Proverbio.
“Hay ciertos intentos de reescribir este relato acerca de la segunda mitad de la vida con los que tengo sensaciones ambivalentes. Pululan las expresiones que invitan a repensar qué podemos hacer a cierta edad pero que, paradójicamente, consolidan los prejuicios –continúa Proverbio–, frases como ‘los 60 son los nuevos 40′, o ‘tengo 85 pero mentalmente me siento de 60′, o ‘no soy vieja/o, tengo juventud acumulada’: todos refuerzan el mandato que tener menos años es mejor que tener menos. Si a los 80 nos sentimos bien, esa sensación se condice con una edad inferior”.
Las marcas ya vienen tomando nota de estas paradojas y contradicciones. “En el marketing, que históricamente segmentó con parámetros demográficos, siendo la edad el principal junto con el nivel socioeconómico. Hoy ya se habla de una segmentación agnóstica desde el punto de vista etario”, dice la socia de Ethnos, que trabaja para marcas con el universo 50+. Mientras hace unos meses, en la prensa internacional, la reina Letizia fue cuestionada a sus 50 años por usar minifalda (las quejas aludían a su investidura pero el prejucio etario tampoco estaba muy lejos), hay muchas marcas de cosméticos, cuidado personal y consumo masivo que están revisando sus eslogans: The Body Works, por ejemplo, decidió dejar de usar el término anti-age y Dove comenzó a hablar de pro-age.
Letizia y la minifalda de la polémica
Para Naisberg, aún son muchas las empresas que atrasan con este reloj social de prejuicios. Recuerda cuando a los 70 quiso sacar una cuenta en el banco del que es cliente y debió ir acompañado de su hija, porque a él no se la daban por la edad. Eso fue hace 27 años.
Mentalidad de apertura
A lo largo de la vida se festejan muchas instancias: nacimientos, cumpleaños, graduaciones, casamientos y hasta divorcios. Pero no hay celebraciones socialmente masificadas para eventos de la madurez: no se festeja un retiro, por ejemplo, o una reinvención a los 60.
Es parte de la invisibilidad de esta etapa, que se da más en Occidente que en Oriente, marca Naisberg: “En Corea se considera que los dos cumpleaños más importantes son el primero y el número 67, se los ve como inicios de etapas fundamentales de la vida. Y en Japón el cumpleaños más importante es el de 60″, agrega el ingeniero que en la actualidad diseña productos en 3D con un grupo de socios que tienen menos de la mitad de su edad. Y sueña con una nueva iniciativa: hacer en la Argentina una “incubadora de moais”. Los “moais” son grupos en Japón donde se cultivan las relaciones de largo plazo. “La medicina nos dio más años de vida en cantidad. Ahora nos toca a nosotros llenar ese espacio de calidad. Si lo pensás de esta manera, es un tsunami imparable”, explica.
“Es un triunfo de la humanidad haber sumado tantos años vitales que podemos llenar de proyectos. Antes se hablaba de crisis de la mediana edad, hoy a ese clik de los 50 le decimos ‘reinvención’ y lo vemos como la posibilidad de generar un proyecto de vida nuevo y eso sucede porque ahora tenemos una cantidad por delante de tiempo que generaciones anteriores no tuvieron”, agrega Proverbio. “Hoy muchas personas maduras están rediseñando sus próximas décadas con una mentalidad de ‘apertura’, cuando antes a esa edad ya se configuraba una ‘mentalidad de cierre’”.
Para Jones, “la percepción que tenemos de nosotros mismos está muy relacionada con cómo nos ve la sociedad en la que vivimos”. Naisberg no suele decir que tiene 97 años, no por una cuestión de coquetería, sino porque la reacción que genera alrededor cuando lo hace es que “todos me miran con preocupación, me quieren agarrar para que no me caiga o traerme una silla”. Hace un mes empezó Tai Chi en su casa, con un profesor chino.
“Vivimos en una sociedad blindada a la comprensión de nuestros propios procesos vitales –continúa Jones–, pero resulta necesario superar la ceguera que nos impone el reloj social”. Discutir abiertamente sobre la madurez, la vejez, la adultez o como la querramos llamar, una etapa que tendrá sus pros y contras, pero qué, como sostiene una humorada que se atribuye a Woody Allen y Michael Caine, entre otros, es preferible a su alternativa”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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