Poner un freno a los Moyano
Eduardo de la Rúa Abogado
El fallo del Tribunal Oral Federal que condenó a Lázaro Báez por lavado de dinero confirmó en sus fundamentos la existencia de una matriz de corrupción estatal, un esquema sistemático de corrupción de los organismos estatales que adjudicaron las obras a las empresas de Báez durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner. Es una sentencia que tiene un valor jurídico, institucional e histórico que debe ser un punto de inflexión en la vida de nuestra república. Los jueces que la dictaron tienen una valentía encomiable y deben ser reconocidos y protegidos contra la segura andanada que vendrá de los alfiles de la corrupción que denunciaron.

Un cambio de accionistas de una compañía como Walmart de ninguna manera obliga al despido y a la subsiguiente reincorporación de su personal. Este procedimiento no tiene ninguna base legal y constituye un absurdo que impediría que se realizaran cambios de accionistas de sociedades anónimas, cambios que son parte esencial de la vida de una economía de mercado. En efecto, una práctica común en el mundo corporativo es la transferencia de acciones de sociedades anónimas, y aun cuando la operación signifique el cambio de control de la firma, solo cambia eso: la titularidad de las acciones de la firma, que sigue siendo la misma persona.

Los Moyano pretenden romper violentamente estas reglas –que sí tienen base legal, e incluso constitucional– solamente basados en el hecho de poder bloquear físicamente a Walmart y dejarla exánime por la falta de movimiento de su mercadería, que no podrá entrar ni salir mientras dure el bloqueo.
Reitero que este bloqueo es ilegal y extorsivo. Es un delito criminal y así debe ser tratado por la Justicia y también por las autoridades del Ministerio de Trabajo de la Nación, que tienen la obligación de declarar la ilegalidad de la medida de fuerza. Más, si un fiscal no actúa de oficio o si el Ministerio de Trabajo se abstiene de dicha declaración, estarían, a mi criterio, incurriendo en una inobservancia de sus deberes como funcionarios públicos.

Entonces, las nuevas concesionarias tomaron el personal de Manliba y les reconocieron su antigüedad. Pero es un caso totalmente distinto, ya que eran distintas empresas, pero los Moyano sostienen falsamente este caso como antecedente que justificaría su exigencia a Walmart. Ello demuestra su contumaz audacia, basada solo en el enorme poder que detentan, ya que ni los fiscales ni los jueces ni mucho menos las autoridades nacionales o provinciales han tenido hasta ahora el valor de enfrentarlos (no olvidemos que Walmart está en la provincia de Buenos Aires y que sus autoridades tienen jurisdicción e imperio frente a este caso, que de mantenerse constituirá un delito que se comete en su territorio).

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