jueves, 30 de marzo de 2023

DESPEDIDA


El último adiós a Kodama y cómo sigue el legado
Con una íntima y austera ceremonia, que reunió al círculo de sus amigos más cercanos, los restos de María Kodama –que murió el domingo, a los 86 años– fueron inhumados ayer en el Parque Memorial de Pilar. El carácter privado de la celebración respetó la voluntad de la viuda de Jorge Luis Borges de que el rito se cumpliera con naturalidad y modestia, lejos de los honores de los que siempre rehuyó.
Unas treintena de personas se congregaron en el funeral que tuvo lugar en la capilla. Después de pronunciar una plegaria en su recuerdo, los asistentes esparcieron pétalos de rosas sobre el féretro durante su descenso, mientras se escuchaban unas Invenciones de Bach y otras piezas, como el tema de La misión de Ennio Morricone.
Asistieron la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió; el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; sus amigos, la abogada Claudia Farías Gómez, Laura Bertone, Horacio Marcó, María Adela Renard y Ana María Cabrera; el embajador Max Gregorio-Cernadas y su esposa, la periodista Cecilia Scalisi; el director editorial del grupo Penguin Random House, Juan Ignacio Boido; el editor de Sudamericana, Roberto Montes; miembros de la Fundación Borges; la curadora del
Museo Judío de Buenos Aires, Liliana Olmeda de Flugelman, y el periodista Pablo De Vita, entre otros. Su amiga de la juventud, la escritora Alina Diaconú, no pudo asistir por la conmoción que le produjo la noticia; un puñado de pétalos se esparció en su nombre.
Luego de despedir los restos de Kodama, el abogado de la escritora y viuda de Borges, Fernando Soto, anticipó que se ocuparían de la “continuidad” del legado borgeano, respetando las decisiones de Kodama. “María era muy discreta y vamos a mantener esa discreción para anunciar cómo continuaremos trabajando con el legado de Borges, no solo sus libros, sino también la biblioteca y la Fundación [Internacional Jorge Luis Borges, que presidía Kodama]”, dijo Soto, y agregó que se pensaba en una “organización nueva”. Como Kodama no tiene herederos forzosos, circularon en el ambiente cultural varias conjeturas, entre otras, las anunciadas por Kodama en 2022, referidas a que dos universidades extranjeras administrarían la obra del escritor. Soto adelantó que una institución argentina compartiría el cuidado del legado con una universidad japonesa (“donde están los ancestros de María”, dijo) y otra estadounidense.


&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Borges y María, como dos compañeritos de colegio
Luisa ValenzuelaEn un hotel de nueva York, 1984
Con el fallecimiento de María Kodama, cantidad de recuerdos me invaden. Entre el montonal rescato dos frases y dos circunstancias. Años 1983/1984. Lugar, Manhattan, donde estaba viviendo. Frases: “María me hizo descubrir el placer de los viajes. En Buenos Aires un día resulta igual al otro, cuando viajo y gracias a María cada día es un nuevo descubrimiento”.
“Me piden que defina mi relación con Borges. No soy su secretaria, no soy su lazarillo, somos compañeritos de colegio. Nos divertimos en grande”.
Más adelante ambos me narrarían detalles, porque hubo un primer reencuentro en el patio trasero de un ignoto restaurante en Greenwich Village, el Emilio’s para ser exacta. En aquel mediodía de primavera, devenido inolvidable, del fondo del oscuro local emergieron dos figuras como nimbadas, y sobre todo desconcertadas. Eran ellos, Borges y María. Sorprendidos, nos saludamos y luego nos juntamos a tomar el café. Con mi acompañante supimos del reciente viaje en globo y del maravillamiento borgeano, la pena de él por tener que volver a su patria. “Isn’t it a pity”, repetía en inglés cuando estábamos charlando en castellano. A la tercera vez le tomé la palabra, corrí al teléfono, volví con la noticia de una invitación para cuando quisiera, con todo lo que quisiera. El New York Institute for the Humanities, inigualable think tank del que tuve la fortuna de ser miembro, no se iba a perder semejante oportunidad. Borges y María regresaron el semestre siguiente, hube de servirle al maestro de temblorosa interlocutora en su gran presentación en la Universidad de Nueva York (NYU) y mañana tras mañana en una serie de clases en la Columbia University, en la otra punta de la isla. Pero esta es otra historia. Hoy la segunda escena me devuelve la alegría de esa extraña pareja tan despareja y a la vez tan afín. Me veo, nos veo a les tres (percibo al espíritu de Borges trepidando ante el feo pero eficaz lenguaje inclusivo) apoltronades en una cama descomunal de importante hotel neoyorquino con mi diminuta grabadora en el medio. Me habían ido contando, entre risas y a lo largo de días, tanta anécdota de viaje que no pude menos que pedirles una entrevista que de seria tuvo poco. Resultó ser precursora del libro Atlas, que quizás estaban ya pergeñando, pero no fue mencionado. Así desfiló la enorme rosa de oro puro, trofeo entregado al Maestro en Palermo, Italia, que María debió cargar y custodiar a lo largo de intrincada gira culminada en Tokio, todo porque a Borges le había parecido descortés permitir que la embajada argentina se la enviara a su casa. Y fue recordada la cama sobre alta plataforma como pedestal, en L’Hotel en París, que el controvertido editor Maurice Gerodias le quería brindar a Borges como homenaje, sin tener en cuenta los peligros para un ciego, y las cómicas soluciones que propuso el anfitrión ante la terminan te negativa de María.
¡Cómo disfrutaba Borges con esas picar días! Mientras tanto, sus resentidas y famosas amistades locales insistían con que María lo había secuestrado y llevado lejos adrede, cuando en realidad María le había devuelto la vida. Borges soñaba con retornar a Japón, me consta. Y se sentía feliz en Ginebra, festejando su casamiento, la nueva vivienda que no llegó a estrenar. Hablábamos por teléfono cada tanto, mi compromiso en la NYU no me permitía responder a sus invitaciones. No ceso de lamentarlo. Cuando falleció el gran hombre llamé a María y del alma me salió la exclamación: “¿Qué será del mundo sin Borges?”. Y María, con su impecable sabiduría oriental, me contestó: “El mundo nunca estará sin Borges”.
Ella se empeñó quizá con excesivo fervor por mantener pura esa llama. Ahora que ha partido, ¿quién tomará el relevo? Y acaso, ¿se necesita a alguien? 

La autora es escritora

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.