martes, 22 de diciembre de 2020

TODOS CON EL TRASTE AL AIRE....FIJATE LO QUE VOTÁS


El año en que nos vacunaron

Héctor M. Guyot

El Presidente
ha venido anunciando que antes de fin de año un número importante de argentinos estará vacunado. Parecía otra de esas promesas que solo se sostienen por el tono entre paternalista y doctoral con que Alberto Fernández pronuncia hasta los buenos días. Si cumplió con algo de lo mucho que prometió, habría que buscarlo en la tinta invisible de ese pacto que firmó con la vicepresidenta cuando, en mayo de 2019, se juntaron la astucia y la ambición para consumar un engaño avalado por el voto que pronto mostró su verdadero rostro. Ese pacto fue una suerte de pecado original por el cual debimos expiar culpas todos los argentinos, en un año en el que los castigos que como sociedad nos infligimos se suman a los que la humanidad toda sufre por el virus. Doble pesadilla. En cuanto a aquella promesa, la ha cumplido por la vía indirecta: al borde de las Fiestas, estamos todos vacunados por una administración que nos confinó en una cuarentena eterna de costos enormes mientras dedicaba sus mejores esfuerzos a bombardear a repetición las instituciones de la república.
Cuando se combinan la ineficiencia y la soberbia, las cosas no salen bien. De todos modos, esto arrancó mal desde el principio, desde el momento en que la mayor confianza se depositó en la palabra del presidente ruso, Vladimir Putin, un derechista retrógrado que ha logrado hacer con su país lo que Cristina Kirchner se ha propuesto hacer con la Argentina
La vacuna real es otra cosa. Cuando se combinan la ineficiencia y la soberbia, las cosas no salen bien. De todos modos, esto arrancó mal desde el principio, desde el momento en que la mayor confianza se depositó en la palabra del presidente ruso, Vladimir Putin, un derechista retrógrado que ha logrado hacer con su país lo que Cristina Kirchner se ha propuesto hacer con la Argentina. Entre populistas se entienden. El hecho de recostarse en semejante socio no deja de resultar coherente, pero es precisamente por eso que la vacuna despierta aquí tanta desconfianza como en su lugar de origen. A eso se le suman las improvisaciones de los últimos días, que muestran que la Argentina está comprando una vacuna sin que esta haya completado aún todos los testeos correspondientes.
"No tengo ninguna duda de su calidad", dijo Alberto Fernández sobre la Sputnik V, como si con eso bastara. "Yo voy a ser el primero en vacunarme", agregó, sospechando acaso que debía apuntalar su palabra con un acto de arrojo. No podrá ser: para sorpresa de la delegación argentina en Moscú, que ya estaba sacando la billetera, el mismo Putin dijo que no se la pondrá, pues la vacuna todavía no está recomendada para mayores de 60 años, a la sazón el grupo de riesgo. No importa, que venga igual.
Aquí la evaluará la Anmat. Por lo general, los medicamentos que la Anmat evalúa llegan precedidos por la aprobación de la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) o de la FDA (la agencia norteamericana). No será el caso. La Sputnik V volará directo de Moscú a Buenos Aires. Hay un dato inquietante. Según informó la agencia AP, el trato con Pfizer se cayó porque, además de la firma del Presidente, el laboratorio le reclamó al Gobierno una ley del Congreso que le garantizara inmunidad ante la Justicia argentina por los eventuales efectos adversos que su vacuna pudiera tener. El ministro de Salud, Ginés González García, calificó esas condiciones de inaceptables. Aunque sea lo usual en estos casos, la inmunidad reclamada por Pfizer revela un margen de duda respecto de su vacuna. ¿Es razonable entonces no albergar reservas respecto de la Sputnik V? Dicen que llegará en Nochebuena. No está muy claro, y este es el problema, en qué medida es un regalito de la ciencia o de la geopolítica.
Mientras tanto, nos vacunan con la colonización de la Justicia. Empieza a mostrar sus efectos la decisión de la Corte, que, con el fallo en disidencia de Rosenkrantz, avaló la designación de los jueces Bruglia, Bertuzzi y Castelli, pero limitó su permanencia hasta que sus cargos sean concursados. Se viene un festival en el que el kirchnerismo buscará instalar jueces militantes que impulsen el plan de impunidad de Cristina Kirchner y sus funcionarios. Las vacantes son 138. Sorpresivamente, Ricardo Recondo y Juan Manuel Culotta, representantes de los jueces en el Consejo de la Magistratura, se han pasado del bloque opositor al oficialista, de modo que el kirchnerismo tiene en el Consejo los nueve votos necesarios para confeccionar a su antojo las ternas que pone a consideración del Presidente. Así, el juez Farah volvería a la estratégica Cámara Federal, que revisa las decisiones de los jueces de Comodoro Py; a ese tribunal de alzada se sumaría también Roberto Boico, que fue abogado de Cristina. En paralelo, Beraldi, actual abogado de la vice, apunta contra la Corte. "Estamos pensando procedimientos para que la Corte cumpla con sus objetivos", dijo. No especificó los de quién.
Todos saben que el kirchnerismo está yendo por la Justicia. A esta altura, eso ha dejado de ser una opinión y hasta los más fríos analistas lo mentan como un hecho. Sin embargo, seguimos como si no pasara nada. Más preocupante aun: jueces que deberían defender la independencia del Poder Judicial y la división de poderes fallan y votan en favor del plan de impunidad. Un suicidio a plazo fijo difícil de entender.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.