viernes, 30 de diciembre de 2022

LECTURA


S-3. Una memoria, de Bette Howland
Contra los lugares comunes de la locura
Verónica Boix

La soledad, la crianza de dos nenes chiquitos, los trabajos precarios, la imposibilidad de escribir empujan a Bette Howland (Chicago, 1937-Tulsa, 2017) a tomar un frasco de somníferos para suicidarse. No lo consigue y es internada en la sala psiquiátrica de un hospital. De esa experiencia nace S-3. Una memoria, suerte de diario de internación que explora las falencias del sistema de salud mental, y al mismo tiempo, los bordes inciertos de la normalidad.
Howland despierta una mañana y no sabe dónde está, tiene tubos que entran y salen de su cuerpo, siente dolor. Muy pronto se da cuenta de que está hospitalizada. A pesar de ese desconcierto inicial, observa minuciosamente a las enfermeras que la asisten; los objetos que la rodean; a su madre que, desbordada, entra y sale para cuidarla. La mirada es una de las claves que permite entrar a la sala psiquiátrica con la lucidez de quien no se conforma con los lugares comunes de la locura y, por el contrario, indaga con descaro en las personas que conviven, como enfermos o personal de salud, en ese espacio restringido que construye el desequilibrio.
El tiempo avanza sin marcas concretas, entre la rutina dentro de la sala, con horarios pautados, pero iguales. Cada día se asemeja al anterior, con actividades recreativas, comidas inmundas, visitas y sesiones psiquiátricas truncas. En la sucesión, la interacción entre los pacientes, se revela como el único sostén y camino para encontrar respuestas para regresar a la vida ordinaria.
Entre las anécdotas, a veces críticas, otras cómicas, se alternan los recuerdos de la vida anterior de la autora, un crimen familiar, luego silenciado; la última vez que vio a sus hijos; el vínculo con su mamá. El modo en que la autora enlaza unos y otros deja a la vista, con sutileza, las múltiples razones que pudieron haberla llevado a su situación extrema.
Más allá de la confusión inicial, la escritora adopta un lenguaje certero. “Mis hijos son mi casa”, escribe y así rinde cuenta de los gestos esenciales que conforman su identidad, y la de los pacientes que se vuelven su grupo de pertenencia. Por otra parte, pone en evidencia la deshumanización del sistema de salud, que por momentos alcanza el ridículo. Hay una consciencia dolorosa de los cuerpos aislados, objetivados y también de la irracionalidad de las reglas que les imponen a los internados.
Quizá por eso, mucho más que una memoria personal sobre un período de locura, la narración se adentra en la experiencia colectiva de conformar una comunidad separada de la sociedad, que más allá de la promesa de retorno, parece aislarlos de toda posibilidad de normalidad. Aun así rescata, con humor y ternura, los destellos de luz interior que atisba en el proceso y, en el fondo, se vuelven otra forma de la esperanza.

S-3. Una memoria

Por Bette Howland

Eterna Cadencia. Trad.: Inés Garland

254 páginas, $ 3800

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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