viernes, 25 de septiembre de 2020

LA PÁGINA DEL DR. JUAN CARLOS DE PABLO




-Don Emmanuel, muchas gracias. China: su puja con EE.UU. y el posible juego de la Argentina


Juan Carlos de Pablo
Preguntas a Emmanuel Farhi Economista 1978-2020 Nació en Francia y estudió en la Escuela Normal Superior y en el MIT. A partir de 2006 fue profesor en Harvard y en 2014 fue calificado por el FMI como uno de los 25 mejores economistas menores de 45 años




Qué cabe esperar que hagan los chinos y los americanos, que compitan o que colaboren entre ellos? ¿Qué le puede ocurrir a la economía mundial, si cada uno de ellos tensa la cuerda en los planos económico, financiero, tecnológico, etcétera? ¿Puede la Argentina sacar provecho de un conflicto entre ambas naciones? ¿En qué condiciones nos conviene realizar una alianza estratégica con China?
Buscando orientación para responder estos interrogantes, hablé con el francés Emmanuel Farhi (1978-2020), quien estudió en la Escuela Normal Superior y en el MIT. A partir de 2006 fue profesor en Harvard. En 2010 recibió el premio Bernacer al mejor economista europeo menor de 40 años; en 2013 obtuvo el premio instituido por el Banco de Francia y la Escuela de Economía de
Toulouse. Y en 2014 fue calificado por el FMI como uno de los 25 mejores economistas menores de 45 años. Quince de las 56 monografías que figuran en su currículum fueron escritas en colaboración con Iván Werning, quien lo recordó en los siguientes términos: “Trabajar con él era un privilegio. Una mente brillante y curiosa, matemáticamente, una luz y económicamente, profunda”.
–En 2019, entrevistado por David A. Price, usted explicitó el enfoque que utiliza en sus investigaciones.
–No me veo trabajando dentro de alguna escuela en particular. Me inspiro en varias fuentes y en varias tradiciones. Las funciones agregadas de producción son muy utilizadas, sin cuestionamientos. Yo prefiero trabajar con empresas, bienes y agentes concretos. Nada de funciones agregadas, nada de agentes representativos. Con David Baqaee trabajamos en algo que nos gustaría que se denominara “macroeconomía como microeconomía explícitamente agregada”.
–La crisis desatada a partir de 2007-2008 mostró algunas falencias en el funcionamiento del sistema monetario internacional.
–Dicho sistema jugó un rol muy importante en la historia y también lo juega en la actualidad. Vivimos en un mundo centrado en el dólar de hecho, no de derecho. Estados Unidos es el principal oferente de activos líquidos y seguros que utiliza todo el mundo: se lo usa para las transacciones y también como prestamista de última instancia. Pero esa no es una situación sostenible. La escasez de activos seguros a nivel mundial es una manifestación de esta limitación y explica el bajísimo nivel de las tasas de interés.
–Me hace acordar el dilema que Robert Triffin planteó hace más de medio siglo.
–Hoy existe un nuevo dilema. O Estados Unidos no se acomoda a la creciente demanda global por activos seguros, lo cual tiene consecuencias desestabilizantes; o sí se acomoda, proporcionándolos pero planteando una crisis de confianza. En las décadas de 1950-1960 esto se planteaba con respecto a los dólares; hoy, con respecto a los títulos seguros.
–¿Cómo ve a China en este contexto?
–Tengo que ser prudente al respecto, porque como bien señaló Henry Kissinger, en Sobre China, un libro que publicó en 2011, podríamos estar a las puertas de un liderazgo mundial no occidental, un hecho que no ocurre desde hace por lo menos cinco siglos. Pero me atrevo a pronosticar que es una cuestión de tiempo que tanto China como la zona del euro comiencen a desafiar el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. Se trata de un desafío para las próximas décadas, no para los próximos cinco años. La transición a un mundo verdaderamente multipolar en materia monetaria probablemente no sea fluida.
–En una palabra, usted anticipa más pulseada que colaboración.
–En economía se habla de la importancia de ser poco importante. Hoy en Haití puedo conseguir 20 dólares, pero me resultaría difícil conseguir un par de millones de dólares. Todo “jugador” (como se dice ahora, aunque la nomenclatura no me gusta) importante sabe que, en momentos de crisis, tiene que perder para mantener el funcionamiento el sistema, esperando volver a ganar cuando la situación se normalice.
–¿Qué quiere decir?
–Que si hoy las autoridades chinas decidieran destruir la economía de Estados Unidos, vendiendo de golpe sus tenencias de títulos o entablando una guerra comercial salvaje, ellos también sufrirían mucho. Como bien explicó Thomas Crombie Schelling, en su conferencia Nobel, ninguna potencia nuclear volvió a utilizar bombas como las que en 1945 cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, por temor a la represalia. No conozco ningún indicador de que las actuales autoridades chinas estén actuando de manera miope.
–¿Cómo ve hoy una alianza estratégica entre China y la Argentina?
–Comencemos por quitarle importancia a las denominaciones, para concentrarnos en la sustancia. Entre países nadie regala nada, además de lo cual nadie puede creer que los gobiernos de la Argentina y China negocian de igual a igual, de la misma manera que cuando se creó el Grupo de los 7 y sus presidentes se sentaban en una mesa redonda para cenar; pero una cosa era Estados Unidos, otra Alemania y Japón, una tercera Francia e Inglaterra, y a la cola Italia y Canadá. Por lo demás…
–Por lo demás, ¿qué?
–La Argentina y China ya tienen intensas vinculaciones comerciales, económicas y financieras, de manera que en todo caso lo que hay que plantear es su continuación y expansión. En el plano comercial, a comienzos del siglo XXI el comercio bilateral era muy favorable a la Argentina; hoy ocurre todo lo contrario, porque los chinos les compran a ustedes algo más de soja, pero los argentinos compran en China muchísimos más bienes que hace un par de décadas. Tomemos 2018, buen indicador de la tendencia que menciono. Ese año la Argentina le exportó a China por valor de US$4497 millones y le importó por valor de US$12.092 millones, por lo cual tuvo un déficit comercial de US$7595 millones ¡El doble del que experimentó con el resto del mundo, incluyendo a China! Por lo cual es entendible que hace 20 años ustedes miraban a los chinos con gran cariño, porque encima compraban un producto cuya demanda local es muy baja, y por ende no plantea un conflicto distributivo; mientras que ahora aparecen como la gran amenaza a la producción local.
–¿Y en el plano financiero?
–Supongo que la Argentina no le va a pedir fondos frescos a China, como no se los pidió a los bonistas ni se los pedirá al FMI. Probablemente le solicite que algunos de los fondos recibidos bajo la forma de swaps, puedan ser utilizados para atender el exceso de demanda de dólares por parte del sector privado de la Argentina. Probablemente los chinos accedan, pero es difícil que lo hagan de un día para el otro, y seguramente algo querrán en compensación. Los países siempre tienen confeccionada una lista de reclamos, a la espera de una oportunidad. Si yo integrara el equipo negociador argentino, tendría que ir preparado para que me pidieran algo a cambio.

 http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA II

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