martes, 31 de enero de 2023

JUBILADOS...PERDEDORES SIEMPRE


Qué pasó con el poder de compra de los jubilados en 2022 y en los últimos tres años, según el nivel de ingresos
Los haberes de quienes no reciben bonos para aliviar el efecto de la inflación cayeron 11,5% en términos reales en solo 12 meses; los adicionales fueron dispuestos ante la insuficiencia que mostró la fórmula de movilidad, pero, aun cobrando esos extras, se pierde contra el alza de precios
Silvia Stang
En los últimos tres años las prestaciones previsionales perdieron hasta un 18,2% de su valor real
Los jubilados y pensionados del sistema de la Anses que no cobran bonos para aliviar los efectos de la inflación, tuvieron una pérdida del poder de compra de 11,5% solo en 2022 y de hasta un 18,2% en los últimos tres años, en los cuales la inflación acumuló un 300,7% según los datos del Indec. En el último año, el índice de precios avanzó un 94,8%, mientras que en 2020 y en 2021 la inflación había sido de 36,1% y 50,9%, respectivamente.
Los números reflejan el resultado que, evaluadas en función de la variación de los precios, tuvieron, en primer lugar, la política de reajustes discrecionales a los haberes jubilatorios durante 2020, y, luego, la fórmula de movilidad aplicada en 2021 y 2022, que fue aprobada en su momento por el Congreso, a propuesta del Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El hecho de cobrar bonos, de todas maneras, no evitó que en muchos casos también se perdiera poder de compra.
Para un jubilado que al iniciarse 2020 cobraba el equivalente a tres veces la jubilación mínima de entonces, es decir, un ingreso $42.203,79, el haber bruto actual es de $140.910,3, tras un aumento acumulado de 233,9%. Como la inflación fue en el período de 300,07%, con lo que en este caso llega hoy al bolsillo es posible comprar un 83,5% de lo que podía adquirirse tres años atrás; es decir, se perdió un 16,5% de la capacidad de compra. Expresado de otro modo: por cada $100 que se tenían en el primero momento y con los cuales se podía comprar un conjunto de bienes y servicios, en el segundo momento se tienen $333,9, mientras que el precio de la canasta de consumo avanzó a $400,07.
Si el ingreso mensual era en el inicio de 2020 equivalente a cinco veces la jubilación mínima, es decir, de $70.339,65, entonces, ahora, luego de los aumentos por decretos y por movilidad, es de $231.696,3, un 229,4% más alto en términos nominales. Pero, medido en función de su capacidad adquisitiva, el monto actual es un 17,7% más bajo, lo que significa que se puede adquirir un 82,3% de lo que podía comprarse en el momento del punto de partida de la comparación.
Para el haber máximo que otorga el sistema (y que, en la práctica, hay quienes superan, por ejemplo, por haber ganado un juicio contra el Estado), entre 2020 y 2022 la caída del valor real llegó a 18,2%, tras recibirse subas que acumularon un 227,3%.
Si se considera solo el último año, en cada uno de los ejemplos de los párrafos anteriores la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos fue de 11,5%.
En la comparación de los ingresos de fines de 2022 con los del comienzo de 2020 el índice no es igual para todos, y la razón es que en marzo de 2020 hubo una recomposición que combinó un porcentaje (de 2,3%) con una suma fija (de $1500, igual para todos). Eso significó un incremento de 12,96% para el haber mínimo y subas de porcentajes decrecientes para los ingresos de mayor monto, hasta llegar a 3,75% en el caso del haber máximo.
Cambio de fórmula y bonos
Esa modalidad para el aumento de marzo de 2020, tendiente a cumplir con el entonces proclamado objetivo de achatar la pirámide de ingresos, (una modalidad que provocó reclamos judiciales y que no se repitió) fue decidida por el Poder Ejecutivo, porque la movilidad que había regido en 2018 y 2019 estaba suspendida. Aquella fórmula de cálculo aprobada por ley a fines de 2017, que en 2020 no se aplicó por la decisión de Fernández de ajustar a la baja el gasto previsional, daba para ese año un incremento de 42,1% para todos por igual, mientras que las decisiones discrecionales del Gobierno hicieron que la recomposición fuera de entre 24,3% y 35,3%, dependiendo del nivel de ingresos.
Frente al resultado negativo que comenzó a dar en 2022 la movilidad de la ley 27.609 en un contexto de inflación al alza, el Gobierno comenzó a otorgar bonos compensatorios que, para quienes cobran hasta el equivalente a dos veces el haber mínimo (y algo más, aunque con pagos de adicionales más pequeños) son actualmente de $7000 o $10.000 en la mayoría de los casos (hay quienes perciben otros montos también).
El haber mínimo, de $50.124,26, es hoy un 256,3% más alto que el de tres años atrás, y un 72,48% superior al del inicio de 2022. Ambos índices están por debajo de la inflación de los períodos correspondientes. Si se considera el bono de $10.000 que se está cobrando en estos meses, la suma de $60.124,26 en bruto (tras el aporte para el PAMI la cifra es de $58.620) resulta un 106,9% más alta que la vigente a comienzos de 2022. Así considerado, el haber básico se ubicó por arriba de la suba promedio de precios, con un efecto de mejora del poder de compra de 6,2%.
El bono, sin embargo, no está incorporado al haber mensual y su pago, que comenzó en diciembre, está previsto hasta febrero. También hubo adicionales entre septiembre y noviembre del año pasado. En marzo, el primer mes de 2023 en el que deberá haber un reajuste, la suba se calculará sobre el haber mensual sin contar el bono. Y los funcionarios deberán decidir qué hacer con el pago de los adicionales que hasta ahora buscan compensar, para algunos casos, el hecho de que la fórmula de movilidad haya determinado recomposiciones bastante por debajo de la inflación.
Por otra parte, el hecho de estar alcanzado por el bono no genera necesariamente que no se pierda contra la inflación. Por un lado, porque en el caso de quienes cobran un haber equivalente a dos veces el haber mínimo -hoy, $100.248,52, en bruto- y perciben, por lo tanto, un adicional de $7000, el monto del ingreso mensual, con ese bono incluido, es un 84,5% mayor al de un año atrás. En términos de poder adquisitivo, esos ingresos son un 5,3% inferiores.
Un grupo de jubilados recibe un bono de $7000 mensuales entre octubre y diciembre; ese pago no evita la pérdida de poder adquisitivo
Otro ejemplo: alguien que comenzó este año con un ingreso de $40.000 obtuvo subas por movilidad que llevaron esa cifra a $68.990. En ese caso, también se cobra un bono de $7000 en diciembre, enero y febrero. Es decir, la cifra en bruto, de $75.990, revela una recomposición anual de 89,98%. La pérdida del valor real en 2022, medido de punta a punta, es de 2,5%.
Por otra parte, según estimaron los economistas María Laura Caullo y Marcelo Capello, del Ieral, quienes cobran la mínima y si se considera el cobro de los bonos de 2022, deberían haber recibido aproximadamente $14.700 más ese año (cifra a valor de diciembre) para haber mantenido sin alteraciones el poder adquisitivo durante todos los meses. Porque, si bien la comparación del ingreso de punta a punta, en un período determinado, arroja un porcentaje de suba mayor a la inflación (no por la movilidad, sino por efecto de sumar los bonos), en el medio hubo meses en los que cayó el poder de compra. Y los gastos deben ser, por lo general, afrontados cada día.
Los números del sistema
Según los datos más recientes publicados por la Secretaría de Seguridad Social, de las 5.571.069 personas que cobraron jubilación o pensión de la Anses en diciembre, el 46,3% percibió el haber mínimo. En algunos de esos casos, se trata de beneficiarios que cobran más de un ingreso previsional y, en tales situaciones, no aplica el bono de $10.000. A la vez, la estadística oficial muestra que del total de jubilados que perciben la mínima (2.398.888 personas), el 90% accedió por la vía de una moratoria, a causa de la insuficiencia o de la falta de aportes.
La fórmula de movilidad hoy vigente no contempla entre sus componentes el índice de inflación. El cálculo se basa en la evolución de los salarios y de la recaudación de los impuestos que están en parte o en su totalidad destinados a pagar jubilaciones y pensiones. Pero son datos que, de todas formas, algo “cuentan” sobre la inflación.
Siempre se usan, lógicamente, indicadores que tienen un rezago. Entonces, si el período tomado como referencia para calcular el índice tuvo una inflación menor a la del lapso más cercano al momento de otorgarse el reajuste -porque el índice de precios está con tendencia al alza–, la movilidad irá por detrás de los precios. En el efecto también influirá cómo le haya ido a la actividad económica. En el sentido contrario, si la inflación comienza a ir a la baja, entonces tenderá a haber una recuperación de los ingresos reales. Pero, tal como ocurre también con las pérdidas en los salarios y las recomposiciones posteriores, hay períodos en los que se habrán sufrido las pérdidas, más allá de que los mecanismos de actualización muestren después índices de recuperación.
La modalidad para los reajustes que impulsó el actual Gobierno le da más protagonismo, entre los componentes del cálculo, a la recaudación de recursos del Estado que a la recomposición de los salarios. Según la normativa, cuando se calcula la movilidad de diciembre de cada año se observa la variación anual de los fondos obtenidos por la Anses, y a ese porcentaje se lo compara con el resultado de la fórmula de movilidad, para definir si se aplica un tope.
Es decir, hay un valor máximo anual para la suba de las jubilaciones, que no toma en cuenta si se mantiene o no el poder de compra de los haberes (hubo reclamos, en su momento, para que se incluyera una cláusula que garantizara que la subas le empatarían al menos a la inflación, pero ese punto quedó fuera del texto). El economista de la Universidad de General Sarmiento, Sergio Rottenschweiler estimó que, en diciembre pasado, en caso de no existir ese tope, la suba habría sido de 18%, en lugar de 15,62%. Y, así, el aumento en todo 2022 habría llegado a 76%, en lugar de 72,48%.

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